Capítulo IX
Sus ojos se abrieron ante la luz del sol y de inmediato se encontró con lo alto del techo, el cual no acostumbraba ver. Generalmente, en las mañana se encontraba con troncos gruesos atravesando su morada, sin embargo, en ese momento había una especie de cúspide sobre su cabeza y fue esa sensación momentánea de desconcierto la que lo hizo sentarse en la cama con urgencia. Un dolor increíble recorrió su cuerpo, lo sintió pesado y adolorido como si hubiera hecho ejercicio durante todo el día anterior. El solo recuerdo lo hizo sonrojar. Claro que hizo ejercicio la noche anterior, se entretuvo entre las piernas de BaekHyun, Santo Cielo. Al rememorar el momento se puso de pie con la intención de buscar a su esposo, porque cuando despertó en la habitación que los acobijó la noche anterior no lo encontró.
Se vistió rápidamente con algo fresco y ligero y se dirigió a la cocina para buscar un poco de comida antes de emprenderse en su recorrido en búsqueda de BaekHyun. ¿El chico decidió irse después de lo ocurrido la noche anterior? No tenía sentido, creyó que todo fue lo suficientemente ameno como para pensar que el contrario huiría de él. ¿O realmente su situación fue tan fatídica como para que el otro pensase eso?
—Alfa. —Una sonrisa radiante se presentó delante de él. BaekHyun le habló desde el interior de la cocina con platos llenos en las manos—. Justo pensé despertaste.
El omega pasó por su lado para ir a la mesa del comedor, la cual tenía unas cuantas comidas preparadas sobre la superficie. Se preguntó cuándo su compañero hizo eso y por qué pareció tan recompuesto cuando él tenía que hacer un esfuerzo para levantar sus propias piernas.
—Lo hice yo —comentó el otro, refiriéndose al desayuno—. ¿Te gustaría probarlo?
Asintió sin mucho ímpetu, aún demasiado sorprendido por la imprevista actitud que tenía su esposo. Ciertamente, no era la primera vez que el omega le preparaba el desayuno, ya lo intentó en el pasado; un par de ellas ChanYeol las rechazó y supo que hizo algunas en otros momento, veces que de seguro no probó porque el tigre le preparó algo en el momento justo que él ya tenía previsto irse temprano a la morada del líder. De alguna forma, sabía que BaekHyun se esforzaba por ser un buen esposo. Sin embargo, ChanYeol esquivó presenciarlo durante mucho tiempo, la sola imagen se le hizo fatídica en un pasado.
De igual forma, ya pasaron varias cosas lo suficientemente extrañas como para seguir cuestionándose la vinculación que tenía con su esposo. Es decir, lo marcó la noche anterior, era normal que su forma de relacionarse fuese distinta. ChanYeol pensó en eso cuando se sentó en la cabecera de la mesa mientras veía que su esposo posicionaba la variedad de alimentos a lo largo de la misma. BaekHyun se sentó a su izquierda y le sonrió con cierto nerviosismo cuando sus ojos se encontraron.
—¿Ves? —El pelirrojo ladeó la cabeza, mostrando su cuello con la marca. ChanYeol se tensó—. ¿N-No crees que es bonita?
Miró fijamente la herida y luego el rostro de su esposo. Sus ojos bicolor lo miraron con ilusión, recordó entonces que BaekHyun tenía deseos de enlazarse y formar una familia, ese joven realmente quería a alguien a su lado y, a pesar de sus intenciones iniciales, no parecía para nada disgustado con que fuese él quien se quedase a su lado. ¿Quién lo diría? Después de todo lo que rehuyó, ahí estaba, preparándole el desayuno y mostrándole orgulloso lo que para ChanYeol aún seguía pareciendo una sentencia de muerte.
—Sí, se ve muy bien en tu cuello —comentó por comentar y dio una pequeña sonrisa porque BaekHyun pareció esperar eso más que algún otro gesto de su parte.
Dejó que el contrario le ofreciese cosas y le sirviese, comió con gusto porque el platillo era una delicia, de seguro después de mucho esfuerzo porque, cuando entró a la cocina, vio lo sucia que quedó esta, llena de ollas por todos lados y de verdura mal picada metida en un bol, de seguro para dárselos a los cerdos del palacio, costumbre que tenía su esposo y que los obligaban a llevar a un beta una vez a la semana para que se llevase toda la basura orgánica.
—¡Hoy quiero hacer muchas cosas! —El tigre movió sus manos. Pareció tan fuera de sí que ChanYeol se detuvo un momento a mirarlo—. Quiero aprender a cazar. Haré eso de los cachorros que dijiste.
—¿Sí? —preguntó sorprendido—. ¿Hoy?
El joven le asintió con entusiasmo y le sonrió antes de continuar entretenido en su comida. ChanYeol solo lo miró de reojo y continuó comiendo. Contrario a como sucedió en otras ocasiones, la conversación de cosas banales surgió con mucha mayor facilidad y ambos acabaron hablando sobre qué cosas debían poner en el cuarto que ahora compartían, porque sí, de alguna forma se dio por asumido que dormirían en la misma habitación. ChanYeol no estuvo del todo seguro si esa era una buena idea. Realmente, había algo de miedo en él. Seguía sin confiar del todo en el omega y, a pesar de que lo marcó la noche anterior, no había un real cambio, todo se sentía igual que siempre. Era BaekHyun quien parecía fuera de sí.
Aceptó y permitió la emocional del otro, dejó que hablase tanto como quisiese de cómo le gustaría decorar la casa, que quería que hicieran un cuadro de ellos y que esperaba que, por lo menos, pudiesen comer el desayuno juntos diariamente. A pesar de que solía quejarse, le gustó ver al tigre tan animado, como si de nuevo le fuese a enseñar a cómo preparar trampas para animales pequeños.
—¿Estás seguro? —preguntó cuando llegaron delante de las puertas del lugar de entrenamiento.
ChanYeol debería estar en su oficina a esas horas, pero se dejó llevar por la sonrisa y los ojos emocionados de BaekHyun. Acabó caminando por detrás de un animado joven que recorría el camino a saltos y se giraba a mirarlo con una sonrisa antes de pedirle que se apresurase, claramente ansioso. A pesar de lo inusitado de su actuar, el león solamente sonrió. Le gustaba ver a BaekHyun vestido como guerrero, dejando sus hanboks de colores pálidos en el armario para reemplazarlo por un oscuro traje de tonos rojizos, como una jarra de vino delicioso.
