Ejercicio 34
Migajas, sólo migajas de un Cronos que muere. Un suspiro en cada segundo que fallece. Un anhelo en cada minuto que se duerme.
Él leía un libro. Ella hojeaba una revista. El se acomodaba sus lentes y ella lo miraba de reojo.
Las horas morían y ellos, uno al lado del otro, eran los verdugos de su propio recuerdo. Podían intentar escribir nuevas historias pero era mustia la emoción y yermo el sentimiento. Podían intentar soñar pero la magia fue huésped pasajero. Podían intentar ser ellos mismos pero el tiempo se les había ido intentando ser lo que nunca fueron.
Cronos agonizaba pero ellos eran sólo cadáveres andantes en un lugar donde ese tiempo se vestía de olvido.
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