[006] - La chica con el tatuaje de dragones
Anna estaba sentada en un sofá rojo en una vieja cabaña de Bobby, en realidad era la cabaña de usaba Rufus, recordaba haberla visitado alguna vez. Siempre le había gustado ese lugar, a pesar de que estaba en malas condiciones, tenía un toque rústico que le daba una sensación hogareña.
Sam hablaba por teléfono con una mujer llamada Nora, buscando información sobre las excavaciones de Dick pero parecía no tener suerte. Dean apareció de la cocina sentándose en el brazo del sofá a su lado, pasándole una mano por la parte posterior de su cabeza con suavidad, ella levantó la mirada dedicándole una sonrisa.
Desde que había permitido que la tocara en el auto, se dio cuenta que era mucho más cariñoso que Sam. La sorprendió un poco, no parecía ser del tipo afectivo, fue un poco vacilante al principio pero a medida que tomó confianza nada lo detuvo.
Era como si hubiera estado hambriento de afecto por años. Por lo que ella había oído hablar de John, el hombre nunca se caracterizó por ser amoroso con sus hijos. Sam había crecido sin él, por lo que su pérdida lo afectó pero no tanto como lo había hecho con Dean. Él todavía recordaba lo que había sido su vida cuando su madre estaba viva. Sabía lo que se sentía ser querido. Conocía el amor familiar y de un momento al otro lo había perdido.
Anna le devolvió eso, le dio la confianza que necesitaba para llenar esas ansias de contacto físico, risas y demás. Incluso Sam lo había notado, por lo que no había convencido a Dean de no ser afectuoso. Y a ella no le importa en lo más mínimo, había crecido casi de la misma forma, su madre no era de las más cariñosas. Si no hubiera sido por su hermana, Anna no habría conocido los abrazos en su vida. Estaba tan ansiosa de afecto como ellos.
La necesitaban de la misma forma que ella los necesitaba.
—Nora no ve ningún patrón para los sitios excavados—habló Sam cuando se sentó en el sofá a su lado. Su rodilla presionada contra la suya.
—Sí, porque no tienen nada en común —dijo Dean.
—Y yo no tengo nada de las tradiciones locales en ochenta kilómetros a la redonda de cada excavación. Quiero decir, es como si ellos fueran solo... polvo antiguo. ¿Qué está buscando Dick? —reflexionó la pelirroja.
Dean encogió de hombros y desenroscó la tapa de la vieja petaca. Estaba tratando de apegarse a la promesa que había hecho de no beber delante de Sam, pero desde que Bobby apareció se le hacía cada vez más difícil de cumplir. Las luces de la casa comenzaron a parpadear a medida que tomaba un sorbo de la botella.
Los tres miraron a su alrededor un momento antes de que Dean y Sam se pusieron de pie y sacaron sus armas. Anna no se movió de su lugar, ella sabía el porqué de las luces parpadeantes, se sorprendía que los hermanos todavía no se dieran cuenta. A veces, se preguntaba si realmente eran tan buenos como había escuchado hablar de ellos.
Una figura apareció justo detrás del sofá. Ambos apuntaron sus armas a él. —Oye, oye, tranquilos idiotas —dijo Bobby. Los hermanos bajaron sus armas y permitieron que sus hombros se relajen—. Perdón por el susto de muerte.
—Así es como funciona ¿verdad? Abren la botella y sales como si fueras un genio —afirmó Anna, doblando los brazos sobre el respaldo del sofá y apoyando su mentón sobre ellos.
Bobby resopló. —Ojalá fuera así de fácil. La cosa... —él desapareció antes de que pudiera terminar la frase y Dean levantó las manos en señal de derrota.
—¿Bobby? —Sam llamó mientras miraba de nuevo.
El fantasma reapareció, ahora junto a la mesa de comedor. —Joder. Es muy difícil estar concentrado. Aún estoy un poco cansado.
—Has estado bastante ocupado para un tipo muerto —dijo Dean. Ella se sentía orgullosa de que había hablando sin enojarse. Habían tenido muchas discusiones sobre la forma en que estaba tratando a Bobby. Por un momento pensó que era como hablar con una pared de ladrillos, pero que él no estuviera enfadado le demostró que la había oído.
—Está bien. Escuchen —habló Bobby—. No sé cuánto tengo hasta mi próxima siesta fantasma, así que vamos al grano... esos números que les di antes de morir.
—¿El lote vacío en Cheeseville? —preguntó Dean.
—Sí, bueno, no va a estar vacío por mucho tiempo. Eché un vistazo al gran plan de Dick, antes de que me pegara un tiro al estilo Lincoln. Estaban excavando... ¿En qué mes estamos? —Bobby la miró.
Anna lo pensó un segundo antes de contestar. —Uh, abril.
Bobby suspiró. —Ya habrán excavado —dijo—.Están construyendo mientras parloteamos. Comprobarlo por ustedes mismos —él asintió hacia la computadora portátil que estaba en la mesa. Ella se paró con un suspiro y se dirigió a la máquina, abriéndola para investigar si lo que decía era correcto.
—Se les ha pasado por alto porque habéis estado ocupados matando fantasmas los últimos días. Pero Dick está a punto de meterse en el negocio de Soylent Green —él la miró y siguió hablando—.En esa web se ve que van a construir un laboratorio biotecnológico, ¿verdad? —ella volvió a mirar la pantalla y se dio cuenta de que tenía razón. Investigó un poco más y encontró los planes del matadero de Geothrive—.Biotecnológico mi trasero —se quejó—.Ese cabrón está construyendo un matadero de última generación. Y somos la carne.
—¿No crees que es un poco audaz, incluso para Dick? —preguntó Sam. Saltó cuando oyó su voz detrás de ella.
—Te aseguro que nadie lo notará —dijo Bobby—.Porque primero nos atontará con comida rápida rellena. Nos hará dóciles.
Dean sacudió la cabeza. —No hemos ido al Biggerson desde lo que pasó.
—¿De Biggerson? Ha comprado una lista de lugares de más de diez páginas.
Dean la miró, esperando una confirmación. Ella asintió, señalándole con la cabeza la lista que aparecía en la computadora.
—Luego, nos va a curar. —acotó Bobby
—¿De qué?
—De todo lo gordo... cáncer, SIDA, enfermedades del corazón. Digamos que tienen afinidad con la investigación de células madre.
—¿No dijeron ustedes algo sobre una inmobiliaria de leviatanes construyendo un centro contra el cáncer? —preguntó Anna. Los hermanos comenzaron a darse cuenta cuando comenzaron a conectar los puntos—.Ya no están cazando. Están maquinando la manada perfecta.
—Exactamente —dijo Bobby—.Nosotros hemos luchado en contra de muchos que les gustaba comer personas en los bosques. Pero esto no es eso. Esto es sobre hacernos caer desde lo alto de la cadena alimenticia. Esto es sobre que los levis vivan aquí para siempre, al estilo anárquico, mientras nosotros marchamos con nuestros aturdidos y gordos culos hacia los nuevos y radiantes campos de la muerte que habrá en cada esquina.
—A ver si lo comprendo... —Anna dejó de mirar la computadora para hablar—.Ellos quieren convertirnos en extras de The Walking Dead para luego... —el ordenador portátil de Sam emitió un sonido, interrumpiendo lo que decía. Observó de que se trataba antes de hablar—.Es un correo electrónico de Frank —indicó mientras lo abría.
—¿Frank está vivo? —preguntó Dean mientras se sentaba a su lado.
—Este idiota, siempre quitándome el protagonismo —murmuró Bobby.
Ella lo ignoró y empezó a leer el mail en voz alta. —Sam y Dean, si estás leyendo esto, estoy muerto... o peor. Este correo electrónico se envió porque algún príncipe está tratando de hackear mi disco duro en este preciso instante. Así que a menos que sea usted, tienen problemas —ella compartió una mirada con Sam antes de continuar—.Mi disco duro está llena de información comprometedora. Sus nuevos alias, escondites, donde guardaste tu coche...
—¿Bebé? —dijo Dean, enderezandose en su asiento.
Rodó los ojos, antes de seguir hablando. —Aunque encripte todo lo que pudo su disco duro, dice que deberíamos asumir que alguien lo va hackear tarde o temprano. Le puso un dispositivo de rastreo.
Dean movió su silla para estar más cerca de ella y así ver la pantalla mientras hacía clic en la aplicación Hard Drive Tracker que Frank había incluido en su correo electrónico. Un mapa apareció con un alfiler justo en el centro de Richard Roman Enterprises.
—Perfecto. Está en medio de la Estrella de la Muerte —dejó que una sonrisa alegre cruzara su rostro mientras se levantaba. Le gustaba la acción—.Muy bien, vámonos a Chicago.
Dean y Sam siguieron su ejemplo cuando ella tomó su chaqueta de cuero del sofá y comenzó a vestirse.
—No, esperen, chicos, no pueden entrar. Ellos conocen sus caras —dijo Bobby—. ¿Y si enviamos la petaca? Entonces iré a parar a ese antro. Quiero decir, no es que Dick pueda matarme dos veces —los tres compartieron una mirada—. ¿Qué, tienen un plan mejor? Vamos. Solo porque esté muerto no quiere decir que no sepa hacer mi maldito trabajo —Anna le dio a Sam una mirada indicando que no iba a ser ella quien le diera la noticia.
Sam suspiró. —Bobby, es la oficina de Dick.
Ella rodó los ojos y dio un paso adelante cuando se dio cuenta de que Sam no estaba a punto de aclararle las cosas. —Creo que lo que Jirafa está tratando de decir es ¿qué pasará si tropiezas con Dick y ya sabes... te vuelves vengativo? Una cosa es ser un fantasma, otra es ser un fantasma vengativo. Sabes que no puedes deshacerte de eso. —
—Venga ya. Denme un poco de crédito. ¿Qué, tengo que quedarme sentado en el banquillo?— Bobby gruñó.
Ella se estremeció ante su tono de voz. No estaba acostumbrada a que la gente le gritara, no desde que su padre la había abandonado. Y sobre todo no le gustaba que Bobby fuera el que la tratara de esa forma. Ella siempre lo había visto como una figura paternal, le dolía verlo convertido en fantasma, era peor cuando se ponía de esa forma.
Dean sabía que no le agradaba ser tratada de esa forma. ¿Cómo lo sabía? no estaba del todo seguro, pero se dio cuenta que Anna era del tipo de personas que quería hacer sentir orgulloso a todo el mundo. Ella se esforzaría por dar lo mejor y no se merecía ningún tipo de grito. Ni de Bobby, ni de nadie. Se acercó y colocó una mano en su hombro en una muestra de apoyo y protección.
—Lo siento, Bobby —habló Sam. Luego cerró su computadora portátil y salió de la cabaña junto a Dean y Anna.
****
Los tres estaban esperando en el apartamento de una muchacha pelirroja. Su nombre era Charlie, lo supieron investigando un poco en internet y gracias a la cámara web de Frank, ella parecía ser bastante bonita. Había varios muñequitos con cabezas movibles de Star Wars sobre un estante. Dean tocó la cabeza de Darth Vader, haciendo que se mueva para todos lados.
—Deja de tocar eso —Anna golpeó su mano, ganándose una mirada de enojo.
—Ahí viene —la voz de Sam no le dio tiempo a que su hermano contestara. Con rapidez se escondieron en algunos lugares de la casa.
Ella oyó la puerta cerrarse de golpe y a Dean hablando. —No pasa nada. No voy a hacerte daño.
—Aléjate de mí... ¡Cambiaforma! —dijo la voz de una chica. Estaba segura que era Charlie. Apareció en la sala con Sam justo en el momento que Dean bloqueaba su puerta.
—Mira, no somos cambiaformas —Anna habló cuando apareció detrás de ella. Ninguno de los dos se dio cuenta que estaba sosteniendo una espada falsa hasta que se dio la vuelta y golpeó a Sam. Ella no pudo evitar reírse. Él levantó su brazo para proteger su cara—. ¡Jesús!
Charlie miraba la espada rota lamentándose hasta que Dean la agarró de la mano con el ceño fruncido. Su paciencia ya se había agotando. —Mira, no somos leviatanes, ¿de acuerdo? —dijo—. ¿Quieres que te lo demostremos? ¿Sabes lo que les hace el bórax? —él sostenía una botella blanca con el líquido.
Charlie asintió asustada mientras se iba acercando a la puerta, lista para escapar, hasta que su espalda chocó contra ella.
—Anna —habló Dean. Ella estiró su mano hacia él para que derramara bórax. Sam fue el siguiente y por último vertió sobre su propia mano—.Tu turno.
Le entregó la botella y ella se tiró un poco. Se alejó de la puerta mientras se enderezaba. Se podía ver su confianza creciendo cuando se dio cuenta que estaba tratando con seres humanos. —¿Quién diablos son ustedes? —preguntó.
Anna no pudo evitar una sonrisa. Ella le caía bien.
****
—Me están diciendo... que son cazadores de monstruos. —Charlie dijo mientras se paseaba de un lado a otro por la sala de estar.
Sam estaba sentado en una silla junto a la mesa de café y Dean se sentó en el brazo de un sofá rojo frente a él, Anna estaba parada con los brazos cruzados, admirando toda la casa. Ambos hermanos observaban el nerviosismo de Charlie.
—Así que, ¿hay otros monstruos? —preguntó. Anna la miró, estuvo a punto de abrir la boca para confirmar sus sospechas, pero ella agitó las manos—.Quieta. No importa. Simplemente, shh... —Anna se encogió de hombros, sentándose en una silla frente a la mesa
—Está bien —dijo Charlie—.Sé como rastrearon el disco duro, con GPS... pero sigue en la oficina. ¿Cómo me encontraron a mí?
Sam se aclaró la garganta y se giró a su computadora portátil, que estaba en la mesa de café frente a él. La abrió y tocó la barra espaciadora para que la pantalla volviera a la vida de nuevo. La cara de Charlie en su escritorio apareció.
Ella le echó los brazos al aire. —¡¿Un cabrón me ha activado la webcam?!
—Te presento a Frank. —dijo Anna.
—Es espeluznante, pero tengo que concedérselo. Así que me estáis diciendo que todo lo que tiene en su disco duro es verdad.
—Eso y más. —respondió Dean.
—Espera... —dijo Anna mientras se levantó y se paró al lado de Charlie—. ¿Cuánto te ha costado desencriptar el disco de Frank?
Ella se encogió de hombros. —Un día, más o menos.
—Agradable —Anna se rió mientras puso una mano en su hombro—.Sabes, hackee el pentágono en la escuela secundaria y cambié sus nombres de archivo por personajes de Star Wars. El presidente era Obi-Wan Kenobi.
— ¡De ninguna manera!—exclamó Charlie excitada, mientras levantaba su mano para chocarla contra la de ella festejando.
—Espera. ¿Eres un hacker? ¿Por qué no nos dijiste? —preguntó Dean.
Ella lo miró y luego a Sam. Se encogió de hombros ante sus miradas incrédulas. —Cuando tratas de llevar una vida normal no tienes nada que hackear. Ya sabes, estoy oxidada.
— ¿Hay algo que no puedas piratear? —Sam le preguntó Charlie.
—Todavía no —respondió a la defensiva.
—¿Y qué me dices del correo de Dick Roman?
Ella frunció el ceño. —¿Por qué iba a...? Es uno de ellos.
—No. Es su líder —Anna resopló apoyándose en el brazo del sillón donde estaba Sam. Su gran mano se movió automáticamente a su cadera, acariciándola por encima de la ropa. Charlie no se perdió el detalle. Ella podía adivinar lo que estaba pensando, pero la situación era demasiado complicada de explicar y no era el momento. Por ahora, podía pensar lo que quisiera.
—Cuál es la finalidad del juego... ¿robarnos nuestros recursos, hacernos sus esclavos? —preguntó Charlie.
—Comida de calidad en todo el planeta. Somos la carne —dijo Dean.
Charlie sonrió. —Tiene que ser una broma —ninguno de ellos se rió haciendo que la sonrisa desapareciera de su rostro.
Ella parecía asustada, pero de repente había una mirada de determinación en sus ojos. —Vale. Está bien. Hagámoslo. ¿Qué tengo que buscar? —ella se acercó a la mesa abriendo la computadora portátil, del lado opuesto donde Anna había estado sentada unos minutos antes.
—Bueno, para empezar, cualquier cosa de sitios con excavaciones arqueológicas —dijo Dean.
— ¿Como en Indiana Jones? —preguntó.
—Todo lo que sabemos es que Dick ha estado excavando por todo el mundo y necesitamos saber qué está buscando.
Charlie comenzó a teclear, murmurando en voz baja mientras lo hacía. —Usted sabe, estaba teniendo una semana estupenda. Conocí a alguien, me bajé el nuevo disco de Roby. Todo me salía genial —se detuvo por un momento—.Mierda —suspiró.
—Mira, sabemos que es un asco...
Sam estaba hablando antes de que Charlie lo interrumpiera —No, eso no. Esto. El correo de Dick no está en un servidor de la empresa. Está en uno privado, en su despacho.
— ¿Y eso significa...? —preguntó Dean.
—Que no se puede entrar a menos que tengas su móvil o estés en su escritorio —explicó.
—¿Estás diciendo que si entramos en el despacho de Dick podremos hackear su correo?
Anna sonrió ante la pregunta de Dean. —No puedes. Sólo alguien como Charlie o yo, podríamos. Pero como he dicho, ha sido un tiempo, yo no sería capaz de entrar y salir lo suficientemente rápido.
Sam y Dean miraron a Charlie. Parecía un ciervo atrapado. Ella levantó las manos mientras hablaba. —Te aseguro que no lo voy a hacer. Estoy haciendo mi trabajo y... ¿qué probabilidades hay de que viera lo que hay en el disco y Dick me dejara vivir de todas formas?
Sam apretó los labios. —Creo que lo sabes.
Ella habló lentamente —Así que si borro antes el disco duro, los protejo a ustedes y a mí. Entonces volveré a mi antigua vida, ¿no? —Anna y Sam se miraron—.¿Qué? —preguntó.
—No es tan fácil —dijo Dean. Él estaba inclinado hacia adelante y usando esa voz que siempre usaba para calmar las víctimas cuando los monstruos aparecían—.Estás en el radar de Dick, lo que significa que ya no tienes una antigua vida.
—Voy a morir —dijo con firmeza. Luego suspiró y dejó caer sus hombros. Se veía molesta—.Debí haber aceptado el trabajo en Google.
—Mira, Charlie... —Anna comenzó a hablar a medida que se levantó y dio un paso hacia la mesa—.Está bien si no puedes hacerlo. Es decir, no te has ofrecido voluntariamente para esto. Yo podría, por lo menos, enviar alguna información al correo electrónico de Sam antes de que Dick me atrape allí de todos modos.
Dean gruñó su nombre, pero tanto ella como Charlie no le hicieron caso. —Totalmente —dijo—.Pero ahora quiero hacerlo.
Anna sonrió orgullosa.
—¿Qué? —Sam parecía sorprendido.
Ella rodó los ojos. —Tengo que volver de todas formas a borrar el disco de Frank. Ya que estoy me meto también en el despacho de Dick.
— ¿Estás segura?
—No. Pero estas cosas se van a comer a todos los que conozco. ¿Qué idiota se quedaría sin hacer nada? Sin embargo, nunca he irrumpido en nada en la vida real, así que... ¿el plan?
Dean se puso de pie, la admiración en su rostro cuando a Anna le preguntó si tenía bluetooth. Contestó que sí y se sentó frente a ella.
—Sistema de seguridad, ¿puedes acceder a él? —le preguntó Dean.
Ella asintió. —Puedo re-direccionar cualquier cámara de vigilancia que necesitemos.
—De acuerdo. Empecemos por eso.
****
¿Sam o Dean? ¿Dean o Sam? o ¿Los dos?
APARECIÓ CHARLIE! Y todos la amamos 😍
Quiero que sepan que aprecio demasiado todos los comentarios. Me gusta que la historia los atrapé tanto como a mi 💞
Falta poco para el primer beso, solo eso...
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