[010] - Adiós desconocido
Dean estaba hurgando en un montón de cajas de madera que había encontrado en el sótano del bunker. Estaban llenas de artefactos antiguos y mágicos. Estaba pasando un buen rato descubriendo todo lo nuevo y haciendo comentarios sobre todo lo que encontraba.
—¿Por qué está siendo tan ruidoso? —Anna se quejó en el cuello de Sam.
Él estaba sentado en la mesa en la sala de control con su computadora portátil. Ella, pequeña como era en comparación con los hermanos, estaba sentada sobre su regazo con la cara enterrada en su cuello y enrollada como un ovillo de lana.
Estaba malhumorada con Dean porque había sido quien la mantuvo despierta toda la noche con todas sus nuevas "posiciones sexuales". No es que ella se estuviera quejando, pero estaba comenzando a sentir los efectos. El humor alegre de Dean la hizo ponerse más gruñona.
Para colmo, había estado tosiendo sangre toda la mañana. Era una de las consecuencia de las pruebas. Afortunadamente, había logrado esconderse de los hermanos bastante bien.
Sintió el fuerte pecho de Sam agitarse por la risa que le causó su comentario. —Está emocionado. Déjalo tener su momento.
—Tuvo su momento anoche. Tres veces.
—¿Sí? —preguntó Sam, su voz volviéndose más ronca—. Tal vez deberíamos intentar una cuarta.
Apretó los labios para ocultar su sonrisa y le dio un golpe juguetón en el hombro. Él se rió entre dientes y ella se bajó de su regazo como represalia.
Sí, ella estaba cansada pero sabía que le encantaba cuando se acurrucaba así con él. Una vez le había dicho que encendía sus instintos de protección. Lo hizo sentir como un hombre.
—Oye, ¿me están escuchado? —habló Dean.
Anna y Sam lo miraron y ella se dio cuenta de que había estado todo el tiempo hablando con ellos dos.
—Sí —contestó la pelirroja con una sonrisa. Pero se marchitó de repente cuando sintió un dolor repentino en su pecho—. Son... —se aclaró la garganta, tratando de retener la tos que estaba presionando por salir—. Cosas fascinantes. Probablemente deberías escribirlo todo en tu diario para los archivos, ¿sabes? —carraspeó de nuevo y apretó su mano alrededor del pañuelo que estaba sosteniendo.
—Sí, gracias —se burló Dean—. Eres de mucha ayuda.
Anna tomó un sorbo del vaso que Sam tenía junto a su computadora para tratar de evitar el ataque de tos que sabía que venía, pero que ya no podía contener. Presionó el pañuelo en la boca y comenzó a toser.
—Bebé, ¿va todo bien por ahí? —preguntó Dean cuando Sam se acercó y pasó una mano por su espalda.
—Sí —afirmó una vez que se detuvo. Echó un vistazo al pañuelo y lo tiró a la basura cuando vio más sangre en el, con cuidado de mantenerlo fuera de la vista de Sam—. Estoy bien. Solo se fue por mal sitio —tomó otro trago de agua para quitarse el sabor metálico a sangre de la boca.
Dean parecía que estaba a punto de contradecirla hasta que encontró una revista erótica en una de las cajas. Para ser precisos: Voluptuous Asian Lovelies.
—Bueno, hola —dijo mientras la hojeaba y se acercaba a ella y a Sam en la mesa de control—. Estos Hombres de Letras no eran tan aburridos después de todo. Konnichiwa.
—Eso es... extraño —Emily apareció de la cocina con vaso de agua en la mano y una expresión de disgusto cuando vio la revista de Dean.
—Oye, más respeto con el arte —gruño Dean ofendido.
Emily sólo rodó los ojos y negó con la cabeza mientras se iba a su habitación.
Dean miró a Anna y señaló la revista con una sonrisa inocente, ella lo aplacó inclinándose sobre su hombro y mirando sin mucha importancia las páginas.
Sam bufó. —Amigo, ¿qué te pasa?
—¿Qué me pasa? —preguntó Dean con desconcierto—. ¿Bromeas? Esta es una primera edición. ¿Sabes lo que valdría esto en eBay?
Anna alzó las cejas y lo miró. —¿Tú sabes?
—No —ella lo miró con dudas—. Quizás —sonrió—. Cállate. ¿Encontraste algo, Sammy? —se sentó en la mesa con la revista.
La papelera estaba a sus pies y, por un momento, la pelirroja temió que pudiera ver su pañuelo, pero estaba demasiado absorto con la revista como para notarlo.
—Lo hice, sí —dijo Sam—. Cadáveres apareciendo por todo el Medio Oeste la semana pasada. Benton, Indiana; Downers Grove, Illinois; Novi, Michigan; y anoche en Lincoln Springs, Missouri.
—¿Y por qué es para nosotros? —lo cuestionó Dean mientras levantaba la vista de la revista.
—Porque las víctimas tenían severas quemaduras alrededor de los ojos, manos y pies, heridas punzantes en el dorso de las manos, ojos y órganos internos licuados.
Dean presionó los labios. —Eso parece nuestro.
—Sí. Además, ninguna conexión entre las víctimas. Uno era un agente inmobiliario. Otro un historiador local. La mujer asesinada anoche era profesora.
—Así que, ¿chupacabra? —dijo Anna. Sam se rió entre dientes y tiró de ella hacia su regazo mientras se recostaba en su silla. Ella miró el artículo que había estado leyendo en su computadora portátil—. ¿Qué tenemos? ¿Herramientas eléctricas descontroladas? Espera, ¿estamos hablando de una situación como en La Rebelión de las Máquinas?
Él se rió de nuevo. —No lo sé. Vale la pena, creo. Voy a agarrar mi equipo. Deberíamos salir en cinco minutos —le dio unas palmaditas en el trasero para hacerle saber que quería ponerse de pie.
Dean le respondió a Sam con un gruñido, su atención había sido absorbida por la revista de nuevo.
—A menos, que necesites más tiempo con Miss Octubre, Dean —comentó la pelirroja divertida.
Él sonrió mientras la miraba. —Bueno, tengo que darte un tiempo para re hidratarte. Entonces, sí, hazlo en 10.
Anna rodó sus ojos, apenas ocultó su sonrisa cuando Sam se rió entre dientes y envolvió un brazo alrededor de sus hombros para sacarla de la habitación.
****
El primer lugar se dirigieron a la casa de la señora Ann Morton, la maestra que había sido asesinada la noche anterior. Su esposo les contó que la mujer no tenía enemigos, pero había estado actuando de forma extraña el último tiempo.
Todo para por fin decir que sus ojos eran negros. Había estado poseída por un demonio. Sin embargo lo más extraño era que alguien, que no era un cazador estaba matando demonios.
Wendy Rice fue la siguiente parada. Ella había sido la última persona en ver a Ann con vida. O al menos antes de que sea poseída por un demonio.
Anna miró a Sam cuando colgó su teléfono. Empezó a subir los escalones de la entrada hacia la casa de Wendy mientras les contaba la conversación que había tenido. —La mujer del agente inmobiliario dijo que actuaba raro. El marido de la historiadora dijo lo mismo... se volvió obsesiva y luego rara. Ninguno vió ojos negros, pero aún así, cuando el río suena, ya sabes. Me pregunto que estarán buscando todos.
—Bueno —comentó ella—. Wendy Rice fue la última persona que habló con Ann, así que vamos a ver qué nos puede contar.
Deteniéndose en la puerta, Anna levantó un puño y golpeó. Se abrió un momento después para revelar a una mujer de unos 40 con el pelo rubio recogido en unos grandes ruleros.
—Agente especial Lynne —se presentó Anna con una sonrisa—. Estos son mis compañeros, el agente especial Tandy y Bevan. Nos gustaría hacerles algunas preguntas sobre Ann Morton.
—Por supuesto —contestó la mujer mientras bajaba la cabeza y se acomodaba con timidez sus rulos. La pelirroja no podía culparla. Si dos hombres como Sam y Dean llegaban a su casa un día y ella solo llevara ropa vieja y ruleros, también se sentiría un poco cohibida—. Por favor, entren. Nunca la había visto antes de que llamará la otra noche.
Abrió la puerta de par en par e hizo un gesto a los tres para que se sentaran en el sofá. Por supuesto, ella quedó aplastada en el medio.
—Bien, ¿por qué te llamó? —preguntó Sam, haciendo su mayor esfuerzo por ignorar a Dean y Anna acomodándose a su lado.
Por supuesto, la pelirroja terminó en una posición incómoda con sus piernas cruzadas y el hombro de Dean encajado detrás de ella.
Sam tenía todo el espacio que deseaba.
—Estaba intentando encontrar un mapa original de la ciudad —dijo Wendy después de ver a la pareja luchar.
—¿Dijo para qué?
Wendy paso sus manos por sus rulos. —Bueno ella... no lo dijo, pero mencionó un una vieja huerta que había desaparecido.
—¿Desaparecido? —preguntó Dean.
Wendy asintió. —Este pueblo fue borrado del mapa por una de las inundaciones centenarias del río. Fue... fue reconstruido. Pero todos los registros originales se perdieron —sonrió y jugó con sus rulos de nuevo. Anna pensó que la mujer tenía un TOC o estaba tratando de coquetear con los hermanos y fallando miserablemente—. Soy estudiante de doctorado.
Anna tosió para ocultar su sonrisa cuando la mujer saltó alegre de su silla y corrió a agarrar una carpeta rosa llena de su investigación. Sam palmeó su pierna mirándola con cara de desaprobación y tuvo que ahogar su risa.
—Y esta es mi investigación —dijo Wendy mientras se sentaba en el borde de la mesa de café y sacaba un mapa de la carpeta—. Mi tesis es... va sobre la historia de este pueblo y, su conexión con el Ferrocarril Subterráneo y todo eso. He estado trabajando para recrear un mapa durante años como parte de mi investigación, y este es el antiguo huerto Jakubiak ahí —señaló una sección del mapa—. Descubrí ayer que está donde Downey se cruza con la Calle Bond.
—Bien, ¿dijo Ann por qué estaba buscando el emplazamiento de un viejo huerto? —Sam fue el que la cuestionó.
Wendy apretó los labios y la emoción desapareció de su rostro. —No. Nosotros... fijamos una cita para reunirnos y ella nunca apareció. Después leí lo que le pasó en el periódico. Es trágico. Aunque, el asistente de Ann llamó esta mañana, preguntando si todavía tenía el mapa.
—¿Asistente? —preguntó curiosa Anna mientras se inclinaba hacia adelante.
Antes de que ella pudiera responder, un golpe sonó en la puerta.
Wendy se puso de pie de un salto. —Probablemente sea él. Quizá pueda ayudar —ella corrió hacia la puerta y la abrió mientras los cazadores la seguían para ver quién era. Sin embargo, en lugar de un hombre, encontró tres—. Son... son...
Antes de que pudiera terminar de hablar, un grito estalló en su garganta al ver que sus ojos se volvían negros. Sam se apresuró a proteger a Wendy cuando uno de ellos la quiso atacar. Los otros dos fueron hacia Anna y Dean.
En el momento en que la pelirroja bloqueó el primer golpe del demonio, supo que algo andaba mal. Había estado muy cansada últimamente. No solo estaba cansada, sino que sentía que la fuerza había sido eliminada de su cuerpo y de repente le resultaba difícil enfrentarse a un demonio que normalmente no le causaría mayores problemas.
Ella estaba boca arriba en menos de un minuto con el demonio en la parte superior. Tenía los brazos levantados para protegerse la cara y eso era todo lo que podías hacer. Cada vez que intentaba dar vuelta la situación, la dominaba y tenía que protegerse la cara y el cuello otra vez.
Él le dio un fuerte golpe en el hombro y Anna levantó su mano para devolverle la golpiza, pero el demonio gritó antes de que llegara a recibir el golpe. Una luz brillante salió de sus ojos y su boca.
Una vez que se apagó, pudo ver las cuencas de los ojos quemados antes de que se balanceara hacia ella. Rodó a un lado para que cayera sobre la alfombra y levantó la vista para encontrar a Castiel mirándola fijamente, su mano en el pelo de Wendy que estaba arrodillada a sus pies.
No fue difícil suponer que uno de los demonios había entrado en ella.
****
Anna se sentó en el sofá de la sala de estar de Wendy. Cas estaba parado junto a la puerta de la cocina donde la dueña de casa endemoniada había sido atada a una silla y una mesa bajo una trampa del diablo. Dean entró con una bolsa de hielo.
—Ponle esto en el hombro —dijo mientras se lo arrojaba.
Su voz sonaba neutral, pero el hecho de que le arrojó la bolsa de hielo sin siquiera preocuparse por lo herida que estaba, le hizo saber que no estaba contento con ella.
Con un apretón de dientes, tiró la bolsa de hielo al piso.—Estoy bien.
—El otro demonio escapó con el mapa del que estaban hablando —Cas no le habló a nadie en particular—. Até al que cogí en la trampa de demonios. Voy a interrogarlo ahora.
—Espera un momento. Cas —Sam lo llamó mientras el ángel le daba la espalda para dirigirse a la cocina—. ¿Qué tal si respondes algunas preguntas primero? Como, ¿dónde demonios has estado?
Cas se congeló en su lugar pero no giró. Anna vio como sus manos se flexionaban, mientras pensaba que decir.
—Me oíste, ¿verdad? —Dean habló de repente.
La pelirroja frunció el ceño. —¿Le rezaste?
Dean no respondió. Ni siquiera la miró. Cas suspiró y se sentó en la silla frente al sofá.
—Sí, te oí. Pero eso no es por lo que estoy aquí. He estado cazando demonios.
—Así que eras tú—dijo Sam—. ¿Por qué?
—He estado buscando la otra mitad de la tabla del Demonio.
Anna frunció el ceño cuando él evitó mirarla a los ojos.
—¿Sin nosotros? —gruñó Dean.
Cas se inclinó hacia adelante en la silla con una mirada de enojo. Una ira que no solía estar él. —He estado intentando ayudar, Dean. Y en mi búsqueda, descubrí que Crowley había mandado demonios a buscar las criptas de Lucifer.
—¿Lucifer tenía criptas?—preguntó Anna.
Miró hacia el suelo en lugar de mirarla mientras respondía. —Docenas, aparentemente.
—¿Pero por qué la guerra de pujas? —Sam lo cuestionó—. ¿Qué están buscando?
—Están buscando un pergamino que les permitiría descifrar la mitad de la tabla del Demonio de Crowley sin un profeta.
—¿Un anillo decodificador demoníaco? —habló Dean—. ¿En manos de Crowley? Increíble.
—Las criptas se perdieron con el tiempo. Solo los más cercanos a Lucifer sabían dónde estaban.
—¿Entonces cómo las encontró Crowley? —volvió a preguntar Anna.
Nuevamente, él no la miraba.—Sus demonios han estado poseyendo a locales que podrían tener algún conocimiento especial.
—Eso explicaría la habitación de la locura en casa de Ann —explicó Sam—. ¿Pero cómo supieron dónde empezar a buscar?
—No lo sé —Cas respondió mientras se levantaba de la silla—. Espero que el demonio de pelo raro de la cocina tenga más conocimientos que los otros a los que he interrogado.
Dio media vuelta y empujó la puerta vaivén de la cocina.
—Bueno, le puso la "hiel" a "Castiel", ¿no? —Dean dijo una vez que se había ido.
—Definitivamente está mal —afirmó Sam.
—¿Mal? No ha estado bien desde que regresó del Purgatorio. Todavía no sabemos cómo salió de allí.
—No lo sé, Dean. Si está tan raro, ¿por qué le rezas? —Anna preguntó con una mirada dura.
Dean deslizó su lengua sobre su labio inferior y evitó sus ojos verdes. La pelirroja estaba empezando a cansarse de que la gente le mintiera.
—Saben, puedo oírlos —gritó Cas desde la cocina—. Soy un ser celestial.
Anna rodó los ojos y se levantó para ir a la cocina. Sam y Dean la siguieron.
Wendy todavía tenía el ceño fruncido en su rostro mientras los miraba a los cuatro.
—Sam y Dean Winchester —se burló—. Los pensamientos que tenía sobre ustedes dos. Mayormente sobre ti, Sam. ¿Qué puedo decir? Ella hace mucho que no dormía con un hombre. Y no olvidemos a la ramera de Babilonia. Debes ser realmente buena para que Crowley se envuelva alrededor de tu dedo. Es un tonto por no matarte.
Anna le dio una sonrisa sin humor. —Me aseguraré de hacerle saber lo que piensas.
El demonio levantó los labios con otra mueca de desprecio, pero gritó un segundo después cuando Cas atravesó su mano con una espada de ángel.
—¿Quién te habló de las criptas? —le preguntó.
—Pensaba que los ángeles serían los policías buenos —gruñó Wendy mientras trataba de respirar a través del dolor. Cas clavó su otra mano—. ¡Espera! ¡Para! ¡Para! ¡Tenemos un rehén! Es una de las mascotas de Crowley. Está en el Hotel Murray, bajando por la interestatal. Ella conoce los pueblos donde todas las criptas fueron enterradas. Los vio a todos en esa época.
—¿Y te habló del pergamino? —la interrogó Sam.
—¡¿Qué pergamino?! —gritó Wendy.
—Oye. ¡Oye! —gruñó Dean mientras golpeaba su mano sobre la mesa—. ¿Piensas que él es el único policía malo en esta habitación? ¡Deja de mentir! Sabemos lo que realmente estás buscando.
—No—jadeó—. Te lo digo, estamos buscando... —la espada de Cas atravesó su corazón antes de que tuviera la oportunidad de terminar.
—¡Cas!—Anna gritó mientras corría a su lado—. ¡¿Qué demonios fue eso?!
Él le dio una fría mirada que la hizo dar un paso atrás. —Nos ha dicho lo que necesitábamos.
—No, ¡no lo ha hecho! No puedes solo...
—Empecé esta caza sin ti porque no quería que nada me hiciera ir más lento —dijo—. Tenemos que ir al motel ya.
—Espera un momento... —pero ya había desaparecido en el aire dejando el sonido de sus alas revoloteando.
—Maldita sea—Dean gruñó mientras la empujaba a ella y a Sam hacia la puerta de la cocina—. Vamos. Vamos. Vamos.
****
Para cuando llegaron al Hotel Murray y encontraron la habitación que estaban buscando, Cas estaba parado sobre una pila de demonios muertos.
—Gracias por esperar —jadeó Anna.
Cas señaló la puerta del baño. —El rehén está ahí.
Con el ceño fruncido, los tres cazadores se dirigieron hacia el baño. Cuando la puerta se abrió lo que encontraron no era exactamente lo que habían estado esperando. Meg estaba ensangrentada, golpeada, atada en la esquina y con el pelo rubio.
Ella les sonrió. —¿No eres un poco pequeño para ser un "soldado de Star Wars"?
****
Meg estaba sentada con las piernas cruzadas en el medio de la cama del hotel. Cas estaba parado con los brazos cruzados de una manera melancólica mientras la miraba.
—Entonces, tengo que preguntar—comenzó Anna mientras se sentaba en una silla frente a ella y cruzaba las piernas—. ¿Qué pasa con el pelo?
El demonio soltó una breve carcajada. —Gracias por notarlo, Anna. Pero esto no fue mi idea. Fue la de Crowley. Y solo es otra razón por la que quiero apuñalarlo en la cara.
—Espera un segundo—dijo Sam—. Estabas diciendo a Crowley la ubicación de las criptas de Lucifer.
—¿Qué puedo decir? Necesitaba un descanso de la tortura constante. Y visité las criptas durante mi tiempo con Ojos Amarillos. Pero no te preocupes. No estuve exactamente dándoles las notas de Glengarry.
—¿Te refieres a que estuviste mintiéndoles? —preguntó Cas.
—Solo los tengo en el estadio. Ha pasado suficiente tiempo y han habido suficientes cambios para que se la crean.
—¿Por qué mentir? —la cuestionó Dean.
Ella lo miró confundida. —Para conseguir tiempo, tonto. Para buscar una forma de escapar.
—Espera—Sam volvió a hablar—. ¿Ha muerto gente inocente para que pudieras... conseguir tiempo?
Ella también lo miró confundida.—Hola. Soy Meg. Soy un demonio.
—¿Y qué han encontrado? —dijo Cas.
—Nada. Cada cripta ha sido una decepción igual que la tumba de Al Capone, una tras otra. Y encima, alguien se empeñó en seguir el rastro y congelar demonios —ella le sonrió a Cas—. Supongo que fuiste tú, Castiel. Pero Crowley sigue mandando más. Él está empeñado en encontrar esa tabla de Ángel.
—Espera un segundo—Anna la detuvo mientras se descruzaba de piernas y se inclinaba hacia delante—. ¿Acabas de decir "Tabla de Ángel"?
La miró con el ceño fruncido. —Sabes, a veces realmente me pregunto por qué Crowley te quiere tanto. Sí, "tabla de Ángel". Crowley descubrió que Lucifer la tenía, y cree que está guardada en una cripta.
Anna apretó los labios y miró a Cas con dureza. Él hizo una mueca y apartó los ojos. —Bueno, esto también es nuevo para mí. Los demonios a los que he interrogado, deben haber mentido sobre sus verdaderas intenciones.
—¿En serio? —protestó ella—. Porque te vi con ese demonio en modo "La noche más oscura". Fuiste más que persuasiva.
—Ambos se están yendo del punto —intervino Meg—. Les mentí, así que están buscando en el sitio equivocado. Pero no mucho tiempo. Volverán aquí pronto. Entonces, ¿quién quiere desaparecer?
Sam asintió. —Tiene razón. Tenemos que encontrar esa cripta antes que ellos. Meg, eres la única que ha estado allí.
—Necesitamos tu ayuda —dijo Cas.
Meg se rió entre dientes. —¿Alguno de ustedes, tontos, tiene un mapa?
****
Después de llevar a Meg a la casa de Wendy, curarla un poco y mostrarle el plano del pueblo, Anna se las arregló para descubrir que la cripta más cercana estaba ubicada debajo de un edificio abandonado. Lo cual era tan cliché que todos se sorprendieron.
—Y aquí está —Meg habló mientras los cinco comenzaban a caminar hacia el almacén—. ¿Sótano?
—Está bien—dijo Dean—. Cas, Sam y yo entraremos y sacaremos a nuestro Indiana Jones. Anna, quédate afuera con Meg.
Ella frunció el ceño. —¿Qué?
—Nosotros nos ocupamos.
—¿De qué estás hablando, Dean? No voy a dejar que tú y Sam entren solos.
—No estarán solos —acotó Cas.
—Si, porque haz sido el tipo más confiable Castiel —le reclamó al ángel frustrada—. Meg puede quedarse aquí y vigilarnos las espaldas.
—Oh, ¿qué? ¿Ahora confías en Meg? —preguntó Dean.
—Oye, te traje hasta acá —Meg se defendió.
—Cállate, Meg —Anna y Dean dijeron al unísono.
—Dean.
Dean se detuvo en seco y se giró hacia ella. —Anna, he visto tu pañuelo ensangrentado en la basura, ¿de acuerdo?
—¿Qué?—Sam la miró con preocupación.
Anna le dio una sonrisa tranquilizadora. —No es nada, Sam. Estoy...
—Detente —gruñó Dean—. Solo para. Anna, no sabemos lo que hay allí. Y tú casi has dejado a un demonio obtener lo mejor de ti hace un rato.
—Estoy bien—dijo ella de nuevo.
—No, no estás bien —espetó—. No has estado bien desde la primera prueba. Por eso llamé a Cas.
—¿Prueba?—preguntó Meg.
—Cállate, Meg —ella y Dean dijeron al unísono otra vez.
—Dean—Anna le imploró con una mirada—. Te estoy diciendo que estoy bien.
—No, no lo estás—dijo Cas con una mirada de arrepentimiento—. Anna... estás herida de formas que ni yo puedo curar. Dean tiene razón. Deberías quedarte aquí a proteger a Meg.
—¿Desde cuándo necesito protección?—Meg alzó una ceja mirándolo.
—Desde que estuviste cautiva y torturada durante más de un año —dijo Cas con firmeza.
—Touché.
Los dos compartieron una mirada y ella se preguntó brevemente si algo estaba pasando entre los dos.
—Todo bien, volveremos —dijo Dean.
Anna le arrebató el cuchillo de demonio a Dean cuando se lo dio. No dijo nada mientras él y Cas se alejaban. Sam solo le ofreció una mirada preocupada antes de seguirlos.
****
—Espera—Meg dijo mientras giraba, desde la sección de la pared en la que había estado pintando símbolos para mirar a Anna—. ¿Así que recibí cuántas balas por ustedes, y ni siquiera me buscaron? ¿Ni siquiera una vez? —ella se burló cuando Anna no respondió—. Mi héroe. ¿Qué hay con toda esa basura de la "prueba" y "estar dañada"?
La pelirroja suspiró y se apartó de su propia sección de pared. —Mira, sin faltarte al respeto, pero no has sido exactamente la persona más digna de confianza a la que conocemos, Meg.
—¿No vas a contármelo? ¿En serio? ¿Cómo no estoy en el equipo Anna? —la cazadora apretó los labios y volvió a pintar la pared. Ella se burló de nuevo—. Bien. Sea lo que sea, ¿te parece bien morir por ello? —Anna se pasó la lengua por el labio inferior y sacudió la lata—. Si no quieres decirlo, bien. ¿Podrías al menos hablar de ti y los chicos? Ya sabes, chismes femeninos, lo que sea. ¿Qué pasó cuando fuiste al Purgatorio por un año?
Anna la miró sorprendida y sonrió.
—Escuché a Crowley hablar de eso—explicó—. Estaba enloqueciendo porque estabas allí. Todos los días estaba enviando a demonios investigar textos antiguos para sacarte. Creo que ahora sabe más sobre ese lugar que nadie.
Y de pronto una culpa se instaló en su pecho, nunca lo había pensado desde que comenzó con las pruebas pero ahora, sentía como si estuviera traicionando a Crowley. Sabía que no debía sentirse de esa manera, el tipo era el maldito Rey del Infierno.
El problema es que con ella siempre había sido gentil, incluso se preocupó cuando nadie más lo hizo. Si ponía en una balanza sus sentimientos, tal vez ella no quería encerrarlo. Solo a sus secuaces.
—¿Alguna vez te preguntaste por qué todos los grandes están tan atraídos por ti?—preguntó Meg. Anna la miró—. Yo lo hago. Porque tiene que haber algo más. Eres hermosa y todo, pero es un poco raro que a todos los malos y buenos parezcas gustarles, incluso cuando eres la maldita Black Widow con ellos.
Anna sonrió. —¿Intentas decirme que sientes algo por mí? Porque debo confesar que me gustas más de morocha.
Meg rodó los ojos. —Cállate. Ya sabes a qué me refiero —se quedó en silencio por un momento antes hablar de nuevo—. Aunque... a veces lo siento. Es una atracción hacia ti. Esta extraña compulsión de hacer lo que me dices que haga. Realmente apesta.
—Eso es, realmente escalofriante, Meg. Solo para que sepas.
La esquina de sus labios se levantó en una sonrisa. —Tengo que decir... eres una criatura rara. No puedo creer que los Winchesters hayan encontrado su unicornio. Ya sabes, entiendo por qué quieren calmarse.
Anna la miró dudosa. —¿En serio?
Ella respiró hondo. La expresión de su rostro decía que estaba lista para confesar algo profundo que había mantenido oculto. Entonces, de repente, su rostro se endureció. —Tenemos compañía.
Las dos se voltearon y Anna apretó la empuñadura del cuchillo que había estado sosteniendo cuando vio a dos demonios atacarlas con palos.
La pelirroja sabía que Dean, Sam o Cas no estaban allí para salvarla esta vez si lo arruinaba, así que uso todas sus fuerzas para derribarlos. Se las arregló para enterrar el cuchillo en el pecho de uno, cuando cayó muerto, sintió que la cabeza le daba vueltas. Se tambaleó cuando trató de mantenerse de pie y vio como Meg mataba al segundo demonio con una espada de ángel.
Hubo relámpagos y truenos. Anna sintió que se le erizaban los pelos de la nuca.
—Creo que están tocando mi canción.
Ambas se giraron ante el sonido de la voz de Crowley para encontrarlo de pie allí con las manos en los bolsillos y una sonrisa en su rostro.
—Me encanta cómo has dejado este sitio —dijo mientras caminaba y miraba los símbolos de protección que habían logrado pintar—. ¿De verdad creías que eso me iba a mantener fuera para siempre?
Anna tragó saliva. Su expresión era dura, no se comparaba cuando normalmente aparecía para frustrar los planes de los Winchester.
—Al menos lo suficiente para que Sam, Dean y Cas saquen la tabla —dijo ella.
—Castiel. Así que, es quien ha estado hurgando en mis chicos y no de una manera sexy. Tengo algo pendiente contigo. Pase todo un año persiguiendo colas. Todo para tratar de salvarte. Es cierto, saliste por tu cuenta antes de que pudiera tener éxito, pero fue la intención lo que cuenta, ¿verdad? Hice más de lo que tu novio, Alce. ¿Y cómo me pagas? ¡Mataste a mi perro! ¡Comenzaste las pruebas que me encerrarían para siempre! —ella se estremeció cuando su voz se elevó—. Estoy empezando a pensar que esta relación es unilateral. No estoy seguro de que sigamos siendo amigos, Anna.
Ella estaba segura que era la primera vez que lo oía llamarla por su nombre y no por esos apodos estúpidos que solía decirle. —Bueno, yo no recuerdo haberte pedido ayuda.
Crowley entrecerró los ojos mirándola e ignorando su comentario. —Vamos a tener una charla muy larga, pero ahora estoy aquí por algo más.
Meg la miró. Ella pensó que vio una pizca de simpatía en su rostro, pero desapareció tan rápido como había aparecido. —¿Vas a hablar hasta matarnos o vamos al tema ya?
—Ahí está mi puta —dijo Crowley—. Aunque no estoy aquí por mi querida pérdida. Estoy aquí por la piedra con garabatos graciosos.
Anna se dijo a sí misma que Emily, Sam y Dean eran las personas más importantes en su vida. No Crowley. Tenía que enfrentarlo. Apretó con fuerza su mano alrededor de la empuñadura del cuchillo demoníaco y miró duramente a Crowley.
—Eso no va a pasar —dijo con un tono de voz firme.
Crowley sonrió y se pasó la lengua por los dientes mientras miraba el cuchillo en su mano.—Me encanta cuando te pones toda ruda.
Anna sonrió burlonamente y observó cómo sacaba una espada de ángel de la nada. La colgó de la punta de sus dedos por un momento mientras la miraba. Se dio cuenta de que esta noche podría ser la noche en que ella y Crowley finalmente se conviertan en enemigos.
Apretó los dientes, mirándolo fijamente. No sabia porque pero no quería pelear con él. Y no era por miedo. Pero si la buscaba la encontraría, ella estaba dispuesta a matarlo con tal de salvar a los Winchester.
Y eso la asustó, porque ella estaba dispuesta de matar a quien fuera con tal de salvarlos.
Meg la miró de nuevo. —Ve—dijo ella—. Salva a tus Winchester. Y... a mi unicornio.
Anna miró a Crowley. Él le hizo un gesto de asentimiento imperceptible y supo que le estaba pidiendo que se fuera. Él no quería pelear con ella tampoco. Él quería que corriera.
Así que corrió.
****
Anna encontró a Sam y Dean en el sótano. Sin Cas. Sin tabla de ángel. Sin embargo, no había tiempo que perder en explicaciones. Una vez que les dijo que Crowley estaba allí, los tres se dirigieron a la salida y al impala.
En el momento en que ella estaba en el asiento trasero, se giró para mirar a Meg y Crowley. Él la tenía agarrada de la camisa, parecía ensangrentada y golpeada de nuevo. Anna sintió una punzada de arrepentimiento y culpa al verla así.
Meg murió esa noche. Y después de todo lo que había hecho por ellos. Después de su simpatía y esfuerzo para conectarse con ella.
De regreso al búnker, Dean y Sam le contaron lo sucedido. Castiel los había golpeado a ambos, casi había matado a Dean, todo porque lo estaba controlando alguien llamado Naomi desde el cielo. Sin embargo, en el momento en que tomó la tabla, cambió. Sanó a los chicos. Hizo un discurso sobre cómo tenía que proteger la tableta de todos, incluso de ellos, y desapareció.
—Entonces, ¿qué pasó?—preguntó Anna mientras se apoyaba en el respaldo del asiento delantero—. Es decir, Cas tocó la tabla, ¿y lo devolvió a sus ajustes de fábrica o algo?
—No lo sé. Y no me importa. Todo lo que sé es que está fuera de la reserva con una arma de destrucción masiva celestial.
Anna se recostó contra su asiento y miró por la ventanilla mientras contemplaba lo que decía.
—Escucha, Anna—Sam interrumpió sus pensamientos mientras se giraba para mirarla—. No podemos soportar más mentiras. De nadie.
No tenía que preguntar para saber de lo que estaba hablando. Ella asintió. —Sí. Lo sé. Lo siento. Debería haberles dicho. Yo solo quería creer que estaba bien. No sé.
—Ya oíste lo que dijo Cas —añadió Dean mientras la miraba por el espejo retrovisor—. Esa primera prueba te hirió de formas que ni siquiera él puede curar. Bebé, necesitamos que seas honesta con nosotros de aquí en más.
Anna asintió. —Tienes razón. Y lo seré.
Dean tragó saliva y miró hacia la carretera. —Escucha, quizá no pueda llevar la carga que viene junto con estas pruebas... pero sí puedo llevarte.
Ella y Sam compartieron una mirada antes de mirar a Dean con el ceño fruncido.
—¿Te das cuenta... que acabas de citar El Señor de Los Anillos, verdad? —dijo Sam.
Dean rodó sus ojos y golpeó su mano contra el volante. —Vamos hombre. Pero es Rudy Hobbit, ¿todo bien? Rudy Hobbit siempre consigue un pase —Anna y Sam se rieron entre dientes—. Cállate.
Dean levantó la música para ahogar la risa. Y por primera vez en mucho tiempo, se sintieron a gusto.
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Capítulo largo, lo sé pero tal vez les guste.
Adiós Meg, que la fuerza te acompañe.
La vamos a extrañar. Con esta muerte aprovecho para comentarles que no todos los que personajes que mueren en Supernatural van a morir acá también, tal vez haya sorpresas.
Tengo pensado hacer one-shots de esta historia, por supuesto que sería aparte. Capítulos cortos y felices (basta de drama) sobre Anna, Sam y Dean. Emily, tal vez. Tambien, videos, edits y cosas de ese estilo.
Sepan disculpar pero AMO este trío.
Además ¿se imaginan cómo sería la relación Jack y Anna? Presiento que ella lo entendería. Ya puedo sentir el enojo de Dean.
En fin, si les gusta algo asi comenten y denme ideas, siempre es bueno recibir inspiración.
Besos a todo y GRACIAS por todos los hermosos mensajes que siempre dejan 😘 💞
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