—Líderes —saludó una de las maestras al verlos llegar—, es un gusto verlos.
—Igualmente. —ChanYeol sonrió por cortesía y posó una mano en la espalda baja de su esposo con la intención de que la leona pusiese la atención en él—. Como bien sabrá, el líder omega no sabe cazar, dado que no fue criado en Leo. —Se enfocó en los ojos de la mujer y pidió—. Me gustaría que le enseñase.
—¿Yo? —preguntó ella, sorprendida.
—Quien esté más capacitado para hacerlo —determinó en una orden y su esposo solo sonrió a su lado.
—Oh, claro. Estaremos encantados de recibir al líder omega. —La maestra hizo una referencia y se dirigió al tigre—. ¿Cuándo le gustaría empezar?
—¡Hoy mismo!
Cada vez estaba más seguro que su esposo enloqueció. En la medida que pasaban los días todo cambió tan drásticamente que de repente sintió que vivía con un hombre de ensueño. Así como lo pidió, los desayunos se compartieron, al igual que las cenas. BaekHyun hizo su vida con menor temor a los leones; a pesar de que no salía de compras sin él, sí lograba ir solo a sus clases de caza, a la cual iba acompañado con un beta hiena, adolescente exiliado de Hyaena que Leo acogió como refugiado gracias a YiXing, quien insistió que el joven se involucrase en la escuadra de guardias de los líderes. ChanYeol no hubiese puesto a un chiquillo a cuidar de su esposo si no fuese porque este era de otra raza, lo que permitía que el omega se sintiese mucho más tranquilo.
Entre esos días de euforia de su esposo acabaron los dos sonriendo frente a uno de los mejores pintores de Leo. Estaban haciendo su cuadro de pareja y, a pesar de que estaba tomando días, resultaba satisfactorio para ChanYeol ver el reflejo de ambos en el papel con una sonrisa radiante, con la marca aún rojiza del omega y esos ojos bicolor del mismo. Fue el mismo BaekHyun quien dijo que quería salir sin ningún velo y quizás por eso mismo su sonrisa demostraba tanta sinceridad en el retrato.
A pesar de que no debería, de que sabía que tenía que ser sumamente cauteloso con su cónyuge, poco a poco iba aflojándose con su esposo. Su clara actitud de disposición hizo las cosas mucho más fáciles, BaekHyun tenía disposición para hacer que las cosas entre ellos fuesen mejor y eso fue el bálsamo suficiente para aliviar parte de sus heridas. Quizás fue la unión, la marca o algo más, pero hubo un cambio entre ellos que, en su gran parte, fue gracias al tigre.
—¡Alfa, el desayuno! —se escuchó desde la distancia.
Él abrió los ojos y volvió a encontrarse con ese techo alto con el que convivía diariamente. A pesar de que hizo de otra su habitación, de alguna forma terminó llegando todas las noches al lecho donde mordió a su omega. Desde esa noche que llegaba a la misma habitación y que dormía con su esposo como si esa fuese la rutina durante toda su vida de casado. Así de incierto como ha sido siempre, BaekHyun generó en ellos una dinámica extraña que, a pesar de la incertidumbre que a veces generaba, a ChanYeol le agradaba. Le gustaba llegar a casa y que alguien lo esperase con una sonrisa y un plato caliente de comida, le gustaba que el tigre le leyese uno de los tantos libros que tenían mientras él revisaba papeleo en su oficina; a pesar de la distracción, era agradable.
También le gustaba el esfuerzo que ponía. No se lo decía directamente, pero sabía que el omega no solo se esforzaba en sus clases de caza, sino que también iba con reiteración a la casa de su madre para aprender a cocinar. La mujer le contó un día con simpleza mientras se encontraba acompañándola cuando ordenaba sus especias para el té.
—¿Baek ya preparó el pastel de papas? —preguntó ella de manera casual mientras pelaba el cardamomo.
—¿Pastel de papas? —preguntó con extrañeza y descabezó las margaritas, todo a petición de su madre, quien le pedía favores como si él ya no tuviese mucho que hacer con Leo—. No hemos comido pastel esta semana.
—Oh, de seguro ya lo preparará —dijo ella emocionada y continuó con su tarea.
—¿Por qué pregunta? ¿Planean hacer algo?
La leona lo miró con extrañeza—. ¿No te dijo? Viene aquí durante las tardes para practicar en la cocina conmigo.
ChanYeol miró sus propias manos y la próxima vez que habló lo hizo con un tono mucho más bajo—. ¿Por qué lo hace?
—Porque quiere agradarte. —Soltó un suspiro, frustrado—. Porque le gustas, hijo. Claramente, quiere impresionarte y llevarse mejor contigo.
—¿Gustarle?
Miró directo a los ojos de su madre, quien pareció afligida al escucharlo, de seguro porque pensó que ella no era la persona correcta para decirle aquello. No obstante, ya estaba dicho. Ahora no podía sacar de su mente lo que le dijo la mujer y fue eso mismo lo que pensó durante todo el día, fue lo que lo acompañó camino a casa y lo que lo hizo dirigirse directamente al patio trasero para ver a su esposo, dado que sabía que se encontraría con este arreglando su jardín. ChanYeol lo ayudaba cada vez que tenía tiempo libre, por lo que su patio trasero se volvió de un momento a otro en un pequeño espacio lleno de prematuras posibilidades.
—Llegué —avisó sin mucha energía, aún cansado por el arduo día de trabajo.
—¡Alfa! —saludó el otro alegremente y se puso delante de él con la cara llena de tierra y la sonrisa en los labios.
ChanYeol no entendía, Santo Cielo. ¿Por qué ese hombre le sonreía cuando tres meses atrás parecía querer matarlo cada vez que lo tenía en frente? Fue realmente así, ¿cierto? ¿Fue BaekHyun quien lo renegó primero? Incluso ahora dudaba de sus propias recuerdos. El cambio súbito de la actitud de BaekHyun solo lo hacía perderse cada vez más en la incoherencia que generaba el contrario. Seguía creyendo que vivía en un mundo de ensueño del cual pronto caería, terminaría estampado contra el fondo de un abismo en el momento que se encontrase con el verdadero ser hostil que era el omega.
