[004] parte II
—¿El soldado desconocido? —preguntó Anna mientras se paraba en el cementerio local con Garth y los hermanos mirando hacia uno de los mausoleos—. Me tomas el pelo, ¿verdad?
—Mary Lew aplastó a su marido el día después de que este lugar fuese destrozado —explicó Garth—. Haz las cuentas.
—Pero creía que el soldado desconocido estaba enterrado en Arlington —dijo Sam.
—Sí, pero esta es la tumba del soldado desconocido confederado. Mira, la idea era, que cogieron a un soldado sin rostro, sin nombre, que no pudieron identificar y lo enterraron aquí para conmemorar a todos los soldados que murieron.
—¿Aprendiste eso en la universidad? —preguntó Dean.
—Nop, en recreaciones de la Guerra Civil. Una vez al año, todos los años —los tres lo miraron con caras serias—. No me odien.
Sam sonrió. —De acuerdo, ¿qué hay del guardia?
Anna miró al hombre de uniforme que estaba junto a la puerta del mausoleo.
—Es ceremonial —volvió a explicar Garth—. Se va al anochecer.
—¿Así que lo hacemos esta noche? —Dean preguntó un poco indeciso.
Garth asintió y la pelirroja no pudo evitar burlarse. —¿Quemar los huesos de un confederado en una ciudad llena de fanáticos? Claro —pasó por delante de ellos con un movimiento de cabeza y se dirigió hacia la salida.
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La tumba no se veía violada cuando los cuatro se metieron al mausoleo más tarde esa misma noche. El mármol blanco del que estaba hecha era brillante y limpio. Sin embargo Garth dijo que estuvo llena de basura, graffitis y el ataúd había estado abierto antes de que todo fuera limpiado y puesto correctamente como debía ser.
—Entonces, ¿qué? —preguntó Sam—. ¿Si no hubieran tocado esto, nada de esto estaría pasando?
—Según Bobby, así es —explicó Garth.
—Bueno, comencemos con la fiesta —Anna se movió al lado del ataúd ayudando a Dean y Garth a deslizar la tapa de mármol mientras Sam inspeccionaba una cuerda delgada que encontró en el piso.
La cubierta cayó al suelo con un ruido sordo, revelando el esqueleto de lo que solía ser de un hombre, vestido con uniforme y una pistola atada a su pecho. Todo estaba cubierto de polvo y telarañas.
—Miren esas cosas —dijo Garth—. ¿Saben ustedes cuánto vale esto?
—Sí, pero ¿por qué abrirlo si no te vas a llevar nada? —le contestó Dean.
—No lo sé —dijo Sam mientras sacaba un frasco con un líquido de la bolsa de lona que habían llevado—. Quizá la policía apareció de pronto y tuvieron que escapar.
Garth destapó el frasco de sal que había estado sosteniendo y Dean sacó algunos fósforos de su bolsillo trasero. —¿Seguro que esto funcionará, incluso siendo un espectro?
—Es un fantasma, ¿no? —dijo Anna—. Quema sus huesos, el fantasma desaparece.
Sam y Garth vertieron el líquido para encender y sal sobre los huesos. Justo cuando Dean se preparaba para quemarlo todo, Garth interpuso. —Vale. Vale. Me siento como si tuviéramos que decir algo. Podrías.. solo...
Ambos hermanos compartieron una mirada y Dean se encogió de hombros. —Claro —Dean le sonrió al esqueleto—. Nosotros ganamos —encendió un fósforo y lo arrojó sobre los huesos.
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Otro cuerpo apareció. Esta vez, era el sheriff y el que lo mató fue el alguacil que los ayudó en los asesinatos anteriores. El tipo lo había hecho en medio de la comisaría. Disparó una escopeta justo en su cara.
Anna presionó los labios mientras miraba como dos hombres se llevaban el cuerpo del sheriff en una camilla. Dean miró por encima la salpicadura de sangre detrás del escritorio y sobre la pantalla de una computadora antes de mirar sus archivos.
—Diez huesos dicen que el adjunto Doug tenía una hacha para machacar a su jefe —dijo Dean.
—¿Cómo puedes estar seguro? —preguntó Garth. Anna señaló la mancha verde que cubría el aparato con cintas en el escritorio del sheriff—. Mierda.
—Quizá incendiamos al campesino equivocado.
—O quizá no —dijo Anna—. Quizá sacaron algo de la tumba, algo a lo también está atado el espectro.
—¿Como el frasco de Bobby?
