Ejercicio 8
-¡Corran a la plaza!. Llegaron los gitanos-
Se oían panderetas y risas estrepitosas.
Detrás de una mesa con mantel de rojo envejecido una mujer esperaba manoseando un viejo mazo de cartas.
Me acerqué y el As de corazones marcó mi destino. Me perdí en el negro insondable de sus ojos y en su cascabeleante sonrisa.
Pero el destino no se detiene en una sola carta. El As de espadas invertido marcó para siempre una cruz de ceniza en mi frente.
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