Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 49

De la mano hacia el futuro



Sasuke abandono el hospital en una silla de ruedas, recuerdo que pedí la semana libre para disponer de tiempo suficiente y atender sus necesidades. En la casa lo tenía todo listo, incluso habilité la antigua habitación de Brenda Lee y Maricarmen con una cama de posiciones pues sería incómodo para él dormir en la que solíamos compartir.

Dentro de dos semanas a partir de la fecha en que fue dado de alta, Sasuke debía volver para que le retiraran las escayolas de su brazo derecho y pierna izquierda respectivamente, pero mi querido japonés demostró que no tenía la suficiente paciencia para esperar y eso, junto con la ansiedad que le provocaba su abstinencia y demás problemas legales, lo convirtió en una persona malhumorada y lista para explotar a la menor provocación.

Esas primeras dos semanas luego de su alta médica fueron una dura prueba para mi, donde tuve, en ocasiones, que usar todo mi autocontrol para no gritarle de vuelta o dejarle solo con su incomodidad y hastio. Por esos días mi amor y dedicación por Sasuke se midió fuertemente frente a sus rabietas.

No fueron pocos los momentos en que tuve que salir y sentarme en el balcón buscando darle tiempo para sosegarse y espacio a mi para rebuscar una buena dosis de empatía y volver a la carga. Sin embargo, nunca lo dejé solo, entendía por lo que estaba pasando y siempre confié y tuve esperanzas de que la situación mejoraría.

Una de las cosas que preocupaba a Sasuke era la administración del Midori y la tarde en que le propuse le diera poder a su hijo para dicha tarea en lo que él se recuperaba y podía volver a trabajar, discutimos de manera acalorada.

Sasuke no creía que Kenji fuera capaz de ocuparse de la parte administrativa del club aunque realmente no estaría solo ya que Billy lo ayudaría.

Recuerdo que abandoné la habitación dejándolo casi con la palabra en la boca, necesitaba que se tranquilizara, yo mismo necesitaba sosegarme antes de continuar con un dime y te dire sin fin.

—¿Por qué me dejas hablando solo?

Solo había optado por salir del cuarto, no tenía intenciones de ir a ningún lado, pero Sasuke no lo sabía y eso sumado a que no podía moverse sin ayuda y esa situación no hacía más que desesperarlo.

—Sé que estas ahí...detrás de la puerta, sé que no has ido lejos...yo...lo siento tanto, Alejandro, siento tanto ser una persona...una persona tan impulsiva, siento continuar lastimándote, no valorarte como lo mereces...por favor...por favor entiéndeme, es tan frustrante para mi estar en esta posición donde ni siquiera soy capaz de dormir a tu lado...

La voz de Sasuke se fue perdiendo en el silencio y claramente escuché como un sollozo rasgaba su garganta seguido de un llanto intenso. Cerré los ojos y permanecí de pie al lado de la puerta cerrada, sintiendo como su dolor y frustración era también las mías.

—Por...favor Alejandro...no me dejes solo, siento que me volveré loco, por favor...

Pasados pocos minutos, mientras escuchaba el llanto liberador de Sasuke volví a entrar en la habitación.

Sasuke levantó la vista, mientras yo me acercaba hasta la cama y me detenía al pie de la misma.

—Te amo Sasuke, mis deseos son estar contigo si tú así lo quieres, darnos una nueva oportunidad, y dejar el pasado atrás. Lo único que te pido es compromiso y respeto, igual a los que yo te doy. Sé que estas pasando por una mala situación, que estás incómodo, y que tienes demasiado en lo que pensar, y lo entiendo, Dios sabe que te entiendo...

Sasuke intento decir algo, pero yo le hice un gesto pidiéndole en silencio que me dejara terminar.

—A los problemas hay que buscarle soluciones, Sasuke. No podemos seguir dándole vueltas a una situación cuando tienes la solución, aunque sea temporera. No conozco a Kenji, pero por lo poco que hable con él me pareció un muchacho capaz de, junto a Billy hacerse cargo de los asuntos del Midori mientras tú te recuperas, piénsalo un poco, con tranquilidad.

Sasuke extendió su mano sana y me suplico con la mirada no lo rechazara, y no lo hice, de dos pasos alcancé su mano con la mía, mientras nos mirábamos a los ojos.

—Tienes razón, como siempre la has tenido. Aquí el atravesado soy yo.

