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Epílogo


Cásate conmigo


Nuestra escapada, que estaba supuesta a ser de dos o tres meses terminó siendo de medio año. Los seis meses más felices de toda mi vida y estaba seguro, porque me lo decía cada vez que podía, que Sasuke se sentía igual.

Fuimos solos nosotros dos, volviendo a conectar, descubriéndonos mutuamente, amándonos. Sin embargo, llegó el momento de volver, de dejar nuestra burbuja personal para regresar al mundo real que nos esperaba. El compromiso en Hawaii para asistir a la boda de Tricia y Bruno Brambilla fue la principal razón de que no continuáramos nuestra escapada.

—Recuérdame por qué interrumpimos nuestro idilico viaje, amor.

Viajábamos de vuelta a la casa a bordo de un taxi después de dejar la casa rodante en un espacio especial donde estaría hasta nuestro próximo viaje. Y en dos días estaríamos viajando hacia Hawaii.

Ante la pregunta de Sasuke solo solté unas risitas. Mi compañero no estaba contento con el final de nuestro viaje, pero no solo se trataba de la boda de Tricia sino de su compromiso con el Midori. Su hijo estaba al frente del club, pero igual había ciertos asuntos que sólo Sasuke podía resolver.

Además de algunos pendientes con la casa y mi apartamento en Nueva York el cual puse a la venta ya que no tenía planes de volver a vivir en la ciudad de los rascacielos.

Y como le dije a Sasuke, todavía no podíamos darnos el lujo de jubilarnos y dedicarnos a vagar por el país, aunque la idea era muy atractiva, quizás en diez años más llegara ese momento.

No obstante, a mi bello asiático le preocupaba algo más, y era que a Sasuke parecía intimidarlo encontrarse nuevamente con parte de mi familia, en especial conocer a Tricia. Él pensaba mucho en que quizás no le simpatizaría a mi sobrina, aun cuando ellos ya habían hablado por teléfono, decía que no sería lo mismo de frente. Yo no dejaba de asegurarle que todo iría en armonía y que él y Tricia se llevarían muy bien.

No fue hasta que abordamos el avión con destino a Honolulú en un viaje que duraría aproximadamente doce horas que Sasuke me confeso no solo que odiaba viajar en avión, sino que la idea encontrarnos con Mauricio, el hermano mayor de Bruno, le tenía nervioso y hasta un poco inseguro.

No negaré que aquello último me sorprendió, además de que no podía imaginar que tenía en mente Sasuke, es que acaso pensaba que a esas alturas yo tendría cabida en mi vida para alguien más que no fuera él. Y mientras más lo pensaba, más me molestaba.

—No entiendo a que le temes, Sasuke. ¿Es qué acaso no te he demostrado mi amor? Que puedes confiar en mi.

Mantuve la vista lejos de él, fija en la pequeña pantalla empotrada en el asiento frente a mi, y que mostraba el avance del avión en tiempo real.

Sentí una de las manos de Sasuke sobre la mía, sus dedos jugando con los míos.

—Por supuesto que sé que me amas y confio en ti totalmente...

—¿Y entonces?

—Siempre me he sentido inseguro frente a ese hombre.

Aquello posiblemente tenía que ver porque en una ocasión me vio con Mauricio, esa vez yo ni siquiera supe de su visita.

Sin dejar ir su mano giré hasta poderlo mirar a los ojos, esos hermosos ojos que no dejaban de encandilarme.

—No tienes porqué amor, es que acaso no te he dicho lo hermoso y sexy que eres, lo mucho que me encantas y provocas...nadie se compara contigo y lo que siento por ti, Sasuke.

Me encantaba pronunciar ese nombre que desde que lo conocí me fascinó. Lo oí carraspear antes de embozar una divertida sonrisa.

—Jamás dudes del sentimiento que nos une, amor.

***********************

Honolulu, en la costa sur de la isla de Oahu, tiene hermosas playas, además de variada vida nocturna y comercio. A parte de su famoso barrio Waikiki, centro de restaurantes y entretenimiento, está su icónica playa con forma de medialuna.

La isla de Oahu también fue el escenario en mil novecientos cuarenta y uno del ataque de la Armada Imperial Japonesa a la Flota del Pacifico de la Armada de los Estados Unidos que llevó a la entrada del país en la Segunda Guerra Mundial.

La boda de Tricia y Bruno se realizaría en la playa del lujoso hotel donde también nos hospedaríamos.

Mi sobrina, junto con Bruno y parte de la familia esperaba por nosotros en el impresionante recibidor del hotel, fue un reencuentro alegre y emotivo, luego Sasuke y yo tuvimos tiempo para ir a la habitación, refrescarnos y arreglarnos para la cena familiar.

Yo no podía disimular la felicidad de volver a ver a mis hermanos con sus respectivas familias, los Morell juntos por primera vez luego de la partida de mamá, pero Tricia tenía una sorpresa para nosotros, en especial para Sasuke y fue la presencia de Suzume que llegó con su esposo para la cena y futura boda.

Suzume, que lucia hermosa se fundió en un apretado abrazo con su hermano y luego conmigo.

En el restaurant, donde existía previa reservación tenían dos extensas mesas unidas para albergar los invitados. Sasuke y yo nos sentamos uno al lado del otro con una de las hijas de Brenda Lee, igual de parlanchina que su madre, a mi lado derecho. Frente a nosotros se encontraba la familia de Bruno; sus padres, su hermana mayor y un primo que vino de Italia para la ocasión. Aunque no dije nada me sorprendió no ver al hermano mayor de Bruno, Mauricio Brambilla presente.

La cena transcurrió en un ambiente de camaradería, aunque debido al largo viaje Sasuke y yo pronto lo único que deseábamos era irnos a la habitación.

Era jueves, la boda se llevaría a cabo en la playa el sábado en la tarde, con la respectiva recepción, más tarde, en uno de los salones de la hospedería. Sasuke y yo planeábamos dormir hasta el mediodía, luego probablemente pasaríamos el resto del día entre la playa y la piscina, ya que para el sábado tendríamos poca ocasión de disfrutar de las amenidades del hotel antes de la boda.

Mi hombre y yo teníamos boletos de regreso a Cleveland para el lunes por la mañana.

Esa noche después de la cena y una rápida ducha que compartimos quedamos rendidos por el cansancio.

**********************

Desperté bajo las atrevidas caricias de Sasuke, abrí los ojos y lo primero que enfoque fue su atractivo rostro muy cerca del mío, mientras con una de sus manos recorría la piel de una de mis piernas, pasando por mi vientre para llegar al pecho.

Me acomodé sobre un costado para mirarlo directo a los ojos antes de besar sus labios, mientras llevaba una de mis manos sobre su mejilla, sosteniéndolo y arrimándolo más cerca de mi. Pronto nos encontrábamos desnudos, Sasuke debajo de mi, más que ansioso por sentirme en su interior, exitado como yo, después de compartir algunos intensos besos y caricias.

Esa mañana nos amamos con algo de rudeza, alcanzamos juntos el cielo y abrazados bajamos en espiral hasta terminar entremezclando nuestras respiraciones y jadeos.

*********************

El viernes en la tarde, después de visitar la playa, Sasuke y yo nos instalamos en sendas sillas debajo de una sombrilla frente a la enorme piscina, que más bien eran al menos cinco albercas en una.

A esa hora, más de las tres de la tarde, los rayos del sol comenzaban a bajar su intensidad, aun así Sasuke y yo optamos por quedarnos bajo la enorme sombrilla y disfrutar de un almuerzo tardío.

Después de almorzar, mientras Sasuke tomaba una siesta, yo disfrutaba de un poco de lectura. Más tarde mi compañero se animó a dar una vuelta por la barra en busca de dos cervezas sin alcohol, y yo volví a colocarme protector solar en mis extremidades.

—Podría ayudarte a aplicarte el protector en la espalda.

Oí el comentario y por unos segundos ni siquiera supe que estaba dirigido a mi. Solo cuando la sombra de la persona que lo emitió se desplazo frente a mi, levanté la mirada.

Ante mi se encontraba Mauricio Brambilla vistiendo, además de su picara sonrisa, un diminuto traje de baño color negro.

—Es un placer volver a verte, Alejandro.

Me puse de pie rápidamente para estrechar la mano que me extendió.

—Mauricio, ¿cómo estás?

—Estoy muy bien, gracias. Y veo que tú estás de maravilla.

—Si, me encuentro muy bien.

Afirmé mi comentario con una enorme sonrisa, mientras lo más disimulado posible atisbaba alrededor, pendiente del regreso de Sasuke.

—Prácticamente acabo de llegar, tuve algunos contratiempos de trabajo y no pude tomar un vuelo antes—comento él con despreocupación.

—Ya me preguntaba porque no estabas anoche en la cena familiar.

Nuestras miradas se encontraron y noté como su anterior expresión aliviada cambió hacia una de fija atención.

—Entonces sí notaste mi ausencia.

Yo tarde unos segundos más de lo normal en contestar.

—Por supuesto, acaso no eres el hermano mayor del novio.

Mauricio embozó una sonrisita que más se pareció a una mueca de incomodidad, quizás esperaba que mi contestación nos llevara por otros caminos.

La llegada de Sasuke me salvo de tener que continuar aquel intercambio de palabras. Mi japonés colocó los dos vasos que llevaba sobre una de las mesitas metalicas.

—Mauricio...

El aludido se giró en dirección al recién llegado.

—Sasuke.

La tensión que se generó entre Mauricio y Sasuke, aunque para cualquiera, menos para mi, hubiese pasado desapercibida, me puso atento.

—Pensé que no recordarías mi nombre.

—Como olvidarlo—mencionó Mauricio y fue el primero en ofrecer su mano a mi compañero.

Sasuke y él sacudieron manos rápidamente.

—Me alegra volver a verlos.

Mauricio llevó su mirada de mi a Sasuke, y viceversa, sin detenerse en nadie en particular.

—Fue bueno verte, cuídate.

Eso me parecio bien y no voy a negar que respiré aliviado cuando vi al hermano de Bruno marcharse. Sasuke no le saco la mirada de encima hasta que desapareció al cruzar las puertas del cristal en dirección al vestíbulo del hotel.

Volví a sentarme y bebí de un solo trago la mitad de mi cerveza, estaba seco.

—Ese hombre aún no te ha superado, Alejandro. Solo espero que no le suceda como a mi, sería una pena.

Por poco me ahogo con el liquido dorado y espumoso, aunque de momento no entendí a que se refería.

—No sé si tomarlo como halago o...

—Si yo no hubiese venido contigo, tendrías a Mauricio pegado a ti todo el fin de semana.

—Eso si yo lo permitiera.

—Realmente espero que te supere.

—Yo también. Mauricio tuvo su oportunidad y créeme que por esos años no hizo nada por mantener la relación, de hecho, la cagó en más de una ocasión.

Sasuke fue a sentarse junto a mi, quedando muy juntos, en la estrecha silla. Una de sus manos fue sobre mi pierna.

—Lo sé, y ¿sabes que más sé? Que si yo me hubiese presentado contigo la vez que fui a buscarte a Nueva York, tu romance con Mauricio no hubiese prosperado...

Lo miré de reojo y aprecié su sonrisa de satisfacción.

—¿Está muy seguro de eso, señor Takahashi?

—Absolutamente, señor Morell.

Segundos después nuestros labios se unieron para disfrutar un largo beso con sabor a cerveza.

******************

La tarde del sábado, los tenues rayos de sol iluminaban un pequeño gazebo decorado con rosas blancas y rojas donde esperaba el ministro para oficializar la unión entre Tricia y Bruno.

El rumor del mar y la brisa salobre acariciaba la piel de los allí presentes.

La playa se extendía a un lado, con las olas rompiendo en su orilla. De frente al gazebo estaban organizadas algunas hileras de sillas donde los invitados esperábamos la llegada de la novia, no faltaban los arreglos de rosas por doquier.

Sasuke y yo, vistiendo nuestras mejores galas nos tomamos de la mano al oír las notas de la marcha nupcial anunciando el comienzo oficial de la ceremonia.

Poco después, Tricia inició su desfile del brazo de Benjamín, mi sobrina lucia hermosa ataviada con su largo y vaporoso vestido blanco, pero sobre todo feliz y enamorada. Sus bellos ojos aceitunados, iguales que los de su madre Rosario brillaban de emoción.

Mientras miraba a Tricia caminar hacia el hombre que escogió, un nudo fue formándose en mi garganta y lágrimas en mis ojos recordando a mi querida mejor amiga. Justo ese día volví a sentir el peso de su ausencia.

Tricia continuó su avance y pronto estuvo junto a Bruno, quien lucia impecable en su traje oscuro. A su lado se encontraban los padrinos del enlace, mi hermana Maricarmen y Mauricio.

Los novios no podían disimular lo enamorados que estaban, tampoco su incipiente nerviosismo.

La ceremonia fue una demasiado emotiva, principalmente para mi que no pude dejar de pensar en Rosario todo el tiempo. Sasuke mostraba su apoyo apretando mi mano y de vez en cuando limpiando la humedad de mis mejillas.

Sasuke me brindo un fuerte abrazo una vez finalizada la ceremonia y antes de caminar detrás del gentio de invitados en dirección al salón donde se celebraría la recepción.

Si la ceremonia fue emotiva, la fiesta fue una explosión de diversión. Bailamos, yo tuve el honor de bailar con Tricia la primera melodía, y luego Sasuke y yo nos lucimos en la pista, lo que no hicimos en nuestra juventud, bailando un mixeo de éxitos ochenteros.

Cuando Tricia lanzó el hermoso ramo de enormes rosas blancas que llevaba, entre un inclusivo grupo de invitados, en el cual se encontraban varios hombres, fue una sorpresa para muchos que, sin casi esfuerzo, el ramo diera a parar a las manos de Mauricio Brambilla.

No lo dije, pero elevé una petición para que el querido Mauricio encontrara pronto al hombre que la vida le tenía destinado para hacerlo feliz.

No fue hasta pasadas las cuatro de la madrugada que volvimos a la habitación para, agotados, dormirnos enseguida.

La mañana siguiente pedimos servicio de desayuno al cuarto y luego de comer dedicamos un buen rato a comentar sobre la hermosa boda y divertida fiesta. Era un domingo soleado y prácticamente éramos los únicos invitados que continuaríamos en el hotel hasta el siguiente día, así que decidimos salir a explorar un poco de la ciudad.

Fue una tarde para recordar recorriendo algunos lugares de interés turístico, además de algunas tiendas y terminamos visitando una cafetería para que Sasuke disfrutara de un café cargado y yo, de mi café helado favorito.

—Tengo una sorpresa para ti, Alejandro.

Cuando volvimos a la habitación mis planes eran ordenar una cena ligera al servicio de cuartos y pasar el resto de la noche, viendo una película junto a Sasuke, pues a mi parecer ninguno de los dos estaba para salir, después de todo nuestro vuelo de regreso saldría en menos de veinticuatro horas.

—Al ser nuestra última noche aquí, quiero que salgamos a cenar, una cena íntima para dos.

Su idea me gusto más que la propia y de inmediato me dispuse a arreglarme.

—Reservé mesa para las siete y media, amor.

Eso nos daba un poco más de una hora para alistarnos.

*********************

El elegante restaurante que escogió Sasuke se encontraba en el hotel, era uno de los cuatro restaurantes de la hospedería y fusionaba la cocina japonesa con la china, una interesante propuesta.

No era la primera vez que compartíamos una cena especial en un lugar elegante, en nuestro anterior viaje siempre sacábamos tiempo para comer afuera, Sasuke y yo disfrutábamos probando platillos de diferentes culturas, de hecho, habíamos hablado sobre irnos de viaje por Asia, quizás para el siguiente año.

La cena estuvo deliciosa, fue mi amor quien escogió los platillos, yo confiaba plenamente en él cuando de comida asiática se trataba y su elección nunca me decepcionaba.

—Ahora toca el momento del postre...

—No creo que pueda comer postre, Sasuke.

—No me haras este desaire, cariño.

Nada dije, pero su insistencia comenzó a parecerme extraña.

—Alguien me comentó que el Sashima es delicioso.

El Sashima se parece al turron español, pero el primero se elabora con trocitos de masa fritos bañados en un almíbar espeso que funge como pegamento, a mi su apariencia me recordaba las barritas de cereal de arroz que a los niños les encanta.

Pronto volvió el mesero que nos atendía con un plato estéticamente presentado con tres barritas de Sashima, que colocó en el centro de la mesa. Sin embargo frente a mi dispuso un plato mucho más pequeño cuyo centro estaba cubierto con una tapa pequeña y plateada.

Intrigado levanté la mirada para centrarla en Sasuke que me miraba fijamente. Volví a bajar la mirada sobre el pequeño plato de bordes plateados y esta vez sentí, sin saber su procedencia, una descarga de adrenalina que abrió un vacío en mi estómago, y provoco la sensación de miles de mariposas revoloteando en mi interior.

Percibí antes de ver, cuando Sasuke se puso de pie y levanté la mirada. Me dio la impresión de no poder dejar de mirarme en sus ojos rasgados, esos que siempre me hechizaron.

Sasuke se inclino un poco y con una de sus manos retiro la pequeña tapa que cubría el centro del plato frente a mi, una exclamación de asombro abandonó mis labios ante la visión de lo que brillaba en su centro.

Mi hermoso hombre no perdió tiempo en tomar con delicadeza la argolla de oro blanco que relucía en todo su esplendor, y dejándome sin aliento, doblar una de sus rodillas y postrarse a mi lado.

Yo no supe si reír o llorar, o una mezcla de ambos, mientras algunos recuerdos de nuestros primeros encuentros cruzaban por mi mente como si de una película se tratara.

—Cásate conmigo, mi Alejandro...

Un gemido de emoción brotó de mi garganta antes de ponerme de pie para tomar a Sasuke de su mano libre y halarlo hacia mi, a mis brazos, y no dejarlo ir.

—¡Si, si me quiero casar contigo, mi chico hermoso!

Sasuke colocó la argolla en el dedo anular de mi mano izquierda antes de abarcar mi rostro con ambas manos y acercar sus labios a los mios.

Un coro de aplausos, buenos deseos y vitores nos acompañaron, y mientras tanto mi corazón bailaba de alegría y emoción al sentir que finalmente aquellos dos locos adolescentes enamorados al fin podríamos unir nuestras vidas.

Y lo más significativo es que: amor es amor, no importa a quien ames.


FIN





Tricia y Bruno 😍

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