Capítulo III
Aquella tarde fue totalmente amena. Estuvo llena de risas, aprendizajes y corazones palpitantes. De seguro esa fue la primera vez que ChanYeol pasó tanto tiempo junto a un omega y eso lo confundió un poco. El aroma a flores silvestres y ese deje a manzanas propio de BaekHyun lo hizo sentir la boca árida, la piel sensible y las manos le temblaron en todo momento, y el estremecimiento no se debió a su esmero de enhebrar la aguja. Eso era extraño en él, pero en algún punto de la velada, cuando ya estaba anocheciendo, asumió que el actuar de su cuerpo se debía a las feromonas que proporcionaba el contrario. Compartir mucho tiempo con un omega podía involucrar ese dominio, especialmente si tenían algo de compatibilidad como pareja especie. No se imaginó que con el tigre tendría esa afinidad, pero en realidad tampoco se dio la oportunidad de cuestionárselo hasta ese momento. Usualmente el tiempo que compartían era poco y, a pesar que de que progresaron en su relación, realmente no había un interés real en ser una pareja. Sin embargo, algo pasaba entre ellos, podía sentir el pequeño cosquilleo. Tampoco sabía si eso lo llevaría a algún lado, pero tenía fe en que entre su prometido y él las cosas resultarían si se mantenían de la forma en la que lo hacían, conociéndose poco a poco mientras aprendían del otro. Esa era su principal cosa en común.
—Mañana se realizará la tercera prueba —comentó BaekHyun con suavidad mientras se dirigían hacia la casa del joven con un canasto lleno de pequeños sacos con semillas. Se entretuvieron toda la tarde en ello—. Deberán luchar contra un alfa cocodrilo. La prueba es de resistencia. —El pelirrojo subió los dos escalones que lo llevarían al interior de su vivienda y ChanYeol se quedó de pie sobre la tierra, atento a que terminase de hablar—. No tendrán permitido atacarlo, solo deberán evitar que este los cace en un determinado tiempo.
—¿Por qué me comenta esto? —preguntó con cuidado—. ¿No se supone que debería enterarme mañana con el resto de participantes?
El joven guardó silencio un momento—. C-Claro. Yo...
—¿Está interesado en mi desempeño? —preguntó con diversión—. ¿Quiere que gane?
—¡Por favor! —El omega se movió sobre sus pies y luego se dirigió hacia el interior de la vivienda con paso apresurado. ChanYeol pensó que huía—. ¡Nos vemos mañana!
Sonrió con anhelo—. Nos vemos mañana, joven BaekHyun. Que descanse amenamente.
Efectivamente, al día siguiente en la mañana sus ojos se volvieron a encontrar, esa vez estando el tigre sobre el sitial y él sobre la tierra húmeda, preparado para la siguiente prueba.
—Les presentó a Lee YoungJoon, guerrero de Cocodrillus, comunidad que lleva siglos en alianza con Tigra —anunció el líder Byun con alegría, orgulloso de presentar a un cambiante cocodrilo—. Para esta ocasión, el guerrero Lee nos honrará con su participación y la de sus hombres en la prueba de resistencia.
Sus ojos de inmediato fueron a la figura de BaekHyun, la cual descansaba de forma apacible y galana sobre su sitial. Fue entonces que ChanYeol rememoró lo tratado durante la tarde anterior y una sonrisa surcó entre sus labios, porque efectivamente su prometido le dio aviso de la tercera prueba, lo que quería decir que tuvo cierto favoritismo con él. No fue una actitud leal y correcta, pero de alguna forma su pecho se hinchó de regocijo. Lo estaba consiguiendo, estaba acercándose a su prometido y este se abría a él de alguna manera.
ChanYeol fue el primero en competir, dado que fue el ganador de la prueba anterior. El espacio fue determinado por una línea roja en el suelo hecho con semillas molidas y dos betas se pusieron en las esquinas del aparente cuadrilátero. Le tocó un cambiante cocodrilo un poco más bajo que él, pero que tenía su misma complexión física. Cómo era de esperarse, el sujeto tuvo reticencia con él y lo saludó a duras penas cuando ChanYeol hizo una inclinación hacia el hombre en son de respeto, sabiendo que ese juego no debería implicar un real ataque para ninguno de los dos.
No se sumió en la dificultad del asunto hasta que sonó el tambor que daba inicio a la actividad. Solo entonces fue consciente de que era la primera vez que luchaba con un cocodrilo, era la primera vez que veía uno incluso. Por lo mismo, no tenía conocimiento alguno de su forma de moverse, sus ataques o sus debilidades. Estaba perdido.
Una mano sobre su hombro lo sacó de su aturdimiento y lo llevó a desprenderse de sus ropas ligeras con apremio. El público estaba expectante a lo que sería de él dentro de esos veinte metros cuadrados que dispusieron para que pudiese esquivar al gran reptil. El sitio tenía algunas piedras grandes, árboles y maleza a su favor. Sin embargo, también había una pequeña parte de un manglar implicado y eso era terrible para él. Suponía que el cocodrilo era mucho más veloz en el agua, así que su táctica debía ser en la altura.
Con una profunda respiración se posicionó frente al cocodrilo ya en su forma de león. Ambos tenían a su lado un beta, sujetos que comentaron en sus oído las reglas. ChanYeol escuchó algo sobre no arañar ni mordisquear, solo podía huir e inmovilizar. Lamentablemente, no sabía hacer nada de ello. Los leones eran depredadores, cazadores, no presas ni monos jugueteando.
Sonó el tambor que dio inicio al juego.
El cocodrilo de inmediato se arrastró hasta él con una velocidad que no pronosticó, así que a ChanYeol solo se le ocurrió saltar sobre la roca y posteriormente sobre el árbol, casi resbalándose de este debido a que no alcanzó a sujetarse de absolutamente nada más que del tronco resbaladizo por la humedad del aire. De igual forma, logró subir a la cima, aunque ahí no duró mucho tiempo porque el cocodrilo fue lo suficientemente impetuoso como para golpear el árbol y tirarlo nuevamente al suelo, provocando que tuviese que saltar sobre la cola del animal para volver a encaramarse en la roca.
Fue un caos y, a pesar de que duró un rato saltando de un lugar a otro, no tenía ni idea de cómo inmovilizar al reptil, así que eventualmente el cocodrilo pilló una de sus patas traseras cuando intentó subir al árbol, lo que lo hizo caer con fuerza sobre la tierra y dar por cerrada su participación.
Por suerte, no sufrió mayores heridas, como sí ocurrió con otros participantes, los cuales fueron mucho más osados y se enfrentaron al cocodrilo con el que compitieron. ChanYeol apreció toda sus tácticas desde lejos, con los brazos cruzados, ya de pie y en su forma humana mientras fruncía el ceño y escaneaba los movimientos ajenos. Le sorprendía esa manera paulatina de moverse de los tigres, casi elegante. No le tenían miedo al agua, incluso les gustaba, por lo que ellos usaron eso a su favor dentro de lo que pudieron, ya que el agua era un lugar mucho más habituado por los cocodrilos. De igual forma, todo los jugadores fueron capturados por el cocodrilo con el que se los asignó, así que supuso que la idea del juego era averiguar cuál de todos duró más tiempo.
ChanYeol no ganó. Eso lo hizo apretar los dientes y los puños a sus costados, exasperado. Sabía que no ganaría. En realidad, lo que le molestó fue ver que su prometido tuvo que entregarle la semilla de níspero a otro jugador, esta vez un tigre algo pequeño que casi parecía un omega, de seguro fue su tamaño lo que lo ayudó a escabullirse tan bien del otro animal.
—Fue un gusto conocerlo, líder Park. —Recibió la mano del cocodrilo del que tuvo que escabullirse, hombre que se acercó a saludarlo cordialmente luego del encuentro—. Espero tener la oportunidad de saludarlo en otra ocasión.
—De seguro así será. —Sonrió con mansedumbre.
Si se unía en nupcias con BaekHyun era muy probable que acudiese a Tigra y a sus alrededores con cierta regularidad. Además, sería idóneo mantener algún tipo de alianza con los cocodrilos, de seguro ellos tendrían mucho que ofrecer y quizás Leo podría aportarles con algo para hacer un trueque. Dialogaría con BaekHyun al respecto.
Como era usual, luego de las pruebas se llevaba a cabo una comida, esta vez concentrada en productos del mar, alimentos que los cocodrilos tenían en abundancia al poseer un habitad que los proporcionaba con facilidad. Sin embargo, a ChanYeol no le iban muy bien los productos del mar, no estaba acostumbrado a ellos. Además, no estaba contento porque, claro, no ganó. Comió a duras penas el salmón que su madre, con mala cara y un regaño implícito en la mirada, le entregó en algún punto de la comida. Además, pinchó un par de verduras e hizo rodar unas aceitunas antes de que consideró prudente retirarse. Esa vez fue directo hasta la vivienda donde alojaba y se encerró en su habitación, un espacio bien iluminado que daba con un pequeño jardín Zen interior, un lugar precioso y privado que observó mientras yacía en su propio lecho en el suelo.
—¡Líder Park!
Asustado miró sobre su hombro, pensando que quien le hablaba estaba detrás suyo. Sin embargo, su visión volvió a concentrarse en el frente cuando vio a BaekHyun cayendo ágilmente sobre las hortensias. Aparentemente, el joven saltó el pequeño muro recubierto con flores y enredaderas, ensuciando su hanbok color chocolate en el proceso.
—¿Por qué se fue sin invitarme a garbear? —alegó el menor mientras se acercaba a él. BaekHyun ni siquiera reparó mucho en donde estaba y solo tomó asiento en el peldaño de madera que daba inicio a su habitación—. Pensé que seguiríamos trabajando en las trampas.
—Podemos hacerlo —concordó con una sonrisa a medias y se levantó de su lecho para acercarse al joven con la intención de ponerse a su par.
—No suena muy animado —comentó el pelirrojo y dejó la mirada en el pequeño riachuelo que atravesaba el jardín—. ¿Tiene que ver con su derrota de hoy?
—Claro. Ya tengo dos derrotas de tres. Tendría que ganar las otras dos pruebas para poder casarme con usted.
Hubo un momento de silencio donde ambos miraron hacia el frente, perdidos en la vegetación y en sus propios pensamientos.
—¿De verdad aspira a casarse conmigo, líder Park? —preguntó el contrario con cautela, lentamente y sin mirarlo.
—Sí, creo que seríamos un buen equipo. —Le dio una sonrisa al tigre y este sonrió también. Por suerte, el velo lo llevaba por sobre la comisura, así que pudo ver sus pequeños colmillos asomarse por entre los demás dientes—. De hecho, quería preguntarle sobre Cocodrillus. ¿Qué opina? ¿Son una buena comunidad?
—¿Quiere mi opinión? —El omega pareció realmente descolocado.
—Por supuesto. No los conozco, a diferencia de usted.
El contrario se detuvo un momento, aunque ChanYeol no supo si fue porque divagaba en qué responderle o porque le sorprendió lo que comentó.
—Pues... Su enfoque está en todo lo relacionado al agua. Oí que intentan hacer luz con esta.
Frunció el ceño—. ¿Electricidad?
—¡Sí! —El joven lo apuntó y sonrió—. ¿Es posible?
—Nosotros tenemos electricidad gracias a molinos.
—¿Qué es un molino?
ChanYeol sonrió, enternecido—. Algún día le mostraré, ¿le parece?
El contrario pareció realmente dubitativo con su respuesta, pero al final asintió—. Bien.
—Tendrá que acompañarme a Leo. ¿No tienes problema con ello?
—En realidad —BaekHyun bajó un poco la cabeza, pero ChanYeol notó perfectamente como el otro se relamió los labios, aparentemente turbado—, ansío conocer Leo. Imagino que es distinto.
Sonrió y asintió con la vista hacia el frente. A pesar de la reciente derrota, se sintió feliz al saber que su prometido no estaba del todo cerrado a la idea de averiguar dónde residía y, si todo salía bien, quizás donde posteriormente viviría.
—Realmente... —susurró ChanYeol con la intención de que BaekHyun lo escuchase. Se mantuvo con la mirada hacia el frente y continuó—: Realmente me gustaría que fuese mi esposo.
Hubo silencio después de eso. Él no aguardaba una contestación, así que solo le sonrió al omega, quien pareció ofuscado por su comentario.
—Eso... —El joven se detuvo, abstraído—. ¿Está pidiendo mi mano?
Guardó silencio, inicialmente sin intuir lo que el otro cuestionó. Sin embargo, al ver la cara de mesura que portaba el contrario entendió que tenía sentido, pues él realmente nunca le pidió matrimonio al tigre, simplemente llegó ahí con la idea de que todo estaba dictaminado. Fue su yerro. Debió brindarle un himeneo al omega como correspondía, como este se merecía.
—No —puntualizó—. Usted merita una solicitud de desposorio primorosa. —Sonrió y el contrario giró la cabeza hacia otro lado, eludiéndolo. ChanYeol pudo oler algo de vergüenza en el otro—. Si se me permite, la haré en su debido tiempo.
—¿Aún cuando no gane los juegos?
—Aun así —susurró sin perder la sonrisa.
Durante un momento ambos se quedaron en silencio mientras miraban el opulento jardín que tenían delante. No hubo necesidad de palabras, ChanYeol lo sintió así. Apreció aquella tierra fértil con fervor, completamente cautivado por las flores de colores, las formas de las hojas y el agua cristalina que se filtraba de algún manglar.
Se detuvo a mirar a BaekHyun.
—Usted es igual que este jardín —susurró apasionado, cautivado por una belleza natural que nunca antes se detuvo a mirar—, bello, elegante y prolífico. Sencillo y vivo, con colores, formas y sonidos.
—Líder Park —nombró el contrario, sobrecogido. Solo entonces se dio cuenta que comentó lo que pensó sin reparo, simplemente por instinto, porque así emergió.
—Perdón. —Soltó una suave risa, azorado—. Creo que me emocioné por el plácido momento y terminé expresando mis pensamientos.
BaekHyun se mantuvo en silencio y eso llevó a que la situación se hiciese un tanto incómoda, por lo mismo terminó suspirando y miró por un momento sus manos, extremidades de dedos anchos, uñas bien cortadas y con las venas predominantes anunciándose por debajo de su piel ligeramente morena por el bioma propio de Leo. No obstante, toda la atención que posó sobre su extremidad se perdió en el momento que notó una mano delgada y lívida posarse sobre la suya, generando un contraste inverosímil que le pareció embeleso. ChanYeol no tuvo en cuenta hasta ese momento cuánta disimilitud había entre un alfa y un omega, incluso cuando vivió toda su vida con un león formidable como padre y una zalamera leona como madre.
—Gracias por sus palabras —comentó el contrario con sedosidad. Aparentemente, tocarlo solo fue un medio para llamar su atención—. Nunca nadie me había dicho algo tan grato.
ChanYeol prefirió no hacer más comentarios al respecto y habló de otra cosa, sobre lo sugestivo que era el lugar e indagó por el nombre de las flores, desviando la atención de sus pensamientos y sentimientos. Por suerte, eso pareció ser suficientemente para BaekHyun, porque este siguió con el tema que emprendió y al final ambos decidieron salir de la vivienda para dirigirse hacia los cultivos que poseía Tigra. Se pasaron toda la tarde ahí, dando vueltas entre los árboles frutales y conversamos sobre sus años de adolescencia, momento en el que fueron identificados como alfa y omega. Aparentemente, para BaekHyun fue toda una celebración ser omega en una familia llena de alfas, así que se convirtió de inmediato en un pequeño mimado que resultó ser igual de revoltoso que sus hermanos. Por otra parte, ChanYeol recordó a su padre dándole una palmada en la espalda junto con una sonrisa y a su madre llorando de dicha, totalmente orgullosa de su único hijo.
A pesar de que no fue realmente tarde cuando empezaron a conversar, en algún momento notaron que el sol se perdió por completo entre los árboles, dando arranque a una noche que estuvo revestida de estrellas centelleantes. Ver tantas esferas de fuego solo hicieron a ChanYeol pensar que ese momento junto a BaekHyun era increíblemente mágico, así mismo como dictaminó Imbolc que sería.
Al día siguiente se volvieron a encontrar ante la promesa de la noche anterior, aunque ChanYeol terminó descansando más de lo previsto, por lo que no pudo sorprenderme más cuando escuchó un golpe en las puertas que daban al jardín. Gruñó un poco y se giró sobre el colchón que yacía en el suelo para notar la silueta que se proyectaba del otro lado del ventanal cubierto con tapiz. De mala gana echó las mantas a un lado y abrió con ímpetu la puerta corrediza, encontrándose con la expresión atolondrada de su prometido, quien, aparentemente, saltó nuevamente el muro de piedras que dividía la residencia con el resto de Tigra.
ChanYeol, pudoroso, retrocedió un paso y se tocó el hombro izquierdo con la mano derecha en un intento de cubrir su propio pecho desnudo, zona marcada por una herida tan insufrible que hacía de su piel un manto tremebundo, lleno de tonalidades amoratadas y cicatrices protuberantes. Se preguntó si BaekHyun le repugnaría tanto su cicatriz como lo hacía él.
—Joven BaekHyun —llamó estupefacto en apenas un susurro, sin voz.
Por suerte, esa noche no se dejó claudicar por el calor naciente de Imbolc y durmió al menos con un pantaloncillo de tela suave, aunque eso no enmascaraba su preeminente erección, típica de un hombre joven y salutífero que poseía una eficaz circulación.
No podía estar más abochornado.
—ChanYeol —saludó el contrario mirándolo directo a los ojos a través de la tela. De seguro el omega ya lo recorrió entero con la mirada en el momento que él, turbado y algo abatido, abrió la puerta con ímpetu.
—Me ha llamado por mi nombre —dijo lo obvio, como si no tuviese ningún tipo de urgencia por pedirle al contrario que lo esperase un momento para adecentarse.
—Sí... —mencionó su prometido despacio, aunque ChanYeol no supo exactamente por qué el otro pareció tan desvarío—. Llegué a la conclusión de que es inoportuno hablarte con tanta formalidad cuando dentro de poco seremos alfa y omega.
Asintió y por un momento relegó lo inquietante que significaba tener a un joven apuesto en su alcoba, demasiado cautivado por el sentimiento de fogaje que brotó dentro de su pecho, haciendo ronronear al pequeño león convertido en gatito que se sintió venerado como alfa, digno para desposar a un omega tan descollante como lo era BaekHyun.
—¿Yo...? —Tomó un poco de aire, dado que su voz sonó muy rauca.
Fue entonces que percibió una serie de feromonas intensas rebozadas en un tenue toque a manzanas, lo percibió. Fue eso mismo lo que lo hizo fruncir el ceño y dar un paso hacia atrás, totalmente estupefacto porque era la primera vez que sentía en BaekHyun un olor a manzanas tan potente, tan atrayente y cautivante. Siempre sintió un deje de esa esencia, pero no fue hasta ese momento que percibió que aquel olor iba a algo más allá, especialmente si tenía delante a un omega.
Se detuvo, inmovilizado, y miró directo a los ojos al omega, quien, apesadumbrado y con el cuerpo más tenso de lo normal, se mordió el labio inferior apenas cubierto por el velo que siempre solía portar.
—¿Se encuentra bien? —preguntó con sutileza y decidió alejarse solo un poco más porque el aroma era demasiado ardoroso. Además, estaba reaccionando en sí mismo, totalmente apresado por una esencia frutal que no estaba ni cerca a lo que desprendían los leones omegas.
—S-Sí. Yo... —BaekHyun tomó aire con profundidad, como si le costase respirar, así que ChanYeol decidió que debía hacer algo.
Por ello, sujetó con cuidado la muñeca de su prometido y mediante un ligero tirón lo invitó a ingresar a su habitación, cosa que el omega no rechazó a pesar de que por regla cualquier omega debería hacerlo y que BaekHyun en sus cinco sentidos nunca ingresaría a la morada de un alfa así como si nada, incluso si este era su prometido. No obstante, ChanYeol no se concentró mucho en ello y lo llevó hasta su cama, donde le pidió con mansedumbre que tomase asiento. Luego se dirigió hacia su ropa y se vistió rápidamente con una prenda en la parte superior, asegurándose de atarse bien esta en torno a su cintura para evitar que cualquier trozo de piel de su pecho se mostrase más de lo debido, que se pusiese en evidencia lo mal que lo pasó aquella vez a nivel físico. Por suerte, ya no debía concentrarse en su problema matutino, pues este quedó tan a segundo plano que por sí solo se resolvió.
—Espéreme un momento aquí. Le traeré agua y algo de fruta —ordenó y abrió la puerta corrediza que daba con el salón donde residía su familia.
Cerró la puerta tras de sí y caminó hacia el pequeño espacio donde ubicaban los alimentos. Ahí se encontró a su madre tomando una taza de té mientras miraba el sol en su lejanía. La leona, al escucharlo y olerlo, de inmediato se giró sobre sí misma para posar los ojos en él. ChanYeol notó algo en su madre, fuego férvido en sus ojos por debajo de un ceño fruncido que le indicaba algo que muy pocas veces había visto: Estaba encrespada.
—ChanYeol —nombró en tono tosco, claramente irritada. Él no pudo hacer mucho más que quedarse estático, sorprendido por la actitud inusual de su progenitora—, ¿metiste a alguien en tu habitación?
—¿Cómo? —preguntó sorprendido, algo exaltado.
La mujer se puso de pie y caminó hasta él con el ceño fruncido y las manos en las caderas, resaltando aún más su curvilínea figura de omega.
—Hueles a omega —regañó ella y se acercó más, casi intentando olerle los hombros. Ella era mucho más baja que él—. ¿Por qué hueles a manzanas? ¿A quién metiste en tu habitación? —La leona, indignada, sujetó sus hombros con ambas manos. ChanYeol estimó de inmediato el regaño y no pudo sorprenderle más que su madre oliese tanto a cólera. Si seguía así, de seguro su padre no tardaría en aparecer por ahí, preguntando por qué no estaban complaciendo a su amada—. ¿Por qué haces estos disparates? Debes respetar a tu prometido, respetar al joven BaekHyun. No puedes tener encuentros inopinados con omegas y lo sabes. Quiero que saques de inmediato a quien sea que se encuentre en celo en tu habitación.
Su cuerpo se entumeció y sus ojos se abrieron grandes, turbado. La mujer no pareció comprender nada de su tribulación y solo se cruzó de brazos, mirándolo con esos ojos tan recalcitrantes, esperando que la obedeciese.
—Madre —susurró apenas. La leona abrió la boca para quejarse, pero él logró apresurarse—, quien está en mi alcoba es el joven BaekHyun. Acaba de llegar. —Tomó un poco de aire, sobrecogido por la información que le ofreció la mujer—. N-No sabía que estaba en celo. Solo apareció y lo noté tan extraño que le pedí que se sentase y le ofrecí un poco de agua.
Los ojos de la omega se abrieron grandes y ella de inmediato pasó por su lado hasta su habitación, actuando de forma tan apremiante que a ChanYeol no le dio tiempo de absolutamente nada. Cuando llegó hasta su habitación la mujer ya estaba de rodillas frente a BaekHyun, quien se cubrió con las mantas de su cama y gimoteaba quedo, aferrado a la tela que cubrió a ChanYeol por esa noche. Él, por otra parte, no pudo ni siquiera entrar a la habitación, pues el olor fue tan impetuoso que sus músculos de inmediato se contrajeron y el león rasguñó con tanto vigor dentro de su interior que la herida de su pecho palpitó a nivel físico, los colmillos emergieron entre el resto de sus dientes y sus ojos pasaron a ese característico tono amarillento que solo se presentaba cuando era león y cuando estaba a punto de convertirse.
—ChanYeol, vete —ordenó la mujer sin dirigirle ninguna mirada. Sin embargo, al ver que no se movió, vociferó—. ¡Vete ya!
Obedeció a pesar de que sus mayores instintos fueron quedarse a un lado de BaekHyun y enrollarlo con sus brazos. No obstante, entendía lo que sucedía. Un alfa joven como él no podía quedarse en el mismo sitio que otro felino omega, debía simplemente retirarse por cortesía y porque podía convertirse en una completa bestia si se le ocurría someterse ante las cautivantes feromonas de su prometido.
—ChanYeol —nombró su padre con extrañeza cuando lo vio sentado en unos escalones que daban ingreso a un sector donde los hijos de la familia Byun hacían arte y otro tipo de actividades—, ¿qué haces aquí?
—Mamá me echó de la residencia —comentó con rapidez, aunque la perplejidad en el rostro de su padre fue clara, así que se apresuró en aclararse—. El joven BaekHyun se encuentra ahí y al parecer sufrió una... descompensación.
—¿Descompensación?
—Sí —susurró, sin saber qué más responder para no hacer saber a su padre que estuvo BaekHyun en su habitación y más encima en celo. Eso daría una imagen muy pérfida del omega—. Está con mamá y me pidió que saliese un momento.
—Entiendo —comentó el hombre con cierto grado de sospecha, al parecer notando que algo ocultaba su hijo. Sin embargo, el hombre optó por no hacer ningún comentario al respecto—. De igual forma, ¿por qué no inviertes tu tiempo en algo más? Quizás podrías dar vueltas alrededor, entrenar para la siguiente competencia o preparar algún agasajo para el joven BaekHyun.
La última idea de su padre le interesó, así que se despidió cortésmente del hombre y se dirigió hacia donde sabía que estarían el resto de hijos de la familia Byun. Por suerte, se encontró a tres de ellos en el espacio que compartían para estudiar y entretenerse. JunMyeon, como siempre, portaba un libro entre sus manos que leía silenciosamente, JongDae jugueteaba con un guardia beta que le ponía poca atención y SeHun estaba un poco más alejado mientras practicaba tiro con arco. ChanYeol optó por acercarse al alfa más manso.
—Joven JunMyeon —nombró con apacibilidad ante la intención de no sobresaltar al contrario, aunque este escuchó perfectamente sus pasos y de seguro lo olió antes de que siquiera pudiese verlo—, ¿tiene un minuto?
El susodicho suspiró y cerró su libro, resignado a hablar con él—. ¿Qué precisa, líder Park?
—Charlar con usted durante un momento —solicitó con miramiento, despacio, ya sabiendo cómo era el joven.
—No tengo tiempo —zanjó el otro sin reparo, provocando que de entre sus labios se formase una mueca.
Decidió tomar asiento frente al joven, lo que ocasionó que este lo mirase con el ceño fruncido.
—Por favor. Deseo hablar sobre el joven BaekHyun.
—Pues hable directamente con él.
Suspiró—. Anhelo prepararle algo a mi prometido. ¿Usted sabe sus gustos?
—Nuevamente, líder Park, eso debería hablarlo con el mismo BaekHyun. No tiene por qué conversarlo conmigo.
Apretó los dientes, fastidiado por la negativa. Se contuvo de rodar los ojos y se puso de pie para intentar su travesía con otro de los hermanos, pero en el momento en que se volteó para ir hasta JongDae, JunMyeon lo detuvo con un carraspeo.
—Mi hermano omega... —empezó el contrario con cautela—. A pesar de que no lo parezca, es algo esquivo con nosotros. Supongo que tiene que ver con que seamos alfas. —Se giró hacia el contrario, desconcertado, y el joven solo chasqueó la lengua ante su expresión—. Mamá tampoco es una omega, así que BaekHyun siempre fue distinto en la familia y nos costó un poco vincularnos con él en todo sentido.
—¿A qué se refiere? —Volvió a tomar asiento frente al joven alfa.
—Un omega es distinto a un alfa. Con él me llevo por dos años, así que siempre estuvimos muy a la par, por lo que no entendía por qué se ponía a llorar por todo y hacía escándalo por la cosa más mínima. Ninguno de nosotros lo intuyó en su momento y probablemente tampoco lo intuyamos hasta el día de hoy. —JunMyeon guardó silencio un momento, como si pensase en lo que él mismo comentó—. Quizás nunca terminamos de conocerlo y BaekHyun simplemente se ajustó a nosotros.
—Eso no suena bien —comentó con prudencia, temeroso de que su futuro cuñado le lanzase la gruesa obra por la cabeza.
—Sí —concordó el contrario—. Suena infausto si se expone así.
—¿Él tiene amistad con algún otro integrante de la manada? —preguntó con curiosidad ante el pensamiento de que quizás podría encontrar a una persona que le platicase más aptitudes de su prometido.
—Que yo sepa no. SeHun es con quien más se vincula. —JunMyeon dirigió la mirada a través del patio para observar a lo lejos a su hermano menor. Suspiró al verlo—. Lamentablemente, es el más inaccesible de todos nosotros. No le aconsejo hablar con él sobre BaekHyun, de intentarlo solo se llevará una flecha entre las cejas.
Se concentró en el joven alfa a lo lejos, el cual disparaba flechas con agilidad. Decidió que debía ir con él si aspiraba conseguir algo fecundo de toda esa travesía, así que se despidió de JunMyeon con cortesía y se dirigió hacia SeHun, quien, al verlo a la distancia, rodó los ojos y bufó.
—Joven SeHun —nombró con caución y sonrió en el intento de verse afable.
Ya interactuó con aquel alfa en otra ocasión y no le fue del todo bien, así que no tenía grandes expectativas de esa conversación.
Al no recibir respuestas decidió continuar—. Sé que no le agradado del todo...
—Claro que no lo hace, líder Park —interrumpió el otro con brusquedad y acompañó su diálogo lanzando una flecha, dando exactamente en la frente del muñeco que posicionaron a la distancia—. Sin embargo, supongo que no está aquí para saber cuánto me agrada, ¿no?
Sonrió incómodo—. No realmente.
—Entonces —insistió el contrario y le dio una importante mirada, instándole a que continuase.
—Deseo conversar sobre el joven BaekHyun.
SeHun hizo una mueca—. No tengo tiempo para eso.
—Por favor —reiteró—. Deseo ser del gusto de mi prometido, por lo que me gustaría recibir recomendaciones de su parte.
La flecha que lanzó el pequeño alfa se desvió, quedando incrustada en un ancho árbol. SeHun olvidó completamente su arma y se giró a mirarlo, quedando frente a él. El joven era tan alto como él, pero no tenía la misma masa muscular.
—Eres un león —soltó SeHun con aversión y sin ningún tipo de cortesía a la hora de hablar—. Mi hermano se merece algo mucho mejor que un tipo como tú, así que deja de intentarlo.
Su corazón se apretó entre una mezcla de hastío por la falta de cordialidad y cierto deje de desilusión, porque SeHun hincó en un tema importante: Él como león, un ser que aparentemente no era lo suficientemente bueno para un omega como BaekHyun.
—Por favor, deme la oportunidad —solicitó con recato, casi lamentándose y comportándose tan poco propio a como lo haría un alfa de su calibre que no le sorprendió que el jovencito se desconcertase con su actitud—. De verdad deseo llevar todo amenamente con el joven BaekHyun. Anhelo que él me de una oportunidad como pareja más allá del acuerdo que establecieron nuestros padres.
Todo pareció detenerse en ese momento, lo hizo el sonido del viento al chocar contra las hojas de los árboles y acabaron las risas de JongDae y el sonido que hacían las hojas del libro de JunMyeon al ser pasadas de un lado a otro. Todo se detuvo en ese preciso instante, incluso su propia respiración, pues no dijo cualquier cosa y, por sobretodo, no lo dijo solo por decir, por lo que sintió algo inusual en su pecho y nuevamente experimentó esa inusitada sensación en su cicatriz, aunque no estuvo seguro si se debía a la herida física o a un ámbito más intrínseco y emocional.
—¡ChanYeol! —llamó JongDae a la distancia y sin ningún tipo de diplomacia, aunque a él no le molestó realmente. El joven alfa se acercó hasta ellos—, ¿está enamorado de Baek?
Soltó una suave risa, azorado—. No creo que mi sentimiento sea tan intenso considerando que llevo poco tiempo conociéndolo, pero hemos congeniado bastante bien. Espero ser un buen esposo para él.
JongDae sonrió ampliamente, conmovido. Sin embargo, SeHun gruñó desde dentro y ChanYeol no le quedó más que hacer una mueca y suspirar, optando por asumir que el menor de los Byun no le daría ningún tipo de información respecto a BaekHyun.
—Si SeHun no desea contribuir está bien. ¡Yo te ayudaré! —Se adelantó JongDae y posó los brazos sobre sus hombros, obligándolo a inclinarse hacia el lado porque el joven era mucho más bajo que él—. A BaekHyun le encanta las plantas, aunque creo que eso ya lo sabes. Vi que estuvieron juntos en su jardín.
—¿Su jardín privado? —Los ojos de SeHun se mostraron sorprendidos—. ¿BaekHyun lo llevó a ese sitio?
