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CAPÍTULO 77

CAPÍTULO 77

Ese mismo día dejé el hotel para vivir con él en las dos semanas que estaría en la ciudad y poder disfrutar de nuestra relación como novios, porque eso eramos.

—Kevin —lo llamé tomando la fotografía que tanta atención había llamado.

—Dime —bebió un poco de agua para después mirarme.

—¿Quien es el niño de la fotografía? —lo miré. —sé que uno eres tú, pero...

Volví a mirar la imagen mientras se acercaba para tomar el marco. La observó un momento y luego a mi.

—Él es mi hermano —dijo, casi en un susurro sorprendiéndome.

—¿Hermano? —miré el retrato. —¿donde está? —pregunté, temiendo la respuesta.

—Él falleció hace diez años —confesó desviando la mirada. —hoy debería ser un adolescente de quince años —dejó el objeto en su lugar mientras se sentaba.

—¿Que le sucedió? —me senté a su lado.

No respondió pero su rostro se tornó nostálgico, como si repasara algún suceso. Hubo un momento de silencio, no parecía querer responder y no lo obligaría a hacerlo.

—Desde que era niño solíamos acampar con la familia... —me miró con una leve sonrisa. —o eso recuerdo, ya que era muy pequeño aunque si recuerdo perfectamente que me encantaba hacerlo.  Por cinco años fui hijo único en los que lo fui todo para mis padres. Justamente cuando tenía cinco años mi madre quedó embarazada, quería ser madre de nuevo y sus estudios ya no eran impedimento, ya se había graduado.

Suspiró con pesadez.

—Tuvo otro niño y sé que es común los celos entre hermanos, más aún cuando eres el único pero no fue así para mi. Y no miento al decirlo, lo quise desde el primer momento.

—Te creo —tomé su mano para que continuara.

—Luego de su nacimiento, mi madre estuvo de licencia y se tomó un año de su trabajo al cual regresó luego de dos años. Cuando supo que Lucas no la necesitaba tanto como lo hace un bebé... —hizo una breve pausa. —los años pasaron y él creció, eramos muy únidos a pesar de la diferencia de edad, y como de costumbre fuimos a acampar en familia... —frunció el ceño. —mientras mis padres preparaban todo, nosotros fuimos a caminar, ¿que podía suceder? Conocía aquel lugar perfectamente. Iba delante, se suponía que debía seguirme pero al girar él no estaba. Lo busqué por todos lados hasta que me llamó desde arriba, estaba subiendo una pendiente cerca de la carretera, casualmente fue cerca de donde estuvieron secuestradas.

No supe que decir.

—No supe como había llegado allí, no podía hacer lo mismo, lo llamé muchas veces para que bajara pero no me escuchó, en cuestión de segundos no supe que sucedió pero... —negó —cayó sin que pudiera hacer nada, el momento me sobrepasó impidiendo que reaccionara hasta después de unos minutos donde corrí para buscar a papá. Regresamos de inmediato, llevándolo al hospital donde nos avisaron que había fallecido momentos antes de llegar... —algunas lágrimas se deslizaron por su mejilla. —aquello nos destruyó, en especial a mi madre que cayó en depresión abandonando su trabajo y mi padre hacía todo lo posible para no caer al igual que yo. Sin embargo, las cosas no fueron como las esperaba...

Su expresión se tensó.

—Tiempo después mi madre regresó a su trabajo, al cual le dedicó todo su tiempo y empeño, al igual que mi padre. Desde entonces la única atención que tuve fue de nana, en su momento no lo comprendí o creí hacerlo para que no se preocuparan o crear algún problema pero ellos se alejaron de mi, eran muy pocas las veces que compartía con mi madre y no es muy diferente ahora. Mi padre me brindó su atención cuando cumplí quince años y desde entonces tenemos una buena relación, o eso quiero creer. Y lo comprendí...

—¿Que comprendiste? —tuve que controlar mis palabras por el nudo en la garganta.

—Comprendí que me culparon por su muerte, aunque nunca dijeron nada. Las acciones hablan más que las palabras, ¿no? Y eso lo noté al crecer, ¿sabes porqué? —me miró. —porqué jamás me preguntaron como estaba luego de lo sucedido, jamás me preguntaron como me sentía, no se preocuparon porque podría tener un trauma y así lo acepté.

Entonces por un segundo pensé en mi vida, en mis padres, en la paciencia que siempre tuvieron conmigo aún cuando estuve en mi momento de rebeldía, aún cuando las cosas si fueron mi culpa y aún así siempre buscaron la manera para no llamarme “culpable” aunque lo fuera. Había sido cruel y tonta, entones noté el paralelismo de nuestras vidas, y que juntos podríamos repararnos.

—¿Fue por eso que aceptaste la culpa que te di? —pregunté en tono bajo, sintiendo el verdadero pesar al pensar en ello.

—Estaba acostumbrado a ello, una culpa más no haría la diferencia —respondió del mismo modo.

Sus palabras, su expresión y su historia me rompieron por dentro haciendo que me lamentara cada segundo por no haber preguntado como se sentía, por no haberlo conocido de ese modo desde el principio y por hacerlo responsable de cosas de las cuales no lo era solo para aliviar mi dolor.

—No fue tu culpa... —tomé su rostro para que me mirara. —lo de tu hermano y mi embarazo no fueron tu culpa, lo siento —me disculpé con lágrimas desbordantes. —quisiera haber visto esto mucho antes, por favor perdoname.

Fue cuando se separó para mirarme un momento y desatar su dolor, lloró de un modo desgarrador, como un niño culpable luego de realizar una travesura y presentía que sería regañado por alguien, como alguien que temía decepcionar a sus padres, a su familia y a todos los que lo rodearan. Desató aquello con la sensación de que jamás había llorado o se había guardado por mucho tiempo y quizá hací era, eso me desgarraba aún más; el pensar que siempre se sintió solo y culpable.

Días después conducía hacia la casa de sus padres luego de que programara una cena, sabía que solo así podría reunirse con ellos. Al parecer su madre aún era muy dedicada al trabajo, y a su padre ya lo conocía lo suficiente.

—¿Crees que le agrade? —pregunté con nervisismo, bajando del automóvil.

—Que su impresión sea positiva o negativa... —me miró. —¿que importa? Eres para mi, esto solo será un protocolo —sonrió tomando mi mano.

Me tranquilicé al escuchar eso, y pude suspirar liberando la tensión que llevaba.

Entramos a la casa y aunque ya había estado ahí no era lo mismo, en ese momento debía conocer a sus padres formalmente como su novia y eso me hacía sentir un poco nerviosa.

—Buenas noches —saludé con tranquilidad al ser recibidos por la pareja.

—Buenas noches, soy Madison, madre de Kevin es un gusto conocerte Eve. —sonrió con amabilidad. —conozco a tus padres, pero hasta hoy no tuve el gusto de conocerte de cerca. Solo te vi cuando eras pequeña.

—Tambien tengo ese recuerdo, pero no tan claro. Creo que solo la vi esa vez. —miré de manera furtiva a Kevin que me sonrió. —Hola señor Cooper —saludé con más relajación.

—Eres oficialmente la novia de mi hijo, puedes llamarme Liam o señor Liam, si te es más cómodo —asintió con una sonrisa.

—Claro.

Fuimos al comedor donde tuvimos una deliciosa cena y la noche marchaba de maravilla, mejor de lo que pensé entre plática y algunos recuerdos de infancia con Kevin haciendo que me relajara por completo.

—No quiero incomodar con esto... —llamó la atención su madre, comiendo su postre. —supe todo lo que pasó contigo y lamento todo aquello, como así también de la pérdida de...

—Mamá —la detuvo Kevin.

—Está bien —lo miré.

—¿Porqué no me lo dijeron o en todo caso, porqué no la presentaste antes? —nos miró a ambos.

—Lo habría hecho, pero siempre estas ocupada mamá. Hasta olvidé la ultima vez que cenamos juntos.

—Kevin... —intenté tomar su mano para que no dijera algo que podría arrepentirse luego.

—Lo sé, soy consciente de eso, hijo. Por eso, desde ahora compondré ese error. Me tomaré tiempo de mi trabajo para compartirlo en familia. —lo miró.

—¿Servirá? Después de todo ya crecí y tengo mis propias ocupaciones.

—Sé perfectamente porque lo dices y podemos discutirlo luego, ahora solo quiero conocer a Eve. —volvió a mirarme dando a entender que la discusión había terminado.

El resto de la noche platicamos más calmadamente, hasta parecía que eramos solo nosotras y no era un interrogatorio característico porque creyera que no era buena para su hijo, sino que preguntaba cosas para conocerme como tal. Fue muy agradable hablar con ella, como persona era muy amable pero no olvidaba como se sintió Kevin por su causa aunque no debía entrometerme en tal cosa.

—Usted es neurocirujana, ¿cierto? —pregunté con curiosidad.

—Exactamente, y en los últimos años me convertí en una de las mejores del país —miró a su esposo que sonrió orgulloso.

—Quisiera preguntarle algo... —dudé un momento.

—Claro, dime —me prestó total atención.

—Mi hermana tiene una condición... —no supe como explicarlo. —le llaman ceguera facial.

—Entiendo, es prosopagnosia. —aclaró en términos médicos y asentí. —creo saber lo que intentas decir, y lamento tener que responder que no hay cura.

Divagué con la mirada unos segundos, con decepción.

—Aunque...

—¿Aunque? —preguntó su esposo.

—Se podría desarrollar una cirugía experimental, pero como todo, existen riesgos. Para eso debería hablar personalmente con ella, o sus padres —aclaró.

—Entiendo... —asentí, con la esperanza que hubiese una mínima posibilidad para mi hermana.

Los dias pasaron más rápido de lo que podría imaginar haciendo que me sintiera triste los últimos, al tener que separarme de mi novio.

—Eve —sonrió mientras conducía rumbo al aeropuerto.

—No digas nada o me pondré a llorar ahora mismo —evité mirarlo.

—¿Llorarás todo el vuelo?  —se detuvo a un par de cuadras. —demonios, es una avería.

—¿Grave? —cuestioné.

—No lo sé, pero hay un lugar de reparación aquí cerca. Lo llevaré, puedes adelantarte, llevaré tus maletas. —me miró.

—Está bien, no tardes —tomé mi bolso para comenzar a caminar y así poder tranquilizarme.

Al llegar al aeropuerto la concurrencia era habitual haciendo que chocara con algunas personas y con algunos de seguridad.

“Pasajeros de vuelo 165...”

Comenzaron a anunciar, era mi vuelo y Kevin no había llegado. No pretendía irme sin despedirme y esperaba que llegara pronto.

—Disculpe —un hombre se acercó a mi.

—¿Si?

—Alguien trajo unas maletas al nombre de Eve, ¿es usted? —me sorprendí por aquello.

—Si, lo soy —fruncí el ceño.

—Por favor, acomapañeme.

Por alguna razón lo seguí sin dudar aunque en mi interior me sentía decepcionada al pensar que Kevin no estaba ahí.

Al llegar al lugar me sorprendí, no solo estaban mis maletas sino alguien más con una sonrisa satisfecha por el ingenioso plan o lo que tuviese en mente. Más aún por el ambiente que presentaba.

—¿Que es esto? —logré preguntar.

—Mi amada Eve, desde que llegaste tomé una decisión y no sabía como expresarla... —se acercó tomando mis manos. —creo que lo característico de nuestra relación es la rapidez con la que se dan las cosas. —besó mis mejillas.

—Kevin —no aparté la mirada de su persona mientras se inclinaba, sacando algo de sus bolsillos hasta quedar de rodillas.

—Pensé en innumerables cosas... —sonrió con amplitud. —una cena romántica, un viaje, un día especial pero me di cuenta que eso no es lo nuestro. Lo planeado no es lo nuestro, así que tomé la decisión de pedirte esto antes de irte. —abrió lo que tenía en las manos, sorprendiéndome de sobremanera aunque no lo expresara por fuera. —Eve, mi amada Eve, ¿quieres casarte conmigo?

Aquello resonó en mis oídos, como una melodía susurrante provocando el temblor de mis piernas con temor a desmayar.

—Como lo dijiste, lo nuestro no es lo planeado... —susurré. —claro que quiero

Colocó el anillo para después abrazarme con fuerza y besarme para concretar aquel pedido, siendo acompañados por las maravillosas fragancias de innumerables flores de adornaban el lugar que había escogido para pedirme matrimonio.

Como dije, acepté. Creando un compromiso mayor entre nosotros y así no tener la incertidumbre o dolor por estar lejos el uno del otro, aunque había prometido visitarme más adelante.








¿Alguien más quiere llorar por la cantidad de sentimientos en este capítulo? ╥﹏╥

POBRE KEVIN ╥﹏╥

Pero felices por su compromiso (◕‿◕)♡

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