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CAPÍTULO 46

CAPÍTULO 46



Al otro día me senté en la cama luego de ducharme mientras esperaba a mi amiga. Por un segundo me perdí en mis pensamientos que no noté cuando salió del baño y estaba delante de mi intentando descifrar mi expresión.

—¿Que te sucede? Estás un poco pálida, ¿te sientes mal? —me tocó la frente.

—No es eso... —suspiré. —desde hoy tocaré melodías para todos y así  “ayudarlos” un poco. Creo que temo no hacerlo bien porque son muchas personas y no los conozco a todos aunque estemos en el mismo centro. —me levanté para encaminarme hacía la puerta.

—Deberías estar tranquila, lo harás bien —me alcanzó. —¿porqué no una motivación? —señaló mi móvil.

—No, es demasiado temprano —sonreí levemente.

—¿Lo sabe?

—No, ayer hablamos antes de que lo supiera y luego solo quedé pensativa. No se lo dije pero lo haré luego —salimos para dirigirnos al lugar de siempre.

—Bien entonces se lo dirás en cuanto terminemos —me señaló.

—Lo sé —reí levemente.

Al llegar a nuestra mesa lo primero que notamos fueron unos murmuros de parte de la mayoría, quizá se les había informado o quizá no.

—¿Y donde se supone que tocarás? El piano no está aquí. —dijo Steve en tono bajo.

—No lo sé, eso no me lo dijeron —comencé a desayunar. —o pueden haber cambiado de opinión, sería bueno ¿no? —los miré.

—No Amy, tienes un don y lo utilizarás  —mi amiga me señaló con una cuchara.

—Como digas —suspiré.

Al terminar pretendía retirarme del lugar como cada mañana  cuando no tenía sesión de entrenamiento pero fui detenida en la puerta.

—Amy... —el doctor Marcus me tomó de los hombros para girarme y quedar con la mirada al salón.  —buenos días a todos los presentes, vine aquí para informar la implementación de un nuevo método para estimular sus mentes antes de cada sesión... La nocturna quedó descartada —murmuró en tono bajo para que solo yo escuchara. —creo que todos vieron a Amy, ella toca melodías excepcionales en el piano así que ella será una parte de soporte emocional desde ahora.

Escuchar la frase “soporte emocional” me hizo estremecer un poco debido a unos recuerdos de cuando comencé con mi padecimiento.

—Eso es todo, por favor desfruten de la melodía que escucharán en breve —me miró con una leve sonrisa para después retirarse y yo por detrás.

—Espere... —lo alcancé. —no estoy segura

—Amy, olvida lo demás. Sólo se tú y ese maravilloso instrumento —señaló a una parte del patio trasero.

Allí estaba el piano debajo de una cubierta que simulaba un mini techo sólo para abrigar a tal magnífico instrumento y a quien lo interpretaría.

—Solo debes hacer lo mismo de siempre, vive a través de las notas. Mi intérprete favorita —me sonrió con dulzura, eso si pude identificar por lo que desvié la mirada con cierta incomodidad.

—En caso de hacerlo mal, no lo volveré a hacer —fruncí levemente el ceño.

—Es cierto que la experiencia sirve pero en este caso no serviría si no tienes el sentimiento. Y con esto quiero decir qué, si no quieres está bien. No te obligáremos —sonrió con amplitud. —ahora ve...

En ese momento se acercaban mis amigos por lo que los señalé de inmediato para colocarme en medio tomando sus brazos.

—Así como los apoyé éste último tiempo, ahora ustedes me darán el suyo —prácticamente los arrastré conmigo.

—Amy, de todos modos te apoyaríamos. No exageres —dijo Steve con una leve risa.

—Pueden huir y no lo permitiré —los solté para acercarme al piano y tomar mi lugar.

—Solo toca una bonita melodía que sea de tu agrado —Min-seo me frotó un hombro en señal de apoyo para luego alejarse un poco.

Ya cuando vi suficientes personas dirigí la mirada hasta mi especialista que estaba junto a Amelia y ambos me asintieron para que comenzara.
Comencé con una bonita melodía, expresiva y sentida para que sintieran el cálido sonido de aquel instrumento tan bonito.

Así toqué un par de melodías en las cuales me sumergí completamente  olvidando mi alrededor y así finalizar con una leve sonrisa pero evitando mirar a los presentes. Los aplausos me sorprendieron en cuanto me levanté despertando mi nervisismo latente aunque con calidez por lo que hacían.

Suspiré sentándome en una banca alejada de todos, muchos me habían felicitado por mi interpretación pero me sentía más tranquila al alejarme de ellos.

Tomé el móvil y lo primero que hice fue marcar a Jeremy.

“Amy, ¿como estas?”

Parecía que sonreía.

—¿La verdad? Estoy muy nerviosa. —liberé otro suspiro.

“Dime, ¿que sucedió?”

—Toqué el piano para muchas personas. Y aunque me perdí en la melodía, como siempre lo hago, me sentí muy nerviosa y presionada —confesé con rapidez.

“¿Hiciste que?”

Parecía muy sorprendido.

—Lo que oíste

“Pero jamás lo hiciste, solo para tu familia y para mi”

—Lo sé, solo es un nuevo método... —le expliqué todo lo referido.

“Está bien, si ayudar es el propósito está muy bien”

—Pero eso no impide que esté nerviosa.

“Imagina que es un mini concierto”

—¿Mini concierto? Jeremy eso no me ayuda en lo más mínimo. —negué.

“¿Porque no? Lo que quiero decir es que eres muy querida, tus padres estarán muy orgullosos de ti y muy pronto estaré ahí contigo”

—Eso espero, luego de todo lo sucedido siento que los decepcioné.

“No pienses así, todo estará bien”

—Si, gracias...

Los días pasaron y con ellos mis “mini-conciertos” como lo había sugerido Jeremy. Cada día hablaba con él luego de tocar las melodías pero en los últimos no lo hicimos, según dijo, estaba ocupado con sus exámenes.

—Amy... —Amelia me alcanzó en el pasillo.

—Hola —sonreí levemente. —creí que ya no estabas aquí

—Decidí quedarme un tiempo —sonrió. —por cierto, alguien te quiere ver. Está en el despacho de la doctora Morgan.

—¿Alguien?  —por un momento me emocioné imaginando de quien se trataba. —está bien —sonreí como tonta.

Fuimos con prisa hasta tocar la puerta y recibir la aprobación del otro lado.

—Con permiso, ¿me llamó? —me dirigí a la mayor, aunque no la reconocía creí que era la directora por su notable edad.

—Señorita Rogers... —me sonrió. —hay algo muy importante para usted, este joven vino por usted —señaló a un rubio de apariencia amable.

—¿Si? —borré mi sonrisa al notar que no era Jeremy.

—Es un gusto conocerla... —su voz se me hizo conocida. —y seré directo. Me han enviado para invitarla cordialmente a formar parte de la orquesta de la ciudad que se presenta dos veces a la semana... —me extendió un sobre. —su maravillosa forma de tocar el piano ha llegado a oídos de muchos y queremos que nos acompañe, si así lo quiere, claro.

Desvié la mirada hacia mi especialista que hasta el momento no lo había notado. Moví un poco la cabeza con confusión para que dijera algo al respecto y asintió enseguida.

—Al ser un centro de entrenamiento cognitivo... —tomó la palabra llamando la atención de todos. —es importante saber que se toman ciertas cosas en cuenta, primero debe tener mi autorización por ser su especialista a cargo y luego de la directora sin mencionar su propia decisión

—Estamos al tanto de sus reglas, por eso mismo se le envió una invitación formal. Y esperaremos su respuesta en dos días —volvió su mirada a mi para sonreír levemente. —sería grandioso tenerla con nosotros señorita Rogers.

—Gracias por llegarse a nuestro centro y hacer esta invitación, le informáremos la decisión —la doctora Morgan lo acompañó hasta la puerta.

—¿Quieres hacerlo.? —me preguntó el doctor Marcus acercándose.

—No lo sé —negué levemente.

—Hablaré con sus padres para informarles de esto, quizá necesite su punto de vista... —dijo la mayor tomando su lugar en el escritorio.

—No es necesario, yo misma se los diré. Con permiso —me dirigí a la puerta seguida por alguien.

—Demos un paseo... —me detuvo tomando levemente mi brazo, aquello no me molestó a diferencia de otras veces.

—¿Usted que opina sobre eso? —rompí el silencio luego de unos minutos.

—Mi opinión la sabes, mi aprobación es otra cosa y dependerá de tu decisión. Creo que ya notaste que la doctora Morgan dará su aprobación... —me miró. —pero te apoyaré en lo que tú quieras —sonrió.

—Se lo agradezco. —le devolví el gesto.

—Te pediré algo... —se detuvo. —soy tú especialista a cargo pero deja de tratarme de “usted” no soy tan mayor y lo sabes. Además, eres casi mi colega

—¿Debería? Estoy ayudando un poco pero igualmente continuo siendo una paciente en este lugar.

—Por favor Amy, ¿o me ves como alguien mayor?

—Claro que no, no lo eres Marcus —dije lo último con un poco de incomodidad y rubor en mis mejillas.

—Perfecto —amplió su sonrisa.

Continuamos caminando con una entretenida plática sin la “presión” de especialista-paciente sino algo amistoso y se sentía bien. Tan bien que no debería sentirse tan bien.

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