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Capítulo 15

Mis pies se negaban a abandonar este hermoso lugar, pero, a pesar de su majestuosidad, mi rostro no demostraba emoción alguna por el simple hecho de estar aquí, el lugar que más amo en todo el mundo y que ahora sentía que no valía nada luego de haber traído al pelinegro para que comparta conmigo el mismo sentimiento al pisar el túnel.

Eran las cuatro con treinta de la mañana, el sol todavía no salía de lo temprano que era, pero para mi eso no tenía importancia, no en estos momentos. Estaba inmóvil observando el techo construido a base de fragmentos de vidrios, estos brillaban por la luz que irradiaba mi automóvil.

Hoy, treinta de julio, era la competencia, faltando solamente dieciséis horas para que diera comienzo. Mi vuelo sale en tres horas más y yo me negaba a irme, y me odiaba por eso; quería sentir esa emoción que reinó en mi desde que empecé con el automovilismo, pero mis ganas se fueron con Shinichiro, haciéndome sentir patética de todas las maneras posibles por el simple hecho de que mi estabilidad emocional dependiera de él.

Mi mente estaba en otro lado, no sé qué hago, supongo que mentalizándome para lo vendrá hoy en la noche, pero ni para eso tenía cabeza. Quería que el Sano estuviese conmigo, ahí en las gradas gritando mi nombre para animarme y que cunado terminara la carrera recibir un abrazo suyo.

Pasaron unos cinco minutos cuando el ruido de unas pisadas me distrajo de mis pensamientos, fue fácil escucharlo ya que el ambiente se encontraba en completo silencio.

- Sabía que te encontraría aquí.

- Ethan una vez me dijo que este es el único lugar en el que estaba en paz. Quiero ver si funciona en mi también.

Me di vuelta para encararlo y sus orbes amarillos me miraban con lástima y consuelo.

- Debemos irnos Lexa –habló despacio mientras se acercaba.

- Tengo miedo papá –lo miré con mis ojos cristalizados.

- ¿De la competencia o de ti misma? –preguntó serio- Dime Lexa ¿A qué le tienes miedo?

- A todo –me cubrí mi rostro con ambas manos- No sé que hacer, papá. Todo iba tan bien y en una noche todo se arruinó, él se fue y siento que con ello se llevó todo de mi, no tengo ganas de nada si no es a su lado –sollocé- Dime... ¿Acaso fui muy tonta en creer que se quedaría conmigo, que tendríamos un final feliz?

- No hija –me abrazó ocultándome en su pecho- Nunca fuiste tonta... Solo eras una chica que experimentaba el amor por primera vez.

Lloré en sus brazos. Desde lo de Shinichiro solo me dediqué a descargar mis sentimientos en los entrenamientos para olvidarme de todo, no quería pensar en nada, pero hoy sentía que ya no podía contenerme, por lo que le conté todo de esa noche, necesitaba a alguien y que mejor del primer hombre que jamás me defraudó.

- No intentes bloquear lo que sientes, todo después de un tiempo te deja de doler o te deja de importar –dijo dándome caricias en la espalda- Mi princesa, tú te mereces todo lo bueno y todo lo hermoso de la vida, si alguien te hace pensar otra cosa, no le creas, no eres diversión de nadie. Deja que los malos momentos y desilusiones te conviertan en una persona más fuerte, más sabia, inteligente, humilde, sencilla y honesta; pero no permitas que te transformen en quien no eres, quiero que vuelvas a brillar como antes. Llora todo lo que quieras, pero luego sécate las lágrimas, alza la cabeza y sigue hacia adelante, en busca de algo mejor, para tu vida, porque tú te lo mereces –dicho esto me abrazó más fuerte.

No sabía que necesitaba esas palabras hasta que las escuché de su boca.

- Gracias papá –sollocé más fuerte.

Nos quedamos un rato más en la misma posición hasta me calmé. Los brazos de mi padre siempre me reconfortaban cuando era pequeña, pero cuando comencé a crecer lo dejé de lado, supongo que mi mentalidad de adolescente lo hizo y ahora me arrepiento.

- ¿Lista? –se separó de mi.

- Supongo –reí.

Nos dirigimos hacia mi automóvil, pero mi padre conduciría para que me relaje un poco antes de aparecer en mi casa hecha una bolita roja.

- Me mandaron un mensaje avisándome que tu equipo y automóvil ya llegó a Kamitsue –comentó- Solo faltamos tu madre, tú y yo.

- Menos mal que llegó todo en orden.

El autódromo se encontraba en la localidad de Kamitsue, es decir en la Región Kyushu que era una isla a la que solo podíamos llegar en avión; por lo que debíamos enviar mi auto de carrera un día antes mediante vía aérea, además de que mi entrenador y equipo decidieron viajar ayer.

- ¿Has empacado? –preguntó.

- Claro que si ¿por quién me tomas? –me quejé

- Por una olvidadiza –respondió sonriendo.

- Son tus genes –me crucé de brazos- ¿Quién fue el que se olvidó de su hija en su primer día clases? Tú.

- Touché.

Me daba gracia como nací siendo la copia femenina de mi padre, tanto física como mentalmente, aunque nuestras personalidades no sean tan iguales.

Sonriendo bajé el vidrio de la ventana para que el aire fresco y puro me llenara los pulmones. Debía relajarme y apartar mis pensamientos negativos, no quería que estos me jugaran en contra en el momento de la competencia.

Debía estar concentrada si no quería que un simple error me condujera al mismo destino que mi hermano. La charla con mi padre me sirvió muchísimo, era el empujón que necesitaba para, por lo menos, emocionarme un poco.

Seguiré su consejo y no permitiré que un corazón roto me impida cumplir mi sueño. Le demostraré a todo Japón de lo que estoy hecha.




Nota: Buenas buenas ¿cómo están? Espero que bien <3

Disculpen la tardanza, pero estuve hasta las manos con el examen de ingreso a la universidad y por fin estoy libre. 

¡Espero que les haya gustado el capítulo! No se olviden de votar <3

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