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Capítulo 3



Confía en mí, hijo

1985



Los hermanos Hills desaparecieron de mi vida algunos meses después, yo pasé a cursar mis últimos cuatro años de escuela y Ryu obtuvo su diploma de escuela superior y se marcho a otra ciudad donde comenzó su primer año universitario en administración de empresas.

Aunque ya no estaba Morgan con sus habladurías, hubo compañeros de clases que se dedicaron a perpetuar los rumores y no fueron pocas las veces en que colmaron mi paciencia y exploté lleno de rabia y frustración, tampoco fueron pocas las ocasiones en que me suspendían.

Para febrero mamá volvió a enfermar y estuvo bastante delicada. Yo comencé a sentir que debía hacerme cargo de ella, que si la perdia de vista aunque fuera por las horas en que permanecía en la escuela cuando regresara ella ya no estaría en casa. Estar lejos de ella se convirtió en un miedo sinsentido, estaba consciente de que era un sentimiento perturbador y hasta maniaco, pero no podía zafarme de el.

Mi madre y yo siempre fuimos cercanos, ella, aunque no se imponía ante mi padre, era la que luego, a escondidas de él, me consolaba, por lo menos cuando era un niño. Era también la única de mis progenitores que daba abrazos y besos de la nada, aunque siempre procuraba hacerlo lejos de los ojos de su enjuto marido. Papá siempre fue tan seco y distante.

Ese primer semestre del mil novecientos ochenta y cinco lo hize de manera muy irregular, pues cualquier excusa era buena para ausentarme y quedarme en casa con mamá. Según mi análisis sobre lo importante que era en mi caso tener un sobresaliente promedio escolar no era necesario, pues no planeaba estudiar medicina o leyes, solo quería ser un musico.

Recuerdo que ese era uno de los temas, que llevaba o estaba unido al de mi inexistente vida social, por los que Ryu y yo teníamos desavenencias cuando nos veíamos.

Una tarde mientras estabamos solos en casa la discusión se salió de control, y ambos nos enfrentamos a los gritos en la sala. Él, desesperado, quería hacerme entender que no era saludable para mi vivir de la manera que lo hacía, sin amistades, sin salir, al cuidado de mamá todo el tiempo, encerrado en la casa.

―Ahora ni siquiera quieres ir a clases, Sasuke. ¿Sabes que si sigues así meterás en problemas legales a nuestros padres? ¡Aun eres menos de edad, hermano!

Mientras que yo frustrado porque sentía que Ryu insistía en querer que hiciera lo que pensaba era correcto, perdí un poco los papeles y la coherencia mezclando el tema que discutíamos con el de mi sexualidad, algo que desde que sucedió lo de Charles no lo habiamos vuelto a mencionar entre los dos.

―¡Déjame tranquilo, Ryu, ocúpate de tus problemas! ―exclamé exasperado queriendo subir a mi habitación y encerrarme lejos de sus reclamos y miraditas. Me desplaze en dirección a la escalera para poner en práctica mis deseos.

―¡Vete, corre lejos de la realidad!

La frase de Ryu logró su cometido, que girara sobre mis talones y me enfrentara de vuelta a él. Volví a caminar desandando los pasos que ya había dado.

―¿La realidad? ¡De esa no puedo huir nunca, aunque no sabes cómo me esfuerzo! ―grite, sentía mucha rabia e impotencia, me sentía juzgado y era frustrante. Ryu no sabia como me sentía.

Apreté los puños a mis costados mientras que una sensación caliente me abarcaba el rostro. No obstante, Ryu parecía estar igual de molesto que yo, y apuesto que igual de frustrado.

Lo miré acercase a mi para medirnos con las miradas.

―¿Olvidas que mi realidad es muy diferente a la tuya, querido hermano? Siempre lo ha sido, aquí en la casa y en todos lados...si quiero quedarme en casa es mi problema...después de todo me retiene aquí una buena causa...mamá me necesita.

―El cuidado de mamá no es tu responsabilidad, si ella necesita alguien permanentemente, papá debe de traer una enfermera...te estas perjudicando y lo peor es que ni cuenta te das...después lo lamentaras.

―Me da lo mismo, Ryu. Odio esa escuela y a la mayoría de mis compañeros de clases, no tengo amigos, soy un solitario rarito y para mi es una tortura cada minuto que paso en ese lugar ―dije, vi como la mirada de mi hermano se suavizo un poco ― .No tienes idea de lo que ha sido este último tiempo...

―No quise volver a tocar ese tema contigo. ―No había necesidad de detalles― .Y pensé que de alguna manera lo habías superado, pues tu tampoco volviste a decirme nada, y yo...yo apenas estoy aquí...aun así, Sasuke, una cosa no tiene que ver con la otra, tus preferencias sexuales no deben de ser un obstáculo para tu desarrollo en otras áreas, para que hagas amistades, te diviertas, socialices...ven conmigo a la fiesta de Jasmine...su hermana Clare siempre me pregunta por ti. ―La mención de la hermana menor de una de las amigas de Ryu volvió a atizar la ira en mi que le di la espalda a un sorprendido Ryu, pues al parecer no se esperaba mi brusco movimiento.

Por esos días estaba demasiado sensible, entre la enfermedad de mamá, y mis miedos estallaba a la menor provocación, aunque a decir verdad siempre procuraba hacerlo en la intimidad de mi cuarto, donde encendía el radio y subía su volumen buscando camufleajear mis gritos de impotencia y rabiosos monólogos.

Esa vez tenia a Ryu allí frente a mi, estábamos solos y no vi la necesidad de encerrarme en el cuarto antes de volver a descargar sobre él.

―¡Clare no deja de preguntar por ti! ¡Clare es tan linda, Sasuke!...y tan simpática e inteligente...¡no quiero oír más eso, Ryu!...y estoy harto de esperar que todo cambie, que yo cambie...¡y sabes qué! Eso no va a pasar, soy como soy, y ya...te aconsejo que aceptes la realidad, hermano, tienes un hermano gay, lo siento...

No puedo hablar sobre Ryu, pero yo no me di cuenta de la llegada de mi familia a quienes vi en la antesala cuando giré para mirar a mi hermano mayor. Mi padre se adelanto unos pasos, sus pasos resonaron con fuerza sobre el piso de losas, miré a Ryu darse la vuelta con lentitud.

―¿Qué fue lo que dijiste, hijo?

Papá rebaso a Ryu y se detuvo a solo unos pasos de mi que experimente como todo el enojo que sentía parecía evaporarse en virutas dejándome vacío frente a un hombre que me miraba enjuto y sin una pizca de comprensión en su expresión.

―Quiero pensar que no te escuche bien.

Mamá le echó una rápida mirada a Ryu, mi hermana Suzume repartía su atención entre todos, me dio la impresión que sin estar conciente a cabalidad de la tensión en el ambiente.

―Estábamos bromeando...

Ryu no dijo más, pues con un solo movimiento de su mano derecha papá le pidió silencio. La mirada de mi madre fue sobre mi y vi temor y expectativa.

―Ven conmigo Sasuke, quiero que me expliques que te sucede, cómo te sientes, si no confias en mi, tu padre, ¿cómo quieres que te ayude, hijo?

El tono conciliatorio de papá y su actitud pasiva no me engañaban, podía oír el retintín de la cólera y la inconformidad muy en el fondo, también noté lo apretado de uno de sus puños a su costado mientras su otra mano se crispaba sobre mi espalda guiándome lentamente, pero firme hacia el área del comedor, lejos de los demás miembros de mi familia.

Nunca, a pesar del paso del tiempo, he podido echar al olvido la conversación entre mi padre y yo. La incómoda sensación de ser juzgado mientras me sinceraba, confesándole lo que solo había hablado con Ryu, mis sentimientos y emociones, con el rostro ardiendo por la vergüenza que sus ojillos rasgados sobre mi inspiró.

Quizás no podría recitar palabra por palabra lo que dije o lo que dijo él, pero jamás he podido olvidar esa fuerte sensación de ser inadecuado. No era una sensación nueva, pero esa vez la sentí avasalladora, tanto que casi me imposibilito continuar hilvanando pensamientos en palabras.

―No te preocupes, hijo. Tu madre y yo estamos aquí para ayudarte.

Esas palabras lejos de darme seguridad y esperanza, llenaron de frío mi alma.



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