[005] - De suma importancia
Anna estaba apoyada contra el capó del auto junto a Sam. Su cabeza inclinada hacia arriba mientras observaba como las estrellas brillaban, era una noche tranquila. Dean estaba consiguiendo algo de comida para los tres.
—¿Todo bien? —preguntó Sam, mirándola con preocupación cuando la oyó suspirar.
Ella sonrió y giró su cara para observarlo. —Mejor que bien. Todo es perfecto.
Se burló. —Perfecto ¿eh? ¿No te parece demasiado? Yo no iría tan lejos.
—Lo sé. Prefieres dejar pasar momentos como estos.
Se produjo un silencio mientras ella volvió a mirar hacia arriba. —¿Momentos? ¿Qué momentos?
—Este momento.
—No te estoy comprendiendo, Anna.
—Está todo tranquilo. La temperatura es perfecta. Huele a césped recién cortado. Nunca he visto las estrellas brillar de esta manera. Son los pequeños momentos que nos tienen que hacer feliz.
—Nunca me dirás cómo conociste a Bobby ¿verdad?
Sonrió sin dejar de mirar el cielo. Sabía que algún día iba a tener que hablar con él, ella solo deseaba alargar ese momento lo más que pudiera. No quería cambiar ante los ojos de Sam. No quería ser tratada como si fuera de cristal.
—Hace unos años atrás Bobby apareció en mi casa, matando a un demonio.
—¿Solo eso? Anna...
Por fin dejó de mirar hacia arriba para hacerle frente. —Sam ¿qué quieres que te diga?
—No lo sé, al parecer Bobby te apreciaba mucho.
Anna apaciguó su actitud defensiva. —Hace unos años un demonio atacó a mi madre. Él apareció en el momento justo.
—¿Por qué te hiciste cazadora?
—No lo sé. Después del ataque mi madre no quedó bien, hubo que internarla en un psiquiátrico —dejó de hablar para observar a Sam. Parecía sorprendido pero no dijo una palabra—. Bobby me brindo su ayuda. Yo estaba sola con mi hermana...
—¿Tienes una hermana?
Ella asintió con una sonrisa al recordarla. —Emily. Va a la universidad —le había costado mucho convencerla de elegir una carrera y enviarla a la mejor universidad. No era muy estudiosa, pero ella quería que su pequeña hermana tenga la vida que nunca pudo.
Sam cruzó su brazo por encima de sus hombros, atrayendo su pequeño cuerpo contra el suyo para un abrazo. Ella simplemente cruzó uno de sus brazos sobre su cintura tratando de descansar su cabeza, casi a la altura de sus hombros, aunque por su estatura le era imposible llegar. La situación que comenzaba a vivir con los hermanos estaban confundiendo sus sentimientos.
Todo ese tiempo que estaba junto a ellos era para terminar un trabajo, para hacer lo que Bobby le pidió alguna vez. Sin embargo el trabajo se le estaba saliendo de las manos como nunca antes le pasó. Sam le transmitía confianza. Dean le daba tranquilidad. Era una sensación extraña, algo que nunca pensó que necesitaba.
—Mi familia nunca fue un ejemplo. No éramos La casa de la pradera, pero se supone que uno debe amar a los suyos. Y yo lo hacía, amaba a mi madre y amo a mi hermana. Supongo que empecé esto por la misma razón por la que todos empiezan.
—Por venganza —ella se mantuvo en silencio ante la pregunta de Sam, no hacía falta decir nada para saber que estaba en lo cierto.
Ellos también habían comenzado de la misma forma. Primero su padre y luego Dean. La venganza era un círculo vicioso que nunca parecía tener fin. Y todos, tarde o temprano, terminaban arrastrados por el.
—¿Y tu padre?
—Él... él era el demonio que Bobby mató.
El agarre de Sam se hizo más fuerte, como si eso sirviera de algo, como si eso podía consolarla. Ella lo apreciaba, sin embargo no podía dejar de imaginar como la miraría cuando se entere de la historia completa.
—¿Anna? —la voz de Sam era tranquila mientras movía su mano hacia arriba y abajo contra el brazo de ella. Solo recibió un sonido como respuesta—. ¿Hay algo que no me estás contando, no?
