Capítulo I
Dos años y seis meses antes.
El Icarus siempre se había caracterizado por su buena música, yo podría estar de acuerdo si no fuera porque luego de algunos meses trabajando para ese club sólo podía sentirme abrumada.
Aseguré con fuerza la bandeja que acababa de retirar de la barra teniendo cuidado de no tropezar con ningún ebrio que pudiese hacerme caer como ya había sucedido antes. Con agilidad subí las escaleras que separaban el club de los apartados, el de seguridad me guiñó un ojo como saludo mientras me dejaba entrar.
El cambio de ambiente fue casi inmediato y mis oídos lo agradecieron. Aún había música pero esta no era tan abrumadora, más para aliviar el ambiente; muchos negocios importantes se cerraban tras alguna de nuestras puertas.
Me acerqué hasta la mesa que había ordenado y con una sonrisa coloqué las bebidas correspondientes a cada uno de los siete hombres, comunicando el nombre de cada drink para estar segura de que todos tuvieran lo que querían.
- Disfruten sus bebidas, si desean algo más no duden en llamarme.- Les dí una última sonrisa y me alejé con paso rápido hacia el bar de los apartados. Y sí, este era bien abastecido pero al ser más pequeño que la barra principal algunos licores no estaban disponibles.
Descansé mi cuerpo en la pared tras la barra soltando un corto suspiro, observé el reloj en mi muñeca, tres de la madrugada. Icarus solo cerraba después las cinco.
Mi queja interna fue interrumpida por Rosalie, mejor conocida como Star. - Lirio, te solicitan en el apartado zafiro.- Asentí en respuesta comenzando a andar hacia el corredor, dentro de Icarus todos los trabajadores tenían un apodo como medida de seguridad para no exponer nuestros nombres reales.
Me detuve frente a la puerta color caoba que se diferenciaba sólo por un pequeño diseño de zafiro en la puerta, me pregunté quién estaría adentro; esos apartados suelen ser ocupados por personas con dinero, poder o ambas.
Abrí la puerta con calma encontrando un clima totalmente diferente, la música era solo una ligera melodía que podría pasar por algún clásico. Observé el lugar encontrada seis hombres diferentes, sus trajes refinados confirmaron mi teoría, había mucho dinero envuelto en esta reunión.
Algunos de ellos detuvieron su conversación para mirar mi ingreso, escaneando mi cuerpo como si estuviesen a punto de comprar un pura sangre. No me quejaba de mi uniforme pero en esos momento deseaba que fuese un poco más largo.
- Hola, fui solicitada para atenderles por esta noche. ¿Algo que se les apetezca?- Uno de ellos, el que estaba más cerca se apresuró a hablar.
- Se me apetece ver esa dulce boca alrededor de...- Un golpe en secó resonó por la habitación, dí un pequeño respingo observando al autor del ruido.
Un séptimo hombre estaba sentado en el sofá más alejado, bebiendo de un vaso de whisky envuelto por su mano derecha. - Dejenla en paz.- Esa voz ronca con un leve acento casi me hace suspirar, observé el hombre a detalle dandome el lujo de admirar su físico.- Salgan de aquí.- Aunque su voz sonó relajada pareció una orden ya que todos salieron de la habitación inmediatamente.- Toma asiento.- El mismo tono relajado fue usado para mí, dudé al principio pero acabé obedeciendo, ocupé una de la sillas de cuero frente a él.
- ¿Quién es usted? - Pregunté atrapada por sus ojos azules.
-¿Acaso eso importa? - Me encogí de hombros en repuesta.
- Estoy sola con un hombre del doble de mi tamaño en una habitación insonorizada lo suficientemente costosa como para saber que debes tener el dinero para comprar a toda la ciudad si quisieras, sí, sí me importa saber quien eres.- Una pequeña sonrisa se abrió paso en su rostro, tomó con su mano derecha el vaso con whisky y le dió un sorbo, todo esto sin dejar de mirarme.
-¿Cómo te llamas?- Fruncí el ceño, él no quería identificarse.
- Puedes llamarme Lirio.- Comenté formando una sonrisa en mi rostro, esa no era la respuesta que él quería.
-Tú nombre verdadero, daragáya*.- Me reí un poco al descubrir de dónde venía el acento en su voz, Rusia. Me hizo sentir más atraída por él de un modo único, quizás porque mi desaparecido padre era ruso.
- Cuando me digas el tuyo, mílyî*.- Me incliné ligeramente en su dirección manteniendo el contacto visual, por segunda vez una sonrisa se formó en su rostro pero esta se notó más, sus dientes perfectamente alineados destacaron de inmediato.
-Una chica inteligente, eso me agrada.- El leve tono burlón que usó no pasó desapercibido para mí.- ¿Alguna otra cosa que pueda ofrecerte para que me digas tu nombre?.- Sonreí de inmediato, esperaba que dijera eso, jugué con mi cabello fingiendo cierto coqueteo.
-Mañana es mi día libre y me hablaron de un nuevo bar.- Lo miré esperando a que entendiera la indirecta implícita.
- Eres muy interesante Lirio.-Reí un poco agradeciendo el comentario. - Te niegas a decir tu nombre supongo que tampoco me dirás dónde vives.- Asentí con una gran sonrisa juguetona.
- Sí eres un tercio de lo que pareces podrás encontrarme.- Comenté,
-A las once estaré allá, no me falles mílyî, odio esperar.-Me levanté del cómodo sofá y lo miré una vez más antes de girarme y caminar hacia la puerta.- Por cierto, lindo tatuaje.- Y sin decir más salí del salón, solté un gran súspiro y puse una mano en mi estómago, sentía vertigos.
Ese hombre es capaz de poner nerviosa a cualquier mujer sólo con hablar.
Al día siguiente...
El reloj marcaba las diez y cuarenta minutos, me miré por última vez en el espejo y sonreí con satisfacción. Estuve toda la tarde decidiendo que me pondría hasta que encontré un vestido negro tan lindo como corto.
Salí de mi habitación y llegué a la sala de estar donde estaba Nicholas y Amalia, el primero viendo una película y la segunda escuchando música en su teléfono.
-No me esperen despiertos.-Dejé un beso en la frente de mi hermana y uno en la mejilla de mi "papá".
-Cuídate, recuerda que...
-Es mejor prevenir que lamentar, lo sé.-Rodé los ojos para luego regalarles una sonrisa.- Los quiero a ambos.-Dije para luego salir de la casa.
Lo ví entrar y sonreí no me había fallado, su camisa negra le quedaba al cuerpo y su jean aunque era ajustado no le quedaba mal, sabía que me encontraría así que giré la silla alta y tomé mi copa de vino rosado.
Le hice una seña al chico tras la barra que se acercó de inmediato.
-Un whisky con hielo, por favor.-Asintió con una sonrisa.
-Va saliendo, muñeca.- Fue lo que dijo antes de alejarse a preparar el pedido.
-Ese vestido me deja en claro lo hermoso que debe ser tu cuerpo, daragáya.-Sentí su ronca voz con ese sexy acento en un susurro sobre mi oído y los vellos de mi nuca se erizaron.
-Te pedí un whisky, espero que no te moleste.- Le sonreí antes darle un sorbo a mi copa.
-¿Cómo puedo negarme a que una chica hermosa me pida una de mis bebidas favoritas?- Acercó la silla en la que se sentaría más cerca de mí, y solo se alzó un poco para sentarse.-Entonces, Storm, ¿me dirás tu verdadero nombre?.- Giré la silla hacia él y puse una pierna sobre la otra dejando que la punta de mis zapatos de tacón tocara su pierna.
-La noche es joven, mílyî, aún hay tiempo para eso.- El barman puso el vaso sobre la barra y él lo tomo.- Gracias, ¿me traes otro?-El chico asintió y se retiró.
-Vamos arriba.-Un cosquilleo se abrió paso en mi mano cuando él la tomó.- Prefiero estar rodeado de menos personas.-Asentí levantandome luego que él, pasamos uno detrás de otro y subimos directamente sin ser detenidos por algún guardia, raro.
Llegamos a la última puerta y él la abrió poniendo una clave y luego su mano por un sensor, me dejó pasar primero que él. Al entrar me dí cuenta que era más una oficina que un apartado, la música no se oía lo cual agradecía mucho.
-Dueño de una discoteca, admito que me asombras.- Su ronca risa no se hizo esperar.- Te diré un secreto, espero que no me mates por eso.- Hablé aún de espaldas a él mientras caminaba por el lugar.
-A menos que los divulgues no tengo porqué tomar medidas extremas.- Con mis uñas toqué las botellas que tenía en su bar personal haciendo un suave tintineo.
-Tu reloj me dice que tienes mucho más dinero de lo que ganarías en un club recién abierto, el tatuaje en tu muñeca me dice que eres un cargo alto, que seas ruso me da mucho para pensar y por último está esa nueve milímetros que está bajo tu camisa.- Me giré hacia él y lo miré.- ¿Sabes qué creo que eres?.- El sonrió de lado y se acercó a mi lentamente.
-Dilo, me encantaría saber que conclusión sacaste.-Dí un par de pasos hacia atrás por lo cerca que él estaba. Sentí el borde del escritorio golpear mi trasero y maldije en silencio.
-Mafioso, pero no cualquiera, eres el cabecilla.- Me tomó de la cintura y me subió sobre el escritorio, se paró en medio de mi piernas y se inclinó hacia mi oído.
-Eres muy lista, daragáya, ahora que sabes qué soy, ¿estás segura de querer estar aquí?.-Sus labios se presionaron contra la parte trasera de mi oreja.
-Siempre he tenido debilidad por los hombres peligrosos, eso fue lo que me hizo venir.- Sus labios bajaron por mi cuello y yo solté un súspiro, subió hasta mis labios y unió los suyos con los míos.
Superó mis expectativas, fue un beso rudo, apasionado, demostraba cuanto deseabamos al otro. Sus manos se posaron en mis muslos y las fue subiendo hasta llegar al borde del vestido.
-Ese jodido vestido me ha estado matando desde que te ví.- Sonreí sobre sus labios antes de besarlo nuevamente, mis manos subieron a su camisa y solté los primeros dos botones, dejé mi mano sobre su pecho y lo alejé de mí.
-Hay un problema.- Murmuré aún agitada.- No soy de las que lo hacen sobre un escritorio, mílyî.- Sus ojos ardieron cuando me miró, pasó una mano por su cabello y maldijo en ruso.
-Vas a matarme, daragáya.-Me sonrió.- Pero tienes razón, vamos.- Me bajó del escritorio y arregló mi vestido para luego guiarme fuera del club.
Como llegamos a su apartamento es un recuerdo borroso él iba muy rápido en su hermoso auto, estabamos tan desesperados que casi nos desnudamos en el ascensor. No ví la decoración de su piso, estaba más enfocada en él y sus tatuajes.
-¿Estas segura de esto?, no me gusta compartir lo que es mío.-Asentí con rápidez y busqué sus labios una vez más.
Al día siguiente desperté en su cama, me senté y tapé mis pechos con la suave sábana, él estaba recostado en la pared observando sólo con unos bóxers puestos.
-¿Hace cuánto me estas viendo?.- Pronuncié con la voz algo ronca.
-Unos veinte minutos, te sorprenderías lo rápido que pasa el tiempo cuando admiras obras de arte.- Sentí el calor inundar mis mejillas, pasé una mano por mi cabello y miré mi vestido tirado en el piso.
-¿Qué hora es?.-Lo miré y él tenía una sonrisa en su rostro.
-Las once, dejé algo de ropa para tí en el baño, hay cepillos de repuesto en el segundo cajón.-Le sonreí y asentí.
-Gracias por eso.- Me levanté de la cama dejando caer la cobija y caminé hacia la única puerta que había.
-Me gusta esa confianza.- Sonreí para mi y me encerré en el baño.
Ese día desayunamos en la cocina, él me llevó a casa unas horas después.
-Nos vemos por ahí, Storm.- Le sonreí y abrí la puerta.
-Adara, mi nombre es Adara.- Dije antes de salir del auto.
A partir de ahí el fue cada noche durante un mes a Lux, para el segundo mes salimos un par de veces, para el tercer mes eramos algo. Para el sexto vivíamos juntos y le dije te amo por primera vez, él lo dijo una semana después.
Eramos una rara relación pero en verdad nos amabamos, pero no todo podía ser perfecto. Los problemas llegaron para ponernos a prueba y nosotros no pudimos sobrellevarlo.
-¡No entiendo por qué tienes que llegar tan tarde!.- Clavé el cuchillo en la tabla de picar.
-Deja de meter tus narices en mis negocios, Adara.-Murmuró dandole un sorbo a su cerveza.
-Mierda Aleksey, soy tu novia, se supone que nos contamos todo.- Lo miré cruzandome de brazos.
-No, no eres mi novia, vivimos juntos pero hasta ahí.-Sentí mis ojos arder y sólo sonreí sin ganas.
-Tienes razón, se me olvidaba que no soy suficiente para ese título.- Salí rápidamente de la cocina y subí a la habitación, tomé mi dos maletas y las llené con todas mis cosas, las lágrimas aparecieron apenas me alejé de él.
Miré el portaretrato con una foto nuestra de hace un par de meses y solté un súspiro, ¿en qué momento nos alejamos tanto?.
Supongo que cuando se empieza una relación vivimos en una burbuja de felicidad, pero cuando el tiempo pasa la burbuja explota y vez la realidad de lo que es convivir con alguien y los problemas llenan la relación poniendonos a prueba y en nuestro caso no pudimos solucionarlos.
Recuerdo tomar mis maletas y salir, él no estaba como ya era costumbre cuando discutíamos, dejé la carta que le había escrito sobre la mesada de la cocina junto con las llaves y salí de ahí.
Nicholas que nunca estuvo feliz con nuestra relación fue a buscarme de inmediato, sabía que me hablaba pero yo solo recosté mi cabeza en el vidrio del auto durante todo el camino.
Esa semana pasó tan lenta que me pareció un mes, esa era la semana en la que se cumplía el año de habernos conocido. Lloré toda la noche tanto que pensé que me hospitalizarían para poder hidratarme de nuevo, pero no lloré tanto como cuando me enteré del embarazo.
Pues sí una pequeña vida crecía en mi vientre mientras su padre estaba saliendo del país para quizás nunca volver.
*1: Daragáya: Cariño
*2: Mílyî: Querido
Y empezamos esta travesía, me siento lo suficientemente bien como para empezar este proyecto, espero tener su apoyo.
Más o menos así es el vestido de Adara👇
Si ven alguna falla o error ortográfico dejenlo en los comentarios.
Dejen sus votos y comentarios.
Con mucho amor, su escritora.
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