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[008] - Viaje

Anna no estaba sentada al final del muelle esperando a Gadreel como él había estado deseando. Por supuesto, no debía haberlo hecho. Todavía podía sentir el dolor de su desesperación.

Después de matar a Kevin, se había tomado unos días para sí mismo, esperando a que ella volviera a la realidad. Lo último que quería era estar con Metatron cuándo se despertara, no creía poder ser capaz de controlarla

Encontró un motel en el que alojarse unos días y se sentó al final de una de las camas, esperando que ella saliera del estado de sueño en el que la había metido.

En el momento en que salió, la desesperación, la culpa y la ira lo golpearon con tanta fuerza que colapsó en la cama y tuvo que forzar la fusión de sus mentes antes de que ella pudiera tomar el control o forzarlo a salir.

Miró hacia el lago, preguntándose dónde más podría estar cuando sintió que algo lo empujaba desde atrás. Se tambaleó hacia adelante antes de girarse justo a tiempo para atraparla mientras se lanzaba hacia él.

Gadreel cayó de espaldas sobre el muelle con un gruñido. Vio su cara manchada de lágrimas, la ira se mezclaba con la pena en sus ojos verdes. La miró fijo, sus lágrimas rodaron por sus mejillas y cuello.

Una de sus manos estaba aferrada a la parte delantera de su camiseta mientras que la otra estaba levantada en forma de puño, lista para golpearlo. Su cuerpo temblaba a causa de sus emociones.

Tenía el rostro retorcido por la ira, pero parecía vacilar con el puño levantado.

Entonces se dio cuenta de que ella no lo golpearía porque lo apreciaba. Y nunca podría lastimar a las personas que quería, sin importar lo que hicieran.

Debería estar extasiado de que ella al menos desarrollara algún tipo de sentimientos por él, pero no lo estaba. No cuando podía ver el dolor que le había causado.

Y ciertamente no merecía su amor si alguna vez estaba dispuesta a dárselo de nuevo.

—Está bien —dijo. Él quería que lo golpeara. Era lo menos que podía hacer. Aún así, ella vaciló—. ¡Maté a tu amigo!

Su mano se apretó en su camisa más fuerte y su puño se elevó un poco más alto cuando presionó sus labios.

Gadreel cerró los ojos y esperó el golpe.

Nunca llegó.

Abrió los ojos de nuevo y toda la ira pareció caer de su rostro, dejando solo la miseria.

Anna dejó que su mano cayera sobre su pecho y se deslizó hasta caer al muelle junto a él, con una de sus piernas aún cruzada sobre su cintura mientras miraba fijamente a la nada.

Después de un momento de mirarla, Gadreel levantó una mano y la frotó contra su muslo en un esfuerzo por calmarla, pero lo único que hizo fue sollozar. 

Él se sentó y la atrajo hacia su cuerpo. Sus manos se apretaron en su camiseta otra vez, pero esta vez mientras lloraba contra su pecho.

Si Kevin se hubiera interpuesto entre tú y tu vida con los Winchester lo habrías matado también.

Anna lloró más fuerte y dejó que la rodeara con sus brazos porque sabía que tenía razón.

Gadreel pasó tanto tiempo tratando de consolarla que cuando al fin pudo dejarla ir, le costó un tiempo diferenciar entre la realidad y su mente.

Ella guardó silencio cuando fue a ver a Thaddeus, el siguiente nombre en la lista, solo levantó la cabeza con irritación cuando los escuchó hablar de cómo había torturado a Gadreel en la prisión del cielo.

****

Castiel entró a la biblioteca del búnker y se encontró a Sam desplomado en una silla, mirando a la nada con manchas de lágrimas cayendo por sus mejillas y a Dean empacando una variedad de armas en su bolso de lona.

Si el estado de Sam no le informaba a Castiel de que algo estaba mal, entonces el estado de la habitación sí lo habría hecho.

Estaba destruida.

Sillas dada vueltas y rotas. Una lámpara hecha añicos contra el suelo. Algunos libros habían sido arrojados al otro lado de la habitación.

Dean había intentado ser alegre cuando vio al ángel, pero tan pronto como le preguntó qué pasaba, su cara cayó y su cuerpo se dejó caer en la silla contigua a la de su hermano.

Cuando Castiel se sentó con ellos y escuchó su historia, de repente entendió por qué todo estaba en desorden. Él mismo tuvo la necesidad de destrozar algo.

—Anna estaba muriendo. ¿Qué se suponía que debíamos hacer? —la voz de Sam estaba rota y parecía como si acabara de sobrevivir a una guerra.

—¿Dejaste que un ángel la poseyera? —preguntó Cas.

—Él dijo que era la única forma —Dean gruñó—. Y le creímos. Ahora Anna ya no está. Kevin está...

—Dean, lo siento.

—Sí, bueno... con lamentarlo no arreglamos nada, ¿o sí? —Dean se levantó y se alejó unos pasos de la mesa mientras se pasaba una mano por la cara—. Definitivamente no traerá de vuelta a Kevin. Tenemos que encontrar a ese hijo de puta.

—Si el ángel que está poseyendo a Anna no es Ezekiel, ¿entonces quién es?

—Un hombre muerto caminando —aseguró Dean mientras se giraba hacia ellos.

—¿Qué? ¿Lo vas a destruir?

—Claro que sí.

Sam frunció el ceño y miró a su hermano cuando finalmente se dio cuenta de lo que estaba diciendo.

—Si matas a un ángel, el recipiente también muere —gruñó Castiel. No importaba que Dean le hubiera advertido que se alejara de ella, él no iba a dejarla morir.

—¿Crees que no lo sé? —Dean le gruñó de vuelta.

—Dean, no —habló con brusquedad Sam mientras se inclinaba hacia adelante en su silla—. No la lastimaremos. Ella no va a morir por nuestro error.

Dean se adelantó y apoyó sus manos en la mesa mientras miraba a su hermano. —Si no termino con Anna y esa luz la consume, yo... —exhaló mientras inclinaba la cabeza—. Por Dios, fui tan estúpido.

—Fuiste estúpido por buenas razones —dijo Cas mientras se levantaba de la mesa.

—Sí —Dean se burló mientras se enderezaba—. Como si eso importara.

—Sí que importa. A veces, eso es todo lo que importa —Dean lo miró dudosamente y Sam volvió a mirar fijamente a la mesa—. Escúchame. Anna es fuerte. Más fuerte de lo que ninguno de nosotros realmente sabe. Si ella supiera que lo está poseyendo un ángel, podría luchar. Podría expulsar al ángel.

—Tal vez. Pero hasta donde sé, está en la oscuridad —dijo Dean—. No sé cómo hablar con ella.

—¿Recuerdas a Alfie?

—¿El chico ángel? —Sam levantó la cabeza de nuevo con una expresión curiosa.

—Antes de que muriera, me dijo que los demonios podían mirar en su mente, accediendo a su código. Podríamos hacer eso en este caso. Podríamos... evadir al ángel y hablar directamente con Anna.

—¿Y crees que eso funcionaría? —preguntó Sam.

Se levantó de la mesa, la esperanza llenando sus ojos y Cas no pudo evitar preguntarse qué tan roto estaría Sam si no hubiera otra opción que matarla.

Dean se hundiría en el trabajo, el alcohol y la culpa. 

Pero Sam... nunca sería capaz de hacer eso. Trató de olvidarla una vez y casi lo había matado. Solo había estado ausente durante un año y por más que haya estado con otra mujer, sólo Cas podía saber que su vida había sido una miseria.

—No lo sé —Cas contestó lentamente mientras miraba al joven Winchester—. Pero creo que deberíamos intentarlo.

—Está bien —dijo Dean—. ¿Por dónde empezamos?

Cas tuvo que apartar los ojos de la frágil esperanza en la cara de Sam.

****

Crowley sonrió cuando Sam, Dean y Cas entraron al calabozo con caras agrias. 

—Hola chicos.

—Aquí está el trato... —gruñó Dean—. Nos vas a decir cómo hackear un ángel y yo te voy a dar de la buena —levantó una jeringa de sangre y se palmeó el brazo—. Sangre humana, bien fresca. Se rumorea que te encanta.

Crowley se burló. —Por favor. Paso.

—¿Qué quieres, entonces? —Sam gruñó mientras daba un paso adelante.

—Bueno, para empezar... un masaje. Entre estar sentado y las cadenas, el cuerpo empieza a sedentarizarse.

—Sí, no te voy a tocar —aseguró Dean mientras guardaba la jeringa en su bolsillo trasero.

—Por Dios, no —dijo Crowley—. Que lo haga Kevin. Sus pequeños puños podrían hacer maravillas... 

—Kevin está muerto —contestó Cas con el ceño fruncido.

—Oh. Lamento oír eso.

—No finjas que te importa —gruñó Cas—. Tú intentaste matarlo.

Crowley rodó los ojos. —Le dije que esto iba a pasar. Fui la única persona que intentó advertirle. Le dije que escapara.

—¿De qué? —preguntó Dean.

—De ti. ¿Cuántas veces tengo que decir esto? La gente que te rodea no tiene una esperanza de vida muy alta.

Dean tragó saliva ante las palabras e intentó recordar que Crowley solo intentaba meterse en su cabeza. Deseó que Anna estuviera allí. Ella sabría exactamente qué decir para hacer que esas palabras parecieran una mierda. Sabría cómo hacer que se sintiera valioso.

—Ahora, no puedo enseñarte cómo abrir a un ángel —dijo Crowley—. Es más... arte que ciencia. Pero yo lo podría hacer por ti. Todo lo que pido a cambio es un pequeño paseo. Mataría por algo de aire fresco —levantó las manos esposadas y sonrió—. Con las cadenas puestas, obviamente.

Sam tragó saliva y Dean negó con la cabeza. —No.

—¿No? Por supuesto que no. Porque si yo soy el plan "A", estoy seguro que tú tienes un mejor plan "B".

Sam y Dean compartieron una mirada. Cas la vio y los aparto a un lado. —No pueden estar considerando esto.

—Con las cadenas puestas no puede hacer nada —dijo Sam.

—Es Crowley. Él siempre puede hacer algo.

Crowley suspiró pesadamente. —Alce, Ardilla, vayan por mi pequeña, ¿sí? Ella hará entrar en razón al ángel.

Las máscaras de Sam y Dean se resbalaron y la culpa en sus rostros prácticamente brilló.

—A menos que... a menos que, por supuesto, no puedas —Crowley frunció el ceño—. ¿Qué demonios le han hecho ustedes dos monos insípidos a mi hija? —gruñó enojado.

—¿Así que ayudarás? —preguntó Sam.

—Depende. ¿Tenemos un trato?

Dean se burló. —No. La quieres de vuelta tan mal como nosotros.

—Tal vez. Pero al menos puedo ir a visitarla en el infierno.

Sam frunció el ceño. —Anna no irá al infierno.

—Bueno, ciertamente no ira al cielo. No con su registro. No te preocupes, tengo una suite VIP esperándola. Estrictamente ocio. Sin tortura. Y definitivamente no hay visitas de Winchester's.

El labio superior de Dean se curvó con frustración. —Bien —gruñó—. Tenemos un trato.

—Hablaremos de la vida después de la muerte de Anna en una fecha posterior —dijo Cas con voz escalofriante.

Crowley puso los ojos en blanco. —¿Cuándo partimos?

—Tan pronto como consiga un transporte —afirmó Dean, recordando con tristeza su impala robado.

—Bueno, yo tengo un vehículo —intervino Cas—. Se detuvo a varios kilómetros de aquí, sin explicación.

****

Gadreel se sintió agotado y golpeado cuando se sentó en el taburete junto a Metatron. Anna estaba apoyada en la puerta de su mente, llorando en silencio.

Sin embargo, tenía esperanza. Ella aún estaba cerca de él cuando tenía el control de su cuerpo. Y el hecho de que deseara su consuelo significaba que no lo culpaba por la muerte de Kevin. Aunque, temía que eso significara que se culpaba a sí misma.

Colocó la bolsa de lona que había sacado del búnker en la barra frente a Metatron.

Metatron la abrió y sonrió mientras miraba las tablas. —Bienvenidas a casa, cariñitos.

Gadreel vio su antiguo recipiente, con el cual ella lo conocía, y sintió una extraña sensación de niebla en su mente.

—Es extraño ver a un recipiente de antes, ¿no? —habló Metatron—. Es como verse en un espejo loco. Pero primero lo primero. Las tareas que te di, ¿algún avance?

—Matar a Thaddeus fue fácil —afirmó  Gadreel—. Él se lo merecía.

—Conozco toda tu historia. ¿Por qué crees que te di su nombre? Considéralo como tu regalo de bienvenida. ¿Y el chico?

Gadreel tragó saliva y sintió que ella levantaba la cabeza. Le envió una ola de consuelo y le dijo a Metatron el eufemismo del milenio. —Eso fue... menos fácil.

—Él era una amenaza —explicó Metatron—. Pero cambié algunas cosas allá arriba, y ahora que no está Kevin, ya no habrá más Profetas.

Gadreel apretó los dientes, pero mantuvo la calma.

—¿Y qué hay de Sam y Dean Winchester? —le preguntó al ángel.

Anna se puso de pie entonces, su furia regresó diez veces peor y Gadreel casi perdió el control de su cuerpo. Sus manos físicas se apretaron, aunque no fue porque él lo había hecho. Tomó una respiración profunda, tranquilizadora y le dio su palabra de que nunca dañaría a los Winchester.

Nunca había pensado en eso, pero después de sentir su ola de ira por las palabras de Metatron, Gadreel sabía que nunca podría dañar a los Winchesters si alguna vez quería volver a estar con ella.

—Nunca me diste sus nombres, Metatron —gruñó.

—No eres de los que toman la iniciativa, ¿no? Gadreel, estamos escribiendo nuestra propia historia épica. Para hacer eso, algunas veces tienes que matar a tus seres queridos. Ya has hecho cosas peores antes. Y por una niña, ni más ni menos. Una chica que estoy seguro de que ni siquiera puedes recordar. Claro que no.

Gadreel le dio una mirada fulminante y esta vez fue él quien apretó los puños.

Metatron levantó sus manos en señal de rendición. —Perdón. Pasemos a otra cosa —deslizó una servilleta por la barra hacia Gadreel. Tenía otro nombre escrito: Alexander Sarver—. Tu próximo objetivo.

—¿Cuántas vidas más tendré que tomar?

—Tu trabajo no es hacer preguntas. Tu trabajo es obedecer. ¿Quieres ser mi mano derecha? Pruébame que estás listo. Pruébame tu lealtad. O no lo hagas. Y aléjate. Vuelve a ser Gadreel, el traidor, el tonto, el hazme-reír más antiguo del cielo.

Eso no es lo que eres, Gadreel —habló ella mientras presionaba su mano en la puerta—. Por favor, solo detén esto. Sé que no quieres trabajar para él, así que detente. Recupera tu recipiente y ven a casa conmigo. Puedo razonar con Sam y Dean.

—No, no puedes —le contestó Gadreel—. No después de Kevin. Ya he causado demasiado sufrimiento para volver ahora.

****

Resultó que cavar en el cerebro de los ángeles no era la única ayuda que Crowley tenía para ofrecer. Tenía una fuente que podía rastrear a Anna y Gadreel.

La mujer que los ayudo trabajaba en una asociación financiera que resultó ser una fachada para un puesto de escucha de la NSA. Y por mucho que Cas y los chicos no lo aprobaron, ella logró rastrearla hasta Somerset, Pennsylvania.

La encontraron en una casa junto con un cadáver. Alexander Sarver era el nombre del recipiente, pero quién había sido el ángel, ninguno de ellos sabía.

Cuando Cas logró sacar a Gadreel, porque ninguno de los Winchester pudo soportar la idea de ponerle una mano encima, el ángel fundió su mente con la de ella, sabiendo que podría ser la última vez que tuvo la oportunidad de hacerlo por un tiempo.

Anna estaba sentada al final del muelle, Gadreel encontró alivio en eso. Había esperado que ella lo atacara después de que, una vez más, había ido en contra de sus deseos y había matado al ángel que habitaba en Alexander.

—Mataste a Abner —dijo Anna cuando él se sentó junto a ella.

—No tenía opción.

—Él era tu amigo, Gadreel —ella lo miró. Esperaba ver una acusación en sus ojos, pero solo encontró lástima. Él no sabía si eso era peor—. Tú siempre tienes una opción.

Él levantó una mano y se pasó los dedos por el cabello. —Estoy haciendo esto, todo esto, por ti.

—¿Cómo crees que eso me hace sentir?—preguntó ella. Sus ojos se llenaron de lágrimas otra vez y él quitó la mano, para que no le causara más dolor—. ¿Cómo puedes pensar que puedo superar esto? Que lo olvidaré todo y solo correré hacia la puesta de sol contigo en 70 u 80 años.

—Porque hubieras hecho lo mismo con los Winchester. Has hecho lo mismo en vidas pasadas para muchos hombres y mujeres. Has hecho lo mismo por mí.

Ella se burló. —Entonces, ¿solo soy un monstruo que ha estado matando gente inocente porque su existencia es un inconveniente para mí y para los que amo?

Gadreel la miró triste, pero ella estaba demasiado ocupada mirando el agua. —No. Simplemente... amas de una manera que Dios nunca tuvo la intención. E inspiras ese amor en los demás. Tu inspiras lealtad.

Anna negó con la cabeza y él sabía que sin importar lo que le dijera, no iba a aliviar su culpa.

—No tenemos mucho tiempo —dijo Gadreel—. Sam y Dean nos tienen ahora. Me lastimarán para traerte de vuelta. Si tienen éxito, te olvidarás de quién soy y me expulsarás. Incluso podrías matarme. No quiero eso. Tengo que esconderte de nuevo, no quiero que experimentes el dolor que infligirán.

Él esperaba una discusión. Esperaba, algo. Cualquier cosa era mejor que esa mujer desinflada, llena de culpa, en la que se había convertido.

Pero todo lo que hizo fue suspirar antes de hablar. —Haz lo que tengas que hacer. Yo solo... ya no me importa.

****



Tarde un montón en subir, perdón. La próxima parte la voy a subir en la semana (miércoles, seguramente). Lo prometo, así les arruinó la semana, na mentira 😂 

Solo voy a decir que se preparen mentalmente para el próximo capítulo y para todos los que siguen. De acá hasta el final (de este libro) las cosas se van a poner raras entre Anna y Dean 😕

Gracias por todos los comentarios como siempre 😘 ya saben que los amo y me divierten demasiado 💞


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