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capítulo 10 Aeternum I

«Porque te amo». Mi respiración se entrecortó a medida que esas palabras iban sonando en mi mente y asimilando lo que acababa de oír, lo que, en el algún espacio de mi mente lo afirmaba y lo deseaba.

—Moriría por ti, Madison —susurró él en voz baja y fijó sus ojos escarlata en los míos —. No es necesario que me correspondas o responder siquiera a la confesión que acabo de hacer —ladeó su cabeza y me observó en silencio.

—Yo también. —respondí de inmediato.

—¿Qué? —inquirió con algo de curiosidad y confusión.

—Que yo también te amo, Dylan. —confesé y sus ojos brillaron aún más, mi corazón comenzó a latir con fuerza cuando rápidamente se paró frente a mí, estiró su mano y la tomé para estar nuevamente de pie frente a él.

—Déjame ayudarte —insistí nuevamente en un susurro y él negó con la cabeza.

—Sabes que lo que pides esta más allá de mi control más aún con esta marca.

—¿No tienes autocontrol? —pregunté con algo de diversión.

—No cuando se trata de ti. —tragué saliva cuando la fría yema de su dedo índice rozó la piel de mi cuello; cerré los ojos e inconscientemente mordí mi labio inferior.

—No hagas eso... —musitó y abrí los ojos al oír su voz llena de deseo.

Cerró los ojos con fuerza y al abrirlos pude ver que las venas negras alrededor de sus ojos disfrazaban sus ojeras. Dio un paso depredador hacia a mí aprisionándome contra la pared, fijó sus ojos en los míos mientras tomaba un mechón de mi cabello y con suma delicadeza lo apartó de mi rostro para colocarlo detrás de mí oreja.

Solté aire por la nariz cuando asimilé lo cerca que lo tenía de mí, su torso desnudo aun subía y bajaba con fuerza, la expresión en su rostro no era más que dolor pero también, en sus ojos había deseo; un deseo que quemaba mi piel como la marca lo hacia con él.

Por un breve instante un silencio sepulcral reinó entre nosotros hasta qué un fuerte trueno retumbó disfrazando el grito ensordecedor que salió de su garganta al mismo tiempo que arqueó su espalda.

—Encontraremos la solución para esto... —susurré en el momento que él apoyó ambas manos en la pared a los lados de mi rostro, agachó su cabeza mientras jadeaba de dolor tratando de aliviar el fuego que estaba en su espalda.

—No hay solución para esto, Cabello de fuego. Más aún cuando el fuego está en mi corazón y no en la marca. Porque me quema cada segundo que no estás a mi lado y, aunque la marca me quema hasta el alma es el único indicio de que estás cerca de mí, en la realidad y no en mis pensamientos —sus ojos se quedaron fijos en los míos por unos instantes para luego bajar a mis labios. Mi corazón latía con fuerza.

—Sabes, estoy creyendo que realmente si tienes autocontrol —murmuré sin despegar la vista de sus ojos.

—No sabes lo que me está costando... —la comisura de su labio se elevó para formar una media sonrisa divertida.

—Pero aun así lo haces. —dije al mismo tiempo que esbozaba una débil sonrisa.

—Sabes... hay días en que me atacan las preguntas -confesó mientras pasaba su dedo índice por mi mejilla —. Si realmente soy lo suficiente bueno para ti —la fría yema de su pulgar rozó mi labio inferior, cerré los ojos por puro instinto —, Y solo sé que la bestia dentro de mí te atrapará... te atrapará y te rogará que me dejes amarte... amarte hasta la muerte —luego de oír aquellas palabras volví a morderme el labio y pude sentir como Dylan tensó su cuerpo por completo.

—Madison... —su voz gutural estaba llena de deseo.

—Dylan... —susurré su nombre de la misma manera que él lo hizo con el mío mientras bajaba la mirada.

