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Capítulo 1: La Cazadora

En este reino, solo sobreviven los más fuertes.
Eso le escuché decir antes de apuñalar al hombre que lo atendía y fugarse con la comida que el dependiente — amablemente — le había embolsado.

El frío de la noche acaricia mi piel como pequeñas agujas de hielo causándome escalofríos, las pocas casas que me rodean le dan un aire aún más sombrío a la oscuridad que me acecha, los enormes árboles se ciernen sobre mi y mi cabello cae libremente hasta mi cintura danzando en el aire.

Mi ropa se mantiene rasgada y ensangrentada durante todo el camino. Me consuela el hecho de saber que no es mía y que estoy fuera de peligro finalmente, pero ese momento aún no sale de mí, aún cuando he visto cosas mucho peores.

Mis manos, ahora limpias, aún mantienen viva la sensación de la sangre en ellas, la extraña consistencia que tenía, el olor nauseabundo a hierro. No saco de mi mente esos míseros minutos en los que el dependiente de la tienda me miró con un brillo en sus ojos, tal vez por verme ahí y darse cuenta de que obtendría ayuda o tal vez porque él estaba consiente  de algo que yo aún no deducía, que moriría allí, en el piso de su tienda, producto del rápido desangramiento que sufría.

Me deshice de los zapatos, no soportaba el sonido pegajoso que hacían por la sangre en ellos. Así que allí estaba, descalza, siguiendo un camino casi tan solitario como esta zona del reino, el reloj en lo alto de la — apenas en pie — biblioteca, marca cerca de las dos de la mañana y una gloriosa luna llena ilumina el pequeño sendero, y aunque hermosa e imponente, me trae recuerdos de un pasado que deseo olvidar.

Que todos deseamos olvidar.

El reino no está en su mejor momento, no lo ha estado desde hace mucho.

El reino de Tasber, un reino sumido en la tragedia debido a una guerra por la sucesión. El último gobernante no ha hecho nada por el reino, el rey regente, Vacter I Mortem, hace mucho tiempo que se recluyó en el palacio y nunca volvió a salir.

El reino es matrilineal, lo que quiere decir que el poder total se cierne sobre la reina y es heredado por una princesa posteriormente, pero por desgracia, ninguna mujer gobierna desde hace mucho tiempo, ahora los hombres gobiernan.

Sus decisiones no han sido buenas antes, durante o después de la guerra, mucha gente buscó refugio en los bosques circundantes al reino, las personas que se quedaron se encargaron de la reconstrucción, aunque lenta y muchas veces esporádica, al día de hoy gran parte del reino se recuperó.

Me quedé huérfana en la guerra, ahora estoy a solo meses de los diecinueve… Los recuerdos que mantengo de ese momento aún son confusos y dispersos, ni siquiera sé con certeza cuánto tiempo habrá durado la guerra, tal vez tres años, tal vez cinco o puede que menos, pero los días parecían ser infinitos en aquel momento.

Fui una de aquellos que escaparon a los bosques y actualmente vivo con alrededor de quince a veinte personas que son prácticamente mi familia.
El camino es largo y tranquilo y es continuamente acompañado por los sonidos de los animales nocturnos y las pequeñas gotas de lluvia que comienzan a caer.

«Debería acostumbrarme a llevar mi daga» pensé.

Cerca de media hora más tarde, llego al refugio, el lugar que adoptamos como hogar. Terminamos siendo refugiados en nuestro propio país, la mayoría quedamos huérfanos o simplemente nos separamos de nuestras familias durante la guerra y nunca volvimos a encontrarlas, así que nos consideramos nuestra propia familia.

Llego a la entrada del refugio, una casa que anteriormente se encontraba destruida, la cual tuvimos que reparar y construir muchas habitaciones, también tiene un sótano el cuál adaptamos para construir más habitaciones  y milagrosamente, cuenta con electricidad.

Entré y gracias a los dioses, la puerta sigue en pie, últimamente hemos tenido problemas con ella por quedarse trabada, bajé por las escaleras camino al sótano para llegar a mi habitación.

—¿Layla? —llama alguien detrás de mí.

Por supuesto, no puedo ser invisible en una casa donde todo rechina.

—Adam —saludé.

Se acerca a mí y en un segundo se encontraba revisándome de arriba a abajo. Adam era alto, muchas personas eran altas para mi humilde metro setenta y dos.

—¿Qué sucedió? ¿Estás bien? — Su mirada era oscura, preocupada, deben de haber informado sobre lo que pasó.

Adam es como mi hermano mayor, lo conozco desde que llegué al refugio después de la muerte de mi madre, somos aliados de travesuras desde entonces y mejores amigos.

