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[013] parte I


Sam estaba enojado. No con Anna. Dean no creía que se pudiera enojar con ella alguna vez. Era la única que podría salirse con la suya delante de él.

La situación lo molestaba. Porque la mujer que amaba estaba sufriendo. Eso lo enojaba y porque una vez más, su vida de cazador se interpuso en el camino de su vida doméstica.

Estaba enojado porque la única persona contra la que podía descargar su ira era un ángel que estaba enamorado de Anna y que a ella le importaba.

Un gruñido y un ruido desagradable resonó a través del almacén, una vez más. Dean arrastró a Sam lejos de Gadreel, que estaba encadenado en una silla.

El ángel escupió un poco de sangre y le dio a los hermanos una mirada dura. Por un momento, Dean pudo verlo. Pudo ver por qué Gadreel era una de las personas que se había enamorado de ella a lo largo de los años.

Caín tenía razón. Ella tenía un tipo.

—¿Dónde está? —preguntó Gadreel.

—Te lo dije —Sam gruñó—. No puedes preguntar acerca de ella.

Fue a atacarlo de nuevo, pero Dean lo detuvo y logró alejarlo lo suficiente para que el ángel no los oyera.

—No se quebrará tan rápido —le aseguró Dean, haciendo todo lo posible por ser el más razonable, ya que el vapor casi salió de las orejas de Sam.

—Lo sé. Quizá puedas hackearlo como... como lo hicimos con... 

Dean asintió con comprensión. Sam todavía tomaba lo que Crowley le hizo a Anna bastante duro. 

—No, no, no. Crowley es el único que puede hacer eso. Y no estoy de humor para llamar a ese idiota. Además, Anna es la única que puede manejarlo y ella no quería estar aquí para esto. Siente que traicionó a Gadreel —hizo una pausa—. Necesitamos a Cas.

Sam se burló. Esa era otra cosa por la que estaba enojado. Qué tan culpable se sentía Anna por Gadreel ¿Aún lo amaba? —¿Algún rastro de él?

Dean negó mientras sacaba su teléfono del bolsillo. 

—No. Lo intenté de nuevo. No llamó, no envió mensajes de texto. Encendí el GPS de su teléfono. Aún permanece en la misma ciudad donde hablamos con él la última vez —levantó el teléfono para mostrarle a Sam el mapa y la ubicación que mostraba dónde estaba Cas.

—¿Qué diablos?

—No lo sé. Tienes que ir a encontrarlo.

Sam frunció el ceño. —Espera, ¿qué?

Su hermano negó con la cabeza mientras guardaba el celular en su bolsillo. —Estás demasiado cerca de esto, hombre.

—Y qué, ¿tú no lo estás?

Dean suspiró y miró por encima del hombro a Gadreel. —No estamos ni cinco minutos con esto y ya le estás pateando el trasero a Liam Neeson. Yo me encargo de esto. Lleva a Anna contigo. Cas tiene una manera de hacerla sentir mejor. Él sabrá qué decir.

Después de otra dura mirada en dirección a Gadreel, Sam suspiró y dejó que sus hombros cayeran mientras asentía. Dean no regresó al ángel hasta que oyó que su Impala cobraba vida y se marchaba.

—Así que, él actúa duro y tú demuestras bondad. ¿Es así como funciona esto? —lo cuestionó Gadreel, con una mueca despectiva cuando el Winchester mayor se paró frente a él otra vez.

Dean apretó tan fuerte sus dientes que le dolió la mandíbula y sintió como una extraña calma se apoderaba de él, como si la Marca de Caín supiera de algún modo lo que estaba a punto de suceder y lo acechaba hasta que la sangre comenzara a fluir.

—No —dijo Dean—. Mira, me da igual si hablas. Pagarás por lo que le hiciste a mi esposa... y a Kevin.

Pasó una hora antes de que Dean lo abandonara y comenzara a hacer las preguntas de las cuales quería recibir las respuestas.

—La palabra en torno a la fogata es que dejaste entrar a la serpiente al jardín, y arruinaste a toda la humanidad —afirmó Dean mientras daba un paso atrás y limpiaba la sangre de su espada.

Gadreel logró soltar una risita entre suspiros de dolor. —No. Simplemente tomé la culpa.

—¿Si?

—¿De quién crees que fue la culpa? ¿Quién crees que lo provocó? —la mandíbula de Dean sonó y Gadreel sonrió—. Siempre se enamora de los rotos.

—Sam tiene razón. No puedes hablar de ella —gruñó Dean—. Ahora, mira, me contarás esta mierda de "volver a estar en el cielo" y acabaré con esto rápido. De lo contrario, puedes sentarte aquí y pudrirte con esas cadenas para siempre. Depende de ti.

—Todo lo que hablas, toda tu bravuconería... crees que eres invencible. Ustedes tres contra el mundo, ¿cierto?

—Por supuesto que sí —Dean gruñó mientras le daba la espalda a Gadreel.

—¿De verdad piensas que Anna haría lo que sea por ti?

Dean sintió su máscara caer por un momento cuando recordó lo que ella le había dicho en la cocina del búnker hace unas semanas atrás. "Terminé... terminé de lastimar a la gente porque tengo demasiado miedo de perderte a ti y a Sam. Terminé de hacer que nuestra felicidad sea la prioridad. No vale más que cualquier otra persona. Ciertamente no vale más que la vida de Kevin."

Tragó el nudo que tenía en su garganta, enterró su dolor y se giró hacia Gadreel para decirle la mentira más grande que alguna vez le había dicho. —Sé que lo haría.

Gadreel lo miró con una sonrisa exasperante. —He estado en el cuerpo de mi compañera, Dean —la mandíbula de Dean  se apretó y su mano se cerró alrededor del mango de la espada de ángel—. Ella no intercambiaría su vida por la tuya.

—Pues gracias por la repetición, colega. Anna ya me contó toda esa mierda. Diablos, me contó cosas peores.

El ángel alzó las cejas con una sorpresa fingida. —¿Te contó sobre el muelle? —la cara de Dean vaciló y él se aferró a eso—. El lugar donde solía llevarla cuando estaba dentro de su cuerpo. El lugar donde ella derramó su corazón y su alma hacia mí.

Su cabeza se giró a un lado cuando el puño de Dean aterrizó en su mandíbula. —¡Sigue así!

—Donde ella confesó sus sentimientos por mí. Donde ella me pidió que la devuelva al lugar que le corresponde. Donde le hice el amor.

Dean gruñó, un gruñido casi animal. Le dolían los nudillos de lo duro que estaba agarrando la espada. La piel de su mano blanca por la presión.

Y se lanzó hacia adelante y empujó el cuchillo hacia el corazón de Gadreel. 

El ángel no se inmutó, la sonrisa aún estaba en su rostro, como si supiera lo que estaba por suceder. Como si supiera que Dean se detendría antes de matarlo.

Porque eso es exactamente lo que sucedió. 

La punta de la hoja del ángel raspó contra la tela de la camisa de Gadreel. Los dientes de Dean estaban apretados mientras recordaba lo que Anna le hizo prometer antes de salir del búnker ese día.

La sonrisa de Gadreel se ensanchó. —¿Ves? No puedes matarme. Ella no lo permitirá.

Dean entrecerró los ojos. —Entonces, ¿de eso se trataba todo ese discurso? ¿Estabas tratando de demostrarme tu punto?

Tenía que admitir que Dean se sentía avergonzado de haber dejado que Gadreel se metiera en su cabeza de esa manera. Debería haber sabido en el momento en que dijo que se había acostado con Anna que era todo un juego.

Había hecho muchas preguntas cuestionables, pero Dean sabía que incluso cuando ella coqueteaba con alguien más, que nunca lo engañaría. Y definitivamente no le haría algo así a Sammy.

—Te lo hizo prometer, ¿no es así? —preguntó Gadreel en lugar de responder la pregunta—. Antes de venir aquí, ella te hizo prometer que no me matarías —Dean no dijo nada y una risita sin humor se deslizó a través de los labios del otro hombre—. No rompes las promesas que le haces a una mujer así. Lucifer lo hizo. Y mira dónde está ahora .

Dean lo señaló con la espada. —¿Me dices que mi bebé puso a Lucifer en la jaula?

—No. El amor que le tenía lo puso allí, Dean. La adoración. Ese amor de hermanos tan devoto e incondicional. No muy diferente del amor que sientes por mi pareja.

****

—Estás tomando esto mucho mejor que Dean —comentó Anna mientras Sam dejaba el Impala en el estacionamiento del motel en el que Cas se estaba hospedando.

—Bueno... no soy Dean.

Ella asintió y miró hacia abajo, sus manos descansaban en su regazo. —Lo sé. Yo solo...

El auto se detuvo y Sam apagó el motor. 

—Mira —comenzó a hablar mientras miraba por el parabrisas—. Cualquiera sea el problema de Dean, eso es suyo, ¿de acuerdo? No tuyo. Pero yo... te amo, Anna. Y eso no va a cambiar sin importar quién o qué seas. Quiero decir, ¿quiero saber más? ¿de donde vienes? ¿por qué reencarnas? Sí, quiero descubrir esas cosas. Pero lo que sea que encontremos al final del camino, no va cambiar mi amor por ti.

Anna sintió que la miraba pero ella no se atrevía a devolverle la mirada. —Es solo que... esperaba que fuera más fácil que esto. Eso sería... 

—Oye —Sam se acercó y ahuecó su barbilla en su mano con suavidad, persuadiéndola para que lo mirara. Frotó su pulgar sobre su labio inferior—. Eres exactamente lo que quiero, lo que necesito. Supe desde el principio que esto no iba a ser fácil —le dio una pequeña sonrisa.

—Desde el primer día, cuando me diste esa ensalada y me preguntaste qué me pasaba, lo sabía. Pero de todos modos me abrí a ti... porque pensé que quizás valías la pena —continuó—. Y sé que piensas que no lo vales... pero después de toda la mierda que hemos pasado juntos, después de todo lo que he hecho para mantenerte en mi vida. Honestamente puedo decir que vales cada segundo.

Ella lo miró por lo que pareció una eternidad, estaba asombrada por el increíble hombre que tenía en frente. Ese hombre que de alguna manera vio algo en ella que valía la pena amar.

Sam frunció el ceño mientras deslizaba su mano hacia arriba para rozar la mejilla con la parte posterior de sus nudillos. —Lo siento. No quise hacerte llorar.

Anna carraspeó y se apartó de su mano con una sonrisa nerviosa. Él la había tomado con la guardia baja y después de todo lo que había estado pasando entre los tres, no estaba segura de cómo se suponía que debía responder.

—Está bien. Creo que últimamente he estado muy sentimental, cualquiera podría decir que parezco embarazada con estos cambios de humor —dijo con otra sonrisa.

Ella bajó del auto sin mirarlo. Cuando pasó el capó del auto y oyó el portazo, todavía no lo había visto venir.

La mano de Sam se envolvió en su muñeca cuando la alcanzó. La pelirroja levantó la vista, esperando que dijera una última cosa. En cambio, él levantó su otra mano para apoyarla sobre un lado de su cuello y giró a los dos hasta que la presionó contra el capó del Impala.

Sus dientes no chocaron contra los de ella como lo hizo Dean. Estaba mucho más seguro de sus acciones, aunque también desesperado. Levantó su otra mano para poder sostener su rostro entre ellas. Anna gimió cuando su lengua se deslizó en su boca y tomó el control.

Él gimió y luego sus manos estaban en la parte posterior de sus muslos y la estaba subiendo al capó.

La pelirroja aprovechó ese momento para retroceder un poco y poder hablar. —Cas.

Sam hizo un sonido de frustración y presionó un último y apasionado beso en sus labios. —Luego de asegurarnos que está bien, obtendremos una habitación.

Pero Sam no terminó recibiendo lo que esperaba porque Cas no estaba bien.

****

Anna no estaba segura de qué esperar cuando llegó al almacén para contarle a Dean sobre Metatron y su trato. Ella había esperado que él cumpliera su promesa, pero eso no significaba que Gadreel sería tratado amablemente, sobre todo porque sabía que no hablaría. 

No mientras creyera que Metatron podría ayudarlo.

Así que se sorprendió al entrar y encontrar a Dean inconsciente contra la pared del fondo. La silla en la que Gadreel había estado sentado, estaba tirada y él no estaba en ninguna parte, así que su primer pensamiento fue que lo había matado y escapó.

Cuando ese pensamiento cruzó su mente, corrió hacia el Winchester y cayó de rodillas junto a él. Lo sacudió y lo llamó por su nombre hasta que abrió los ojos y la miró somnoliento.

Se relajó aliviada y dejó caer su cabeza contra su pecho. La mano de Anna se dirigió a su cabeza, acariciando su cabello y deposito un beso tranquilizador sobre su superficie. La otra acarició su mejilla con gentileza.

—Estoy bien —murmuró.

Sam se agachó y le dio unas palmaditas en la pierna. —Oye. Te he estado llamando. Digo, ¿por qué no...?

Anna levantó la cabeza cuando se detuvo y vio lo mismo que él. 

Gadreel no había escapado. Estaba tirado en el piso, ensangrentado e inconsciente a unos pocos metros de distancia. Ella habría pensado que también estaba muerto, pero afortunadamente no había una sombra de sus alas manchadas en el suelo.

Su primer instinto fue ir hacia él, al igual que había hecho con Dean. Pero se detuvo. Antes, no habría cuestionado sus sentimientos, simplemente los habría aceptado y seguido instintivamente, pero después de que Dean le gritó... después de ver lo preocupado y molesto que estaba por eso, pensó mejor las cosas.

Tal vez debería dejar de confiar ciegamente en sus sentimientos por Gadreel y empezar a cuestionarlos.

Entonces, a pesar de la picazón en la palma de su mano y el anhelo en su estómago, ella no fue hacía él. Todo lo que pudo hacer fue sostener a Dean y preguntarse cómo podría ser capaz de proteger a alguien a quien los hermanos querían matar.

—No va a hablar —les informó, refiriéndose al ángel.

—Me lo imaginé —bromeó Sam, después de ver a Gadreel inconsciente.

Dean se separó para mirarla. —Iba a matarlo —aseguró—. Lo iba a hacer. Pero luego me detuve porque... porque te prometí que no lo haría.

En algún momento, esas palabras podrían haberle dado un pequeño consuelo, pero después de que Metatron apareciera en la habitación del motel de Cas exigiendo el regreso de Gadreel... no pensó que Dean fuera tan amable con el ángel en el futuro. 

No si continuaba por el camino que estaba tomando.

Anna y Dean se miraron el uno al otro y había un peso en sus ojos, cada vez más pesado con todas las palabras que él no iba a decir. Todas las palabras que ella deseó que le dijera.

—Dean, escucha —interrumpió su hermano—. Metatron tiene a Cas. Está ofreciendo un intercambio.

Dean frunció el ceño cuando sus ojos se dirigieron hacia Sam. —No podemos confiar en Metatron.

—Ya lo sé. Obviamente. Pero mira, esta será la primera vez que sabremos a ciencia cierta dónde está Metatron. Llevemos a Gadreel al encuentro, hagamos el intercambio y luego atrapemos a Metatron.

****

Así que eso es lo que hicieron y como todos sus planes, este también falló. Interiormente Anna se preguntó si alguna vez en su vida, tanto ella como los hermanos iban a ganar alguna batalla. El anillo de fuego sagrado no pudo mantener a Metatron bloqueado, él literalmente lo apagó.

Tampoco era fácil evitar mirar a Gadreel como un cachorro golpeado. Si lo que había escuchado era cierto, Metatron era observador. Olía cualquier señal de adoración de inmediato y la usaba contra el ángel si mostraba algún indicio de deslealtad.

Ella ya había hecho mucho para herirlo, lo menos que podía hacer era fingir que era indiferente hacia él mientras su jefe daba su discurso.

Por supuesto, Gadreel no tomó esas precauciones. Estaba parado detrás de Metatron, escondido de los ojos vigilantes de él. Y entonces, aprovechó esa oportunidad para mirarla fijamente. Y cuanto más la miraba con su rostro ensangrentado y sus ojos oprimidos... más culpable se sentía Anna.

La única comodidad que sentía ese día era tener a Cas a su lado.

—¿Por qué estás haciendo esto? —Dean gruñó.

Metatron se burló mientras se acercaba, el desdén cubría su rostro. —Porque puedo. Porque ustedes tres y tu buen amigo emplumado y todos esos secretos que tienen encerrados en su búnker no pueden detenerme. Pero disfrutaré viéndolos intentarlo. Será un tremendo espectáculo. Té veré por ahí, Castiel. Nunca olvides que te di una oportunidad.

Cualquiera sea la oportunidad que Metatron le dio a Cas, no era algo de lo que quisiera hablar. De hecho, evitó toda conversación hasta que regresó a su motel, parado en el estacionamiento con los tres.

—¿Alguien quiere contarme qué diablos está pasando aquí? —preguntó Dean.

—Metatron está tratando de ser Dios —dijo Cas.

—¿Ser Dios? —Sam resopló—. Cas, borró los símbolos anti ángeles. El maldito apagó el Fuego Santo. Es Dios.

Anna no creía eso. Porque si él era Dios, significaba que era su padre. Él la hubiera reconocido. Además lo último que quería era que una persona tan desagradable como Metatron fuera su padre.

—Está energizándose con la tabla del ángel. ¿Cómo diablos se supone que detengamos a este tipo? —continuó Sam mirando a Dean.

—Está bien —dijo Dean—. Entonces, ¿y si hay una escalera al cielo? Lo encontramos, y le sacamos ventaja.

Anna bufó. —¿Quieres colarte en la Estrella de la Muerte y eliminar al emperador?

Cas frunció el ceño. —Bien, no estoy seguro de qué tiene que ver una estación de batalla ficticia en el espacio con esto, pero si eliminar al emperador significa eliminar a Metatron, estoy a bordo.

Ella, Sam y Dean intercambiaron una mirada confundida.

—Espera —Dean frunció el ceño—. ¿Tú... acabas de entender una referencia a la Estrella de la Muerte?

Cas lo saludó lentamente. —Sí, eso creo. Pero no entiendo qué tiene que ver eso con el cielo.

—Está a mitad de camino, supongo —dijo Sam encogiéndose de hombros.

Dean asintió y se metió las manos en los bolsillos. —¿Estás seguro de que estás bien?

—Sí. ¿Tú lo estás? —preguntó Cas—. Hay algo diferente en ti.

Anna miró a Dean. Apretó los labios y se inclinó para acariciar a Cas en el hombro. —Estoy bien.

Cas lo agarró del brazo antes de que pudiera retroceder. El Winchester tragó saliva y Cas tiró de la manga de su chaqueta para revelar la Marca. Le dirigió a Dean una mirada dura.

—¿Qué has hecho?

Dean tiró de su brazo hacia atrás y bajó la manga. —Es un medio para un fin.

—Maldita sea, Dean.

Dean rodó los ojos y rodeó el Impala para llegar al lado del conductor. —Mira, si encuentras el cielo, deja caer diez centavos. Mientras tanto, tengo que matar a un Caballero.

Sam suspiró y miró a Cas cuando su hermano se deslizó dentro del auto con el ceño fruncido. —Mantente a salvo ahí afuera.

—Tú también —dijo Cas—. Oye, Sam. Mantenlo vigilado.

Sam asintió y le dio una sonrisa triste antes de subir al asiento del pasajero. Cuando Cas se giró hacia Anna, ella deslizó sus brazos alrededor de él y lo apretó con fuerza.

—Me alegra que hayas vuelto, Cas

Él envolvió sus brazos alrededor de ella. —Yo también. Escucha... —ella se tiró hacia atrás y lo miró—. Gabriel me dijo algo.

Anna frunció el ceño. —¿Gabriel? ¿Ese ángel que mató Lucifer?

—Sí. Aunque... no estoy tan seguro de que esté muerto.

Ella sacudió su cabeza. —¿Qué quieres decir?

—Metatron utilizó la ilusión de Gabriel para capturarme... excepto que no creo que fuera una ilusión. Él sabía cosas sobre ti. Cosas que Metatron no sabe. Dijo que ustedes dos eran familia... hace mucho tiempo atrás —la miró y luchó con sus propios pensamientos por un momento. Finalmente, sacudió su cabeza y miró hacia otro lado—. No. Él tenía que haber estado mintiendo. Fue solo un truco. Lo siento.

—No estaba mintiendo —afirmó.

—¿Qué?

—Él te dijo que solía ser un nefilim, ¿verdad? ¿Que siempre reencarno? Nunca muero... no realmente —Cas asintió—. Sí, bueno, tampoco estaba segura de creerlo. Pero suficientes personas están diciendo lo mismo acerca de mí, así que ya sabes... no todas pueden estar inventándolo, ¿verdad?

****

Gadreel estaba de pie frente al escritorio de Metatron, haciendo todo lo posible por mantener el rostro de un soldado leal, aunque ahora lo sabía mejor.

Ser capturado por los Winchester y ver a Anna actuar como la cuerda en un tire y afloje... le recordó que no era leal a Metatrón. Él era leal a ella.

E incluso si estuviera con Metatron para recuperarla, tenía que preguntarse si sus acciones en realidad la estaban alejando. Si ella lo quería de regreso si la restauraba de esa forma.

Nunca había sido el tipo de mujer que quería que la gente tomara decisiones por ella. El control era importante. No sobre otras personas, solo sobre ella.

En su persecución ciega por lo que una vez tuvo, olvidó pensar en lo que ella quería. Había supuesto que regresaría una vez que recuperara sus recuerdos y volviera a ser un nefilim... pero ¿y si estaba equivocado?

—¿La puerta está asegurada? —preguntó Metatron.

Gadreel asintió una vez. —Sí. El camino a casa es seguro.

—Gracias, Gadreel.

Gadreel dio unos pasos hacia adelante y miró la máquina de escribir que estaba frente a Metatron. —¿Cómo resultó tu obra?

La cara de Metatron se torció un poco. —No resultó tanto como lo había planeado, pero es por eso que la reescribimos. Ese era el problema de Dios, ¿sabes?... publicó el primer borrador. Tienes que atenerte a ello hasta tener a todos tus patos en fila.

Gadreel asintió una vez más y se giró para irse. Se detuvo antes de llegar a la puerta y miró a Metatron. —¿Que los Winchester me tomaran era parte de tu plan?

Metatron sonrió. —Eso fue una sorpresa. Pero, oye, ¿a qué escritor no le gusta un buen giro de los acontecimientos? Mi tarea es crear personajes interesantes y ver a dónde me llevan. El resultado de tener personajes bien definidos es... que pueden sorprenderte. Pero sé algo que ellos no saben... el final. Cómo llego ahí no importa siempre y cuando todo el mundo juegue su rol.

No asintió esta vez, simplemente se fue, porque por una vez tenía una duda en su mente. No solo sobre Anna... sino también sobre Metatron. Si él ya tenía planeado su final..¿cómo iba Gadreel a convencerlo para que ella formara parte?

Ella era una Winchester.

Y los Winchesters eran los malos.

****



Sé que dije que iba a publicar el lunes, pero fue mi cumpleaños y mi novio me regalo unas minis vacaciones y recién ayer llegue. Así que hice todo lo posible para terminarlo y publicarlo, no quería retrasarme más. Si hay errores, sepan disculparme.

La parte de Anna y Sam fue mi favorita. A partir de ahora vamos a ver mucho amor y apoyo entre ellos.

Me llegaron mensajes hermosos, lo que me pone muy feliz. Me alegró que les guste lo que escribo y que se enganchen con la historia tanto como yo 😌

El problema es que ahora cada vez que veo Supernatural tengo la necesidad de ver a Anna pateandole el trasero a todos 😕

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