—Te dije que no hagas eso... —suspiró para luego aprisionándome aun más contra la pared, me tomó con delicadeza la barbilla e inclinó mi cabeza hacia atrás obligándome así a que vuelva a mirarlo —. Puedo sentir la sangre corriendo por tus venas, al igual que el aroma embriagador de tu ser y, solo eso es suficiente para volverme completamente loco. No es justo para mí en estos momentos que muerdas de esa manera tus labios y no poder ser yo el que lo haga —murmuró cerca de mi rostro.

Tragué grueso, no solo por lo que había dicho sino por lo que hizo después: tomó mi rostro entre sus manos, con suma delicadeza acarició mis labios con su dedo pulgar y luego, lentamente, siguió el camino por mi cuello expuesto hasta deslizarse al nacimiento de mi escote... mi corazón se disparó.

—Tus latidos... —susurró —. Son una melodía que tiene el poder de nublar mis sentidos por completo sin embargo, también ese sonido es mi eterno salvavidas en los momentos oscuros como este.

Suspiré ante lo dicho y cerré mis ojos cuando plantó un cálido beso en la comisura de mis labios. Hundió sin pudor alguna su rostro en mi cuello y me paralicé cuando sus labios rozaron el lóbulo de mi oreja y susurró algo que no llegué a entender-al igual que en mi sueño-pero comprendí al instante que se trataba de otro idioma.

Aeternum.

Hundió aún más su rostro en mi cuello e inhaló profundamente antes de apartarse. Mis ojos se encontraron con la mirada ansiosa de Dylan, sus ojos escarlata se pasearon por mi cuerpo. Aún con su mano en mi pecho, sintiendo los disparados latidos de mi corazón se inclinó hacia a mí y plantó un beso en mi hombro desnudo, la tira de mi vestido de dormir se deslizó por mi brazo. Dylan se apartó de mí para observarme nuevamente.

¿Pasaría esta noche? ¿Aún con la marca quemando su piel? ¿Más aún cuando corro peligro de ser su presa? Lo deseaba, Sí. Desde el primer día en que lo vi en el instituto; deseaba que fuera él, estaba lista. Sin embargo, mis instintos de supervivencia no dejaban que me entregue aún a Dylan, a su bestia, sabía que podía llegar a despertar aún más su sed con la intensidad del momento.

—¿En que piensas? —susurró en mi oído haciendo que un escalofrío recorra mi espalda para poner los finos vellos de mis brazos de punta —. ¿Tienes la idea de lo hermosa que te ves en este momento, Madison? —señaló con su dedo índice mi reflejo en aquel espejo frente a nosotros.

Dylan me giró para que pudiera contemplarme al igual que lo estaba haciendo él. Me encontraba tan cerca suyo que la idea de nuestros cuerpos rozando me invadió la mente. Cerré los ojos cuando su cálido aliento golpeó mi oreja y luego, con suma delicadeza, siguió deslizándose; pude sentir como su boca se abría para besarme el cuello pero se detuvo de inmediato al instante que mi respiración se entrecortó y mi cuerpo se tensó al sentir la fría mano de Dylan en mi abdomen que, poco a poco seguía el camino hacia mi pelvis. Él me observó sorprendido.

—¿Jamás te han tocado, Mady? —inquirió curioso y yo negué con la cabeza, sonrió a boca cerrada y me dio una mirada de comprensión; se inclinó hacia a mí para susurrar nuevamente aquella palabra: «Aeternum».

—¿Por qué te detuviste? —susurré sonando más nerviosa de lo que me hubiese gustado reaccionar.

—Tenemos tiempo —dijo simplemente —. Contigo no llevo prisa... —sonrió y estando aún tras de mí me rodeó con sus brazos e inhaló el aroma de mi cabello...

—Estamos todos jodidos —soltó para luego ladear su cabeza.

—¿A que te refieres? —inquirí mientras mis ojos se fijaron en los suyos a través del espejo.

—Tú sangre... —murmuró detrás de mí —Sabes, tienes el mismo poder que nosotros. Puedes atraer a la presa que quieras a tus pies —confesó y yo enarqué una ceja.