No obstante, había muchas cosas que ChanYeol no sabía; muchas lágrimas que no vio, gritos que no escuchó, peticiones que no entendió. A pesar de que en ese momento no lo sabía, BaekHyun lloró toda la tarde entre sus plantas porque dolía intentarlo tan arduamente sin recibir nada a cambio. No obstante, entendía y estaba bien, se lo repetía cientos de veces: "me lo merezco", "es mi culpa", "está bien". Además de todas esas veces dolorosas delante del espejo, objetos que odiaba porque lo hacía reencontrarse con su interior trizado. Sin embargo, durante el último tiempo sonreía por primera vez viéndose a sí mismo, viendo esa marca que otro dejó en su cuello, marca que era un claro reflejo de que otro lo escogió, otro lo escogió a él, un alfa pensó que era lo suficientemente bueno y valeroso como para tenerlo a su lado para siempre.
Sin embargo, ChanYeol no lo sabía. Solo veía esas acciones sin sentido de BaekHyun que funcionaban, sin duda, pero que solo lo hacían desconfiar más y más. Veía sus sonrisas sin sentido todo el tiempo, ese acto constante de estar a su lado, de querer pasar tiempo con él, de hacer cosas juntos. ¿Qué quería realmente? ¿Qué terminase enamorándose de él? ¿Qué se perdiese por completo? ¿Qué? ¿Quería volver a tener sexo? ¿Quería que lo besase? No hizo nada de ese estilo desde aquella vez que lo marcó y sentía que estaba mejor así, aunque cada día se lo preguntaba más. ¿Era correcto que se besasen? ¿Volverían a tener relaciones? BaekHyun no se lo explicitó de ninguna manera, siempre se mostró cauteloso y cortés con él.
—¿No lo está cortejando? —dijo YiXing mientras él bebía una copa de vino, lo que provocó que escupiese. El soldado se apresuró en ayudarlo—. ¿Tan disparatado suena?
—Claro que sí —determinó—. Él no haría algo como eso.
—¿Por qué no? —Lo pensó—. Dijo que se comportaba de forma diferente, pero agradable. Parece que lo intenta.
—Sí, algo intenta —susurró más para sí mismo mientras entrecerraba los ojos y miraba a la distancia.
—Intenta acercarse a usted. —Los ojos celestes lo miraron con cierta ansiedad—. Su madre dijo que le gustaba. ¿Cómo no va a creerle a su propia madre?
—A quien no le creo es a BaekHyun —musitó entre dientes, frustrado—. Pudo mentirle a ella.
—¡Por favor! —Una mirada acusatoria se apoderó del rostro de su aliado y de repente ChanYeol se sintió como un loco disparatado.
¿De verdad era el único que aún creía que BaekHyun no era una persona confiable? En realidad, no había nada que le diese un ápice de sospecha de que las cosas estaban mal con su esposo, todo lo contrario. No obstante, eso era lo más sospechoso de todo. ¿Cómo podía ser que BaekHyun cambiase de un momento a otro simplemente porque lo marcó? ¿De verdad así de mágica era la marca? ChanYeol no lo creía, seguía pensando que no tenía ningún tipo de sentido y fue eso mismo lo que le dijo a YiXing cuando este mantuvo aquella mirada inquisitoria, como si esperase que le diese una buena razón por la cual no darse a doblegar.
—Creo que ha sufrido suficiente —comentó el soldado en un punto, cuando él se cansó de dar razones por las cuales no podía confiar en su esposo—. Creo que está tan roto... —Los ojos azules de YiXing lo hicieron estremecer—. Tengo por hermana a un omega rechazada por un alfa demasiado preponte. Lo sabe. —ChanYeol asintió—. Se trizan fácilmente. Estoy seguro que el líder omega está sufriendo con todo esto.
—¿Qué esperas que haga? —El líder negó—. No hay manera que pueda confiar, YiXing. Lo siento.
—Entonces, póngalo a prueba. —Ladeó la cabeza con curiosidad, sin entender del todo por donde iban las ideas de su compatriota—. Él lo hizo partícipe de unos juegos bárbaros, ¿no? Inténtelo con él también.
—¿Qué? —Rio sin verdadera gracia—. ¿Estás hablando en serio? No puedo hacer algo como eso.
—No me refiero a replicar exactamente lo mismo que él. —YiXing suspiró, como si en el fondo no le gustase del todo su idea—. Deje que se haga cargo del conflicto con Hyaena.
—¿Te volviste loco? Es una situación bélica. El líder omega... —Guardó silencio y miró atentamente los ojos azules. Pensó en ello—. ¿Cuál es el objetivo?
—Es muy fácil arruinarlo, ¿no? —Asintió, totalmente convencido—. Me lo ha dicho. ¿Qué es lo único que espera de su esposo?
—Que no deshonre a Leo.
—Exacto. —YiXing asintió.
—¿Me estás diciendo que debería darle la oportunidad de arruinarme? —preguntó incrédulo.
—Confío en él —dijo el otro con sencillez—. Sé que está de su lado.
—Probablemente lo hará bien. —Se encogió de hombros—. A pesar de que es difícil, sé que dará lo mejor de sí y que... —Guardó silencio y sus ojos se tropezaron con la sonrisa de YiXing—. ¿Crees que está haciendo eso con nuestra relación?
—Creo que sí. —YiXing rio con suavidad y tomó un poco del trago que anteriormente se sirvió—. Creo que es un omega roto, que sufre y se menosprecia. De seguro está dando lo mejor de sí para sobrellevar su propia vida y creo que su sufrimiento ha sido una constante. ¿De verdad tiene que seguir sufriendo a su lado?
—Pero lo que me hizo...
—Por favor. —El guardia sonrió con apacibilidad, callándolo cortésmente—. A temprana edad sufrió un trauma que lo acompañará toda la vida, un trauma que lo encerró en su palacio y que lo hizo pensar que no valía nada. El líder omega no tenía nada que perder cuando lo dañó, ¿no cree? —Nuevamente, la intensa mirada ajena le removió el corazón—. El señor BaekHyun solo quería morir, probablemente siga queriendo morir hoy. ¿Qué más daba si mataba a su destinado? Él no quería vivir de igual forma.
—Una venganza sin sentido... —intentó concluir, pero en realidad la aseveración lo hizo dudar—. Aun así, no son las formas.
—Santo Cielo, todos podríamos hacer las cosas mucho mejor. Estoy casi seguro que logró encontrarse a su omega gracias a la venganza que este confabuló, de lo contrario solo sería un recuerdo muerto.
—Estás exagerando.
—Mírelo.
