[015] - Escalera al Cielo
El cuerpo cálido y desnudo de Sam estaba envuelto alrededor de Anna en su cama. Su pierna apoyada sobre una de las suyas, su pecho presionado contra su espalda y sus gruesos brazos envolviéndola. Como si estuviera protegiéndola de todo y todos.
La habitación estaba en silencio.
Ni siquiera sus respiraciones era lo suficientemente fuerte como para despertar uno al otro. De vez en cuando, la pelirroja se movía inquieta. Sam la apretaba más fuerte y enterraba su rostro en la parte posterior de su cuello.
El momento era tranquilo e inocente, libre de presiones y de los errores del pasado.
Eso no impidió que Dean lo arruinara. Estaba parado al final de la cama, con el teléfono en alto y música de rock sonando a un volumen elevado.
Sam se levantó asustado. Sacando su arma de debajo de la almohada y apuntando a Dean. Anna había sido empujada detrás de él, su reacción instintiva fue tirar de la sábana y cubrir su cuerpo desnudo.
—Buenos reflejos —bromeó Dean mientras apagaba la música.
—¿Qué te sucede? —preguntó Sam, todavía medio dormido mientras se frotaba los ojos con la mano y bajaba su arma—. Pude haberte disparado.
El corazón de Anna latía en su pecho cuando se dejó caer de nuevo sobre las almohadas con un suspiro. Giró su cabeza para mirar el reloj apoyado sobre la mesa que estaba junto a la cama.
—¿Por qué no estás durmiendo, Dean? —murmuró mientras cerraba los ojos y se acurrucaba en el lugar cálido que había hecho su cuerpo y el de Sam—. Llegamos hace dos horas.
—No estoy cansado. Y tenemos trabajo que hacer, entonces ponte los zapatos que vamos a bailar.
Ella se estremeció cuando Dean tiró sus botas sobre la cama y entreabrió sus ojos para mirar su espalda mientras se retiraba de la habitación.
Gruñó por lo bajo y movió las piernas, pateando sus botas y tirandolas al piso.
—Dime que no habla en serio —dijo, mientras rodaba sobre su estómago y giraba la cabeza para mirar a Sam.
Él se movió y se recostó contra la cabecera, su mano cayó en su espalda para acariciarla.
—Dudo. Esta es la segunda noche consecutiva que no ha dormido. Él va a estrellarse en algún momento.
Anna dejó escapar otro suspiro y cerró los ojos. —No lo hará. La marca está jodiendo su cabeza.
—Tal vez si tu...
—No.
Sam apretó los labios y retiró la mano de su espalda. —Anna.
Lanzó un último suspiro frustrado por su sueño perdido y se sentó en la cama, dándole la espalda. Retiró la sábana mientras se levantaba para tomar su ropa y vestirse.
—Mira, nada de lo que haga lo ayudará —habló, mientras se acomodaba su sostén.
—Anna, he visto cómo reacciona cuando lo tocas. Tienes ese... extraño efecto contra la marca. Es como si la neutralizarlas o algo así.
Ella se encogió de hombros y se giró para mirarlo. —Sí, bueno, me ha estado evitando como la peste. No he estado a solas con él desde... bueno, desde que Crowley nos llamó para matar a Abaddon. Es como si no quisiera ayuda.
—Nunca quisiste ayuda y estuvimos ahí de todos modos.
****
Anna se dejó caer en una de las sillas de la biblioteca y vio cómo Dean empacaba su bolso sobre la mesa. Sam apoyó una mano contra el respaldo de su silla mientras sostenía una taza de café en la otra.
—Bien. ¿Qué pasa? —preguntó Sam mientras luchaba por mantener los ojos abiertos.
—Llamé a Cas. Dijo que algo está sucediendo en Missouri —contestó Dean sin levantar la vista.
—¿Qué clase de algo?
—Dijo que no podía hablar de ello por teléfono.
—¿Por qué? —preguntó Anna.
—Porque es un tipo raro, ¿de acuerdo? —Dean, finalmente la miró—. Es un tipo raro y algo tonto. Pero sucede que tiene un ejército de ángeles con él, e incluso cuando odio decirlo, si vamos a tener una oportunidad con Metatrón, podría ser útil.
Dean abrió un pedazo de tela que estaba junto a su bolso y sacó la espada que estaba dentro. Anna y Sam compartieron una mirada.
