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Capítulo 12. El hombre extraño - El pasado (2020).

Cualquier persona habría abordado la investigación del sospechoso paquete de mil maneras distintas. De hecho, existen 24 permutaciones posibles para examinar cada uno de los objetos contenidos en él. Por lo tanto, como mencione, la elección de este hombre de revisar el cuaderno en primer lugar fue una obra del azar. Tal vez se debió a que el cuaderno era el elemento más grande, quizás no el más llamativo, pero sí el que ocupaba más espacio.

No era una libreta especial, no era hermosa o dedicada. No sería extraño que el lector se imaginara un cuaderno negro de portada elaborada, con pasta dura y hojas de un material exótico, perfecto para la tinta de los estilógrafos más caros del mercado. Pero no era así. Era uno de esos cuadernos con una portada ajada, de diseño genérico, como uno de esos que se encuentran de forma gratuita en internet en formato PNG. Curiosamente, tenía páginas cuadriculadas, lo que quizás parecería una obviedad sin mayor relevancia.

Lo que sí podemos asegurar es que el papel estaba en muy buen estado, recordando a esas imágenes de los cuadernos de los estudiantes en la época de la Unión Soviética. Estos cuadernos presentaban dibujos perfectos con detalles sorprendentes, que incluían desde aviones de combate en colores llamativos hasta ecuaciones diferenciales bastante complejas. El cuaderno en cuestión tenía varios mapas, algunos que abarcaban grandes extensiones de territorio y otros que eran como hacer zoom en áreas específicas de los mapas más amplios. Como era de esperar, todos los mapas tenían múltiples lugares y ubicaciones marcados con una "X". Además, entre dos o tres de estos dibujos geográficos, se intercalaban párrafos con instrucciones sobre asesinatos y desapariciones.

Para una persona atraída por las historias de misterio, ese cuaderno era como una novela escrita con minuciosidad. El hombre empezó a leer en orden, al igual que alguien que comienza un libro y se adentra primero en la introducción o en algunas palabras del editor o del autor. La primera página estaba llena de dibujos detallados, con ríos y divisiones geográficas. En la segunda página, se acomodó, cruzó las piernas y comenzó a leer:

Carlos Olarte, de 18 años y estudiante de grado once, fue hallado fuera de su casa, lejos del centro del pueblo. Al parecer, no estaba acompañado, secuestrado de manera sencilla. Era pequeño, de constitución frágil, con un rostro hermoso. Miraba el pavimento cuando lo intercepté en mi vehículo. Era un coche precioso, aún lo recuerdo, de color plateado, un Nissan Versa. Lástima que fuera de transmisión manual; nunca me gustó conducir, y la marcha automática es una maravilla. Claro que mi coche llamó su atención, pero creo que lo que más lo convenció para tomar asiento a mi lado fue mi encantadora personalidad y el manojo de billetes que le ofrecí. Lo habrían visto, parecía un niño en Navidad. Al final, eso era lo que era, un niño a pesar de su edad. La madurez aún no había llegado a su vida. Pensé que debido a su edad sería más difícil, por fortuna la sociedad de bajos recursos poco se preparan para no caer ante las tentaciones del diablo, como suelen decir. Seguro sucumbió porque yo soy mujer.

A veces me arrepiento de lo que hice. Incluso recuerdo que, algunos kilómetros después de alejarnos de su casa, consideré arrepentirme, pero recordé que el que entra, no sale. Debo aclarar que nunca pensé violarlo, incluso no lo hice, jamás lo haría, y debo aclararlo, porque debo ser especifica con lo que hice y no quiero que se malinterprete, no al menos en ese sentido. Suena curioso que haga las aclaraciones, pero en mi mente no existe machismo suficiente como para evitar hacerme cargo de mis responsabilidades.

