[005] - Cazadorus Heroicus
Un mes era el tiempo que había pasado desde que Anna abandonó a los Winchester. Un mes sin saber nada de ella. Tanto Sam como Dean habían intentado comunicarse pero no podían lograrlo. Incluso contactaron a Crowley para pedir su ayuda, él tenía una especie de amor fraternal por la pelirroja, pero el demonio simplemente no dio la cara.
Y el que peor llevaba la situación era Dean. Sam también estaba triste, por supuesto, pero ya había vivido esa situación durante un año. Aprendió a controlar sus sentimientos. En cambio Dean... era la primera vez que se separaban tanto tiempo desde que se conocieron. Pasó de estar veinticuatro horas al lado de ella a no saber si aún seguía viva.
A eso se le sumaba el hecho de que Kevin estaba desaparecido y era su deber encontrarlo. Otro que también estaba desaparecido era Castiel. Parecía que toda la gente que Dean apreciaba se alejaba. El único que esta vez no lo abandonó fue su hermano.
Sin embargo, unas semanas después, todo cambió. Cas había aparecido con vida del purgatorio. Al principio Dean creía tener alucinaciones y ver al ángel caminando por la ruta e incluso observándolos a ambos hermanos mientras dormían, pero no eran alucinaciones. Había regresado.
Una mañana se les apareció en el motel donde Sam y Dean paraban. Estaba lleno de suciedad y su personalidad más cambiada de que costumbre. Ya no estaba loco como antes de irse al purgatorio, esta vez era distinto.
Casi como por arte de magia, junto con Cas, los muchachos tuvieron noticias de Kevin. Había sido raptado por Crowley, gracias a la terquedad de su madre y contratar una bruja para ubicar la otra mitad la tabla. Ambos hermanos y el ángel lograron rescatarlo, enviándolos con Garth para que estén a salvo hasta que logre descifrar cómo cerrar las puertas del infierno para siempre.
Todo estaba acomodándose para los hermanos. Todo menos Anna.
****
Para Anna también había pasado un mes sin ellos, estaba sola. Literalmente hablando. Necesitaba ese tiempo para organizar su vida y su cabeza. No había peleas, no había gritos ni mentiras, por fin podía decir que estaba en paz desde que volvió desde el purgatorio. Había estado trabajando en unos casos sencillos, demasiado para su gusto.
Le gustaba cazar y ayudar a la gente. Siempre le había gustado, bueno tal vez no siempre pero se sentía a gusto de hacerlo de nuevo sin nadie a su alrededor. Sin embargo las cosas habían cambiado, después de cada caza ya no había nadie que se preocupara por ella. No había nadie que besara su frente o abrazara su cintura. No había nadie que le preguntara si había comido o dormido bien. No había nadie. Y por primera vez, desde la muerte de sus padres, no le gustaba sentirse sola.
Bobby ya no estaba para ayudarla o darle esos consejos de padre, como siempre solía hacer. Ya no tenía la voz de la razón que la guiaría. Así que decidió buscar a esa única persona que le quedaba. Emily, su hermana.
Pasaron algunas semanas juntas, resolvieron un solo caso y de nuevo Anna cayó ante la soledad. Emily era una gran compañía, nunca se podría quejar de ella pero no era lo mismo. Y ese sentimiento nuevo la asustaba. No quería depender de nadie pero ella sentía que su vida dependía de los hermanos.
Así que, un mes más tarde estaba en el camino que conducía a la cabaña de Rufus. Anna no sabía si Sam y Dean estarían afuera cazando, pero la cabaña era su base. Siempre regresaban al nido.
Soltó un suspiró y apoyó el codo en la ventana abierta de su coche robado. Rascándose la frente mientras mantenía una mano en el volante. Emily dormía a su lado, tapada con una manta que era de su madre.
Las mariposas se retorcían en su estómago mientras se preguntaba cómo serían sus reacciones cuando la vieran. ¿Estarían enojados? ¿Contentos? ¿Se darían cuenta de cuánto tiempo se había ido? ¿Acaso la querían de vuelta con ellos?
Cuando por fin llegó a la cabaña, ya era de día. Su hermana estaba al tanto de la relación que mantenía con ambos cazadores, aunque estaba en total desacuerdo tener que volver con los Winchester, tuvo que aceptar.