—Bueno, ¿crees que necesitamos la Primera Espada? —Sam volvió a preguntar—. ¿Por qué no la dejamos aquí por ahora?
—Ya hablamos sobre esto y decidimos...
—No, Dean. Para ser justos, no decidimos. Tú decidiste —contestó la pelirroja.
Su lengua se movió sobre su labio inferior. —De acuerdo, yo decidí que ese palo de hockey con el que puedo matar cualquier cosa podría ser útil, pues bien, demándame.
—¿Cuántas veces hemos pasado por esto? —habló Sam—. Magia de ese poder viene con un precio, y en este momento no sabemos cuál es ese precio.
—Estoy bien. Estoy fantástico.
—Y me alegra, de verdad. No estoy diciendo que la enterremos. Solo digo que la reservemos para cuando realmente la necesitemos. Crowley. Metatrón. La pelea de los grandes jefes. No tienes que tenerla contigo todo el tiempo, ¿no es así? Quiero decir, solo déjala. Por favor.
Dean los miró a los dos. Su mandíbula se apretó cuando colocó la espada nuevamente sobre la mesa junto a la bolsa. —No hay problema.
—Gracias.
****
Lo que Cas tenía para contarles fue que en Missouri había muerto un ángel en el medio de una heladería y que también había dejado humanos muertos.
—Está bien, entonces. ¿Qué es esto? ¿Algún tipo de golpeada en masa? —cuestionó Dean.
—No sé lo que fue —comentó Cas mientras miraba la destrucción del lugar—. Nunca vi algo así. Seis humanos murieron aquí... y un ángel.
—¿Uno de los tuyos? —le preguntó Anna.
Él asintió. —Un buen soldado. Este ataque... sabía que quería guerra, pero esto... esto es aberrante, incluso para él.
Cas, comprensiblemente, no quería quedarse en el salón demasiado tiempo. Así que los llevó a los tres directamente a su centro de comando donde se encontraron con un ángel llamado Hannah.
—Los Winchesters... he escuchado hablar mucho de ustedes —los saludó ella con una sonrisa cuando Cas los presentó a todos.
—¿Qué puedo decir? Cas es un fan —dijo Dean.
Un ángel con una camisa roja se acercó a los tres, tomó de las manos de Cas la caja con pruebas que había reunido en la escena del crimen.
—Comenzaré a examinar esta evidencia —y les dio la espalda a todos, pese a las protestas de Sam.
—Señor, esta mañana Josiah no estaba cuando se pasó lista —le informó Hannah.
Anna alzó sus cejas hacia Cas. —¿Lista? ¿Ustedes pasan lista?
—Les gusta escucharme decir sus nombres —contestó Cas.
Anna ahogó su sonrisa y les dio a los hermanos una mirada burlona. —Conozco a dos tipos así.
Dean le dio una sonrisa sensual y Sam tosió en su mano para evitar los ojos de todos.
—Nadie ha visto a Josiah desde que Ezra fue asesinado —comentó Hannah—. Creemos que..
—Creen que Josiah es el asesino, ¿y que es el espía? —preguntó Sam.
—Bueno, ¿quién más? Ya buscamos en el recinto, pero ha desaparecido.
—No sin alas —dijo Dean—. Es un ángel, pero todavía debe viajar como humano, lo que significa caminar, conducir... por lo que debe dejar un rastro.
Anna se dirigió a la computadora más cercana, Sam la siguió de cerca para inclinarse sobre ella cuando se sentó.
—De acuerdo. ¿Cuál era el nombre de su recipiente?
—Sean Flynn de Omaha —respondió Cas.
Anna giró la pantalla de la computadora cuando logró mostrar una identificación con foto. —¿Este es el sujeto?
Cas asintió una vez. —Sí, ese es él.
Volvió a girar la pantalla e hizo su magia. —De acuerdo. Parece que alguien acaba de usar su tarjeta de crédito en una estación de gasolina en Colorado.
Una sonrisa petulante y orgullosa iluminó la cara de Dean. —Y así es como hacemos las cosas en las profesionales —le dijo a Hannah.
El ángel con la camisa roja se apartó de su computadora que estaba a unos pocos escritorios. —Comandante. Tengo algo. La memoria de este teléfono tiene un vídeo marcando el tiempo justo antes de la explosión.
Todos se juntaron para mirar. El video era una grabación sobre lo que había ocurrido, el ángel suicida decía que lo estaba haciendo por Castiel, antes de clavarse una espada en su pecho. Eso fue suficiente para que la cara de Cas palideciera.