—Explícate... por favor... —quise sonar segura con mi pregunta pero nuevamente lo que salió no fue más que una vos nerviosa. Aclaré mi garganta y él esbozó una media sonrisa perversa.

—Desde el día de la transformación... tu. Sangre... —dijo haciendo énfasis en la última palabra —. Se volvió aun más dulce, más cautivadora para los inmortales; los hijos de la oscuridad y hasta los hijos de la luna serán atraídos por tu olor, Madison. Será más fácil para ti acabar con cada uno de nosotros.

—Yo no podría hacerle daño a ustedes. —dije de inmediato.

—No por voluntad propia —intervino —, y es que los ancestros querrán que cumplas con el legado que ha dejado tu familia...

Repitió las mismas palabras que me había dicho Erick, el licántropo, la vez que quedo mal herido por mi daga.

—Puedo evitarlo... intentar con nuestros enemigos... —dije y él hizo chasquear su lengua.

—Los enemigos de mi familia... solo la eternidad bastaría para exterminarlos a todos. —murmuró detrás de mí al mismo tiempo que comenzó a trenzar mi cabello.

—Puedo intentarlo —sonreí y él ladeó su cabeza.

—Solo es cuestión de tiempo para...

—No pasará. No lo permitiré —lo interrumpí y dejó de trenzar mi cabello para volver a hablar.

—Ya te lo había dicho, Cabello de fuego. Pero debo repetirlo por lo visto para que quede lo bastante claro. Estoy dispuesto a morir por ti esta misma noche si así tú lo deseas pero no me puedes pedir que tu corazón deje de latir antes que el mío. Además, ¿Qué haría yo sin tu existencia en este mundo? Ya no tendría nada por que vivir y la eternidad no la quiero si tú no estás a mi lado —siseó de dolor y cerró sus ojos, nuevamente me di la vuelta para quedar frente a él —. Estoy. Bien. —jadeó entrecortando las palabras entretanto acariciaba mi rostro apaciguando un poco el dolor que sentía por verlo así. Era mi culpa, estaba en esa situación solo por mí y eso no era justo.

—Estarás bien. —exclamé y Dylan asintió.

—Solo trata de no herirte hasta que podamos quitar esta marca —esbozó una débil sonrisa -, Sí una sola gota de tu sangre cae al suelo justo delante de mí no podré tener el mismo control que ahora... —asentí al oír aquellas palabras —¿Oyes eso? —inquirió al mismo tiempo como si quisiera agudizar aún más sus oídos.

—¿Qué cosa? —inquirí con curiosidad.

—El silencio... —murmuró.

—Oh, sí. La tormenta ya pasó... —dije al mismo tiempo que observaba el ventanal de la habitación de Dylan para notar que la noche ya se encontraba en perfecta calma.

—Deberías volver, Madison. —soltó aire por la nariz entretanto señalaba la puerta.

—Déjame quedarme... —solté en casi una suplica.

—Solo por esta noche —advirtió en un tono irónico —. Es lo suficientemente larga para que llegue a mi cama —dijo al ver que mis ojos se posaron en la cuerda que llevaba atada a su muñeca, la cual lo aprisionada en la pared.

Dylan enlazó su mano con la mía y me llevó hacia su cama. Me recosté en su pecho y me envolvió en sus brazos, solo esperaba quedarme así por siempre en la tranquilidad de la noche, abrazando sus demonios; calmando a su bestia, brindándole paz.


El primer golpe en aquella puerta me hizo abrir los ojos, el segundo, un poco más fuerte que él anterior, logró sobresaltarme y el tercero jamás existió.

—¡¿Qué Carajos, Madison?! —espetó Ryan al verme en la cama de Dylan. De inmediato hice las sabanas a un lado y me puse de pie.

5Oh, buenos días, hermano. —Dylan cerró la puerta del baño detrás de él, tenía el torso desnudo ligeramente húmedo, una toalla envuelta en su cintura y su cabello mojado. El rostro de Ryan se oscureció, estaba enojado, muy. Enojado.

—No es lo que crees. —advertí.

—¡Claro que es lo que creo! —su voz gutural llenó la habitación —¿Cómo pudiste ser capaz de pasar sobre mí? —soltó mientras me señalaba con su dedo índice —. Venir hasta aquí en mitad de la noche cuando te advertí como era su situación. ¿Y si te hacia daño? Y si... —Ryan gesticulaba furiosamente con sus manos.

—No fue así. —intervine de inmediato.

—Pero si lo fuera... debes pensar con claridad, Madison. Al menos hasta que sepamos como quitar esa maldita marca de su espalda.

—Descubrimos que si no sangra no hay peligro... —dijo Dylan entretanto se acercaba a su escritorio para servirse un vaso de whisky.

—Aún así, aunque no la hayas herido. Estar cerca de ella en estos momentos te consume el alma —Ryan se acercó a Dylan y soltó un largo suspiro.

—Sí, así es. Aún así, me conformo con mi sufrimiento mientras ella no salga herida. —clavó sus ojos en los míos, antes de servirse otro whisky y bebérselo de un solo trago e hizo una mueca de disgusto, como si aquella bebida fuese demasiado fuerte para él, aunque lo cierto era y lo entendí de inmediato, no lo saciaba como debería.

Solté un aliento entrecortado y fijé mis ojos en los suyos, Dylan negó con la cabeza cuando notó mis intenciones.

—Ryan...

—Madison. —Dylan dio un paso hacia a mí e hizo un gesto de desaprobación.

—¿Qué ocurre? —inquirió Ryan enarcando una ceja —Dime, cariño. Sabes que mi hermanito tiende a hacerse el mártir luego de ocultarme sus problemas tratando de resolverlos por si mismo, así que...

—Dylan tiene problemas para ingerir sangre animal. —dije de inmediato y Dylan ladeó su cabeza.

—¿Y quien no? Es asquerosa —respondió Ryan haciendo una mueca de desagrado, como si recordara aquel gusto.

—A lo que me refiero es a que no bebe ni una sola gota desde...

—Desde que probó tu sangre —Ryan terminó la frase por mí y su mirada se cruzó con la de Dylan, era ese tipo de miradas que trataban de ocultar algo grande, algo que quizás no querían decirme —Ya veo... Bueno, deberíamos buscar la solución.

—La solución sería quitarle esa marca.

—Espero que eso funcione —respondió Ryan haciendo que su voz esté llena de preocupación.

¿A que se refería exactamente? Si rompían la maldición y la marca se iba no sería necesario que se alimente solo de mi sangre para saciar su sed ¿o sí?

—Es hora de visitar a Luca —dijo Ryan antes de pasar el umbral para marcharse de la habitación.

—No salgas de la mansión hasta que regresemos. —advirtió Dylan y negué con la cabeza.

—Yo iré con ustedes —exclamé y él suspiró con fastidio al mismo tiempo que se volteó para quedar frente al ventanal —. No me harán daño, ya no... —caminé hacia él quien aún se encontraba con la mirada fija en el bosque.

—Madison... —murmuró.

—Si no me llevan ustedes, de igual manera encontraré la forma de aparecerme allí. Quiero quitar esa marca tanto como tú. —Él se dio la vuelta para mirarme fijamente, dio un paso hacia a mí y mi respiración se entrecortó. La manera en la que actualmente actuaba conmigo había cambiado, se mostraba más intenso y cautivador.

Dylan, con su mirada penetrante, acarició mi cabello, mi rostro; siguió el camino hacia mi cuello para luego deslizarse hacia mi escote donde los latidos de mi corazón se sentían con más intensidad. Tomó mi mano y la colocó en su pecho.

—Es por ti... —dijo refiriéndose a sus latidos —. Este corazón late por ti y el día en que el tuyo deje de funcionar el mío dejará de existir y no quedará más que un enorme agujero en su lugar.

—Mi corazón no dejará de latir y el tuyo seguirá existiendo. Pelearemos porque así sea —murmuré y él se inclinó hacia a mí para plantar un cálido beso en mi frente.

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