—¡Claro que lo hizo! —contestó JongDae por él—. Incluso fueron juntos hasta los manglares, ¿no? —El alfa sonrió con coquetería y le pegó un codazo en las costillas, juguetón—. ¿Qué hicieron por ahí, ChanYeol? ¿Se divirtieron mucho entre los arbustos?
—¡Por Dios! —alegó, sorprendido por la desvergüenza del pequeño alfa—. No se trata de eso. Solamente paseábamos.
—Uy, claro que sí —se burló el tigre sin ningún tipo de reparo y ChanYeol solo se mordió el labio inferior, ruborizado. No podía creer que un jovencito lo pusiese en semejante aprieto.
JongDae agregó un par de comentarios más que no contribuyeron en nada más que en avergonzarlo. Por suerte, SeHun no tuvo reparo en callar a su hermano con un chasqueo de lengua.
—Así que BaekHyun si se ha abierto a usted —comentó con cierta reticencia el menor de los tigres.
—No tiene que ver con una blasfemia, por favor —pidió abochornado—. Realmente nuestros encuentros solo consisten en una buena conversación.
—Aun así, BaekHyun le ha dado de su tiempo y atención. —SeHun lo miró con atención. Ya no parecía tan enfadado como antes.
—Sí.
El menor de los Byun suspiró—. A BaekHyun le gustan las flores, supongo que ya lo notó. Además, adora los manzanos, él es como uno. Dice que no le gustan las formalidades remilgadas enlazadas a los omegas, pero realmente le fascinan y desea que alguien lo trate con tanta estima y pasión como alguna vez leyó. Le complican los alfas y la falta de atención, odia que lo hagan sentir inferior y que no lo consideren.
Asintió, totalmente emocionado por esa avalancha de información que no se esperó para nada. De hecho, ni el propio JongDae parecía conocer realmente a su hermano mayor, porque el joven guardó silencio, asombrado por la información que proporcionó SeHun.
—A nivel material, le agradan las piedras preciosas y las plantas. Sin embargo, lo que más adora es aprender, así que aconsejo que, en vez de regalarle algo material, opte por invertir tiempo en proporcionarle conocimientos. Quizás un libro podría ser un buen obsequio. —SeHun dio el tema por terminado, hizo un asentimiento de cabeza a modo de despedida y se volteó sobre sus propios talones para salir del sitio con su arco en mano.
JongDae soltó un grito ahogado una vez que quedaron solos—. ¡No sabía todo eso de mi hermano omega!
ChanYeol lo miró de soslayo y le dio una sonrisa mustia. Incluso él ya sabía algunas cosas que SeHun comentó, por lo que le pareció luctuoso que JongDae no tuviese conocimiento de ello cuando llevaba mucho más años que él interactuando con BaekHyun. Concluyó que ese era otro punto preponderante, aquella distancia que parecía tener el joven omega con sus hermanos alfas, con todos menos con el menor de ellos.
—Fraguaré algo para el joven BaekHyun —comentó con placidez e hizo una pequeña inclinación de cabeza para despedirse de JongDae, quien solo sonrió y meneó la mano en el aire para corresponderle el gesto.
Ya más animado se dirigió hacia su residencia, aunque una vez que estuvo ahí fue cauteloso a la hora de acercarse a la puerta. Ya no olía el intenso olor a manzanas dulces que desasía BaekHyun, así que figuró que este se fue. Así como creyó, su madre lo recibió con una sonrisa tambaleante y lo invitó a ingresar a la vivienda, donde un poderoso sahumerio de ruda envolvía todo el lugar, generando un aroma tan intenso que se convirtió en algo maloliente.
—Madre —mencionó con uniformidad, aunque sonó más a un regaño.
—Lo sé. Lo siento —se disculpó ella con una sonrisa tierna—. El aroma del joven BaekHyun es muy penetrante y consideré que sería prudente cambiar un poco el ambiente.
Asintió, concordando con ella. De igual forma, aquello no era lo que realmente le importaba.
—¿El joven BaekHyun está en su hogar? ¿Puedo ir a verlo?
—Es mejor que no lo veas por el día de hoy. —Ella hizo una mueca—. Mencionó que estaría preparándose para el siguiente juego.
—Entiendo. —Su entusiasmo de inmediato disminuyó.
—De igual forma... —continuó su madre con recelo mientras ordenaba algunos pétalos de rosa mosteca que solía utilizar para hacer infusiones—. ¿Qué hacía el joven BaekHyun en tu habitación? —preguntó la leona con cautela y sin mirarlo, al parecer con la intención de aparentar que estaba más concentrada en lo que hacían sus delicadas manos—. ¿Cómo puede un joven omega estar en tu habitación? ¿No te he enseñado que no es decente que intimes con tu prometido cuando aún no están casado? Entiendo que sientan deseo y cariño, hijo, pero deben ser pacientes.
—Madre... —alegó abochornado, pero la omega continuó con su diálogo.
—Se supone que el joven BaekHyun debe guardar su flor hasta el matrimonio —soltó la mujer sin ningún tipo de vergüenza, aunque utilizó un volumen de voz mucho más bajo—. Noto que se desean y están ansiosos, pero deben ser precavidos y educados, cariño.
—Nosotros no nos deseamos —susurró casi sin aire y por lo mismo la contraria no lo escuchó.
—Estoy segura de que podrán consumar su matrimonio de forma amena una vez que estén casados. —Ella lo miró y sonrió. Su madre pareció tan radiante que ChanYeol se sorprendió. De seguro nunca vio a la mujer tan feliz como en ese momento, realmente parecía agradarle la idea de que él se casase con BaekHyun—. Además, si querían intentar algo así, tú debiste ir por él, por Dios. ¿Cómo se te ocurre hacer que él viniese hacia ti? Sé un poco más romántico. Estoy seguro de que al joven BaekHyun le gustará.
—Madre —soltó ya agobiado—, el joven BaekHyun llegó a mi recámara en la mañana sin notificar. Incluso me despertó.
La omega pareció realmente sorprendida—. ¿Él entró a tu habitación?
—Sí.
—¡Santo cielo!
—No se altere —pidió con una sonrisa incómoda—. El joven BaekHyun es distinto a los demás omegas, pero es muy agradable. Estoy seguro de que no entró a mi habitación con la intención de hacer algo indebido. De seguro quiso despertarme para ayudarlo con la caza. Hoy dormí hasta tarde.
—¿Caza? —Ella pareció realmente confundida—. ¿Hacen eso cuando dan paseos?
—Pues sí. —Se encogió de hombros y elevó la comisura de sus labios en una sonrisa alegre—. Es algo que nos agrada a ambos.
La mujer, a pesar de todo, sonrió—. Me alegra saber que ya encontraron algo en común.
—Madre —llamó con cuidado, sin que la sonrisa desapareciese de su rostro—, creo que el joven BaekHyun me gusta.
—Me alegra mucho escuchar eso, mi pequeño cachorro.
La conversación con la leona terminó ahí y ChanYeol consideró que eso estuvo bien. Después de todo, su atención en realidad debía estar centrada en el omega pelirrojo, sin embargo, todo su plan para contentar a BaekHyun se deformó debido a la propia situación que este vivía, por lo que procedió a lavarse y posteriormente recolectó papeles, pinceles y tinta. Durante su baño se le ocurrió la brillante idea de hacer un libro a modo de recopilación de la información que recabó con BaekHyun y de las posibles trampas que podrían emplear en el lugar, por lo que se entretuvo toda la tarde en ello, dibujando y tomando medidas. De primeras solo hizo unos planos que se prometió a sí mismo atestiguar una vez que acabase con la cuarta prueba, quizás después de eso tendría la oportunidad de ver a su prometido y pasar tiempo con él. De hecho, ya descascaró unos cuantos frutos secos que le convidó su madre con la intención de ofrecérselas al joven. Sabía que aquello no era absolutamente nada comparado con lo que BaekHyun se merecía, sin embargo, también sabía que el omega era más sencillo de lo que realmente todos creía y él estimaba que ese pequeño detalle sería suficiente para enfervorizar el corazón de su pequeño tigre.
—Hijo —llamó su padre luego de dar un par de golpes a la puerta corrediza de su habitación provisional—, debes ir a la cuarta prueba.
—¿Ya es ahora? —preguntó desconcertado y caminó hasta la entrada de su habitación para abrir la puerta, encontrándose con el león de cabellera rubia despeinada.
—Exacto. —El hombre miró dentro de la habitación y arrugó la nariz—. ¿Alguien más estuvo aquí?
Sonrió con incomodidad—. El joven BaekHyun.
Los ojos del león se abrieron con asombro, pero luego una sonrisa se mostró entre sus labios.
—Entiendo —dijo escuetamente el mayor mientras asentía con lentitud, algo perdido en sus pensamientos—. De igual forma, en este momento es crucial que nos concentremos en el próximo juego, ya que debes acarrear contigo unas cuantas cosas.
—¿Ya avisaron en qué consistirá?
—Será de supervivencia. Dos noches. —ChanYeol frunció el ceño, sin entender lo que el otro comentó—. Deberás quedarte dos noches en el bosque e intentar sobrevivir.
Abrió los ojos con asombró y miró dentro de su habitación, a la comodidad de su cama. Al momento en que cumplió la edad de dieciséis años los alfas salían de casa por un periodo de tiempo debido a que el mayor enemigo de un joven león era su propio padre. Antiguamente, solía existir un alfa para una serie de omegas, por lo que se generaban muchos conflictos entre los alfas líderes y sus hijos, por lo mismo estos debían irse hacia otro sitio. No obstante, como él sería el futuro alfa líder de Leo, no podía largarse simplemente, fue por eso que se quedó una temporada con su tío, hermano menor de su madre, un león solterón y risueño que en ese momento aún no llegaba a los treinta años. Aquel león alocado lo llevó en una aventura a pie, donde montó sobre sus hombros una gran mochila y, con un traje ligero, lo hizo caminar durante cerca de una semana para encontrarse con el mar. Aquella fue la primera vez que pudo apreciar lo inmenso que era el mundo. ChanYeol nunca olvidaría los ojos miel del hombre por sobre una sonrisa ancha con un colmillo trizado. Eres inmenso como el mar, Yeol, dijo aquella vez su tío y agregó: Siempre mantente calmo para que el resto te pueda apreciar.
—Tu madre quiere llenarte la mochila de alimentos. ¿Puedes ayudarme a convencerla de que no eche el muslo de ternera? —Rio ante el comentario de su padre y asintió.
El resto de la tarde se encargó de preparar una pequeña mochila con lo esencial: Comida, armas y trampas, también algunos elementos para dormir, hacer fuego y cocinar. Creía que con la experiencia de la adolescencia sería suficiente para superar esa prueba, sin embargo, cuando fueron llamados para reunirse frente a la entrada de la vivienda de los Byun no pudo evitar sentirse desasosegado. Se dio cuenta que algunos de los tigres desistieron del juego y eso le sorprendió, pues no consideraba que aquella prueba fuese tan complicada, no obstante, aquel pensamiento cambió en el instante que se puso frente al frondoso y renegrido bosque, del cual provenían una serie de sonidos que no logró identificar. Se olvidó por completo de ese punto, que no conocía absolutamente nada de Tigra, por lo que había una gran posibilidad de que terminara cayendo dentro de un manglar durante la lóbrega noche, que lo cazase un cocodrilo o lo picase algún mosquito que terminase por infectarlo. Temió por sí mismo, pero el pensamiento quedó un tanto en el olvido cuando logró oler aquel aroma a manzanos, aunque no fue tan intenso como en la mañana; de seguro el tigre utilizó plantas para aplacar la sintomatología del celo. BaekHyun apareció frente a ellos.
