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Capítulo 2


Entre notas 🎶 y afonía

 

―Dime que fue lo que sucedió entre ese chamaco y tu...y no me mientas porque de nada te servirá, además no quieres que si los padres de Charles vienen a acusarte con papá no tengas quien te defienda. Si te quedas callado como hiciste allá afuera...

Entré trastabillando a mi habitación seguido de Ryu que no podía disimular su inconformidad y enojo. Yo fui directo hacia la cama y me senté en el borde evitando mirar a mi hermano, no quería oírlo, estaba enfurruñado. Para mi toda la situación ya me había sobrepasado y de buena cuenta hubiese dejado fuera del cuarto a Ryu.

Sin embargo, él no estaba dispuesto a dejar a un lado lo que sucedió con los vecinos tan fácilmente y lo último que había dicho comenzó a tener mucho sentido para mí, llenándome de miedo. La posibilidad de que los padres de Charles se presentaran en la casa a reclamar el supuesto agravio a su hijo me parecía ridícula y a la misma vez aterradora.

―Eso no va a pasar.

―Charles va a mantener su versión de los hechos frente a sus padres y si viene aquí lo hará frente a los nuestros...pero a mi no me engaña, he visto las miraditas que se echan, apuesto lo que sea a que fue él, el de la idea, aun cuando tu lo seguiste sin pensar. ―Ryu no me reclamaba, pero yo lo sentía así y no hice otra cosa que levantar el mentón para mirarlo fijamente a la defensiva.

La mirada y actitud de Ryu se suavizo, cerró la puerta a sus espaldas. A esa hora mamá tomaba su siesta vespertina, por esos días se recuperaba de una afección cardiaca que arrastraba prácticamente desde que era joven, y Suzume, mi hermana pequeña, probablemente se encontraba en su cuarto ocupada con sus muñecas.

―Solo dime lo que sucedió. Cuando entramos no tuve tiempo de ver nada claro, fue demasiado rápido y de lo único que fui realmente consciente fue de Morgan agarrando el cuello de tu camiseta y halando ―comentó Ryu y nuevamente el enojo pinto sus palabras quizás al recordar lo que hizo Morgan.

Mi hermano siempre fue protector conmigo, siempre que podía allí estaba para sacar la cara por mi, aunque la verdad era que fui un chico tranquilo, no buscaba problemas, pero Ryu estuvo allí aun cuando el maltrato viniera de la familia, como por ejemplo papá.

―No defiendas tanto a Sasuke, Ryu. Lo único que consigues es que sea débil, deja que sea él quien afronte las consecuencias de sus actos. ―Solía decir nuestro padre.

Para mi padre, Ryu, su primogénito resaltaba en todo, y por esos años, antes de su rebeldía y aun después de ella, le gustaba compararme con él. Como odiaba yo esas comparaciones.

Para Tomoko Takahashi frente a Ryu yo solo era el segundón, ni siquiera una copia agraciada de su fuerte e inteligente hijo mayor. Ryu estaba destinado a sobresalir en la vida, se casaría y formaría una hermosa familia, seria un exitoso hombre de negocios y un excelente padre de familia.

En mi no tenía puestas sus ilusiones, pero me imagino que jamás pensó en los malos ratos que sacudirían nuestra convivencia.

Mientras que Ryu destacaba por sus buenas calificaciones y talento en casi cualquier deporte que practicase, yo me mantenía con un promedio escolar aceptable. En la escuela me llamaba todo lo que tuviese que ver con arte y odiaba las matemáticas, en cuanto a los deportes, era bastante bueno en el baloncesto, pero prefería mis clases de guitarra y canto a ocupar un lugar en el equipo de la escuela.

―Nos besamos...yo solo quería probar, tenia curiosidad, eso es todo. ―Traté de oírme normal, casi desinteresado, pero supe que Ryu no se dejaría engañar. Lo escuche soltar un largo suspiro antes de sentarse a mi lado.

Mantuve la mirada sobre mis pies calzados con unas viejísimas Reebok que mantenía completamente planos sobre la alfombra marrón que cubría el suelo de la habitación. Luego miré mis manos que casi inconscientemente retorcía mientras apoyaba los antebrazos en mis lampiños y flacos muslos.

