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Capítulo 7


¿Me haces falta?

Estuve pensando mucho sobre nuestro acercamiento en la tienda de alquiler de películas el resto del fin de semana. Y aquello solo me confundió más.

Comenzaba otra semana escolar, estábamos a mediados de octubre, día diecisiete para ser precisos, entre el estudiantado solo se hablaba de Halloween y los planes para esa noche dentro poco menos de dos semanas.

Gwendy no tenía otro tema de conversación, su preocupación más inmediata era cuál disfraz llevar para la ocasión, mientras mi mente estaba ocupada en asuntos diferentes, como lo era la preparación para tomar el examen del college board y aprobarlo con buenas calificaciones, sin eso no podría entrar a la universidad.

En esos días la temperatura había comenzado a bajar considerablemente en las noches, pero durante el día todavía podíamos disfrutar estar afuera en los recesos llevando algún suéter o abrigo ligero.

Gwendy y yo solíamos sentarnos después de almorzar en una de las mesas de madera, a veces en compañía de Peter y su grupo, a veces solo nosotros dos. Rosario pasaba más tiempo en compañía de Sasuke y su hermana, quien siempre me saludaba con la mano pero nunca volvió a acercarse.

—Creo que me disfrazaré de Dorothy, la niña del mago de Oz —decía Gwendy con sus ojos azules brillando emocionada. En ocasiones mi novia se mostraba bastante infantil, era eso o el problema lo tenía yo porque últimamente pocas cosas me emocionaban. En las últimas semanas pensaba demasiado, analizando cada nueva reacción, no solo de los demás, sino en especial mia.

Gwendy había buscado mi mirada, sonriendo.

—Tu podrías ir de hombre de hojalata —No pude menos que echarme a reír con solo imaginarme llevando un embudo en la cabeza, pero por increíble que pareciera terminé aceptando esa opción.

Esa tarde de paso frente a la casa de Chari, ella había salido de la escuela con Sasuke y Suzume, ya ni siquiera me hacía compañía, dejé que Brenda Lee se adelantara porque mis intenciones eran tocar a su puerta para preguntarle a mi mejor amiga si entre ella y el japones comenzaba a nacer una relación diferente a la amistosa, si se gustaban. Después de todo no hacía mucho Chari había dicho que Sasuke era su futuro amor.

Sin embargo, me debatía entre hacer ese tipo de pregunta porque tenía miedo no solo de su respuesta, sino de la reacción que desataría en mi una respuesta afirmativa. Y era que ya para ese momento me comenzaba a molestar la cercanía entre Rosario y Sasuke pero no me había aventurado a ver de frente el verdadero motivo, que estaba allí en el fondo de mi mente, sepultado entre negativas y mis intentos de no aceptación.

Recuerdo que me dispuse a irme a casa diciéndome que me vería raro si hacía ese tipo de preguntas y fue entonces que escuché risas y el ruido de una puerta de tela metálica cerrarse.

—¡Alejandro!. —El llamado de Chari me hizo detener y girar.

Ella y Sasuke se acercaban por la acera después de abandonar los predios de la casa. El japones evitó mirarme en tanto se despedía de mi amiga.

—Nos vemos después Rosario. —Sasuke se acomodó el bulto que llevaba a la escuela sobre su hombro izquierdo y me rebasó, solo cuando pasó justo a mi lado lo vi hacer una movimiento de cabeza que no era saludo o despedida, era nada, solo un estúpido movimiento por compromiso.

Enojado no pude evitar resoplar por las narices antes de echarle un brazo en los hombros a mi amiga para guiarla de regreso a su casa.

—No lo soporto —Enseguida que aquello salió de mi boca me arrepentí. Rosario se alejó de mi lado para colocarse de frente y echarme una miradita muy rara que no supe interpretar.

Segundos después ella se echó a reír estrepitosamente.

—¡No me digas que estas celoso! ¿Estás celoso de Jack? —Ante sus suposiciones no supe que decir, tampoco pude darle un significado. Rosario saltaba como una loca a mi alrededor.

¿Celoso? ¿Celoso por qué?

Era cierto, me incomodaba ver a mi amiga con el chico nuevo, tanta cercanía entre ellos...

Aunque eso no era importante, debía quitarle peso a aquella acusación y lo hice con algunos movimientos de cabeza en tanto trataba de agarrar a mi amiga por una de sus manos con la intención de que dejara de moverse, pues me fijé que más de un vecino nos miraba con atención y extrañeza.

—Espera un poco, loca —decía yo, pero Rosario no dejaba de saltar y hacer muecas.

—No te pongas celoso amigo, tu eres y siempre serás especial para mi —aseguró Chari y levantó su mano derecha con solemnidad, a modo de juramento.

—No estoy celoso Chari, no me molesta tu amistad con ese chico —alegué.

El lazo entre Chari y yo era más que una amistad entre adolescentes, y siempre tuve la seguridad de que nadie me remplazaría, por eso aunque lo negaba, en un rincón de mi mente persistía la duda de por qué me sentía molesto cuando veía la cercanía entre ella y Sasuke, estaba por afrontar el verdadero significado de toda ese aluvión de emociones.

—¿Y a qué vino eso de que no lo soporto?—Cuando pronunció las últimas palabras fingió una vocecita que pretendía ser chistosa, y levantó las manos para hacer el gesto de comillas.

Rosario me sostuvo por el antebrazo y ambos nos detuvimos justo frente al sendero de entrada a su hogar.

—Jack tiene problemas con la clase de Álgebra, una tarde nos encontramos en la biblioteca, ese día yo también me estaba refregando el cerebro con unos problemas que no lograba entender y sobre todo resolver, recuerda que no todos podemos ser nerds como tú  —Iba a protestar al oírla llamarme nerd, pero me abstuve.

Rosario pasó a decirme que ella se acerco al callado chico y que luego de algunos minutos donde notó cierta incomodidad viniendo de Sasuke, terminaron juntos resolviendo las ecuaciones. Desde ese día mi amiga y el vecino comenzaron a crear cierto compañerismo que iba por buen camino a convertirse en amistad.

Me sentí algo estúpido porque le había dado a entender a Rosario que necesitaba explicaciones y eso le llevaba la contraria a mi afirmación de que no estaba celoso.

Mientras Chari hablaba yo me perdí en mis pensamientos y dudas, siendo consciente de que no los podía compartir con mi mejor amiga. Lo que sentía cada vez que la veía con Sasuke, o cuando me perdía en la oscura mirada del asiático eran cosas que no me sentía preparado para hablar con nadie, incluso conmigo mismo era difícil afrontar esas nuevas emociones.

Muchas de aquellas emociones ya las había experimentado antes con una o dos chicas que despertaron mi curiosidad, que me gustaban, siendo Gwendy, mi novia, la última muchacha que despertó en mi esa sensación que todos describían como estar enamorado. Sin embargo, jamás había sentido eso por otro varón y allí era que nacían las dudas y desconciertos.

—¿Tú y él se gustan? —Tenía que saber la respuesta, aunque no sabía en que me ayudaría. Rosario me miró directamente a los ojos durante largos segundos, me di cuenta de que contenía una carcajada, a mi amiga por esos días casi todo le daba risa, una risa nerviosa bastante molesta, en especial cuando el tema no era gracioso—. Creo que no debí preguntar, ya me parezco a Brenda Lee —dije ante su silencio.

Era mejor dejar las cosas así.

—Harían una linda pareja —añadí rápidamente porque me pareció apropiado.

—Ya cállate, Alejandro, no me atrae Sasuke, sé que el otro día te dije que era mi futuro amor pero solo bromeaba. A mi me gusta otro y a él...creo que también le gusta alguien más—Me obligue a dejar el tema ahí, no quería seguir indagando en algo que al fin al cabo no era mi asunto. Sin embargo, de camino a casa después de dejar a Chari, la intriga sobre quién era el interés romántico de Sasuke se instaló en mi mente.

Días después, durante la clase de Álgebra fue la misma maestra quien me pidió ayuda para Sasuke, se acercaban los exámenes finales y Miss Clark estaba preocupada porque el callado chico tuviera las herramientas necesarias para salir airoso en las pruebas y la ayuda que Rosario le proporcionaba parecía no ser suficiente.