—Deben llegar para la tercera maitinada y tienen que traer consigo un fragmento de cuarzo lechoso —comentó el joven con elocuencia para todos los participantes, los cuales solo eran cinco, incluyéndolo a él—. Espero que cada uno de ustedes llegue sano y salvo.
ChanYeol sonrió y asintió, como si a quien le hablase el contrario fuese a él. Dudaba que fuese así, aunque le hubiese gustado que BaekHyun se detuviese un poco más en apreciarlo. Sin embargo, ya era tarde y sabía que el muchacho debía estar fatigado, más aún si estaba en periodo de celo. Por lo tanto, prefirió concentrarse en el bosque en el que tendría que zambullirse, ya rodeado por la noche y la rebosante vegetación.
El tambor se hizo presente en la lobreguez y ese fue su momento de emprenderse en lo profundo del bosque. Sabía que detrás de él lo vigilaba un beta con la intención de que caminase en línea recta por lo menos una hora para que así estuviese lo más lejos posible del centro de Tigra, de esa manera se desorientaría y solo así comenzaría la cuarta prueba.
—Líder Park —llamó el beta en algún punto desde la oscuridad, sobresaltándolo ligeramente—, a partir de este momento me retiro y queda solo para comenzar con su prueba de supervivencia. —El tigre hizo una pequeña inclinación de cabeza a modo de despedida—. Si se encuentra en peligro no dude en usar la bengala.
—Comprendo. Muchas gracias.
Se despidió del beta con un gesto de cabeza y luego de unos pocos minutos quedó completamente solo en el bosque. Había luna llena y el cielo estaba despejado, por lo que se podían apreciar las abundantes estrellas. Sin embargo, Imbolc traía consigo noches heladas y eso hizo que se cuestionase seriamente si era factible seguir merodeando ahí en su cuerpo de hombre. Quizás lo que realmente necesitaba eran unas patas veloces que lo ayudasen a llegar a un sitio con altura y menos vegetación, donde él pudiese manejarse. Por lo tanto, eso hizo. Se dirigió a una montaña que estaba algo alejada del centro de Tigra y de los ya tan comunes manglares, sin embargo, fue el sitio idóneo porque ahí encontró una cueva lo suficientemente grande como para caber él, sus pertenencias y hacer una pequeña hoguera. Decidió que pasaría el tiempo ahí.
Ya alejado de los manglares se despreocupó de los cocodrilos, las serpientes y los insectos peligrosos. En esa cueva todo estaba algo más seco, así que prendió una fogata sin mayor dificultad y por el terreno logró localizar a un trío de liebres que para la mitad de esa noche ya estaban asadas y sazonadas con la única hierba que logró identificar entre los matorrales: Romero; y todo gracias a que lo aprendió de su prometido omega. Cuando tuviese la oportunidad se lo agradecería.
A pesar de que ya tenía experiencia en esas condiciones y que logró soportar el frío de la primera noche, se sintió realmente solo y desprotegido a la mañana siguiente. Quería volver a Tigra, quería ver a BaekHyun y oler aquellas manzanas que le recordaban al muchacho. Rio irónico ante el pensamiento, ante aquella dependencia que surgió de repente en su interior y se preguntó qué tan valeroso sería como líder si de repente tenía deseos caprichosos de volver a mirar aquel trozo de tela con el que se familiarizó durante los últimos días. ¿Cómo podía anhelarlo? No era más que un omega, más encima tigre, que realmente no tenía ningún indicio de esforzarse en su connubio tanto como él lo hacía. ¿Realmente BaekHyun quería casarse con él o solo se forzaba a enlazarse con un animal desconocido del que solo escuchó atrocidades?
Solo en ese momento, perdido en los primeros rayos del sol y escuchando a las aves cantar, pudo ser realmente consciente de lo serio que era todo eso, que no estaba ahí luchando por una canasta llena de carnes como lo haría en alguna festividad en su tierra, sino que combatía por la mano de una persona, por su integridad y resguardo. Se suponía que quien ganase aquello, que no medía más que lozanía y barbaridad, se quedaría con la suntuosa flor destinada a adosar que era BaekHyun. ChanYeol no lo consideró justo y se preguntó cómo un omega con los ideales del pelirrojo podía mantener todo ese circo en pie.
Decidió abdicar. No porque no se considerará lo suficientemente ducho para sobrevivir a ese mundo tempestuoso, sino porque era la primera vez que tenía tanto tiempo para sí mismo desde que llegó a Tigra y no le podía parecer más ridículo el trayecto que tomó esa hazaña.
Se encontraba en las faldas de un cerro, por lo que se alejó más de lo que dispusieron los acuerdos de la prueba. Por lo tanto, volver a Tigra le tomaría más de un día, especialmente si debía enfrentarse a las acumulaciones de agua y a los cocodrilos que logró ver a la distancia cuando se encaminó hacia ese lugar. Sabía que Cocodrillus no estaba muy lejos, por lo que ese sector, sí no era ya el otro pueblo, debía ser la periferia donde se asentaban los renegados. Debía cuidarse de ellos. Un tigre no era extraño en esos parajes, pero un león sí, por lo que su presencia no sería bienvenida.
No obstante, no temió y se detuvo a cazar ante la necesidad. De mala gana se comió el mono aullador que cazó a duras penas y que lo hizo caer en una posa poco profunda de la cual salió a regañadientes. Al rato, su melena acabó enmarañada y tiesa por la salinidad del agua. Cómo aborrecía ese hábitat...
—¿ChanYeol?
Confundido giró sobre sí mismo, encontrándose con nada más que copiosa vegetación, tanta así que le fue imposible ver a más de cinco metros a la lejanía. A pesar de que una parte del territorio poseía manglares, en su mayoría el sector terrestre era selvático.
—ChanYeol —insistió aquella voz etérea desde la distancia y él de inmediato tuvo el recuerdo de la primera interacción con BaekHyun.
Eso fue suficiente para hacerse consciente de la realidad. Todo tomó forma, color y sonido, pero, por sobretodo, olió, pudo percibir el aroma a su alrededor. De seguro debió detectar aquella humedad, la fragancia de las flores y quizás algo de putrefacción debido a las aguas empozadas, sin embargo, no alcanzó a percibir nada de eso, pues su atención remitió de inmediato en aquel aroma a manzanas que lo hizo quedarse atónito, sacándolo fuera de su cuerpo y llevándolo a un estado superior, inmaterial. ChanYeol de repente dejó su cuerpo físico y su mente salió disparada hacia las estrellas que hacían presencia, testarudas, aún cuando al Sol le quedaban unos cuantos minutos más por iluminar.
—Ayúdame.
Volvió en sí y el león en su interior simplemente botó su cuerpo a tierra como si nada, llevándolo a erguirse sobre sus cuatro patas. Su cola se alzó en punta, detectando todo a su alrededor, y sus orejas se movieron de un lado a otro, pero nada de eso fue necesario, porque fue su olfato el cual lo terminó llevando donde esperó, hacia BaekHyun. ChanYeol dudó. No supo si aquel joven sentado en el húmedo suelo y con el hanbok sucio era un espejismo o realmente tenía al omega pelirrojo delante de él. La idea por si sola le fue quimérica, idílica, pero también muy salvaje y erótica, a pesar de que era la primera vez que se planteaba la imagen de su prometido de esa manera. Dudó; ¿sería una bruja engatusándolo? Había una posibilidad, después de todo, seguía en una competencia a pesar de que no lo parecía y por lo mismo se obligó a cambiar, optando por presentarse con su imagen más civilizada.
—Joven BaekHyun —llamó con prudencia, inseguro—, ¿se encuentra bien?
—ChanYeol —volvió a llamar el joven en un lloriqueo.
No le bastó nada más para averiguar que efectivamente se trataba de BaekHyun, pues el olor era demasiado intenso como para tratarse de una alucinación. Lo realmente preocupante dejó de ser eso, sino que fue consciente de la magnitud del aroma y que tenía al omega desvarío en el lodo, llamándolo sin cesar y pidiéndole ayuda entre jadeos.
BaekHyun estaba en celo.
—Joven BaekHyun —nombró sin aire y se acercó con mesura al contrario, aunque antes se vistió con una de sus ropas de repuesto, ya que las que utilizaba hasta ese momento se rompió ante la brusquedad de su animal—, ¿por qué está aquí? ¿Se encuentra bien?
—Estoy bien. —El pelirrojo tomó aire profundamente, ahogándose en el proceso y ChanYeol buscó entre sus pertenencias la cantimplora, aunque solo la dejó cerca del joven y la empujó hacia él, sabiendo que no podía acercarse mucho más si deseaba ser cauteloso—. Quise dar un paseo y me perdí. No sé cómo terminé aquí. —El omega aferró con fuerza las manos a su faldón y lloriqueó, pareció un joven aturdido y espantado—. Tengo miedo, ChanYeol. Ayúdame.
—Entiendo. Está conmigo, estará bien —aseguró y miró con apremio a su alrededor.
No conocía las plantas del lugar, al menos no tanto como le hubiese gustado, pero necesitaba algo para tapizar aquel olor exquisito que proyectaba su prometido. Para combatir contra ello optó por apretar contra su rostro un trozo de tela de su ropa y, ante la urgencia, se olvidó de algún supresor natural para preocuparse primero por el bienestar del contrario.
—¿Tiene algo que lo pueda ayudar con el desazón?
BaekHyun tocó su propio cuerpo con aletargo, como si estuviese desorientado, aunque al final acabó abriendo sus manos echa puños. Sobre la tela de su hanbok cayeron una serie de hojas que reconoció de inmediato. Fue increíble admirar que el propio omega, dentro de su incoherente existencia, buscó algo con lo que poder sobrevivir; el joven llevaba suplementos naturales.
—Lo prepararé para usted.
Se acercó con cuidado y tomó con urgencia las hojas, aunque la cercanía solo hizo que cayese sentado sobre su propio trasero y que un gruñido saliese desde lo profundo de sus entrañas. Definitivamente necesitaba controlarse para no sucumbir ante las feromonas del contrario y así no hacer una calamidad de toda esa situación. En ese momento su futuro esposo lo necesitaba con suma urgencia y él no podía ser tan bárbaro como para dejarse aplastar por el deseo propio de su especie. Y por su deseo propio también, a fin de cuentas, el joven BaekHyun era un muchacho con un cuerpo precioso. ChanYeol y su león estarían encantados de hacerlo suyo.
Pero no en este momento, se recordó.
