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Capítulo 48


El famoso Alejandro


A Sasuke lo trasladaron a cuarto a una semana de su ingreso. Yo no me di cuenta hasta que volví al hospital a encargarme de mi último turno, fue Molly Smith quien se acerco y me puso al tanto del traslado.

En la primera oportunidad que tuve aparecí por el piso siete y merodeé frente a la habitación setecientos siete, el cuarto que ocupaba Sasuke. Aun no me animaba a entrar, pero tampoco podía dar la vuelta e irme de vuelta a sala de emergencias.

—Doctor Morell, ¿puedo ayudarlo?

Giré un poco y me encontré con la Dr. Margaret Roy.

Roy sonrio ampliamente y me pareció que estaba a la espera de mi contestación, mi errante caminar por el pasillo debió de darle la idea de que estaba perdido o algo así.

—Hola ¿cómo estas? Por casualidad estas a cargo de Sasuke Takahashi —La Dr. Roy era ortopeda.

—Así es, un hombre con mucha suerte.

Le comenté a la doctora Roy mi relación con Sasuke y ella paso a explicarme su condición y lo que se esperaba. Margaret y yo estuvimos hablando por un buen rato.

—El señor Takahashi va a necesitar muchos cuidados especiales.

De la operación abdominal para corregir la hemorragia estaba casi recuperado, sin embargo, los huesos tardarían más en sanar, en especial su pierna derecha.

Aunque me moría por visitar a Sasuke, vacile frente a la puerta sin percatarme de que la doctora todavía se encontraba cerca, observando mi ir y venir.

Cuando me di cuenta sonreí nervioso, tomé una buena bocanada de aire y decidido agarré la puerta por la perilla, para girarla un poco y, entrar la habitación.

De primera impresión pensé que Sasuke estaba dormido y me aventuré al interior de la acondicionada habitación. Un monitor conectado por medio de cables al pecho y a la extremidad izquierda del paciente llevaba la lectura de sus signos vitales, un pitido se escuchaba estable.

Sin acercarme alcancé a ver su silueta bajo una gruesa manta que yo mismo le había traído, y la recorrí con la mirada hasta llegar a su rostro. La perdida de peso era evidente. La palidez de su rostro, sus cabellos algo desaliñados y la barba de dos días evidenciaban de alguna manera los duros momentos por los que había pasado.

Sin embargo, a mis ojos continuaba siendo el hombre hermoso dueño de mi corazón.

Recuerdos de momentos en común pasaron por mi mente dándome la seguridad de que estando lejos de él terminaría por marchitarme en la tristeza, supe que después de encontrarlo nuevamente no podría ser feliz lejos de él.

De aquello último tuve la certeza la noche en que tomé su mano en sala de emergencias y le dije que todo iba a salir bien.

Amaba a Sasuke Takahashi, a ese chico al que le costaba exteriorizar sus sentimientos y en ocasiones parecía ajeno al de los demás, el chico que cuando tocaba su guitarra dejaba ver sus emociones dándole voz y melodía a sus más íntimos deseos.

Amaba al hombre en que se había convertido, con sus virtudes y defectos, y si él lo deseaba estaba dispuesto a vivir el resto de mi vida a su lado.

Pensativo, mi mirada viajo nuevamente al monitor sobre la cabecera de la cama cerciorándome que todo estaba bien, tenía que volver de vuelta al trabajo, pensando en regresar más tarde, quizás para ese momento Sasuke estaría despierto.

Me dispuse a cubrir los pasos con destino a la puerta, y escuché movimientos a mis espaldas acompañados de un carraspeo, no obstante, llevé la mano sobre la perilla de la puerta.

—Alejandro...

Su voz se escucho forzada, apenas entendible. No llegué a abrir la puerta, pero tampoco me giré.

—Te...ves muy...bien con esa...bata...

Escuché un intento de risa, seguida de un absceso de tos. Dejé salir un largo suspiro antes de girar. Sasuke intentaba enderezar su posición en la cama sin tener mucho éxito. Me apresuré hasta llegar a su lado y no dudé en ayudarlo en su esforzado cometido. Con cuidado lo ayudé con la almohada, también me encargué de los controles de la cama de posiciones para levantar un poco el espaldar.

Poco a poco Sasuke controlo su respiración y la tos, le pasé un vaso con agua que él acepto. 

—Gracias.

Segundos después Sasuke extendió un poco el brazo derecho para con su mano buscar la mia.

—Pensé que estaba soñando, que no eras real...

Sasuke buscó mi mirada con afán, yo no tarde en sostenérsela.

