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[004] parte I

La mazmorra fue uno de los primeros lugares al cual los tres fueron a revisar. Y resultó ser un buen plan, ya que los estantes habían sido empujados hacia atrás para revelar a Crowley. Anna estaba segura que los había cerrado esa mañana.

Suspiró y bajó el arma cuando notó que solo estaba Crowley en la habitación. Afortunadamente, los muchachos estaban detrás de ella para que no pudieran ver la sonrisa que intentaba sofocar cuando el demonio comenzó a silbar una canción.

—Si no son el Espantapájaros y el Hombre de Hojalata —se burló cuando los tres se detuvieron en el exterior de la trampa del diablo—. Y por supuesto, mi pequeña, liderando el grupo. Como siempre. Tu nuevo invitado, tan incompresible.

Anna prácticamente podía sentir a Sam y Dean compartiendo una mirada detrás de ella.

—¿Nadie ha visto Wicked? —preguntó Crowley.

—¿Qué te ha dicho? —Anna lo interrogó.

—Algo entre las líneas de... —él mostró sus dientes y dejó escapar un fuerte siseo.

—Muy bien, bueno, iré a conseguir algo de aceite sagrado y un encendedor, idiota —gruñó Dean.

Crowley puso los ojos en blanco. —Sé lo que está buscando.

—¿Qué es lo que quiere? —lo interrogó Sam.

Crowley sonrió. —Estaría feliz de decírtelo, tan pronto como estire mis piernas.

Anna negó con la cabeza con una sonrisa de incredulidad. Estirar las piernas era lo mismo que ella le dijo que no podía hacer esa mañana.

Extendió su brazo hacia un lado, con la palma hacia arriba. Dean suspiró y buscó en su bolsillo antes de golpear las llaves en su mano.

La pelirroja entró a la trampa cuando Sam y Dean levantaron sus armas para apuntar al demonio. En el momento en que le quitó el brazalete de alrededor de su cabeza, Crowley se levantó con un gruñido y giró el cuello.

Dean le dijo que saliera de la trampa, pero ella se sentó encima de la mesa dándole la espalda. Crowley sonrió ante su pequeña rebelión y apretó la punta de su nariz con el pulgar y el índice.

Anna rodó los ojos y golpeó su mano para que la soltara. —Bien. ¿Qué está buscando la bruja?

Levantó un dedo. —Dame un momento. Todavía necesito airearme.

Un disparo resonó por la habitación, haciéndola saltar de la mesa en estado de shock.

—Creo que has tenido demasiado aire —Dean gruñó mientras la sangre florecía en el pecho de Crowley.

—¿Qué diablos, Dean? —le gritó Anna.

Él la ignoró.

—Grosero —se quejó Crowley.

Sin embargo, recogió el pedazo de papel que Anna había dejado con él esa mañana y se los mostró. Tenía la palabra "llave" escrita en el.

—¿Llave? ¿Cuál llave? —preguntó Sam.

—No tengo ni la más mínima idea —respondió Crowley—. Tuve que enviarla a una alegre persecución antes de que pudiera derretirme. Le dije que ustedes tenían la llave en la cocina. Porque ustedes tienen una cocina en este asqueroso hoyo, ¿cierto?

****

Dean no estaba feliz cuando los tres entraron a la cocina, con las armas en alto. No porque hubiera habido una bruja allí, sino más bien por el desastre en que se había convertido el lugar.

—Maldita sea —gruñó mientras miraba las cosas todas tiradas y las ollas dadas vueltas—. Justo la había limpiado.

Anna lo miró por encima del hombro. —¿De verdad?

—Parece que tenemos a la bruja aquí —dijo.

Los tres bajaron sus pistolas mientras avanzaban hacia la cocina. Cuando Anna llegó al mostrador, captó movimiento por el rabillo del ojo y se giró con su arma levantada.

Ella la bajó con rapidez cuando se dio cuenta que eran su hermana, Charlie y Dorothy.

—Lo siento. Atacamos tu almacén de armas —dijo Charlie mientras sostenía una pistola—. Nos hicimos algunas balas de amapolas —sacó seis balas de su bolsillo y se las tendió—. Ellos no matarán a la bruja pero la dejarán bastante aturdida.

