Capítulo 8
El salón estaba medianamente lejos de mi casa, el camino en sí dura unos veinte minutos. Pero con Shinichiro decidimos hacer más tiempo para que mi familia llegue primero y ellos dieran la bienvenida a sus invitados, y por otra parte, no deseábamos ser el centro de atención ya que seríamos los primeros y todos se iban a dirigir a nosotros.
El viaje fue en silencio pero no estábamos incómodos para nada, de vez en cuando hacíamos comentarios sobre lo hermosa que estaba la noche y la ciudad. Dimos unas cuantas vueltas por las calles sin un rumbo aparente y en unas de esas nos detuvimos en una gasolinera para llenar el tanque de su motocicleta. Y también unas cuantas veces se frenaba a saludar a unos amigos, era como esas ocasiones en las que caminabas con tu padre y se detenía a saludar porque todo el mundo lo conocía.
Además, la falda del vestido no fue un problema ya que anteriormente le pegué con cinta en su interior unas cuantas monedas, así estas hicieran peso y que la falda no se levantara con el viento. Créditos a esos videos que me aparecen en para ti.
Decidimos llegar una hora más tarde de la programada con el fin de asegurar de que por lo menos ya haya más invitados.
Al bajarnos de la motocicleta lo tomé del brazo y caminamos hacia la gran puerta, pero como siempre debe haber problemas.
- Él viene conmigo –dije enojada- Se lo he repetido más de cinco veces. Busque bien.
- Y yo le he dicho no está en la lista –respondió el guardia de seguridad.
A todo esto, Shinichiro se mantuvo en silencio y podía notar como sudaba de los nervios e incomodidad.
- L-lele –susurró- Pensé que...
- Si estás a lista –hablé mirándolo con el ceño fruncido- Sino lo estuvieras no te hubiera invitado.
- No haga mi trabajo más difícil y entre señorita Lexa.
- No –sentencié.
- Él. No. Está. A. Lista.
- Bien –tomé mi teléfono y llamé a mi padre- ¿Papá?
- ¿Dónde estás? Tu madre anda insoportable.
- ¿Puedes venir a la entrada? No me dejan entrar con Shinichiro.
- Pásame con el guardia.
Le hice caso y vi como el rostro del de seguridad se desfiguraba y buscaba en el trozo de papel desesperado, para luego encontrar el nombre del pelinegro escrito al último ya que fue agregado a última hora. El señor me entregó el teléfono de mala gana e hizo una seña con la cabeza para que pasemos.
- Le dije –me burlé- La próxima vez haga bien su trabajo.
El Sano suspiró aliviado y me tomó de la mano para que ingresemos. Mentiría si dijera que mi corazón comenzó a bombear más rápido de la emoción luego de esa acción.
Caminos a paso tranquilo por el salón para llegar a mis padres mientras las miradas se posaban en nosotros ¿y qué decirles? Si estábamos super lindos, y no solo eso, sino que Lexa Lewis, la hija menor y consentida del famoso matrimonio por fin iba acompañada de alguien.
- Lele –habló despacito- No me dejes solo, no estoy acostumbrado a este tipo de ambiente.
- No te preocupes –respondí en el mismo tono y luego volteé a mis padres- Lamento el retraso.
- ¿Te parece que estas son horas para llegar? –vociferó mi madre mirándome enojada.
- Les presento a Sano Shinichiro –ignoré el comentario- Decidió acompañarme esta noche.
- Es gusto conocerlos –saludó alegre y le extendió la mano a mi padre.
Papá, un hombre de apariencia intimidante y actitud fiera, serio a tal punto de parecer que odia a todos con quien habla menos con su familia, fácilmente con solo verlo se te van las ganas de entablar algún tipo de conversación con él por miedo a que te arranque la cabeza.
Sabiendo eso, todos nos sorprendimos cuando lo vimos como gustoso le tomó la mano recibiendo felizmente el saludo.
- Lewis William –saludó con una sonrisa- Espero que te sientas cómodo en esta velada. Cualquier cosa puedes hablarme.
- Muchas gracias Lewis-san –sonrió- Lo felicito por el proyecto, Lexa me ha hablado que se esforzó mucho.
- Gracias y llámame William por favor. Estamos en confianza.
- ¿Papá estás bien? –le pregunté sin salir del shock, está tratando a Shinichiro como otro hijo más.
- Claro, solo que él me da mucha buena espina –rió feliz- Ella es mi esposa, Isabella Lewis, y mi hija Ava con su esposo e hijos.
- Buenas noches -saludó de buena manera, pero como siempre, mi madre es otro caso.
- ¿Qué haces aquí niño? No estás invitado.
- Yo lo invité –dijimos al mismo tiempo con mi padre.
- ¿Y no lo consultaron conmigo primero?
- ¿Por qué no vamos a tomar algo, Shinichiro? –la ignoré.