Ese día, al llegar a su casa, no se encontró a BaekHyun esperándolo en el salón como hizo durante los últimos días. De hecho, ni siquiera lo encontró al interior de la casa o en el jardín donde siempre solía estar. Eso le removió el corazón y lo hizo preocuparse. A pesar de que se dirigió a su oficina con la intención de continuar con su vida como si su esposo no importase, solo logró leer un par de papeles antes de extrañar su imagen danzando del otro lado de la habitación con un libro en las manos mientras le contaba las historias ficticias y disparatadas que salían en los textos.
Se puso de pie y salió de la vivienda dispuesto a buscarlo. Por suerte, no fue necesario llegar muy lejos porque vio la cabellera cobriza, suelta y húmeda a la distancia. BaekHyun estaba sentado en el muelle que parecía ser el preciso salto al abismo, aquel donde se casaron y donde se lanzó hacia la muerte hace ya más de un mes.
—Omega —llamó cuando se encontró lo suficientemente cerca. Permaneció sobre el pasto y desde ahí miro a su esposo, quien le daba la espalda—, ¿qué haces ahí?
—¿Ah?
BaekHyun solo pareció escucharlo la segunda vez que habló. El muchacho se puso de pie y se giró a mirarlo, estaba completamente empapado, con el hanbok pesándole sobre el cuerpo. ChanYeol de inmediato se preocupó y se acercó lo suficiente como para estar al frente.
—¿Qué pasó?
El tigre no le respondió de inmediato, sino que recorrió el lugar con la mirada. ChanYeol no entendió por qué, pero dejó que el otro se tomase su tiempo para contestarle.
—Se me cayó el binyeo al agua cuando vine a dar un paseo. Quise recogerlo porque fue el que me regaló tu madre.
Efectivamente, en una de las manos del omega estaba el binyeo dorado con tonalidades rojas que en un pasado vieron en un puesto del comercio. El león consideró que un objeto de ese tipo no era razón suficiente como para lanzarse al lago sin miramientos, pero prefirió callarse porque en él aparecieron las palabras de YiXing: mírelo. ChanYeol lo hizo; recorrió el cuerpo del contrario con lentitud, sin encontrarse con nada más que ropa mojada y pesada, el cabello del contrario estaba suelto y húmedo y su rostro parecía inexpresivo en ciertos momentos, mientras que en otros se encontraba un ápice de melancolía.
¿De verdad estaba roto? ¿Sería capaz de darse muerte? ¿Lo intentó en un pasado? ¿Cuánto sufría? ¿ChanYeol lo hacía sentir peor? Lo último no lo dudaba. A pesar del cambio que vivió su esposo durante el último tiempo, sabía que seguía siendo el mismo. Se preguntó entonces qué pasó con ese BaekHyun valeroso que llevó a cabo todo ese programa de juegos bestiales, ese que se mostró tan inalcanzable como lo sería un omega con aquel puesto político. ¿Ese era el BaekHyun de verdad? ¿Lo fue aquel que llevó a cabo la venganza? ¿O ese que enterró los colmillos en un pez recién pescado? ¿Quién era realmente su esposo? ChanYeol empezó a cuestionarse si realmente lo conocía.
—Vamos a casa para que te seques —invitó y extendió una mano para que el contrario se apoyase en él para caminar. Sin embargo, BaekHyun no le dirigió la mirada y solo pasó por su lado para ir a la casa.
Una vez que entraron a la vivienda su compañero se perdió en el baño y él tomó asiento en uno de los sofás del salón para pensar en lo que sucedía con su esposo. Miró su alrededor, su casa limpia y ordenada gracias a la ayuda del palacio y a la administración de la que BaekHyun poco a poco fue haciéndose cargo.
Algo se trizó en su interior de forma imprevista, fue como una flecha directa al pecho que lo hizo ponerse de pie en automático y se dirigió al baño a paso apresurado, casi en un llamado intuitivo. La puerta estaba cerrada, pero él ni siquiera temió darle el empujón que necesitaba e ingresó al interior. BaekHyun estaba desnudo y sumergido en el agua de la bañera mientras sollozaba con la cabeza apoyada sobre sus rodillas flexionadas.
—¿Qué pasa?
BaekHyun tan solo negó sin moverse de esa posición—. Quiero estar solo.
—¡¿Qué pasó?! —gritó de repente, angustiado hasta la dolencia.
Los ojos bicolor de su esposo lo miraron con sorpresa; habían lágrimas ahí. Se acercó al contrario con cautela y se acuclilló a un lado de la bañera. El cuerpo escuálido de su esposo lo hizo pensar en lo que dijo YiXing.
—¿Qué duele? —insistió con más amabilidad. El tigre sollozó y se escondió nuevamente en el lugar donde estuvo antes—. BaekHyun...
—H-Hoy salí. —Frunció el ceño, confundido—. D-De verdad me odian.
—¿Quiénes?
—Todos aquí. —El joven sollozó—. Los habitantes de Leo, tu familia, tú. —BaekHyun respiró con dificultad, ahogado por el llanto—. Soy una paria, como siempre.
—No entiendo...
—Solo quiero estar solo.
—Explícame —exigió.
—Hoy fui al pueblo...
—¿Solo? —interrumpió con sorpresa.
—Prin me acompañó. —ChanYeol frunció el ceño y un sabor amargo se instaló en su boca al escuchar el nombre del guardia de Hyaena—. Quería preparar algo.
—¿No pudiste esperarme? —preguntó con dureza.
BaekHyun tan solo lo miró directamente a los ojos con un pesar que lo hizo sentir débil. De repente la palabra «compasión» llegó a su mente y se preguntó qué tanta conmiseración tenía con alguien que sufría tanto. El tigre replicaba su dolor, claramente, trataba como lo trataban; la aclaración fue clara por parte del león y ChanYeol hasta se sorprendió de escucharlo dentro de su cabeza con tanta claridad. Generalmente su animal se encontraba refunfuñando desde lo más profundo de sí mismo, ocultando tras una montaña a la que él llamaba racionalidad.
—Tienes razón. Debí esperarte —soltó el otro sin más y dirigió la mirada hacia la ventana de la habitación, esquivándolo.
—¿Qué más pasó? —indagó con mayor suavidad, extrañado por el cambio de actitud del contrario, por esa docilidad impropia. Sin embargo, también se sensibilizó por lo que sintió ante esa pequeña reflexión consigo mismo.
—Algunas personas se acercaron a comentarme cosas. Estoy seguro de que solo hablan bien de mí cuando estás cerca, de lo contrario solo dicen lo que piensan. —El omega se encogió de hombros y dirigió la vista hacia la ventana, esquivando su mirada—. No tiene real importancia tampoco.