—Solo un pequeño robo que salió mal —le dije sin darle mucha importancia.

No suelo darle muchas vueltas al asunto a menos que sea importante, eso quiere decir que si no es de peligro mortal me da igual, por lo que no me preocupo demasiado en cosas que ya son comunes.

—¿Un robo? ¿Y dónde estabas? —me interrogó.

—Estaba en Crystal Rivers viendo qué encontraba, tal vez ropa, comida, lo que sea, estaba en el depósito de una tienda y cuándo iba saliendo vi a un tipo apuñalando al dependiente en el abdomen y huyendo con la comida.

—Te dije que no te alejaras más de lo debido —reclamó. Creo poder ver la vena de su cuello a punto de explotar desde donde estoy—. No debiste ir tan lejos, si te hubiera pasado algo no podríamos ir a buscarte.

—Pues aquí estoy, a salvo, yo estoy viva mientras aquel señor de la tienda está muerto en el piso del negocio que seguramente le tomó mucho tiempo volver a poner en pie —reclamé.

—Ya hablaste este tema muchas veces con Erick, Layla, te dijo sus razones para no aceptar a más personas en el refugio. —Suspiró, obviamente, estaba cansado de esta conversación—. Estamos perfectamente equilibrados, no tenemos la comida suficiente para alimentar a más personas, tenemos lo justo y necesario para no pasar hambre.

—Hemos salido de peores —dije antes de seguir a mi habitación.

—Eres tan terca, harás que te maten por tus estupideces algún día —suspiró, cansado y se frotó la frente en un gesto de cansancio—. Lástima que al final te termino cuidando a pesar de todo.

Me cambio la ropa manchada por una limpia y me doy un baño antes de dirigirme a la entrada. Como amo esto, la tranquilidad que te proporciona la distancia, el aire fresco en mis pulmones y no tener a nadie cerca que me moleste.

En el reino nadie se acerca a los bosques, tal vez por considerarlos malditos o sagrados, nadie se atreve a ir muy lejos a pesar de que es donde habita actualmente cerca del 30% de su población. Depende de a quién le preguntes, pero todos te dirán algo distinto.

Algunos afirman que el poder de las sombras y los guerreros nocturnos habitan en las profundidades del bosque y que están encadenados bajo tierra, malditos por la eternidad; otros dirán que son sagrados, que los elementales viven en ellos y que los cuidan con su vida y para muchos otros — como a mí — nos da igual, son solo hectáreas de bosque y kilómetros de ríos que nadie se atreve a explorar.

Existen dos bosques principales en el reino: el bosque helado y el bosque escarlata, es imposible saber qué tan grande son, nadie jamás ha llegado tan al norte como para ver su final y nadie se a atrevido a entrar tan profundo en el bosque escarlata y un bosque un poco más pequeño conocido como el bosque de fuego, es el más cercano a nosotros y al reino.

El frio sopla nuevamente y me sorprende aún no estar acostumbrada al frío del bosque helado.
Hace un par de años, un grupo de exploradores y cartógrafos salieron a explorar lo más lejano del bosque, nunca regresó, solo uno, regresó cuatro años después, no podía hablar, parecía haberse quedado mudo, muchos dijeron que se encontró cara a cara con los elementales oscuros y que para que no pudiera revelar nada de lo que vio, lo privaron del habla.

—Deberías concentrarte más en lo que te rodea —dijo en su característico tono frío y altivo—. Llevo mucho más tiempo aquí que tú y no te diste cuenta.

—Estaba distraída —respondí sin prestarle demasiada atención. Me había sumido tanto en mis pensamientos que no lo había notado—. Aunque de saber que me espiabas te hubiera traído un par de binoculares y un café, Erick.

Erick, es el encargado de nuestro refugio, dirige el lugar y administra las reservas y alimentos de la huerta. Para muchos es una persona de respeto y autoridad, para otros la imagen de hermano mayor que hacía falta, para mí es un lindo cuerpo con actitud de anciano de setenta años.

—Jamás te das cuenta de nada. —Se volteó para entrar al refugio—. Y Siempre debo vigilar a los miembros de este refugio.

«No soy alguien a quien debas vigilar» pensé.

A pesar de que he estado viviendo aquí por casi cinco años, piensa que sigo siendo la chica de once años afectada por la muerte de su madre.

Me levanté y decidí caminar un poco por el bosque, caminé a ningún lado en específico, solo quiero despejar mi mente, poder largarme de una vez, dejarlo todo y regresar. Han pasado ocho largos años desde que abandoné el reino, no me arrepiento, de haberlo hecho estaría — probablemente — muerta.

Ahora que lo pienso, fue una decisión estúpida recorrer tan pasada la madrugada y los arboles, con sus tonos azules y blancos por el frío, obstruyen el paso de la luz de la luna.