- Disculpa a la maleducada de mi esposa –cambió por completo la cara de papá- Puedes tomar y comer lo que desees, espero que disfrutes el resto de la noche.
El pelinegro asintió con una sonrisa incómoda y nos fuimos del círculo familiar. No podía creer lo irrespetuosa y todos los sinónimos a esa palabra que fue mi madre. Me enojé, mierda que si me enojé.
- De verdad lo siento –me disculpé- Tuve que advertirte sobre alguna de estas situaciones.
- ¿Qué situaciones?
- A mi mamá no le gusta que me relacione con otros que no sean los que ella me presenta.
- Oh, pero no te preocupes.
Sonreí y justo en ese momento apareció un camarero con una bandeja llena de copas con champagne rosa. Tomé dos y le ofrecí una al Sano.
Estuvimos unos cuantos minutos en tranquilidad mientras tomábamos y comíamos pequeños refrigerios que nos ofrecía, a su vez hablamos de trivialidades. Pero esa paz se vio interrumpida por quien menos deseaba ver.
- Aquí estás Lexa-chan –ignoró a mi acompañante.
- Buenas noches Hiroko-san ¿qué lo trae por aquí?
Hiroko Yamamoto, un chico de mi edad, posee pelo pelirrojo y ojos verdes que son un sello de su familia. Mamá quiere emparejarme con él porque según dice somos la pareja perfecta, y a eso agregarle que está enamorado de mi desde la primaria. Y si no es él, quiere que esté con cualquiera de sus hermanos.
- Quería saludar a la chica más linda de esta noche –sonrió con coquetería intentando acercarse.
- Pues ya lo hizo –hablé cortante- Y no sea maleducado, salude bien a las personas de su alrededor ¿acaso no le han enseñado bien?
- Oh –miró indiferente a Shinichiro- Hola.
- Hola –respondió tímido- Sano Shinichiro, un gusto.
- Si, si –movió la mano desinteresado- ¿Quieres bailar la primera canción de esta noche, Lexa-chan?
- No –tomé del mano del pandillero- Bailaré con mi ouji, con permiso.
Lo arrastré por toda la pista de baile hasta detenernos en un espacio y nos posicionamos para bailar un vals.
- ¿No te cae bien?
- Es insoportable –respondí- Lo siento, todo está saliendo mal esta noche. No era lo que tenía planeado.
- Estás tú –me sonrió, y mierda, como me gustaba su sonrisa- Así que no está nada mal.
La canción sonaba por los parlantes y solo me dediqué a disfrutar esos minutos de música. Bailábamos lento y acorde al ritmo, él me daba vueltas y volvíamos al principio.
- Bailas bien –alagué.
- Emma me obligó a aprender a bailar en una tarde.
- Tu hermanita es muy buena en estas cosas.
- Le encanta este tipo de cosas –se encogió de hombros- Ya sabes, príncipes y princesas, bailes elegantes, flores y cenas románticas, finales felices...
- Es una niña, todas hemos soñado con eso.
- ¿Tú también?
- Si, y tengo el privilegio de vivirlo en este momento.
Sonrió y me dio un beso en la frente cuando la canción finalizó, y como respuesta mi cara se tornó de un rojo fuerte por la ternura y vergüenza de ese gesto.
- ¿Quieres tomar aire fresco?
- Si, por favor –accedí.
Al salir del salón el aire puro nos golpeó la cara y caminamos por el patio. Este tenía una fuente grande en el centro que conectaba a unos pequeños caminos de piedra, y estos estaban rodeados por arbustos y árboles, algo así como un laberinto.
Nos sentamos en el borde de la fuente y nos mantuvimos en silencio, solo disfrutando la compañía del otro. Hasta que se me ocurrió una idea.
- ¿Bailas bachata?
- Es un baile latino ¿no? –asentí- Una vez vi a unos chicos que hacían baile callejero que lo bailaban.
- ¿Me concedes esta pieza entonces? –le extendí la mano.
- Jamás la rechazaría.
Busqué en mi teléfono Incondicional de Prince Royce y nos posicionamos para comenzar.
- Te advierto que soy malo para esto.
- Yo te guiaré.
Y así comenzamos la danza sencilla, que te permite expresar la alegría, coquetería y sensualidad, y, asimismo, conectar con la otra persona.
Al finalizar juntamos nuestras frentes.
El negro de sus ojos brillaba cuando conectaron con mis orbes doradas, demostrando un sentimiento que, por la emoción del momento no era capaz de identificar, solo sabía que sentíamos lo mismo pero que era desconocido para los dos.
También sé que ninguno de nosotros se quiere separar del otro.
¿Qué pasara ahora que sé esto? No tengo ni idea pero nadie me quitará las ganas de descubrirlo.
Nota: otro capitulo porque si :)
Espero que estén disfrutando de la historia y no olviden votar y recomendar la historia <3
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