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Capítulo VI

—Entonces, ¿qué más es? —indagó con cierta molestia.

Por un momento pensó que los hermanos se pusieron de acuerdo para confabular algo fatídico contra él, pero JongDae agachó la cabeza luego de que lo escuchó hablar y se puso de pie, claramente incómodo y suponiendo que el tema no le concernía a él.

—Los dejaré solos —avisó el menor—. Volveré después de la comida para hablar sobre el arroyo artificial.

Quiso decir que ese era el tema que deberían conversar, sin embargo, guardó silencio porque notó que BaekHyun cayó en un sepulcral silencio que le recortó al día que el muchacho le gritó en su despacho. Pensó si eso algo tenía que ver con lo que estaban por conversar en ese momento. No le prestó mucha atención a lo que dijo su esposo aquella vez; le causó curiosidad en un inicio, pero al final lo olvidó al verse sobrepuesto por temas más importantes; ser líder de Leo involucraba mucha responsabilidad y estar a prontas de casarse era un tema que influyó en él emocionalmente.

—¿Qué pasa? —preguntó con suavidad y acercó una mano a la de BaekHyun, la cual se encontraba sobre la mesa.

El joven inmediatamente elevó la mirada al sentir el calor de su tacto y tomó aire a profundidad, pero con ello solo vino un llanto creciente y alarmante que lo entumeció y lo hizo moverse de su sitio. Se dirigió al pelirrojo y lo ayudó a levantarse para luego caminar a uno de los sofás del salón, donde lo obligó a sentarse para que se sintiese más cómodo. ChanYeol se apresuró en ir a la cocina por un vaso de agua y luego volvió con el chico, quien no dejó de moquear en ningún momento.

—Omega, si es un tema difícil es mejor que lo conversemos en otro momento.

El aludido negó con la cabeza y susurró apenas—: Es algo que debemos conversar.

—Estoy aquí para escucharte.

—Mi venganza —comenzó el tigre y lo miró a los ojos, pero apenas se encontró con la piedra ámbar y con la otra color hueso solo recibió un sollozo—. Quiero contarte como planifiqué todo.

Suspiró desasosegado—. No creo que sea algo que amerite hablar.

—Yo creo que sí. —Asintió al ver la convicción del contrario—. Con este rostro viví creyendo gran parte de mi vida que nadie me miraría con algo más que lástima. —Los dientes ajenos se apretaron en un intento de contenerse y poco después un sollozo cayó de ellos—. Cuando supe que tenía un prometido me sentí... dichoso. —El chico mostró una pequeña sonrisa bañada en lágrimas y se concentró en sus ojos, lo que provocó un estremecimiento en él—. Pensé que por fin tendría a alguien a mi lado, incluso si era con un acuerdo político entremedio. Sin embargo, esto no se lo dije a nadie. Correspondía que yo me comportase inalcanzable como lo sería cualquier otro omega con el mismo título. —Su esposo guardó silencio durante un momento—. Luego supe que eras un león.

—¿Cómo te enteraste que fui el león que te hirió? —preguntó con cuidado.

—Tuve que verte —susurró con una sonrisa avergonzada—, aunque antes de eso ya sabía que quería vengarme de Leo, del líder de Leo.

—¿Qué? —Aquella palabra salió sin aire. ChanYeol se halló sorprendido por el comentario del otro—. Yo fui como líder de Leo.

—Bueno, no d-de ti. O sea... —BaekHyun tomó aire profundamente y se puso de pie, a partir de ahí fue hacia un lado y volvió por sobre la alfombra, claramente nervioso—. Aquella vez, ChanYeol... —El omega lloró desconsolado y cayó en el sofá que tenía por detrás—. Aquella vez que nos herimos de pequeños casi te maté.

El omega se aferró con fuerza de la tela que cubría el sofá y no fue hasta ese momento que a ChanYeol le llegó de sopetón el olor del contrario, como si recién las feromonas hubiesen traspasado la capa traslúcida que generaba el aceite sobre el cuerpo del joven. Era lógico, no importaba cuántas cosas su esposo se pusiese sobre la piel, el aroma de un omega siempre traspasaría esa barrera para estrellarse con el olfato de su alfa. Por ello, sintió que el otro estaba en peligro, en un vacío oneroso que le raspaba los costado, que lo hacía quedarse sin aire y que poco a poco lo llevaba a morir.

—¿Qué te duele tanto? —preguntó entonces, aún sobrecogido por la avalancha de feromonas que lo alertaban de su omega herido.

—Tu padre se vengó de mí —susurró apenas el contrario y mantuvo la mirada fija en la tela importada que forraba su sofá—. Herí a su único cachorro hasta el punto que lo dejé al borde de la muerte, el único heredero. —El omega negó, lamentándose en silencio—. Él se vengó primero —susurró el otro apenas, justo antes de que su cuerpo convulsionase y perdiese el aire.

No tardó nada en llegar al omega, al cual abrazó con fuerza y lo obligó a llevar la cabeza a su pecho con la esperanza de que lo olfatease, de que encontrase en él aquel consuelo que debería dar la pareja destinada. No supo si funcionó o no, pero el contrario se aferró con ambas manos a la parte alta de su traje y allí sollozó con fuerza, de una forma tan destrozada que ChanYeol sintió una incomodidad increíble en la garganta, de seguro producida por la agonía del omega traspasada.

—É-Él... —dijo BaekHyun apenas. ChanYeol buscó su rostro para tomarlo con ambas manos e hizo que lo mirase. Apenas sus ojos se encontraron el contrario sollozó—. U-Unos leones me atacaron poco después de tuviésemos aquella pelea. —Su esposo lo miró con agobio, totalmente sucumbido a las agonizantes emociones del momento—. Ellos me atacaron mucho, ChanYeol, demasiado.

—¿Qué tanto hicieron? —preguntó con suavidad. Podía sentir en sí mismo el dolor ajeno y sabía que estaba a prontas de trizarse también—. ¿Qué tanto, BaekHyun?

El recién nombrado tan solo negó con fervor, pero suavidad a la vez. Movió la cabeza de un lado a otros y se mordió el labio inferior, claramente sobrepasado por las emociones, por su propio llanto.

—Tanto como para hacer que dejase de ser un omega digno —dijo el joven apenas. Las palabras salieron tan suaves y sutiles que apenas se lograron comprender—. Me mancillaron, me hicieron... —Un sollozo se interpuso en la frase—. Me hicieron perder mi...

—Lo entiendo —cortó, abrumado por las emociones que vinieron con las palabras expuestas—. Creo... Creo que no necesitas decir mucho más.

El omega negó con la cabeza—. Aún debo explicarte, alfa.

Se quedó quieto al escuchar cómo el otro lo llamó. No era normal que se nombrasen por su casta, generalmente las parejas enlazadas lo hacían como una muestra de cariño, pero ellos no tomaban esa actitud a cambio de que estuviesen en público, era una forma de fingir delante de los demás una relación perfecta. No obstante, si el contrario lo llamó de aquella manera y lo hizo con los ojos atiborrados en lágrimas, quería decir que él simplemente debía guardar silencio porque su pareja le rogaba que lo escuchase.

—Sé que tu padre lo hizo con maldad —susurró BaekHyun y se alejó un poco de él. Los sollozos se detuvieron, pero las lágrimas no—. Quizo hacerme sufrir y por eso no les permitió que me matasen aquella vez. —El joven negó con la cabeza y pareció más molesto que triste—. Guardé un profundo rencor hacia los leones a partir de entonces. Sin embargo, solo mi hermano SeHun y mi madre supieron lo que me pasó. Por el poco honor que me quedaba ambos lo ocultaron al resto de la familia y solo quedó como una golpiza que a mi padre poco le importó. —BaekHyun se relamió los labios, de seguro para recuperar su propia respiración—. Supongo que pensó que yo hice el daño suficiente como para no tomar acciones sobre lo sucedido.

—BaekHyun... —susurró apenas, completamente helado porque el dolor que sentía de su pareja pasaba a convertirse en un peligroso rencor.

—Quise vengarme de ti por herirme, por generarme todo eso. Sin embargo, también quería vengarme de tu padre por lo que me ocasionó. —El pelirrojo apretó nuevamente las manos—. Pensé que lo que más le dolería sería ver a su hijo herido y humillado. Sería matar dos pájaros de un tiro. Pensé que... —BaekHyun nuevamente rompió en llanto—. Pensé que sería algo fácil de hacer, pero resultó que eras mi pareja.

—¿Por qué no intentaste hablar conmigo? —cuestionó con cierto cansancio.

—¿Me hubieses creído? —preguntó alarmado el otro—. ¿Me crees ahora siquiera?