—¿Qué demonios fue eso? —Dean gruñó cuando el video se cortó.
—No lo sé —dijo Cas mientras se cruzaba de brazos y miraba a su alrededor. Anna pensó que tal vez quería abrazarse a sí mismo, fingir que no acababa de ser testigo de una persona suicidándose por él—. No... jamás le pediría a un ángel sacrificarse para asesinar inocentes. Me voy a enfermar.
Puso su mano sobre su espalda en un débil esfuerzo por consolarlo porque ¿qué otra cosa podía hacer? Más tarde, podría sentarse con él y hablar, dejarlo llorar si lo necesitaba, pero en el medio del centro de comando y en frente de todos, no podía hacer nada más que verlo culparse a sí mismo.
—Cas, ¿por qué un ángel volaría una heladería en tu nombre? —le preguntó Sam.
—Eso no es lo que estaba haciendo —contestó Hannah. Ella miró hacia la pantalla de la computadora—. Retrocede. Ahí —señaló a una niña pequeña sentada en la heladería—. Esa era un ángel... Esther. Ella está con Metatrón.
—Así que, ¿esto fue una clase de golpe?
—No lo sé —negó Cas.
—Deja de decir que no lo sabes —Dean habló bruscamente.
—Dean.
Anna dijo su nombre con un tono de advertencia y se movió para ponerse entre él y Cas. La mirada que le dio envió escalofríos por su espina dorsal. Nunca le había gustado que ella se pusiera del "bando contrario", pero nunca la había mirado con tanto... quería llamarlo odio, pero solo había durado una fracción de segundo y estaba segura que Dean no la odiaba.
La mirada de la pelirroja se deslizó hacia donde estaba la marca, se asomaba por debajo de su manga. Si algo podía hacer que la odiara, sería eso. Lo estaba cambiando de la peor manera.
—No puedes pensar que dejaría que algo así pasara —habló Cas, pasando por alto la forma en que Dean la había mirado.
—Cas, sé que intentas ser un buen tipo, ¿de acuerdo? Lo sé. Lo intentaste. Pero lo que tienes aquí, es una secta.
—Dean...
—¡Y la última vez que tuviste esta clase de poder, mataste humanos y ángeles, y no hiciste nada más que mentirnos a mi, a Sam y Anna todo el maldito tiempo!
Anna gruñó su nombre otra vez y dio un paso adelante para alejarlo de Cas. Él la miró y allí estaba esa mirada otra vez. Solo que esta vez duró mucho más que un segundo y todos lo vieron.
Y definitivamente era odio.
Tuvo una sensación de náuseas y retrocedió un paso, el odio que llenaba sus facciones. Fue tan desagradable que Cas salió de detrás de ella y envolvió su mano alrededor de su brazo, preparándose para empujarla detrás de él. Incluso Sam dio un paso adelante y le dio un empujón a Dean.
—¿Qué demonios, Dean? —gruñó su hermano.
Dean pareció salir de su estado. Miró primero a Sam y luego a Cas. Se veía... perdido. Como si no estuviera completamente seguro de lo que acaba de pasar.
Sus ojos se posaron en Anna, pero lo que vio en su mirada lo avergonzó tanto que no pudo mirarla por más de unos pocos segundos.
—Podemos... ¿podemos hablar de esto en otro lado? —dijo Sam, la incredulidad y la ira aún eran evidentes en su rostro.
Dean giró sobre sus talones y se dirigió hacia la oficina de Cas. Sam la miró.
—Ese no era él, Anna —le aseguró Sam. Su voz adquirió esa dulzura que tenía cuando hablaba con las víctimas.
—¿No es él? Sí, seguro —habló con los dientes apretados mientras una lágrima le caía por la mejilla, la limpió antes de que alguien pudiera notarla.
El sarcasmo era evidente en su voz, y luego se marchó tras Dean.
Una vez que los cuatro estuvieron en la oficina, ella y Dean se mantuvieron lo más alejados posible entre sí. Y aún así, él no podía mirarla.
—Mira —comenzó Sam, dándoles a los dos una mirada cautelosa—. Tenemos que... tienes que calmarte, Dean. Miren, tenemos un caso. Trabajemos en el. Cas, ¿conocías al ángel del vídeo?
