Capítulo 6
Alejandro
Septiembre 1988, Cleveland Ohio
Mamá tuvo una recaída de salud durante el viaje hacia Ohio y del aeropuerto fuimos directo al hospital, para variar fui yo el que estuvo con ella casi todo el tiempo mientras permaneció recluida. Papá, Suzume y Ryu se encargaron de finalizar la mudanza.
Estaba preocupado por la salud de mamá, pero admito que sentí algo de alivio porque su malestar me mantuvo lejos de la nueva casa y el hostigamiento de papá. Desde lo que había sucedido con Justin meses atrás mi padre no dejaba pasar un día sin mencionar el asunto, su casi monólogo estaba lleno de reclamos, siempre sin necesidad de levantar la voz, hablando en la más absoluta calma.
Papá no era un hombre fácil de sacar de sus cabales y actuar agresivamente, sin embargo, eso no quería decir que sus palabras no hirieran hasta llegar a la ofensa que yo, en ningún momento refutaba, solo permanecía en silencio. No fueron pocas las ocasiones en que, para intentar protegerme, levantaba barreras entre el sonido de su voz y mi mente. Aun así, en mi interior sentía que merecía su trato, pues me consideraba el miembro con menos valor en mi pequeña familia.
Comencé a bajar la cabeza, escucharlo a medias y en ningún momento me defendía, mi comportamiento se limitaba en guardar silencio y complacerlo en lo más que pudiera. También buscaba pasar desapercibido, y con el paso de los días mi amor por la música volvió a ser mi refugio en contra de sus inquisitivas y duras miradas.
Algunos días después de la mudanza oficial a mamá le dieron el alta y papá nos recogió en la clínica para llevarnos a lo que sería nuestro nuevo hogar.
La nueva casa se encontraba en un buen vecindario de clase media en el lado este del río Cuyahoga. Era una vivienda de dos plantas con base de ladrillos, espaciosa por dentro y por fuera. La casa estaba pintada de color hueso como casi todas las otras que le rodeaban, con aleros oscuros, y me pareció que no solo compartían los colores sino la distribución.
Sin embargo, la casa contigua a la nuestra me llamó la atención, pues era diferente, al menos en color y en vez de lucir un patio delantero forrado en cemento como la mayoría, incluyendo la que papá adquirió, esta lucia abundante follaje, aunque bien cuidado.
Suzume se encargo de mamá en cuanto llegamos, yo seguí a Ryu que lucía una expresión enojada a la misma vez que indiferente mientras me escoltaba hacia las habitaciones en el segundo piso.
Subí detrás de él cargando mi enorme mochila negra, escuché a mamá y a Suzume ocupadas en la habitación matrimonial, mi hermana la ayudaba a acomodarse, en tanto mi padre permaneció en la planta de abajo ocupándose de terminar de organizar sus cosas, en la nueva casa no había espacio para una oficina así que ocupo una esquina de la oscura sala, siempre considere que hacia falta más iluminación, para acomodar sus pertenencias.
Prácticamente ya todo estaba organizado, mis hermanos y él habían hecho un buen trabajo.
En la planta superior de la casa habían tres habitaciones, me fui directo a la que supuse compartiríamos Ryu y yo, ya mamá había mencionado que por ahora ese sería el plan, contrario a cuando vivíamos en Florida que cada uno tenia su propio espacio.
Un vistazo a una curiosa y corta escalera que llevaba a lo que asumí era el ático me llamó la atención, y me detuve antes de entrar en la habitación que Ryu ya había hecho suya.
―Ese es el ático...
Ryu se adelanto y abrió la puerta, algo menos alta que una normal, e hizo gestos inquisitivos con una de sus cejas. No tarde en acercarme y lo vi agacharse un poco antes de entrar a la pequeña habitación, yo, lo seguí imitando sus movimientos.
Lo primero que noté fue el techo desigual, más alto enseguida cruzabas la puerta y más bajo hacia un lado donde se encontraba la única ventana del cuarto que daba hacia la casa vecina. Un detalle bastante peculiar era lo cercanas que estaban las dos propiedades, apenas separadas por un pasillo entre ellas.
Aquella habitación me parecio perfecta y acogedora para mi y así se lo dije a Ryu que se alzo de hombros despreocupado.
―Entonces échame una mano con el colchón y la base.
―Solo el colchón, no necesito la base. Lo único adicional que ocupo es un mueble para guardar la ropa.
Ryu volvió a levantar sus hombros en señal de indiferencia aunque todavía percibía su molestia.
―Como quieras. ―Mi hermano giro para volver a salir.
―Oye, ¿estás molesto conmigo? ¿Qué te hice? ―Ryu y yo habíamos hablado muy poco después de lo que sucedió con Justin. Pensé que estaba resentido y que me culpaba de la mudanza, después de todo el había tenido que cambiar de universidad para su último año de estudios.