Suelo caminar estos senderos desde hace años, llegan a un pequeño río que se convierte en un amplio lago. Estando lo suficientemente cerca noté una silueta en medio. Está vez traje la daga y la desenvaino, no es común ver a alguien en esta parte del bosque, nunca es buena señal.
Había venido a este lugar antes muchas veces, pero jamás a estas horas, me da miedo lo que pueda encontrar al ir sola.

Si regreso justo ahora, lo que sea que esté esperando en el claro podría seguirme de regreso al refugio. La daga en mis manos reluce con cada movimiento y paso que doy para acercarme a ella.

Me acerco lentamente cuidando no hacer ruido hasta que pude ver a una chica en las orillas del río. Largo cabello, ropa y botas de cuero, capa con capucha que apenas deja ver su cabello por debajo. Aún no puedo verla de frente, pero es suficiente para mí.

Intento regresar, pero al hacerlo una rama se rompe por mis pies, llamando su atención, volteó dejando ver su rostro. Usaba una máscara, dejaba gran parte de su cara al descubierto, solo cubría parte de ojos y boca y fue cuando uní puntos.

Era una cazadora.

Su extraño atuendo cobra sentido y ahora no puedo pensar en otra cosa que no sea escapar.

—En este bosque no son bienvenidos cazadores. —Trato de no sonar afectada por su presencia aunque esté muerta de miedo.

Es la primera vez que veo a un cazador desde tan cerca y por lo que sé, no suelen andar por ahí explorando, está buscando a alguien y no deseo estar en medio de su camino.

Ella no se mueve, no parece tener intención de hacerlo tampoco, me desespera, no es normal que se queden demasiado tiempo en ningún lugar, eso refuerza mi teoría de que está cazando.
«Nosotros somos el único refugio en kilómetros» recordé.

A quién sea que esté buscando, es probable que sea uno de nosotros. No puedo regresar, me seguiría y daría con todos.

—¡No me digas! —dijo con falsa sorpresa—. Cuando necesite una invitación por escrito serás la primera en saber.

—No son bienvenidos los cazadores —repetí. Puedo estar asustada, pero detesto cuando me intentan hacer sentir menos.

Reafirmo mi agarre en la daga, no quiero perderla en caso de pelear o tener que huir, y es mucho más seguro huir, pero debo asegurarme de usar alguna vía alterna, confundirla con los senderos.

—Dame la daga o saldrás lastimada —dijo muy tranquila como si yo fuese una niña ingenua con algo demasiado peligroso en sus manos. Fue un golpe bajo, no le daré la daga de mi madre, sobre mi cadáver.

Mi madre y yo superamos demasiadas cosas, todo para que al final muriera al traerme aquí; esta daga es lo único que me queda de ella y en ocho años, nadie más que yo ha tenido esta daga en mis manos.

—Púdrete.

—Escucha, estoy algo retrasada con este encargo, podemos hablar como personas civilizadas o no, solo necesito un nombre y me iré.

—Está bien.
—Estoy buscando a alguien llamado Dante.

—¿Y dante tiene algún apellido?, ¡Oh!, espera, no me digas, se apellida Alighieri.

—De hecho, se apellida Lornes.

Ese nombre se me hace conocido, me parece haberlo escuchado, pero no puedo asegurarlo.

—No lo conozco —expresé con la mayor tranquilidad posible—. Deberías ir a otro lugar en su búsqueda.

—No estoy de humor para juegos —dijo. Sonaba urgida, cansada de buscar podría decirse—. Uno de mis informantes mencionó: “El refugio más cercano a Cristal Rivers”; pero me temo que no lo he encontrado aún.

—Ese refugio no existe, te han mentido —respondí.

—Supuse que no me dirías la verdad, ¿De donde has venido tú?

—¿Disculpa? —No entendía lo que trataba de decir.

—Estás muy bien vestida y alimentada como para vivir en Cristal Rivers, tu ropa no tiene agujeros o está rota, por lo que no puedes haber vivido en el bosque, tampoco te faltan dientes y te veo saludable, por lo que deduzco que ese refugio que afirmas que no existe, en realidad sí existe.

—No conozco su ubicación.

—Si no me dices tendré que sacarte la información por la fuerza.

—No tienes ese derecho —reclamé.

—Estoy en todo mi derecho, se considera obstrucción a la justicia, además de encubrir a una persona prófuga y si comete algún crimen, tú serías su cómplice.

Corre.

«Corre lo más rápido y lejos que puedas» gritaba mi mente.

No le di tiempo a reaccionar.

Regresé por donde había venido. Parece haberse hecho más oscuro de repente, no podía ver mis pies sobre el suelo, los senderos que había memorizado durante años parecían haber desaparecido, no los encontraba.