—¿S-Sabe qué? —emprendió el diálogo mientras buscaba a su alrededor un par de rocas que pudiesen servirle de mortero. Optó por hablar para no desvariar—. La noche que pasé aquí solo en la intemperie me hizo replantearme todo esto. —Soltó una suave risa, nervioso—. ¿No cree que esto de los juegos está de más?
Sabía que BaekHyun estaba demasiado fuera de sí como para ofrecerle una respuesta coherente, así que solo se preocupó de posar la hierba sobre la roca que encontró para así machacarla, de esa forma generó una pasta poco definida que terminó posando sobre una hoja limpia para ofrecérsela al tigre, quien ronroneó cuando se le puso de frente.
—Quiero decir... —continuó mientras veía que el contrario, con manos temblorosas y la respiración errática, sujetaba la gran hoja que dispuso con la masa. ChanYeol tuvo que apartarse un par de metros para mantenerse en sí—. Si usted no desea casarse conmigo, ¿no sería mucho más fácil decirlo y ya?
Las manos ajenas detuvieron sus movimientos y él decidió dar otro paso hacia atrás, más por culpa de las fuertes feromonas que por otra cosa. Notó que el pelirrojo meneó ligeramente la cabeza y él no supo si lo hizo porque negaba o porque se sentía realmente achacoso.
—C-ChanYeol —llamó el contrario a duras penas y él notó el dolor en las palabras ajenas, así que de inmediato su cuerpo se tensó, como si en cualquier momento estuviese dispuesto a lanzarse al peligro con tal de resguardar al omega—, n-no me... s-siento bien.
—Lo sé. —Tomó aire profundamente y miró a su alrededor con la intención de buscar una especie de refugio—. Tome la pasta y beba agua. Mientras tanto le preparé un lugar donde quedarse. —Apenado se puso en cuclillas y miró en dirección al tigre—. Lamentablemente, no puedo llevarlo a ningún lado porque, así como está... —guardó silencio, azorado. No quería hacer sentir mal a su prometido con un comentario inapropiado—. No puedo llevarlo. No podría. Me afecta.
BaekHyun gimió y se removió sobre el suelo. ChanYeol retrocedió cuatro pasos más al sentir su corazón palpitar con ahínco dentro de su pecho. Sus manos comenzaron a sudar y a temblar también, tan cerca de ser sucumbido por el león que era peligroso. Cualquier alfa reaccionaria ante el celo de un omega. De hecho, se le era extraño que él no hubiese delirado ya, claudicándose por el fuego y el deseo. Atribuía sus limitantes a los productos propios que debió aplicarse el omega antes de salir; incluso detectó un aroma que pertenecía a su madre durante periodos en los que su padre hacía largos viajes. Supuso que ella, como leona omega, ayudó a su futuro yerno durante aquella mañana en la que este se introdujo en su recámara.
—Le prepararé un lugar —insistió y observó a su alrededor en busca de un sector más plano y árido, pero al final su mirada volvió a concentrarse en el pelirrojo, totalmente atraído por la debilidad del otro—. Por favor, consuma eso.
Se movió y fue hacia un sitio que detectó apto. No podía enfrascarse en una gran construcción, así que hizo a un lado la vegetación con la ayuda de un arma blanca y se concentró en poner una serie de hojas grandes en el suelo con la finalidad de que sirva de colchón para él omega. Además, se ubicó cerca de unos árboles de gran frondosidad, así que aprovechó eso a modo de barrera contra el viento.
Una vez que preparó lo poco que podía acomodar se dirigió nuevamente hacia BaekHyun, quien bebía de la cantimplora y, aparentemente, ya ingirió la pasta que serviría para calmar los síntomas de su celo. ChanYeol, durante el momento que ordenaba el improvisado refugio, también se aseguró de meterse a la boca un par de hojas que trajo BaekHyun —y que apartó para sí— con la finalidad de aplacar la creciente necesidad de poseer al otro. Solo deseaba que aquel preparado no lo afectase negativamente, pues era la primera vez que lo probaba.
—¿Cómo se siente? —preguntó unos minutos después. Optó por darle algo de tiempo al contrario para que pudiese tranquilizarse y, a su vez, para que las hojas hiciesen algo de efecto en él.
—Me siento mejor.
Notó que el menor tuvo indicios de ponerse de pie, pero terminó tropezándose con su propio faldón, así que ChanYeol no tardó en acercarse a él con la intención de ayudarlo a levantarse, incluso cuando ello significó verse atiborrado por el aroma ajeno. Ya se perdió algo aquella esencia a manzanas y nuevamente solo olía a medicina natural, a flores silvestres. ChanYeol no pudo evitar fruncir el ceño ante ello y mientras caminaba lentamente con BaekHyun hacia el improvisado refugio se preguntó si el joven consumía ese tipo de plantas con regularidad. Sin embargo, considero que no era oportuno preguntarlo en ese momento.
—Tome asiento. —Con cuidado aflojó su agarre para que el tigre pudiese situarse en el espacio que estimó para él. A pesar de lo apresurado de la situación, ChanYeol se encargó de preparar un buen lugar, pudo notarlo al ver las manos de BaekHyun palpar el espontáneo acolchado—. Prepararé una fogata y le traeré comida. —Buscó sus pertenencias y tomó el pequeño saco de delgadas fibra que su madre preparó para él, en su interior habían frutos secos—. Por favor, coma algo mientras tanto. También tengo fruta.
Dejó todo lo que tenía al alcance del contrario y también le pasó sobre los hombros la única manta que llevaba consigo. No podía ver la expresión del contrario debido a su velo, el cual estaba sucio por el intempestivos sitio en el que acabó, pero imaginó que no estuvo descontento con sus propuestas porque afirmó el manto sobre sus hombros y metió los delgados dedos en el pequeño saco para extraer un par de almendras. ChanYeol sonrió al verlo, enternecido con él omega. Fue eso mismo lo que provocó una calidez dentro de su pecho que en ese momento estuvo más bien alejada del deseo que sintió con anterioridad. Por el contrario, deseó pasar sus brazos en torno al tigre y apretarlo contra su pecho, dejarle una caricia en la cabeza y un beso en la frente. No obstante, no podía hacer nada de eso, por supuesto que no. No tenía permitido tocarlo para nada que no fuese estrictamente necesario y, al menos por el momento, estaba bien con eso.
—Dijiste que encenderías una fogata —dijo BaekHyun aún con la voz algo ronca en el momento que él continuaba en su ensueño.
—Claro, joven BaekHyun.
Sonrió y se movió, contento por seguir proveyéndole al contrario cosas que lo mantuviesen cómodo.
A pesar de que el sitio no parecía idílico para mantener el fuego, no resultó difícil encontrar ramas secas y algunas piedras, aunque para lo primero se vio en la necesidad de encaramarse en un par de árboles, especialmente aquellos que estaban cerca de los manglares, cosa que no pudo parecerle más desagradable. Por suerte, todo resultó como lo estimó y poco tiempo después estuvo BaekHyun con una gran llama frente a él mientras comía un trozo de pescado mejor sazonado, esta vez con algo de sal y limón, que encontró de pura suerte mientras cazaba, dado que su ropa se enganchó a las espinas del árbol.
—¿Está cómodo? —preguntó mientras ponía algunas ramas entre los árboles, generando así una pared natural más resistente contra el viento. Solo constituía una L, pero ChanYeol creía que era suficiente.
BaekHyun se tapó mejor con la manta y siguió pellizcando su trozo de pescado con el índice y el pulgar. ChanYeol de repente tuvo deseos de alimentarlo en la boca, pero eso no podría ser más inoportuno. Ciertamente, no sabía por qué de repente tenía esos pensamientos tan protectores y hogareños en relación al omega, aunque no dudaba de que fueran producto del celo del mismo.
—Me encuentro bien. Gracias. —A pesar de no verlo, estuvo seguro de que el contrario sonrió—. Me impresiona su habilidad para ponerme cómodo a pesar de las circunstancias.
—Supongo que es un punto a mi favor como prometido —bromeó. Por un momento pensó que su comentario estuvo completamente de más y que incómodo al menor, pero este acabó riéndose a su par.
Ambos estuvieron cómodos y no hubo mucho más que hacer, pero entre todo ese movimiento, la lucha contra las feromonas y el malestar de omega acabó ocupándose todo el día, por lo que, para cuando ChanYeol pudo tomar asiento ya estaba anocheciendo. El lugar donde se encontraban era hermoso, a pesar de que se veía agua a lo lejos, sin embargo, mientras estuviera lejos estaba bien para él. Después de todo ese tiempo en Tigra logró apreciar la belleza que se hallaba en la superficie irregular de los manglares, mantos oscuros, otras veces trasparentes, que traían consigo una especie de espejo que siempre plasmaban el Sol. Era algo precioso que extrañaría de ese lugar.
—ChanYeol.
Se giró hacia BaekHyun, quien miraba hacia las acumulaciones de aguas cristalinas. El fuego seguía ferviente a sus pies, se encargó todo ese tiempo de no dejar que bajase su intensidad en ningún momento, por lo que ambos se encontraban relativamente cálidos a pesar de hallarse en la intemperie y entre tanta húmeda vegetación. Por lo mismo, se le hizo algo extraño que el omega poco a poco soltase la manta a la que se aferró todo ese tiempo, esta no cayó de sus hombros, pero sí dejó más a la vista el vestuario ya sucio del omega.
Quiso preguntar que le sucedía, si se encontraba bien o si necesitaba algo, pero al final terminó guardando silencio porque vio que el contrario se llevó las manos hasta el rostro, donde el velo sucio aún ocultaba parte de sus facciones. No pudo evitar sentir su corazón frenarse cuando notó que BaekHyun llevó las manos hasta la parte posterior de su cabeza para quitar el lazo que mantenía el velo atado a su coleta. La tela cayó y su corazón se apretó. BaekHyun tenía una cicatriz en su ojo derecho, atravesándolo por completo. Nacía desde la esquina de la ceja hasta el pómulo, cruzándose en diagonal. BaekHyun tenía el ojo sano de color caramelo con ciertos matices amarillentos y ChanYeol se olvidó de todo lo demás. Sonrió.
—Un gusto conocerlo por fin.
Él omega se desconcertó y lo miró pasmado durante un momento hasta que finalmente soltó una risa, divertido.
—Como podrá ver, fue esto lo que ocultaba detrás del velo. —El contrario miró hacia el frente, perdido en el agua a la lejanía. El Sol ya se ocultó entre las montañas—. Imagino que su concepción de mí ya no es la misma.
—¿Temía de mi opinión al respecto? —Se sintió torpe al preguntar. Supuso que la respuesta era obvia—. Pues no piense que es así. Para mí sigue siendo el bello y valeroso omega que conocí la primera vez.
—¿Pensó que era valeroso desde el principio? —preguntó el contrario con cierto aire cómico y él no pudo evitar soltar una risa.
—Bueno. En realidad no pude apreciar que era valeroso hasta que tuve la oportunidad de interactuar más con usted.
—Supongo que fue buena idea lo del velo. —El tigre soltó una suave risa, pero luego se mantuvo serio y cabizbajo. ChanYeol por primera vez lo veía así—. Temía de su reacción. Supongo que sus deseos por casarse conmigo ya no siguen en pie.
