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CAPÍTULO 4 La marca


«Solo sería un círculo vicioso». La frase de Ryan resonó en mi cabeza, y si, lo era. Lo era como todo el mundo sobrenatural que me rodeaba; un círculo sin fin de violencia. En cada rincón del pueblo había malicia, oscuridad.

Siempre creí que Ryan no poseía humanidad alguna, que si quería algo lo tomaba así sin más, sin pedir permiso; sin dar explicaciones. Aquella noche no me hizo nada ¿Por qué? Y no, no me bastaba con la simple explicación que él acababa de darme, quería más, mucho más.

—¿Cómo entraste aquella noche? —solté la pregunta y él sonrió.

—Cassie… —musitó.

—¿Cassie? ¿Es en serio, Ryan? —bufé.

—Esa niña sabía que no iba a dañarte ¿Por qué alterarse ahora? No seas dramática.

—¡No puedo creerlo! —solté con indignación —¿Cómo es qué…?

—Ya te lo dije, cariño. Cassie sabía que no iba a dañarte. —afirmó.

—¿Qué sucedió esa noche? —pregunté y él fijó su vista en aquella escena  que estaba frente a nosotros —. ¿No responderás? —solté sin recibir respuesta.

—Quizás luego, cariño. Llegarás tarde al instituto y no queremos eso —respondió en el instante que quiso salir de la habitación y aquella escena ante nosotros se desvaneció.

Debía asistir al instituto y todo iba a ser extremadamente diferente, la pandilla ya no estaba completa, no obstante. Se suponía que debía encontrarme con Anna en el estacionamiento antes de entrar. La multitud de siempre nos rodearía para poder saludar, ¿Estaba asustada por eso? ¿Le tenia miedo a los grandes cambios? Sí. Me aterraba la idea de pensar en llegar sl instituto y no ver la melena pelinegra de Vanessa meneándose al ritmo de la brisa otoñal o la carcajada de Anna ante las ocurrencias de Luck,
«Luck». Pensé y no tardó en salir una lágrima «¿Dónde te encuentras?».

—Vámonos o llegarás tarde —soltó Ryan desde las escaleras y me sacó de mis pensamientos.

—Tengo mas preguntas. —refuté .

—Tenemos demasiado tiempo —respondió entretanto comenzó a bajar las escaleras.

Negué con la cabeza ante lo dicho y me dispuse a ir tras él. Cerré la puerta principal a mi espalda y me dirigí al porche delantero; fijé mi vista una vez mas en mi ventana, donde aquella extraña y lúgubre silueta yacía hace unos momentos atrás.

Di un paso y me detuve.

Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo, todas aquellas sensaciones eran tan familiares, el miedo y la incertidumbre se abalanzaron sobre mí. No podía parar de pensar que algo muy malo nuevamente estaba apunto de ocurrir.

La calle Forks seguía mojada por tanta lluvia, las nubes negras llenaban el cielo y el aire estaba sofocante.

Subimos al coche y sólo bastaban un par de calles para llegar al instituto, siempre el camino me pareció rápido sin embargo, esta vez no lo fue y no es que el coche de Ryan no era veloz sino que todo parecía ir lento ante mis ojos y más aún en mi mente.

¿Por qué todo se veía tan… diferente? No sabía el porqué pero, era extraño no ver a los niños del vecindario correr a los charcos una vez la lluvia dejara de caer.

Las altas casas victorianas parecían vacías, el silencio era alarmante ¿o sería que sólo estaba persiguiéndome sin razón? ¿Cómo saberlo? Es decir, todo lo malo acechaba en Whistler, tenía razones para sentirme así aunque, no debería sentirme tan… vulnerable. Estaba a salvo ¿o no?

Hicimos lo que quedaba del camino al instituto en un completo e incómodo silencio, traté de hablar un par de veces pero simplemente decidí callar; era inútil, no obtendría repuesta alguna. Lo único que mantenía mis esperanzas de que este día no fuese tan pesado era Dylan.

—¡Hey! —la rubia levantó su mano y sonrío al mismo tiempo al verme llegar al estacionamiento.

—Hola, brujilda —soltó Ryan al momento de bajar del auto. Anna lo ignoró por completo.

—Mady, hola. —la rubia arrojó sus brazos a mi cuello dándome un sofocante abrazo, «¿qué sucede?». Pensé al ver tantas banderas coloridas colgadas de las ventanas del instituto y la aparté de mí.

—¿Qué ocurre, Anna? —inquirí y ella dibujó una enorme sonrisa en su rostro.

—¿Qué ocurre? Absolutamente nada, solo que ¡este año es nuestro último año! —respondió emocionada dejando salir una voz chillona.

—Oh, por supuesto…

—Vamos, Mady. Es nuestro turno de hacer el UPD.