Santo Cielo, ChanYeol no le creía. Si no fuese por el dolor punzante en su interior, reflejo de los sentires de su omega, negaría sin dudarlo que su padre cometió aquello tan atroz. No era algo concebible. Su padre nunca fue un hombre insensato, con él siempre cargaba una tonalidad de amor, una madurez inexplicable y una sonrisa comprensiva que aprendió gracias a su mujer. A ChanYeol jamás se le pasaría por la cabeza que el león quisiese hacerle daño a un cachorro, por mucho que este hubiese dañado a su hijo.

—No me crees —aseveró BaekHyun como quien suelta un suspiro—. No sé por qué no me sorprende.

—Aún si fuese cierto... —Intentó pensar, ponerse en el lugar del pelirrojo y buscar unas palabras que pudiesen consolarlo; él dolor también lo sintió él—. Creo que las cosas pudieron resolverse de mejor manera, sin mentirle a tus hermanos ni involucrarme a mí.

BaekHyun pareció sorprendido—. ¿Cuándo le mentí a mis hermanos?

—Les dijiste que quise abusar de ti —dijo casi sin aire, adolorido porque su pareja se atreviese de acusarlo de algo tan cruel. Al notar que BaekHyun solo giró el rostro supo que BaekBeom no mintió—. Hay algunas cosas que debes perdonarme —susurró apenas, con los ojos brillando en nacientes lágrimas, con el alfa dentro suyo totalmente sucumbido por las emociones—. Sin embargo, ¿cuántas debo perdonarte yo a ti?

La conversación finalizó ahí, él simplemente se volteó y caminó hacia afuera de la vivienda. Necesitaba estar un momento solo, pensar en todo lo que conversó con su pareja y hallarle una explicación a lo acontecido. Lo relatado hace un momento no dejaba de girar en su mente, rumiando con desagrado en su consciente. Después de pensárselo mucho decidió darse tiempo, a sí mismo y a BaekHyun. Sin embargo, y como fue de suponer, el omega no estuvo para nada contento con que no le creyese. La convivencia entre ellos se volvió algo tensa y la rutina insulsa, muy de compromiso, de hacer y deshacer. Más allá de la intimidad que le confió BaekHyun, ChanYeol imaginó que la vida de casado que tendría con quien casi le causó la muerte sería así.

El omega cumplía con todo aquello que correspondía a su título, como estar a su lado cada mañana que le tocaba dar un discurso en la comunidad y durante las cenas que compartía con los leones del Concejo. No obstante, más allá de eso, el contrario volvió a enfrascarse en esa silenciosa atmósfera de la que solo se escapó cuando JongDae, encargado del arroyo artificial, lo obligó. ChanYeol sabía que ambos tigres se pasaban horas conversando en el pequeño jardín delantero que tenía la vivienda, suponía que planificando lo que correspondía al nuevo proyecto. Él no quiso meterse en ello y solo dio comentarios cuando los otros se lo pidieron.

—¿Qué opina, cuñado?

Sonrió al ver el plano frente a sus ojos. Ambos hermanos hicieron una representación de lo que sería el arroyo, cómo se vería la excavación en el manglar más abundante y cercano a Leo, y cómo sería la trayectoria hasta la tierra de leones. Tenía unas cuantas dimensiones, de seguro anotadas por uno de sus leones encargados de los números, y por lo demás parecía muy exacto y bien distribuido.

—¿Qué opinas? —preguntó a su omega. Era una de las pocas veces que se dirigía a él durante ese último tiempo.

—Creo que podría funcionar, líder Park —dijo el otro secamente y sin siquiera dirigirle la mirada.

Pasó tanto tiempo desde la última vez que BaekHyun lo llamó de forma tan formal que no pudo evitar estremecerse con incomodidad. En realidad, poco hablaban en la intimidad del hogar, generalmente tenía que ver con la cena o con problemas circunstanciales que le sucedía a alguno de los dos. Fuera de casa «alfa» era su nuevo nombre, la palabra pesaba cada vez que BaekHyun se dignaba a mencionarla, como si quisiese escupirle con cada letra. Además, ChanYeol sabía que era así, que el omega lo aborrecía desde lo más profundo de su ser, calado por las heridas del pasado y del futuro, aquellas que él mismo provocaba.

—¿Cuánto daño te he hecho durante este último tiempo? —se le ocurrió preguntar en algún momento de la cena, cuando BaekHyun le alcanzó la salsa que le pidió.

El pelirrojo solo lo miró confundido—. ¿A qué te refieres?

El joven se concentró en su comida y él suspiró con desasosiego. No supo si el contrario no le tomó importancia a sus palabras o en realidad no quiso saber nada más acerca del tema. Él decidió darle tiempo, aunque, cuando volvió la mirada a la sopa, se encontró con un deforme reflejo de sí mismo que le causó un malestar en lo alto del estómago, un pequeño nudo pareció instalarse en el lugar.

Era injusto. No debería ser él quien buscase complacer al otro, quien buscase su perdón.

—A partir de mañana te harás cargo de las cosas correspondientes al omega líder —mencionó con la vista fija en la sopa, aún tenso por la propia decisión que tomó.

—¿No lo estoy haciendo ya?

—No —zanjó con más rigurosidad de la que hubiese sido prudente, pudo notarlo también en el rostro ajeno—. Hablo de las actividades que son independientes a mí.

—¿Cuáles son esas? —El tigre dejó los servicios sobre la mesa mientras sus manos temblaban—. Ya me estoy haciendo cargo del arroyo.

—El proyecto está aprobado por el Concejo. Solo falta la ejecución y de eso no te encargarás tú. —Extrañado por lo profundo de su voz llevó una mano a su garganta, como si con eso pudiese calentar lo que sea que se congeló en su interior—. A partir de ahora te encargarás de aprender a cazar. Además, quiero que organices tu jardín.

BaekHyun lo miró durante unos segundos. Los ojos ajenos pesaron sobre su mirada, desequilibrándolo.

—¿Qué te sucede? —preguntó el otro con asombro y llevó una mano a su barbilla—. Estás sangrando.

Su esposo apretó su mentón, ocasionando que se diese cuenta de que tensó la mandíbula durante todo ese tiempo. Es más, se mordió la mejilla cada vez que cerró la boca, provocando que una pequeña cantidad de sangre se deslizase por su labio inferior. El tigre se puso de pie de inmediato y fue a  una de las habitaciones en búsqueda de algo para curarlo, probablemente. ChanYeol solo guardó silencio en el mismo sitio, aún con todo el cuerpo tenso y viéndose incapaz de tranquilizarlo.

—Creo que el león está raro —dijo en algún punto, cuando BaekHyun volvió a sentarse a su lado para pedirle que se enjuagase la boca.

—¿Raro? —preguntó el contrario y llevó una mano de nuevo a su rostro, esta vez para forzar que lo mirara—. Estás sudando. Te llevaré a la cama.

Se puso de pie como le ordenó BaekHyun, aunque no pudo soportar su propio peso y acabó recargándose sobre su esposo de tal manera que este lo insultó. No obstante, el omega se esforzó para mantenerlo de pie y con algo de dificultad lo llevó a su habitación. Una vez que el otro lo dejó caer sobre la cama se desmayó.

Despertó al día siguiente, tenía un paño húmedo en la frente y había un olor intenso en la habitación, seguro de palo santo. Fue eso mismo lo que lo hizo abrir los ojos con dificultad, encontrándose con un sol brillante y una cabellera cobriza que lo hizo suspirar. Inconscientemente tomó la mano de BaekHyun y tiró de él hacia su pecho, provocando que el joven soltase un quejido ante su brusquedad, sin embargo, ChanYeol ni siquiera consideró el pesar del contrario y solo enterró la cabeza en su cuello.

—Líder Park —saludó una voz femenina desde una parte de la habitación. Cuando se encontró con los ojos de la sacerdotisa se intentó erguir, aunque el esfuerzo solo consiguió sacarle un gruñido—, se encuentra enfermo. Por favor, no se esfuerce y recuéstese.

—¿Qué sucedió? —Le dio una rápida mirada a BaekHyun, quien se pasó las manos por el pelo para acomodar el binyeo* que le sacó de su trenzado cabello en el proceso que lo abrazó.

—Su omega está en celo —dijo sin más la Sacerdotisa y les sonrió—. Y usted, líder Park, aún no lo ha marcado. —Hizo una mueca y dirigió la mirada hacia un costado de la habitación con la intención de dejar de ser el foco de la longeva leona—. Han pasado dos lunas llenas y ustedes aún se niegan. —La mujer se movió por la habitación, esparciendo el humo del palo que llevaba en su mano—. Los duendes dicen que ni siquiera se miran. —BaekHyun le dedicó una rápida mirada, realizando una pregunta muda respecto a la locura de la mujer—. ¿Cómo una pareja podría ser feliz en esas condiciones? Está claro que tanto tigre como león sufrirían las consecuencias del egoísmo humano.

—¿Qué quiere decir? —preguntó ChanYeol con cuidado, algo avergonzado de que la leona terminase en su habitación, regañándolo por algo tan íntimo como era la marca de pareja.