Frunció el ceño—. ¿Por qué dice eso?
—Creo que la respuesta es obvia. —BaekHyun soltó una pequeña risa mustia y él quiso hablar, pero el contrario se apresuró en continuar—. Mi padre me prometió que, a pesar del acuerdo que usted estableció con él, yo tendría un margen de decisión y que, de quererlo, podría acabar con el compromiso. —El Tigre lo miró directo a los ojos y él no pudo evitar detenerse un segundo más en el iris blanco—. Sin embargo, primero quería comprobar qué tal esposo sería. No tenía expectativas de casarme, dada mi apariencia, pero tampoco quería ser un medio de transacción para acabar con la confrontación que Leo y Tigra parecían llevar durante todos estos años.
—Entiendo completamente —se apresuró a decir, porque ese no era su punto—. De igual forma, considero que usted es un hombre bello y que tiene el derecho de...
—¿Lo estas diciendo por compromiso o porque de verdad te parezco bello?
Se sorprendió ante la falta de rigurosidad en el habla del otro, pero decidió aprovecharse de eso.
—Me pareces bello, BaekHyun —susurró y notó que el contrario se tensó, además, pareció impresionado—. De ser posible, me gustaría ya llevarlo hasta Leo y hacerlo mi esposo.
El tigre se sonrojó y miró hacia otro lado, abochornado—. ¿Eso no tiene que ver con mi repentino celo?
—Soy más que mi león —susurró y sonrió, nuevamente tomando por sorpresa al contrario. Al parecer, el joven esperó que fuese mucho más bárbaro, cosa que, en parte, lo ponía contento porque sabía que era más que eso—. Pasamos tiempo juntos y, aunque no fue mucho, nuestra relación se da bien, mejor de lo que esperé. Creo que nos irá bien en el futuro también y que seremos un gran equipo, tanto para Tigra, como para Leo, y también para nosotros mismos como pareja.
—¿De verdad quiere enlazarse conmigo?
—De verdad lo deseo, BaekHyun.
Sonrió ampliamente y decidió moverse, hacer de ese momento el instante idóneo para empezar con su relación, desde ese momento en más, no antes cuando sus padres decidieron casarlos ni cuando se conocieron por primera vez. No. El momento exacto era ese.
—BaekHyun —llamó y se trasladó frente al contrario, aunque por un costado de la fogata. En ese lugar posó la rodilla izquierda sobre el suelo y la otra la dejó en noventa grados. El tigre pareció realmente sorprendido con su postura—, me gustaría saber si te gustaría casarte conmigo, esta vez desde la sinceridad de mis palabras y sin pensar en Leo o en Tigra. Pensemos solo en nosotros dos y en toda la posibilidad de dicha que tenemos por delante.
—¿No crees que es una propuesta un poco apresurada? —comentó el contrario con vergüenza.
—Se supone que estábamos casados antes de conocernos. —Soltó una suave risa y el contrario rio también—. Quizás... Podríamos ser prometidos hasta que decidas que soy suficiente. —El contrario se mostró realmente asombrado, pero él quiso decir de inmediato todo—. P-Podríamos poner algunos límites, como las parejas y los cuidados en el celo. Podríamos vivir juntos así como no. En caso de que te quedes aquí, podría venir a visitarte y contactarnos mendicante cartas. Como sabes, soy el líder de Leo y ya llevo un tiempo fuera de mi tierra. Debo volver.
—¿Harías todo eso por mí?
—Haría todo eso y más —expresó, emocionado.
El omega sonrió y desvió la mirada hacia uno de sus costados. ChanYeol tuvo una vista clara de la herida que marcaba el rostro del contrario, una herida brutal que de seguro fue realizada por una bestia inmensa, quizás otro felino.
—Tu ojo —pronunció con cuidado. BaekHyun, de inmediato, se cubrió la mitad del rostro con las manos y su sonrisa se perdió al instante. ChanYeol se apresuró en llevar sus manos hasta las ajenas para apartarlas de su rostro—. ¿Ves?
—No —susurró el joven y miró hacia otro lado. Se apartó de inmediato de su tacto—. En el momento del golpe perdí la visión de ese ojo.
—¿Por qué el color...?
BaekHyun suspiró y él pudo notar cierta molestia detrás de eso. Se preguntó si el otro realmente quería platicar del tema y al instante concluyó que no, pero de igual forma el hombre habló.
—No lo sé. Mamá dijo que fue por el golpe, pero realmente no sabemos por qué el color cambió. —El omega se encogió de hombros y mantuvo la mirada en la profundidad del bosque—. Aunque los tigres pierden el color de sus ojos cuando mueren.
—¿Entonces se puso de ese color porque tu ojo murió?
—O quizás una parte de mí murió en ese momento. —Los ojos de BaekHyun volvieron a encontrarse con los suyos, intensos, como si ocultaran mucha información detrás de ellos—. De igual forma, no es algo que quiera hablar ahora.
—Entiendo.
Asintió y miró directamente el rostro ajeno. Tuvo unos deseos desmedidos de tocarlo, posar los dedos sobre esa piel pálida que fue marcada por algo fiero que quizás le fracturó la vida de una manera innegable, pues, para un omega, ser marcado de forma tan cruda afectaba directamente su belleza, la percepción ante los demás alfas que podrían tomarlo y, aún cuando era el hijo omega del líder, la posibilidad de ser desposado era muy poca. No obstante, ChanYeol estaba ahí pidiendo por él, deseándolo de forma genuina, sin importarle títulos ni compromisos aristócratas. Fueron justamente todos esos pensamientos los que lo hicieron sumergirse en ideas afectuosas y a preguntarse qué pasaría si decidiese tomarlo. ¿Podría acariciarlo o eso sería tomado como blasfemia y un rechazo absoluto?
Después de todo lo que trasparentó consideraba que tenía aunque fuese una mínima oportunidad, así que se aprovecharía de ella. Con eso en mente llevó con delicadeza la mano hasta el rostro ajeno y posó los dedos sobre la pálida piel. De inmediato se encontró con los ojos asustados de BaekHyun y el cuerpo de este se encogió, ChanYeol no supo si por vergüenza o por que tuvo miedo de que le hiciese daño, aunque supuso que fue lo primero porque un joven como él, tan galano y precioso como era, no podía ser tocado por nadie más que no fuese su esposo. ChanYeol aún no lo era, pero tenía un deseo inhumano naciendo de sus entrañas, algo que simplemente lo movió, como si fuese mágico, y lo hizo encontrarse con unos pomposos labios que soltaron un jadeo en cuanto lo tocaron. Lo estaba besando justo de la manera como no debía hacerlo, con los labios temblorosos, el aliento entrecortado y la mente explotando, perdiéndose en las sensaciones, en la calidez, en el temblor de su cuerpo y el del contrario.
BaekHyun le correspondió. A pesar de que no lo tocó de ninguna manera, si lo besó de vuelta, compartiendo el aliento con él en un beso torpe, propio de quienes besaban por primera vez. ChanYeol tampoco estuvo así de cerca de ninguna otra persona antes, así que el momento le pareció extraordinario, íntimo, solo de ellos dos, alfa y omega.
Eran para estar juntos. Lo sintió. No solo tuvo que ver con la forma espléndida en la que encajaron, en cómo se aceptaron al otro, sino que tenía relación con los cuerpos de ambos estremeciéndose ante las sensaciones, ante el contacto. Se sintió vivo, único y eminente. Nunca se sintió así antes, ni cuando fue nombrado líder de Leo. Esa vez, en ese momento, sí que estaba experimentando la mejor de las dichas que pudo haber vivido. Lo encontró.
—ChanYeol... —susurró el contrario contra sus labios un poco después, casi sin aire por el impetuoso beso que compartieron durante una solitaria noche en Tigra, momento exacto donde la selva se volvió mágica y donde sus vidas cambiaron para siempre.
ChanYeol tomó una decisión.
—Cásate conmigo —pidió sin elevar la voz, aún demasiado cerca de su prometido—. Te prometo que te haré tan feliz como la madre Tierra me lo permita. Seré todo lo que esperas y deseas. —Tomó un poco de aire y cerró los ojos mientras acariciaba su nariz con la ajena—. Cásate conmigo —repitió, aunque sonó más como un ruego—. Quédate conmigo.
—¡Líder Park!
Toda posible respuesta quedó perdida entre el cálido aire que se generó entre ellos, mismo aire que se evaporó, que se perdió sin siquiera ser apreciado realmente.
Alguien saltó sobre él, botándolo al suelo. Un tigre inmenso se posicionó sobre su cuerpo humano, quitándole el aire al temer las pesadas patas sobre su pecho. El primer arañazo llegó contra su quijada, haciéndolo gritar debido a la sorpresa. Luego escuchó el gruñido alto y feroz del animal, alertando a todos los tigres a su alrededor.
—¡No!
A pesar del grito de BaekHyun, el golpe llegó igual y eso, de alguna forma, desató la guerra. BaekHyun era suyo.
—¡SeHun, detente! —pidió el omega antes de convertirse en tigre para saltar sobre su hermano.
ChanYeol apenas pudo verlo. Le hubiese gustado que el golpe sobre su cabeza no lo hubiese tenido tan desorientado para así apreciar a su prometido en su apariencia de tigre. Logró ver a lo lejos el cuerpo más pequeño, al animal de rayas negras tiñendo aquel piel anaranjada y blanca en ciertos sectores. A pesar de la situación, ChanYeol quiso acariciarlo, hacerlo ronronear entre sus brazos, pero ese no era el momento para sumergirse en nada de eso, claro que no. Debía luchar.
Su león salió y se fue contra el tigre que en un momento saltó sobre él. En ese instante comenzaron con una pelea a manotazos, arañazos y mordidas. ChanYeol nunca se enfrentó a una lucha tan cruda y directa, probablemente SeHun tampoco lo experimentó hasta ese momento, pero de alguna forma se vieron enfrentados en un tempestuoso combate que ni los gruñidos de BaekHyun al aire detuvieron. No obstante, si sirvieron para llamar al próximo sucesor y eso no supo si fue bueno o malo, pues el gruñido del alfa mayor detuvo cualquier movimiento de SeHun y de su parte también, pues su intención no fue nada más que defenderse.
—¡SeHun! —regañó BaekBeom luego de convertirse en humano—. Este no era el plan.
Confundido miró a los hermanos tigres. SeHun se convirtió en ese momento. Sin embargo, ChanYeol no quería hacerlo aún, por alguna razón no podía y fue eso mismo lo que lo hizo mirar sus patas con confusión. Su corazón se contrajo y miró a BaekHyun, quien ya se cubrió improvisadamente con sus ropajes. El joven no le dedicó ni una sola mirada, pero por como mantuvo silencio y sujetó fuertemente el faldón de su hanbok pudo entenderlo. O, santo cielo, lo entendió. La hierba que tomó para calmar el celo de BaekHyun le impedía convertirse.
—Llévenlo al centro de Tigra —ordenó BaekBeom y él vio entonces a los otros dos hermanos alfas salir de entre la rebosante vegetación que cubría el lugar—. Baek, súbete sobre mi lomo.