—¿UPD? —preguntó Ryan con curiosidad.

—Último primer día —respondí al instante que recibí una explosión de espuma en mi cuerpo. Oí la fuerte risa de Ryan ante lo sucedido; no podía quedarme sin hacer nada, tomé la espuma en aerosol que había sobre aquella camioneta delante de nosotros y arrojé sobre él una gran cantidad.

Anna comenzó a reír y Ryan meneó la cabeza.

—Eso no fue gracioso, Cariño. —dijo Ryan con sus dientes apretados, mientras trataba de limpiar su camisa negra.

—¿No lo fue?

—En lo absoluto, Cariño. Esto no se quedará así y lo sabes ¿verdad?

—¿Por qué ser tan rencoroso? —contraataqué al mismo instante que di un paso atrás —¿No puedes olvidarlo simplemente?

—¿Olvidar? Yo jamás olvido.

—Es demasiado dramatismo para ti, es extraño que venga de alguien que no siente absolutamente nada —soltó la rubia.

—Claro que siento, por ejemplo en estos momentos siento el deseo de la venganza —ironizó y agarró un frasco de espuma en aerosol en cada mano.

Los tambores comenzaron a sonar y nosotras a huir entre la multitud, Ryan estaba pisando nuestros talones y era inútil seguir corriendo, a nuestro alrededor no había más que adolescentes llenos de espuma y el colorido polvo de las bengalas de humo en el aire.

—Hasta aquí llegaron —soltó Ryan mientras agitaba los frascos que sostenía en ambas manos.

—Oh, piedad —ironicé y dejé salir una risa.

—¿No nos perdonarás la vida? —refutó la rubia mientras sostenía mi mano.

—Implorad por vuestra salvación.

—¿Implorar? Eso jamás —contraataqué al momento que le quite un frasco de espuma en aerosol a una compañera.

—¿Así será esto? —inquirió y elevó la comisura de su labio en una risa perversa.

—Así debe ser. —respondí con algo de soberbia.

Los tambores seguían sonando y las ruidosas carcajadas inundaban el lugar, todos se estaban divirtiendo. Y por un instante entre nosotros nuevamente todo parecía ir mas lento, los movimientos, los pensamientos, como si pudiera controlarlo; él se dio cuenta, lo supe en el instante que fijó sus ojos en mí y sonrió… ¿diferente? Como si estuviese orgulloso de alguna manera de mí.

«Está distraído». pensé y apreté el aerosol para dejar salir la espuma. No debí hacerlo. Había olvidado los reflejos de un vampiro y más aun los de Ryan.

—Tú sabías que estaba ahí ¿verdad?

—No fui yo quien le vació el frasco, cariño. No intentes culparme. —ironizó.

El rostro de Dylan estaba cubierto de espuma.

—Es bueno ver que te diviertes —soltó luego de limpiarse el rostro.

—Lo siento —dije y le di una sonrisa a boca cerrada.

—Hermanito, al menos no te perdiste la diversión.

—Ryan… —soltó Dylan con hartazgo.

—Dylan… —Ryan imitó el mismo tono de voz con el que Dylan lo había nombrado anteriormente.

El timbre de entrada había sonado y todos comenzaron a darse un abrazo de bienvenida.

Los brazos de Anna fueron los primeros que rodearon mi cuerpo, seguido por los brazos de Gia y luego, mis ojos se encontraron con aquella pelinegra que tanto extrañaba, mi sonrisa no tardó en salir pero desapareció al instante en el momento que Vanessa me abrazó con frialdad y se apartó inmediatamente de mí con sus ojos entrecerrados como los de un gato desconfiado.

—Que bueno verte —

—Si que lo es… —

—¿Dónde te has metido todo este tiempo? —inquirí y ella levantó los hombros.

Vanessa se encontraba tensa e inquieta, sus pensamientos estaban alterados y su aroma era distinto al igual que su comportamiento; se encontraba en estado de alerta. Levantó la vista violentamente cuando Dylan se posicionó a mi lado.

—Debo irme ahora —dijo mientras fijaba la vista en Dylan —El clima se tornó frío de repente —Vanessa dio media vuelta y se perdió entre la multitud de estudiantes.

¿Lo había dicho por Dylan? Claramente. Aun así, ¿Cómo es que sabía sobre lo que él era? El comportamiento de Vanessa puso en estado de alerta a Anna quien no tardó en comenzar a tirar posibles soluciones para frenar lo que pueda llegar a hacer la pelinegra con esa información.

—Tranquilízate, Anna. Ella no dirá nada. —afirmé.

—Por supuesto que no dirá ni hará, absolutamente nada —refutó Ryan quien se apresuró para ir tras Vanessa.

—Ni siquiera tú —exclamé mientras lo tomaba del brazo. Ryan fijó sus ojos en los míos y apretó los dientes con algo de rabia. —No harás nada, no puedes. No a ella.

—Es un peligro para nosotros —contraatacó Ryan aún sosteniéndome la mirada.

—No lo será, puedes estar tranquilo. Nadie le va a creer, ella lo sabe. No puede arriesgarse…

—Bien, se hará a tu manera pero después no quiero que vengas a mí —hizo una leve pausa y se soltó de mi agarre para luego seguir hablando —Aunque… me encantaría ver tu cara cuando te des cuenta de que yo tenía la razón y pueda decir te lo dije.

—Eso no pasará, puedes estar tranquilo —refuté para colocar mis brazos a la altura de mi pecho.

—Tarde o temprano te darás cuenta que los métodos de mi hermanito no sirven para nada —susurró en mi oído antes de marcharse. Fijé mi vista en Dylan quien claramente había oído lo que Ryan me dijo.

Anna aclaró su garganta cortando así el momento tenso.

—Mady, debemos ir a cambiarnos. No podemos entrar así a la instituto, tengo un uniforme de repuesto en mi casillero. —Anna me tomó del brazo y me jaló hacia ella para luego salir del estacionamiento.

Mi concentración mientras el profesor de historia hablaba era absolutamente nula. Volteé mi cabeza hacia la ventana y fijé mi vista en el bosque el cual se mantenía en completa oscuridad; nuevamente la sensación de que algo malo estaba a punto de ocurrir me invadió por completo ¿Por qué debía sentirme así? No quería esto, no quería este sentir.

—Fiesta en la cabaña Hanson  —soltó Anna emocionada luego de apoyar el folleto en la mesa de mi pupitre.

—¿Qué es esto? —inquirí observando el folleto el cual tenía arañas y sangre plasmados en él.

—Solo lee, Madison —exclamó la rubia.

—¿Una fiesta?

—Por supuesto.

—¿De disfraces?

—Lo es, ya que la otra no se pudo realizar —contraatacó y recordé que eso había sido en parte culpa mía.

—Recuerdo eso, con Luck hicimos de voceros. ¿Por qué la cabaña Hanson?

—Es una fiesta de disfraces, Mady. Tiene que ser en la cabaña Hanson.

—Es literalmente en medio del bosque, Anna. Es una locura, ¿y si los vampiros de Samuel nos emboscan y atacan a cada adolescente que hay allí?  —murmuré en su dirección.

—Eso no pasará, recuerda que es cerca del pantano y los vampiros de Samuel no tienen un tratado con los lobos. No podrán pisar allí.

—Bien pero eso significa que Dylan no podrá ir.

Suspiró, se acercó más a mí y colocó sus manos en mis hombros.

—Necesitas un respiro de los Leviné, nena —dijo y tenía razón —. Ya casi no sales si no es con ellos.

—Bien, iremos —rodé los ojos y ella sonrió victoriosa.

El timbre anunciaba el horario de salida, no había visto a Dylan en todo el día, se estaba alejando de mí y no entendía la razón. No me daba explicaciones y tampoco podía hablar sobre esto con Ryan. Solo debía dejar que todo caiga en su sitio y luego vería los resultados.

—La vida sigue, Madison. La vida sigue —soltó la Anna logrando así quitarme de mis pensamientos. Mi vista estaba fija en el casillero de Luck, el cual tenía su foto y aún estaba el letrero de desaparecido, se busca.

—Me siento culpable, Anna. No puedo con esto.

—La vida sigue —volvió a repetir —, Todo debe tomar su curso. No puedes parar tu vida, también mereces ser feliz, Madison. Al menos debes tratar.

Solté una gran bocanada de aire, me despedí de Anna y comencé a caminar hacia la mansión Leviné. Era liberador poder estar sola, sin nadie cuidando mi espalda, sin tantas preocupaciones. Solo por ese instante necesitaba sentir que todo estaba bien, que mi vida todo era normal aunque ya no era así.

Faltaban solo unos pocos metros para salir del bosque y toparme con la enorme reja negra que había en la entrada de la mansión Leviné. Me paré en seco cuando una rama crujió tras de mí; un gruñido llegó a mis oídos y giré violentamente sobre mí para fijar mi vista hacia varias direcciones. Respiré hondo y me concentré en los sonidos así como Ryan y Dylan me habían enseñado. No había nada, absolutamente nada. Seguí mi camino aún con los malos pensamientos invadiendo mi mente.

Las rejas se abrieron de par en par dándome la bienvenida a la mansión, pasé el umbral y subí de prisa las escaleras. El hogar de los Leviné se encontraba en un perfecto silencio, estaba sola. Nuevamente.

El atardecer se hacia presente tiñendo el cielo de tonalidades naranjas, miré el reloj que se encontraba en la pared  el cual marcaba las 20:00hs. Mi vista se fijó en mis dagas antes de dirigirme hacia la ducha, debía prepararme para la fiesta de Anna.

Al salir me coloqué mi bata de baño y me senté en la orilla de la cama, dejé salir un suspiro. Nuevamente me sentía perdida entre mis pensamientos pero más aún en mis sentimientos, todo estaba hecho un desastre.

Levanté mi vista violentamente cuando un horrible graznido se oyó delante de mí; allí en mi ventana unas pequeñas garras se sostenían con firmeza.
Recordé todos aquellos malos sucesos luego de toparme con un cuervo.
Me levanté de repente y tomé mis dagas cuando la puerta de la habitación se abrió, haciendo que mi cuerpo se tense por completo, mis manos sostenían con fuerza las empuñaduras.

Otro graznido se oyó. Tragué grueso.

Mi vista se encontraba fija en la entrada de la habitación, una silueta se abrió paso rápidamente y una ráfaga fría peinó mi cabello hacia atrás.

Respiré, aliviada.

—Demasiado dramatismo para ti, ¿no crees?

—Lo siento, cariño. ¿Te asusté?

—Ryan… —musité apretando mis dientes.

—Madison… —dijo imitando mi acción.

Dejé de fijar mi vista en la entrada para mirar a Ryan quien se encontraba recostado  en mi cama con sus codos apoyados en el colchón.

—¿A dónde vas? —inquirió con algo de curiosidad.

—¿Te importa?

—Deja los juegos, cariño. Debes decirme.

—¿Por qué debo decirte?

—Porque debo saber donde ir a vengarme si es que algo te ocurre.

—Nada ocurrirá, puedes estar tranquilo. No deberás asesinar a nadie hoy —Ryan rodó los ojos ante lo dicho—. Anna hará una fiesta en la cabaña Hanson.

—Perfecto, al menos los vampiros de Samuel no se acercarán allí. Es territorio licántropo. Está bien, puedes ir.

—¿Puedo ir? —solté una risa —No estaba pidiendo permiso —dije mientras me dirigía hacia el vestidor.

Ryan vino detrás de mí.

—Me refiero a que no es un completo peligro que vayas. Solo son los licántropos del pueblo —dijo mientras observaba el vestidor.

—Claro, como si no fueran una amenaza. —refuté entretanto sacaba un vestido blanco de mi armario.

—Los días en que ellos querían asesinarte quedaron atrás —soltó Ryan mientras abría una de las cajoneras.

—¿Me darás más información sobre aquella noche? —inquirí tras el vestidor sin recibir respuesta. Luego de colocarme el vestido di enormes zancadas hacia él en el instante que vi lo que estaba haciendo.

—¡Oye! —bufé y le quité mi brasier de encaje rojo que tenía entre sus manos.

—Tienes buen gusto, me agrada. —la comisura de su labio se curvó en una sonrisa divertida

—Eres un idiota. —espeté y él sonrió nuevamente.

—No deberías insultarme

—Y tú no deberías violar mi privacidad, no puedes hurgar entre mi ropa interior.

—Poder si puedo, no debería que es diferente, cariño.

—¿No responderás a mi pregunta? —inquirí —¿Qué sucedió esa noche? —volví a repetir.

—Lobos que no pertenecían al pueblo estaban tras de ti. —respondió simplemente  y fijó sus ojos en los míos —No podía permitir que se acercarán.

—¿Por qué no simplemente dejaste eso en las manos de los licántropos del pueblo? —inquirí al recordar que el alfa de los lobos de Whistler era el encargado de mantener las fronteras en orden. Es decir, mantener fuera del pueblo a otras manadas.

—Esos lobos… —soltó Ryan con algo de confusión —No eran una simple manada como la de aquí…

—¿No lo eran?

—En definitiva. —soltó para dirigirse a la salida, no sabía porqué pero se negaba a seguir hablando.

Lo tomé del brazo sin pensar, impidiendo así que salga de la habitación, Ryan miró mi mano la cual estaba sujeta a su chaqueta de cuero, luego lentamente recorrió el camino hasta mis ojos y la comisura de su labio se elevó en una pequeña sonrisa.

—Lo siento —dije luego de aclarar mi garganta. —¿Qué te hace pensar eso? Me refiero a que no son como los de aquí.

—Su porte… pero más aún su marca. —soltó con algo de… ¿preocupación?

—¿Su marca? —inquirí con curiosidad.

—Si, una marca de Luna Sangrienta llevaban tatuada en su nuca, así como la tuya.—dijo al instante que corrió mi pelo hacia delante dejando la marca expuesta.

—Pero, esto… —dije tocando mi marca —Es de nacimiento.

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