
Capítulo 1
—Ya no la quiero, esta vida. Me ha abrumado tanto que he acabado optando por abandonar. Dimito. He tomado la dura decisión de independizarme de mi familia, dejar atrás a mis amigos, a mi hogar. Irme a otro pueblo, lejos de todo y de todos. Literalmente. Mi abuelo me dejó como herencia una casa en el bosque, enmedio de la nada. Me iré allí. —Le explico a Sara, mi jefa. Trabajamos juntas en su negocio, un restaurante frente al mar especializado en marisco y pescado. —Eso incluye este trabajo. Lo siento.
—En realidad me lo esperaba, ¿sabes? —Me dice. —Quiero decir, te entiendo. Es una buena elección, para tí, digo. Te irá bien. Has trabajado duro aquí estos meses, se que te irá bien sola. Eres lista y fuerte.
—Gracias por entenderme, Sara. De verdad.
—¿Cómo se llama el pueblo, por cierto? —pregunta mientras busca en el despacho los papeles del despido.
—Técnicamente no está en ninguno, sinó en plena montaña. El pueblo más cercano está a unos diez quilómetros, y se llama Lirium.
Coloca los folios sobre el escritorio y me ofrece un bolígrafo. Tras leerlos rápidamente, firmo con "Liliana" en varias secciones.
—Muy bien, Lili. En unos días te llegará la última transferencia a tu cuenta bancaria.
—Gracias, Sara.
—¿Cómo están tus padres?—pregunta. Guarda los papeles firmados y el bolígrafo, y se apoya sobre la mesa con las piernas cruzadas— ¿Se lo han tomado bien?
—No sabría decirte. Mi madre preferiría que no me fuera, y mi padre más de lo mismo. Pero creo que les vendrá bien estar a solas, como cuando se casaron. Han pasado muchos años viviendo con Ian, mi hermano, y conmigo.
—¿Ian? No sabía que tuvieras un hermano.
—Sí, lo tengo. Es mayor que yo, unos años. Pero no sé nada de él. Se fue de casa al cumplir los dieciocho, y no ha vuelto a aparecer. Solo me envía una postal para felicitarme cada cumpleaños. Suelen ser muy breves, no da ningún tipo de información sobre él, así que...
—¿Y tú no puedes contactar con él?
—En realidad no. Nunca escribe la dirección de envío, y ni mis padres ni yo tenemos su número de teléfono. En fin, supongo que no importa. Es lo que él quiere.
—Entiendo.
Un silencio un poco incómodo nos rodea. No suelo hablar de Ian, pero ha salido el tema y no he podido evitarlo. A veces, cuando empiezo a hablar, no puedo parar. Aun así, siento malestar.
—Lili— dice.
—¿Sí?
—No dejes que la soledad de la montaña te aísle. Si necesitas algo, cualquier cosa. Aunque sea hablar. Volver. Lo que sea. Puedes contar conmigo.
—Lo sé. Gracias. Por todo. De verdad.
Sonreímos. Me despido de ella con un cálido abrazo y me marcho, cerrando la puerta detrás de mí. Aún me queda por delante toda una tarde de preparativos para la mudanza.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro