Capítulo 46
Bomba de tiempo
Durante las siguientes semanas podría decirse que Sasuke y yo vivíamos en nuestra burbuja personal. En tanto yo me ocupaba de enviar a mis hermanos las pertenecías que pude recuperar, la mayoría recuerdos de mamá y papá, Sasuke se ocupaba de la administración del Midori, solía estar allá hasta las siete de la noche, el resto del tiempo dejaba la administración en manos de su gerente.
Los primeros fines de semana no falte a sus presentaciones, me encantaba verlo interpretar con la guitarra un variado repertorio de canciones, la pasaba muy bien, luego nos regresábamos a la casa a compartir a solas lo que restaba de la velada.
Cuando Sasuke me dijo que Marcos ya no trabajaba en el Midori, no voy a negar que respire más tranquilo después de saberlo. Jamás me había sentido inseguro en relación a mi pareja frente a otro hombre, como me sucedía con Marcos y, no era algo que me agradara.
Aparentemente, la relación entre Sasuke y yo iba de maravillas, pero existían ciertos aspectos y circunstancias que nublaban el panorama, como por ejemplo, el, según mi opinión, exacerbado consumo de alcohol por parte de Sasuke.
Y sobre todo, su negación ante la situación, la manera en que minimizaba el tema y se enojaba cada vez que yo mencionaba la situación. Y era que Sasuke no podía cenar si no se acompañaba de vino, o cerveza, además de la copita de coñac antes de dormir.
Sin embargo, eso no quedaba allí porque no fueron pocas las ocasiones en que se le iba la mano con el Whiskie después de sus presentaciones y yo tenía que casi echármelo encima para ayudarlo a subir las escaleras.
La situación me preocupaba, pero cada vez era más común en mi callar para evitar discusiones. Entendía que mi japonés estaba pasando momentos difíciles con el asunto de las finanzas después del divorcio y en muchas ocasiones le dejé claro que yo estaba allí para escucharlo y apoyarlo, y que refugiarse en el alcohol lo único que haría sería llevarlo por un camino de perdición que en ocasiones no tenía regreso.
A veces sentia que me escuchaba, que entendía que solo quería su bien, en otras simplemente me dejaba con la palabra en la boca y enojado se alejaba.
Otra situación que vino a empañar la relación fue la evidente molestia de Sasuke cada vez que me oía hablando por teléfono con Tricia, su reclamos eran porque según él, yo le confiaba a mi sobrina demasiado, decía que en ocasiones se sentia aislado. Mientras tanto yo llegué a sentirme presionado, hasta el punto en que de alguna manera percibí que debía escoger entre ella y él.
Fue entonces que el regreso de Mauricio vino a complicar más las cosas, desatando una fuerte discusión entre Sasuke y yo.
Esa mañana de domingo nos levantamos tarde luego de perder un poco el tiempo prodigándonos caricias y arrumacos. Juntos, preparamos el desayuno y nos sentamos frente a la mesa a comer. Recuerdo que la conversación giraba en torno a la compra de la casa por mi parte y los arreglos que le pensaba hacer.
También le comenté sobre mi postulación a un puesto como médico de sala de emergencias hecha en días pasados, aunque no tenía prisa, mi intención era trabajar algunos días de la semana pues no tenía planes de jubilarme todavía.
—Serían tres días en la semana —dije mientras iba por el envase con jugo de manzana al refrigerador, cuando volví a sentarme noté el peculiar gesto que Sasuke hacía con la boca cada vez que se molestaba.
—A tu sobrina parece que le urge hablar contigo —comentó antes de echar a un lado el plato que ocupaba.
Yo no tenía idea de porque hacía ese comentario y así se lo dije. Sasuke señaló mi celular.
—Acaba de entrar una notificación...
Alcancé el móvil y pude ver que efectivamente tenía varias notificaciones de mensajes de texto, todas de Tricia.
—Me parece haber leído el nombre de Mauricio...
Ese comentario me provoco gracia por el tono de sospecha que Sasuke utilizo, pero mi reacción no le hizo nada de gracia a mi japonés. Enseguida noté que la tensión subía en el ambiente.
—¿Qué te hace gracia?
—La manera que tienes de mencionar a Mauricio, como si yo te ocultara algo sobre él —dije y me puse de pie para retirar los platos usados y llevarlos al mostrador cerca del fregadero.
—Eso no lo sé, pero me gustaría saber que tiene que decir tu sobrina sobre él —Nunca antes había visto a Sasuke tan interesado en saber sobre Mauricio, de hecho hasta ese día era muy poco lo que yo le había contado de él y nuestra relación.
—De seguro es para decirme que Mauricio la ha estado llamando a ella y a su hermano.
—¿Su hermano?
—Mauricio es hermano de Bruno, el prometido de Tricia.
