Capítulo 45
Dispuestos a comenzar de nuevo
Esa noche Sasuke y yo nos amamos con todo el ímpetu y el deseo que por más de dos décadas reprimimos. Hicimos el amor sobre aquella vieja alfombra que por años fue testigo del ir y venir de mi familia.
Sobre ella acabamos después de que uno de los viejos sofás de la sala no fuera suficiente y rodáramos hasta el suelo en un enredo de piernas y brazos.
Nos reímos como dos torpes adolescentes, sin embargo, pronto la risa fue sustituida por gemidos de deseo y placer. Esa primera vez fui yo quien tomó la iniciativa y mantuve a Sasuke dominado y a mí merced mientras recorría con mis labios y lengua la piel de su pecho y abdomen hasta llegar a su erecto miembro para rendirle culto.
Con labios, lengua y dientes llevé a Sasuke al climax y lo oí gritar mi nombre entre fuertes gemidos y jadeos, mientras yo me vaciaba sobre uno de sus muslos, sudoroso, y con la respiración entrecortada.
Sasuke extendió una de sus manos hacia mi brazo y halo de mi con suavidad hasta llevarme a su lado donde arrimé mi rostro sobre su costado mientras él colocaba su brazo alrededor de mis hombros.
En aquella posición recuperamos el aliento, mientras el sudor se secaba sobre nuestras pieles. En el lugar que ocupaba podía oír el firme latido del corazón del hombre que amaba, que no había dejado de amar aun cuando pasaron más de dos décadas.
Él, no dejó de jugar con mis cabellos, enredándolos en sus dedos como solía hacer antes.
Minutos después, desnudos y sin falsos pudores subimos a compartir una ducha que no fue sino el preludio de una nueva entrega, esta vez sobre la cama de mi antiguo cuarto.
Este segundo encuentro fue más calmado y suave. Sasuke se tomó su tiempo y espacio en volverme loco. Mi japonés no dejó de besarme hasta llevarme frente al colchón donde de un suave empujón me hizo tumbarme y sin previo aviso, inclinado sobre mi costado comenzó a torturarme regando un sinfín de pequeños besos a lo largo de mi cuello, sobre la piel de mi espalda, hacia abajo, y más abajo...
Entonces hábilmente, nuevamente lo tuve sobre mi, mientras yo volvía a estar boca arriba, y perdido en el abismo oscuro de sus ojos rasgados. Sasuke acaricio mi pecho en tanto besaba mis labios con suavidad, mientras yo llevaba mis manos a sus costados, sobre sus filosas caderas, separando mis piernas, buscando hacerle espacio entre ellas.
Sasuke preparó el camino hacia mi interior con húmedas caricias, entre un ir y volver desquiciado que me tuvo al borde de la locura en más de una ocasión.
Cuando al fin me poseyó, lo hizo casi con reverencia, mientras no dejaba de besarme y murmurar lo mucho que me amaba, y cuánto me extrañó.
Amanecimos uno en brazos del otro. Yo desperté primero y me deleite durante bastante tiempo observando su rostro relajado por el descanso e iluminado por algunos traviesos rayos del sol, de camino a su ascensión mañanera.
Como antaño, acaricié algunos mechones de sus cabellos, como en los mios, ya habían algunas canas pintadas entre ellos.
Decidí asearme y luego de colocarme unos jogers que siempre utilizaba para dormir, opté por dejar mi torso al descubierto, bajé a preparar algo de desayunar, pues estaba hambriento.
Minutos después me encontraba tan absorto con la preparación de los alimentos que no me di cuenta de la presencia de Sasuke apoyado en una de las columnas que servían de marco a la cocina.
Su celaje, visto de reojo me advirtió de su presencia, giré un poco y le eché una mirada con las manos ocupadas por un sartén y una espátula.
—Luces tan sexy —Lo oí decir en ese tono ronco que lograba provocar escalofríos sobre mi piel, antes de moverse para acercarse. Sasuke solo llevaba una toalla atada a la cintura y se acerco lentamente, su actitud emulaba una pantera al acecho de su presa.
Me deshice del sartén y la espátula antes de tenerlo casi encima de mí buscando mis labios con los suyos, en tanto con una de sus manos de finos dedos inmovilizaba mi cabeza para tener fácil abseso con su lengua al interior de mi boca.
—Tienes conciencia de lo atractivo que luces, Alejandro. Mirarte es casi un pecado, ¿cómo haces para verte cada año más hermoso?, es como si los años no pasaran sobre ti...
Sus palabras enseguida tuvieron el efecto de despertar nuevamente el deseo en mi.
Con una de mis manos en su cintura lo arrimé más a mi, buscando intensificar nuestro beso, mientras lo acercaba al mueble de la cocina y en un rápido y totalmente sorpresivo movimiento, con la ayuda de mi tamaño y la fuerza de mis brazos, logré sentarlo sobre el mostrador, y de paso abrirle la condenada toalla, dejando parte de su encanto al descubierto.
Un jadeo, directo a mi boca, abandonó los labios de Sasuke y se aferro a mis hombros, y yo a su cintura, mientras no dejamos de besarnos saboreando nuestros labios.
Ese espontaneo encuentro terminó nuevamente sobre la alfombra, olvidándonos por completo del sartén en la hornilla, a Dios gracias siempre mantuve el fuego bajo.
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Después de desayunar, tuve que echar a la basura algunos de los hot cakes olvidados en el sartén, y tuvimos que conformar con tostadas con mantequilla y café, Sasuke fue a arreglarse para salir, pues tenía una cita con Akiko y la representación legal de ambos para firmar unos últimos documentos concernientes a la división de bienes. También debía pasar por el Midori.
—Cuando regresé me gustaría que fuéramos a comer a un lugar italiano que conozco.
Nos despedimos con un apasionado beso frente a la puerta principal, ninguno de los dos quería perder de vista al otro, pero aquel compromiso no podía postergarse.
Acaricié su mejilla con la punta de mis dedos.
—Me encantaría ir a ese lugar contigo —acepté compartiendo la emoción que vi en su mirada. Minutos luego permanecí frente a la puerta hasta que perdí de vista la SUV negra que manejaba Sasuke.
La tarde la pasé ocupado con lo que restaba hacer en relación a la limpieza de las habitaciones de arriba. Sentado frente a la mesa de la cocina, con un café helado dediqué algún tiempo al asunto de la venta de la casa, aunque a ese punto no sabía que hacer. La idea de quedarme a vivir en Ohio me parecía realmente tentadora.
Y si decidiera quedarme el próximo paso sería evaluar la propiedad de mis padres y comprarle su parte a mis hermanos, sin embargo, antes de tomar cualquier decisión, incluso antes de continuar cosechando ilusiones sobre un futuro junto a Sasuke, debía de hablar con él y aclarar las cosas, debíamos discutir si nos encontrábamos en la misma página, si ambos deseábamos comenzar una nueva relación.
No voy a negar que sentía cierto temor y mi mente se llenaba con pensamientos llenos de dudas ante todo lo que implicaba este supuesto nuevo comienzo, iniciando con el hecho de mudarme de regreso a Ohio, y cambiar mi entorno completamente.
Por largo tiempo estuve frente a la mesa, bebiendo de a sorbos la bebida, haciendo garabatos en una hoja de papel, mientras no dejaba de pensar y pensar, dándole vueltas a todo lo que había pasado recientemente entre Sasuke y yo.
Perdí un poco la noción del tiempo y algo azorado me levanté, con el trasero adolorido y los músculos de las piernas casi atrofiados por falta de movimientos. Sasuke estaría por llegar y no quería que me encontrara en las mismas fachas en que me dejó hacia horas.
Me fui escaleras arriba a tomar una larga ducha para luego escoger lo que llevaría a ese restaurant Italiano del que me hablo el japonés.
Después de varios intentos, me decidí por una camisa de salir de mangas largas color malva y un pantalón de tela suave y oscura. El cabello, que ya consideraba estaba un poco largo, lo recogí en los extremos hasta llevarlo detrás y agarrarlo con una liga.