Ella asintió con tranquilidad. No le estaba contando cómo era que había visto a su madre ser violada o como su padre había intentando abusar ella. Tampoco le estaba contando que, tal vez, por culpa de que las puertas del infierno fueron abiertas su padre había sido poseído. Había mucho que no le estaba contando y por el momento no tenía intención de hacerlo. —Tal vez más adelante.
Dean eligió el momento adecuado para aparecer, estaba con una bandeja de comida entre sus manos. —Está bien, aquí vamos —dijo mientras repartía los tacos.
Sam retiró el brazo de sus hombros para comer y no habló más sobre el tema, él aun no sabía que su hermano ya lo había oído todo, o casi. Y por el momento Anna prefería que sea así. Sentía un poco de culpa al recordar la conversación que tuvieron en Kansas. Quería que ella fuera honesta, pero no se trataba sobre honestidad y estaba segura que no le haría bien saber que Dean sabía más que él.
—Sabes, a pesar de que el mundo se va a la mierda, hay algo con lo que puedes contar... —comentó Dean, ajeno a la tensión entre ella y Sam, mientras mordía el taco—. Estas cosas siguen teniendo el mismo sabor en cada auto-servicio en cada estado de nuestra gran nación.
—Tienes razón. Y lo adoro —ella afirmó con una sonrisa, tratando de disipar la tensión en el aire y dándole un mordisco a su taco al mismo tiempo.
Antes de que cualquiera pudiera seguir hablando o comiendo, un sonido rompió con el silencio de la noche. Todos hurgaron sus bolsillos pero Dean fue quien sacó el teléfono que sonaba.
—Annie —respondió mientras se lo ponía al oído.
Anna levantó la mirada disimuladamente para observar a Sam, él parecía sumergido en sus pensamientos, tal vez estaba procesando toda la información que ella le había dado. Sabía que no había quedado conforme con su ultima respuesta, la presionaría hasta que termine hablando.
—Venga. Vamos a Bodega Bay —dijo Dean mientras colgaba el teléfono.
—¿Hay algún caso ahí? —preguntó ella, tomando su comida y dirigiéndose hacia el asiento trasero.
—Nos encontraremos con una amiga.
****
Los tres se sentaron alrededor de una mesa mirando hacia el muelle en el restaurante Pier Front en Bodega Bay esperando a una mujer llamada Annie. Ella la conocía, era una cazadora amiga de Bobby, incluso la había ayudado en uno de sus primeros casos. Era una mujer buena, amable y bonita. Siempre tuvo el pensamiento de que entre ella y Bobby algo había pasado.
Annie se había quedado con algunos libros de él, y era más que sabido que tanto los muchachos como Anna, los querían de vuelta. Sam y Dean estaban mirando los menús mientras ella leía el periódico, ya había escogido lo que quería tan pronto como había mirado el menú.
Estaba leyendo un artículo sobre Dick Roman. Ese monstruo era el que había matado a Bobby, según le habían contado. Solo le bastaba con ver una foto de él para sentir total desprecio, ella le haría pagar por haber matado a su amigo. —Oigan, escuchen esto... —dijo, llamando la atención de los muchachos—. Dick Roman está financiando otra excavación arqueológica. El tipo mueve más mierda que The Drudge Report.
—Bien, ¿algo en lo que él esté escarbando? —preguntó Dean.
—¿No crees que te lo hubiera dicho? —él puso los ojos en blanco y volvió a su menú.
Sam soltó un suspiro y miró su reloj. —¿No crees que ya habría llegado? Annie no suele llegar tarde, ¿verdad? —preguntó a nadie en particular.
—No, nunca. Es absolutamente compulsiva. Probaré con su móvil —Dean sacó su teléfono y comenzó a desplazarse a través de era su lista de contactos.
—Sabes que ella y Bobby tenían algo, ¿cierto? —dijo Sam con una sonrisa mientras él se colocaba el teléfono en la oreja.
—Sí. Sí, lo sabía —respondió, aunque no sonaba nada convencido. Unos segundos más tarde pareció entender a lo que se refería—. ¿En serio?
Anna rodó los ojos —Dean, era tan obvio.
—Sí. Una especie de cosa trinchera... muy Hemingway —afirmó Sam.
Dean tragó saliva. —Ella y yo fuimos del tipo Hemingway en ese momento, también.
El rostro de Sam cayó y de repente se quedó congelado con el menú en su mano. Ella reprimió una risa, ya se imaginaba lo que estaba por venir. —De acuerdo, bueno... eso pasa —murmuró, como intentando convencerse a sí mismo.
—¿Qué, tú también? —preguntó su hermano.
Sam se encogió de hombros y se apresuró a explicar. —Mira, fue hace tiempo. Acabamos en el mismo caso. Ella estaba estresada. Yo... yo no... tenía alma.
—Espera, ¿no tenías alma? —ella se sorprendió mientras se inclinaba sobre la mesa hacia él.
—Te cuento si tú me cuentas —contradijo él y al instante se arrepintió.
Era como si la frase estaba en su cabeza y salió antes de que pudiera siquiera pensarlo. Ella lo miró sorprendida, podía esperar ese tipo de actitud por parte de Dean pero no él.
—¿Hay algo que deba saber? —intervino Dean, con el teléfono todavía en la oreja mientras veía a los dos como un halcón. Era gracioso que justo él sea el que tuviera que actuar como mediador en una palea.
—No —ambos respondieron al unísono.
—¿Tú también estuviste con ella? —curioseo Dean, tratando de romper la tensión.
—¿Te gustaría saberlo verdad? —Anna le dio una sonrisa divertida mientras bebía un poco de café.
—Es bueno saber algunos secretos.
—Buena suerte con eso —Sam habló tan bajo como pudo, sin embargo la pelirroja había logrado escucharlo. Y al parecer Dean también.
Anna rodó los ojos ignorándolo. Dean parecía como si quisiera discutir lo que estaba pasando, pero en su lugar suspiró y colgó el teléfono. —No contesta —tomó la licorera de Bobby y le hecho un poco de alcohol en su café—. Bueno, aquí está el fantasma que no estaba ahí.
—Suenas como decepcionado —ella dijo suavemente.
Sin pensarlo, se inclinó hacia delante y puso su delgada mano sobre su grueso antebrazo. Ella lo había hecho un millón de veces antes con Sam, así que ni siquiera se dio cuenta que tal vez no quisiera el mismo tipo de consuelo que su hermano. Pero Dean no se encogió de hombros, ni retiró su brazo. En cambio, la miró. Pero esta vez era diferente, no la miraba con desconfianza, como lo hacía siempre. Esta vez la miraba como alguien cercano. Por primera vez se dio cuenta que ella podía llegar a sentirse de la misma forma que él.
—Es mejor así. Quiero decir, aunque deseáramos poder volverlo a ver otra vez no significa que debiéramos —él recogió su taza y la estrelló contra la suya antes de tomar un sorbo.
Anna no dijo nada porque no sabía que decirle al respeto. Después de haber meditado un poco toda esa situación de que tal vez Bobby había regresado, su pensamiento había cambiado. No estaba tan segura de si pensaba igual que él. Así que ella acarició su antebrazo un par de veces antes de volver al periódico—. ¿Nos está dejando plantados? —preguntó Dean.
Sam miró su reloj. —Sí, esperemos que sea solo eso.
Estaba a punto de decir que tal vez tuvo algún problema con el tráfico y dejó su teléfono en el motel, pero luego vio el frasco de Dean moverse. O al menos eso pensó. Estaba acostado sobre la mesa y rodaba ligeramente. Tal vez podría haber sido el viento, pero ella no sentía la brisa contra su piel y su mesa no estaba cerca de la puerta. Pensó en decírselo a los hermanos, pero quizás por el momento era mejor dejar que las cosas se calmen un poco. No estaba segura de que podía seguir hablando de Bobby sin quebrarse.
****
Los tres habían dejado el restaurante, Annie nunca había llegado. Estaban caminando hacía el coche. Anna en medio de los hermanos, con las manos en los bolsillos observando como Dean todavía intentaba comunicarse con la mujer, aunque estaba segura que si antes no había podido tampoco iba a poder ahora. Toda la situación le daba un mal presentimiento.
—¿Nada? —preguntó Sam mientras Dean terminaba la llamada.
—Directamente al correo de voz. Algo no está bien —respondió.
Anna había escuchado de boca de Bobby que la vida de los muchachos era complicada, ella conocía prácticamente casi todo de sus vidas, pero parecía que cada vez que los chicos tenían un poco de descanso, algo surgía y arruinaba la paz. —¿Qué estaba haciendo en Bodega Bay? No creo que haya venido hasta aquí solo por un par de libros.
—Estaba trabajando en algún tipo de caso. Realmente no lo dijo —contestó Dean mientras sacaba su frasco de la chaqueta. Lo abrió y sacudió boca abajo, estaba vacío—. Tengo que conseguir un recambio —murmuró.
Vio a Sam presionar sus labios en señal de desaprobación, pero no dijo nada, en cambio caminó los últimos pasos hacia el coche. Su hermano quiso seguirlo pero ella lo agarró la manga de su chaqueta y lo retuvo. Dean le dio una mira de disgusto, pero ella había renunciado a tratar de hacerlo feliz por lo que no le molestó su reacción.
Lo único que le importaba ahora era mantener todo bajo control y que las cosas no se fueran de foco. Había visto el disgusto hervir bajo la piel de Sam durante todos esos días. No estaba segura si era porque Dean estaba bebiendo más de la cuenta, que usara el viejo frasco de Bobby, el hecho de que ella aún no era del todo honesta con él o una combinación de todo. De cualquier manera, Sam estaba irritado y cualquier chispa por mínima que fuera podía desatar el fuego. Y estaba segura que no iba a ser sencillo calmarlo.
—Deberías calmar un poco tus ansias de beber —la mirada de Anna era dura—. O al menos guarda ese maldito frasco. Sé que no fue fácil su pérdida. Para nadie lo fue, pero abriendo esa botella una y otra vez solo empeora las cosas.
Estaba esperando que la insultara o que le dijera que se metiera en sus asuntos, sin embargo se quedó allí, observándola por unos segundos que parecían una eternidad.
Era la versión fresca de Sam. Lo único que quería hacer era abrazarla hasta que ella le asegurara que todo estaría bien. Anna soltó su brazo, retrocediendo un poco bajo su mirada. —No te voy a pegar —gruñó.
Frunció el ceño confundida. —Lo sé. Es más probable que yo patee tu trasero antes.
—Te estás preparando como si estuvieras a punto de recibir un golpe. ¿Él te golpeaba?
Anna entendió su pregunta, ahora ya no estaba confundida sino sorprendida. No esperaba que Dean aun recuerde la charla en el psiquiátrico. —Una sola vez lo hizo conmigo.
Meditó unos minutos en silencio, antes de volver a hablar. —Cuando la gente es poseída...
—No estaba poseído Dean —lo observó apretar su mandíbula como si estuviera enojado—. Mira, solo tú sabes gran parte de la historia. Sam... él no lo sabe todo aún, así que te agradecería que no lo divulgues.
Dean asintió con la cabeza mirándola. —Lo entiendo. No voy a decir nada.
Ella solo sonrió agradeciendo. Se sorprendió cuando sintió su gran mano contra la parte posterior de su cuello, la acercó a su cuerpo y le dio un beso en la superficie de su cabeza, inhalando el aroma a flores que ella desprendía.
Anna no pudo evitar enterrar su cara en su pecho y cruzar sus brazos alrededor como lo había hacía cada vez que abrazaba a Sam, era tan igual pero tan distinto a la vez. Sentía tanta tranquilidad. Cuando se retiró alzó la vista para mirarlo. Quería decirle gracias por ese abrazo, lo necesitaba, pero estaba segura que haría todo mucho mas incomodo.
—Vamos, Sam se pondrá celoso —ambos rieron, mientras Dean cruzó un brazo por sus hombros guiándola al auto. Lo cierto era que él quería seguir abrazado a ella el mayor tiempo posible.
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Aprecio cualquier tipo de comentario y/o critica. En serio. Gracias a todos los que leen siempre 😘
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