—O...entonces todo queda en familia. Seguramente a tu sobrina le encantaría que volvieras con él...
Ese comentario me hizo regresar frente a la mesa ante la cual él continuaba cómodamente sentado. Sasuke levantó la vista y la centro en mi, desafiante.
—Me pregunto si tu sobrina sabe de mi...
—Por supuesto que sabe de ti, Sasuke. De hecho, meses antes de nuestro encuentro le hable de ti, de cómo nos conocimos...
Sasuke no aparto su mirada de la mía y yo le devolví el gesto.
—Hermoso, pero eso no quiere decir que a Tricia le agrade la idea de que un recién aparecido se interponga entre su cuñado y tú —
—No puedo creer que pienses así.
—No sé que pensar cuando ella parece insistir en que hables con el tal Mauricio —Ante sus suposiciones guarde silencio, porque eso era precisamente lo que Tricia decía en uno de sus mensajes, pero no por las razones que Sasuke exhibía. Volví a sentarme junto a él.
—Tu silencio me da la razón —mencionó él en un tonito de voz que no me gusto nada. Sasuke me estaba dando a entender que desconfiaba de mi, y lo enojado que se sentía.
Lo vi levantarse y recoger sus llaves en un rápido movimiento.
—No sé cuando vuelva.
Sasuke salió de la casa y a mi no me dio la gana, me parecía muy infantil e inmadura su reacción, en intentar explicarle los motivos por los cuales Tricia insistía en que lo mejor que podía hacer era escuchar lo que tenía que decir Mauricio y a su vez, hablarle sobre Sasuke. Dejarle muy en claro que conmigo ya no había segunda o tercera oportunidad.
—Me parece que Mauricio está arrepentido y quiere una nueva oportunidad, tío —analizó Tricia días antes de la discusión con Sasuke.
Ese día estuve esperando que Sasuke volviese para tranquilamente aclarar la situación, deseaba que él entendiera lo comprometido que yo estaba con la relación, deseaba que este nuevo comienzo funcionara. Pensaba explicarle porque Tricia pensaba que debía hablar con Mauricio, porque lo menos que deseaba era que una de las personas amadas e importantes en mi vida desarrollara aversión por otra persona igual de importante y amada.
Mis buenas intenciones se fueron por el desague pues Sasuke no volvió hasta el amanecer y lo hizo muy ebrio. Esa madrugada fue la primera vez que sentí verdaderamente un fuerte enojo ante su abuso del alcohol además de la sensación de temor ante las consecuencias de su vicio, no solo para él sino para nosotros como pareja.
A la mañana siguiente la conversación pendiente se perdió entre húmedas caricias y besos demandantes entrelazados con palabras de arrepentimiento y suplicas de perdón.
Fue por aquellos días que un encuentro desafortunado durante un simple viaje al supermercado avivo la tensión entre nosotros nuevamente. Esa vez fui yo el que perdí un poco de control ante una situación que se prestaba para más de una interpretación.
Los protagonistas del incidente fueron Sasuke y Marcos en pleno estacionamiento del enorme centro de compras, mientras mi enojo y vergüenza escalaban niveles nunca antes experimentados.
Fue evidente para mi que Marcos nos había seguido desde que dejamos el Midori un jueves en la noche, los planes eran hacer unas compras de último minuto, Sasuke estaba antojado de prepararme una comida japonesa y necesitaba algunos ingredientes especiales.
Todo iba bien, en ningún momento reparé en la presencia del muchacho, pero no puedo jurar que a Sasuke le sucedió lo mismo.
—Ahora vuelvo, Alejandro —Sin más explicaciones Sasuke me dejo ocupado pagando los artículos que habíamos escogido y salió del lugar. Intrigado me apuré en terminar la transacción y salir, ya para ese momento, mientras caminaba un poco desorientado en busca de la SUV negra comencé a sentir una sensación que hacia mucho no sentía, el conocido preludio a un ataque de ansiedad.
Me detuve sorprendido y agobiado tratando de controlar mis respiraciones, y así también controlar mis emociones. Sin embargo, algo más me urgía a no detenerme y buscar a Sasuke porque presentía que algo no estaba bien. Reanude mi caminar logrando enfocar mi mente y dirigirme hacia la SUV. Un portazo, voces airadas y gritos, lograron detener nuevamente mis pasos a solo pasos del vehículo justo al lado de la SUV de Sasuke.
El lugar contaba con la iluminación suficiente para reconocer a las dos personas que parecían forcejear a un costado de la SUV. Mi corazón pareció dar un vuelco y apreté los puños a mis costados en tanto observaba como Marcos, con sus brazos alrededor del cuello de Sasuke se le arrimaba, evidentemente buscando sus labios desesperado.
La imagen me pareció indignante e incluso pensé que podía ser parte de una vieja comedia romántica. Lo siguiente que pasó por mi mente, y sé que no fue un pensamiento amable con mi japonés, fue porqué un muchacho joven y atractivo como Marcos se aferraba a aquel hombre, a menos que realmente lo amara. También se me ocurrió la idea sobre lo mala persona que yo era al meterme en esa relación.
Vi a Sasuke quitar con bastante violencia los brazos del muchacho de su cuello, y empujarlo fuerte lejos de él.
—¿Dime si no te dejé las cosas claras, Marcos? No quiero verte cerca de Alejandro o de mi, deja de seguirnos, eso se llama acecho y no quiero tener que ir con la policía a levantar una querella.
Fue en ese preciso momento que ambos hombres se dieron cuenta de mi presencia, y que yo no era el único que había y continuaba presenciando la discusión, pues algunos clientes ralentizaban los pasos o incluso detenían su andar pendientes a Sasuke y Marcos.
Por un momento dude si volver al interior de la tienda sería buena idea, dejar que ellos resolvieran sus problemas y mantenerme al margen, ya me sentía bastante incómodo.
—Que bueno que llegaste, Alejandro...el eterno amor de Sasuke Takahashi...¿qué patético no? —Marcos dio unos pasos hacia mi, pero no llego a acercarse lo suficiente para yo pensar que tenía intenciones de agredirme.
—Te aseguro que Sasuke Takahashi no es ni la sombra del adolescente que conociste cuando eras un chiquillo, te lo puedo asegurar, yo lo conozco bien, conozco el lado oscuro de este maldito japonés que ahora me saca de su vida como si yo fuera algo desechable e inservible —Marcos prácticamente gritaba, mientras no me quitaba la mirada de encima, y con cada palabra suya yo deseaba convertirme en un soplo de viento y largarme de alli.
Con una mirada a Sasuke lo vi llevarse una mano al rostro con gesto hastiado, pero atado de manos para hacerlo callar— .Si, estoy ardido, lo admito, sin embargo, cree en mi advertencia, Dr. Morell, cuídate de Takahashi, porque tu vida al lado de él puede terminar en que desees no haberle dado una nueva oportunidad...
Marcos le echó un rápido vistazo a Sasuke antes de girarse y cruzar horizontalmente el estacionamiento a donde sea que dejó su vehículo. Pasaron algunos segundos antes de que Sasuke se animara a acercarse a mi que permanecí con la mirada perdida en algún punto de la ruta que llevaba Marcos al alejarse.
Sasuke trato de tocar mi antebrazo, pero yo retrocedí e hice una mueca. Toda la situación trajó a mi mente las ocasiones en que estuve en el lugar de Marcos, ardido y reclamándole a Mauricio sus aventuras. Era poca la diferencia entre la situación de Marcos y la mía con Mauricio, lo único recalcable era que en mi caso Mauricio nunca terminó nuestra relación, yo era el oficial, mientras los demás eran sus pasatiempos, pero era igual de patético.
En silencio y bien lejos de Sasuke, tanto física como espiritualmente, hicimos el viaje de regreso a casa. Esa noche no cene, solo subí a darme una larga ducha, después de semejante escena solo deseaba tomarme dos pastillas para el dolor de cabeza que había comenzado desde que salimos del estacionamiento, y acostarme.
Entendía que estaba haciendo lo mismo que había hecho Sasuke en días pasados con el tema de Mauricio, pero además del dolor de cabeza le temía a perder el control frente a él, verme expuesto y débil a merced de quizás el peor ataque de pánico de mi vida.
Sasuke también se dio un baño, pero en vez de subir prefirió quedarse abajo, cuando lo sentí acostarse en su lado de la cama también pude percibir el fuerte olor a alcohol que despedía.
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Los días después del mal rato en el estacionamiento la relación entre Sasuke y yo paso por un período de tensión que no hicimos nada por aliviar, y fue el preludio a lo que sucedió después.
Conviviamos en la misma casa, dormíamos juntos y hacíamos el amor, pero el incidente con Marcos se fue a acumular junto al asunto de Mauricio y las dudas que tenía Sasuke sobre mis sentimientos hacia él, temas sin hablar, conversaciones postergadas que cuando hicieron explosión se llevaron por delante nuestro recién reencuentro.
El momento exacto de la explosión fue una mañana, yo recién había terminado una conversación con Tricia, mientras permanecí sentado en uno de los sillones del balcón bebiendo chocolate caliente, ya las mañanas comenzaban a ser un poco frías.
Arrebujado debajo de una pequeña frazada, bastante temprano, no eran ni las ocho de la mañana, recuerdo que me explayé hablando con mi sobrina y no me paso por la mente que Sasuke pudiera estar oyendo.