Anna se encogió de hombros.
—No sé —habló Garth—. Vieron lo mismo que yo. Esos chicos no cogieron nada.
—O lo hicieron —Sam lo contradijo.
—Y el espectro hizo autostop con lo que se llevaron —dijo Dean.
—Y el que tiene el objeto es poseído.
Garth asintió con la cabeza. —De acuerdo. Entonces, ¿quién tiene el objeto y lo más importante, quién de ellos está resentido?
****
Anna se apresuró a entrar en el hospital justo cuando escucho sonido de disparos y gritos de la gente asustada en la zona de recepción. Después de una breve conversación con el alguacil Doug, se había enterado de que Karl, un compañero, había sido golpeado con el virus del espectro y se dirigía al hospital con una pistola.
No les dio a Dean, Sam o Garth la oportunidad de discutir, ellos se encargarían de averiguar más sobre el soldado desconocido mientras ella salió prácticamente corriendo de la estación de policía.
Entró a la recepción del hospital e inmediatamente vio a Karl. Estaba de espaldas a ella y su arma apuntaba hacia un enfermero acurrucado en el suelo. Estaba gritando por haberle robado la segunda base en un partido de béisbol o algo así. Luego de recriminarle, se llevó la pistola al hombro y apretó el gatillo para descubrir que no le quedaban balas.
—Parece que estás haciendo tiro al blanco —dijo Anna.
Karl se giró para mirarla, la pelirroja tiró la pistola de su mano y lo golpeó en la cara con la culata de la misma. La cabeza del policía giró hacia un lado, luego la miró y sonrió. No había ni un rastro de sangre procedente de su cara, lo cual la sorprendió porque el golpe había sido tan duro que podría haber roto su nariz.
—Eso tuvo gracia —Karl se burló.
—Oh, mierda —Anna dio un paso atrás, pero su puño aterrizó en su pómulo y cayó pesadamente en el suelo. Gruñó cuando él la tomó del cuello poniéndola de nuevo en pie.
—Karl, escucha, sé que el espectro está elevando la temperatura allí. Así que, dime cual es el objeto y enviaremos a este tipo a casa —Anna le sonrió y él le devolvió la sonrisa. No le parecía que eso sea una buena señal.
—No lo creo. Hay asuntos inacabados, gracias a ti —Anna hizo una mueca cuando él le olió la cara—. Al espectro le gustas.
Ella le dio una sonrisa irónica. —¿Sí? ¿Por qué no le dices que salga aquí? Haremos pulseras de compromiso.
Él la empujó hacia atrás de repente, con la suficiente fuerza para que golpeará se contra el escritorio ubicado detrás de ella y rodará sobre la parte superior para caer al suelo en el otro lado. Anna gruñó mientras rodaba sobre su espalda. Karl se arrodilló a su lado y levantó una moneda con un agujero en la parte superior de la misma.
—Aquí —dijo—. Pruébalo —presionó la moneda en la palma de su mano y de repente todo lo que pudo pensar era en poner una bala en las cabeza de Sam y Dean.
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Sam, Dean y Garth salieron de la biblioteca llenos de información sobre una moneda de la suerte y dos hermanos que lucharon unos contra el otro en la guerra civil.
El menor de los Winchester estaba con el teléfono presionado en su oído mientras trataba de comunicarse con Anna por decima vez. Gruñó frustrado y colgó cuando no contestó. Otra vez de nuevo.
—¿En qué diablos estaba pensando? —se cuestionó Dean—. Dejarla irse por su propia cuenta así.
—Yo también lo he hecho, Dean —dijo Sam—. Vamos al hospital. Estoy seguro de que está bien, tiene que estarlo.
****
Anna no estaba bien, Sam y Dean no tardaron en descubrirlo. El hospital estaba en ruinas y no la encontraba en ninguna parte. Se habían dirigido directamente al motel, con la esperanza de que ya estuviera allí. Estaban muy preocupados. Sam siguió llamándola pero ella no contestaba y Dean insistia que era su culpa por dejarla ir sola.
Sam volvió a marcar su número cuando entraron en el motel con Garth. Oyó su teléfono sonando y colgó cuando la vio sentada en el extremo de una de las camas con el teléfono a su lado.
—¿Anna? ¿Qué diablos? —dijo Sam. Él y Dean se precipitaron hacia ella, pero se detuvieron cuando notaron el arma en su mano y la sustancia verde escurriendo de su oido.
Se levantó y los apuntó a ambos con el arma. —Yo no soy tu juguete.
—Vamos, Anna —dijo Sam—. Sé que no eres tu.
—¡Cállate! —Dean dio un paso hacia ella, diciendo su nombre de la manera más dulce que podía—. ¡No! —ella miró a Garth, su mano en su propia arma—. Eso significa que tú también —volvió a mirar a los hermanos—. Ninguno de ustedes se preocupa por mí. Ya no.
—Eso no es cierto —dijo Dean.
—¿De verdad? Porque todo lo que han estado haciendo desde que me he acostado con ambos es tratarme como una maldito trofeo de guerra.
—¿Qué quieres que digamos? —preguntó Sam—. ¿Que hemos cometido errores? Hemos cometido errores, Anna.
—Esa no es Anna, Sam —dijo Garth.
—¡Cierra la boca! ¿Errores? Lo que has estado haciendo no es un error, Sam. ¡Es una elección! ¿Recuerdas cuando hablamos de lo que pasaría si decidias salir de la vida del cazador y tratar de llevarme contigo? —Sam asintió con la cabeza—. ¡Bueno, entonces no tienes excusa! Sabías exactamente lo que pasaría y no hiciste nada para evitarlo.
—Anna —Dean dio un paso adelante y ella le quitó el seguro al arma para que se detuviera.
—Eres tan malo como él —le gruñó a Dean—. Todo lo que haces, lo haces para fastidiar a Sam. Cada vez que me tocas es porque piensas que Sam está viendo. Cada vez que me besas es porque Sam está observando. Cada vez que me dices que me quieres, ¡es porque Sam está oyendo! —gritó.
—De acuerdo —dijo Sam—. Lo entendemos. Te hemos estado asfixiando los últimos días.
Anna se burló y apuntó con más firmeza el arma en su dirección. —¿Los últimos días? ¡Ocurre desde que volví del purgatorio! Todo lo que ustedes hacen ahora es pelear y arrastrarme hacia ello. ¿Crees que quiero estar dividida entre los dos? ¿Tienes alguna idea de cuántas veces he despertado en medio de la noche y he hecho mi maleta solo para después arrepentirme y desarmarla antes de que alguno se despierte?
El corazón de Sam se rompió ante la confesión y supo que su hermano sentía lo mismo. Sabía que estaba enfadada por todas las peleas, que se había sentido mal por eso. Ni una sola vez sospecharon que había pensado en dejarlos. Todo el tiempo habían asumido que ella estaría allí cuando la necesitaran.
Sam recordó cuándo la había conocido por primera vez. Recordó cuán afortunado y agradecido se había sentido al tenerla en su vida. Recordaba que se había prometido a sí mismo que haría todo lo que pudiera para mantenerla. Había roto esa promesa dos veces. Una cuando fue al purgatorio y otra vez cuando regresó.
Claro, ella había actuado como si todo estuviera bien. Había sido tan cariñosa y amable con ellos como siempre lo había hecho, pero Sam se dio cuenta repentinamente de que había estado reprimiendo sus emociones. Que había estado guardando toda su ira sólo para mantener la paz.
—Anna... lo siento mucho —dijo Sam.
—¡¿Lo siento?! —ella dio un paso más cerca y Sam vio a Dean saliendo de su mira—. ¿Estás jodiendo conmigo? Lo siento, no es suficiente, Sam. Sabes, estaba decidida a ayudarlos con los leviatanes para vengar la muerte de Bobby. Pensé que solo era eso y podría seguir con mi miserable vida, pero cuando te conocí, cuando los conocí a ambos, todo cambio. Los deje entrar a mi vida, les conté mis miedos, mis secretos y ustedes... no les importo. Me trataron como un hueso porque el cual dos perros pelean —Anna apuntó su arma hacia Dean que había estado buscando su punto débil—. Ni siquiera lo intentes, imbécil. Sólo siéntate. Una vez que termine con tu hermano, eres el siguiente. Y vas a querer escuchar lo que tengo que decirte.
Las manos de Sam estaban sobre sus hombros un segundo después, hizo golpear su espalda contra la pared, rompiendo el cristal de decorativo que tenía. Su mano se mantuvo apretada alrededor de su muñeca, impidiéndo que apunte en su dirección.
Anna siempre había sido una pelea decente para los Winchesters. Eran más grandes y más fuertes, pero ella era más pequeña y más rápida. Además, había tenido un buen maestro, era capaz de hacer movimientos que ellos no pudieron. Ahora con el espectro dentro, no necesitaba ningún movimiento elegante para derrotar a Sam porque ella era tan o más fuerte que él.
La pelirroja enganchó su pierna detrás de su rodilla y lo empujó hacia atrás. Sam tropezó pero no se cayó y su mano todavía estaba envuelta alrededor de su muñeca. Le dio un golpe en la mandíbula, lo suficientemente fuerte como para dejarla ir, antes de patearlo en el estómago y enviarlo volando hacía la mesa de café y al sofá de la habitación.
Dean se acercó a ella, pero ya había tenido el tiempo suficiente para apuntarlo de nuevo con el arma. Se quedó sin aliento cuando tiró del gatillo, Garth saltó entre los dos. —¡Wow, wow!
—Garth, no lo hagas —dijo Dean.
Garth tragó saliva y levantó las manos mientras la miraba. —No, no quiere matarme. Sus quejas no son conmigo. No vas a dispararme, ¿verdad Anna?
Levantó la pistola para apuntar a su frente. —¿Eso crees? Pues déjame decirte algo, no eres Bobby y nunca lo seras. ¡Deja de actuar como él!
—De acuerdo, lo siento Anna. Pero no quieres matarlos. Tú... estás enamorada de ellos. Los tres se han estado protegiendo unos a otros. No puedes perder los estribos ahora.
—¡Ya no les importa! No soy nada para ellos.
—Todo bien. Todo bien. No sé qué está pasando con ustedes tres, pero les importa, Anna. Creo que nunca he visto que se preocuparan por alguien tanto como se preocupan por ti. Sé que estás enojada. Pero, tienes que luchar contra esto. Solo déjalo ir. Vamos, Anna.
—No —gruñó. Ella fue a empujar más allá de él para llegar a Dean, pero el puño de Garth la golpeó en el pómulo y tropezó. Su palma aflojó el agarre de la pistola y la moneda se cayó de su mano.
La pelirroja se llevó la mano a la cara. —¡Ay! ¿Dos veces en el mismo lugar? ¡Jesús!
Garth sacudió la mano. —¡Ay! ¡Dios! —se adelantó y recogió la moneda del suelo.
—¡Garth, no! —dijo Dean.
—Es genial —dijo Garth mientras sostenía el penique—. Está todo bien. Estoy bien.
Anna se tocó el líquido verde de su oreja con una mueca y Sam suspiró relajado, cayendo donde estaba sentado en el suelo.
****
Garth había desaparecido hacía tiempo, Sam estaba hundido en el asiento del pasajero mientras Anna y Dean empacaban sus cosas. Sam le había estado dando miradas culpables y evitándola toda la noche. No recordaba mucho lo que había dicho, pero podía adivinar que había estado dejando escapar su ira.
Dean lanzó su bolsa de lona en el maletero con más fuerza de la que necesitaba. Ella frunció el ceño. —¿Cuál es tu problema?
—¿Cuál es mi problema? ¿Qué tal todas esas mierda que dijiste? Sobre mí y Sam, que ya no nos importas.
Ella se burló. —No puedo creerlo. No tienes derecho a estar enojado por eso.
—Tengo y lo estoy.
Anna lo observó por un momento. Realmente lo observó. Vio el dolor en sus ojos, pero no había culpa. —Oh, Dios mío, crees seriamente que no has hecho nada malo, ¿verdad? —su mandíbula marcó—. Increíble.
—Yo y Sam peleamos. Sabías en lo que te estabas metiendo.
Ella lo empujó mientras las lágrimas enojadas brotaban en sus ojos. —Sabes que no es de eso que se trata.
—¡Entonces ilumíname! Porque en lo que a mí respecta, te he tratado como a una maldita reina.
Ella le lanzó una mirada desconcertada mientras se esforzaba por no quebrarse, no le daría ese lujo. —Vete a la mierda, Dean.
—¿Qué pasa? ¿Anna? —Sam había salido del auto cuando escuchó los gritos de ambos.
Anna sacó su bolso del maletero del coche y comenzó a caminar en la dirección opuesta a ellos. No se giró, ni contestó cuando Dean y Sam la llamaron. Estaba demasiado abrumada por la ira y la duda para hacer algo más que caminar. Cuando estuvo lo suficientemente lejos, aún pudo oír el chirrido de los neumáticos del impala. Ese fue el momento, se derrumbó en el hormigón cansada. Y sola.
****
Solo... lo siento 😔
¿Volverá Anna?
No se pierdan el próximo capítulo el jueves .
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