—¿Eso tiene algo que ver con que estés mojado? —El tigre sollozó dentro del humano y su león se removió, avisándole que era una situación alarmante—. BaekHyun, puedo sentirte. Por favor, dime qué pasa.
—Solo estoy algo agotado, pero no tiene real importancia. No te preocupes. —El tigre acarició sus propias rodillas amoratadas en un acto distraído—. Quiero estar solo.
ChanYeol obedeció a pesar de que su león insistió en que no lo hiciese, que su omega lo necesitaba. En realidad, intuía que debía quedarse ahí, pero en realidad no sabía muy bien como hacerlo. ChanYeol era algo deficiente en términos de vinculación, las relaciones que tenía con otras personas eran pocas y estas generalmente estaban aseguradas por su rol político. Ahora bien, con BaekHyun era absolutamente distinto, su vínculo estaba mediado por cosas que eran exclusivas entre ambos, cosas que suponía que vivían las parejas, ¿no? ChanYeol no sabía mucho de ello tampoco. ¿Las parejas se molestaban a veces? ¿Les dolía lo que hacía el otro en algunas ocasiones? A pesar de estar en pareja, ¿alguna de esas personas alguna vez deseó estar muerta?
Titubeó una vez que estuvo en el pasillo de su casa, fuera del baño, y meditó durante unos breves minutos antes de entrar a su oficina, tomó un libro cualquiera del librero y volvió al baño. BaekHyun se sorprendió al verlo, este seguía en la misma posición, pero dejó de llorar. ChanYeol ni siquiera habló y tan solo tomó un taburete del lugar antes de llevarlo al lado de la bañera. Lo dejó ahí, se sentó y comenzó a leer en voz alta.
—¿Q-Qué haces? —preguntó el contrario con poca voz, pero él no detuvo su lectura. Solo le dedicó una mirada y continuó.
Estuvieron así unos minutos, lo suficiente como para BaekHyun entendiese que él no iba a ninguna parte. El joven con algo de vergüenza procedió a lavarse; ChanYeol intentó no mirarlo demasiado para no incomodarlo y tan solo se concentró en leer. Sin embargo, tuvo que hacer un real esfuerzo para leer sin trabarse, su corazón iba en un continua aceleramiento y, después de unos minutos tortuosos, decidió que podía sentirse lo suficientemente tranquilo como para dejar al otro solo.
—Prepararé la cena —avisó mientras se ponía de pie.
—¿Ya te vas?
Se detuvo y se giró levemente para mirar a su esposo. Este continuaba en la bañera, esta vez con las piernas un poco más estiradas, las manos aferradas al inicio de la superficie y el pelo rojizo recorriéndole los hombros como serpientes. ChanYeol lo deseó.
—E-Está bien si te vas —titubeó el otro de repente, quizás porque se sintió incómodo ante su atenta mirada.
ChanYeol tomó una profunda respiración sin apartar la vista y decidió acercarse a su esposo. Caminó a paso lento, aún meditando su decisión, pero acabó por concretar. Tomó a su esposo por la quijada y se encontró con sus labios en un beso, lo hizo lento y profundo antes de separase. Miró a los ojos del tigre e intentó no sonrojarse por esa perla ámbar que lo miró con intensidad.
BaekHyun cerró los ojos y lo besó de vuelta. El acto compartido hizo que ChanYeol sintiese unas manos húmedas en el cuello que lo hicieron estremecer por las gotas que se infiltraron por su traje, recorriendo su espalda. La posición lo llevó a separase del contrario y lo miró desde arriba con los labios hinchados, pensando en la próxima acción.
—¿Puedo entrar?
La petición implícita fue aceptada con un asentimiento. ChanYeol lentamente se desnudó a ojos del contrario y con el corazón aleteando dentro de su pecho. No pensó en nada más que en BaekHyun, quien lo esperó con ojos ansiosos y los labios rojizos, tan hermosos como solo él podía serlo. De repente quiso decirle que le gustaba, pero ChanYeol aún no sabía si eso lo pensaba él o era el león quien lo empujaba a creer eso.
Una vez que estuvo desnudo caminó a la bañera y se metió junto a su esposo. El agua estaba demasiado tibia para su gusto, pero no le importó porque de inmediato BaekHyun recorrió el espacio que los separaba para encontrarse con sus labios. ChanYeol suspiró al tenerlo encima y sus manos se fueron a la cintura ajena para dejar un suave apretón, avanzó hasta sus escápulas y delineó ahí antes de bajar por la columna, dejando una gran caricia en la espalda que hizo estremecer a BaekHyun. Su esposo lo miró y volvió a besarlo con más ímpetu, pudo sentir la lengua del contrario acariciando su paladar. ChanYeol gimió ante el contacto y pasó a succionar la lengua de su esposo mientras dejaba que sus manos fuesen de un lado a otro sobre la piel húmeda del otro.
Se separó cuando notó que la habitación olía a un intenso olor a manzanas y su miembro estaba lo suficientemente duro y ansioso como sabía que estaba el de BaekHyun. Mientras se besaban se restregaron uno contra el otro, ansiosos por rozarse en todos los malditos aspectos. Probablemente fue el deseo el que los hizo actuar con poca vergüenza, el tigre ni siquiera se limitó a sonrojarse cuando tomó el miembro de ChanYeol y lo acarició por debajo del agua. El león se mordió el labio ante la imagen y se contuvo de gemir. Se sentía bien, sumamente bien.
Incentivó el tacto del otro con suaves caricias en el cabello, toqueteando sus orejas, nariz y labios. Excitado acarició el labio inferior del contrario con el pulgar y tiró de este un poco antes de que BaekHyun lo acariciase con la lengua. Su esposo lamió y chupeteó su dedo un poco, muy poco como para realmente disfrutarlo, pero ChanYeol se puso ansioso ante la imagen y acabó atrayendo a BaekHyun hacía sí por las caderas. Acarició la intimidad del contrario con la respiración entrecortada y se deleitó ante la imagen de BaekHyun gimiendo frente a sus ojos. La mano segura del tigre se posicionó sobre su antebrazo y apretó con ansias. ChanYeol aprovechó para confiarse y avanzar, con cuidado toqueteó la entrada de su esposo y este gimió contra sus labios antes de menearse contra su dedo. El placer los envolvió a ambos cuando las pieles hicieron contactos y BaekHyun fue penetrado.