No entendió. Se desorientó y por lo mismo solo dejó que las sogas se enredasen en torno a su cuerpo para después ser tirado por los hermanos. A medida que avanzaban por el bosque notó a más tigres salir de entre las oscuridad. No comprendió y no pudo comunicarse con nadie tampoco. Intentó gruñir para llamar a su padre, quizás a su madre, pero sabía que no lo escucharían por la lejanía en la que se encontraba.
Durante el trayecto, lleno de zarandeos y gruñidos, se preguntó qué hizo para que el pueblo de Tigra se comportase de esa manera con él. ¿Fue porque no llevó a BaekHyun con el resto de tigres cuando lo vio? ¡No podía hacerlo! Llevarlo en ese estado con el resto de sus compatriotas solo lo pondría en peligro e inclusive podría perjudicar su imagen como omega. ¿Fue porque lo besó? ChanYeol no discutiría sobre eso. BaekHyun le correspondió y, además, no se arrepentía. Que lo degollasen por eso si creían que pecó.
Estaba herido. Una de sus patas tenía una herida sangrante que le impedía caminar y sentía su hocico lleno de sangre, pero nadie se detuvo a mirarlo, ni siquiera BaekHyun, quien montaba sobre el lomo de su hermano mayor y le daba la espalda. ChanYeol se encontraba muy desorientado por todo lo que sucedía, pero no pudo hablar ni preguntar nada. Como se encontraba en su animal estaba incomunicado totalmente con la otra raza. Solo podía esperar a que viese pronto a sus padres para comunicarse a través de ellos. Sin embargo, eso no pasó. Fue arrastrado hasta Tigra, donde ya había una multitud reunida frente a la casa de los Byun. Fue ahí mismo donde lo ataron a un grueso árbol, como si fuese un animal rabioso y ni siquiera opuso resistencia. En cuando vio que BaekHyun estaba calmado con todo eso no se esforzó en luchar ni un poco.
—BaekHyun —llamó el mayor de los Byun luego de que se convirtió nuevamente en un hombre fuerte.
Fueron pocos los tigres que quedaron en su forma animal. Los hermanos Byun permanecieron en su forma humana y se taparon rápidamente con unos pantalones de seda ligera. BaekHyun fue el único que parecía más elegante con su hanbok color anaranjado. Solo en ese momento notó que el contrario estaba vestido de la misma manera que cuando lo conoció.
El joven se acercó a él con una cuchilla en una de sus manos. El arma se le fue entregada por BaekBeom y ChanYeol no entendió nada, ni un poco. Solo pudo apreciar a los hermanos ahí frente a él, rodeándolo, mientras habían otros alfas tigres a su alrededor. No obstante, eso no fue lo realmente importante, pues él no pudo quitar la mirada del omega que estaba frente a él con el arma entre las manos. ChanYeol lo notó acercarse sin apartar la mirada de sus ojos y poco a poco lo entendió, paulatinamente su cerebro procesó lo que sucedía y por lo mismo no pudo evitar que un gruñido desgarrador saliese desde lo profundo de su garganta.
—No, no —pidió aún en su forma de león, aún cuando sabía que nadie podía escucharlo—. ¡Por favor, no lo hagas! ¡Necesito cuidar de Leo! —Claramente el contrario no se detuvo, no podía escucharlo. ChanYeol perdió todo el aire cuando notó los zapatos enlodados del contrario a poco menos de un metro por delante de sus patas—. ¡BaekHyun!
—¡Cállate!
Su corazón se detuvo y sus ojos amarillos buscaron los del contrario. Notó entonces que BaekHyun lloraba mientras apretaba fuertemente la empuñadura del arma con su mano derecha. Sin embargo, eso no fue lo más importante, pues recibió una respuesta, aún cuando no había ningún rastro del aroma de sus padres, por lo tanto, no había ningún león cerca. La única opción era...
—Omega —susurró el león dentro suyo, sobrepasando al propio ChanYeol que no pudo sentirse más sorprendido cuando el animal dentro de él lo reconoció—. No...
BaekHyun, contrario a como estimó, se llevó la cuchilla contra el propio cuello. Todo en ChanYeol estalló y ni siquiera dio oportunidad a que los hermanos Byun hiciesen algo al respecto a pesar de todo lo sorprendido que se encontraron por las acciones de su hermano omega. No, el poder de su animal y del propio ChanYeol fue muchísimo más fuerte, así que simplemente luchó, luchó tan fuerte que sintió la piel en carne viva al forcejear contra las sogas, logró romper parte de ellas y fue eso mismo lo que le permitió lanzarse sobre BaekHyun, botando este al suelo y haciendo que el arma se alejase de la mano del contrario. Estaban cayendo algunas gotas, empezaría a llover.
Rugió fuerte contra la cara del omega, molesto por el intento fallido del otro de quitarse la vida delante de sus propios ojos. El león lloró por dentro y por fuera. La madre naturaleza lloró con él y le dejó en claro que Imbolc no era para nada la festividad fructífera y preciosa que bañaría su unión. Era todo un desastre.
—Vive —rogó de igual forma y sintió nuevamente el tirón en el cuello. La soga otra vez estaba a su alrededor—. Vive sin mí, pero vive.
—¡¿Qué te pasa?! —BaekBeom llegó hasta su hermano omega y lo tiró del brazo, levantándolo al instante debido a su considerable fuerza—. ¡¿Qué pretendías hacer?! ¡Se supone que esto no es lo que querías!
—Así que lo querías —susurró apenas mientras sentía la presión más fuerte en torno a su cuerpo, el cual dejó de luchar ante la cruda verdad—. No debiste hacer todo esto. Solo bastaba decírmelo.
—Tenía que cobrártelo —dijo BaekHyun en voz alta, ocasionando que sus hermanos lo mirasen confundido.
ChanYeol no entendió lo que quiso decir el otro hasta que notó los ojos ajenos posados sobre su pecho, donde el pelo no creció debido a la herida brutal que sufrió en un pasado. En un inicio no lo entendió, pero al ver que el propio BaekHyun se apartó un mechón de cabello del rostro con aire distraído notó lo inevitable, aquella atroz herida que arruinó la superficial belleza del omega, herida que a él como alfa no le importó ni un poco hasta ese momento.
El recuerdo vino como una daga contra su pecho, haciéndolo sufrir. Recordó aquella tarde de verano, momento donde la festividad de Litha se llevaba a cabo. El sol estaba en su punto más alto, dando comienzo al solsticio de verano, donde cualquier ser se sentía empoderado por el brillante astro, recargándolo con fuerza, alegría, sensualidad y sintonía con la naturaleza. Se conocieron justo en el momento en que el Sol debía empezar su descenso hacia el descanso, hacia lo oscuro. Fue ahí cuando, una tarde acalorada y mientras cazaba con su padre, se encontró a lo lejos con unos ojos brillantes y curiosos que le parecieron desconocidos en su totalidad, un tigre. Aquella fue la primera vez que ChanYeol estuvo de frente con un tigre y, ciertamente, eso lo despedazó.
—Por tu culpa... —insistió BaekHyun con los ojos atiborrados en lágrimas, haciendo de todo ese momento una desgracia que solo pudo sentir en su carne cuando sintió el látigo darle con fuerza en el lomo, haciéndolo rugir con ferocidad.
A pesar de la cruda realidad, no pudo evitar sumergirse en el recuerdo, el propio BaekHyun lo estaba induciendo a ello a través de esa conexión especial, gracias a ese enlace que no se dio cuenta que existía hasta ese momento, hasta que el omega le habló a través de ese mundo etéreo, de ese espacio que solo era de dos, de un alfa y un omega que estaban destinados a encontrarse, que eran unidos por algo mucho más fuerte que la vida misma, cruel y sublime que solo los encargaba de hacerlos sufrir en un infortunio constante.
—N-No debiste volver —insistió BaekHyun, hiriéndolo de nuevo, llorando a mares—. Debiste q-quedarte en Leo.
—Omega —gimió en su interior, totalmente destrozado por la avalancha de latigazos que sufría ya su herido cuerpo.
De seguro era la primera vez que un omega golpeaba de tal manera a un alfa, semejante humillación no era digna de ver en esos tiempos, menos cuando se trataba del líder de una manada. No obstante, el recuerdo no tardó en volver a aparecer en su mente, escuchaba el agua correr, veía el pastos en la pradera. Aquella fue la primera vez que ChanYeol fue con su padre hacia la periferia de Leo, justo donde se enlazaba con Tigra, sitio donde había un pequeño tramo de pradera, una mezcla entre la selva de los tigres y la pastizal de los leones.
Esos ojos miel de aquella vez, esa postura elegante, aquel aroma a manzanas... Se había encontrado con su omega por primera vez y no lo reconoció hasta ese momento, atado contra un árbol y siendo doblegado por el mismo omega que, temeroso por el salto imprevisto que dio aquella vez, hirió. Sí, ChanYeol lo golpeó, así como ese cachorro tigre lo golpeó a él. El momento fue tan atroz que ni siquiera lo pensó, ni siquiera se replanteó que sintió más allá del dolor, especialmente en su pecho, en su herida atroz, aquella que casi le detuvo el corazón y le quitó la vida. Quizás por ese suceso su padre puso tantos guardias en la periferia, quizás por eso su madre tenía tanta añoranza de que se casase, pensando en que alguien lo cuidaría, que resguardaría su delicado corazón. Quizás ella desistió ante la vehemencia de su padre, ente el espíritu de progreso. Quizás la leona quiso acabar con la guerra no verbalizada entre un pequeño león y un cachorro tigre que estaban destinados a encontrarse, que eran pareja.
—H-Hermano —llamó BaekHyun en algún punto, cuando pudo controlar su llanto—, he acabado.
Esas palabras debieron significar un alivio para él, pero no lo fueron. Al momento de desatarlo solo cayó sobre el lodo, sin fuerzas, sin ganas, sin vida. La lluvia lo empapó, SeHun saltó sobre él, también olió a BaekBeom, JunMyeon y JongDae. Ellos lo sabía, lo habían planeado.
Y él solo estaba ahí, tirado, apenas respirando, buscando con ansias los ojos de su omega, a quien recién descubrió. Le dolió, y el dolor fue más allá de los golpes físicos, de ese corazón resquebrajado por algo que lo estaba ilusionando tanto, pero que al final no fue.
Escuchó el gruñido a lo lejos. Olió a león mojado y eso solo lo hizo llorar porque sintió a su padre. Oyó los zarpazos, los gruñidos y quejidos. Como fue de esperarse, su padre lo defendió y su madre, adolorida y acabada, tocaba su cuerpo malherido que era aplastado por la lluvia.
—¡Se acabó! —gritó su padre en algún punto. De alguna forma supo que hablaba con el líder Byun—. ¡Leo está en guerra con Tigra!
—¡No lo sabía! —respondió el otro hombre—. ¡Mis hijos no me tenían al tanto de esto!
—BaekHyun... —llamó, pero de respuesta no recibió más que un llanto a la lejanía y un suave olor a manzanas.
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