De pronto me sentí muy solo y resentí su trato, no solo tenia que lidiar con las perspicaces miradas de papá, a eso se sumaba el enojo mezclado con apatía de Ryu. Quería enfrentarlo y poder defenderme.
―¿Crees que estoy molesto?
―Te entiendo, por mi culpa dejamos Florida, y tu te ves obligado a terminar tu carrera acá en Ohio, lejos de tus amistades. ―Mi hermano volvió a girar y esta vez busco mi mirada.
―Admito que estoy molesto contigo, Sasuke, pero no por las razones que crees. De igual manera mi futuro está definido, viva aquí o en cualquier otro lugar ―dijo, yo bien sabía a qué se refería― .El enojo no solo es contigo, sino conmigo mismo, pues deje que me engañaras, debí darme cuenta, notar que ese idiota y tu... ―añadió con pesar en la voz.
«El idiota fui yo, que me dejé engañar», pensé.
Ryu se acerco a mi y puso una de sus manos sobre mi hombro.
―Lo lamento, Ryu, pero era fingir que todo iba bien o someterme a innumerables tratamientos que solo dan grima ―mencioné y no pude ocultar el temblor en mi voz, la posibilidad de que papá insistiera en llevarme con otro médico aún me provocaba pesadillas― .Y lo que me paso con Justin no volverá a pasar, en mis planes no está volver a enamorarme.
Ryu me dio un apretón antes de volver a alejarse.
―Ni siquiera tienes dieciocho años, Sasuke, así que lamento decirte que ese plan es solo una quimera. Enamorarse es lindo, solo asegúrate de que te enamores de la persona correcta, que te ame igual que tu a él, estoy seguro de que algún día aparecerá, pero lo más preocupante es que quieras complacer a todo el mundo a tu alrededor dejando tus deseos y sentimientos a un lado ―mencionó y antes de salir del cuarto me hizo señas para que lo siguiera ― .Vamos por lo que falta para hacer de esta habitación algo habitable.
Ryu no entendía la impotencia de sentir que no era adecuado frente a mis padres, en especial frente a papá.
Convertí aquel ático en mi refugio y realmente me gustaba incluso más que mi amplia habitación anterior. En las tardes pasaba mucho tiempo sacándole notas a la vieja guitarra con la única ventana semi abierta, me imaginaba que por ella viajaban los acordes de la música que tanto amaba y que quizás alguien necesitado de su bálsamo, para el alma, pudiera escucharla.
Los días pasaron volando y pronto llegó el primer día del curso escolar. Suzume comenzó clases en una secundaria cercana, la misma a la que yo debía asistir, y aunque mi matrícula estaba hecha había logrado convencer a mis padres para quedarme unos días más en la casa, en especial por el bienestar de mamá que aún se encontraba convaleciente, pero también tenía mucho que ver la apatía que sentía ante la perspectiva de llegar a un lugar nuevo con adolescentes conflictivos.
Ryu comenzó sus clases en una de las universidades del área y expreso su inconformidad a mi ausencia de clases.
―Termina tu último año, Sasuke, si mamá necesita compañía que papá se encargue de contratar a alguien ―decía.
Mi madre insistía en que podía quedarse sola las horas en que mis hermanos y yo estuviésemos en clases y papá trabajando.
Recuerdo ese primer día de clases, un día común y corriente. Nada especial hubiese dicho yo, pero que luego demostró ser el principio, al menos para mí, de la historia que me unió irremediablemente a un hermoso chico que desde el momento en que lo miré a lo lejos me robo un latido de mi corazón y...un suspiro de aliento.
Había subido al ático después de compartir un rápido y frugal desayuno con mamá. Mi plan para el resto del día no era nada nuevo o emocionante, ella pasaría casi todo el día en su cuarto o en la sala, yo me ocuparía del almuerzo y tal vez de pasar una escoba en la cocina antes de subir y hacer lo mismo en mi pequeño cuarto que trataba de mantener limpio y organizado.
En el ático sentí un poco de calor y como solía hacer abrí un poco la ventana, después de correr la cortina a un lado, para que circulara el aire que ya para esa época era bastante fresco.
A través de la ventana escuché unas voces, todas ellas distintas, y también risas. Fue inevitable no verme atraído por el bullicio, curioso y a la misma vez con temor a ser visto, aunque no tenia idea de quienes eran el grupo de adolescentes, dos chicas y dos chicos que al parecer se reunían para salir hacia la escuela.
Alejandro Adrián Morell me llamó la atención desde el minuto cero, no solo fue su físico sino ese aura casi inocente que lo rodeaba mientras bromeaba con la chica de cabellos largos. Una media sonrisa me ilumino la expresión y por unos segundos no pude quitar mis ojos de aquel muchacho alto y algo robusto que ajeno a mi escrutinio lideraba el inicio de la que supuse era la caminata mañanera hacia el plantel.
Aún muchos años después ese recuerdo permanece claro en mi memoria.
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