Jugaron en esa intimidad y no se desprendieron de ella hasta que ChanYeol lo pidió, sí, fue él; no su león, sino él. BaekHyun pareció encantado con su propuesta de llevar todo más allá y no dudó en acercarse a su pecho para estar en la posición perfecta para dejarse caer sobre él. El acto lo hizo estremecer y tener un súbito estremecimiento frío que le dio un efímero salto hacia la zona sin placer que lo hizo pensar en cómo llegó a esa situación cuando hace unas horas pensaba que su esposo estaba al borde del suicidio. Claramente, necesitaban una conversación con urgencia y ChanYeol se prometió que lo haría apenas acabase ahí, literalmente.
A pesar de que se acomodó en una posición en la que podía moverse, fue BaekHyun quien dio el primer paso para saltar sobre él, subiendo y bajando con una lentitud espantosa que lo hizo contener la respiración. Sin embargo, le dio el tiempo al contrario para mantener el ritmo y acompañó con un ligero vaivén con el que empujó suavemente. Santo Cielo, la sensación era magnífica y fue mucho más desenfrenada de como recordaba su primera vez. Quizás era la confianza, ya sea en el otro como con el propio acto, porque estaba vez BaekHyun le enterró las uñas en la espalda mientras se aferraba a él y ChanYeol intentó empujarse en su interior con mayor rapidez. El agua saltó fuera de la bañera y el piso se mojó a su alrededor. Intentó evitar hacer tanto desastre, pero apenas se encontró con los labios de su esposo volvió a perderse otro poco y solo se concentró en bailar junto a la lengua de su compañero, rozando, metiendo y mordiendo.
En algún punto decidió que era suficiente, él sentía que era suficiente y por la cara de su esposo este parecía al borde del abismo al que saltó sin él, pero al que lo hizo tropezar también. Santo Cielos, el cuerpo de BaekHyun se apretó en el momento que tuvo su orgasmo y ChanYeol no pudo esquivar la sensación que dejó en su cuerpo, por lo que acabó por eyacular también.
Se detuvieron un rato a tranquilizar sus respiraciones mientras seguían en la misma posición, BaekHyun contra su pecho, descargando la cabeza en su hombro mientras ChanYeol dejó reposar del todo la espalda contra la fría piedra y miró hacia el techo.
El tigre se alejó de imprevisto y se puso del otro lado de la bañera, alejándose de él al punto que contrajo las extremidades para no tocarlo. ChanYeol tan solo se quedó pasmado desde el otro lado del gran recipiente, sin entender muy bien las actitudes del contrario.
—Lo siento —susurró el otro antes de ponerse de pie y salir de la bañera entre tambaleos.
ChanYeol no tuvo tiempo de decir nada y el otro se enrolló en unas de las telas que preparó para su baño, no obstante, el joven se detuvo delante de la puerta cerrada. Miró parte de su espalda delgada y las pantorrillas aún chorreando con el mismo sentimiento de pasmo que tuvo cuando el otro se levantó.
—¿Debería...? ¿Debería irme? —preguntó el otro de repente, aún sin dirigirle la mirada.
—No sé por qué te vas—soltó con la voz ronca y genuino desconcierto.
—Entonces, cambiaré la pregunta. —El pelirrojo se giró a mirarlo—. ¿Debería quedarme?
Entendió que la interrogante no aplicaba necesariamente a ese momento puntual, sino a la propia situación que les acontecía como pareja, lo podía intuir por los ojos brillantes de su esposo y por cómo sus labios temblaban entre una mezcla de frío, ansiedad e incertidumbre. Pensó en cuál podría ser su respuesta, reflexionó brevemente en lo que sucedió durante el último tiempo, en su conversación con su madre y con YiXing, así como en la emocionalidad de ese momento.
—¿Quieres quedarte?
—Nuevamente, soy yo. —BaekHyun suspiró y asintió. Parecía que hablaba más para sí mismo—. Nuevamente, tiene que venir de mí.
—Es tu decisión.
—Lo sé. Y sigo sin saber cuál es la maldita razón por la que debo quedarme.
La imagen del tigre malherido en medio del bosque lo hizo ponerse de pie, imagen enviada por su león. Una vez que se movió asustó al contrario, quien tomó el picaporte para salir del lugar, pero se detuvo al notar su imprevisto movimiento.
—BaekHyun —llamó con seriedad—, si no es aquí, ¿a dónde irás?
El pelirrojo guardó silencio durante unos breves segundos, pero al final acabó sollozando y salió por fin del baño. ChanYeol se apresuró en seguirlo poco después de que tomó una tela del baño para cubrirse también. Como sospechó, el tigre se escondió en la que fue su habitación el primer día.
—Sí, quiero que te quedes —dijo después de entrar a la habitación. BaekHyun se giró a mirarlo y él repitió—: Quiero que te quedes.
—Porque me necesitas. —Su esposo asintió con los ojos cerrados, como si pensase en algo—. No me iré hasta que me lo pidas.
—Te irás cuando no aguantes más, cuando te aburras de soportar esta mierda. —Se sorprendió por su propio improperio y suspiró porque de repente la emocionalidad lo llevó a un sentimentalismo doloroso—. ¿Has pensado en irte, BaekHyun?
El contrario aguantó evidentemente la respiración—. Sí, muchas veces.
—¿Por qué?
—Primero, por el dolor. Segundo, por el dolor. Y, tercero, por el maldito dolor. —BaekHyun asintió ya con lágrimas en los ojos—. Ya no lo soporto más.
El joven se sentó sobre el colchón y se llevó las manos sobre los ojos para esconder su llanto. ChanYeol tomó una manta que estaba a los pies de la cama para pasársela al contrario por sobre los hombros y se sentó a su lado.
—No puedo perdonar tan fácilmente —susurró con la mirada puesta en la ventana. Ya había llegado la noche a Leo—, lo que ocasiona que sientas cada vez más culpa. —Asintió mientras reflexionaba—. Menosprecio, sufrimiento y culpa. ¿Sientes algo de eso? —BaekHyun asintió, atento a él—. ¿Te he hecho sentir eso? —Nuevamente hubo un asentimiento, esta vez un poco más lento—. Creo que tenemos que conversar de esto, de nuestro dolor.
BaekHyun sollozó y dirigió la mirada hacia la ventana, pero después se volteó hacia él y asintió. Acabaron los dos sobre la que era la cama de su habitación matrimonial, vestidos como solían hacerlo durante una noche calurosa y con un vino de por medio, porque ChanYeol decidió que si hablarían al respecto tenía que ser con algo que lo desinhibiese. Conversaron mientras miraban las estrellas que entraban por la ventana. El tigre le contó de su primer dolor, fue tan escueto como un recuerdo traumático podía serlo, difuso, inconexo y doloroso. BaekHyun recordaba su vida desde ahí como un total calvario, porque eso hacía el trauma, pesar y atormentar. Lo arrinconó a la miseria y a su primer intento de suicidio a los trece años; fue su padre quien lo encontró rebuscando soga para ahorcarse. Luego, a los quince años, intentó hacerlo de nuevo con una plantas venenosas que lo tuvieron en coma un par de días.