—Solo un poco necio.

—Disculpame, amor. No sé como sigo arriesgándome a perderte por mis malas decisiones e impulsividad...

—No lo sé, es todo un misterio. Como lo es que yo siga tan enamorado de ti después de tantos años.

Sasuke me dio un leve apretón.

—Tener que dormir separados me está matando.

Dejé escapar una risita.

—Ya somos dos, pero en menos de una semana te liberaran de las escayolas y podrás volver a mi lecho...

Sasuke hizo una fea mueca con la boca, en tanto yo me inclinaba sobre su mano para depositar un pequeño beso sobre su dorso.

—Han sido dos las ocasiones en que un miedo casi irracional amenazo con paralizarme. La primera fue hace años, el día en que fui a buscarte y no te encontré, en esa ocasión no te habías ido de viaje con Andy, no, en esa ocasión te fuiste huyendo de mi...fueron meses de angustia, de desesperación, y de ninguna manera pude ubicarte, pero de alguna manera siempre conserve la seguridad de que algún día volveríamos a vernos las caras.

Ante aquel relato no pude despegar los ojos de los suyos, aunque me parecía que Sasuke no solo me miraba a mi, sino que de alguna manera podía recrear esos momentos pasados cuando se dio cuenta de que yo no volvería.

—La segunda vez fue apenas unas semanas atrás cuando impulsivamente me largué y te dije que volvieras con Mauricio. Ese día estuve como un loco sin rumbo, terminé en el Midori bebiendo como un enajenado hasta perder el conocimiento. Al otro día, cuando desperté y me repuse lo suficiente, fui a buscarte. No tienes idea de la desesperación que sentí, estaba seguro de que te encontrabas lejos, que habías oído mi estúpido consejo y decidiste que Mauricio era con quién querías estar...o por lo menos la mejor opción.

El hombre que amaba apretó un poco más mi mano.

—Aún así volví una y otra vez, pero no podia resignarme...

Ya antes Sasuke y yo habíamos hablado un poco sobre los días en que estuvimos separados, yo le comenté sobre la muerte de mi madre y mi viaje a Pensilvania, pero el japonés evito abundar en detalles, ni siquiera mencionó hacia donde viajo.

—No quería decirte pero...fui a Nueva York a buscarte y estaba dispuesto a rogarte si era preciso.

Yo no podia estar más sorprendido.

—No miento, fui y pregunté por ti en la clínica donde solias trabajar, pero nadie me supo decir nada sobre el Dr. Morell. Nunca imaginé que estuvieses pasando por la situación con tu madre, y fui tan estúpido como para tener miedo hasta de llamarte por teléfono...

«Y tampoco contestabas mis llamadas», —pensé.

—Al parecer no dejamos de cometer errores, pero todavía estamos a tiempo. No más mentiras, o suposiciones, tampoco hay que actuar impulsivamente...

Aquello último no solo iba por él.

Días después, para celebrar que Sasuke fue liberado de las escayolas de su pierna izquierda y brazo derecho, organicé una cena e invité a Kenji y Ibrahim.

Aun cuando Sasuke tenía más libertad de movimientos necesitaría la ayuda de su hijo con el club y pensé que sería la ocasión perfecta para que hablasen, además de un buen momento para que Sasuke y Ibra se conocienran mejor. Y está vez, para evitar sorpresas desagradables le comenté de mis planes a Sasuke antes de llamar a su hijo.

En esa ocasión compartimos mi recreación de una comida típica puertorriqueña, el lomo de cerdo asado con arroz guisado, acompañado para los que desearan de una buena ensalada de papa. No era época de navidad, pero escogí ese menú porque para mí era sinónimo de celebración, mi madre lo cocinaba todas las nochebuenas, y tener a aquellos tres juntos lo consideraba un logro.

Debo reconocer que la pasamos muy bien, no hubo momentos tensos y fuimos espontáneos, sin poses o dobles caras.

La recuperación de mi hermoso japonés se fue dando día a día. A su lado estuve y pude ver no solo como sanaba su cuerpo, también vi la metamorfosis para bien, de su carácter.

Sasuke hizo un gran esfuerzo por dejar de tomar alcohol, y con la ayuda de una organización sin fines de lucro, con charlas y apoyo psicológico pudo lograr apartarse definitivamente de ese camino que no era el mejor.

