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[005] parte I

La mujer del difunto, la señora Frieling, estaba sentada en la mesa de su comedor, vestida de negro y con una caja de pañuelos. —Yo no entiendo —dijo con un resoplido—. Gary tuvo un ataque al corazón. ¿Por qué estaría el FBI...?

—Los parques son propiedad gubernamental —explicó Dean—. Tenemos unas preguntas para usted.

Castiel se adelantó y le dio a Dean una especie de mirada secreta. —Yo... me encargo de esto. He investigado. Puedo hacerla confesar —se giró hacia la señora Frieling y apoyó una mano sobre la mesa para que pudiera sostenerse—. Ahora, señora, no quiero molestarla. De verdad que no. Pero tengo una sola pregunta para usted —dio un golpe repentino sobre la mesa y gritó: —¡¿Por qué mató a su marido?!

Todos los que estaban en la habitación saltaron del susto, la pobre mujer se puso histérica y Dean rodó los ojos.

—Agente Stills —dijo Dean—. Una palabra, por favor.

—¿Qué? —Cas preguntó una vez que él y Dean estaban fuera de todo oído—. Estaba siendo el policía malo.

—No, estabas siendo malo en todo —le hizo un gesto a Anna para que se ocupará. Ella se sentó frente a la viuda—. Escucha a mi bebé.

La pelirroja le dio a la mujer una sonrisa comprensiva. —Por favor, perdone a mi compañero. Él... está experimentando algunas cosas. Lo que él intentaba preguntar ¿es que si de algún modo Gary podría haber tenido secretos... algo que estuviese ocultando?

La mujer sacudió la cabeza. —¿Ocultando? ¿Cómo qué?

Antes de que tuviera la oportunidad de responder, llamaron a la puerta principal y alguien entró. —¿Deb? —llamaron.

La señora Frieling se levantó de la mesa para darle la bienvenida a la mujer que acababa de entrar al comedor llevando una cazuela. Anna la imitó también poniéndose de pie.

—Olivia —la llamó la esposa del difunto. Abrazó a la mujer y ambas empezaron a llorar.

—¿Cómo la amante Olivia? —preguntó Dean, parado detrás de Anna.

—Esto es incómodo —dijo Cas.

Con un brazo alrededor de Olivia, la señora Frieling se giró hacia los cuatro. —Lo siento. ¿Qué creen que estaba ocultando Gary?

Antes de que ella, Sam o Dean pudieran explicar, Cas señaló a Olivia y habló: —Que se estaba acostando con ella.

Anna cerró los ojos por un momento con temor mientras Olivia y la señora Frieling se movían incómodamente.

—Lo sé —dijo la esposa.

Los ojos de la pelirroja se abrieron con sorpresa.

—¿Lo sabía? —preguntó Sam.

Ella asintió. —Gary y yo, nosotros... teníamos un acuerdo. Él estaba viendo a Olivia y yo estaba pasando algún tiempo con nuestro vecino P.J.

Cuando todos no hicieron nada más que quedarse allí, con las mandíbulas flojas, Olivia se dirigió hacia la señora Frieling y le hizo un gesto a la cazuela que todavía estaba en sus manos. —Yo... pondré esto en la cocina.

—Te ayudaré —le contestó la mujer.

En cuando las dos salieron de la habitación, Anna se giró hacia los chicos con una sonrisa. —Malditos barrios residenciales, hombre.

—Así que no es una bruja —afirmó Cas.

Dean se burló. —Solo es la mejor mujer de la historia —Sam soltó una carcajada.

—Que me queda a mi entonces —murmuró Anna rodando los ojos.

****

Anna observó a Sam con ansiedad y temor. Los cuatro estaban parados en la cima de un edificio y para la pelirroja, el menor de los Winchester se inclinó muy cerca del borde. Ella quería correr hasta allí y alejarlo. Y probablemente lo hubiera hecho si la detective no estuviera de pie frente a ella y Dean.

Dejó escapar un suspiro de alivio cuando se alejó del borde y se unió a ellos dos. Anna también observó a Castiel para asegurarse de que no se había acercado más al borde de lo que ya estaba.