O quizás no me importo porque en aquellos días creía que a él poco le importaba lo que yo pensaba y sobre todo lo que sentía. Debo reconocer que estaba un poco desilucionado por la apatía que percibía de su parte, me sentía triste y vulnerable. Con muchas dudas y encontré en Tricia, como siempre, la persona perfecta para confiárselas.
—No sé si está relación va a funcionar, estoy lleno de dudas, Tricia—Asi de claro se lo manifesté con todo el pesar que la situación provocaba en mi.
Tricia me pidio que no me diera por vencido, y que hablara con Sasuke. De alguna forma logró elevar un poco mi ánimo, e hizo que casi desapareciera ese aire derrotista.
—Se separaron hace más de dos décadas, pero aun asi el sentimiento que los unió en el pasado sigue estando entre ustedes, vivo y solo necesita ser cuidado con paciencia y dedicación para que vuelva a germinar, tío.
Con esas palabras aún resonando en mi mente, entré a la casa y me encontré a Sasuke bajando las escaleras con su enorme bulto sobre su hombro.
Era el mismo bulto enorme y negro que trajo con algunas de sus pertenencias hacia semanas atrás. Supe que mi expresión facial manifestaba sin necesidad de palabras mis emociones, no me esperaba lo que veían mis ojos, una escena que hablaba por si sola.
—Me voy de tu vida, no voy a esperar que el día menos pensado te largues como hiciste en el pasado. Ya no tengo la energía suficiente para lidiar nuevamente con todo lo que una desilusión conlleva —Sasuke terminó de bajar la escalera y cruzo frente a mi de camino a la puerta. Yo no logré articular palabra pues mi mente se convirtió en una madeja de pensamientos, sin embargo, ninguno de ellos coherente, y me sentí incapaz de exteriorizarlos.
Era tanta la tensión que sensorialmente percibí que el piso se movía bajo mis pies.
—Ve y corre a contarle a tu sobrina que terminé la relación, que ahora no tendrás necesidad de aclarar dudas o temores. Quizás ahora la situación entre Mauricio y tu pueda tener un final feliz. Ve con el Alejandro, yo soy un hombre que carga demasiado a sus espaldas...
Lo que decía Sasuke comenzó a oírse inteligible para mi, mientras caminaba detrás de él hasta que el mareo fue tan intenso que no me atreví dejar de sostenerme del marco de la puerta principal, en tanto de prisa él ya bajaba los escalones en dirección a su auto. Me vi imposibilitado de seguirlo y temí que Sasuke confundiera mi malestar con indiferencia.
Sin embargo, la indiferencia la pude sentir yo cuando Sasuke, sin mirar atrás se metió en su SUV para luego, de un solo golpe arrancar, alejándose y desapareciendo de mi vista.
De ese día recuerdo muy bien el coraje que tenía conmigo mismo al comprobar que Sasuke realmente había actuado como el más grande de los cabrones y por ser tan débil frente a esa persona que por segunda vez, luego de un lapso de veinticuatro años, me demostraba una vez más lo poco que valoraba mis sentimientos.
Concentrándome en no perder el equilibrio, apenas pude llegar a sentarme en uno de los viejos sillones de mamá y cerrar los ojos buscando mitigar un poco el mareo que experimentaba. Hacia años que no me embargaba tal agobio capaz de afectarme tanto, provocando mi primer ataque de pánico en años.
Utilizando las técnicas de respiración que aprendí en el pasado logré relajarme completamente después de estar sentado casi una hora.
Cuando estuve confiado en poder mantener mi estamina me desplace hacia el fresco interior de la casa, pero volví a sentarme en una de las butacas en la soledad de aquel hogar que guardaba tantos recuerdos del pasado, pero también del presente.
Sentado casi en la misma posición estuve horas, mi mente no tuvo descanso, era imposible parar de pensar en como se habían dado las cosas, buscando lo que hice mal. También esperaba el regreso de Sasuke porque a pesar de sus palabras, de su enojo, yo aun pensaba que podría reflexionar y regresar.
Recuerdo que fue el timbre del móvil que me sacó de aquella especie de letargo. Ilusionado busqué con afán el teléfono olvidado en un rincón de la sala.
—Hola...
Mi alma se fue al suelo cuando en vez de oír la ronca voz de mi japonés, escuché la aguda voz de Benjamín, mi hermano mayor.
—Hola Ben, precisamente hace unos días envié las dos cajas con las cosas de papá que te interesan...
—Tranquilo Alejandro que no llamo para eso, te llamo porque necesito que viajes a Pensilvania, con Brenda Lee...nuestra madre necesita vernos...ella...esta muy mal, Alejandro...
La voz de Benjamín se perdió en un sollozo ahogado, mientras yo sentía que las piernas se me aflojaban y enseguida busqué nuevamente donde sentarme.
—Por favor, no tardes hermano.
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