Por esos días recibimos la vista de Melanie, su hija menor que llegó desde Europa y estuvo una semana con nosotros. Entre tanto, la relación entre Kenji, Ibra y Sasuke no podía ir mejor.

Fueron semanas de armonía, sin embargo las constantes llamadas de Mauricio, que yo no le oculté a Sasuke, amenazaron con perturbar dicha armonía.

No obstante, luego de algunas horas en que lo percibí meditabundo y poco comunicativo Sasuke me sorprendió con lo siguiente;

—Lo mejor que puedes hacer es contestar su llamada, Alejandro. Escúchalo y aclárale tus sentimientos, solo espero que Mauricio pueda entender.

Meses después me confeso que le costó mucho darme ese consejo, que tuvo que superar la inseguridad que Mauricio Brambilla le provocaba.

Sin embargo, hablar con Mauricio sobre un tema que para mi se encontraba más que terminado, no figuraba en mis prioridades así que pasaron varios días en que no pensé absolutamente nada relacionado a mi ex novio, su repentino silencio tampoco significaba nada para mi, pues mi tiempo y pensamientos los distribuía entre los turnos en el hospital, y la relación con Sasuke.

Pronto tendría que tomar la decisión de renovar por otros seis meses el contrato o no, por otro lado mi japonés insistía en que deberíamos dar un viaje juntos.

Quizás debi llamar a Mauricio ese mismo día en que Sasuke lo sugirió, y me hubiese ahorrado su visita.

***********************

Mauricio Brambilla era por aquellos días, cuando lo conocí, un hombre joven de treinta y tres años, el típico Italiano alto, de cabellos oscuros cortados modernamente y ojos color miel de mirada picara.

El tipo se cuidaba muchísimo y no le incomodaba hacer alarde de su trabajado cuerpo al que le dedicaba muchísimas horas en el ginnasio.

Cuando lo conocí no pude resistirme a sus encantos aunque siempre vivió en mi la duda sobre la diferencia de edad, además de su estilo de vida fiestero. Sin embargo, tampoco se podia negar que el hombre trabajaba largos turnos en el hospital, era enfermero graduado, y se mostraba como un joven inteligente con propósito.

Me lo presento Tricia pues Mau era el hermano mayor de su novio Bruno. Y desde ese primer momento, ignorando mi carácter algo tímido y actitud seria y callada, Mau se dedicó a acercarse a mi para derrumbar esa murralla que yo había erigido entre el amor y yo desde que había terminado una relación de cinco años con un compañero de facultad.

Fueron algunos meses en que nos mantuvimos tonteando, en un ir y venir, donde él se lanzaba a todas y yo no sabía si jugármela o retirarme por completo. Hasta que una navidad, sintiéndome el más solitario de los mortales, pues ese año la pasaría solo en mi apartamento en Nueva York, recibí un mensaje de Mau sugiriendo que podía hacerme compañía, siendo esa la oportunidad que él esperaba y de la que tanto yo dudaba, pero al final la definitiva, pues después de esa noche él ya no volvió al piso que compartía con su amigo Noah y dimos inicio a nuestro noviazgo.

Nuestra relación fue una de altas y bajas, demasiadas, y terminó cuando me cansé de sus infidelidades, de perdonar y pasar por alto sus flirteos. Lo peor era que según mi entender para Mau nunca fueron importantes sus aventuras con otros hombres. Mauricio quería una relación sería conmigo, pero jamás llevé la exclusividad, pues su carácter sociable y extrovertido lo colocaban en situaciones comprometedoras a las que él parecía no poder negarse.

Sin embargo, ese estilo de vida jamás fue conmigo, y por muchos años preferí estar solo que vivir una relación intermitente o libre.

Pienso que para Mauricio fui un reto que luego de alcanzado perdió su encanto.

Y casi medio año después de terminar la relación que teníamos lo tuve tocando la puerta principal de la casa que compartía con Sasuke, buscando algo que según yo, ni él mismo sabía que era.

**************************

La mañana en que llegó la inseperada visita, Sasuke y yo habíamos perdido algo de control sobre la mesa del comedor y justo cuando escuchamos los golpes en la puerta principal, yo tenía arrinconado al asiático sobre la mesa, mientras lo besaba con pasión.