Dean recogió tres de las balas y las inspeccionó. —Esa es mi chica —dijo con una mirada de orgullo a Charlie.

—Había suficiente solo para seis balas, entonces... hagan valer cada disparo.

Anna y Sam tomaron una bala de la mano de Dean y las pusieron en sus cargadores antes de volver a cargar el arma.

—Ahora solo debemos encontrarla antes que ella encuentre lo que sea que esté buscando —dijo Dorothy.

—Está buscando una llave —explicó Anna.

Charlie frunció el ceño. —¿Cómo lo sabes?

Anna miró a los hermanos. —Un pequeño pajarito nos contó. ¿Te suena familiar, Dorothy?

Dorothy asintió. —Desafortunadamente. Es la llave hacia Oz —dio un paso hacia Anna—. Hay caminos mágicos hacia Oz. Tornado, ojo de un huracán, remolino. Pero esta llave transformará cualquier puerta en un portal. Insertar la llave, girar y listo, estás en Oz.

—¿Cómo es que los Hombres de Letras obtuvieron la llave?

Ella sacudió su cabeza. —No tengo idea, pero si la encuentra, ella volverá y terminará lo que comenzó. Destruirá todo lo que es bueno en Oz. Ella tiene ejércitos de brujas, monos voladores. Muchos morirán.

—¿Cómo es esta llave? —preguntó Dean.

Dorothy sacó un diario del bolsillo interior de su chaqueta. Lo abrió y lo dio vuelta para mostrarle a Dean un dibujo.

—He visto esa llave —dijo con el ceño fruncido. Miró a Anna y a Sam—. La encontré cuando estaba haciendo inventario.

—¿Dónde está ahora? —preguntó Dorothy.

Dean la miró. —Debemos obtener esa llave. Correcto, Charlie y yo iremos a ver en mi cuarto. ¿Por qué no nos compran un poco de tiempo?

Anna asintió y condujo a Sam, Emily y Dorothy fuera de la cocina, hacia la sala de control.

—No puedo creer que he vivido aquí durante 75 años —dijo Dorothy mientras los cuatro se dirigían hacia los escalones que conducen a la biblioteca—. ¿Hace cuánto que le llamas hogar a este lugar?

Las hermanas estaban un poco delante de ella, por lo que Sam mantuvo la voz baja cuando habló. —Mi hermano y Anna lo llaman hogar —explicó Sam—. Yo... no he tenido mucha suerte con los hogares.

—Yo tampoco. Sobrevalorado, si me preguntas —dijo Dorothy con una sonrisa—. Ladrillos amarillos o no, dame el camino libre cualquier día.

—¡Sam!

Sam miró hacia Anna cuando ella gritó su nombre. Tenía su arma apuntando hacia él.

Para su suerte, Dorothy tenía una clara oportunidad de ver a la bruja parada justo detrás de él. Ella usó su bala de amapola, la bruja se evaporó en una niebla verde y salió por un respiradero.

—Puede ir a cualquier sitio desde ahí —dijo Anna—. Si nos dividimos, cubriremos más terreno.

****

Dean estaba preocupado por Charlie cuando Anna lo encontró. Estaba muerta, podía ver eso. La bruja había venido justo cuando encontró la llave. Lo había dominado facilidad y tomó la llave, pero eso no fue suficiente para ella.

Mientras Dean yacía indefenso en el suelo, la bruja había intentado arrojarle un rayo verde. Sin pensar, Charlie se había arrojado frente a él.

Ella murió en el impacto.

Y ahora aquí estaba Dean, su corazón se rompió y se llenó de culpa mientras miraba el cuerpo sin vida de Charlie. La había emparejado con él para poder hacerla ir a la mazmorra y mantenerse a salvo. Debería haberse esforzado más cuando ella se negó.

Justo cuando pensaba que no había nada que él pudiera hacer, escuchó que Anna decía su nombre y corría por el pasillo.

—¡Zeke! —gritó Dean justo cuando entraba por la puerta.

Sus ojos se volvieron azules, y Anna pasó de decidida y con su arma levantada, a estar parada con el arma baja y una mirada estoica en su rostro.

—Tienes que ayudarla —aseguró Dean.

Ezekiel se adentró más en la habitación y miró a Charlie. —Ella se ha ido.

—No —dijo Dean en pánico—. Tienes que traerla de nuevo como hiciste con Cas.

—No puedo seguir haciendo eso.

A Dean le dolió oír con su voz decir que no recuperaría a Charlie. Si fuera Anna, su Anna, habría hecho todo lo posible por recuperarla. Incluso si eso significaba arriesgar su vida.

—¡¿Por qué diablos no?! —Dean gruñó.

—Apenas tengo la mitad de fuerza, Dean —se excuso Ezekiel—. Cada vez que uso mi poder, me debilita, lo que significa que tendré que quedarme dentro de tu pareja más de lo que quieres... más de lo que ambos queremos. La bruja que recorre el búnker es muy poderosa. Puedo ayudar con la bruja o salvar a tu amiga.

Dean miró a Charlie. No había competencia, e incluso si hubiera habido, él sabía lo que elegiría ella.

—Sálvala.

Ezekiel asintió con la cabeza. —Como quieras.

Se acercó a Charlie, colocando su arma en el tocador al pasar por allí y se arrodilló al lado de la cama. Dean tuvo que apartar la mirada de ella y concentrarse en Charlie. Parecía que cada vez que Ezekiel tomaba control de su cuerpo era más difícil mirarla.

Charlie jadeó y se sentó en la cama gritando: —Feliz Navidad.

Anna cayó inconsciente sobre el tocador.

—¿Charlie? —Dean la llamó.

Charlie lo miró con ojos aturdidos. —Oye, te conozco.

—Te dije que te quedaras en la mazmorra.

Charlie soltó una carcajada. —Apuesto a que le dices eso a todas la chicas.

Dean la miró cuando Anna se despertó y dijo su nombre.

—¿Bebé?

—¿Qué demonios acaba de suceder? —preguntó la cazadora mientras miraba confundida alrededor de la habitación.

Dean se enderezó y la miró a ella, luego a Charlie. —La bruja... la bruja estaba a punto de darme un golpe y Charlie saltó al frente. La esquivé, entonces la bruja fue hacia ti.

Anna se puso de pie y recogió su arma de donde estaba en el tocador. —Entonces, ¿por qué no estamos muertos?

—Esa es una buena pregunta —dijo Dean con un encogimiento de hombros y una sonrisa a medias—. Yo... le lancé una bala de amapola. Tiene la llave. Creo que se ha ido.

—No —jadeó Emily mientras aparecía en la puerta—. Ella está herida. Aún deberíamos tener algo de tiempo. Aún debería estar en los conductos de ventilación.

— No. No, no. Tiene razón —Charlie murmuró mientras trataba de ponerse de pie—. Tenemos que...

Se tambaleó y Dean la atrapó antes de que pudiera caerse. —Wow, wow —la calmó mientras la bajaba de vuelta a la cama.

—Solo vayan. Los alcanzaremos —dijo Emily mientras entraba en la habitación y miraba a Charlie.

Charlie hizo un gesto hacia Anna y el tocador detrás de ella. —Mi arma está por ahí. Hay una bala en ella.

Ella asintió, le pasó el arma a Dean y se fue con él. La pelirroja todavía estaba tratando de llenar los espacios en blanco de su memoria. En un momento entró corriendo a la habitación y al siguiente se desmayó junto a la cama.

Y había otra cosa.

—¿Quién es Zeke?

La espina dorsal de Dean se puso rígida, la miró mientras los dos merodeaban por los pasillos del búnker.

—¿Que?

—Cuando entré a tu habitación, antes de que me cayera, creí que dijiste el nombre Zeke. ¿Quién es ese?

Se encogió de hombros—. Creo que estás un poco conmocionada, cariño. Sigamos moviéndonos.

Anna avanzó y camino por delante de él, Dean cerró los ojos lamentadose. No sabía cuanto tiempo más podría seguir mintiendo de esa forma.

La respuesta la confundió aún más. Estaba segura de que lo había escuchado decirlo. E incluso si no lo hubiera hecho, ¿por qué creía que lo hizo?

Los dos chocaron con Sam y Dorothy en la sala de control. Dean le dio a su hermano la versión corta de lo que sucedió, luego le dio la versión real, cuando Anna estaba delante de ellos y fuera del alcance del oído.

—¿En serio? Dean, tenemos que tener cuidado. Si ella se entera...

—¿No crees que yo sé eso? —Dean gruñó frustrado mientras la miraba buscar en la sala de control—. Charlie estaba muerta. ¿Qué diablos iba a hacer?

Sam no tenía una respuesta para eso.

—Oye, ¿puedo preguntarte algo? —Dean dijo mientras Sam comenzaba a buscar en un lado de la habitación que Anna no estaba—. ¿Por qué no te has mudado?

—¿Realmente es el momento para esto, Dean? —preguntó Sam.

—Bueno, solo pregunto.

Sam se detuvo y se volvió hacia él. —Mira, nunca tuve lo que tenías con mamá y papá, ¿de acuerdo?

Dean frunció el ceño. —¿De qué estás hablando?

—No tengo ningún recuerdo de casa. Y cada vez que he intentado crear un hogar por mi cuenta, realmente no ha terminado bien.

—Sí, pero una vida de edificios abandonados y habitaciones de motel de porquería. Es decir, esto es lo más cercano a casa de lo que vamos a conseguir y es nuestro —Sam apretó los labios—. Anna está aquí, hombre. Si eso no lo convierte en un hogar, entonces, no sé lo que lo hará.

****

La bruja les había caído encima a los tres, Dorothy se salvó porque había ido a buscar a las chicas. Y si eso no era lo suficientemente malo, había logrado cambiar sus mentes con su magia y enviarlos a la caza de Charlie y Emily.

Por suerte Dorothy, se las arregló para mantener a los tres y conseguirle tiempo a Charlie y Emily para cazar a la bruja, con tacones rojos mágicos.

Anna volvió en sí misma en el garaje. Ella y Sam estaban sosteniendo a una Dorothy ensangrentada mientras Dean tenía el cuchillo demoníaco en su cuello.

La pelirroja se apartó de ella como si se hubiera quemado.

—¿Qué demonios sucedió? —preguntó mientras miraba sus manos. Lo último que recordó fue a la bruja con su brazo alrededor de su cuello y Dean llevándolas a las dos al suelo.

Dorothy sonrió cuando vio que los tres habían regresado a ustedes mismos. —Charlie —dijo ella.

Anna encontró a ella y a Emily en el balcón de la sala de control. Nunca había sentido tanto alivio como cuando vio a su hermana inclinada sobre la barandilla con la llave de Oz en la mano y la bruja reducida a un montón de harapos a sus pies.

—Ding-dong, perras —dijo Charlie con una sonrisa, mientras cruzaba su brazo por los hombros de Emily.

****

Anna estaba cargando el bolso de lona de Charlie cuando ambas entraron al garaje para unirse a Dorothy, Emily y los hermanos. Ella sonrió cuando vio el Impala ahora estacionado en el medio de todos los autos antiguos.

—Mi bebé se ve bien aquí, ¿no? —bromeó Dean con una sonrisa cuando vio a Anna.

Ella sonrió. —Depende. ¿De qué bebé estás hablando?

Él se rió entre dientes, pero no tuvo oportunidad de responder porque que Charlie lo apartó a un lado para hablar en privado. Anna y Sam hablaron con Dorothy y le dieron uno de los libros que su padre había escrito.

La pelirroja miró a Dean y Charlie que estaban teniendo una acalorada discusión. Bueno, él era el que discutía. Charlie parecía tan persuasiva como siempre. Anna sonrió cuando Dean rodó los ojos y asintió con resignación.

—Nada mal para unos bibliotecarios —dijo Dorothy cuando Charlie y Dean se unieron—. ¿Les importaría cuidar mi motocicleta por mí?

—Sí, sí —dijo Anna con una sonrisa—. Siempre y cuando no te importe que la saque a dar una vuelta de vez en cuando.

Ella entrecerró los ojos con un pensamiento falso por un momento antes de sonreír. —Trato hecho. Gracias por todo. Ahora, si me disculpan, tengo una revolución que terminar —miró a Charlie y Emily—. Entonces... ¿vienen o qué?

Ambas se quedaron boquiabierta. —¿Qué? ¿Contigo? ¿A Oz?

—Sí. Dijeron que buscaban aventuras. Bueno, aquí tienen una. Ayúdenme a encontrar a mi maldito perro.

—Un momento, un momento —interrumpió Anna alzando las manos—. Eso no va a estar pasando.

—¡Anna! —chilló Emily.

—¿Estas loca? No sabes que cosas hay en ese lugar.

—¿Recuerdas lo que me dijiste cuando iba a cerrar las puertas del infierno? Me dijiste que hiciera lo que me haga feliz. Esto me hace feliz —miró a Charlie con una sonrisa—. Y me duele dejarte Anna pero siento que tu vida ya esta realizada, podrás seguir sin mi a tu lado. Ya no me necesitas porque ahora tienes a alguien que te cuida. Y por partida doble.

Anna agachó la cabeza meditando las palabras de su hermana. Ella la amaba, por supuesto, pero tal vez tenía razón. Era hora de soltar y dejarla ir, necesitaba hacer su propia vida. Tal vez no era la vida que hubiera querido para ella pero estaba bien, sabia que estaría bien.

—¿Estas enojada? —preguntó la pelirroja menor.

—¿Qué? ¡No! Emily, Dios ¿cómo me voy a enojar por algo así? Yo... soy la menos indicada para juzgar a alguien —Sam y Dean sonrieron detrás de ella—. Si eres feliz, lo que piensen lo demás no importa.

Emily se abalanzó hacia su hermana, abrazándola. —¿Entonces puedo ir?

Cuando se separaron, Anna miró a su hermana por unos segundos.

—Si necesitas algo, solo... golpea tus zapatos tres veces, ¿está bien? —dijo mientras veía a su hermana sonreír.

—¿Nosotras? —dijo Charlie—. ¿Y qué hay de ustedes, chicos locos? ¿Van a estar bien sin mí?

Dean se encogió de hombros cuando ella lo miró.

Sus ojos se posaron en Anna. —Cuídalos, ¿sí?

Ella sonrió. —Siempre. Tu cuídala.

Charlie asintió mientras volvía a cruzar un brazo por encima de Emily. Las tres se acercaron a las puertas dobles al final del garaje. Ambas pelirrojas observaron con asombro como Dorothy insertó la llave en la puerta y las abrió para revelar un hermoso paisaje con un camino de ladrillos amarillos que lo atravesaba. En la distancia, se podía ver la Ciudad Esmeralda.

Emily miró hacia atrás y saludó a su hermana por última vez antes de comenzar a caminar.

—Mierda —murmuró Anna mientras caminaba hacia las puertas y se detuvo justo antes de entrar.

Tenía un impulso casi implacable de correr detrás de las chicas.

—Entras allí y juro por todo lo sagrado que voy a ir cazar tu trasero.

Anna sonrió y miró a Dean que ahora estaba justo detrás de ella.

—¿Lo prometes? —ella sonrió.

El brazo de Sam se posó alrededor de sus hombros para poder empujarla contra su pecho. —No vas a ir a ningún lado —afirmó.

Las puertas comenzaron a cerrarse por sí mismas. Un chasquido resonó en la habitación cuando se cerraron.

Dean la abrió de nuevo para revelar solo el camino de entrada que del búnker.

—¿Crees que ella volverá? —preguntó Dean.

—Por supuesto —contestó Sam. Miró a su hermano y sonrió—. No hay lugar como el hogar.

****


Ay, se nos fue Emily 💔 los chicos estan creciendo. Igual van a volver.

Anna está sospechando de Dean y todo lo de Ezekiel, así que en cualquier momento se vienen los problemas. Y no me quiero imaginar como se va a enojar cuando se entere de todo lo que paso. 

Disfruten los capítulos felices.

Gracias por todo el apoyo de siempre 😘

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