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Ese día fueron al mar varios pescadores. Naoko el más pequeño fue con su padre. Tenían pocos meses viviendo en aquella comunidad y el niño disfrutaba del mar todo cuanto podía.
El día no prometía una buena pesca pero aún así fueron. Naoko esperanzado tomó su anzuelo y pasó largas horas en el mar esperando por un pez.
Después de tanta espera, ninguno de los pescadores sacó nada pero un pez mordió el anzuelo de Naoko y éste con la ayuda de su padre sacó el pez y lo lanzaron en el envase recolector dentro del bote.
Todos aplaudieron la hazana y la suerte de Naoko pero éste no parecía feliz. Había esperado tanto por pescar y ahora veía a aquel pez luchar por su vida que la preocupación y la tristeza invadieron al niño.
Su padre, percibiendo su desconcierto, le preguntó si se iba a comer a aquel pez y el niño con profunda tristeza dijo:
- No papi. Devuélvelo al mar.
El padre lanzó al pez antes de que fuese demasiado tarde y todos los pescadores regresaron a sus casas. Naoko emocionado contó aquella experiencia a su madre.
Ese día Naoko no comió de su pesca, prefirió hacer feliz a aquel pequeño pececito que confiado cayó en su trampa.
Para mi ahijado Neyen Naoko en su primera experiencia como pescador.
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