Aunque Sasuke no me había dicho a que hora podría estar de regreso, según mis cálculos ya no debería de tardar.
Sin embargo, vi como el reloj marcaba las horas y terminé con una copa de vino medio vacía, sentado en una de las butacas rodeado de penumbras, mientras trataba por quinta vez el número de teléfono de Sasuke, la comunicación fue totalmente en vano pues enseguida la llamada pasaba al buzón de voz como si el celular estuviese apagado.
Según fueron pasando los minutos, la desesperación fue ganando terreno en mi a partes iguales que el enojo. Esa situación, a la cual yo mismo me expuse por actuar como un adolescente, me rebasaba por momentos y pronto comencé a suponer escenarios.
No obstante, ya para medianoche estaba seguro de que Sasuke había huido de mi arrepentido de lo que sucedió entre nosotros y que de seguro fue a refugiarse en los brazos de Marcos.
Cuando me fui a dormir la cabeza me daba vueltas gracias a la mezcla que hice de vino y coñac, pero para mi esa noche la embriaguez fue una bendición, pues era de la única manera en que podía detener la rueda de nefastos pensamientos y reclamos en que se había convertido mi mente.
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Me despertó un intenso deseo de descargar mi vejiga y como sonámbulo fui y regresé del cuarto de aseo. Me senté a la orilla del colchón y de inmediato mi mente fue invadida por los recuerdos más recientes de Sasuke.
Enseguida supe que no podría volver a conciliar el sueño así que volví al baño, me duche rápidamente y abrigado con mi bata afelpada bajé con la idea de hacer café. Con un vistazo hacía el exterior, comprobé lo que intuí al notar la poca luz solar que se apreciaba a través de las ventanas, que ese sería un día nublado y acorde con mi decaído ánimo.
Con la taza llena de café negro y muy caliente en la mano caminé hacia la puerta principal y salí al balcón, era la primera vez que pensaba en sentarme en uno de los sillones que a mamá le gustaba tener allí. Los recuerdos de ella junto a papá compartiendo unas limonadas mientras nosotros, Ben, Maricarmen, Brenda Lee y yo podábamos los pequeños arbustos del frente de la casa me cruzaron por la mente, mientras ocupaba uno de los sillones.
Repantingado sobre el sillón probé un sorbo de café y llevé la mirada más allá de la entrada de la casa, sobre la SUV negra estacionada obstaculizando el asceso a la entrada. Los cristales del vehículo lucían completamente empañados con las gotas del rocio mañanero.
Su visión hizo que una descarga de adrenalina recorriera mi cuerpo y tardé unos segundos en reaccionar.
Intrigado, a la misma vez que molesto bajé los escalones después de dejar sobre el alero la taza con café que desprendía ligeras volutas de vapor.
Crucé la entrada y fui a pararme de frente a la ventanilla del lado del conductor logrando ver la silueta de Sasuke sobre el asiento, pude ver que dormía apenas arrebujado debajo de lo que parecía ser un abrigo.
Lo observé por unos largos segundos, los tenues rayos de un tímido sol me entibiaban el cuerpo mientras recorría su figura con la mirada, en la mente las dudas saboteaban mis buenas intenciones, y la presencia de Sasuke me confundía.
Con mi dedo índice di algunos golpes sobre el vidrio buscando despertarlo, y me costo algunos intentos. Sasuke estiró los brazos e hizo algunos leves movimientos con el cuello, mientras embozaba una leve sonrisa enfocando su mirada en mi.
—Buenos días —dijo en tanto abría la puerta del vehículo, solo un gruñido salió de mi boca, mientras me echaba para atrás dándole espacio.
—¿Qué haces aquí? —Yo me refería a su presencia después de dejarme esperando la noche anterior. Me dio la impresión de que para él no estaba claro.
Hice un gesto de hastío con la mirada y me dirigí hacia los escalones, mi café se enfriaba. Sabía que Sasuke caminaba detrás de mi.