—Sí —contestó Cas. Estaba parado cerca de Anna, mirando a Dean—. Su nombre era Oren. Era un nuevo recluta. Trabajaba en la comunidad de inclusión.
—¿Y qué significa eso? —preguntó Dean.
—Algunas de mis tropas están posicionadas en un hospital local. Ayudan donde pueden. Milagros menores... nada que llame la atención.
—Entonces, ¿qué estaba haciendo en el vídeo, con el apuñalamiento? —ahora fue el turno de Sam para preguntar.
—Las runas enoquianas que estaban grabadas en su pecho... creo que eran para crear un foco de energía. Cuando se apuñaló a sí mismo, liberó todo ese poder.
—Entonces, ¿qué hay de la niña? ¿Qué pasó con ella? —preguntó Anna, cruzándose de brazos.
Ella miró a Dean y lo sorprendió mirándola. Él apartó la mirada antes de que ella pudiera cerrar los ojos.
—Si ella era el objetivo —habló Cas—. Si la explosión se centró en ella, entonces, es muy posible que, ella... fuera desintegrada. Entonces, ¿qué hacemos ahora?
—Bien, tú no haces nada. Nosotros vamos al hospital, a ver si podemos encontrar a alguien que conociera esta... bomba andante —dijo Dean.
Cas frunció el ceño. —Esperen. Esta es mi gente. Puedo ayudar.
—Bueno, eso es como el problema. Quiero decir, las chicas Manson no nos darán una respuesta directa con Charlie en la habitación, así qué solo espera.
—Entonces, ¿solo me quedo sentado aquí?
—Básicamente.
Cas dio un paso adelante, su rostro fijo en determinación. Anna nunca lo había visto enfrentarse así a Dean. Por otra parte, nunca había visto a Dean tan nervioso y obstinado.
—No —gruñó Cas—. Si no quieres mi ayuda, entonces seguiré el rastro de Josiah hasta Colorado. Tengo que hacer algo, Dean.
La mandíbula de Dean sonó mientras miraba a Cas. —De acuerdo, está bien. Pero Sam va contigo.
—¿Qué? —Sam parecía sorprendido.
—¿Por qué no confías en mí? —preguntó Cas.
—Para ayudar.
—Iré —Anna se ofreció—. Sam será más ayuda contigo, Dean.
—No. Te quedarás conmigo —gruñó Dean, mirándola fijamente.
Todo lo que Anna vio fue como una máscara que ocultaba sus emociones. Y se preguntó cómo demonios habían llegado a eso. ¿Dónde había empezado todo? ¿Cuándo había dejado de confiar en ella?
Dean se fue cuando nadie discutió con él. La pelirroja presionó sus labios y sintió que su mandíbula vibraba con enojo. Hizo un esfuerzo para salir corriendo. Irse. A cualquier lugar que no estuviera cerca de Dean, pero Sam la tomó del brazo, deteniéndola.
—¿Podrías darnos un segundo, Cas?
El ángel asintió una vez y salió de la oficina.
Sam se giró hacia ella. —Mira, no me gusta que te quedes aquí con él...
—Entonces, ¿por qué no dijiste nada? —lo cortó.
Sam frunció el ceño ante su pregunta y abrió la boca para decir algo, pero se detuvo y pensó por un momento. Finalmente, asintió.
—Tienes razón. Debería haberte apoyado. Aunque sabía que no habría hecho la diferencia... bebería haber dicho algo.
Anna rodó los ojos y lo empujó para apoyarse contra el escritorio de Cas. —A veces no tienes que ser tan razonable —murmuró.
Sam le dio una pequeña sonrisa y avanzó hasta que ella tuvo que estirar el cuello para mirarlo.
—No soy Dean, Anna. Pelear contigo... no es algo que quiera. Si tengo un problema, quiero hablar sobre eso. Y no soy demasiado orgulloso para admitir cuando podría haber hecho algo mejor.
Ella se mordió los labios y apartó la vista de él mientras se cruzaba de brazos.
La culpa se asentó en su pecho porque ella era como Dean en ese sentido. Pelear siempre fue más fácil para ella que hablar de sus problemas. Se sentía avergonzada cada vez que Sam tomaba el camino más razonable.
—¿Qué quieres, Sam?
—Como dije, no me gusta que estés con Dean por tu cuenta. No cuando tiene esa cosa en su brazo. Te llamaré cada hora. Si no contestas, regresaré sin importar lo que pase.