De mutuo acuerdo decidimos ignorar el llamado, pero la persona fue insistente y continuo casi aporreando la puerta. Sin ocultar la frustración que compartía con Sasuke, até a mi cintura la bata de toalla que llevaba puesta tratando de ocultar el bulto en mi entrepierna, en tanto Sasuke volvía a atar a su cintura la toalla que llevaba, ocultado sus encantos de mi casi obsena mirada.

—No te vayas lejos.

Luego de aquella directa petición fui a abrir la puerta, sin preguntar o cerciorarme antes de abrir quién estaba del otro lado.

La persona, elegantemente vestida, y desplegando el aroma de un costoso perfume, se despojó de sus gafas de sol, antes de recorrerme con su ámbar mirada de arriba abajo, tuve la impresión de que por milésimas de segundos su mirada se detenía en la forma que se apreciaba entre mis piernas.

—Mauricio...

—¿Quién es, amor?

Sasuke apareció detrás de mi y se detuvo a mi lado mientras se recogía el cabello en una cola sobre su nuca, mi chico volvía a llevar el cabello algo largo.

—Hola Alejandro, creo que no llegué en un buen momento.

Depende para quién, —pensé, pero nada dije.

—Necesitaba hablar contigo...y como no pude comunicarme por teléfono decidí venir.

—¿Cómo estás?

No encontré como continuar la conversación, y es que para mi nosotros no teníamos nada de que hablar y mucho menos algo que ameritaba su viaje hasta allí.

—Tú eres Mauricio...creí que te había visto antes, pero no estaba seguro. Yo soy Sasuke, el novio de Alejo.

Una vez lo identifico con seguridad, mi chico no perdió tiempo en identificarse él.

Mauricio solo le dedicó un forzado gesto de asentimiento con la cabeza.

—Me voy a dar un baño, amor. Gusto en conocerte, Mauricio.

Sasuke se escuchaba despreocupado cuando se alejó luego de aquellas palabras.

Yo continué sin saber que decir.

Mauricio busco mi mirada con la suya, yo se la sostuve.

—Ya no sé ni porque estoy aquí...no debi venir. Yo pensé que quizás todavía podríamos hablar, tratar de nuevo, pero es evidente que...jamás pensé que te encamaras con cualquiera...

Sus dichos y el tono indignado me causaron gracia y así se lo hice saber.

—No creo que debas hablar sobre encamarse con cualquiera, además no es mi caso, Sasuke no es cualquiera, tampoco un recién conocido, Sasuke es el amor de mi vida.

Si verme con Sasuke le provoco una amarga sorpresa, aquello último lo desconcertó pues abría un abanico de opciones, daba mucho que pensar, pero no era algo que me apetecía entrar en detalles.

—Tienes razón no debiste haber venido porque entre nosotros ya no hay nada que decir.

Mauricio soltó una amarga risa, incrédulo.

—Fui un estúpido que no supo apreciar lo que teníamos, y no sabes cuanto me arrepiento.

—No sé que decirte. Como humanos cometemos grandes errores que luego pagamos muy caros.

—No hace falta que digas más, lamento haber aparecido aquí de esta manera...

Mauricio se encogió de hombros con resignación antes de colocarse nuevamente sus gafas de sol, pero no lo hizo con la suficiente rapidez para que yo pasara por alto el brillo acuoso en sus ojos color miel.

—Te deseo lo mejor...

—Que tengas buen viaje, Mauricio.

Permanecí en mi posición hasta que vi desaparecer en la esquina el pequeño auto que manejaba Mauricio. Entré de vuelta a la casa con el ánimo un poco decaído, quizás el reflejo del sentir del hombre que apenas se había marchado y que durante casi tres años compartió conmigo.

Cerré la puerta y apoyé la espalda contra ella, me creía solo en la sala hasta que vi la silueta de Sasuke de pie y casi oculto detrás de uno de los muros.

Sasuke se dejo ver y caminó directo hacia mi para de inmediato acabar los dos en un fuerte abrazo, sin deseos de soltarnos, sosteniéndonos como siempre tuvo que ser. Felices de volver a tenernos el uno al otro, dejando fluir el deseo de tocarnos, de acariciar nuestra piel, de amarnos y no volver a separarnos.

—Te amo, mi Alejandro.

—Yo también te amo, mi chico de ojos rasgados...

Y ahí estábamos los dos, viviendo y esperado vivir, un largo futuro juntos.




Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro