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31 || ¿Cómo te digo adiós?


La mañana fue justo igual que el día anterior. Finn y yo cruzamos miradas un par de veces mientras desayunábamos, yo intenté sonreír y pensar que todo era parte de mi imaginación, pero no era así. Él y yo no estábamos bien y todos en la mesa lo notaron.

Chase aclaró la garganta y soltó un corto «¡incómodo!» mientras llevaba unas tostadas a su boca. Sorbí un poco de café y miré de reojo a Finn, él no estaba comiendo, miraba hacia abajo y jugaba con sus dedos como si estuviese nervioso.

—Y... ¿Qué tal el clima? —cuestionó Nick mirando el techo, como si pudiese ver el cielo a través del concreto.

—Silencioso, poco amistoso y nublado —respondió Chase.

Todos compartimos miradas.

—Sí, es verdad... Amigos, me voy a dar una ducha. Creo que el cielo necesita un poco de lluvia para volver a ser él —anunció Finn levantándose de la mesa.

Aquella acción dejó otro silencio sobre la mesa que fue automáticamente destronado por la voz de Chase.

—Tienes que hablar con él —me dijo serio.

—Ayer lo intenté, pero evadió la conversación y dijo que todo estaba bien. ¡Por supuesto que nada está bien! ¿Pero qué puedo hacer si no quiere hablar conmigo? —susurré e intenté gritarlo a la vez, eso provocó que mis ojos se agrandaran y mis fosas nasales se inflaron un poco.

Me daría miedo hasta a mí verme en ese estado, pero mi rostro solo les provocó risas a mis mejores amigos y a mí un bufido cansado.

—Quiero estar bien con él, pero ya no sé qué hacer. Estoy muy confundida porque no me gustaría iniciar algo con él sabiendo que no voy a corresponderle de la misma manera... Y a la vez no puedo dejar de pensar en él.

Tomé una gran bocanada de aire y la expulsé casi de inmediato.

—Estos jóvenes de hoy en día, querido —Chase negó con la cabeza mirando a Nick. Él sonrió de lado y me observó con una de sus miradas de persona que me daría un gran consejo.

—Bee, deja de pensar tanto y actúa un poco más con el corazón. Sí, probablemente no funcione, o tal vez sí. Pero si ambos quieren algo, ¿por qué no lo intentas? No lo sabrán si solo deduces que todo va a salir mal.

—No le quiero hacer daño.

—¡No le vas a hacer daño, Bee! Los dos sienten algo por el otro, esto se puede desarrollar o solo detenerse, pero la única que se está saboteando, que piensa que no puede tener algo bueno en la vida eres tú. ¡¡Toma una decisión!! Y no te estaría diciendo todo esto si no supiera que todo en tu existencia dice que sí, menos esa cabeza testaruda que tienes. ¿Quieres ser feliz? ¡Tienes la oportunidad de hacer feliz a dos personas! Pero, aun así, si yo estuviera equivocado y realmente no quieres hacerlo, también estará bien. Yo estoy aquí para ser un espectador de tu vida e intentar aconsejarte, pero la decisión siempre será tuya.

—Correcto, jamás dejes que ninguno de nosotros influencie en tu vida de una manera que tú no quieras —añadió Chase tocando mi hombro.

—Me siento influenciada —dije bromeando. Ellos se rieron en silencio y Nick tocó mi otro hombro.

—Mientras sea una buena influencia y tú estés de acuerdo, que así sea.

Me puse de pie de inmediato y tomé fuerte sus manos.

—La vida es a veces un verdadero asco, pero sería mucho peor si ustedes no estuvieran a mi lado. Los amo, chicos.

—Mejores amigos por siempre, ¿no? Esa fue una amenaza que me dieron hace un año cuando estaba en mi peor momento. Eso también aplica para ti —habló Nick mirándome.

Me solté de sus manos y caminé decidida por las escaleras, no quería girar porque probablemente me encontraría con una escena en la que ambos parecerían mis padres, viéndome orgullosos mientras daba mis primeros pasos.

Pero lo hice, y así fue. Chase unió sus manos y apoyó su cabeza del lado derecho sobre ellos. Nick tenía una pierna cruzada y asentía de forma lenta con una sonrisa. Ambos podían pasar de forma muy fácil como una pareja de señores de sesenta años casados.

Justo igual que los padres de Nick. Se veían igual.

Negué con la cabeza entre risas y volví a mi camino hacia la habitación provisional de Finn. Supuse que aún estaba en la ducha, así que aproveché el momento para ensayar un poco lo que quería decir. Dije muchas cosas ininteligibles mientras pensaba en voz alta, pero nada fue más vergonzoso cuando de pronto la puerta se abrió sin que yo tocase.

Finn tenía el cabello mojado y estaba rodeado de una toalla. Se veía confundido y tenía una sonrisilla de lado. Por supuesto que había escuchado mis balbuceos.

—Eh... ¿Bee?

—Yo, yo venía a que, que yo... La mente y la vida... se influencia y es feliz, y yo... yo quiero ser feliz sin hacerte daño, así que... Decisiones.

Hiperventilé. Jamás en la vida me había sucedido eso, me enfrenté a charlas con cientos de personas en el trabajo, y nunca estuve tan nerviosa como en ese momento.

¿Qué había dicho?

Finn alzó una ceja y de verdad intentó entender a qué me refería, pero supuse que mi cara de poca expresión y lo que había dicho, solo le dio más risa.

—No me quiero reír, Bee. Es que no sé qué estás diciendo, ¿estás bien? —cuestionó acercándose un poco a mí. Tocó mi mejilla y colocó el mechón detrás de mi oreja.

Solté una risilla nerviosa y asentí.

—Vamos... Ve a cambiarte y hablamos en un momento, ¿sí? ¿Bien? ¡Perfecto! Me voy a mi habitación. Te espero en zona neutral.

—¿Por qué tu habitación sería una zona neutral? —cuestionó mientras yo me alejaba. Alcé una mano y la agité, haciéndole saber que no diría nada más que eso, y luego cerré la puerta.

Me deslicé por la madera e intenté respirar un poco mejor.

Los cinco minutos más largos de mi vida pasaron mientras esperaba a Finn, incluso llegué a pensar que no llegaría y que todo se volvería incluso más incómodo, pero cuando estaba a punto de salir y regresar con Chase y Nick, alguien tocó.

—Vengo a una zona no neutral como se me pidió —anunció mirándome cuando abrí. Finn alzó una ceja y cruzó los brazos. Ya estaba cambiado. —¿Estás bien?

—Esa es una respuesta muy subjetiva, Finn. Pasa, por favor —pedí haciéndome a un lado. Él sonrió y caminó dentro de la habitación.

—¿Qué me trae por aquí, entonces? Por cierto, perdón por lo de ayer... y también lo de hoy. Es solo que, no lo sé, tenemos muchas cosas en la cabeza. No es justo que nos tratemos distinto por cosas por la que uno no tiene la culpa.

—No te disculpes por sentir, Finn, creo que ninguno de los dos sabe manejar cómo expresar sus sentimientos, ¿no? —me reí y di un paso hacia él.

—Sssí... —alargó un poco confundido. Lo miré a los ojos y sujeté mis manos detrás de mi espalda. —Bee, por favor, no de nuevo si...

—Quiero ser clara —empecé a decir. Si me interrumpía, probablemente no lo diría. —Sé que lo hablamos, pero no fui sincera. Y antes que el mundo se nos vuelva a caer, quiero decirte algunas cosas. —Caminé hacia él y estiré ambas manos para que él las tome, miró hacia abajo y no dudó en hacerlo. —He mentido y también me he dado cuenta de otras cosas, pero solo quiero que sepas que esto no va a cambiar. No puedo seguir fingiendo que esto que tú sientes, no es lo mismo que yo siento. Siento muchas cosas y no sé manejarlas, pero eso no quiere decir que no quiero aprender a sentirlas a tu lado. Una vez me dijeron que no era responsable de lo que uno siente, pero sí de lo que uno hace con los sentimientos. No sé a qué nos puede llevar esto, no quiero apresurar las cosas, pero tampoco quiero que nos privemos de sentir —dije. Finn me miraba a los ojos y poco a poco una sonrisa se instaló en toda su cara. No fui capaz de seguir viéndolo, así que me acerqué para darle un abrazo. Me coloqué frente a él y abracé su cintura, él no tardó en corresponder y me atrapó entre sus brazos, me perdí en medio de su aroma. No había lugar en donde quisiera estar si no eran sus brazos. Al menos en ese momento. Quería memorizarlo y recordar lo feliz que me sentía con él, cuando nada más estaba sucediendo. Me sentía segura, porque sabía que ambos nos protegeríamos de cualquier cosa. —Perdona a la Bee del pasado, no sabía decir que sí.

—¿Y ahora sí sabe? —cuestionó alejándose un poco para poder mirarme.

—Creo que sabe muy bien lo que quiere, y ahora mismo solo te quiere a ti.

—¿Segura?

—Más segura que nunca, Finn. Quiero que estemos juntos en esto. En todo.

—¿Estás segura, Bee? —preguntó de nuevo.

Supe que la cabeza de Finn estaba hecha un lío, incluso más que la mía. Entendí que dudaba porque yo iba y venía siempre, y él no quería volver a ilusionarse, pero a ese punto estaba más decidida que nada.

Lo quería.

Tomé su rostro entre mis manos y uní su frente con la mía, como si quisiera que nuestras mentes se conectaran.

—Eres lo único que quiero en este instante. Lo único de lo que estoy segura —susurré. Finn se alejó un poco para mirarme a los ojos y sonrió de lado. —¿Y tú? ¿Qué dices de todo esto?

Finn se rio y resopló antes de hablar. Por un momento pensé que se estaba riendo de mí, pero era todo lo contrario.

—Estoy enamorado de ti, Bee. No tengo más que decir.

—¿Entonces? —cuestioné dando el último paso de cercanía que me quedaba porque él se alejó un poco para hablar. Él tomó mis caderas y elevó las comisuras.

—¿Quieres acompañarme a ser feliz?

—Lo soy mientras tú estés.

—¿Eso es un sí? —preguntó acercando su rostro al mío.

—Es más como un: Dame ya esa frase motivacional.

Finn se echó a reír y terminó con el espacio que nos separaba. Me dio un pequeño beso en las comisuras, pero yo no podía esperar mucho más. Tomé su rostro entre mis manos para dirigirlo hacia mí. Uní sus labios con los míos y nos perdimos en el espacio. Finn acarició mi mentón con el dedo pulgar mientras no soltaba mi espalda por nada del mundo. Pedía que me quedara a su lado, aunque yo no tenía intención de irme.

Mis manos subieron hasta su cuello y acaricié su cabello de forma suave. Él sonrió en medio de eso y volvió a besarme.

—Me encuentro bastante motivado —comentó entre besos. Eso solo me hizo reír pero respondí con un beso más largo.

Pero nos interrumpieron.

Alguien tocó la puerta y maldije tres veces en mi mente mientras caminaba hacia la puerta. Probablemente estaría un poco despeinada y con los labios hinchados, pero no me importaba.

—¿Qué? —pregunté al abrir. Chase me regaló una sonrisa de una sola línea mientras sus ojos me pedían perdón, pero sonrió un poco más al ver a Finn. Ni siquiera tuve que girar a verlo.

Sabía el estado en el que lo había dejado.

—Solo venía a decir que Nick y yo vamos a salir unos minutos a hacer cosas de empresarios. Y por «nosotros», me refiero a que Nick hará cosas y yo solo iré a animarlo porque él es el jefe.

—Ok, Chase. Vayan a donde tengan que ir —comenté con una sonrisa en donde mi mirada le transmitía odio. Mi amigo soltó una risilla nerviosa y dio un paso hacia atrás, a lo que yo di uno adelante. —Este encuentro pudo ser un mensaje de texto que no interrumpiría nada —le susurré.