La maestra se esforzaba con los todos los alumnos por igual pero una ayuda extra nunca estaba demás y eso era lo que buscaba para Sasuke pues según su criterio el chico necesitaba atención especial en la materia.

Yo no era único al que le gustaba prestar ayuda voluntaria pero fue a mi a quien la educadora abordó con su inquietud y yo no me negué aunque casi de inmediato la ansiedad apenas me dejó pensar.

Recuerdo que Miss Clark se encargó de decirle a Sasuke sobre su propuesta, lo vi echarme una rápida mirada antes de poner su atención nuevamente sobre ella, vi que hacía un movimiento negativo con la cabeza para luego encogerse de hombros.

Miss Clark le dio varias palmadas en uno de sus hombros antes de retirarse a su escritorio dejándome a mi con la duda sobre que sucedería luego, no supe realmente si él había aceptado la ayuda o no. No fue hasta que al final de la clase, justo cuando guardaba mis cosas en la mochila para salir y dirigirme a la próxima clase, que Sasuke se detuvo frente a mi pupitre.

—¿Qué te parece la biblioteca?, allí podríamos reunirnos para ver si logras que entienda todos esos problemas con letras y números que están a punto de hacer que fracase —Fue lo que dijo y yo tarde en internalizar sus palabras.

—¿Si o no? si no puedes dímelo...—añadió ante mi silencio, con un raro tonito de voz que me sonó a fastidio.

Lo miré y no me limité, levanté mi ceja izquierda en gesto de asombro.

—Si tú puedes, yo también, no es la primera vez que Miss Clark me pide ayuda con un estudiante —Le contesté mientras me ponía de pie para alejarme hacía la puerta. Nunca fui de mal contestar a nadie, lo último que añadí lo hice en respuesta a su actitud.

—Nos vemos allá mañana al salir de clases —Allí lo dejé, no esperaría una respuesta, si quería mi ayuda estaría en la biblioteca al otro día, sino allá él.

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El resto del día el japonés ni siquiera volvió a mirarme y yo me propuse no darles importancia a sus cambios de humor. En la clase de educación física el maestro escogió diez estudiantes para formar dos equipos de cinco personas cada uno para un juego de baloncesto modificado al tiempo que duraba la clase.

Sasuke era uno de los miembros de mi equipo y me sorprendió, no solo a mi sino a todos, con su dominio del balón, su destreza a la hora de los pases. No estoy seguro de lo que esperaba del japonés, pero claramente me asombro.

Justo antes de caminar hacia los vestidores vi al maestro rodear los hombros de Sasuke con uno de sus fuertes brazos a modo de confidencia mientras caminaban juntos lejos del grupo.

Recordé que la temporada de baloncesto apenas comenzaba y que probablemente Mr. Rogers quisiera reclutar a Sasuke para el equipo. A mi me gustaba el baloncesto aunque no era nada bueno jugando por eso nunca intenté postular para el equipo, con decir que Rosario era mejor que yo.

Acepto que nunca fui un chico deportista, prefería divertirme viendo películas, jugando video juegos y si me preguntaban que deporte me llamaba más la atención decía que el fisiculturismo, aunque no lo practicaba.

De camino a casa esa tarde con Brenda Lee hablando sin cesar sobre de que manera convencería a nuestra madre de dejarla ir con su amiga Marie a una de las fiestas de Halloween, uno de mis tantos erráticos pensamientos fue para Sasuke preguntándome que otros talentos aparte de la música y el deporte, el chico escondía. 

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La mañana siguiente contrario a lo que venía haciendo puse bastante interés en mi arreglo personal, en casa quedaron los Converse viejos y algo apestosos, las camisetas deslavadas y percudidas que solía llevar y los jeans que herede de Ben.

Ese día, sin motivo aparente, solo yo conocía muy bien la razón detrás de la acción, escogí unos jeans que tenían conmigo poco más de dos meses, una t shirt oscura, regalo de cumpleaños con el logo de la banda AC DC y terminé calzando las Converse casi nuevas que había apartado para usarlas en las próximas fiestas navideñas.

Antes de salir puse cuidado en peinarme mi rebelde cabello y me aseguré de echarme un poco de loción para después de afeitar en mis mejillas luego de afeitar mi incipiente barba, relamente solo tenía unos cuantos vellitos aquí y allá.

Rosario, que caminó conmigo esa mañana enseguida notó mi cuidada apariencia y no dejó de hacer bromas desencaminadas porque para mi amiga el motivo de mi cambio era con el propósito de mantener enamorada a Gwendy, y nada mas lejos de la realidad.

Haberle puesto cuidado a cada detalle de mi apariencia nada tenía que ver con mi novia sino con cierto chico, aunque creo que ni yo mismo lo terminaba de aceptar. La verdad estaba allí, en algún rincón de mi mente pero no sería hasta semanas después que llegaría la aceptación.

No alcancé ver a los hermanos Takahashi al comienzo del día lectivo y una absurda sensación de pesar se instaló en mi pecho. La primera clase estuve molesto y ensimismado. Gwendy, que cuando me vio no tuvo sino piropos para mí, terminó ignorándome y cambiándose de pupitre para ir a sentarse con sus amigas. Quienes no tardaron en echarme miraditas entre burlonas y enojadas pero a mi no me afectaba.

—Hoy estas comportándote como todo un necio —dijo antes de irse con sus amigas que estuvieron más que contentas de tenerla juntos a ellas.

En el período de Álgebra Miss Clark no se encontraba en el aula y no pocos de mis compañeros montaron un grupito en la parte de atrás del salón para compartir entre otros temas la tan mencionadas fiestas de Halloween.

Yo para ese momento estaba tan incómodo y desilusionado que  había optado por bajar la cabeza sobre mis brazos cruzados ignorando la bulla de los demás, hasta Rosario y Gwendy estaban muy animadas hablando sobre sus planes, mientras yo, aburrido, no le veía la gracia a nada.

La ausencia de Sasuke afectaba mi ánimo de una manera que jamás imaginé. Me di cuenta de que sin importar que él me ignorara y ni siquiera me regalara un "buenos días", para mi poder verlo sentado sobre el pupitre que ocupaba al frente del aula resultaba suficiente y lo disfrutaba. Y ese día lo estaba extrañando horrores.

Había cerrado los ojos y poco a poco fui cayendo en una especie de sopor, sintiéndome adormecido. Entre las risas y algarabía de mis compañeros creí escuchar la puerta del aula abrirse, sabía que debía enderezar mi postura y prepararme para atender la lección de ese día pero tardé unos segundos en pasar del pensamiento a la acción.

Ahogue un enorme bostezo y me asusté cuando sentí el suave toque de alguien sobre mi antebrazo, enderecé la postura al tiempo que miraba hacía la derecha y hacía arriba encontrándome con el redondo rostro de Suzume embozando una tímida sonrisa.

—Hola Suzume ¿cómo estás? —Verla allí me sorprendió, la vi echar un rápido vistazo a mis espaldas, de seguro al corillo de estudiantes reunidos, luego puso su pequeña mano derecha encima de la superficie de mi pupitre para dejar allí un pedazo de hoja doblada en dos.

—Hola Alejandro —La chica hizo un levísimo movimiento de cabeza y como llegó, se fue sin darme la oportunidad de decir o preguntar nada. Curioso recogí el pedazo de papel y lo encerré en mi puño, pero no me animé a desdoblarlo enseguida y leer lo que seguramente había allí escrito.

Casi de inmediato mi mente se despejo y me acomodé para poder mirar a mis espaldas buscando darme cuenta si alguno de mis compañeros había notado la presencia de la chica y por ende del papel que dejó para mi. Ya para ese momento estaba más que intrigado y seguro de que el mensaje venía del hermano de Suzume.

Al parecer nadie me prestaba atención y luego de volver a mi posición original, de espaldas a los demás pues todos, ecepto yo y dos o tres más, habían decidido reunirse a hablar boberías, abrí la hoja de papel de libreta cobijándola en mis manos que mantuve casi debajo de la superficie del pupitre.

Una enorme sonrisa floreció en mis labios mientras mi joven e ilusorio corazón aumentó sus latidos. Ante mis ojos, escrito con una caligrafía impecable se leía un escueto mensaje...

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