Tampoco le causó gracia que saliera con ambos, no eran celos, era... prevención. Cuando la relación con una persona va mal, se sufre. ¿Se sufre el doble cuando la relación va mal con dos personas? Y ella no quería ver a su hermana pasarla mal.
Anna vaciló antes de golpear sus nudillos contra la puerta de madera de la cabaña. Respiró hondo mientras escuchaba pasos leves desde el interior y el seguro de un arma. Sintió la mano de Emily en su espalda, cuando se giró la pelirroja menor le daba una sonrisa de apoyo.
Hubo un momento de silencio y se enderezó, sonriéndole a la mirilla. Sabía que Sam o Dean estaban del otro lado observando. Luego de unos segundos la puerta se abrió para revelar a Sam. Sólo Sam.
Había una expresión de alivio en su rostro y sólo le bastó verlo de nuevo para que las lágrimas quieran brotar de sus ojos y sus manos suden.
—Hola —dijo la pelirroja con la voz quebrada.
Con un suspiro de alivio, Sam la arrastró a sus brazos y la apretó más fuerte de lo que la había abrazado nunca. Anna dejó caer el bolso de su mano y se aferró a la parte de atrás de su camisa mientras empezaba a sollozar.
—Nunca dejé de buscarte. Lo prometo. No esta vez —las palabras de Sam la hicieron sonreír amargamente—. He estado tan preocupado por ti —se apartó, tomando su cara entre las manos, estudiándola un momento antes de darle besos en la frente, nariz, sien y finalmente sus labios.
El beso fue lento y largo. No se comparaba con los besos que Sam le daba. Él era normalmente áspero y tomaba lo que quería, pero no en ese momento. Quería besarla todo el día, tenía miedo de dejarla ir. Hasta que alguien detrás de ellos hizo un sonido. Sam se separó y levantó la cabeza para encontrarse como otra chica pelirroja.
—Siento molestar la escena de telenovela, pero ¿hay algún baño por aquí? —la pelirroja más chica presionó sus labios en señal de disculpa.
Sam abrió y cerró su boca un par de veces, mirándola sorprendido. Era Emily, su hermana. La había visto una sola vez pero era bastante fácil darse cuenta del parentesco. —Um... si, lo siento —se aclaró la garganta tratando de sonar relajado—. Es esa puerta —se giró para señalar una vieja puerta de madera marrón oscuro.
—Gracias, Sam.
La pelirroja paso por al lado de la pareja, dejando a Sam sorprendido. Cuando se giró de nuevo para observar a Anna con una ceja arqueada, esta le sonrió culpable. —Sí, lo sé. Ella es un poco... confiada.
Sam no le contestó, simplemente la atrajo de nuevo contra su cuerpo y enterró la cara contra su cabello. Olía igual de bien que siempre, extrañaba sentirla. Se apartó demasiado pronto para su gusto y se inclinó para recoger su bolsa antes de hacer una seña con la cabeza para que entre.
Anna se quedó estática cuando vio a Castiel de pie en el medio de la sala de la cabaña. Estaba igual que siempre, por un momento pensó que era una ilusión hasta que el ángel le sonrió.
—Hola Anna.
Sin contestar, la pelirroja se abalanzó sobre él envolviendo sus brazos alrededor. Después de todo un año corriendo juntos por sus vidas en el purgatorio, había aprendido a quererlo. Ella ya lo consideraba como un amigo, esa era una de las razones por la cual se sintió culpable todo el tiempo. Cuando ella y Dean lograron salir, Cas no pudo. La culpa la comió desde ese momento.
Se separó del abrazó observando al hombrecito de gabardina. No tenia ni un rasguño. Estaba perfecto. —Cas ¿Cómo...?
—Lo logre —esa fue la única respuesta que le dio. Anna esperaba más, mucho más, pero no era el momento adecuado. No todavía.
Sam se aclaró la garganta detrás de ellos, haciendo que ambos lo miren. —¿Algo para tomar? ¿Comer? ¿Una ducha? —preguntó.
Ella se rió mientras se derrumbaba en el sofá. —No me he estado muriendo de hambre y sin hogar todo este tiempo Sam.
Sam soltó una risa nerviosa y se rascó la nuca. Dejó caer su bolso en el suelo y se desplomó en el sofá al lado de ella. Sin pensarlo, agarró sus piernas y las tiró sobre su regazo, acariciándola mientras trataba de compensar todo el contacto que había perdido.
—Entonces, ¿dónde has estado todo este tiempo? —le preguntó.
Ambos escucharon el sonido de unas alas y supieron que Cas los dejo para darle la intimidad que necesitaban. La pelirroja se encogió de hombros.
—Por todos lados. Nunca tuve un destino en mente. Simplemente... manejé. Cuando no pude estar más sola, busque a Emily. Traté de mantenerme ocupada la mayor parte del tiempo —Sam asintió—. Entonces me di cuenta de lo mucho que los extrañe. No importa lo que Dean me dijo o lo enojada que estaba con él, no valía la pena.
—Fue duro aquí sin ti, también. Fue más difícil por la noche. No podía dormir sin ti. Ninguno de los dos podía —sus ojos estaban fijos en el suelo como si recordara las duras noches de las que hablaba.
Anna tragó más lágrimas y miró alrededor de la cabaña. —¿Dónde está Dean?
Sam respiró hondo y la miró. —Fue a buscar comida. Estaba tratando de rastrear tu teléfono de nuevo. Sabíamos que no lo tirarías, así que pensamos que lo volverías a activar eventualmente.
Ella asintió, mirando sus manos. Tenía vergüenza de mirarlo a los ojos.
—Él también te extrañó, ¿sabes? —Sam comentó.
—¿Lo hizo? —preguntó con indiferencia.
—Mucho. Fue un idiota por decir lo que dijo —Sam sonrió—. Tuve que gritarle para hacerlo entrar en razón, pero finalmente se dio cuenta que la había jodido. En el momento en que volvimos al lugar, te habías ido. Se va a enojar cuando te vea. ¿Lo sabes bien? Quiero decir... es Dean.
—Es todo lo que sabe hacer. Si, lo tengo... —Anna suspiró y se levantó del sofá, pasando su mano por su cabello mientras imaginaba la forma en que Dean reaccionaría cuando entrara por la puerta.
—No pelees con él. Por favor —le suplicó Sam—. Sólo déjalo que se desahogue. Lo he visto tan mal que hasta me sentí culpable de culparlo.
No tuvo oportunidad de contestar porque la puerta se abrió y Dean entró. Ni siquiera había oído el motor del impala.
—Sam, ¿de quién es el coche...? —Dean se detuvo cuando la vio allí—. Anna.
Ella le dio una sonrisa con los labios apretados y se acercó a él. —Hola, Dean.
Su rostro parecía una mezcla de sensaciones: frustración, traición y tristeza. —¿Hola? ¡Eso es todo lo que tienes que decirme! Después de todo, te marchas así. Por un mes y medio. ¿Tienes idea de lo preocupados que hemos estado? No teníamos idea de lo que te había pasado. Estábamos hasta el cuello con Kevin, no podíamos correr por el país buscándote también.
Anna estaba dispuesta a tomar su ira, pero eso le había dolido. —No te pedí que hicieras eso, Dean —contestó con los dientes apretados, tratando de mantener toda la calma posible.
—¿Estás bromeando ahora mismo? ¡Por supuesto que voy a buscarte! Estoy enamorado de ti, Anna. ¡¿Qué demonios pensabas que iba a suceder si te ibas?!
—Oye, idiota. Deja de gritarle a mi hermana.
Los tres se giraron para observar a Emily, parada en la puerta del baño. Tenía una mirada mortal y una falsa sonrisa en sus labios. Anna estaba segura que si pudiera matar a Dean con una simple mirada ya lo hubiera hecho.
—Emily —Anna dijo su nombre en tono de regaño.
—¿Qué? No voy a dejar que te grite de esa manera.
—Yo... —Dean boqueó sorprendido mirando a la pelirroja más chica y luego a Anna.
—Tu cierras la boca —ahora hasta Anna estaba sorprendida por el tono que usaba su hermana menor—. Voy a dejar algo en claro. Mi hermana no es un trofeo para nadie. Merece algo mejor que dos imbéciles peleando por ver quién se acuesta más veces con ella. Así que al primero que la haga sufrir de nuevo. Yo misma me la llevaré lejos de ustedes y juro que no volverán a verla —hizo una pausa y señaló a Sam con el dedo— Y eso también va para ti, alce.
Ambos hermanos se miraron asombrados.
Anna era incapaz de contener la risa, nunca pensó que su reencuentro con los Winchester, seria con su hermana amenazandolos. Y la mejor parte era que los dos parecían temerle como si fuera la peor amenaza que habían recibido.
—Entonces... —la pelirroja menor, volvió a hablar—. ¿No la abrazaras ni nada? —le preguntó a Dean.
Dean la miró preocupado. —¿Puedo?
—Por supuesto.
Anna sonrió cuando Dean pasó una mano por su rostro, acariciándola. Sin decir otra palabra, la agarró por el hombro y la atrajo contra él. Ella no sollozó en su camisa como la que había hecho con Sam, pero se aferró a él fuertemente.
****
Anna se rió cuando Dean le quitó la ropa con tanta desesperación y emoción como un niño en Navidad. Él cayó sobre ella, su propia ropa desechada en el suelo y presionó sus labios contra los suyos de una manera agresiva, era más parecido a Sam que Dean.
La idea de Sam le hizo recordar que estaba en la habitación de al lado con un par de auriculares y un libro. Y en otra habitación su hermana, de la misma manera, según le ordenó Dean.
—¿Qué pasó con tus reglas? —se rió Anna entre besos.
—¡Al demonio las reglas! —gruñó—. Pensé que estabas muerta.
Y de repente su desesperación no parecía tan extraña. Ella lo tomó de los hombros, empujándolo y lo obligó a mirarla.
—¿De verdad pensaste eso?
Dean apartó la vista por un momento antes de volver a mirarla. —La semana pasada, cuando intenté dormir, pensé que te podría haber sucedido lo peor. Quiero decir, no habías llamado y yo solo...
Ella lo silenció con un beso. —Lo siento mucho.
Sacudió la cabeza y le dio otro beso en los labios. —Yo también. No debería haber dicho lo que dije. Estaba equivocado.
La boca de Dean estaba en su cuello un momento más tarde y su cabeza se inclinó hacia atrás en felicidad como él empujó en ella sin previo aviso. El sexo era tan desesperado como había estado toda la noche. Era más áspero que de costumbre, tan áspero como Sam normalmente era y su mano le tapó la boca para impedir que gritara más fuerte que la música de su hermano y hermanita.
****
La pelirroja se sentó en la parte trasera del impala, justo encima del tanque de gasolina, con los pies colgando del auto. Estaba hablando por teléfono con la señora Tran, tratando de mantener su risa mientras Sam le devoraba el cuello con su boca.
Hizo algunos ruidos de afirmación cuando necesitaba, pero no podía escuchar una palabra de lo que decía la mujer, mejor dicho no le importaba en lo más mínimo. Su boca se abrió en un gemido silencioso mientras Sam le mordía el cuello. Él rió entre dientes contra su piel cuando ella le dio una palmada en su estómago en señal de advertencia.
Anna sonrió aliviada cuando notó que Dean y Emily salían del autoservicio de la gasolinera, él con dos cervezas y su hermana con un gran refresco y una bolsa llena, de lo que suponía que eran golosinas.
—Sí, ¿sabe qué, señora Tran? —dijo de pronto, interrumpiéndola cuando Dean se detuvo junto a los dos—. Dean está aquí. Él realmente quiere hablar contigo.
Sam levantó la vista cuando oyó el nombre de su hermano y sonrió mientras Dean tomaba su móvil con una mirada amarga.
Dean le puso el teléfono en la oreja para hablar. —Sra. Tran, sí, hola... —hizo una pausa antes de colgar y le devolvió el teléfono—. Túnel. ¿Qué ocurre en "Tran-landia"?
—Bueno, por lo que pude recabar —dijo Anna con una mirada aguda hacia Sam que solo sonrió—. Garth los llevó a su casa flotante, pero Kevin está teniendo muchos problemas leyendo su mitad de la tabla. Hasta ahora, trozos y piezas. Nada sobre sellar el infierno.
—¿Garth tiene una casa flotante segura? —preguntó Dean.
Ella sonrió y negó con la cabeza. —Amigo, ni siquiera voy a preguntar.
Dean se encogió de hombros. —Por cierto, me debes una gran cantidad de dinero. ¿Cómo tu hermana siendo tan pequeña puede comer tantos dulces?
Anna se giró para ver a su hermana, dentro del impala con los auriculares puestos comiendo barritas de chocolate alegremente. Después de que Dean le dio a su hermano una cerveza, se dirigió hacia donde Cas estaba apoyado contra el capó del auto leyendo un periódico.
Sam se arrodilló entre sus piernas y sacó la bomba de gas del tanque, mordiendo su muslo por encima del jean antes de levantarse y poner la manija en el dispensador.
—Hoy estas... inquieto —se rió mientras Sam se paraba entre sus muslos y dejaba otro beso en su cuello.
—Sólo estoy tratando de compensar el tiempo perdido —murmuró.
Ella empujó su pecho para que la mirara y le sonrió. —Lo sé. ¿Pero crees que puedes esperar otra noche o dos? Dean ha sido...
Sam suspiró pero le dio un acento de comprensión. —¿Cauteloso? Si lo sé.
Anna se encogió de hombros no totalmente segura de que esa sea la palabra que lo defina. —Bien...
—Eso es lo que es, Anna. Créeme. Yo estaba del mismo modo cuando aceptaste darnos otra oportunidad. Él no quiere estropear las cosas de nuevo después de lo que pasó cuando te fuiste. Así que... camina sobe cáscaras de huevo.
Ella suspiró. —Eso me hace sonar como una perra, Sam.
Dejó escapar una breve carcajada. —No lo eres, te lo prometo. Tiene más que ver con nuestra ansiedad por no estropearlo todo sin querer. De hecho... —Sam le dio una mirada de adoración y tomó su cara en sus manos—. Tú haces que todo parezca más fácil. Como dije, he estado en el lugar de Dean. Pero después de ver lo honesta y comprensiva que fuiste, aunque fue difícil, debes reconocerlo... —se encogió de hombros—. No lo sé, creo que lo que estoy tratando de decir es que si nos equivocamos, sé que nos concederás un juicio justo y luego lo dejarás en el pasado una vez que se haya resuelto. Y eso solo me hace sentir tan... tranquilo. Quiero decir, yo sé...
Anna lo interrumpió con un largo beso. Dejó escapar un suspiro de anhelo cuando se alejó y ella sonrió mientras tiraba de su camisa. —Gracias, Sam.
—¿Por qué? —susurró.
Se encogió de hombros y lo miró. —Por quererme. Sé que las cosas se pusieron un poco difíciles, pero una vez que supiste lo que sentía... trataste de arreglar las cosas. Y realmente aprecio eso. Significa mucho para mi que hayas escuchado lo que me molestaba y tratar de arreglarlo.
El metió un mechón de pelo colorado detrás de su oreja. —Haría cualquier cosa por ti, Anna. Quiero decir, cualquier cosa.
Ella presionó un beso en la palma de su mano y por primera vez no se sintió culpable por las cosas que estaba dispuesta a hacer por él y Dean.
—Oigan, amantes —Dean los llamó. Ambos se giraron para mirarlo y él levantó un periódico—. Tenemos un caso. Y Cas es un cazador ahora.
Sam y Anna sonrieron. —¿De verdad? —preguntó ella.
Cas le sonrió. —Sí. Puedo ser tu cuarta rueda.
—Ya sabes que eso no...
—No te molestes —dijo Dean—. Ya he intentado explicarlo —le dio una palmadita cariñosa en la parte superior del impala—. Vámonos.
Anna saltó de la parte trasera del coche mientras Sam y Dean se dirigían a sus lugares.
—¿Puedo, al menos ir en el asiento delantero? —preguntó Cas a punto de abrir la puerta del acompañante.
—No —ambos hermanos negaron simultáneamente mientras Sam lo empujaba con el hombro y se metía en el coche.
La pelirroja le brindó una sonrisa de simpatía y le dio unas palmaditas en el hombro. —No te preocupes, Cas. Estoy acostándome con ambos y ni siquiera logró estar en el asiento delantero la mayor parte del tiempo.
Cas le dio una mirada horrorizada. —¿Qué tienes que hacer exactamente para entrar en el asiento delantero?
—Oh amigo, no quieres saberlo. Créeme.
****
El forense estaba en la parte trasera de la morgue lavando los utensilios mientras Dean, Anna, Sam y Cas estaban parados alrededor del cuerpo. Emily se había quedado en el motel donde decidieron alojarse. Anna sabía que su hermana no estaba preparada para ver un tipo muerto en la morgue. El cuerpo yacía sobre una mesa de metal cubierto con una sábana.
—El forense dijo que su corazón fue expulsado de su cuerpo —dijo la detective—. Conseguí algo de aire también. Lo encontré en una caja de arena.
—¿Alguna idea de lo que sucedió, detective? —preguntó Sam.
—Mucha gente está pensando en drogas, Agente Nash... un montón de drogas.
Castiel se acercó a Anna. Muy cerca para que el detective no se diera cuenta. —No hay narcóticos en el sistema de este hombre. Sus moléculas están todas mal —susurró.
Ella asintió y le hizo un gesto con la mano mientras Sam hablaba. —Pero no piensas eso, ¿no?
El detective se encogió de hombros y retiró la sábana para revelar a un hombre llamado Gary con un agujero con forma de corazón en su pecho. —Nunca he visto una droga hacer eso.
—Vaya —Anna respiró—. ¿Y quién llamó?
—Una amiga suya llamada Olivia Kopple. Lo vio todo —volvió a taparlo justo cuando sonó su teléfono—. Ah, mierda. Tengo... tengo que tomar esto —dijo mientras sacaba su teléfono y miraba la identificación de la persona que llamaba—. Aquí está todo lo que tenemos. Los va a dejar alucinados —ella le entregó el expediente.
Anna le dio las gracias y lo abrió, yendo directamente a la declaración de Olivia.
Dean le entregó una tarjeta antes de salir. —Mira, si ves algo raro, algo fuera de lo común, llámame.
Tomó la tarjeta y le dirigió una sonrisa irónica. —Como digas, Scully.
Una vez que se fue, Dean la miró ofendido por su comentario, Cas tomó su lugar al lado del cuerpo.
—No puedo detectar fantasmas ni azufre —comentó Cas—. La presión arterial del Sr. Frieling es... excelente —Anna hizo una mueca cuando se inclinó y olió el cadáver—. Hace poco sufrió una leve... —volvió a oler—. ¿Qué es? infección de vejiga.
—Cas, deja de oler al tipo muerto —gruñó Dean.
—¿Por qué? Ahora lo sé todo sobre este hombre. Así que ahora podemos...
—¿Sabes que estaba teniendo una aventura? —le preguntó Anna.
Cas le dio una mirada de shock. —¿Qué?
—Strike uno, Sherlock —dijo Dean mientras le daba una sonrisa de orgullo.
Anna volvió a mirar el expediente. —De acuerdo con Olivia, se encontrarían en el parque cada jueves a las 12:45, caminarían hasta la cafetería Moonlight, donde ella siempre pedía una ensalada César, con el aliño aparte. Hablarían sobre todo y ella estaría de vuelta a las 1:30 —cerró el expediente.
—No crees que esté diciendo la verdad —dijo Cas.
—Demasiados detalles. Parece ensayado —afirmó Sam.
—Además —continuó la pelirroja—. Conducimos cerca de la cafetería Moonlight de camino a la ciudad. Está al lado del motel Moonlight.
—Está bien —dijo Dean—. Digamos que, Gary estaba merodeando, pero con cuidado porque... —levantó ligeramente la sábana y tomó el brazo de Gary con una risa triunfante para mostrar a todos un anillo de bodas—. Está casado. No quiere que nadie vea su vehículo aparcado en frente de un hotel por horas de mala muerte.
—Así que deja su coche en el parque al otro lado de la calle y se encuentra con Olivia allí —indicó Sam.
—Su esposa probablemente lo descubrió y le rompió el corazón.
—Así que ella rompió el suyo —dijo ella—. Suena a bruja.
—Sí. El tipo está viviendo una mentira y regresa para golpearle el corazón —Dean se giró hacia Cas y le dio unas palmaditas en el hombro—. Pero buen trabajo con la infección de vejiga.
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Recibí mucho odio por el capítulo anterior, así que vine a alegrarles el dia. Igual disfruten los capítulos felices porque no van a durar mucho 👀
Emily se incorpora al elenco, espero que les guste su participación. Ahora ya tenemos dos parejas de hermanos 👍
Gracias como siempre por todos los comentarios y el apoyo que le dan a la historia 💪
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