Pero como Chase es siempre será Chase, cambió su rostro al notar que algo «divertido» para él estaba sucediendo.

—Oh... Los he «interrumpido».

Rodé los ojos.

—Que se diviertan siendo empresarios —comenté tomando la puerta para cerrarla, y de fondo escuché como se reía mientras se iba.

—¡¡Y que ustedes también se diviertan!! —deseó bajando las escaleras.

—Es un idiota —hablé cerrando los ojos. La risa de Finn llenó la habitación y sentí cómo volvió a acercarse.

—¿En dónde estábamos?

—Ah, pues cuando Chase interrumpió. Es que siempre hace esas cosas. ¡¡Es el primero en buscar que tú y yo estemos juntos, y también es el que siempre aparece a molestar!! ¡¡Tiene un don!! —chillé, pero las manos de Finn sobre mi cintura me relajaron.

—Entonces, ¿en qué estábamos? —volvió a preguntar.

Yo solté una risilla tonta bastante similar a un «jejeje», y después de ese sonido que dejé salir, me sorprendió que Finn aún quisiera besarme, porque lo hizo, y yo olvidé lo que era existir sin él a mi lado.

La mañana fue todo lo contrario al día anterior. Finn y yo cruzamos miradas un par de veces mientras desayunábamos, nos sonreímos tantas veces que era obvio que algo había sucedido, aunque nadie lo decía en voz alta. Él y yo estábamos bien y todos en la mesa lo notaron.

—Uhm, ¡cómo cambian las cosas de un día para otro! —comenzó a decir Chase.

Yo coloqué mi mano sobre mi frente porque sabía lo que venía.

—Sí, sí —siguió Nick ocultando la sonrisa—. Huele como a... ¿Sientes ese olor, Chase?

—Sí, apesta a amor —respondió el otro.

Aguanté las ganas de reír, pero Finn lo hizo primero. Eso les dio pie a ambos bobos a seguir con el juego.

—A amor consumado —continuó Nick.

Arrugué el entrecejo y repetí lo que dijo solo vocalizándolo y sin emitir ningún sonido, Chase hizo lo mismo que yo.

—Acabas de sonar como un señor de ochenta años —me reí—. Bueno, ya casi lo eres, anciano.

—¡Solo tengo veintiséis, grosera! Los acabo de cumplir, de hecho... —Nick se defendió. Yo encogí los hombros y bebí un poco de té.

Mi teléfono sonó, y sin ver el nombre pensé: «No quiero interrumpir el momento».

Así que no contesté, pero la llamada fue persistente, y con mucho pesar decidí levantar el teléfono y revisar quién insistía en comunicarse conmigo.

Alice, la enfermera y encargada de mi madre.

—Amigos, es Alice —dije mirando el teléfono. No quería contestar. De pronto un miedo se apoderó de mí y mis músculos se engarrotaron. Un presentimiento, o tal vez ya sabía lo que venía. Deslicé el círculo verde y pegué el móvil a mi rostro sin decir nada.

—¡¡Bee!! Pensé que no podría encontrarte. Perdón por llamarte, sé que sigues por Galí, pero tengo que hablar contigo, ¿estás en un lugar seguro para conversar?

—Lo estoy, Alice. Dime qué pasa, por favor —susurré. Ella se oía agitada y nerviosa. Alice jamás se oía así. Siempre era muy centrada.

—Lamento contártelo en estas condiciones, pero tu mami está muy grave —anunció apenada—. No quiero alarmarte, y aunque sé que no puedes venir tan pronto, te propongo hacer una videollamada. Lo mejor será que te despidas de ella ya mismo. El médico nos acaba de avisar que es muy probable que no pase de esta noche. Ya le he avisado a tu padre y también habló con ella. Acordé con él hablar contigo.

Pestañeé un poco sin soltar una sola lágrima y negué con la cabeza, aunque no podía verme.

—No, Alice, no te preocupes. La videollamada no será necesaria. Voy para allá de inmediato.

—¡¿Qué?! —se escuchó en mi llamada, los tres que me rodeaban intentaron preguntarme qué estaba pasando y yo solo hice una seña para hacerles entender que ya les explicaría.

Tragué saliva y noté que mis manos estaban temblando, una mano cayó sobre la mía y atrapó mis dedos con los suyos. Finn me hizo saber que estaba a mi lado.

—Está bien, Bee. Aquí te esperamos.

La llamada terminó y las preguntas no se hicieron esperar, pero yo estaba ocupada marcándole a Rob.

—¡Hola, mi niña! ¿Cómo estás? —contestó feliz. Ladeé el labio y mi voz tardó en salir.

—Rob... —decirlo me provocó un nudo en la garganta—. Me llamó Alice, la enfermera de mi madre, dice que está muy grave y propuso hacer una videollamada para que pueda despedirme de ella, ella piensa que estoy en Galí, pero le dije que iría. ¿Puedes llevarme, por favor? —rogué. Me dolía hablar, tanto en el corazón como físicamente. —Te prometo que solo será eso. No quiero que mamá se vaya sin poder despedirme, Rob. No quiero que ella se vaya intranquila. Necesito decirle que todo estará bien —lloré. Al final saqué todo lo que estaba aguantando y escuché un suspiro del otro lado de la línea.

—Estoy lejos, pero le diré a Kevin que te lleve. ¿Está bien? Solo tú, Bee. Mientras menos ruido hagamos fuera, mejor. Iré con ustedes en cuanto pueda. Prométeme que irás solo con Kevin.

—Sí, Rob, lo prometo. Lo que sea, pero llévenme, por favor —rogué limpiándome las lágrimas. Presioné la mano de Finn y él rodeó mi hombro.

—Le voy a decir que tenga todo listo. Sal en cuanto él te llame. Lo siento mucho, Bee. De verdad lamento que tengas que pasar por esto de esta manera.

Yo asentí con los ojos cerrados y colgué la llamada.

No esperé a que me preguntaran, respondería solo lo que quería decirles.

—Como escucharon, mi madre está muy grave. Iré con Kevin a despedirme de ella. Ninguno de ustedes puede ir. Recuerden que la situación en la que estamos no nos permitiría salir de aquí, pero es una emergencia.

—Pero Bee, queremos acompañarte... —dijo alguien, me pareció la voz de Chase. Y negué. No los estaba mirando.

—No. Voy a ir sola. Ayudarán mucho quedándose a salvo. No necesitamos más problemas.

La puerta de la casa se abrió dejando entrar más luz. Irónicamente era un día soleado en Counterville. Kevin se asomó sin soltar la manija y me miró.

—Bee...

Eso me bastó para saber que tenía que ir con él. Me puse de pie sin dejar a Finn, giré a verlo y solo asentí. Él suspiró y me soltó la mano.

—Ya vuelvo. —Tomé mi mochila que estaba en el perchero y salí.

Eso fue lo último que dije antes de dejar la casa de Nick.

Kevin me esperaba con la puerta del auto abierta, en al asiento trasero, justo al lado mío se encontraba uno de los guardaespaldas del equipo de seguridad de Nick. Me saludó con un asentimiento de cabeza y fue lo único que supe de él en todo el camino. Kevin por su lado, intentó darme palabras de afecto mientras manejaba.

—Todo va a estar bien, Bee.

—No me mientas, Kevin —le respondí mirando un punto fijo.

Todo tenía un final, y yo estaba más que segura de eso. Aunque estuve preparada mentalmente para una llamada así, cuando pasaba, uno no podía evitar sentir que el mundo se venía abajo.

Mi mamá. La estaba perdiendo otra vez.

El viaje no se hizo tan largo porque Kevin manejó todo lo rápido que pudo, llegamos a la casa de reposo y nos estacionamos lo más cerca a la puerta posible. Cuando Alice nos abrió, lo primero que hizo fue abrazarme, después de eso me aseguró que el estado de mi madre se había mantenido en estricto silencio por pedido de mi padre. De hecho, se aseguró que solo él o yo tuviéramos noticias de su estado, y lo agradecí, porque jamás se me habría ocurrido.

—Antes de entrar, Bee. Quiero advertirte algunas cosas para que no te lleves una impresión tan repentina. —Alice tomó mis manos y me miró—. No se ve como la viste hace poco, ¿está bien? La tuvimos que conectar a un respirador artificial porque sus pulmones empezaron a fallar. Está más delgada. Sigue sin hablar, pero ahora solo mira un punto y no hace otra cosa más que eso. Yo asentí y tragué saliva. —Yo estaré aquí en la puerta si necesitas que te acompañe, ¿sí? Llámame si así lo requieres. Dile todo lo que tengas que decirle, pero recuérdale que ya se puede ir en paz. Lo que necesita es que su familia le asegure que estarán bien.

Asentí de nuevo. No podía hablar en ese momento. Estaba angustiada. Solo quería ir con mi mamá y abrazarla.

—Estoy lista —dije en un pequeño hilo de voz. Alice dio un paso al costado para dejarme entrar sin olvidar recordarme que estaría ahí por si la necesitaba.

—Llámame.

Y la puerta se cerró. Caminé lento hacia la cama en donde mi madre se encontraba postrada. Solo se oía el sonido del respirador artificial. Su única forma de hacernos saber que aún estaba ahí.

—Hola... —aclaré la garganta y miré su mano con pequeñas arrugas y pecas que antes no estaban. La tomé. Estaba muy fría, pero sudaba como el día de calor más intenso de verano. —Hola, mami. Estoy aquí. Ya llegué de nuestro viaje —intenté sonreír, aunque no me veía. Tenía los ojos muy abiertos, pero a la vez no miraba nada. —Nos fue bien, conseguí cumplirte casi todos los deseos que anotaste en la lista, mira —comenté soltándola un momento para sacar el papel de mi bolsillo. —Yo... Como te había contado antes, fui con Finn con el principal motivo de llegar a Rupaq, ¡y lo logramos! ¿Recuerdas la videollamada cuando llegamos a la cima? Lamento que no hayas podido vivir el momento de forma presencial, pero te llevé conmigo. Siempre te pensé. Lo logramos. —Tomé su mano. Las lágrimas no dejaban de salir, pero me rendí de limpiarlas. No quería perder más tiempo. —Venía a decirte algo importante, y quiero que me escuches bien. Si así lo necesitas, puedes irte en paz. No tienes que sufrir más. Soy la que menos quisiera que eso pase, pero no puedo ser egoísta contigo. Te amo tanto que es hora de dejarte ir. —Acaricié su rostro y su cabello, el toque helado de su rostro me escarapeló el cuerpo. —Gracias por todo, má. Me siento afortunada de haber sido criada por una persona como tú. No todas las madres fueron tan amorosas ni tan exasperantes como tú —reí un poco entre lágrimas y le di un beso en la frente. —Te prometo que todo esto se va a solucionar. Nadie más saldrá herido de esto y los culpables pagarán. Pero no es tiempo de hablar de eso. Solo quiero que recuerdes que estoy aquí, ¿sí? —tomé su mano de nuevo y abracé su cuerpo delgado por última vez.

Sentí como mi madre presionó mi mano por encima y giré a verla. Su cuerpo dio un pequeño salto, y el respirador dejó de funcionar.

Me quedé en silencio sin saber qué hacer y sentí cómo una mano cayó sobre mi hombro, Alice tomó un impulso para acercarse a mi madre y verificar lo que yo ya sabía.

—Bee... —Alice dio la vuelta para mirarme. Yo asentí y ella me abrazó.

¿Cómo podía decirle adiós a alguien si no estaba lista para verla partir?

Amelia Cooper dejó el plano terrenal un miércoles por la mañana, un día soleado de verano que yo no olvidaría jamás.

Este capítulo va dedicado a mi abuela, nos dejó hace muy poquito, y aunque el capítulo fue muy complicado de escribir por eso mismo, se los debía. Gracias por esperarme, les prometo que ya no me voy a ir. <3

Los quiero mucho.

❤️‍🩹

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