«No puedo regresar al refugio» recordé.

Cambio de dirección, no puedo ir directamente. Uso un sendero que lleva a un par de metros más arriba del río.

Si logro llegar al río, podría usar los rabiones y nadar río abajo, nos será capaz de seguirme, no dejaría huellas y en la oscuridad no las notaría, me daría la ventaja suficiente para llegar al refugio sin mayores contratiempos.

Escucho como se acerca la cazadora detrás de mí y me desespero, creí haberla dejado atrás.

Atravieso un par de arbustos, arañando mis brazos y partes de mi rostro, tropiezo varias veces y en una de ellas caigo, causándome un horrible dolor en la zona y ensuciando, de tierra, mi ropa. La puedo oír detrás de mí, como un cazador esperando a que su presa se canse de correr.

«Que mierda tan turbia».

Escucho el río cerca, a solo un par de metros de mí, pero apareció frente a mí la cazadora.

«Me está bloqueando mi única salida».

Me limito a tomar fuertemente mi daga, no puedo flaquear, no ahora que estoy tan cerca del río.

—Debo deducir que sí conoces a Dante. —Se limitó a decir—. Solo hago mi trabajo, chica, no es algo personal ni nada. Dime dónde está y te dejaré ir.

—¿Por qué razón lo buscas?

Una sonrisa surcó su rostro, le divierte esto.

—No eres tan tonta como pensé —confiesa—. Pero ya que no me dirás nada, supongo que es justo dar información para obtenerla. Está acusado de robo a mano armada.

—No soy estúpida, sé que no enviarían a una cazadora por algo tan insignificante como un robo, de haber sido eso, hubieran enviado a un centinela y la búsqueda se detendría apenas entrara a los bosques.

—Digamos que, robó a una persona muy importante algo de gran valor.

—En nuestro refugio no hay nadie llamado así —dije con toda la honestidad del mundo—. Hace un par de semanas hubo alguien llamado así, el encargado del refugio le dio provisiones y un lugar donde dormir por un par de días y luego se fue.

—¿A dónde?

—Al bosque escarlata.

Hubo un cambio en ella, como si la sola mención de ese bosque significara la muerte segura.

—Llévame con el encargado, necesito hablar con él.

—No.

—No estás en posición para negarte, llévame con él.

—No lo haré.

Sonrió, era perturbador la forma en que sonreía. Sacó su daga de su cinturón y se lanzó sobre mí.
Logré esquivar el primer golpe. Decido correr el pequeño espacio que me separa del río, pero un tirón en mi cabello me tumba de espaldas sacándome el aire por un momento.

—¿Para qué decirme que me dejaras ir cuando no es así? —No dejaría que me venciera así como así, no puedo rendirme ahora.

Desapareció de mi vista, volteé a todos lados buscándola, pero no la encontraba. Corro al río nuevamente, pero esta vez la escucho llegar.
Volteo rápidamente y logro esquivar la puñalada que pensaba darme, con su mano libre me dio un golpe directo a la cara lo que logró desestabilizarme.

Viene hacia mí nuevamente e intenta apuñalarme, pero la bloqueo con mi daga. El sonido de metal contra metal me eriza los pelos y hace saltar chispas de nuestras dagas.

Logro tomar distancia y me abalanzo sobre ella haciéndola caer. Corro todo lo que puedo al río y me lanzo dentro de él.

El agua me atrapa, dejo que la corriente me lleve río abajo y esquivo lo más que puedo las rocas que me voy encontrando.

Finalmente, salgo del río un par de kilómetros más abajo, estoy algo más alejada de lo que esperaba, pero no me es imposible caminar desde aquí, posiblemente unos diez minutos de caminata como mucho. El ardor se hace presente, la cara me duele por los golpes y tengo acalambrado un brazo, me duele respirar por el esfuerzo y una mancha de sangre empapa mi camisa. La levanto y es cuando logro comprender que la cazadora me logró apuñalar antes de yo entrar al rio, posiblemente cuando me lancé contra ella.

Mis pies duelen y mis ojos pesan, tengo frío y mi cuerpo tiembla al bajar más la temperatura. Nadie vendrá, es demasiado tarde y el bosque está demasiado oscuro como para que alguien pueda encontrarme, no me tomó mucho tiempo caer por el cansancio hasta desmayarme.

HOLAAAAA

Me ha costado mucho lograrlo, pero conseguí una imagen hecha por I.A de la cazadora.

Para que se den una idea de su aspecto.

Aunque claro, esta imagen es meramente de orientación y ustedes pueden crear e imaginar a cada uno de los personajes de la manera que quieran.

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