—Tuve mi primer celo. —El joven lloró mientras jugueteaba con la copa, ya mucho más tranquilo que antes—. Era común que empezase el cortejo a esa edad, vi a mucha gente que lo vivió, pero nunca nadie se acercó a mí. Ni siquiera tenía verdaderos amigos.
A los diecisiete años el tigre volvió a intentar atentar contra su vida, después a los veinte y luego a los veintitrés, la última fue cuando ChanYeol lo salvó. Claramente, BaekHyun llevaba toda la vida intentando matarse y eso hizo remover su corazón y el de su león. ChanYeol pensó en ello a lo largo del monólogo de su esposo, lo escuchó atentamente y reflexionó sobre el reciente dolor que surgía en su corazón producto de las emociones compartidas y de su propio dolor albergado por una emocionalidad contradictoria. Concluyó que no se sentía para nada satisfecho con el sufrimiento de su esposo y mucho menos con la proyección que este mismo se daba.
Intentó pensar en lo que significaba realmente que alguien quisiese morir, intentó ponerse en la piel del tigre, entender cómo la vida lo achacó tanto como para decidir tanta veces que no era lo suficientemente bueno ni capaz, que nadie lo miraría, nadie lo querría, que al final nadie se quedaría a su lado. Concluyó que BaekHyun era un cristal roto que, así como cualquier cristal trizado, hería a aquel que decidía tocarlo descuidadamente. ChanYeol pensó entonces que fue muy desidioso con BaekHyun durante todo ese tiempo, excepto al principio, sin embargo, el tigre en ese entonces tenía la mente demasiado sumergida en el dolor y el abandono como para pensar en algo más que en su propio sentir.
Se sensibilizó con el dolor del otro y eso permitió que su león se acercase cada vez más a él hasta sentarse a su lado, dándole así un consuelo que no sentía hace mucho tiempo, una sensación de esperanza y tranquilidad que poco a poco había olvidado por estar más preocupado de encontrar su sufrimiento en la culpabilidad de otros cuando en realidad quizás siempre estuvo ahí, con él y su incipiente necesidad de protegerse detrás de una coraza puntiaguda que al final terminaba hiriendo a los que estaba a su alrededor. Tal para cuál, ChanYeol se convirtió de alguna manera en aquello que era BaekHyun.
—¿No has intentado salir adelante? —preguntó con la ignorancia que ameritaba el sentir ajeno—. ¿Tuviste ayuda?
—Tuve ilusión, claro. —El tigre sonrió—. Tuve esperanza también. Creo que aún me queda un poca, quizás por eso sigo aquí.
—¿Ves? Al final, eres tú quien decide si quedarse o no. —A pesar de que el enunciado sonó como un regaño, BaekHyun le dio una media sonrisa al escucharlo—. No obstante, entiendo que lo que quieres decir es que te dé motivos para quedarte, ¿no?
—No. Yo... —El pelirrojo sonrió con vergüenza—. No debí decir eso.
—Pero quiero escucharlo. ¿Qué tienes para decirme?
BaekHyun tomó una profunda respiración y lo miró directo a los ojos antes de soltar algo que, de alguna u otra forma, ChanYeol intuía, quizás porque el león dentro suyo ya lo sabía. Sin embargo, no pudo evitar sorprenderse cuando aquellas palabras fueron pronunciadas.
—Me gustas y me enamoré de ti en algún momento, no sé realmente cuando. —El tigre volvió a llorar, pero contuvo su llanto para hacerse escuchar—. Ya no me gustas tanto, creo que me estoy desenamorando. —BaekHyun asintió para sí mismo, con la mirada perdida en el lago que se proyectaba a la distancia—. Creo que lo he intentado, he querido intentarlo. —El joven lo miró a los ojos—. Lo estoy intentando porque me escogiste en serio al marcarme, ¿cierto? —La mano ajena se posó sobre la mordida—. Me escogiste como pareja y las parejas se tratan bien.
—Por supuesto que sí, omega. —ChanYeol se detuvo un momento para pensar en lo próximo que tenía para decir—. Entonces, ¿estabas intentando que nos lleváramos bien?
—¡Claro!
¿Qué más podría ser? Así como lo intuyó siempre, no era más que lo obvio. No había algo confabulándose al interior de la cabeza de su esposo, solo era este intentando algo con él porque lo quería, aparentemente. Santo Cielo, BaekHyun acababa de confesar que lo quería, que sentía algo por él. Algo dentro de su interior se removió, algo que no tenía que ver directamente con su león, sino que tenía más relación con sus propios sentires, con su ilusión genuina de amar y ser amado. ¿Cómo lo dudó alguna vez? Claramente, las cosas se darían de forma indudable con su pareja destinada, de alguna forma la vida decía que era así. Es decir, ese sujeto era su complemento perfecto, aquel que siempre lo recibiría con los brazos abiertos y lo miraría con ilusión.
—Además, no me gusta que me ignores, no me gusta ser invisible para ti. —El tigre dirigió la mirada hacia la ventana. ChanYeol notó que estaba sonrojado—. Al principio pensé que era parte del proceso de conocer a la pareja destinada, pensé que era mi ego incluso, pero acabé dándome cuenta que tan solo te quiero.
«Te quiero», se repitió dentro de su cabeza y reflexionó. De repente le entraron unas terribles ganas de llorar, porque un sentimiento de injusticia se apoderó de su adolorido corazón y lo llevó a meditar en algo que iba más allá de la individualidad de ambos, sino que en el conjunto en el que se habían convertido. Su relación de pareja se basó en el rencor, la pena y la culpa, dañándolos aún después de estar enlazados, hiriéndolos hasta el punto físico, anclándolos a una pesadumbre que debían cargar a todos lados y con una incertidumbre que no hacía nada más que ponerlos nerviosos. ChanYeol decidió que quería dejar todo eso atrás, que debía armonizarse de alguna manera y, si creía en las palabras de BaekHyun, esa era su oportunidad perfecta para limar las puntas puntiagudas de su coraza, así como parecía que lo hacía el contrario con su ser trizado.
