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—Te pareces mucho a él— soltó Soid volviendo a comer el pan sin levadura— Pero, algún día observaremos tu alma...
Osdi rió reconociendo que su hermano no se iba a rendir y terminaron de cenar en silencio. Luego Uriel se colocó de pie e intercambió lugar con Gabriel y fueron a dormir.
Mas tarde, en la madrugada, una muchedumbre silenciosa los rodeó. La luz de las antorchas despertó a ambos arcángeles y el primer movimiento fue para ocultar a los niños bajo las pesadas ropas y levantaron las manos. Las personas los observaban y luego de unos 10 segundos de silencio una voz se exaltó por sobre los murmullos.
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