—Parece un suicidio —dijo Sam.

—Lo era —aseguró la detective—. El tipo dejó una nota. Lo invirtió todo en industrias Roman y lo perdió todo cuando quebraron el año pasado.

—¿Y por qué llamarnos?—Dean le preguntó.

—Porque tengo dos testigos que juran que Madoff flotó en el aire durante sus buenos diez segundos, entonces miró abajo y ¡plas! No estoy segura de tragármelo, pero de la forma que hablan, suena como algo sacado de unos...

—Dibujos animados.

La mujer se encogió de hombros. —Dijiste que buscabas lo raro.

Dean le dio las gracias y ella los dejó a los tres para atender a los otros oficiales en el techo. Cas eligió ese momento para unirse a ellos.

—Tiene razón, lo sabes —dijo Dean—. Quiero decir, el corazón entero saliendo del pecho del tipo, la caída retardada... eso es auténticamente Bugs Bunny.

—¿Así que estamos buscando alguna clase de híbrido de insecto y conejo? —preguntó Cas—. ¿Cómo lo matamos?

—No, no, Cas —Sam se rió—. Es un personaje, como el Pájaro Loco o el Pato Lucas.

—Son pequeñas películas animadas —le explicó Anna con una sonrisa—. Ya sabes, el coyote persigue al correcaminos y entonces el... yunque le cae en la cabeza —ella rió.

—¿Se supone que es divertido? —preguntó Cas con el ceño fruncido.

Ella dejó caer la sonrisa de su rostro. —No. Es divertidísimo.

****

Anna estaba agotada.

Había tratado de estar lo mejor posible desde que regresó con los hermanos, pero su cuerpo ya le estaba pasando factura de ese tiempo que estuvieron separados. Las cacerías solas o con Emily eran buenas, pero a diferencia de las que hacía con los hermanos ella era la que tenía que hacer todo el trabajo sucio. Se sentía tan cansada. Sólo quería acurrucarse bajo un montón de mantas calientes y no despertar.

El agotamiento la había golpeado justo cuando dejaron la azotea del edificio. No le dijo nada a nadie. Los chicos estaban tratando de trabajar en un caso y ella no quería molestarlos. Así que cuando se sentó atrás, no pudo evitar acurrucarse junto a Castiel.

—¿Qué sucede Anna?

El tono de voz de Cas alertó a los hermanos de inmediato, ambos se dieron vuelta para observarla. —No es nada. Estoy bien, solo quiero llegar al motel.

—Yo puedo...

—No —Dean gruñó interrumpiendo a Castiel—. Ya llegaremos.

Ambos hermano se miraron entre sí haciendo una mueca. El mayor de los Winchesters piso el acelerador tratando de llegar lo más rápido posible. Anna se durmió demasiado rápido y se despertó aún más rápido cuando sintió una mano de Dean sobre su mejilla. Habían llegado. Él se ofreció a llevarla pero se negó rotundamente, tampoco era una moribunda.

Se cambió su traje del FBI por algo más cómodo, le sonrió a Cas cuando lo vio mirando los dibujos y se acercó a la mesa donde su hermana estaba investigando junto a los muchachos. Dean tiró de su brazo para acercarla, ella no puso mucha resistencia así que se sentó en su regazo. Él la sostuvo en su lugar con una mano en su cadera.

—Quiero abrazarte un rato —le susurró al oído. Y aunque sus palabras eran ciertas, ella sabía que lo había dicho para su beneficio.

Ni Sam, ni Dean dijeron una palabra sobre su estado de ánimo. No le preguntaron si estaba bien. No preguntaron por qué ella estaba tan cansada. Sólo hicieron lo que sabían hacer, la abrazaron y esperaron a que pasara.

Anna no podría haber pedido una solución mejor. No era la primera vez que se preguntaba que habría hecho si hubiera decidido dejar permanentemente a los dos hombres que mejor la conocían.

