Una noche a los suburbios de un pueblo que recién abandonaban luego de hacer milagros y señales de fe, los arcángeles y los niños se detuvieron en un punto cerca del exterior de un bosque.

Estaba oscuro y lleno de árboles.

La tierra estaba húmeda y se escuchaban a las vidas mas pequeñas coexistir entre sí como la naturaleza lo indicaba.

El arcángel Gabriel creó una fogata mientras el arcángel Uriel tendía dos mantas en la tierra para pasar la noche. Los niños vestían ropas pesadas y sucias, y los arcángeles vestían ropas anchas y holgadas, pesadas y densas.

Los cabellos rubios de ambos arcángeles se tornaron castaños intentando imitar a las demás vidas mortales, sus ojos amarillos y azules también se quedaron en un marrón más opaco, en conjunto con los niños lucían como 4 seres humanos comunes.

Cuando la cena estuvo lista, Osdi, el niño mas alegre corrió hacia Uriel y lo abrazó mientras reía agradeciendo por la comida. Soid, el niño más reservado, dejó de leer su libro y se sentó al lado de Gabriel agradeciendo por la comida. Gabriel sabiendo lo que haría Soid sonrió hacia un lado mientras lo observaba. Soid tomó el pan en sus manos y dio un primer mordisco y tan pronto como comenzó a masticar exigió:

— Déjame ver tu alma...