—Llamé a la puerta y nunca respondiste —mencionó, yo me hice con la taza y fui a sentarme en el sillón. No le pregunté a qué hora fue eso.
—Todo se me complico, Alejandro. La reunión con Akiko me tomó más tiempo del deseado y estuvo llena de tensión...después pasé por el Midori...—Su voz se perdió en el silencio quizás porque vio mi gesto de indiferencia.
—Ni siquiera oí tu llamado, debiste ir a casa, no dormir en el carro —dije y me encogí de hombros, en todo ese tiempo había evitado mirarlo de frente.
—No tengo casa, Alejandro. Hace más de un mes que duermo en el Midori, pero ya no quiero hacerlo...lo único que deseo es despertar a tu lado, Alejandro...
Incrédulo, levanté la mirada hacia su rostro y ahogué una exclamación de sorpresa al fijarme en el golpe que lucia Sasuke en el pómulo izquierdo.
—¿Qué te paso? —Me puse de pie y extendí una de mis manos hacia él, preocupado. Con mis dedos rocé con cuidado la piel de su pómulo en tanto Sasuke se encogía un poco sobre sí mismo.
—Tuve alguna que otra diferencia con Marcos —mencionó sin darle mayor importancia, yo puse una de mis manos sobre su antebrazo antes de guiarlo al interior de la casa.
—Discutimos y la situación se nos fue de las manos.
—Se fueron a los golpes...—dije. Quizás el tono de mi voz dejo entrever mi disgusto y sorpresa ante semejante panorama.
—Pues si, y en mi defensa diré que él me lanzo primero —dijo y caminó hasta una de las butacas donde se dejó caer, se inclinó un poco hacia el frente, en tanto se llevaba las manos a la cabeza— .¿Nunca te ha pasado? Darte algunos golpes con alguno de tus novios.
¿Qué clase de pregunta era esa?
Dejé escapar el aire de mis pulmones ruidosamente.
—Pues no, y esperó jamás hacerlo —
—Entonces eres un suertudo, porque en ocasiones sucede. Él no tomó nada bien que terminara nuestra relación y se puso agresivo —Lo vi sacar su celular del bolsillo, el aparato tenía la pantalla completamente destruida— . Puedes creer que no enciende...ni siquiera pude llamarte...—
Sasuke no dio muchos detalles de lo que sucedió con Marcos y sinceramente yo no insistí en conocer más, pues nunca estuve de acuerdo, por ningún motivo, de perder el control y darse de golpes.
Si estaba conciente de que esas cosas pasaban, la violencia doméstica formaba parte, desgraciadamente, en muchas parejas.
—¿Qué va a suceder con Marcos de ahora en adelante? —No pude evitar preguntar, mientras me ocupaba del almuerzo. Sasuke se había dado una ducha y bebía un poco de café con leche.
—Buscará un nuevo empleo, ya se lo dejé en claro —Cuando tomé asiento frente a él me fijé que además del golpe en la mejilla tenía arañazos en el cuello, verle volvio a encender mi enojo.
—No sé si deberías de ir con la policía...
Sasuke se llevó una mano sobre las magulladuras.
No lo dije, pero no pude evitar pensar en Marcos y sus sentimientos, incluso me sentía culpable por haberme metido en la relación que Sasuke y él sostenían.
—Lo que sucedió anoche no volverá a pasar, Alejandro —aseguró Sasuke y buscó con una de sus manos la mía para acariciarla suavemente.
Él y yo nos miramos fijamente, no supe que pensaba Sasuke, pero yo trataba de mantener todas mis dudas y temores apartados en un rincón. Quería creer en sus palabras, porque deseaba con todo mi corazón darle una nueva oportunidad a los sentimientos que aquel hombre inspiraba en mi.
No pasó mucho tiempo para perderme nuevamente en su oscura mirada, ilusionado con que está vez lográramos atesorar la ocasión para amarnos y construir un futuro juntos. Vivir lo que en el pasado no pudimos disfrutar, poder amarnos libremente.
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