—Líder Park, le aconsejo que marque ya a su omega. De lo contrario, los animales dentro de ustedes los destrozarán.

La leona hizo una última referencia antes de dejar una pequeña caricia en el hombro de BaekHyun, quien estaba camino a la puerta, y salió de la habitación. Su esposo se apresuró en acompañarla a la entrada de la vivienda y, una vez que volvió, cayó pesadamente sobre la silla que puso a un lado de la cama.

—¿De verdad que estás en celo? —preguntó con espesura, aún desacostumbrado al habla.

—Sí —susurró el otro mientras mantenía las manos en su regazo.

—¿Por qué no me lo dijiste?

—Pensé que podría suprimirlo con plantas. —Los ojos ajenos se elevaron con miedo hacia él—. No sabía que podía afectarte tanto.

—No es solo tu celo. Debo estar cansado. —Llevó una mano a su frente y acarició sus cabellos húmedos—. De igual forma, encontramos a alguien para que te acompañe durante tu celo.

—¿C-Cómo? —La voz rota de BaekHyun llamó su atención—. ¿De verdad acabas de decir eso?

—¿No es lo que quieres?

—¿Qué alguien me toque y no seas tú? ¿Te volviste loco? —El tigre se puso de pie y caminó delante de él, cubriéndole el sol cada vez que recorría la habitación en el intento de calmarse a sí mismo—. ¿Quieres que muera? Si alguien me toca me matará el tigre, inclusive tú. ¿Cómo puedes sugerir algo tan fuera de lugar? —BaekHyun batió las manos y se movió por el sitio con mayor rapidez. La próxima vez que habló lo hizo atropelladamente—. ¿N-No escuchaste a la Sacerdotisa? Estás así porque no me has tomado. Si alguien más lo hace en tu lugar nos volveremos locos.

—Entonces, ¿qué sugieres? ¿Que te acompañe yo?

El contrario detuvo completamente sus movimiento y sus manos cayeron inertes a sus costado. De repente el ojo ámbar de BaekHyun pareció tornarse en un color ocre sucio que dejó caer una primera lágrima, gota de agua que lo puso tan tenso, despertó todos sus sentidos y se halló a sí mismo poniéndose de pie para llegar hasta su omega, quien dio un paso atrás. El león lo llevó a buscar al tigre herido del otro lado de la habitación.

—Doy asco, ¿cierto? —preguntó con suavidad su esposo desde la esquina en la que se arrinconó y más lágrimas resbalaron por sus mejillas—. ¿Cómo pensé que alguien querría tocarme? —Su voz se trizó luego de la pregunta y ChanYeol solo suspiró—. Hasta mi propio alfa busca a otro para complacerme porque no quiere ponerme una mano encima.

—No te victimices —gruñó, molesto. Ahora era el humano irguiéndose sobre el león, abrumado por la cólera—. No te reniego porque alguien más te haya tocado, sino porque eres infame, BaekHyun. —Se acercó lentamente al tigre, quien se encogió en su lugar, totalmente sucumbido por la testosterona filtrándose en la habitación—. Eres despreciable, el ser más perverso que me podría imaginar. —En un arrebato empujó su dedo índice contra el pecho de BaekHyun, quien se quejó apenas le puso una mano encima y se desequilibró, de seguro por su celo—. Y aún con todo lo que te digo, te mojas por mí.

Su esposo cayó de rodillas al suelo y sollozó—. Alfa...

—Aguanta tu celo solo —ordenó antes de salir de la habitación y dio un portazo a sus espaldas.

Fue un castigo. Cuando JongDae preguntó por su hermano al día siguiente vino todo el remordimiento. Dejó a BaekHyun encerrado en su habitación, batallando con su dolor físico y mental, agobiándose en el mismo lugar donde se encontraban sus ropas más usadas, impregnado del aroma alfa que debía hacer sufrir a BaekHyun más y más. Sin embargo, no hizo nada pasar sacar al otro de ahí, aunque no lo ocultó. Le dijo al tigre alfa que su hermano estaba en celo y que debía pasar aquellos días en la casa, sin ver a otro alfa a pesar de ser su hermano; ChanYeol estaba ahí y eso era peligroso. Por ello JongDae le dejó una carta de despedida a su hermano y viajó de vuelta a Tigra, donde debía ocuparse de supervisar la primera fase de la construcción del arroyo.

—C-ChanYeol —escuchó desde el otro lado de la puerta. La voz era pesada y rota—, déjame salir.

—Dijiste que no querías que nadie te tocase aparte de tu alfa —respondió sin atreverse a abrir la madera. Para acercarse a la puerta tuvo que usar una tela para cubrir su nariz y boca—, y como yo no te tocaré, debes quedarte ahí.

—¡E-Espera! —BaekHyun previó que se iría, como hizo el día anterior—. Por favor, tráeme algo de agua.

Contuvo un suspiro y abrió la puerta, encontrándose a BaekHyun acostado en el mismo sitio donde lo dejó la tarde anterior. El joven se deshizo de hanbok y quedó solo con el baji*, el cual parecía algo húmedo e incómodo. Supuso que BaekHyun ni siquiera sabía complacerse a sí mismo con la llegada de su celo, pues no se movió del lugar ni se desprendió de sus ropas más que para espantar el calor de su cuerpo.

Se detuvo a mirar al cuerpo en el suelo, el cabello cobrizo se deshizo del moño y ahora la trenza descansaba sobre uno de los hombros del omega, totalmente despeinada por la agonía del tigre. ChanYeol se detuvo a mirarlo y suspiró, agobiado por que su esposo obedeciera quedarse en la pieza cuando él no aseguró la puerta de ninguna forma.

—Puedes ir tú por agua —susurró ya más relajado y el otro suspiró.

—¿Me dejarás salir?

—Nunca te encerré, BaekHyun.

Hizo una mueca y se giró para ir en dirección a la puerta de la habitación y salir de ahí, pero escuchó por detrás suyo que algo cayo. Al parecer, BaekHyun intentó ponerse de pie, pero no lo consiguió. Él suspiró con frustración cuando vio que el contrario se aferró con sus uñas de tigre al mueble que tenía por detrás para levantarse. ChanYeol tan solo lo miró, fue paciente y esperó que el otro se irguiese por completo.

—Eso es, omega —susurró tranquilo—. Puedes levantarte solo.

El tigre sollozó y volvió a caer al suelo, pero él decidió que era suficiente tiempo para estar en el mismo espacio que su omega. Cuando se levantó aquella mañana se encargó de prepararse una infusión para aplacar la rutina de un alfa, cosa que despertó de forma inevitable ante la presencia de su omega en celo. Sin embargo, ChanYeol no podría soportar consumir eso durante lo que restaba de celo. Además, tampoco podía obligar a BaekHyun a esconderse en una de las habitaciones para que no lo molestase con su aroma. Con eso en mente decidió quedarse unos días en casa de sus padres, al menos hasta que pasase el celo del tigre. No obstante, no esperó que su padre lo regañase a la tercera noche de quedarse en su casa. El hombre lo arrinconó en uno de los pasillos y le dijo con voz dura que debía volver a su casa y hacerse cargo de su omega.

—¿Por qué le importa tanto? —gruñó en respuesta. Todos esos días estuvo indispuesto por tener a su pareja en celo y no tocarlo, causándole irritación—. ¿Le tiene aprecio a BaekHyun o algo por el estilo? —decidió preguntar—. Impulsó a que lo buscase aquella vez, que me case con él, que lo intentase... —De repente su cuerpo se tensó al traer consigo los recuerdos del tigre—. ¿Por qué está del lado de BaekHyun?

—No estoy de su lado —dijo el león con apacibilidad. No pareció para nada incómodo por el camino que tomó la conversación—, solo estoy seguro de que esto es lo mejor para ti.

—¿Aún después de todo lo que me hizo? —Su padre suspiró con cierto recelo—. ¿Por qué parece tan calmo por eso?

—Porque un alfa debe hacer todo por su omega —dijo el otro con rudeza, como si le agobiase su falta de entendimiento.

—¿Qué sacrificios hizo por mi madre omega? —preguntó con firmeza. El hombre no respondió—. ¿Qué grandes sacrificios hizo mi abuela alfa por mi abuelo omega?

—ChanYeol...

—¡Dígame!

—¡Ponte en su lugar! —Para su sorpresa, las cejas frondosas de su padre se fruncieron y él inevitablemente se concentró en el ojo parchado del hombre—. Es un omega desprotegido en un lugar que no conoce, es tu omega y debes hacerlo feliz.

—Padre —nombró con cuidado, omitiendo la respuesta obvia que dijo—, quiero que me sea sincero con algo.

—¿Qué sucede? —El león se llevó las manos a las caderas y relajó los hombros a consciencia, de seguro porque la conversación con su hijo se tensó más de lo que propuso.

