Capítulo 6
Noche de películas
Octubre entró con fuerza, con su brisa fresca que en ocasiones hacía metamorfosis en tardes ventosas donde prácticamente sentías que al menor descuido podrías volar por los aires.
No fue solo una vez que tuve que salir corriendo calle abajo detrás de uno o más de los zafacones de la casa arrastrados por la fuerte ventolera, y en una de esas ocasiones me pareció ver a mi odioso vecino mirándome desde la ventana del ático con una sonrisa divertida sobre los labios, sin embargo cuando regresé arrastrando los cubos de plástico allí no había nadie, esa noche dure mucho tiempo preguntándome si había visto bien o solo fue mi imaginación.
Aquella última opción era preocupante porque quería decir que en mi subconsciente el tipo siempre estaba presente y eso no me gustaba.
En mi recién estrenada vida amorosa no hubo mucho cambio excepto por que últimamente y con más frecuencia me había encontrado en situaciones algo incomodas con Gwendy.
Cuando estábamos a solas mi novia comenzaba a pasar ciertos limites que yo no estaba preparado para cruzar. Lo primero que noté fue el entusiasmo desmedido que mostraba cuando nos besábamos, juntos habíamos aprendido la destreza de besar y a pulirla hasta disfrutar el momento. Sin embargo, Gwendolyn quería pasar de los besos exploradores como yo los llamaba en mi mente, a besos ardientes que cada día escalaban más.
Era excitante, no lo negaré, pero también me hacía sentir miedo, porque yo no quería llevar nuestra relación a otro nivel, no deseaba tener intimidad con Gwendy. A pesar de estar consciente que muchos jóvenes de mi edad practicaban el sexo con sus novias mis ideas sobre ese tema estaban muy claras y no estaba dispuesto a modificarlas solo por seguir la corriente.
Recuerdo que desde que cumplí doce o trece años y mi hermano mayor Ben se explayaba en explicaciones sobre sexo que yo nunca le pedí, seguidas de algunas historias de sus compañeros que estaban a punto de convertirse en padres, me propuse mantenerme lejos de esos problemas. Yo no quería ser padre a los diecisiete años como le sucedió al hermano menor de papá, un muchacho inteligente con planes de estudiar abogacía.
Tío Francisco se vio en la obligación de casarse con su primera novia pues la embarazó y con ello su prometedor futuro se fue por el caño. Yo no quería eso para mi, yo tenia planes de estudio, deseaba ir a la facultad de medicina y me esforzaba para tener ese futuro, no un matrimonio prematuro que posiblemente acabaría en divorcio dos o tres años después.
Cuando Gwendy y yo nos besábamos y acariciábamos por supuesto que sentía una oleada de excitación recorrer mi cuerpo y el despertar de cierta área que necesitaba aliviarse, pero allí era cuando solía alejarme de ella dejándola a veces jadeante y algo desconcertada.
Ese tipo de situación se había estado repitiendo más a menudo, era cada vez más incómoda y por lo mismo comenzaba a meterme presión. Y de sentirme presionado habia pasado a molestarme y evitar quedarme a solas con ella.
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En clase de Álgebra pude darme cuenta de que mi taciturno vecino tenía problemas para seguir el ritmo de la clase. Me fijaba constantemente en los movimientos que hacía con los hombros, a veces lo veía encogerlos, en otras ocasiones los hundía, también lo había atrapado sacudiendo la cabeza casi imperceptiblemente y haciendo el clásico gesto de derrota al echar la cabeza hacia atrás para mirar al techo, vencido.
Y era que la clase de Algebra, una de las ramas de las matemáticas muchos la encontraban difícil y hasta frustrante, pero no era mi caso. Amaba las matemáticas desde siempre, disfrutaba resolviendo problemas y nunca se me hizo difícil, de hecho los maestros solían pedirme ayuda para los estudiantes menos privilegiados.
A veces era yo quien les ofrecía mi ayuda, pero esta vez el lenguaje corporal del japones unido a su actitud las pocas veces que nos habíamos encontrado fuera de la escuela y en el mismo salón, me hicieron desistir.
Estaba convencido de que el muchacho no vería con agrado mi acercamiento así que me abstuve de ofrecerle ayuda porque él seguramente me miraría de arriba abajo con rechazo. Con él no podía evitar esas suposiciones.
Sasuke Takahashi se comportaba muy diferente a su simpática hermana Suzume a quien veía casi todos los días paseando a Dragón. La chica no dejaba de saludarme sonriente mientras el perro se movía inquieto buscando atención.
En esos encuentros, casi siempre cuando yo llegaba de la escuela, Suzume también había sido fuente de información pues mientras yo acariciaba la panza de Dragón y le decía lo buen perro que era, la chica no paraba de hablar espontáneamente sobre su familia. Al principio fue incómodo porque no entendía a que venía tanto despliegue de palabras, sin embargo, en cada nuevo encuentro con la chica me encontré esperando interesado datos nuevos sobre la familia Takahashi.
Por boca de Suzume supe que la madre se estaba recuperando de una dolencia pulmonar y que durante medio año fue su hermano Sasuke, el que se encargó de cuidarla casi exclusivamente. Y mientras el padre, que era el principal sostén económico de la familia debía continuar trabajando, el joven se dedicó a atender a su progenitora incluso a costa de su educación pues el chico se había ausentado de clases muchísimo a favor del cuidado de su madre. La chica comentó que Sasuke y su mamá tenían un vínculo especial.
Durante unos días, casi consecutivos, Suzume y yo compartimos cortos paseos con Dragón entremedio. La conversadora muchacha hablo del hijo mayor Ryu, un rebelde a quien no le gustaban las reglas, obvio, y de la hija mayor Izumi quien estaba casada y esperaba su primer bebé. Izumi vivía en la Florida con su esposo.
Esa especie de cercanía con Suzume no hizo otra cosa que avivar mi curiosidad por la familia nipona pero en especial por el callado Sasuke, lamentablemente de buenas a primeras mi nueva compañera de paseos dejo de salir, quizás debido al comienzo de las tardes más frías y no mentiré al decir que extrañaba nuestras charlas donde yo también le había contado algo de mi y mi entorno.
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En los siguientes días la curiosidad e intriga por el joven nipón creció hasta niveles en que estaba pendiente a todos y cada uno de sus movimientos cuando estábamos cerca, obviamente lo miraba cuando él estaba distraído, quizás cabizbajo o en uno de sus cortos intercambios de palabras, cada vez más comunes entre Chari y él.
Aunque en varias ocasiones no niego que fui pillado por su mirada rasgada y avergonzado desviaba la atención rápidamente.
En las clases a las que asistíamos juntos, en especial Algebra, algunas veces me vi tentado a acercarme a él quizás podría tratarlo y llegar a conocerlo. Quizás así finalmente podría quitarme de encima esa absurda sensación de que necesitaba conocer más de él.
Sin embargo, era tan difícil, Sasuke no daba muestras de interesarse en hacer amistades, ni siquiera entablar algún tipo de compañerismo, solo con Rosario hablaba de vez en cuando. Entonces yo volvía a mi zona de confort desde donde podía observarlo sin acercarme.
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Por esos años una de nuestras actividades favoritas los fines de semana era ir a alquilar películas a la tienda de videos. Allí escogíamos nuestras películas favoritas que ya habían pasado por los cines y solíamos comprar palomitas de maíz y dulces. Esa tarde de viernes fui con Chari y Brenda Lee a escoger las películas con la que haríamos un maratón ese fin de semana. La tienda no quedaba lejos de casa y allí podíamos encontrarnos con muchos de nuestros compañeros de escuela que vivían en el área.
Durante el camino hasta la tienda Rosario y Brenda Lee no dejaban de hablar sobre las próximas fiestas de Halloween mientras yo intercalaba monosílabos aquí y allá. Las chicas hablaban emocionadas sobre a cuál fiesta irían y que disfraz pensaban usar. En el caso de mi hermana yo dudaba mucho que mis padres la dejaran ir sola con sus amigas, Brenda Lee acababa de cumplir quince años, pero evité llevarle la contraria para no incentivar a una segura discusión.
Gwendy ya me había hablado de una fiesta, según ella, la mejor, la fiesta de Brandom Tyler, un amigo de su hermano Tobias. A mi nada de eso me hacía ilusión, prefería quedarme viendo películas de terror en mi casa como el año anterior junto a Chari, pero este año mi amiga parecía querer hacer algo diferente así que probablemente yo acompañaría a Gwendy a la famosa fiesta de Brandom.
Recuerdo que cavilaba sobre eso en tanto estaba de cuclillas frente a un aparador de metal en busca de la caja vacía de una de las películas de acción que moría por ver. La película se trataba sobre una pareja dispareja de detectives que se enfrentaba a una peligrosa banda de narcotraficantes. Enderecé la postura y giré para pasear la mirada por la otra fila, buscando quizás algún otro título que me llamara la atención.
Y no fue precisamente otra película lo que me mantuvo mirando fijo hacia la puerta de cristal cuando a través de ella entraba una pareja, un par de chicos altos y delgados, de cabellos oscuros. Pareja que llamó la atención de más de uno allí, incluida mi amiga Chari.
—¡Jack! —Me quedé casi inmóvil y oculto detrás del aparador, y sentí como si me estómago se despegara de mi cuerpo para caer en picada a Dios sabe dónde.
Sasuke y su hermano mayor del que no recordaba el nombre estaban con Chari y Brenda Lee quien no ocultaba su fascinación por los recién llegados, solo esperaba que no dijera nada loco como ella solía hacer.
Lo primero que decidí fue no reunirme con el grupo. Rosario estaba muy sonriente mientras les mostraba las películas elegidas a Sasuke y su hermano en tanto mi hermanita solo se dedicaba a mirarlos casi embobada.
Molesto por mi absurda y poco frecuente reticencia a mostrarme, me desplace hacía otra área de la tienda, allí donde colocaban las películas de terror, uno de mis géneros favoritos. El hecho de que esos dos estuviesen en la tienda, más allá de una enorme casualidad no quería decir que yo tenía que correr a saludarlos, realmente no conocía al hermano de Sasuke y él mismo era un soberano antipático conmigo así que desde esa manera de ver las cosas mi actitud estaba más que justificada.
Sin embargo, mi atención se dividio entre "The lost boys" una película bastante pasable de vampiros adolecentes, realmente de terror no tenía mucho, a la actividad del grupito al que evidentemente yo no les hacía nada de falta.
Me di cuenta de que el hermano de Sasuke le prestaba atención a Chari, no así Sasuke que parecía peinar el área buscando algo, quizás alguna película porque ¿a qué vienes a una video tienda sino es para alquilar una película? Y me pregunté que géneros le gustarían.
Mi hermana Brenda Lee se había movido al área de las películas de adolescentes, posiblemente era tiempo de ir con ella y hacer la fila para alquilar, luego podríamos largarnos de allí, aunque debía de esperar a Chari.
Llevé la mirada hacía donde sabía se encontraba mi amiga, seguía allí y al parecer escuchaba muy atenta lo que le decía el chico mayor mientras Sasuke escogía una película y ensimismado parecía leer la sinopsis. Así, con la cabeza un poco inclinada sobre su pecho, y de perfil pensé en lo tranquilo y relajado que se mostraba, y yo mismo perdí un poco la noción del tiempo mirándolo...
Hasta que una vez más este chico que con su sola presencia había desatado sensaciones en mi a las que nunca me había enfrentado me atrapó mirándolo, pero está vez no bajé la mirada o la desplace hacía otro lugar rápidamente, no, está vez sostuve su mirada por tantos segundos que le tocó a él rendirse y mirar hacia otro lugar.
Un poco avergonzado y más que confundido di algunos pasos siguiendo el aparador donde tenían cientos de títulos de películas pero no conseguía que nada llamara mi atención, solo deseaba irme a casa, darme un baño y ...
—Está película te va a gustar si te gusta el género de terror como a mi —Estaba tan enfrascado en mis pensamientos que no lo oí llegar, tampoco sentí su presencia justo a mi lado, mi mirada fue de su rostro a la película que tenía de frente mientras él la sostenía.
De entrada no supe que decir y menos hacer. No supe si agarrar la caja de la película para leer de que se trataba o encogerme de hombros con desinterés. Mi mente no podía comprender porque Sasuke Takahashi había decidido dirigirme la palabra.
El japonés me insto a tomar lo que me ofrecía y una pequeña sonrisa se dibujo en sus finos labios, yo solo pensé que era la primera vez que lo veía sonreír al dirigirse a mi.
Inseguro de todo, inseguro de él, de sus intenciones, pero sobre todo inseguro de mí, acepte la caja.
—Gracias —No supe que más decir antes de disponerme a chequear su selección que me pareció muy acertada. De hecho, era una película que yo ya había visto, pero no se lo dije.
—Ahora me gustaría que tú me recomendaras alguna buena película —Eso fue extraño— .Sería lo justo ¿no crees Alejandro? —mencionó y yo solo atiné a bajar la cabeza un poco, mientras hacía un movimiento de negación, realmente estaba muy sorprendido. Cuando levanté la vista solté una inevitable risita, mi nombre en sus labios sonó tan raro, pero a la misma vez tan correcto.
—Me gustaría, si me dices que te gusta —solté sin pensarlo mucho porque todo aquel momento era algo que me sobrepasaba, llevé la mirada de él hacia el resto de la tienda buscando a Rosario y a Brenda Lee pero fue algo tan rápido que no las localice, tampoco veía al hermano mayor.
—Me gusta el terror, las películas de acción y los thrillers —dijo él— .Esa que tienes allí no la he visto y parece muy buena —añadió señalando la película de acción que había escogido anteriormente.
Antes de que pudiese decir algo Rosario apareció con Brenda Lee por mi costado derecho, las chicas tenían en las manos varias películas más, tantas que no nos daría el fin de semana para verlas todas.
—No tienes que alquilarla puedes venir a nuestra casa con nosotros, allí nos reunimos todos a ver películas los viernes —No sé porque no imaginé que Brenda Lee podría decir algo así.
Sasuke paso su oscura mirada de Brenda Lee en mi dirección quizás esperando lo que yo tuviese que decir.
—Si, esa es buena idea —dije sin ocultar una sonrisita nerviosa que se empeñó en aflorar en mis labios. Vi a Chari y a Brenda Lee mirar expectante al chico, esperado su respuesta.
—¡Sasuke! —El hermano mayor se acerco llevando en una de sus manos una bolsa plástica con el logo del negocio, evidentemente él ya había alquilado —Nos vamos...
—Voy a ir con Rosario y los chicos a ver una película, Ryu —mencionó él — .Estaré en la casa vecina, dile a mamá por favor —
Ryu no esperó para despedirse de todos nosotros e irse, tiempo después salimos de la tienda con nuestra selección y algunos dulces, directo para la casa donde mamá nos recibió para ofrecernos sodas y algunas chucherías para picar.
Sasuke y yo no volvimos a cruzar palabra, él se sentó junto a Chari, mientras Brenda Lee se acomodó a los pies del sofá recostada sobre un enorme cojín y yo ocupé la butaca preferida de papá para hundirme en ella.
Mi amiga y Jack, como ella le llamaba, estuvieron riendo y cuchicheando todo el rato.
Y mientras Mel Gibson y Danny Glover hacían de las suyas en Lethal Weapon, la película que esperaba disfrutar se convirtió en una tortura a la que no le veía el final, porque todo el tiempo no me había podido sacar de encima una sensación de inquietud que me acompaño el resto de la noche.
Editada 01/18/2025
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