—No... —Tomó una profunda respiración y pensó en lo que estaba a punto de decir—. No puedo decir que te quiero y sé que entiendes mis razones de por qué lo hago. Sin embargo, sí te escogí a ti y volvería a hacerlo, aún con toda nuestra situación.
BaekHyun sonrió entre lágrimas. No parecía del todo contento, pero ahora estaba algo más animado que antes y fue por eso mismo que tomó una decisión que podría costarle la vida y su puesto político, pero creía que era el momento perfecto para subsanar de una vez por todas el dolor lacerante que aún se filtraba en su relación.
—He perdonado muchas cosas de lo que nos ha sucedido. Quiero que lo sepas —determinó con seguridad y con los ojos puestos en su esposo—. También creo que ya has sufrido lo suficiente como para seguir haciendo tu vida más difícil. —BaekHyun se mordió el labio inferior para contener el llanto. Quizás en ese momento ChanYeol no lo sabía, pero aquellas palabras fueron sumamente importantes para el tigre—. Es por eso que quiero que... —Tomó aire profundamente antes de continuar—. Quiero que nuestra relación se convierta en un romance de pareja. ¿Qué dices?
Se mordió el interior de su mejilla al notar los ojos bicolor de su esposo mirándolo con atención, no supo si fue porque esperaba algo más de su parte o porque estaba pensando. Decidió que era lo último al ver cómo el contrario sonrió mientras una lágrima caía por sobre su mejilla. Después de eso se acercó para besarlo, ChanYeol se tardó tan solo un par de segundo en corresponder el beso, el cual le supo salado por las lágrimas de BaekHyun. No lo confiaría en ese momento, pero sintió mucha ternura en ese beso.
El contacto fue suave y pausado, como el baile de una balada debajo de la lluvia. ChanYeol también dejó caer una lágrima llena de su propio sentir, cubierta de la emocioalidad doliente y esperanzadora, la misma que lo arrojó a la puerta del sollozo. Sin embargo, se mantuvo apacible en ese beso, dejándose envolver por aquella paz que de repente emergía desde su interior, quizás del propio lazo que continuaban subsanando, promesa esperanzadora que lo hizo sonreír al final del beso y que lo llevó a acariciar el rostro de su esposo, totalmente despojado de la rabia y resentimiento del que alguna vez se apoderó.
—¿Qué tal si preparamos la cena? —invitó y el otro le sonrió con los ojos achinados, enamorados. ChanYeol sonrió de vuelta.
Podía con ello, sí, no era para nada difícil. Tomarse de la mano con BaekHyun, dormir abrazados y hablar sobre su día se volvió una rutina que poco a poco le hinchaba el corazón de gozo. Los desayunos eran breves pláticas cómicas en torno a los sueños de ambos y sobre sus proyecciones del día, BaekHyun lo acompañaba para almorzar juntos en el palacio del líder, no sin antes pasar a su entrenamiento, y después de eso se quedaba con él para hacer sus quehaceres como líder omega. A pesar de que la madre de ChanYeol en su momento no se encargó de mucho más que de ocupaciones en torno a lo social y casi ornamental, él quería que su esposo se convirtiese en su mano derecha, ayudándolo con la toma de decisiones importantes y haciéndose cargo de proyectos tan grandes como lo era la reestructuración del comercio con Ignis. A JoonHee seguía sin parecerle buena idea, pero no tuvo más que acatar las órdenes del líder.
Con todo eso ChanYeol se dio tiempo para reflexionar en torno a lo que él mismo vivía, esta vez algo alejado de lo que significaba su vínculo con BaekHyun. Durante esos días se concentró en hablar con su león, en prestarle atención a las palabras y reflexiones que este decía, lo cual le dio la oportunidad para reencontrarse un poco consigo mismo, con las ilusas promesas de aquel joven e ingenuo león que alguna vez vivió la vida sin ningún aspecto nebuloso como lo hacía ahora. Se permitió saldar la cuenta que parecía tener consigo mismo, una especie de tregua con el león que le permitía amarlo y a ChanYeol darse tiempo para soltar, perdonar y, quizás, amar. El león no dudaba de que terminaría enamorándose perdidamente del tigre como él lo hizo.
ChanYeol no cuestionaba en las aptitudes de su esposo y poco a poco fue conociendo mucho más de ellas, de como era tomar la mano del tigre mientras daban paseos alrededor del lago o se sentaban en el muelle donde alguna vez intentaron darse muerte, porque sí, descubrió que en realidad aquel día que BaekHyun estaba todo mojado no fue porque se le cayó el binyeo al agua, sino porque genuinamente sintió deseos de ahogarse en esas oscuras profundidades, porque por un breve momento se sintió lo suficientemente ahogado con su propia existencia como para decidir lanzarse al vacío y ahogarse genuinamente.
Por otra parte, ChanYeol aún se encontraba dudoso de si designarle el conflicto bélico al tigre como se lo propuso YiXing. Confiaba en su esposo, pero no sabía si a ese punto. A pesar de que con el paso de los días cada vez su relación iba para mejor, él no lograba soltar todo lo suscitado durante su vinculación, claramente no sería algo que se diese de la noche a la mañana, así que fue paciente con la toma de sus decisiones. No obstante, una tarde, después de que pasasen dos semanas de la aparente reconciliación con su esposo, decidió acceder a la que era ahora su oficina en el palacio para designarle la nueva tarea. Determinó que aquel sería el hito sustancial para retomar la confianza total de su esposo y dejar todo atrás.
—ChanYeol —Se giró a mirar a JoonHee, quien lo observó con el rostro compungido—, necesito hablar contigo.
—¿Qué pasa? —Se volteó del todo hacia la leona. Justo en ese momento iba en búsqueda de su esposo.
—Hay un problema —dijo ella con tribulación.
—¿Y cuál es? —espetó con cierta molestia, agobiado porque ella no fuese directo al grano.
—El líder omega cometió un error y ahora mismo estamos a prontas de recibir una sentencia de guerra.
—¿Qué?
Ni siquiera se preocupó de su cortesía y arrebató el pergamino de las manos de JoonHee. El interior no discernía de lo que decía la leona, Hyaena le declaró la guerra a Leo en una escueta amenaza que presagiaba un conflicto agónico y mortal.
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¡Que gusto estar aquí de nuevo! Lamento mi desaparición. Ahora estoy con vacaciones y eso es lo que me ha permitido estar nuevamente aquí. 🙈🌟
Espero que podamos seguir leyéndonos. ¡Un abrazo! ♥️✨
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