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[005] parte I

Anna estaba sentada sobre sus piernas en el extremo de la cama en la habitación del hotel de Annie con Sam a su lado, mirando por encima de su hombro la pila de papeles que había extendido sobre la cama para investigar tranquila. 

—Esto es de hace años —dijo en voz alta. Dean estaba sentado en la mesa, junto a la ventana, mirando su propio montón de papeles—. Desapariciones sin resolver. Se detienen unas décadas atrás, después se reanudan recientemente. Todos adolescentes.

—Parece que Annie encontró una conexión, a muchos de ellos les gustaba echar un vistazo antes de que se perdieran —comentó Dean mientras se levantaba y se acercaba a donde ellos estaban sentados.

Le dio a Sam una mirada extraña, pero se había acostumbrado a que su hermano estuviera cercano a ella, tan acostumbrado estaba que dejó de hacer comentarios cada vez que sucedía. Simplemente se limitaba a mirarlo.

—¿Sí? 

Dean les entregó un folleto de una casa local famosa. —Sí. La antigua casa de Van Ness.

Anna se burló al mirar las fotos —Es acogedora —ella y Dean hablaron al mismo tiempo.

Ambos compartieron una mirada divertida, Sam puso los ojos en blanco mientras sacaba el folleto de sus manos. —Bueno, la policía revisó el lugar. No hallaron nada.

Dean se quejó acerca de la policía local, pero ella no lo escucho, estaba distraída viendo como la cortina de la ventana se agitaba por el viento. Lo más curioso era que la ventana estaba cerrada. Y la puerta también. No había ninguna corriente de aire. 

Hubo un brusco descenso de temperatura, sintió un escalofrío recorrer su cuerpo cuando se dio cuenta de que había una mano haciendo clic con los dedos frente a su cara. Parpadeó un par de veces para ver a Sam y Dean, mirándola con el ceño fruncido.

—¿Aún estás ahí? —preguntó Dean.

Ella asintió. —Sí, lo siento. Sólo estaba pensando.

—¿Quieres contarnos algo? —inquirió Sam.

Ella movió su cabeza con rapidez. —No es importante —negó mientras tomaba el folleto de su mano—. Escuchen esto. Hace un par de meses atrás, alguien la puso en una de esas listas de "casas más buscadas en América".

Dean dijo que probablemente fue cuando los adolescentes comenzaron a desaparecer de nuevo. Pero ella podía sentir los ojos de Sam mirándola, esperando alguna reacción. 

—Digo que vamos a rodar —dijo Anna mientras se ponía de pie sobre la cama, esparciendo algunos papeles que había en ella y se baja con un pequeño salto silencioso como si fuera un gato, bajo la mirada de los hermanos.

*****

Los tres presionaron las crujientes puertas de la vieja casa con estilo victoriano, con las linternas en alto. Anna dejó escapar un silbido bajo mientras entraba al enorme vestíbulo, incluso había hasta una chimenea. Hacía demasiado frío en esa casa, pero no era frío de baja temperatura, sino como el que había sentido en el cuarto de motel de Annie.

—Cariño, estoy en casa —murmuró Dean—. De acuerdo, vamos —dijo mientras se dirigía a la escalera cercana. Ella y Sam siguiéndolo de cerca—. ¿Annie? —gritó mientras entraban en la primera habitación.

—Comprueba su celular —ella sugirió mientras Sam sostenía el medidor EMF que no dejaba de sonar y parpadear.

Dean hizo lo que le dijo y un sonido cortó con el silencio de la habitación. Anna se dirigió por un pasillo a otra habitación más lejana, sólo para detenerse cuando casi pisó un teléfono que había sido tirado en el suelo.

Dean lo recogió y empezó a mirar el registro de llamadas. Pensó que era para asegurarse de que era de Annie. Los tres regresaron al hall de entrada antes de comenzar a subir las escaleras que llevaban a otra parte de la casa.

—La llamada para mi fue la última que hizo. Entonces, ¿dónde diablos está? —Dean gruñó, cada vez más angustiado por toda la situación. 

Sam estaba subiendo la escalera con Dean y Anna detrás. Al oír el estrés en su voz, ella colocó distraídamente la mano sobre su espalda, frotando suavemente como ofreciéndole consuelo. Lo había hecho tantas veces con Sam, ella creía que a veces el contacto físico era una buena forma de tranquilizarlo, incluso hubo veces que él acariciaba su brazo o su pierna como para estar calmado.

Una vez que llegaron a la cima de la escalera, Dean se giró hacia ella y agarró la parte superior de su brazo. Esperó a que Sam se alejara de su alcance antes de hablarle en voz baja —¿Qué estás haciendo? No es exactamente el momento adecuado para seducirme.

Anna arqueó una ceja sorprendida y trató de ahogar una sonrisa —¿Qué? Dean, no te estoy seduciendo.

Se burló. —¿De verdad? Entonces ¿qué fue todo eso?  —él señaló hacia las escaleras—. Mira, entiendo que tú y Sam están unidos, tengan ese contacto físico especial y un montón de sentimientos el uno con el otro. Pero no puedes hacerlo con él y luego conmigo... no está bien.

Ella lo observó en silencio unos segundos y luego se echó a reír. Al parecer, lo suficientemente alto como para que Dean tuviera que apoyar una mano en su boca para silenciarla. Retiró su mano una vez que había recuperado la compostura, pero todavía había una sonrisa extendida en su cara. 

—Dean, no te estoy seduciendo. No estoy seduciendo a Sam tampoco. Él pasó por un montón de cosas malas cuando estaba en el psiquiátrico. Me usaba como una especie de pelota anti-stress. No le temo al contacto corporal, creo que se hizo un hábito de los dos —Anna se encogió de hombros—. No lo sé, supongo que funcionó para él. Y pensé que como eras su hermano, tal vez te sentirías mejor. No me di cuenta que te hizo sentir incómodo, fue un acto natural. Prometo no hacerlo más.

—No —Dean casi grito, ganándose una mirada sorprendida de ella—. Bueno, quiero decir. No tienes que parar. Debe ayudarte también ¿verdad? —se apresuró a agregar—. Quiero decir, no nos tocarías así por la bondad de tu corazón. ¿Quién soy yo para quitarte eso? —él se aclaró la garganta y se tragó pesadamente mientras la miraba con una expresión casi infantil.

Ella sonrió. —Dean, si quieres que tengamos sexo tienes que ser más especifico.

Rodó los ojos y la expresión malhumorada en su rostro estaba de vuelta. —Tienes que hacer todo difícil, ¿no? —le preguntó por encima del hombro mientras seguía el camino que su hermano tomó por el pasillo. Anna no podía hacer otra cosa más que reír mientras lo seguía.

Los dos finalmente alcanzaron a Sam. Dean había decidido escuchar algunos de los mensajes de voz de Annie para ver si podía desenterrar algo. Sam seguía agitando el medidor EMF de un lado a otro.

—Estamos recorriendo todo el lugar —dijo Sam—. ¿Asumo lo peor?

—Sí, siempre —dijo Dean mientras terminaba de escuchar un mensaje en el teléfono de Annie. 

Anna pensó en acercarse de nuevo a él, pero probablemente todavía estaba guardando rencor por su burla, así que mantuvo sus manos para sí misma y se acercó a Sam para ver cómo estaba. Él apretó fuertemente su mano, pero no buscó más contacto que eso. Lo tomó como una buena señal.

—De acuerdo —dijo su hermano—. Un espíritu vengativo. Quizás muchos de ellos. Asesinando niños. Mira a tu alrededor. No hay sangre, no hay nada. Ciertamente no hay cuerpos.

Dean no parecía oírlo, estaba demasiado absorto en un mensaje en particular, así que ella respondió por él. —Bueno, si el mal está aquí de fiesta, tiene un buen equipo de limpieza.

—Chicos, escuchen esto —dijo Dean de pronto mientras sacaba el teléfono de Annie de su oreja y lo ponía en el altavoz—. Desde principios de esta semana.

Había un poco de ruido de fondo, pero si oían atentamente, se podía escuchar la voz de una joven que decía "liberame, liberame".

—¿De dónde vino eso? —preguntó.

Dean giró el teléfono para mostrarle la pantalla. En lugar de un número de teléfono solo había una cadena de asteriscos. —¿Alguna vez viste un número de teléfono como este?

****

Después de casi una hora de búsqueda, los tres terminaron de nuevo en una sala de estar del hall de entrada. —Bueno —dijo Dean con resignación—. Este es el final de cada centímetro cuadrado de este lugar. No hay cuerpos, ni trozos de cuerpos... no hay Annie. Un montón de chisporroteo y ningún filete.

—Bueno, quizá que no haya noticias son buenas noticias —agregó Sam con una alegría forzada.

—¿Qué significa? —preguntó Dean.

—Significa que quizá no esté aquí. Quizás aún está bien —ella sonrió con simpatía ante el optimismo de Sam, pero sabía que todo esto no podía ser nada bueno. Algo le había ocurrido a Annie y estaba dispuesta a apostar todo lo que tenia, que no la verían viva de nuevo.

—Sí, ¿y qué dice tu instinto? —gruñó Dean, seguramente estaba pensando lo mismo que ella.

—Veamos si hay algo más en su investigación —Anna acotó con un poco de esperanza. Los hermanos estaban bajo mucho estrés, lo último que necesitaban era ponerse nerviosos el uno al otro y volver a pelear.

*****

Un rápido repaso a la investigación de Annie reveló que había obtenido toda la información de Sociedad de la herencia de Bodega Bay. La forma más fácil de averiguar lo que le sucedió fue volviendo a rastrear sus pasos y seguir sus pistas. 

Así que allí estaban, mirando una gran foto en blanco y negro de la casa de Van Ness con información sobre los primeros residentes de Bodega Bay. Normalmente a Anna no le importaba escuchar un poco de historia, sobre todo cuando se trataba de un pueblo tan antiguo como ese, pero el historiador era lo más aburrido que había oído en su vida.

Ella intentó brindarle su atención, realmente trato, pero no podía. El hombre no estaba brindándoles nada interesante o al menos nada que no pudieran haber conseguido en internet. Les contó que Whitman Van Ness, el heredero, había perdido la fortuna familiar y la casa, haciendo que se convirtiera en un burdel. 

Vivió solo y murió a los cuarenta años. Dexter O'Connell, era un ex-convicto que se convirtió en guardia cuando Whitman tuvo piedad de él. Al parecer, eso resultó contraproducente, porque en vísperas de la boda de Van Ness su prometida fue asesinada y Dexter fue condenado por el asesinato.

El historiador también les contó de Annie había ido a buscar información. Él le había dicho que el lugar era peligroso y que se mantuviera alejada de la casa.

Con esa información desalentadora, hicieron el viaje de regreso a su propio motel y Anna prácticamente golpeó a Dean para obtener la primera ducha. Le hubiera disparado si él utilizaba toda el agua caliente antes de que pudiera quitarse toda la suciedad de la espeluznante casa.

 Un gruñido y una mirada de enojo valieron la pena cuando el primer chorro de agua golpeó en su espalda. La puerta del cuarto de baño estaba entreabierta para que pudiera oír como los hermanos hablaban del caso, pero todavía tenía una cortina de ducha que le permitía la suficiente privacidad.

— Así que, además de a la prometida de Whitman —exclamó Sam—. Dexter O'Connell también fue condenado por matar a un montón de prostitutas que trabajaban en el burdel. El titular del periódico dice: "La mujer asesinada en la víspera de la boda fue prometida de Whitman Van Ness". Escapó antes de que pudieran colgarlo. Pero entonces regresó a la casa, donde fue encontrado muerto a tiros —hubo una pausa y Sam volvió a hablar, aunque su voz era tan precisa que Anna pensó que podía estar apoyado en el marco de la puerta del baño—. ¿Por qué iba a escapar y luego volver a esta casa donde le arrestaron?

—No lo sé —gritó ella—. Añade eso a una lista de cosas que no sé —inclinó su cabeza hacia atrás bajo el chorro de agua para lavar el último rastro de acondicionador de su cabello. 

Oyó la puerta de la nevera cerrarse y pensó que Dean estaba tomando una bebida. Se alegró de que al menos no estuviera usando la licorera. Pensó que había oído a Sam preguntar cuál era el siguiente movimiento, pero no respondió. 

Estaba demasiado ocupada prácticamente derritiéndose debajo de la ducha y no pensó que le estaba preguntando directamente a ella. Finalmente, con un suspiro decepcionado, apagó el agua y extendió la mano alrededor de la cortina para tomar una toalla de la percha que había al costado de la ducha.

Envolvió la toalla más grande alrededor de su cuerpo mientras salía de la bañera, agarró una más pequeña y rápidamente la froto sobre su cabello para secarlo un poco antes de pasar un peine por el pelo húmedo. Se quedo congelada cuando levantó la cabeza y sus ojos aterrizaron en el pequeño espejo frente al lavamanos.

—¡Chicos! —gritó. Y todo lo que oía era a los dos corriendo hacia ella.

—¿Qué pasa? —preguntó Sam. 

Ella señaló con la cabeza hacia el espejo. El vapor de la ducha había empañado la superficie del espejo y justo en el centro estaba escrito "Annie atrapada en la casa" como si alguien hubiera entrado y escrito en el espejo con su dedo.

—No. No, no lo hice —dijo Sam mientras miraba sorprendido el espejo.

—Bueno, entonces, ¿quién está ahí? —preguntó Anna suavemente—. ¡Dije quién está aquí! Esto no es gracioso —los fantasmas no eran un problema para ella, había perdido la cuenta de las veces que tuvo que lidiar con ellos, pero esa ocasión era especial. Ella temía que la respuesta sea la que pensaba.

Sintió una mano pesada en su hombro y una pared humana a su espalda, por la sensación de la diferencia de altura estaba segura que era Sam. 

Todo se quedó en silencio durante unos segundos y luego el grifo de agua caliente se abrió y el vapor comenzó a empañar nuevamente el vidrio. Los tres miraban con horror, las palabras comenzaron a desaparecer para ser reemplazadas por una nueva. 

Bobby.

—Bobby —la voz de Anna era casi un susurró, podía sentir como sus ojos comenzaban a aguarse por las lágrimas. 

Retrocedió fuera del cuarto de baño más allá de los hermanos y comenzó a mirar alrededor de la habitación, parpadeando lo suficiente para contener el llanto. Ella no iba a quebrarse con tanta facilidad. Sam y Dean estaban mirando a todos lados, como tratando de encontrarlo.

—Todo este tiempo, hemos intentado convencernos de lo contrario, y él ha estado... ¿qué está haciendo aquí? —preguntó Dean.

Sam finalmente vio la petaca de licor que había estado buscando y la recogió del tocador donde estaba y se la regresó a Dean.

—Tenemos que volver a esa casa, ahora —aseguró Anna mientras comenzaba a buscar la ropa para vestirse.

****

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