Tenia las uñas sucias, pensé en tanto el silencio entre Ryu y yo se extendía. En alguna parte de la casa se escucho una puerta al ser cerrada, de seguro era papá, pues a esas horas solía regresar del trabajo.

Afuera el sol de verano aun resplandecía, a lo lejos pude oír el motor de un automóvil al acelerar.

―¿Por qué no puedo ser como tu o Kenzo?―No había necesidad de abundar,  pues sabia que Ryu entendía a que me refería, aun antes de lo que había pasado con Charles. Mi querido hermano era muy observador y aunque yo, por esa época ya tendía a ocultar mis emociones, él me conocía muy bien.

―No lo sé, Sasuke. No pienses mucho en ello, la naturaleza es sabia y ser diferente o sentir distinto o fuera de lo que se supone que sientas no es malo...

Ryu trataba de explicarse, buscando darle sentido a sus ideas. Aun siendo un chico de diesisiete años por aquel momento, con ninguna experiencia tratando temas tan complejos y de los que dependía mi tranquilidad, mi hermano se esforzó aquel día y en muchos de los posteriores para servirme de apoyo y nunca me rechazo.

Algo patoso lo vi levantar una de sus manos para despeinar aun más, en un rápido gesto, mis ya revueltos y largos cabellos.

―Si yo fuera tu no le diría nada de esto a nadie, además de mantenerme lejos de Charles, ya viste que ni siquiera sirve para ser tu amigo y enfrentar las consecuencias de lo que hicieron juntos ―mencionó antes de ponerse de pie, lo vi olisquear una de sus axilas y arrugar la frente y la boca― .Necesito un baño, y tu también, hermanito ―añadió risueño, yo me dispuse a emular su gesto y verificar el olor debajo de uno de mis brazos.

Ryu se desplazo hacia la puerta, en ese momento los dos escuchamos los inconfundibles pasos de papá fuera de la puerta cerrada de camino al cuarto que compartía con mamá.

―Quizás con el paso del tiempo las cosas cambien ―dijo con algo de seguridad y no le hizo falta especificar a que se refería con «cosas».

Recuerdo que cuando Ryu dejó la habitación yo estuve un tiempo sentado sobre el colchón pensando en sus últimas palabras, pero sin sentir la seguridad que escuche en su tono de voz.

****

Los padres de Charles y Morgan Hills no fueron a buscar explicaciones con los Takahashi. Y yo decidí mantenerme el resto del verano en el interior de mi hogar y lejos de los chicos del barrio, en ocasiones me mataba el aburrimiento, pero dediqué largas horas a practicar y pulir mis destrezas musicales. Me encantaba tocar covers de canciones de la época y cantar.

Todavía recuerdo lo mucho que insisti con mi padre para poder tomar clases de guitarra y canto, desde niño sentía el anhelo de aprender música, todo sobre aquel arte compuesto de sonidos y espacios de afonía.

Y aunque la guitarra no era el unico instrumento musical que tocaba, si era mi favorito.

Cuando comenzó el curso escolar en septiembre del mil novecientos ochenta y cuatro estaba convencido de que lo que sucedió entre Charles y yo estaría olvidado, me había mantenido lejos de el por varios meses y aunque en ocasiones pensaba en el y me sentía molesto, ya no era algo que me afectaba. Jamás pensé que aquel bochornoso episodio llegaría a los oídos de mis compañeros de escuela.

Sin embargo, estaba muy equivocado, pues Morgan Hills se encargo de decirle a todo aquel que quisera escucharlo el rumor sobre mis rarezas, eso si, sin mencionar el nombre de su hermano menor.

Por aquel tiempo nadie me llamaba de frente con palabras especificas, pero no hizo falta, pues sus miradas, risas y murmullos cuando pasaba decían mas que mil palabras. Hice un esfuerzo por obviarlos y cada vez me hacia más solitario y introvertido, tampoco fueron pocas las veces que fingí sentirme indispuesto para saltarme un día o dos de aquella tortura a la que llamaban escuela.




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