Anna frunció el ceño y volvió a mirarlo. —No crees... —hizo una pausa—. Sam, él no lo haría ¿verdad? ¿Dean no me haría daño?
Sam tragó saliva y la miró triste. —Normalmente diría que no hay posibilidad, pero la forma en que te miró hoy... cuando defendiste a Cas. La marca le está haciendo algo, Anna. Y estoy empezando a pensar que sea lo que sea... no me gusta que te metas con eso —levantó la mano hacia su cara y vaciló un momento antes de ahuecar su mejilla—. Ten cuidado, ¿de acuerdo? Y mantén tu teléfono contigo. Haría cualquier cosa para mantenerte a salvo, Anna. Incluso si tengo que protegerte de Dean.
Ella no dijo nada, no sabía lo que podía decir y él se dio vuelta para irse. Trató de recordar la última vez que le dio un beso de despedida y no pudo.
—Sam —su voz se quebró en medio de su nombre. Se apartó del escritorio y se giró hacia ella—. Yo...
Ella debería disculparse. Sabía que debía hacerlo. Decir algo como... "lo siento por ser tan insoportable" o "gracias por soportarme". Pero ninguna de esas palabras salió de sus labios. De hecho, no dijo nada.
¿Por qué fue tan difícil? ¿Por qué no podrías mostrarle el mismo respeto y paciencia que él le mostró? ¿Por qué no podía decirle lo agradecida que estaba?
¿Era porque nunca había dependido de nadie para nada hasta que conoció a los hermanos? Y cuando no dependes de nadie, tampoco hay nadie a quien agradecer.
¿O fue porque fueron los primeros en haberle dado algo por lo que estar agradecida?
Él le sonrió. Era una sonrisa que decía que sabía. Él sabía cuánto lo amaba. Sabía cuánto había hecho por ella, cuán agradecida estaba por todo eso. Él lo sabía, y ella no tenía que decir una palabra.
Sam caminó hacia ella y la besó, sosteniendo su rostro entre sus grandes manos mientras deslizaba su lengua contra la de ella.
—Te amo —murmuró contra sus labios—. Nada va a cambiar eso.
****
Una vez que Sam y Cas se marcharon, Anna fue en busca de Dean. Había una razón por la que él quería que se quedara y era mejor terminar todo el asunto con rapidez.
Lo encontró en uno de los pasillos, a punto de entrar a interrogar al ángel. Se detuvo cuando la vio.
—Oh, lo siento —se disculpó Anna—. Estás ocupado.
—No —contestó con un poco de urgencia—. No, puede esperar. ¿Qué necesitas?
Ella frunció el ceño ligeramente y dio unos pasos hacia él. —Podría preguntarte lo mismo.
—¿De qué estás hablando?
La pelirroja se cruzó de brazos mientras lo miraba. —Eras muy inflexible sobre que me quede aquí.
Él se encogió de hombros. —¿Qué? ¿Ya no puedo pasar más tiempo con mi esposa?
Ella se burló. —No estoy segura de que realmente me sienta como tu esposa. O que incluso quieres que lo sea.
Y entonces, rodó los ojos y la miró con odio nuevamente.
—No empieces con esa mierda de autocompasión.
Anna sacudió la cabeza conmocionada por la total falta de respeto en su voz.
—¿Cuántas veces vamos a seguir con eso de "ay pobre de mí", eh? Tú... —continuó—. Te odias a ti misma, entonces tenemos que escucharte siendo una idiota, acerca de cómo no te amamos lo suficiente, luego te deprimes, haces un show para que te roguemos y cuando nos perdonas, todo está bien de nuevo, ¿verdad? ¿Así es como va a ser? Bueno, noticia de última hora, estoy harto de eso. No tengo tiempo para tu mierda, Anna. Organízate o no te molestes en volver al búnker.
Golpeó la puerta de la sala de interrogatorios, detrás de él cuando entró. Y dejó a la pelirroja parada allí en el pasillo. Sorprendida por sus palabras, con el corazón roto y sola. Más sola que nunca.
****
Un capítulo... intenso, se podría decir. Las palabras de Dean fueron fuertes, me dan ganas de golpearlo por ser un idiota.
¿Cómo reaccionara Anna? ¿Y Sam cuando se entere?
Estoy ansiosa por que lean como sigue 😌 así que el próximo capítulo se viene el jueves.
Y como siempre, gracias por todos los comentarios y mensajes 😘
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro