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[008] parte II

Anna estaba sentada en el asiento trasero del coche mirando por la ventana, Dean había estado manejando el tiempo suficiente para que la noche los atrapara en la carretera. La chica estaba sentada al otro lado del asiento, detrás de Sam, pensó que ya podría estar cansada pero no mostró ningún signo de ceder ante el agotamiento que pudiera estar sintiendo. Era una muchacha dura.

—Cuando te llevaron al campamento vampiro, ¿recuerdas cuánto estuvo conduciendo? —le preguntó Dean.

—Salimos por la noche —dijo—. Volvimos antes del amanecer.

—Así que, ¿seis, siete horas? —preguntó Sam.

—Eso creo, sí.

—¿Recuerdas alguna autopista?

—No. Solo cogimos carreteras secundarias.

—Bueno. Así que, suponiendo un promedio de 75 kilómetros por...

—No podrían haber sido más de 482 kilómetros —concluyó Anna, sabiendo que él tardaría más en calcular.

—De acuerdo.

— ¿En qué dirección ibas? —preguntó, mirándola.

—No lo sé. Lo siento —pero no la miró mientras lo decía. No estaba segura de que problema que tenía con ella. No había sido cruel ni agresiva, de hecho, había sido agradable o eso intentó.

—Está bien, Em —dijo Sam y Anna recordó que había dicho que su nombre era Emily en algún momento—. Lo estás haciendo bien. ¿Recuerdas algo más?

—Campanas —dijo ella—. Cuando nos detuvimos, escuché esas campanas.

—¿Todavía era de noche?

—¿Estás pensando en la iglesia? —preguntó Dean.

—No, era demasiado pronto. Podría haber sido un monasterio. Los monjes se levantan a las 4 de la madrugada para rezar.

Anna gimió con disgusto mientras volvía su atención al paisaje. —No pueden tener sexo. No pueden dormir hasta tarde. Una maldita tragedia.

—Amén —Dean asintió sonriendo por su acotación. Sam sacó su teléfono y comenzó a buscar a través de las listas cercanas, justo cuando Dean volvió a hablar—. De acuerdo. Así que el campamento del Alfa está junto a... un monoasterio —él miró por encima del hombro con una sonrisa orgullosa y Anna se rió de su juego de palabras. Volvió a mirar a su hermano—. ¿Cuántos tenemos en el área?

—Parece que uno —dijo Sam—. Justo en las afueras de Missoula en Montana.

****

Habían conseguido localizar el monasterio y habían encontrado que el lugar estaba lleno de patrullas de vampiros y guardias. El plan había sido llevar a Emily a un lugar seguro antes de dar vueltas y derribar sanguijuelas. Así que ahora estaban en una habitación de motel donde habían puesto a la muchacha en una cama. Ella había estado hipnotizada allí desde que Anna encendió el televisor. Repentinamente recordó lo joven que había sido cuando la llevaron.

Tiró de su bolsa de lona, llena de armas, sobre su hombro y se acercó a donde Sam y Dean estaban parados junto a la puerta. Sostuvo la jeringuilla de la sangre que le habían sacado a aquel tipo en el mercado. —Bueno, allá vamos. 10 cc de "vamptonita" —él le dio una mirada extraña—. ¿Kriptonita? ¿Vamptonita? —Sam frunció el ceño—. De acuerdo, no eres tan nerd como pensé.

—¿Qué es un Kardashian? —preguntó Emily de repente desde la cama, con los ojos todavía pegados a la pantalla del televisor.

—Eso... solo otro chupasangres —Dean bromeó pero Emily empezó a parecer preocupada así que se apresuró a explicarle—. No. Es... solo es una broma.

Sam sonrió mientras escribía algo en un papel mientras Dean sacudía la cabeza y se acercaba a la caja fuerte del armario. Después de terminar lo que estaba escribiendo, se acercó a Emily y se lo entregó. —Si no hemos vuelto al amanecer, llama a este número, Jody Mills. Es una amiga. Ella cuidará de ti. Aquí, usa este teléfono —le entregó una de sus celulares desechables.

Anna escucho la voz de Dean y se giró para observarlo. Colocaba el frasco de Bobby en la caja fuerte y le decía que era por su propio bien. Apretó los labios y se acercó a él mientras Sam y Emily seguían hablando.

—¿Dean? —ella puso su mano sobre su espalda, dándole una sonrisa y él la miró—. Estará bien. Lo solucionaremos.

—Lo sé.

—¿Lo sabes?

Dean arrugó la frente cuando una parte de su preocupación empezó a filtrarse en su rostro. Miró hacia arriba para asegurarse de que ni Sam ni Emily estaban observando antes de abrazarla y presionar un beso en su mejilla, aterrizando más cerca de su boca de lo que normalmente lo haría. 

Retrocedió un poco, pero no tan lejos, por lo que ella podía sentir su aroma a whisky y cuero golpeando su nariz. Los ojos de Anna se cerraron por un momento, pero luego su mirada se dirigió hasta su boca y él se inclinó hacia adelante tan ligeramente. Estaba segura de que iba besarla y no tenía el tiempo suficiente para saber si quería ser besada o no.

—¿Listo para irnos? —Anna respiró profundamente y dio un paso atrás, Dean hizo lo mismo y ambos miraron a Sam.

Ella sabía que había visto lo que acababa de suceder y no había manera de que pudiera haberlo malinterpretado, pero no parecía molesto. Parecía... estar bien. Se preguntó si en realidad le importaría atraparlos a los dos besándose y su corazón cayó cuando se dio cuenta de que probablemente no lo haría. 

Era un balde de agua fría cuando recordó que Sam no la veía de esa forma. Ella era su amiga, nada más. Lo habían dejado en claro hace un tiempo atrás, pero Dean... ese era otro asunto, totalmente distinto. Él era el único que mostraba interés por algo más.

—Sí —contestó Dean.

Se aclaró la garganta y trató de despejar la cabeza de la niebla en la que se había metido. Sam se alejó de la puerta del armario para permitir que los dos salieran. Ella lo miró cuando pasó junto a él. Se preguntó si tal vez lo había leído mal y en realidad estaba molesto por lo que acababa de ver. Él le dirigió una sonrisa de re afirmación y extendió la mano para pasar sus dedos por su sien y su cabello. 

Tal vez ya no se sentía atraído por ella. Tal vez había perdido el interés. No conocía a ningún hombre que estuviera bien con su hermano teniendo algo con su interés amoroso. Si estuviera en una novela romántica pensaría que querían iniciar una relación poliamorosa con ella, pero estaba en la vida real. Ningún hombre compartiría a una mujer con otro, menos para establecer una relación.

Dean envolvió su mano alrededor del pomo de la puerta y la abrió, sólo para que algo invisible la sacara de su mano y cerrará de golpe. Emily saltó y Dean sonrió para tranquilizarla. —Era el viento —luego habló en voz baja—. Cálmate, Bobby. Volveremos pronto —volvió a abrirla. Esta vez permaneció abierta hasta que la cerró detrás de ella y Sam cuando todos salieron al pasillo.

—Bueno, él no se lo tomó muy bien —dijo Sam, una vez que todos estaban fuera de la habitación.

—¿Cómo crees que iba a tomarlo? —gruñó Dean.

Sam abrió la boca para responder, pero cuando todos giraron en la esquina, chocó con un carrito de limpieza que una señora estaba empujando. Se disculpó ante la mujer y lanzó una mirada con una sonrisa nerviosa.

****

De nuevo estaban todos en el coche, estacionado afuera del monasterio. Anna arrojó sus brazos sobre los asientos delanteros mientras se inclinaba para mirar a través de la ventana de Sam.

—Bueno, a esta hora del día, la mayoría de ellos deberían estar durmiendo. No sabrán lo que les golpeó —afirmó Dean. Sam no respondió.

Ella le dio un golpecito en el hombro. —Oye. ¿Estás con nosotros, Jirafa? —preguntó suavemente.

—Sí —dijo en vacilación.

—¿Pero? —preguntó Dean.

Sam se volvió para mirar a los dos. —¿Estás seguro de que quieres sencillamente irrumpir ahí dentro, blandiendo los machetes? La otra vez, fue necesaria una docena de cazadores para reducir al Alfa. Y la mayoría de ellos no sobrevivieron.

—Sí, bueno, ¿tienes una idea mejor?

****

—Estupido, estupido, estupido —Anna fue la primera en subir los escalones del monasterio, maldiciendo el plan, cuando levantó un puño para golpear la puerta. Se detuvo justo antes de que caiga sobre la madera. Había una abertura que sugería que no estaba completamente cerrada—. Chicos —dijo, puso su palma en la puerta y la abrió ligeramente.

—Puede que sea demasiado tarde —dijo Dean.

Anna empujó la puerta un poco más abierta y dio un paso por encima del umbral. Antes de que llegara a tomar un vistazo completo del pasillo en el que se metía, dos manos frías y sólidas aterrizaron sobre sus hombros y fue tirada a un lado mientras algo siseaba en su oído. 

Oyó que alguien la llamaba y miró hacia atrás justo a tiempo para ver a dos vampiros más agarrar Dean y Sam. Los tres fueron arrastrados por los pasillos antes de ser finalmente empujados en una habitación que era casi idéntica al comedor en el nido de vampiros que Emily había estado encerrada.

Ella tropezó por delante de Sam y Dean, después de haber sido empujada con más fuerza, pero al final llegaron junto a ella así que estaban todos de pie al final de una larga mesa de comedor. En el otro extremo había un hombre calvo de aspecto elegante. 

Estaba vestido con un traje y su postura era perfecta. Sin embargo, las largas y puntiagudas garras que llamaba uñas arruinaron su apariencia. O tal vez se le aportaban algo, no podía decidirlo, estaba demasiado ocupada tratando de no inquietarse bajo su mirada.

—Los Winchester —exclamó, como si ni siquiera estuviera sorprendido—. Y... —la miró expectante.

—Anna —su voz era estable como una roca. La gente tiende a temblar cuando tiene miedo, ella era todo lo contrario.

—Estoy intrigado.

No llegaron a expresar sus expectativas, porque en ese momento, Emily entró en la habitación a través de una puerta justo a la derecha del Alfa. Y de repente supo por qué nunca le había terminado de simpatizar. Si las miradas mataran, Anna ya hubiera asesinado a esa niña un millón de veces.

—Hola, Sam —Emily lo saludo después de que el hermano en cuestión ahogara su nombre en estado de shock.

—Para ser una chica criada en un sótano, eres muy buena actriz —dijo Dean.

—Hubieras herido a mi papi —ella dijo cariñosamente acariciando el hombro del Alfa.

—Wow —se burló Anna—. Tienes un trofeo en Síndrome de Estocolmo. Siento pinchar tu burbuja, pero... no es así. Si hubiera sido por mí, hubiéramos entrado pateando traseros pero Sam tuvo una idea mejor.

—Estamos aquí para hablar. Eso es todo —explicó Sam.

El Alfa se echó a reír. Una profunda y ronca risa que la atravesó hasta los huesos. —Ahora que mis chicos han tomado sus cuchillas y sus jeringas de sangre contaminada. ¿Es eso lo que quieres?

—Bueno, nosotros... pensamos que podrías guardar rencor —dijo Dean.

—¿Y por qué debería? ¿Por qué me capturaron, me torturaron y me vendieron al rey del infierno?

—Eso es más del estilo de nuestro abuelo.

De repente, una mano estaba en la parte de atrás de la cabeza de Dean y cayó de rodillas mientras su rostro se estrellaba contra la mesa frente a los tres. En cuanto observó la sangre caer de su boca, Anna vio rojo. Con un gruñido le dio un codazo al vampiro que lo había atacado y tan pronto como cayó de rodillas, envolvió sus piernas alrededor de su cabeza y con un simple movimiento quebró su cuello. Con rapidez se recompuso, lista para enfrentar al próximo vampiro que se acercó.

Pero Sam estaba delante de ella con las manos en alto mientras la apoyaba en la mesa con su propia espalda —No lo hagas. ¡Por favor! —gritó. El vampiro se detuvo en seco, pero estaba adivinando que era por la risa de su Alfa en lugar de la mirada suplicante de Sam.

Anna se volvió hacia Dean y le puso una mano en el hombro. Él gruñó de dolor mientras se levantaba y deseaba, no por primera vez, que los cuellos rotos mataran vampiros.

—No sé si eres inmensamente estúpida o simplemente valiente —dijo el Alfa con una sonrisa. Se giró para mirarlo.

Automáticamente se acordó de Bobby, era una frase que usaba seguido con ella, Anna se caracterizaba por dejarse llevar por sus impulsos algo que el viejo cazador siempre había reprobado. —Un amigo una vez me dijo que era valientemente estúpida. Creo que esa es tu respuesta.

El Alfa inclinó su cabeza y la consideró un momento. —Me diviertes. Puede que te guarde por un rato más —a Emily no le gustaba eso, se podía ver en su rostro—. Tus amigos, por otro lado, bueno... voy a quitarles la cara y beberlos lentamente —él levantó su mano para mostrar sus garras y ella estaba consciente de que Dean limpiaba la sangre de sus dientes al lado de ella.

—Solo escucha —dijo Sam—. Nos necesitas.

—Oh sí. ¡Tengo sed! —gruñó el Alfa, con el cuello tenso y las manos apretando los brazos de su silla con anticipación.

—¡La plaga! ¡Ya sabemos lo que es! —el Alfa se calmó—. ¿Qué sabes sobre los leviatanes?

Una pausa, una sonrisa, luego habló. —Un poco.

—¿Sabes que están envenenando el suministro de comida?

El Alfa se incorporó en su silla, volviendo a su imagen real. —Roman no mencionó eso cuando nos encontramos para cenar el último otoño. Hicimos muchos planes. Estábamos en muy buenos términos, él y yo.

—¿Estás seguro de eso? —dijo Dean—. ¿Mencionó que iba a... drogar a la población humana? —se pasó la lengua por los dientes y la mandíbula apretada.

—Oh, por supuesto —dijo el Alfa—. Dijo que tomar un bocado sería más fácil que nunca.

Ella entrecerró los ojos al darse cuenta de lo que estaba pasando. —Dijo que todos vivirían juntos, ¿no? ¿De verdad le creíste? ¿Crees que tus hijos están muriendo por accidente? ¡Hay pesticida en la fórmula!

Su sonrisa se marchitó en las esquinas y bebió de la copa frente a él para ocultarlo. Bajó la copa cuando recuperó la compostura. —Te conviene pensar así. Me necesitas a tu lado.

—Mira, no somos los que arden de adentro hacia afuera. Piénsalo. Cualquier trato que hizo con usted fue una mierda. ¡Confía en nosotros!

—¿Por qué me cuentas esto? —preguntó de repente.

—Porque podemos parar a Dick. Pararlo todo. Nosotros sólo... necesitamos tu sangre para el arma.

El Alfa se echó a reír. —Así que ahora quieres prevenir el exterminio de la raza de vampiros.

—No —gruñó Dean—. Pero es mejor que bajar contigo.

La puerta a la derecha del Alfa se abrió de nuevo y apareció un niño pequeño. —Allan, cariño... —dijo el Alfa mientras le torcía el dedo al chico. El niño miró nerviosamente a todos los que estaban en la habitación antes de escabullirse al lado del vampiro.

—Bueno, lo repugnante se hace más repugnante —dijo Dean.

—¿Cuál es el problema? —preguntó el Alfa a Allan.

—Edgar está aquí —respondió en voz baja.

El Alfa asintió y tocó la chaqueta del muchacho en señal de despido.

—Wow, vaya divertida coincidencia —dijo Dean—. De acuerdo, necesitamos jabón, limpiador, lo que sea que lleve bórax. Necesitamos cuchillos —incluso cuando empezó a sacudir sus manos, ella pudo ver por el modo en que el Alfa se enderezó en su asiento y miró a los tres que él no estaba a punto de darle lo que querían.

—Ponlos en el estudio —le ordenó a sus secuaces, demostrando su corazonada.

—¿Qué? —preguntó Sam—. No. No, espera.

—Un consejo, muchachos. No vives durante siglos de fuego y hielo y divisiones continentales para llegar a conclusiones precipitadas.

****

Los vampiros que la habían traído a la habitación se aferraron al hombro de Dean y Sam. Anna se volvió para ver que el vampiro que estaba a punto de agarrarla era al que le había roto el cuello de antes. Levantó sus labios con una mueca de desprecio cuando él levantó su mano hacia ella. A causa de su mirada, dudó pero luego recordó que era un vampiro y por lo tanto más fuerte y más rápido que ella.

Dean y Sam protestaron cuando los tres fueron sacados de la habitación. Unas cuantas puertas más y fueron arrojados en otra habitación que era mucho más chica que el comedor. Se parecía a un estudio típico de época victoriana, apartando las bolsas de sangre en un refrigerador y las bolsas de sangre vacías que colgaban. Dean se dirigió inmediatamente hacia la puerta y trató de abrirla. Estaba cerrada con llave, tal como ella intuía pero fue instinto humano intentar primero la puerta cerrada.

—¿Encuentras algo? —preguntó Dean a nadie en particular.

—Nada —respondió Anna mientras terminaba de inspeccionar la ventana que había visto tan pronto como entraron a la habitación.

Sam miró alrededor de la habitación. —¿Crees que Edgar está aquí por la misma razón que nosotros? Quiero decir, mira, si han averiguado que nosotros queremos conseguir la sangre del Alfa para un arma...

Ella se unió a él y a Dean en medio del camino. —Creo que de cualquier manera que lo pongas, tienes al Pac-Man y a True Blood en la misma habitación, y eso son malas noticias. Quiero decir, no es estúpido. ¿Por qué demonios crees que nos encerró aquí?

—Anna, somos su enemigo. Quiero decir, ellos son como primos monstruos o algo así. ¿A quién darías tú el beneficio de la duda? ¿Sabes qué? Quizás Sucro está envenenando a los vampiros por accidente Quizá lo arreglarán.

Dean levantó un dedo, como si acabara de darse cuenta de algo. —Creo que tenemos al monstruo más antiguo de la tierra pensando que puede manejarlo solo, porque siempre lo ha hecho.

—Edgar lo va a comer vivo.

—Sí. Oye —él se agachó y recogió una aguja que estaba pegada a una de las bolsas de sangre vacías—. ¿Crees que podrías forzar la cerradura con esto?

Anna se burló y se lo arrebató de la mano. —Por favor. ¿Con quién crees que estás hablando.

—Dean... —Sam interrumpió—. Perdimos toda nuestra vamptonita —Anna sonrió al escuchar como hablaba.

—¿Lo hicimos? —preguntó con una sonrisa astuta. Él se agachó y levantó la parte inferior de su pantalón para sacar una jeringa que había metido en la parte superior de su bota.

****

La pelea con Edgar fue tan rápida como había comenzado. Los tres habían entrado en el comedor para encontrarlo luchando con el Alfa. Dean se había acercado detrás de Edgar, distrayéndole lo suficiente para que Sam atravesara su cuello con un machete. 

Dean avanzó sobre el alfa caído un momento después, exigiendo que le trajera un vaso. —Saquémosle el jugo a este bicho —gruñó.

—¡No! —Emily gritó.

—¡Quédate atrás! —Anna le gritó aún más fuerte, haciendo que la niña se asustara.

El Alfa se levantó con facilidad y envió a Dean volando sobre la mesa. —Déjenla en paz —gruñó mientras enderezaba su traje—. Ella ya ha pasado por suficiente.

—Vaya, eso tiene gracia... —dijo, mirando a Dean para asegurarse de que estaba bien—. Viniendo del tipo que la sacó del columpio. 

—¿Quieres pelear? ¿O quieres mi sangre? —él no esperó una respuesta, simplemente se sentó en la cabecera de la mesa y utilizó una de sus garras para abrir una vena en su muñeca. Hizo contacto visual con Anna mientras se desangraba en una copa. Se paró una vez que terminó y le ofreció la copa—. Por encargarse de Edgar. Ahora, vete —no se molestó en decirle que en realidad eran Dean y Sam quienes habían hecho todo el trabajo, no creía que realmente le importara la semántica.

A pesar de su despido, ninguno de ellos se movió. Finalmente, después de unos minutos, Sam fue el que habló. —¿Qué pasa con el niño?

—¿Estás de broma? —gruñó el Alfa.

—¿Tenemos pinta de estar bromeando? —Dean se quebró—. ¿Cuántos niños más tienes ahí dentro, monstruo?

El Alfa suspiró. —Por el momento, sólo él —se giró hacia Emily—. Emily... ayuda a Allan con su abrigo. Se marcha con Anna —le acercó la copa hacia ella—. Ahora, tómalo.

Cuando Anna tomó la taza, su estómago se revolvió cuando sus dedos rozaron los suyos. No creía que pudiera llegar a la puerta más rápido, por desgracia, él los detuvo justo antes de que pudieran irse—. ¿Qué? ¿No me dan las gracias? Oh, claro, claro. Se les pone la carne de gallina. Lo que realmente quieren hacer ahora es matarme. Odian tener que esperar y volver a intentarlo otra vez.

—Bastante —afirmó Dean y luego señaló con su cabeza, la cabeza del leviatán tirada en el piso—. Yo no dejaría esa cabeza demasiado cerca de ese cuerpo, durante demasiado tiempo.

—Volveremos a vernos —dijo el Alfa.

—Estoy deseando que llegue.

****

Anna suspiró y se frotó la parte de atrás de su cuello mientras caminaba por el pasillo del motel en el que se alojaban. Había pensado que tenían dificultades para salir del nido de vampiros vivos, pero la familia de Allan era otra cosa. —Nunca más volvamos a hacer esto —gruñó ella—. Los policías creen que tomamos a ese niño.

—Esperemos que vuelva pronto con su familia, no me importa lo que piensen —dijo Sam, subiendo su bolsa de lona hasta su hombro cuando empezó a deslizarse hacia abajo.

—Tuvimos que saltar por una maldita ventana.

—¿Algún día nos dirás dónde aprendiste a pelear de esa forma? Quiero decir, lo del vampiro fue impresionante.

Ella sonrió sacudiendo su cabeza. —Digamos que tuve un ex-novio que me entreno bastante bien —se detuvo de repente y dejó caer su bolsa en el suelo para sacar su arma cuando vio a Dean hacer lo mismo. 

Mirando alrededor de su cuerpo para ver cuál era el motivo. La puerta de su habitación estaba entreabierta. Dean fue adelante y abrió la puerta antes de entrar y encender el interruptor de la luz. Ella siguiéndolo muy de cerca con Sam detrás.

—Bobby —llamó Dean—. ¡¿Bobby?!

—¿Dean? —dijo ella. Se giró para mirarla y señaló con la cabeza hacia la caja fuerte que ahora estaba abierta—. Él se fue.

Sam tardó cinco minutos en barrer la habitación con el medidor EMF después de ese descubrimiento. Dean se quedó mirando la caja fuerte todo el tiempo. Anna se sentó en el sofá mirándolo fijamente. Por cómo estaba parado podía decir fácilmente que estaba irritado. Quería consolarlo, pero ella estaba tan o más enojada que él por el comportamiento del fantasma.

—Estoy rastreando el EMF, pero se desvanece rápidamente —dijo Sam—. Bobby probablemente se ha ido hace tres o cuatro horas. Se ha llevado la petaca, Dean. ¿Cómo demonios se supone que le vamos a rastrear? Mira, odio decir esto...

—Bueno, entonces no lo digas —respondió Dean. 

Se giró de repente y se sentó en el brazo del sofá, justo al lado de Anna. Ella tomó eso como una señal de que él quería el consuelo, de lo contrario se podría haber sentado en un millón de lugares diferentes si lo deseaba—. Se ha ido —soltó una breve risa y luego suspiró con resignación. Ella apoyó una mano en su muslo, cerca de su rodilla, en señal de consolación, podría haber sido más afectiva pero su humor no la ayudaba. Sin embargo, él tomó el lado de su cabeza con una mano grande y la atrajo contra su lado—. ¿Cómo pudo hacer esto..? ¿Ahora? Quiero decir, tenemos la mitad de la maldita arma, casi lo tenemos.

—No es él —dijo Sam—. Quiero decir, no está pensando.

—¿De modo que tenemos que seguir mientras él está ahí fuera así?

—¿Tenemos otra opción? Quiero decir, es lo que querría que hiciéramos. ¿Verdad?

Dean cerró los ojos y sacudió la cabeza. —Sí. Sí, él y Frank y Cas, si sus canicas estaban en la bolsa. Es algo bueno que tengamos a Crowley de nuestra parte. ¿Verdad? Viendo cómo todo se reduce a él. ¿Qué podría salir mal?

****


Anna pensando en una relación de a tres.

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