—Siempre he sido real, Sasuke.

—Lo sé, siempre lo supe, pero fui tan estúpido...

Apreté la mano que sostenía, mientras con la otra retiraba unos mechones de sus cabellos.

—¿Cómo te sientes?

Decidí pasar por alto su comentario, me incliné un poco hasta que pude depositar un pequeño beso sobre su frente.

—Te ves mucho mejor.

—Creo que podría ser peor, ¿qué opina usted, Dr. Morell?

Continué acariciando sus cabellos con una sonrisa en los labios.

—Tomara tiempo, pero te recuperaras totalmente, mi amor.

Sasuke cerró los párpados por unos instantes, cuando los abrió, vi sus ojos brillar con lágrimas contenidas, y su emoción desperto las mías.

—Gracias por estar aquí...tenía tanto miedo, Alejandro...

Me incliné con cuidado nuevamente sobre él, acerqué mi rostro al suyo y le robe un suave beso a sus resecos labios.

—No volveré a abandonarte, Sasuke. No sabes cuánto me arrepiento de haber salido de tu vida hace veinticuatro años, ahora no podría vivir lejos de ti —No me separé y le murmure sobre el oído las palabras que salían directo de mi alma— .No tienes idea de la angustia y el miedo que sentí al verte llegar a sala de emergencias en tan mal estado.

Lentamente, luego de volver a depositar otro pequeño beso sobre sus labios, enderecé la postura justo cuando la puerta de la habitación se abrió, la persona que entró ni siquiera se tomó la molestia de tocar primero.

Un chico joven y muy alto entró a la habitacion en el momento en que yo retiraba mi mano del apretado abrazo de Sasuke, le eché un rápido vistazo al japonés antes de concentrar mi atención sobre el muchacho.

No sé si Sasuke se dio cuenta, o el mismo recién llegado, pero no pude ocultar la expresión estupefacta de frente al jovencito, pues era como estar mirando a Ryu Takahashi.

—Kenji, hijo.

El joven que vestia todo de negro, llevaba los cabellos largos y las uñas pintadas de morado, me echó una altiva miradita antes de acercarse por el otro costado a la cama donde yacía Sasuke.

—Que suertudo eres, Sasuke...

El comentario acompañado de un exagerado gesto con una de sus manos y otra miradita a mi favor, esta vez sentí que casi coqueteaba, me desoriento un poco. No era la actitud o las maneras que esperaba de un hijo que venía por primera vez a ver a su padre al hospital.

—Es bueno verte, Kenji.

—No vine solo, Ibra me acompañó, pero por obvias razones no quizo entrar, se acuerda muy bien de la última vez que nos vimos y lo mal que lo trataste —Ante aquello no había manera que me quedara allí. Sasuke necesitaba estar a solas con su hijo y yo sobraba. No queria forzar las cosas, no podía saber que sabía ese chico y que no.

Evitando mirar a cualquiera de los dos me despedí.

—Pasare a verte en la noche, Sasuke —No esperé para cruzar hasta la puerta y salir, afuera casi me di de frente con un afroamericano altísimo que me dedicó una bonita sonrisa.

***************************

Esa tarde salí de un turno bastante difícil y después de pasar a refrescarme, me dirigí hacia los ascensores para subir a piso. Kenji Takahashi me salió al paso.

—Hola, ¿Alejandro? ¿podríamos hablar?, mi nombre es Kenji y soy el hijo de Sasuke —No le dije que ya sabía eso, temí verme groceso.

Hice un gesto afirmativo con la cabeza antes de apartarme a un lado cuando uno de los elevadores abrió sus puertas, me acerque a Kenji y le sonreí un poco inseguro, no sabía a que atenerme con él, aun asi estaba dispuesto a escuchar lo que tenía que decirme.

—Vamos a la cafetería —Aunque tenía curiosidad por oírlo, mis deseos de ir con su padre me impulsaban a terminar con este inseperado encuentro lo más rápido posible.

Me adelanté por el pasillo hacia la cafetería seguro de que el jovencito me seguía.

Pronto estuvimos de frente a una de las mesas, yo en particular bajo la atenta e incluso incomoda mirada de Kenji. Decidí echarle una escrutadora mirada igual a la suya.

El muchacho era, como antes pude notar, la viva imagen de su fallecido padre, Ryu, no solo físicamente, apostaría sin dudas a que era igual de alivianado que Ryu, y de carácter rebelde.

—Asi que tú eres el famoso Alejandro Morell.

—Pues no sé como tomar ese comentario, y supongo que tendré que esperara a saber por que soy famoso, pero si, soy Alejandro Morell.

—Eres famoso entre mi hermana y yo por ser el inolvidable único amor de Sasuke Takahashi.

Aquello lo dijo casi despreocupadamente, pero yo noté un retintín de amargura escondido por allí. Bajé la mirada a mis manos que reposaban en la limpia superficie de la mesa, mientras mi corazón se emocionaba al escuchar esa descripción.

—Su historia de amor es casi envidiable, solo el hecho de que Sasuke se equivoco al escoger, cagó las cosas entre ustedes. Yo no hubiese podido, digo, hacerme cargo de la prometida embarazada de mi hermano y darle la espalda al amor de mi vida...no, no lo hubiese hecho.

Levanté la mirada y lo miré. Kenji se expresaba con mucha emoción y haciendo gestos muy elocuentes.

—Aunque debo decir que se lo agradezco pues fue un buen padre para Melanie y yo...y como le dije a papá allá arriba, es un suertudo al tener la oportunidad de volver a encontrarse contigo después de tantos años. Es como la trama de una película.

El muchacho sostuvo mi mirada.

—¿Sabes que papá no me aceptaba? Cuando le dije que me gustaban los chicos se enojo mucho y tuvimos tremenda discusión...

No pude ocultar la sorpresa en mi mirada, no por sus preferencias sexuales, sino por la reacción de su padre.

Kenji relató como su padre monto en cólera ante su confesión, a la edad de quince años el muchacho no tenía idea del pasado de su padre. Sasuke intento hacer entrar en razón a su hijo, trato de convencerlo de que probablemente estaba pasando por una etapa de confusión, y que no podría estar seguro de nada hasta más adelante, manifestó su absoluto rechazo hacia lo que aseguraba su hijo.

Fueron años en que el muchacho no se atrevía a mostrar su verdadero yo con su padre, pues opto, como antes había optado su tío, en ocultar a su familia su verdadera esencia.

—Por aquellos años yo era dos personas en una, en mi casa me mostraba comedido, y no volví a mencionar frente a papá nada que pudiera despertar nuevamente su enojo, en la calle, con mis amigos y en la escuela, era yo, el verdadero Kenji —Me parecía inconcebible que Sasuke hubiese emulado casi la actitud de su padre— .Te imaginas cual fue mi sorpresa cuando me entere sobre ti y el candente romance que tuviste con papá cuando eran apenas unos chiquillos. Sorpresa y mucho enojo...eso sentí hace cuatro años. Recuerdo que tuvimos una gran pelea y desde ese día no había vuelto a verlo, me fui a vivir con Ibra y no quise saber más de papá...hasta hoy que gracias a Ibra estoy aquí.

Kenji hablaba con mucha pasión y afectación, se notaba que aún le pegaban duro aquellos recuerdos.

—Te juro que puse todo de mi parte por entenderlo cuando me decía que siendo gay solo me esperaba un camino de sufrimientos, siempre pensé que exageraba, que él no tenía la seguridad de lo que me decía porque no lo había vivido, pero trataba de entenderlo pues no estaba lejos de lo que muchos padres pensaban...sin embargo, cuando leí su diario y supe sobre ustedes y todo lo que paso...no podía comprender como se atrevía a mostrar tanto rechazo ante su propia naturaleza, me parecio hipócrita.

Dejé escapar un surpiro y por primera vez desde que nos sentamos pronuncie palabras.

—A Sasuke le costo mucho aceptar su homosexualidad, se rechazaba a si mismo y definitivamente no tuvo nunca el apoyo y comprensión de su familia. Pienso que no quería verte sufrir...e hizo todo al revés.

Me pareció curioso que Kenji no se hubiese dado cuenta de la homosexualidad de Sasuke mucho antes.

También quise preguntar sobre ese diario que mencionó el muchacho, y al final me quedé con tantas dudas.

—Lo único que puedo aconsejarte es que trates de comprender y ser comprendido por tus padres, la vida pasa tan rápido que luego no nos da tiempo a reconciliarnos con ellos...

—¿Tus padres no te aceptaban por ser gay?

—Mi padre y yo pudimos contar con tiempo para buscar esa compresión mutua que tanto necesitábamos. Con mi madre las cosas no fueron fáciles, nunca pudo aceptarme, y solo cuando el Alzheimer se apodero de su mente, pude acercarme a ella sin miedo a que me insultara. Murió hace unas semanas y me he quedado con la sensación de que no hice lo suficiente, que debí hacer más y no darme por vencido en acercarme a ella.

—Es muy triste.

—Lo es, pero en tu caso aún estas a tiempo de llevarte bien con Sasuke. Estoy seguro que él también lo desea.

—¿Lo amas?

—Lo que siento por Sasuke es más que eso, me es difícil explicarme, pero podría resumirlo así, si lo amo, con sus defectos y virtudes, siempre lo he amado.

Kenji y yo nos miramos compartiendo un repentino silencio.

—Debo ir a verlo antes de que se termine el horario de visita.

Me puse de pie en el momento en que el muchacho afroamericano que había visto horas antes se acercaba a la mesa. A Kenji se le ilumino la mirada cuando vio al recién llegado y también se puso de pie. Kenji me presento con Ibrahim Jefferson, su novio.

Nos despedimos no sin antes intercambiar números telefónicos y con la promesa de que volvería a visitar a Sasuke.

No perdi tiempo y casi con desesperación dirigí mis pasos hacia la habitación de Sasuke. Después de tocar levemente la puerta me aventuré al interior del cuarto que se encontraba bastante iluminado y su ocupante, al parecer tratando de ingerir una porción de gelatina de naranja.

Cuando Sasuke me vio sonrio ampliamente en tanto yo me acerqué hasta detenerme cerca de la mesa donde colocaron la bandeja con comida.

Buen provecho.

La sonrisa de Sasuke se hizo más amplia ante las palabras en español.

Arigato.

Ambos nos echamos a reír. Minutos luego me encargué de la mesa y moví una de las sillas cerca de la cama, donde me sente.

—Pensé que no vendrías —dijo él.

—He venido todos los días, hoy no sería la excepción...

Guardé silencio porque no supe si debía decirle sobre mi conversación con Kenji. Sasuke me miró intrigado ante mi inesperado silencio, no dijo nada, pero sabía que esperaba que yo continuara.

—Tu hijo me busco cuando salí del turno y hablamos un poco —comenté porque ya no quería secretos o malo entendidos entre nosotros, además no había hecho nada incorrecto.

—Pensé que haría algo asi, Kenji no se cohíbe de hacer siempre lo que quiere, se parece mucho a su padre, a Ryu.

—Ya me di cuenta. Es un buen chico, hiciste un buen trabajo.

—Me imagino que te contaría lo mucho que me enoje cuando me dijo que le gustaban los chicos...no sabes la desesperación que sentí, Alejandro. Tenía miedo por él, no queria que sufriera como yo sufrí...no podía razonar, entender que si yo hubiese contado con unos padres comprensivos me hubiese ahorrado mucho de lo que pase. No quería esa vida para Kenji y fui injusto, muy injusto.

Lo primero que pensé escuchándolo era que Sasuke de cierta manera siempre sería homofóbico, que no importaba sus preferencias sexuales o el paso del tiempo, el daño ya estaba hecho.

Me pareció que el término homofobia interiorizada aplicaba muy bien en su caso. Casi toda su vida Sasuke tuvo que reprimir sus deseos y eso pudo producirle esa homofobia de la que parecía no poder desprenderse.

—No dices nada.

—Solo te escucho.

—Gracias por estar aquí, Alejandro.

Yo solo sonreí.

—No sabía que tenías una libreta donde escribiste toda nuestra historia, me gustaría verla.

Sasuke soltó una carcajada a la que le siguió la tos.

—Kenji es un indiscreto.

—No es broma, muero por ver ese diario.

Mi japonés movió la cabeza de lado a lado antes de extender su mano izquierda hacia mi, yo no tarde en unir mis dedos a los suyos.

—Te prometo que lo veremos juntos.

Esa promesa fue sellada por un apretón que yo no encontré suficiente así que me puse de pie y con mucho cuidado para no lastimarlo me incline sobre él y busque sus labios con los mios, besándolo con suma suavidad, como se besan los pétalos de una delicada flor.

Sasuke buscó intensificar el beso y yo lo deje hacer, su boca me supo a naranja y su lengua enredada en la mía desperto mi masculinidad. Un poco azorado me aleje, enderezando mi cuerpo.

Sasuke volvió a reír y echó un vistazo hacia mi abultada entrepierna. Yo limpie mi garganta con un rápido carraspeo.

—Cuanto desearía poder terminar la noche entre tus brazos, pero en mis condiciones no creo que pudiera hacer mucho aunque estuviéramos en la casa.

—Ya tendremos tiempo para eso. Ahora concéntrate en recuperarte.

—Como usted ordene, Dr. Morell.



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