—Aquella vez... —Guardó silencio durante un momento para que su padre entendiese por donde quería encaminar la conversación—. Cuando BaekHyun me atacó de pequeños, ¿usted hizo algo al respecto?

—¿A qué te refieres? —El hombre no cambió el tono a la hora de hablar, pero ChanYeol notó como el otro apretó la mandíbula.

—¿No tomó ninguna represalia ante la escena infausta de su cachorro herido?

—¿BaekHyun te dijo eso? —El león suspiró y miró hacia otro lado, incómodo.

—Miente, ¿cierto? —Para su desdicha, se encontró con el ojo brillante de su padre y todo comenzó a sentirse amargo—. Padre...

—¿Tu omega te dijo eso?

—Quiero que me responda la primera pregunta que hice —demandó con seriedad, a lo que solo recibió un suspiro—. Por favor, dígame qué sucedió.

—Mandé a unos hombres a que le diesen una paliza.

Todo su cuerpo se entumeció al escuchar el tono áspero del contrario al hablar. El león mayor adquirió una postura despreocupada, pero tensa a la vez, como si quisiese aparentar una seguridad que no sentía.

—¿A un cachorro? —preguntó sin aire, adolorido por la verdad detrás de las palabras de su padre. Jamás se hubiese imaginado que un hombre que lo llenó de amor haría algo tan infausto—. ¿Hizo que esos hombres le hicieran daño a un pequeño niño?

—Él te hizo daño a ti —gruñó su padre con fastidio, como si le frustrase que no entendiese—. Eres mi único hijo, el heredero.

—Incluso así. Esa no es razón suficiente.

—Nos costó mucho tenerte, ChanYeol, por eso eres nuestro único hijo —agregó su padre y lo miró con un cúmulo de sentimientos que no se aguantó y que le hizo temblar la voz—. Si te perdíamos, la perdería a ella también y eso sería como perderme a mí mismo. —El hombre negó, abrumado ante el recuerdo—. Me sentí tan adolorido, doliente por lo acontecido, por mi cachorro y omega herida. —El león suspiró y se restregó la melena oscura con tedio—. Solo quería que lo asustasen, que quizás lo dejasen un poco o igual de doliente como tú estuviste. No quise que lo matasen o algo por el estilo.

—¡Pero hiciste que abusasen de él!

Un sonido retumbante los detuvo a ambos. Su madre se encontraba con un hanbok blanco con detalles de flores al otro lado del pasillo, con un jarrón de cerámica a los pies, el cual debió botar de una de las estanterías que tenía a su costado. Su padre dio un paso atrás al verla, pasmado. ChanYeol, por otra parte, tan solo se quedó en su sitio y alternó la mirada entre ambos progenitores.

—¿Qué hiciste? —preguntó casi sin voz la leona, aún sin quitar su mirada de los ojos de su esposo.

—No lo hice —insistió el hombre con angustia e intentó acercarse a la omega, pero esta le envió una mirada dura que lo obligó a permanecer en su sitio.

—Escuché toda la conversación, SungJin. Dime qué hiciste.

El león meneó la cabeza durante un momento, al parecer en busca de aire, pero al final concentró la mirada en ChanYeol.

—Por favor, déjanos solos.

—No —demandó su madre—. Él debe saberlo más que yo. —La mujer caminó hacia ellos y pasó de largo, metiéndose en una de las habitaciones de descanso.

Ambos se dedicaron una rápida mirada y la siguieron. Su familia solía tener una buena convivencia, sus padres se amaban y lo amaban a él. Las discusiones no acontecían en el palacio principal, por lo que ninguno de los dos hombres de la familia supo cómo anteponerse al escenario que estructuró su madre. Sin embargo, ChanYeol no pensó estar del lugar de su padre como siempre solía hacer, esta vez de verdad algo cambiaría entre ellos y acababa enterándose que hace años tomó represalias contra BaekHyun.

—Quiero escucharte. —La mirada de la mujer se concentró en su esposo, este no hizo más que suspirar y bajar la mirada. ChanYeol nunca lo vio tan inseguro.

—Es verdad que tomé venganza contra BaekHyun. —El hombre huyó de la mirada de los otros dos en la habitación—. Sin embargo, solo le encargué a unos hombres que le diesen una golpiza, no que abusasen de él.

—Santo Cielo. —La leona se llevó una mano a la boca para cubrir su propio alarido. Él se sorprendió ante la actitud de la mujer y la ayudó a sentarse en uno de los sofás—. Fui tan mala con él...

—¿Estás seguro de que abusaron de él? —preguntó su padre con apremio y se arrodilló para quedar más cerca de él—. ¿Quién te lo dijo?

—Él mismo —susurró sin mirar al contrario.

—Puede que se haya confundido. Yo no di la orden de...

—¿Cuántos hombres fueron? —preguntó con determinación, incluso se filtró la molestia en su voz.

—Tres.

—No... —se lamentó la omega nuevamente, quien no dejó de llorar en ningún momento y pareció más enfrascada en sí misma que atenta a la conversación.

—¿Cuántos quedan con vida?

Su padre pareció confundido ante su pregunta—. Dos.

—¿Quiénes son?

—ChanYeol... —regañó su padre, al parecer intuyendo sus intenciones.

—¡¿Quiénes son?!

—No creo que sea correcto...

—¡Dile! —demandó la mujer y se acercó hasta su esposo para dejarle un golpe en el pecho seguido de otro y otro. Ante cada golpe débil que caía sobre el pecho del león salía un sollozo por parte de la omega—. ¿Cómo pudiste ser tan cruel?

—Perdón, cariño. —El león acarició la cabellera dorada de su amada—. Me sucumbió el dolor de la posible pérdida. Me volví loco por un momento. Sin embargo, no ordené que hiciesen algo tan atroz.

—Confirmaré si realmente fue así —sentenció con la mirada dura y su padre solo asintió.

Luego de ello fue llevado hasta el despacho de su padre, espacio recubierto de piedra y madera que albergaba cientos de libros que a él nunca le interesó mucho leer; siempre prefirió la biblioteca de su madre y las cartas que le enviaba su tío sobre sus aventuras. No obstante, en ese momento no estaba para descubrir nuevos parajes ni soñar con escalar rocosas montañas, sino que esperaba un papel con los nombres de aquellos que le obedecieron a su padre en aquel entonces, papel que por suerte recibió. Ni siquiera dio las gracias y solamente salió de la habitación.

En Leo ya era algo tarde, pero no lo suficiente como para que el Sol hubiese desaparecido y mucho menos para que la gente se acostase a descansar. Cerca de ese horario los leones solían salir del trabajo y se dirigían al mercado o a sus viviendas, así que no perdió la esperanza de encontrar al menos a uno de los hombres que se encontraba en la lista. El primero de ellos resultó ser un sujeto soltero y sin hijos que vivían en una casa grande, pero llena de botellas de licor y con olor a opio. El león era un alfa y lo recibió más que gustoso cuando se lo encontró en la entrada de su vivienda.

—¡Líder Park! —Un ligero aroma a alcohol provino del aliento del contrario—. Me alegra mucho tenerlo en mi morada. —Una sonrisa grande y de dientes chuecos le dio la bienvenida—. ¿En qué puedo ayudarlo?

—Deseo conversar algo con usted.

—Por favor, tome asiento. —El mayor le ofreció una silla y él divagó durante un momento, pero decidió sentarse—. Dígame para qué soy útil.

—Hace años fue contratado por mi padre, ¿lo recuerda?—empezó con suavidad y dirigió sus ojos hacia los contrarios, los cuales se achicaron con extrañeza, como si no entendiera del tema—. Terminó dándole una golpiza a un cachorro tigre.

—¡Santo Cielo, líder! ¡Jamás haría algo como eso!

—No le mienta a su líder —gruñó y, sin poder contenerse, se filtró en el humano el color dorado de los ojos de su león—. Dígame qué le hizo al tigre aquella vez.

El hombre perdió por completo la sonrisa—. De verdad no sé de qué habla, líder Park.

—Si no me responde tomaré represalias contra usted —amenazó—. Mi propio padre me dio esta información. ¿Está diciendo que él me mintió?

—¡No! ¿Cómo podría decir algo como eso?

—Entonces, dígame qué pasó.

Los ojos oscuros del hombre miraron los suyos durante unos cuantos segundos antes de suspirar, al parecer entendiendo que la situación no tenía otra alternativa más que responder.

—Su padre nos mandó aquella vez a perseguir a ese niño tigre. —El sujeto sacudió las manos con desinterés, mostrando en ellas algunas cicatrices—. Nos tardamos días en encontrarlo porque nos movimos a pie y por lo mismo bebimos gran parte del camino. Supongo que nos pasamos un poco de la raya cuando lo encontramos.

¿Supone?, se preguntó a sí mismo mientras apretaba los dientes. Una avalancha de pensamientos grotescos atravesaron su mente de tal manera que todo su cuerpo se entumeció. De repente imágenes en negro y anaranjado destellaron frente a él, mostrándole de paso un cabello cobrizo y unos ojos ámbar que difícilmente lograría olvidar, inclusive en otra vida.

Sabía que el hombre seguía hablando a su costado, su boca se movía y escupía cada tanto, como si tuviese que patear las palabras fuera de su boca. No obstante, ChanYeol no escuchó nada. Con la primera información fue más que suficiente para meterlo en un espiral de desazón que lo hizo cegarse por la rabia, por esa inquina que lo llevó a empuñar el arma que siempre cargaba a su costado, sobre la cadera izquierda, preparado para cualquier combate contra el líder.

Apenas sintió la cálida brisa de Beltane cuando hendió el cuello del león. El fuego se apoderó de sus entrañas y por un segundo no vio nada más delante suyo que un borrón oscuro que manchó su visual. Boqueó en el siguiente pestañeo y vislumbró al cuerpo tendido sobre el suelo, con la garganta atravesada por un tajo profundo del cual chorreaba sangre sin reparo, manchado el la terrosa superficie en la cual cayó el sujeto.

Era la primera vez que ChanYeol mataba a alguien.

Quizás fue una mezcla entre la adrenalina y el espasmo de su propia acción lo que lo llevó a enfundar nuevamente su espada y emprender la caminata hacia su hogar, en el cual lo esperaba BaekHyun. Ni siquiera pensó en el celo de este, en lo tarde que sería su llegada ni en lo asustado que podría estar su omega de su propia apariencia. En realidad, ni el propio ChanYeol sabía que su hanbok color celeste estaba cubierto de sangre, solo se dio cuenta de ello cuando su esposo pegó un grito apenas abrió la puerta. El tigre se encontraba leyendo en uno de los sofás del salón mientras tomaba una infusión.

—¡ChanYeol!

Unas manos pequeñas se posaron sobre sus mejillas y apretaron ahí, luego se dirigieron a sus manos y finalmente se trasladaron al cinto de su hanbok, del cual tiró. Solo en ese instante volvió a sus sentidos, percatándose que BaekHyun hablaba desesperadamente a la vez que intentaba desnudarlo.

—¿Qué pasó? —El tigre tiró del durumagi hacia atrás—. ¿Dónde estás herido?

Se dio un rápido vistazo—. No es mi sangre.

BaekHyun se detuvo y sus ojos se encontraron nuevamente. Ambar y hueso fueron aplacados por unos párpados junto con un suspiro agotado. A continuación recibió un golpe ligero en el hombro.

—¡Me asustaste!

—Estoy bien —insistió con poca voz, aún sin terminar de procesar lo que acababa de hacer.

—Desnúdate. Debemos comprobar que no te pasó nada —insistió el contrario luego de darse la vuelta con la intención de caminar hacia el baño, pero su diálogo acabó deteniéndolo.

—Sé que no me hice daño. —Se tomó un momento para pasar saliva y llevó la mano hasta la empuñadura de su espada para sacar la hoja de la funda. BaekHyun de inmediato se giró ante el sonido—. Lo maté.

Los ojos asustados de BaekHyun miraron el arma y luego pestañearon hacia él. ChanYeol sintió un profundo dolor en el pecho de repente, quitándole el aire y mareándolo momentáneamente. El olor de su omega llenó la habitación y, por consiguiente, estornudó.

—Tienes miedo —susurró con asombro y BaekHyun dio un paso hacia atrás, aún sin quitar la mirada del arma.

—Sé que he hecho cosas mal... —comenzó el contrario con cuidado y elevó ambas manos hacia el frente. Nuevamente ChanYeol sintió un pinchazo en el pecho.

—¿Crees que debes pagar por ellas? —preguntó casi sin aire.

—Creo que me harás pagar. Creo que, al menos en una parte, ya lo has hecho.

—No te haré daño —murmuró y dejó la espada sobre la mesa. Suspiró y procedió a quitarse el durumagi.

—¿No me dirás por qué llegas tan tarde y en estás condiciones? —BaekHyun pareció envalentonarse nuevamente, aunque luego volvió a enseriarse—. Te fuiste sin avisar.

—No podía quedarme contigo aquí. —Le dedicó una importante mirada a BaekHyun y este no hizo más que suspirar y bajar la cabeza.

—¿Es muy fuerte mi olor?

—Muy fuerte —insistió con cierta rudeza, aunque al final se le escapó una pequeña risa.

El omega pasó de preocupado a tímido de repente.

—¿A qué huelo? —Levantó la mirada completamente descolocado y se encontró con los curiosos ojos de BaekHyun—. Mamá siempre me instó a ocultar mi aroma, nunca he estado mucho tiempo sin ocultarlo.

—Manzanas.

—¿Cómo? —preguntó el otro con extrañeza.

—Hueles a manzanas.

Se encontró con la mirada de BaekHyun en ese momento, el joven pareció sorprendido de sus palabras, pero no hizo ningún comentario al respecto y simplemente se quedó en ese mismo sitio, pensativo. ChanYeol, por otra parte, tomó su espada y con ella fue al baño para limpiarla y después limpiarse a sí mismo. Al final puso una bata sobre su cuerpo y salió de la habitación, aunque con ello se encontró de inmediato a su esposo.

—¿Por eso pediste poner manzanas en nuestro altar? —curioseó BaekHyun con energía, como si todo el susto inicial se hubiese esfumado—. ¿Crees que tenga sabor a manzanas? —Frunció el ceño, totalmente extrañado por el comentario de su compañero—. ¡Me besaste en la ceremonia! ¿Tengo algún sabor?

—A sudor —susurró sin más y pasó por un costado de su esposo, quien bufó.

—Tienes razón. No tendría por qué saber a manzanas —musitó el contrario para sí mismo, aunque pareció un poco decepcionado.

—Quizás... —mencionó muy bajo, casi de forma inaudible—. Quizás tu lubricante tenga algún sabor.

Que comentario más inoportuno, pensó y de inmediato sus mejillas se sonrojaron, aunque fue peor el color que tomó el rostro de BaekHyun. ChanYeol, avergonzado por sus propias palabras, dio media vuelta y se metió en su habitación, la cual la encontró con la luz encendida y la cama algo desecha, de seguro porque BaekHyun llevaba esos tres días durmiendo en su cama, en el nido en el cual se revolcaba su alfa. El solo pensamiento lo hizo sentirse caliente y por lo mismo se puso aún más nervioso. Se dirigió a la ventana y abrió esta para conseguir un poco de aire fresco, pero solo consiguió que una brisa se colara por debajo de su bata, acariciando su piel desnuda. Con ello otro estremecimiento recorrió su cuerpo y por lo mismo prefirió dirigir la mirada a su cama. De inmediato la imagen de un BaekHyun adolorido y acalorado llegó a su mente, sonrojado y sensible por el celo, con las sábanas bajo él empapadas con su lubricante y el aroma a manzanas.

—Maldición —gruñó entre dientes y tiró de su propia bata para comenzar a vestirse.

A pesar de que con anterioridad tuvo algunos pensamientos subidos de tono, nunca intentó acercarse a ninguna persona para obtener ese tipo de intimidad. Era mal visto que los leones se emparejasen antes del matrimonio, especialmente si estos estaban en torno a la familia del líder. Por ello, ChanYeol se guardó todos esos años para su pareja y, ante acalorados momentos, no hizo más que acariciarse en un acto netamente instintivo. Sin embargo, se sintió incómodo al pensar que deseaba acariciarse en aquella casa en también habitaba BaekHyun, más aún al pensar que fue gracias al pensamiento de ese muchacho que de repente sintió el deseo de tocarse.

No se permitió a sí mismo complacerse, sería demasiado vergonzoso. No obstante, con el paso de las horas su cuerpo se tensó cada vez más al punto en que se sintió entumecido y el sudor corrió por su piel, preocupándolo a tal punto que llamó a BaekHyun a gritos, obteniendo que el omega corriese con apremio a su habitación, resbalándose con la alfombra que había en el pasillo.

—¿Qué sucede?

—Omega —llamó apenas, provocando que el susodicho se sentase a un costado en la cama y le pusiese las manos en el rostro.

—Estás hirviendo. —El tigre miró por la ventana, de seguro para estimar la hora—. Ahora me contarás qué hiciste para llegar ensangrentado. De seguro es eso lo que te tiene así. —BaekHyun se levantó y salió de la habitación, al rato volvió con un bol con agua y un paño que humedeció antes de colocar sobre su frente—. Dime.

—Maté a alguien. —El contrario asintió en espera de que le contase algo más—. Simplemente fue una venganza personal. No hubo lucha ni nada por el estilo. Solo... —Se encontró con los ojos de BaekHyun, de repente temeroso de que lo que dijese asustaría a su esposo—. Solo le corté la garganta. —La mano ajena se alejó y él temió—. Pero fue porque él hizo algo malo.

—¿Cometió deshonra a Leo? —curioseó el contrario con voz suave, ligeramente temeroso. El joven volvió a humedecer el paño para ahora limpiar el sudor de su cuello.

—No... En realidad... —Suspiró un poco antes de continuar—. Fue un poco más personal.

No quería comentarle a BaekHyun que asesinó a un hombre por él, creía que se sentiría estúpido, aún cuando sus actos traían consigo la sanción de un delito imperdonable, sin embargo, también creía que el tigre no se merecía nada bueno de su parte.

—No quieres hablar de eso —aseguró BaekHyun antes de llevar la toalla húmeda hasta sus manos, las cuales ni siquiera notó que sudaban también—. Está bien si no quieres contarme. Son tus cosas después de todo, no me incumben a mí. —El pelirrojo asintió, como si quisiese convencerse a sí mismo de lo que acababa de decir, cosa que lo extrañó—. Durante estos días pensé en lo que me dijiste antes de irte. —Esta vez los ojos ajenos se posaron en él, haciéndolo sentir extraño. Vio nuevamente lágrimas en esas órbitas, aunque quizás solo fueron delirios de la fiebre—. Soy infame, despreciable y perverso. —BaekHyun sacudió la cabeza, como si quisiese espantar los pensamientos—. Aceptaré lo que me quieras dar y no te pediré nada. Si a ti te parece mejor esto... Entonces, está bien.

Su conversación acabó ahí. El muchacho solo le dio una suave sonrisa antes de dejarle un paño sobre la frente y salir de la habitación. ChanYeol pensó que se iría a dormir, pero el omega volvió con una bandeja que tenía comida y algunos líquidos. Aceptó el té y la fruta picada antes de volver a recostarse mientras se dejaba acariciar por su esposo y ese paño húmedo que lo hizo sentir refrescante. No supo cuánto tiempo estuvo así. Imaginó que BaekHyun volvió a su habitación en algún punto de la noche, pero cuando despertó se lo encontró a un lado de su cama, aunque esta vez sentado en una silla. Por otra parte, al otro lado de la habitación estaba aquella leona madura recorriendo el sitio, estaba vez con un sahumerio que parecía ser de hojas de eucalipto.

—Despertó, líder Park —saludó la Sacerdotisa con ternura, llamando la atención de BaekHyun y haciendo que este se concentrase en él—. Su esposo me llamó antes de que siquiera saliese el Sol. Al parecer, apenas volvió a casa cayó nuevamente en cama. —La mujer dejó el sahumerio en un plato de piedra que trajo consigo y se acercó a los pies de la cama—. Así como esperaba, el león está pujando dentro de usted. No creo que dure más de un mes.

—¿Qué? —BaekHyun fue el primero en responder. El joven se puso de pie y se acercó a la leona, olvidándose por un momento que él seguía ahí—. Pero es un hombre joven y sano, aún no supera los treinta.

—Necesita a su omega —respondió la Sacerdotisa como si fuese obvio.

—Pero ¡estoy aquí!

—No, no lo estás —regañó ella, dejando atrás esa actitud amorosa de la mujer—. Es como poner una jarra de agua al lado de una planta sedienta. No porque estén juntos funcionará. Deben unirse de otra manera. —Esta vez ambos guardaron silencio, de seguro porque le encontraron razón a la mujer—. Además, tu tigre también te está dañando, ¿no? —El aludido miró con cierto asombro a la leona—. Las heridas duelen cada vez más...

—¿Qué está diciendo? —preguntó entonces y dirigió una mirada rápida a BaekHyun, quien se toqueteó el hombro izquierdo con la mano derecha, como si quisiese esconderse detrás de la extremidad.

—El tigre araña desde dentro, pudriendo la piel —canturreó la mujer y fue en busca de su sahumerio—. Pronto generará heridas tan grandes que no podrá comer, respirar ni fecundar.

—Tus heridas —susurró entonces, recordando la primera vez que BaekHyun estuvo en su casa—. ¿Aún no sanan? —El tigre negó y él suspiró—. ¿Moriremos?

—Exacto.

—¿Así sin más?

La leona asintió—. Probablemente el tigre dure más que tú. Él sabe que tiene la culpa de esto y necesita castigar al humano durante un tiempo.

BaekHyun sollozó y volvió a caer sobre la silla. ChanYeol por un momento se sintió mal al verlo así y también tuvo ganas de regañar a la sacerdotisa por ser tan insensible con sus palabras, pero llegó a la conclusión de que se lo merecía, que lo que vivía su esposo se lo merecía por todo aquello que le hizo, porque una herida y un abuso no eran suficiente para... ¿No lo era? ¿Qué más debía padecer BaekHyun para saldar la cuenta que parecía tener?

—Entonces, ¿debemos enlazarnos? —preguntó con cuidado, llamando la atención de los dos presentes en la sala.

—Sí, es bastante fácil. —La mujer sonrió ampliamente, como si esa aura gris de advertencia se hubiese emanado de inmediato—. Incluso es hasta placentero.

—En cuanto a mí —susurró y se impulsó con sus manos para sentarse en la cama—. ¿Qué me hace el león?

—Nada. Solo sucumbe ante las feromonas de tu omega.

Frunció el ceño, confundido—. ¿Qué quiere decir?

—Es la rutina del alfa lo que te está matando. —La mujer mostró una mueca—. Lamento truncar tus planes, pero no podrás estar en la misma habitación que tu omega durante mucho tiempo sin que la rutina aflore, con ello vendrá el calor, el cual se convertirá en fiebre, la presión elevará los latidos de tu corazón y tu respiración se acortará. Será como ahogarse en un calvario por no poder tomarlo.

—¿No hay otra solución? —preguntó desesperadamente. A su lado aún podía escuchar al omega sollozar.

—Separarse, quizás. No vivir juntos permitiría no olerse. —La leona ladeó la cabeza, como si lo pensase—. Podría funcionar para ChanYeol, pero no para el omega.

BaekHyun ahogó el llanto y bajó la cabeza antes de suspirar. Finalmente dirigió los ojos hacia él y asintió con convicción.

—Podemos hacerlo. —Abrió la boca para pedirle al otro que se aclarase, pero el chico se apresuró en continuar—. Puedo vivir en otro sitio y cuidarme solo. Tendría que aprender algunas cosas, pero podría...

—Eres mi esposo —susurró—. La gente pensará que algo está mal con nosotros.

El omega apretó los labios, de seguro porque quiso decir algo que al final se guardó. Él supuso de qué se trataba, a fin de cuenta, realmente habían muchas cosas mal entre ambos.

—Lo conversaremos —dictaminó hacia la Sacerdotisa, quien tan solo asintió con una suave sonrisa, comprensiva—. Por favor, déjenos todo lo necesario para cuidarnos mientras tanto.

No fue una respuesta que la mujer deseó escuchar, pero no hizo ningún comentario al respecto y tan solo asintió antes de salir de la habitación. BaekHyun se apresuró en seguirla para despedirla en la puerta y luego volvió a su habitación, aunque seguía igual de cabizbajo que en un inicio y tan solo se limitó a pararse en la puerta.

—Si necesitas algo llámame. Estaré en el jardín —avisó el menor antes de retirarse de la habitación.

Frunció en ceño. Hasta el momento no tenían realmente un jardín, solo el pequeño patio delantero que tenía algunas plantes que dejaron algunas omegas del palacio principal a petición de su madre. Antes de BaekHyun, ChanYeol nunca se interesó por las plantas, al menos no lo suficiente como para dedicarse a ellas, en su familia tampoco tenían dicha cultura, así que solo convivía con aquellas que estaban en el palacio y eran más bien ornamentales. No obstante, sabía lo que significaba un jardín para su esposo y algo dentro de él lo llamó a ponerse de pie, inclusive cuando se sentía aún algo acalorado. De igual forma, se sentía mucho mejor que la noche anterior, de seguro porque la Sacerdotisa debió darle algo para aplacar el dolor.

A paso lento caminó por la casa y se dirigió a una de las últimas habitaciones, un pequeño sitio donde dispuso para lavar la ropa y cocinar al exterior, lugar que daba hacia la izquierda al lago, pero también a un extenso pedazo de tierra que cercó para limitar un poco más su hogar. El omega se encontraba sentado en uno de los escalones que bajaba, mirando la tierra ligeramente suelta que había delante de él.

—¿Qué haces? —preguntó con su usual voz ronca, sobresaltando al contrario.

—Nada. Solo miraba el paisaje.

Con cuidado tomó asiento al lado del tigre, a una distancia prudente. Ahí fuera el clima era aún más cálido que en el interior, sofocándolo momentáneamente.

—¿Por qué la tierra está así?

—Intento hacer el jardín. —El pelirrojo no le dirigió la mirada a la hora de hablar y tan solo permaneció con la mirada fija en el suelo—. Encontré algunas herramientas. Me dijiste que podía tomar lo que quisiese, así que intenté hacerlo por mi cuenta durante los días que no estuviste. —En ese momento se encontró con los ojos bicolor y algo tembló en su interior. Olía a manzanas húmedas—. Hacerlo solo es mucho más difícil de lo que pensé. —El joven ladeó la cabeza mientras miraba hacia el frente—. Durante estos días me di cuenta que en realidad nunca estuve realmente solo, hasta ahora.

—Me tienes a mí —susurró en un intento de alentarlo, pero el otro tan solo soltó una risa triste.

—Eso no es cierto. No te tengo.

Quizás BaekHyun tuviese razón. Poco antes del almuerzo se marchó, dejando a su esposo solo en la casa. El joven no le dijo nada antes de irse, tan solo miró por la ventana mientras bebía una infusión, como si aceptase un fin desastroso.

Pensó en ello durante todo el camino en dirección a la casa de su madre. La herida en su pierna mejoró considerablemente, el bastón estaba más que olvidado en una de las esquinas de su despacho y en su caminar no quedaba más que una ligera cojera apenas perceptible, de dolor ya no había nada y de incomodidad muy poco. Sin embargo, creía en lo que decía la Sacerdotisa. El león ya no tenía heridas físicas para dañarse a sí mismo, pero podía hacerlo por otros medios, como lo era a través de la rutina de un alfa, la cual no solía presentarse a cambio de que estuviese un omega en celo, como si fuese un llamado que le daba la naturaleza para indicarle que estaba listo para aparearse con una pareja potencial.

En una nube de pensamientos llegó a la vivienda de sus padres, aunque solo se encontró con su madre acomodando las cosas en el comedor para almorzar.

—¡Hijo! —saludó ella con alegría apenas lo vio y luego tiró de su brazo—. Oí lo que hiciste. Los betas nos avisaron.

—¿Qué cosa? —preguntó con confusión y apreció la sonrisa grande de la leona.

—De la venganza por tu omega —respondió ella con obviedad. Justo en ese momento entró su padre en la habitación con un semblante agotado.

—¿Mi omega?

—BaekHyun —respondió ella con suavidad y le dio una sonrisa pequeña, casi avergonzada—. Quiero disculparme contigo. No fui una buena madre, no te ayudé con tu boda ni te mostré todo lo feliz que estaba por que te unieras en nupcias. —Ella acercó las manos hasta sus mejillas y acarició con suavidad justo cuando dejó un par de lágrimas caer, emocionada por sus propias palabras—. ¿Me perdonas?

—Por supuesto, madre. Además, sabes cómo es mi relación con BaekHyun. —Hizo una mueca y se concentró en la comida, todo parecía listo para el almuerzo—. ¿Por qué parece tan amable de repente? Él nunca le cayó bien.

—Hubiese sido más amable si supiese por todo lo que pasó. —La mayor le dedicó una importante mirada a su esposo, filtrando un regaño implícito detrás.

Supo de inmediato que nada pasó entre sus padres más allá de una conversación tensa y un reencuentro amoroso. Así como debían ser las parejas destinas, ambos lograron encontrar el punto exacto para complementarse, entenderse y aceptarse. Quizás eso debería hacer con BaekHyun.

—Quiero invitarlo a tomar el té —dijo ella de repente, sacándolo de sus pensamientos—. Luego del almuerzo ve a buscarlo, iremos al mercado a comprar cosas.

Frunció el ceño y se dispuso a hablar, pero fue su padre quien se le adelantó—. ¿Ustedes dos?

—Sí —respondió ella como si nada mientras bebía de una tasa con agua—. ¿Por qué? ¿No podemos?

El león mayor le dedicó una mirada, fue una pequeña conversación entre padre e hijo que invitaba al entendimiento de la leona, pero al final no concluyeron nada y se voltearon hacía ella para decirles que no había ningún problema.

A pesar de que eran parte de la familia líder, realmente no solían tener ningún inconveniente a la hora de salir en público. Quizás la gente se acercaba y hablaba de sus propios problemas con la esperanza de que eso fuese a ayudarlos de alguna manera —y generalmente lo hacía—, pero más allá de ello no corrían ningún peligro.

—Además, esos hombres ya no le harán ningún daño. —Confundido miró a su madre, quien comía alegremente—. Tú te deshiciste de ellos, ¿cierto, cariño?

Hizo una mueca—. Solo de uno.

—Tu padre se deshizo del otro. —La leona brilló cual Sol y miró a su esposo—. ¿Verdad, amor?

—Desobedecieron las órdenes del aquel entonces líder Park SungJin, lo cual se considera deshonra a Leo —mencionó su padre como si fuese necesaria una explicación. El ojo del hombre se posó en él—. Eso fue lo que le dije al Concejo esta mañana. Se enteraron de la muerte del hombre al que mataste, así que tuve que contarles.

—¿Le contaste lo de BaekHyun? —preguntó asustado. Sabía que los hombres no podrían divulgar ese tipo de información, pero entre más gente lo supiese, más difícil sería mantenerlo en secreto.

—No. Solamente les mencioné que desobedecieron mis órdenes y que decidimos hacer cumplir la ley por mano propia.

Suspiró y se llevo una mano a la frente para tirar de su Manggeon con la intención de evitar el naciente calor que de repente creció en su cuerpo. Se suponía que no tendría rutina si no permanecía cerca de BaekHyun, pero aun así se sintió mareado mientras escuchaba a su madre masticar alegremente.

—¡Oh! Mi yerno también debe aprender a cazar —mencionó la leona con alegría, saltando de tema—. Podríamos contactar a alguien para que le enseñe.

—Le dije que lo llevaría a un curso con los cachorros —soltó sin más, olvidándose de lo que implicaban sus propias palabras, de seguro por eso su padre se atragantó con el agua que bebía.

—¡¿Cómo puedes hacerle eso al líder omega?! —indagó su madre, indignada.

—Se lo merece —dijo sin más, como si fuese una frase en automático.

—No se lo merece —soltó entonces su padre con cuidado, sorprendiéndolo—. Le designaremos a uno de los mejores omegas cazadores para que pueda ayudarlo.

Hizo una mueca. Sabía que su esposo no se llevaba bien con los leones adultos y no quería estar a su lado durante cada entrenamiento, sin embargo, eso lo tendría que decidir su esposo y su madre se lo reiteró cientos de veces, así que no le quedó más que acceder a la petición de la leona. Como omega y pareja de uno de los líderes, su madre era increíblemente consentida, por lo que no estaba acostumbrada a recibir un no por respuesta. Su insistencia fue tal que la mujer lo acompañó hasta su vivienda para buscar a su esposo. ChanYeol apenas abrió la puerta se encontró con el rostro ligeramente preocupado de BaekHyun, el joven estaba con una ropa ligera y parecía muy sucio, recubierto de tierra y barro.

—¡Santo Cielo! —expresó su madre a sus espaldas.

El tigre recién entonces fue consciente de que la mujer lo acompañaba, probablemente por eso retrocedió con algo de temor y lo miró a los ojos, como si buscase en ellos algún tipo de explicación; ChanYeol decidió dársela.

—Madre quería pasar a saludar —soltó con simpleza.

—Eso no es cierto —alegó ella y de inmediato se hizo paso dentro de la vivienda—. Hijo, quiero invitarte a toma el té y luego dar un paseo por el mercado.

BaekHyun volvió a concentrarse en ChanYeol porque los ojos de la mujer no se desapegaron en ningún momento de los suyos, como si se hubiese dirigido a él, cosa extraña porque la leona nunca le hablaba, mucho menos le llamaba «hijo».

—¿A mí? —preguntó el tigre de igual forma, extrañado. ChanYeol asintió—. ¿Ahora debo acompañarlos?

—¡Sí! Déjame ayudarte a escoger tu ropa. —Su madre no tuvo ningún tipo de reparo a la hora de  meterse dentro de la casa. Caminó directo a la habitación principal—. ¿Dónde duermen?

—Yo en la primera habitación —contestó sin muchas energías.

—Yo en la segunda habitación que está del otro lado del pasillo —respondió BaekHyun con algo de vergüenza y se acercó un poco hasta donde estaba la mujer.

La leona no hizo ningún comentario al respecto, aunque pareció tener ganas de hacerlo. Sin embargo, BaekHyun llegó a tiempo a su lado como para abrirle la puerta de su habitación. La única vez que estuvo ahí fue cuando ChanYeol lo despertó para presentarlo como su esposo, luego de eso siempre se topó con la puerta semiabierta, por lo que nunca vio mucho más que la cama, tampoco le interesó mucho en aquel momento. Sin embargo, en ese instante se concentró un poco más. La habitación no era muy diferente a las demás que habían en la casa, ChanYeol las adornó superficialmente y así seguía, BaekHyun no hizo mucho para hacer propia esa habitación, incluso cuando ya llegó gran parte de las pertenencias del chico, las cuales consistían más en ropa y maquillaje que en otra cosa.

—Toda tu ropa es bonita —elogió su madre cuando el tigre le abrió el armario.

—Gracias, señora Park.

—Oh, puedes decirme madre, cariño.

La mujer dejó una suave caricia en el cabello sucio del castaño y él suspiró al ver la expresión del muchacho, totalmente estupefacto por las acciones de la mayor, y no era de extrañar, la leona nunca se comportó de buena manera con el tigre luego de que este llegó a Leo. De seguro para BaekHyun debía ser sorpresivo todo lo que sucedía y por eso ChanYeol decidió hacerle una pequeña indicación con la mano para que se acercase a su mano.

—Madre, prepararé el baño para mi esposo. Por favor, escoge algo agradable y fresco para él —pidió con cierta exigencia, con el deseo explícito de que la mujer no insistiese en permanecer al lado de ambos.

Salió de la habitación y BaekHyun lo siguió muy de cerca. Se metió al baño y cerró la puerta luego de que su esposo se metiese detrás de él. Ni siquiera le importó estar tan cerca de su pareja y simplemente tiró de él hasta la ventana de la pequeña habitación, alejándose lo más posible de la puerta con la intención de que su madre no escuchase su conversación.

—¿Qué pasó? —preguntó el pelirrojo y ChanYeol soltó el agarre—. ¿Por qué tu madre se comporta así de repente?

—Es genuina. —BaekHyun pareció sorprendido con eso, inclusive miró hacia la puerta, como si esperase encontrarse a la mujer del otro lado—. Quiere disculparse por lo mal que se comportó contigo.

—¿Por qué?

Se mordió el labio inferior, nervioso. No supo si decirle la verdad a su compañero, pero sabía que no sería bueno ocultarle las cosas, así que al final solo suspiró y asintió para alentarse a sí mismo.

—Le pregunté a mi padre lo que te sucedió de cachorro. —BaekHyun abrió los ojos ante la sorpresa, pero no lo interrumpió—. Dijo que él ordenó una golpiza, no una violación.

El joven se apresuró en taparle la boca con una mano y lo miró apenado, pareció realmente avergonzado y ChanYeol se arrepintió de lo que dijo.

—No lo digas así —se lamentó el contrario, azorado, y alejó las manos de él para luego enfocarse en el suelo.

—Lo siento. No fue mi intención sonar tan vulgar. —El tigre le dio una rápida mirada, debió de ver algo en su expresión, porque solo asintió y se concentró en la ventana—. Mi madre nos escuchó y se sintió mal por tratarte como lo hizo durante todo este tiempo, así que quiere remediarlo.

—¿Así sin más? —preguntó el contrario, sin creérselo—. ¿Está perdonando al tipo que casi mató a su hijo porque fue mancillado? —El tigre ni siquiera mostró tristeza, más bien pareció enfadado—. ¿Así sin más me perdona?

—No creo que estés perdonado —se sinceró—. Solo creo que quiere saldar lo que nos hizo y levantar una especie de tregua. Supongo que algo debió sensibilizarla.

BaekHyun se mordió su propio labio inferior, inseguro. ChanYeol se detuvo ante la imagen, se concentró por completo en esos dientes blancos apretando el trozo de carne rosáceo. Por un momento no estuvo nada más en su mente que la humedad que portaban los labios del contrario y el aroma a manzanas. Sintió calor.

—Es mejor que te bañes y la acompañes. —Dio un paso para retirarse, pero el joven de inmediato lo tomó por el brazo para detenerlo.

—¿No nos acompañarás?

—¿Necesitas que lo haga? —Tiró de lo alto de su hanbok, sofocado.

—¡No puedo estar solo con tu madre! —BaekHyun se acercó más a él, haciéndolo estornudar. Ambos parecían estar tan acostumbrado a ese acto que la conversación continuó sin más—. Además, estará lleno de leones. No puedo estar solo.

—Dijiste que no podías contar conmigo —dijo con cuidado, más porque le estaba faltando el aire que porque quisiese ser hiriente con sus palabras.

—Lo sé, pero eres mi esposo, mi alfa. Estoy seguro de que no me harás nada y me cuidarás —se sinceró el pelirrojo y tiró de su hanbok, pidiéndole mudamente que aceptase.

—¿Estás seguro? —preguntó con los dientes apretados, con el sudor ya bajando por su frente.

—Claro que sí —contestó el otro con convicción, sin un ápice de duda.

—¿No tienes miedo de lo que pueda hacerte? —BaekHyun pareció confuso ante su pregunta. ChanYeol ni siquiera lo pensó mucho y enfocó la mirada en el cabello color fuego de su compañero, deseó tocarlo—. Soy un alfa después de todo.

—Pero eres el mío.

Ni siquiera lo dudó, simplemente llevó una mano hasta el cabello tomado de su compañero y recorrió la cima hasta que se detuvo en el moño que siempre debía llevar por peinado el omega líder. Posó ahí su gran mano y bajó hasta el cuello ajeno, acariciando la nuca del contrario. BaekHyun quedó completamente tieso ante cada uno de sus actos y no hizo más que alzar la barbilla cuando él hizo presión en la zona, buscando abrirse paso entre la ropa del contrario para tomar un poco más de su espalda, aunque solo un poco. Recorrió con la llama de sus dedos la columna del contrario y BaekHyun gimió audiblemente ante el acto. Ambos se quedaron mirando.

—¿Qué quieres hacerme? —preguntó el pelirrojo de repente, descolocándolo y llevándolo a la realidad nuevamente.

Alejó la mano del cuerpo ajeno como si le quemara y dio un paso atrás, atemorizado de sus propias acciones. El calor le llegó como una avalancha y sintió que se quedaba sin aire, así que caminó hacia el lavadero que había en el baño con la intención de mojarse el rostro, pero apenas alcanzó a abrir la llave antes de que el mareo lo hiciese afirmarse de la piedra con ambas manos. BaekHyun no tardó en llegar a su lado para salvaguardarlo.

—¿Qué pasó?

—Me siento mal —susurró y tiró nuevamente del listón del hanbok para buscar un poco más de aire. El menor entendió sus intenciones porque llevó las manos hasta su ropa y tiró de ella para quitársela.

—¿Qué tan mal te sientes?

Una mano llegó a parar a su mejilla, probablemente para comprobar la temperatura, pero el tacto se sintió con una ráfaga de aire fresco, por eso sujetó la mano cuando el contrario tuvo intenciones de apartarla y dudoso agarró aquella extremidad con ambas manos con la esperanza de averiguar si su esposo tenía las manos heladas como para transmitirle tanta frescura de repente. No fue nada de eso, pero sí sintió un increíble sosiego cuando sujetó las manos de su pareja.

Miró al joven a los ojos—. Te diré una locura, así que no te asustes.

—Me estás asustando —confesó el joven de inmediato, aunque pareció divertido.

—Tu tacto me calma —dijo sin importarle lo que su confesión podría ocasionar—. Creo que calma a mi león.

BaekHyun miró sus manos unidas—. Tiene sentido.

—¿Estuviste trabajando en el jardín? —cambió de tema de forma intencional, tuvo la intención secreta de comprobar si se le pasaba el malestar una vez que tuviese sujeto a su pareja por el tiempo suficiente—. ¿Por eso estás tan cochino?

—Sí, intenté remover la tierra. —El pelirrojo no intentó soltarse de él y solo continuó con la conversación, cosa que ChanYeol agradeció.

—Le diré a unos betas que nos ayuden.

—Quiero hacerlo yo. —BaekHyun se removió y tiró de su mano casi en un acto inconsciente—. Quiero que este sea nuestro jardín.

—No he hecho nada —susurró sorprendido. No esperó que su esposo lo considerase en ese tipo de cosas, cuando parecían ser tan personales, tan propias de él.

—Pero ahora somos un nosotros —musitó el joven más para sí mismo y ChanYeol no pudo evitar sonreír.

No podía creer que encontrase en BaekHyun lo que siempre buscó en un omega, incluso considerando por todo lo que tuvo que pasar para tenerlo a su lado.

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*Binyeo: Alfiler grande que sostiene el moño del peinado coreano tradicional de las mujeres casadas (Jjokjin Meor).

*Baji: Parte inferior del hanbok de hombre. Pantalones.

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Siento que ha pasado un siglo. 🤣
Lamento mucho la tardanza de la actualización. 😞

Aún no tengo presupuestado el cierre de la historia, pero he trabajado en ella con gusto, así que me siento contenta por eso. 🙈💗

Muchas gracias por estar aquí. Espero que disfruten de la lectura. 💫

Saludos y besos, Ary. ♥️

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