Quedo inconsciente, ese nuevo químico que me ofrecieron resulto ser muy efectivo. Ya lo había preparado antes de interceptar al sujeto, era una gaseosa pequeña, no alcanzo a recordar la marca, pero atiné en que le gustaría porque no tardó mucho en beberla. Lo más difícil fue quitarle la vida, no quería hacerle daño, "vaya que irónico", al menos pues no quería que sufriera, tome la decisión de dispararle, sería rápido y si es verdad lo que dicen ni siquiera se enteraría, la velocidad del sonido no viaja tan rápido como la de la bala y su desconexión cerebral sería inminente. Debes saber que las reglas hay que seguirlas, - recuerda mucho a ese pensamiento recurrente en la mente de las víctimas de Jhon Kramer: "follow the rules" - por eso en el mapa anterior hice lo indicado, en rojo verán el punto donde Carlos descansa, lo enterré con amor, incluso le compre ropa y repetí varias veces "dale, señor el descanso eterno" y respondí también "y brille para él la luz perpetua".

El extraño sentía una mezcla de emociones abrumadoras, como el miedo y la inquietud, mientras recibía una inyección de intensos sentimientos. Su corazón latía con adrenalina, impulsándolo a seguir explorando este inquietante descubrimiento. La curiosidad lo consumía, pero también lo llenaba de aprensión. ¿Qué tipo de oscuros secretos escondía ese cuaderno lleno de mapas y escritos? Cada página parecía ser un indicio de algo siniestro. El extraño consideraba la posibilidad de estar frente a un asesino, o incluso varios, dado el contenido recurrente y perturbador del cuaderno.

Es cierto, existe una noción de recompensa que desempeña un papel importante en los debates sobre el miedo y explica la existencia del cine y la literatura de terror. Esta teoría sugiere que el placer de experimentar miedo no se limita a la liberación de adrenalina, sino que también implica una sensación de recompensa. El ser humano parece disfrutar de los parques de diversiones, las montañas rusas y los juegos extremos, no solo por la emoción del miedo en sí, sino también por la sensación de satisfacción y gratificación que proviene de superar ese miedo o desafío. Ese morbo que nos genera el "gore" fue la explicación de porque aquel hombre en ningún momento desecho ese cuaderno e incluso lo guardo con el mismo cuidado que lo había recibido, en uno de los closets de su casa.

La fotografía que encontró en el paquete le resultaba familiar; aquel hombre la conocía a la perfección, recordando con claridad que él la había tomado en el pasado y rememorando las razones que lo habían llevado a hacerlo. Su conversación con aquel individuo de nombre Joseph, del que apenas podía recordar más allá de su nombre, había sido una de las experiencias menos triviales en su carrera como fotógrafo. La fecha no era novedosa, no para él y aunque cualquier investigador, tal como Kim, se hubiera sorprendido, para aquel sujeto esa fotografía solo servía para hacerse una idea de quien le había mandado ese empaque.

El sobre era grueso, y solo bastaba con verlo de lejos para determinar su contenido, la cantidad de dinero solo la conoció el remitente del paquete, pues aquel hombre extraño al principio siempre sintió miedo de gastarlo y decidió guardarlo, con el tiempo fue haciéndose necesario y cuando menos se dio cuenta ya se había acabado. Era mucho eso sí, duro varios meses en terminarse, y era como un banco que siempre estaba disponible, una reserva casi casi inagotable.

Días después aquel teléfono comenzó a sonar, seguramente sonó diez, quince, veinte veces antes de que alguien lo contestara, imagina aquel artilugio dentro de un paquete sellado con quien sabe cuántas más cosas encerrado en algún armario de alguna madera insonorizada. Me gusta pensar en el lector cuando escribo, me hago preguntas obvias que seguro alguien más empieza a crear en su mente, por ejemplo "¿cómo es posible que a un teléfono celular le durara la batería días enteros?". Un usuario antiguo de la tecnología sabrá a la perfección que algunos de esos teléfonos antiguos cambiaban cámaras sofisticados, sistemas operativos interactivos y múltiples aplicaciones por semanas enteras de autonomía.

- ¿Aló? ¿Con quién hablo?

- Buenos días, Marcos, habla con Lucía, es un placer al fin conocer su voz, lo he estado observando y debo admitir que tiene unas facciones muy hermosas, en especial su nariz, pocos hombres gozan de una nariz tan perfecta. – No pensarán ustedes que aquel hombre podía quedar en el anonimato, quien más podría conocerlo que aquellos que ya había asegurado conocían hasta sus horarios laborales.

- Que pena, pero no conozco a ninguna Lucía, y creo que sus comentarios están fuera de lugar, aunque debo agradecerle el cumplido, quiero que sepa que me encuentro casado y creo que a mi esposa la caería muy mal una conversación como estas con una desconocida. – Ya me imagino a las mujeres que lean esta respuesta y piensen: "como si esas cosas pasarán" o alguna cosa similar, pero en el fondo saben que sí, que no todos los hombres son iguales y que seguramente Marcos sería la excepción y el hombre ideal que muchas quisieran tener al lado. Algo que seguro si era sorprendente es que Marcos hablaba como si el teléfono que tuviera al oído fuera el suyo, como si se olvidara que estar ahí no era cuestión del azar sino todo lo contrario, algo premeditado.

- No se preocupe, que usted sea lindo no es suficiente para mí, pensé que sería lindo comenzar la conversación de esa manera, pero veo que está muy reacio y me veo en la obligación de pasar al tema puntiagudo de forma apresurada.

- Lo siento señorita, creo que no ha entendido, en realidad no me interesa como conoce mi nombre, pero no pienso discutir nada con usted, hasta luego. – Marcos colgó el teléfono no sin antes recordar que ese no era suyo y que seguro se había equivocado al tomar esa decisión, en realidad impulsiva.

Marcos pensó en deshacerse de todo el contenido extraño que había recibido, el cuál era un secreto personal que solo él conocía, y pensar que esto jamás había sucedido. Mientras pensaba en esto, su esposa lo llamo para la cena, Marcos asintió con un leve grito de "ya voy" guardó el teléfono en su bolsillo y salió rumbo al comedor.

Pasaron algunas horas, las suficientes para que Marcos comiera y se encargara de lavar la loza, antes de acostarse en el sofá color azul en su sala y comenzar alguna de sus series favoritas en Netflix. Cuando sintió que ese aparato vibraba de forma intermitente en su bolsillo. Al sacarlo pensó en no contestar, pero ya sabemos cómo es el morbo, o como es la ira cuando deseamos que los demás se enteren de que tan molestos estamos.

- Vea señorita le solicito que me dejo de molestar, justo en este momento voy camino a desaparecer este teléfono, por favor no quiero que me vuelva a buscar ni a mí, ni mucho menos a mi familia, no quiero tener problemas con usted y tampoco lidiar con papeleo y los oficiales. – Hasta Marcos sabía que era la peor amenaza que había inventado en la vida, la seguridad en Colombia poco le importaría su situación y seguro la persona al otro lado de la línea tenía tan claro eso que incluso el que se sintió amenazado fue él.

- Señor Marcos respetuosamente le solicito que no me vuelva a tirar el teléfono, incluso le di unas horas para que se calmara y me escuchara de forma tranquila. Solo por curiosidad le pido que vaya y revise el cuaderno que le llego junto con el móvil que tiene en el oído. Para hoy supusimos que ya lo había ojeado todo, debido a que no se ha comunicado con nosotros descubrimos que nos habíamos equivocado, y es mi labor llamarle la atención y guiarlo por el camino que debe tomar. No se preocupe en preguntarme, o hacerse de rogar entre si debe o no, porque me angustiaría tener que explicarlo, primero haga lo que le digo y luego podrá preguntar lo que quiera con la confianza suficiente.

Marcos volvió a sentir esas punzadas que solo generan temor, esas que él ya había sentido antes y que venía sintiendo durante muchos días producto de ese paquete extraño, de esos recuerdos distorsionados de aquel 2016 cuando trabajo en contra de sus reglas, de sus juiciosos, de sus leyes. Con calma oprimió el botón de pausa de su control Roku, se levantó de su asiento y se dirigió con paso firme hacia el closet donde lo aguardaba aquella libreta, la misma que hace días había sepultado en una especie de olvido temporal. Al tomarla la abrió, ahora si en desorden, en la última página, aún no se había despegado de la línea celular cuando escucho.

- Penúltima página Marcos, por favor.

El hombre abrió el punto indicado y para sus adentros y mentalmente leyó: "instrucciones para Marcos Cortez". 

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