Sus pensamientos se rompieron cuando Dean movió una mano arriba y abajo sobre su espalda y su otra mano señaló el diario delante de él. —No tengo ni idea de lo que estamos cazando —se quejó—. Quizá es un tulpa. Quizá es algún... dios loco que vio demasiado "Pollo robot". Quiero decir, ¿hay una conexión entre "Heartbreak hotel" y "Free fallin"?

—Nada que pueda encontrar —habló Sam cuando Cas apagó el televisor con una carcajada.

—Lo entiendo —dijo Cas—. El pájaro representa a dios. Y el coyote es el hombre, persiguiendo continuamente lo divino, pero nunca es capaz de cogerlo —Anna levantó la cabeza del hombro de Dean y lo miró—. Es... divertidísimo.

Hubo un momento de silencio mientras todos lo miraban antes de que Dean cerrara el diario delante de él y suspirara. —De acuerdo, bueno, voy a llamar —palmeó el trasero de Anna en señal de que se ponga de pie—. Vamos, bebé. Puedes dormir conmigo esta noche. Cas, ¿vas a coger una habitación o qué?

—No, me quedaré aquí —dijo Cas. Dean hizo una pausa y Anna se sintió repentinamente un poco más despierta.

—De acuerdo —dijo Dean—. Sí. Haremos una fiesta de pijamas y trenzaremos el pelo de Sam. ¿Dónde vas a dormir?

—Yo no duermo.

Anna suspiró y se frotó la cara. Las lágrimas se acumularon en sus ojos por el cansancio y nunca se había sentido más ridícula.

—De acuerdo —habló la pelirroja con voz rasposa—. Bueno, quiero dormir y no despertar por un tiempo, así que...

—Yo te cuidaré —sentenció Cas.

Dean soltó una risa seca. —Eso no va a pasar.

Cas se detuvo de repente con los dedos apretados contra la sien. —Me llega algo a través de la frecuencia de la policía —dijo.

—Espera, ¿puedes oír eso? —preguntó Sam.

—Está en todas las frecuencias. Un banco ha sido robado. Suena disparatado.

Anna gimió. —Define "disparatado".

****

Después de lo que pareció una eternidad, Dean logró convencer a Anna de que se quedara con él en la habitación y dejará ir a Emily en su lugar. A la pelirroja mayor no le gustaba ni un poco la idea pero Sam la tranquilizó diciéndole que él mismo se ocuparía de ella. Y Emily no podía estar más que feliz de tener un caso lejos de su hermana.

Los dos se acostaron en la cama del motel, uno frente al otro con las piernas enredadas. Su cabeza descansaba sobre su bicep y ella lo observó mientras sus ojos estudiaban su cara. Dean pasó los dedos por su sien y por su pelo, una y otra vez.

—¿Puede explicármelo? —murmuró Dean.

—¿Explicar qué?

—¿Qué pasa contigo hoy?

Sus ojos observaban su clavícula desnuda mientras pensaba en la mejor manera de explicarlo.

—Creo... que estoy un poco agotada —habló Anna como si fuera una obviedad—. Quiero decir, ese tiempo que nos separamos no fue fácil. No pude dormir bien por la noche, me costaba todo el doble. No me malinterpretes, yo amo cazar sola o con Emi pero es todo más... complicado. Creo que simplemente me quedé sin combustible.

Él asintió. —Sí, yo creo que lo entiendo. Tiene sentido, tu hermana es nueva y es comprensible que te preocupes por ella.

Anna asintió y levantó su cabeza para besar cortamente sus labios. —Esta no es una calle de un solo sentido, ¿lo sabes vedad?

—¿Qué?

Ella se encogió de hombros. —Sé que tú y Sam... ustedes también se quedan sin combustible. Y sé que no te gusta hablar de eso... pero quiero que sepas que puedes contar conmigo. Ni siquiera diré nada. No intentaré darte consejos, sólo te escucharé. Y no le diré a Sam lo que me dices. Ni siquiera te diré lo que me dice Sam. Yo solo...

—Te amo —Dean la interrumpió. Y aunque lo había dicho unas cuantas veces antes, parecía como si fuera la primera vez. Como si acabara de darse cuenta del significado de las palabras—. Te amo... quiero decir, lo entiendo ahora. Yo... entiendo por qué eres tú. Eres la única. Si alguna vez tuviera que elegir alguien con quien quería pasar el resto de mi vida, serías tú. Y si mi vida hubiera sido diferente o hubiera querido una familia y el perro como Sammy... quiero decir, entiendo por qué quiere llevarte con él. Tú eres eso. Eres la mujer de sus sueños. De mis sueños. La esposa y la mejor amiga que los hombres siempre buscan y... y yo no... no puedo... —se interrumpió impotente y le suplicó con los ojos que pudiera comprender lo que estaba tratando de decir.

Con lágrimas en los ojos, Anna lo besó para demostrarle que comprendía. Cuando se separaron, él tomó su mandíbula en su mano y la acarició con el pulgar —Mi mamá, ella habría... ella te habría querido, ¿sabes?

Anna le dio una sonrisa suave y pasó sus dedos contra su mandíbula. —Me hubiera encantado poder conocerla.

Se aclaró la garganta para que su voz sonara firme cuando contestó. —Sí, yo también.

La atrajo de nuevo contra él y colocó su cabeza debajo de su barbilla para que ella no viera las lágrimas que rodaban por su mejilla. Pero Anna sabía que estaban allí, así que hizo lo que Sam y Dean siempre hacían por ella. Ella lo sostuvo y esperó a que pasara.

****

La pelirroja se las arregló para dormir unas horas antes de que Sam, Cas y Emily regresaran. Y mientras que no estaba al cien por ciento cuando despertó, había mejorado un poco y se sentía lista para tratar con cualquier cosa que tuviera enfrente.

Lo cual fue bueno ya que el trío regresó con noticias de un yunque cayendo del cielo y aplastando a un guardia de seguridad en el banco. Por no mencionar el ladrón que los policías locales llamaron el "agujero negro". Al parecer, no dejó nada atrás cuando robaba bancos excepto un par de círculos negros pintados en la pared.

Anna había mencionado que parecía que el tipo estaba jugando con las reglas de los dibujos animados. Una chica bonita hace saltar el corazón de un hombre, un yunque cae del cielo, atraviesas paredes mediante agujeros negros y más. Sam había afirmado con una exasperada mirada a Cas, como si ya hubiera tenido esa discusión con él.

Sam y Dean, después de asegurarse de que se sentía definitivamente bien para quedarse con Cas, salieron para ver lo que podían encontrar en el agujero negro, mientras que ella y su hermana trataron de desenterrar algunos casos más "locos" en la ciudad usando la computadora portátil de Sam.

Cas estaba sentado en una de las camas mirando el diario de John Winchester.

—Su padre... —dijo de repente, sentado en una de las camas—. Hermosa escritura.

Anna lo miró por un momento antes de hablarle. —¿Cómo te sientes, Cas?

La miró con un encogimiento de hombros. —Estoy bien.

La pelirroja alzó las cejas sorprendida. —Bueno, yo solo... sé que cuando... —suspiró—. Salí del purgatorio, tardé unas semanas en... encontrar el equilibrio.

Cas asintió sin levantar la vista mientras miraba otra página. —Estoy bien.

Emily levantó la vista de su computadora para mirar al ángel y después a su hermana haciendo una mueca.

—No me malinterpretes. Estoy feliz de que hayas vuelto. Estoy muy emocionada. Es solo que todo esto de la misteriosa resurrección... siempre tiene alguna desventaja.

Suspiró y cerró el diario para mirarla. —¿Qué quieres que haga?

Ella se encogió de hombros. —Quizás hacer un viaje arriba.

—¿Al cielo?

—Sí, fisgonea, mira si el escuadrón de dios puede decirnos cómo saliste.

—No —volvió a mirar el diario y tragó saliva.

Anna rodó los ojos antes de intentar de nuevo. —Mira, yo odio a esos monos idiotas voladores tanto como tú, pero...

—¡Anna! ¡He dicho que no! —dijo bruscamente.

La pelirroja hizo una pausa por un momento para procesar que Cas acababa de enojarse con ella. Intentó recordar la última vez que había pasado. Él nunca lo había hecho.

Se rascó la frente y suspiró antes de cerrar el portátil e ir a sentarse en la cama frente a Cas, ignorando la cara de sorpresa de su hermana.

—Háblame —dijo ella.

Sacudió la cabeza. —Anna, yo... —suspiró y colocó el diario a un lado, girando su cuerpo para hacerle frente—. Cuando estaba... mal y tenía todas esas cosas... los leviatanes retorciéndose en mi interior... causé mucho sufrimiento en la Tierra, pero he destrozado el cielo. He vaporizado a cientos de mi propia raza y no puedo volver.

—Porque si lo haces, los ángeles te matarán.

—Porque si veo en lo que se ha convertido el cielo. Lo que yo hice de el... tengo miedo de matarme a mí mismo.

Con esa devastadora confesión dejada en el aire, Sam y Dean entraron por la puerta de la habitación del motel.

—Oigan —los llamó Sam—. Tengo algo.

—Bien —dijo Cas. Se levantó y se unió a los hermanos junto a la mesa. Anna tardó unos instantes en hacer lo mismo—. Excelente. ¿Qué?

Dean miró su rostro y se acercó a su lado para envolver un brazo alrededor de la cintura. Se inclinó y le dio un beso en la sien. —No debería haber salido, lo siento —susurró.

Anna pasó una mano por su espalda y le dio una sonrisa tranquilizadora. —No es eso. Yo sólo... tuve una charla con Cas. Estoy preocupada por él.

Dean asintió con la cabeza y se volvió hacia Sam cuando empezó a hablar.

—Así que este tipo, antes de intentarlo en el banco, robó en una casa detrás del parque, donde Gary explotó —dijo Sam mientras golpeaba con los dedos el archivo en la mano.

—¿Así que crees que el atraco de la casa y el cuerpo de Gary están conectados? —dijo ella.

—De acuerdo con el archivo, sucedieron casi exactamente al mismo tiempo. Aquí. Mira esto —sacó un mapa doblado del archivo y lo extendió sobre la mesa, revelando tres grupos de X marcados por toda la ciudad.

—De acuerdo. Aquí está la casa y Gary murió a este lado de la calle. Y ese edificio de esta mañana... aquí. El agujero negro también le golpeó.

—Déjame adivinar... donde, como se llame dio el salto del ángel —Sam asintió afirmando el comentario de Dean—. Está bien. Me lo creeré. ¿Qué pasa con los otros?

—Bueno, esos son los lugares donde las cosas fueron robadas. Pero nadie murió. Quita el graffiti y todos esos parecían robos normales —sacó un informe policial y se lo entregó a Cas—. Pero he hecho unas cuantas llamadas y he hablado con algunas personas que están cerca. Vecinos y eso... y se informó de un montón de locuras.

—¿Cómo qué?

Sam le sonrió. —Como un corredor que se golpea la cabeza y le sale un chichón de diez centímetros o un niño se da contra una pared y oye pajaritos. Básicamente, en unos 45 metros alrededor de cada robo, las personas vivían en un dibujo animado. Pero no duró mucho... como unos cinco o diez minutos en cada lugar.

Anna asintió y cruzó los brazos.

—Más o menos el tiempo que necesita un ladrón para entrar y salir —dijo Cas.

—Exacto. Pero sea cual sea el poder que está usando, no está marcado. Quiero decir, es algo así como un área de efecto. Quiero decir, imagínatelo en una burbuja de lo raro y cualquier cosa que toque se vuelve chiflada.

—Así que ¿estas animaciones pueden atravesar paredes y tirar yunques? —preguntó Dean.

—Sí, pero está deformando la realidad para hacerlo —dijo la pelirroja mayor—. Así que alguien se encuentra cerca conociendo a la chica de sus sueños...

—Su corazón sale corriendo —terminó Dean. Ella levantó una mano en señal de acuerdo—. De acuerdo, así que aplastar al policía de alquiler eso fue a propósito, pero el resto de ellos... ¿Fue un daño colateral de lo raro?

Sam se encogió de hombros —Tal vez.

—Así que buscamos un ladrón —dijo Cas.

—Y la caja fuerte que buscaba. Entonces, la casa, la oficina... cada lugar que ha golpeado pertenecía a alguien que vive en la residencia de ancianos Sunset Fields.

—Así que crees que nuestro hombre está ahí —dijo ella.

—Vale la pena intentarlo.

—De acuerdo —dijo Dean—. Vamos a prepararnos. Es temporada de conejos.

Anna y Sam sonrieron y Cas se inclinó hacia él con una mirada de simpatía. —No creo que lo hayas pronunciado correctamente —dijo.

****

Sunset Fields era una casa de retiro. Tierra de los enfermos y moribundos. Al menos así fue como Anna lo veía.

Sam rió mientras la pelirroja se apretaba contra la pared con una mueca de disgusto cuando un anciano con una máscara para respirar avanzaba con su andador.

—Vamos. No es tan malo —bromeó Sam.

Ella se pasó las manos en su camisa, alisando las arrugas inexistentes y volvió a hacer una mueca mientras miraba a su alrededor. —No puedes decirme que este antro no te da escalofríos y/o calorfríos.

Sam le dedicó una sonrisa que se desvaneció rápidamente cuando sintió que su corazón repentinamente palpitaba. Se aclaró la garganta y se frotó el pecho, mirando para ver si ella, Dean o Cas lo habían notado. Cuando parecía que no lo hacían y su ritmo cardíaco volvió a la normalidad, Sam se olvidó de ello. En su lugar, opto por dirigir su atención hacia el hombre que se acercaba hacia ellos.

—Hola —dijo—. ¿Puedo ayudarte?

—Hola —la pelirroja le contestó al hombre con una sonrisa—. Sí. Agente Crosby. FBI.

Anna, Sam y Dean sacaron sus falsas insignias del FBI y se las mostraron. Sam observó como ella le dio una sonrisa deslumbrante y tuvo que frotar una mano sobre su pecho mientras su corazón palpitaba de nuevo. Miró a Dean y lo vio hacer lo mismo.

Tuvo un pequeño pensamiento de lo que ocurría.

—Lo siento —contestó el hombre—. Soy el Dr. Dwight Mahoney. Dirijo el Sunset Fields.

—Tenemos que hacerle unas preguntas a tus residentes —dijo de repente Cas.

—¿Por qué? ¿Sobre qué?

—Un gran robo, básicamente —dijo Sam con una sonrisa.

El doctor Mahoney dio una mirada confundida a sus residentes aparentemente, la mayoría de los cuales estaban en sus últimos años o días, sin dudas se estaba preguntando como cualquiera de ellos podría correr una milla o ser partícipe de un robo.

—Claro. Por supuesto, pregunten —dijo lentamente—. Si hay algo que pueda hacer para ayudar, haganmelo saber.

Anna le agradeció con otra sonrisa y se fue. Una vez que estuvo fuera de alcance, se dirigió a los muchachos. —De acuerdo, hagamos esto. Sin coquetear, ustedes tres.

Sam soltó una carcajada y tuvo que presionar una mano contra su pecho otra vez. Una vez que Cas los dejó para seguir a Anna como un perrito perdido, se giró hacia Dean.

—Dime que no soy el único que está sintiendo esto ahora mismo —dijo Sam.

Dean se frotó una mano contra su propio pecho. —Si lo que quieres decir es que mi corazón está tratando de salir de mi pecho en este momento, entonces sí. Lo siento.

Sam maldijo en voz baja. —Está bien, simplemente... no mires a Anna, ¿de acuerdo?

—¿No la mires? ¿Tienes idea de lo difícil que es eso? —gruñó Dean.

—Sí, Dean, lo sé. Siempre la he vigilado para asegurarme de que está bien.

Dean se encogió de hombros. —Normalmente estoy viendo como esa pollera enmarca su trasero.

El rostro de Sam se endureció mientras miraba a su hermano. 

—Sólo trata, Dean. Y no le digas lo que está pasando, no hasta después de que hayamos terminado aquí. No quiero preocuparla.

****

Anna se sentó a una mesa con Cas y una anciana, tratando de sofocar la risa que amenazaba con salir de su garganta. Durante los últimos cinco minutos, la mujer había estado coqueteando descaradamente con Cas y llamándolo Charles.

La señora suspiró una vez más y acunó su barbilla en sus manos. —Eres tan guapo, Charles.

Cas le dirigió a Anna una mirada de desamparo, pero ella soló presiono sus labios tratando de ocultar su sonrisa.

—Ese no es mi nombre —dijo finalmente Cas.

—Oh —contestó apenada la mujer—. Te pareces mucho a mi tercer marido.

Una vez más, Anna ahogó su risa ante la desconcertada expresión de Cas y se dirigió hacia la mujer. —Estamos aquí para hablar sobre el robo, señora.

—¿Robo?

Ella asintió amablemente. — Sobre el que la policía le habló hace ya unos cuantos días. Alguien entró en su antigua casa y robó un montón de títulos al portador y algunas joyas que escondió bajo las tablas del suelo.

Le dio a Anna una sonrisa brillante. —Mis diamantes, sí. Los escondí ahí —se giró hacia Cas con una mirada de simpatía—. Lo siento, Charles. No confié en ti. Fuiste bastante sinvergüenza.

Anna le dirigió una sonrisa a Cas y él la ignoró mientras se inclinaba sobre la mesa hacia la mujer y le preguntó: — ¿Le contó a alguien dónde estaban sus objetos de valor, señora Tate?

Ella pensó por un momento antes de responder. —Creo que no. Pero me siento un poco confusa algunas veces.

—¿Ha notado algo extraño últimamente... —preguntó la pelirroja—. ¿Lugares fríos, olores?

—Bueno, hay un gato. —señaló el sofá detrás de Anna y ella se volteó para ver a un gato jengibre acostado allí—. Habla a veces. Odia a ese ratón.

Anna le dio a Cas una mirada significativa y él asintió. —Interrogaré al gato —no era eso lo que significaba su mirada, pero lo dejo ir.

Después de un rato de hablar con los abuelos, la pelirroja se unió a Sam y Dean, donde estaban junto a un muro de fotografías y hablaban entre sí.

—¿Que pasa? ¿Encontraron algo? —les preguntó Anna. Ambos la miraron e hicieron una mueca antes de apartar los ojos. Anna se sorprendió por su repentino rechazo hacia ella—. Bueno, chicos. Sé que tuve una noche difícil, pero no pensé que me veía tan mal.

—No es eso—dijo Dean suavemente mientras la miraba.

—Dean —Sam lo regañó bruscamente. Dean apartó la mirada de ella y cerró la boca—. Mira, acabamos de descubrir que conocemos a uno de los residentes aquí. Su nombre es Fred Jones y es psíquico. Creemos que es nuestro tipo.

Después de discutir con Cas, quien insistia en que casi había hecho confesar al gato, volvieron a caminar por el pasillo hacia las habitaciones. Sam se detuvo después de unos pasos y se giró hacia Anna. Bueno... su cuerpo estaba frente a ella, sus ojos estaban fijos en el techo sobre su cabeza. —Por cierto, te ves muy hermosa. Todo el tiempo. Incluso cuando tuviste una mala noche.

Anna rodó los ojos, pero no pudo evitar curvar levemente sus labios en una sonrisa. —Vamos, Romeo.

Cuando pasó junto a él, deslizó la mano por debajo de su camisa y le clavó las uñas en sus abdominales. Anna sonrió mientras él temblaba bajo su contacto y cerraba los ojos.

Una vez que se fue, Sam dejó escapar el aliento que había estado conteniendo y dejó caer su barbilla contra su pecho. —Jesucristo —susurró para sí mismo mientras apretaba la palma de su mano sobre su corazón para calmarlo—. Esta mujer literalmente va a ser mi muerte.

****



Tarde pero seguro. Solo voy a decir... disfruten los capítulos felices 👀

Gracias por todos los comentarios y votos, me hacen muy feliz. En serio. Siempre son bien recibidos al igual que las críticas.

Besos y cuidense siempre. Nos leemos el jueves 😘

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