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Soid tenía los ojos de un celeste precioso y delicado, tenia también manchitas en su rostro, pecas dedujo Uriel. Gabriel miró a Uriel y luego volteó a ver a Soid, quien ya lo miraba, cuando destacó esos ojos se sintió emocionado y nervioso, luego miró a Osdi y se sorprendió más.
Osdi tenía ojitos lilas rayaditos en blanco. Gabriel se sorprendió junto con Uriel y cuando ambos niños se vieron se acercaron para apreciarse...
— Se supone que era una figura mortal...— murmura Uriel— ellos se adaptaron a la mortalidad junto a la divinidad...
— No entiendo... los humanos no tienen ese color en sus ojos ¿Por qué ellos sí? — se preguntó Gabriel.
Ahora sería difícil esconderlos, ya no podían hacerlos pasar por un solo niño, deberían tener más cuidado.
Por temor a que alguien los viera decidieron caminar lejos de allí. Cruzando el desierto hacia las montañas secas.
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