Capítulo 44
Rescatando sentimientos
Sé que Sasuke pudo ver la enorme sorpresa que su presencia provoco en mi, porque yo pude ver la desazón en su expresión al mirarme.
—Me parece que me precipité al venir...—mencionó antes de ponerse de pie y bajar los dos escalones hasta el sendero. Entendí sus intenciones de marcharse, pero yo no quería que se fuera. Era cierto que no esperaba su visita, pero ya que estaba allí, podía pensar en varias cosas que hacer juntos. El recuerdo de la noche anterior cruzo mi mente rápidamente, solo esperaba que el calentón que sentí en el rostro, típico de adolescentes, pasara desapercibido para el hombre frente a mi.
—No, seguro que no. ¿Desayunaste? Yo recién llegué de correr y estoy hambriento, ven, pasa —Me apresuré a pasar por su lado, subi los escalones y abrí la puerta principal, invitándolo a pasar.
Me aseguré que Sasuke me seguía antes de encaminarme hacia la cocina.
—Es como pasar un portal hacia un universo paralelo, de vuelta a los ochenta —Lo oí comentar luego de cerrar la puerta, mientras caminaba detrás de mi.
Me giré un poco y le di la razón con un movimiento afirmativo de cabeza.
—Así es, mamá nunca quiso modernizar la decoración de la casa, incluso por años usó los mismos vestidos de su juventud hasta que ya no le servían o la tela estaba en tan mal estado que era imposible salir con ellos a la calle. De hecho, en la actualidad, mi madre vive con sus recuerdos de juventud casi intactos, la enfermedad ha provocado que su mente recuerde con nitidez la época en que sus hijos estaban pequeños —Me detuve frente al antiguo refrigerador, que seguía en muy buenas condiciones, y fingí recorrerlo con la mirada indeciso, aunque ya sabía que había allí y que podría hacer de desayuno. Una omelette con vegetales y jamón no me parecía mal.
—¿Qué te apetece? —pregunté a la misma vez que lo miraba. Sasuke se encontraba de pie justo en el centro de la cocina y me pareció que esa elección de palabras le causo gracia.
Lo vi levantar las cejas mientras fruncia los labios.
—¿Una omelette con vegetales y jamón, con unas tostadas de pan integral de acompañantes? —indague con rapidez mientras volvía a ponerle atención al refrigerador y comenzaba a sacar los ingredientes que necesitaba. Me percate que Sasuke se acerco lo suficiente para echar su propio vistazo dentro de la nevera, así que cuando endereze la postura con el envase plástico de los huevos en una mano me moví de forma tal que pudiera retroceder evadiendo al japonés.
Sasuke aprovechó mi movimiento para ser de ayuda sacando del refrigerador el jamón, queso, un pimiento verde y cebolla, justo los ingredientes que yo recordaba le gustaban en ese tipo de comida.
No fueron pocas las veces que cocine la omelette de huevos para nosotros cuando vivíamos juntos.
—Yo me encargo de picar los vegetales, ¿no tienes espinaca? —comentó, mientras dejaba todo lo anterior sobre el mostrador cerca del fregadero.
—Te la debo...
Nuestras miradas se encontraron por unos instantes y a mi se me seco la boca, así que desvíe mi atención de él hacia la estufa donde ya tenía un sartén.
Cuando vivíamos juntos y despertábamos lo suficientemente temprano para desayunar, preparábamos los alimentos juntos, y él siempre cortaba los vegetales y el jamón mientras yo preparaba el sartén y batia los huevos —pensé, mientras me encargaba de encender la estufa.
Rememorar aquellos tiempos y compararlos con ese preciso momento me hizo sentir algo descolocado, incluso fue fácil imaginarme por unos segundos que llevábamos años con la misma rutina. Compartiendo momentos y atesorando recuerdos si las cosas hubiesen sido diferentes.
—¡Alejandro!
Su llamado, más el humo que comenzaba a salir del sartén, pues no me había fijado que la llama de la estufa estaba demasiado alta, me regresaron a la realidad.
Algo molesto eché el sartén hacia el lado sobre otra de las hornillas, antes de echarle un vistazo a Sasuke que se movió muy cerca de mi quizás con la intención de ser de ayuda.
—Me distraje...—dije sin mirarlo en tanto buscaba concentrarme en lo que hacía y dejar de pensar en estupideces— .Tranquilo, que no voy a incendiar la casa —añadí a modo de disculpa y no pude dejar de mirarlo de reojo, mientras él volvía encargarse de su tarea.
Poco a poco pude adaptarme a su presencia tan cerca de mi, no sin antes preguntarme si yo tendría el mismo efecto en él. Sasuke seguía siendo una persona difícil de leer, solo si él lo deseaba las demás personas podían entre ver algo de sus emociones.
Nos sentamos a comer frente a la vieja mesa del comedor, la misma en que celebramos, los Morell y los Takahashi aquel día de acción de gracias, décadas atrás.
—¿Y tus padres? —pregunté buscando llenar el silencio que solo era roto por el sonido de los cubiertos cuando tocaban la losa, nuestros movimientos al comer y algún peculiar y ocasional ruido de la vieja casa. No era un silencio incómodo, pero igual pensé que preguntarle por su familia era una buena idea para iniciar una conversación de sobre mesa.
Sin embargo, antes de que me contestara yo ya había recordado la respuesta.
—Ambos murieron hace años. Mamá murió primero, ella nunca superó la muerte de Ryu...
Exacto, eso mismo me había dicho Suzume.
—Mi padre se fue creyedo que su desviado hijo al fin había conseguido corregir su vida, o al menos eso me gusta creer —mencionó entre bocado y bocado— .Aunque a veces pienso que solo fingía creerme. Y que jamás creyó en mi supuesta paternidad...
Al oírlo mencionar a su hija menor recordé que ese embarazo fue uno de los motivos para alejarme de él.
—¿Por qué dudaría tu padre de algo así ? Es lo más natural del mundo en una pareja joven —dije y me alcé de hombros.
—Si, supongo, pero siempre me dio la impresión de que papá sabía que Melanie no era mi hija biológica...
Aquella afirmación me sacudió un poco, y no pude apartar la mirada de él, mientras la procesaba.
Sasuke sostuvo mi mirada, mientras arrugaba el entrecejo y hacía ese gesto de contrariedad con la boca que tanto me atraía.
—Jamás me acoste con Akiko, de hecho jamás me he acostado con ninguna mujer. Melanie no es mi hija biológica, aunque si lleva mi apellido y por años me hice cargo de ella, igual que me hice cargo de Kenji, el hijo de Ryu...—En el tono de su voz escuché un dejo de pesar — .Hoy día ninguno de los dos me busca —añadió y dejó sobre el plato los cubiertos antes de echarse para atrás en la silla, con expresión satisfecha.
Yo, que de a poco había ido perdiendo el deseo de comer, hice el plato a un lado, lejos de mi, antes de colocar ambos codos sobre la mesa mientras llevaba mis manos sobre mi cabeza para masajearme la frente con los dedos.
—Cuando me fui lo hice pensando que ese embarazo era tuyo, que estabas tan empeñado en que tu matrimonio con Akiko funcionara que...
—Que teníamos vida conyugal...pues no. Akiko siempre supo como serían las cosas. Meses después de dar a luz a Kenji se enamoró de un tipo que la embarazo, al principio pensé que ese sería el fin de nuestro matrimonio, que el padre de Melanie y Akiko formalizarían, pero no fue asi, el tipo se fue y no volvio hasta hace unos años. Ahora el padre biológico su hija viven en Europa.
—Pues si, eso pensé y por eso tomé la decisión de dejarte. Recuerdo que fue el día que Rosario murió, ese mismo día te vi llegar con Akiko que lucia un nuevo embarazo...fue algo que no tuve que pensar demasiado y tú tampoco me decías nada. Recuerdo que por esos meses desaparecías a menudo y yo siempre fui el plato de segunda mesa —No me cohibí de darle con uno de mis puños a la mesa, con la sacudida casi vuelco los vasos con residuos de jugo de naranja.
Estaba muy enojado, e indignado, también me sentí imbécil.
—Se que hice todo mal, Alejandro, pero jamás te consideré plato de segunda mesa —dijo él en tono conciliador.
Nos miramos fijamente por unos segundos antes de que fuera yo el que desviara la mirada para llevarla sobre mis manos cruzadas sobre la superficie del mueble.
Los amargos recuerdos de nuestro pasado en común podían llegar a lastimar igual o más que cuando se dieron las cosas años atrás. En ese momento comprendí al que decía que al pasado era mejor dejarlo atrás, que no era sano volver sobre el.
Sin embargo, a mi me estaba costando mucho mirar hacia el futuro, pasando por alto la presencia Sasuke Takahashi. Ignorar los sentimientos y las sensaciones que me ataban a él desde hacía décadas, y que volvía a sentir igual de intensas que cuando tenía diecinueve años.
Me puse de pie y comencé a recoger los platos, acumulándolos unos encima de otros, igual que los dos vasos y cubiertos. Necesitaba estar en movimiento y al mismo tiempo tomar un poco de distancia de Sasuke.
Arrumbe todo dentro del fregadero y me enjuague las manos.
—Fueron tantas cosas, Alejandro —Sasuke no estaba lejos de mi, mientras yo me mantuve apoyado sobre el mostrador, en tensión.
A mis cuarenta y cinco años me encontraba casi tan confundido como cuando descubrí que Sasuke Takahashi me gustaba.
—¿Qué tal si salimos un rato?, podemos dar una vuelta, quizás tomarnos algo por ahí. ¿Qué te parece si nos concentramos en el presente? Nada del pasado y menos de hablar del futuro —Su propuesta me tomó desprevenido.
Y no sabía si podría echar a un lado ese sentimiento de desazón ante lo que sucedió años atrás, no estaba seguro de que mi mente cooperaría y no asociaría cualquier cosa dicha por él, con lo que vivimos veinticuatro años atrás.
Porque aunque estaba conciente de que volver sobre lo mismo una y otra vez no era sano, esa herida que Sasuke le hizo a mi corazón había vuelto a sangrar luego de años supuestamente cauterizada.
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Cuando abandonamos la casa ese mediodía me propuse probar un nuevo escenario, una nueva perpestiva de las cosas, dejar el pasado a nuestras espaldas y vivir el presente en su compañía.
Luego de una buena ducha estuve casi media hora buscando entre la ropa que traje de Nueva York un jean y una camisa que me gustaran, que sintiera que lucían bien sobre mi. Molesto conmigo mismo, hacía meses que no me preocupaba en absoluto por como lucia ante los demás, terminé vistiéndome con un jean viejo y una camisa de mangas cortas que Tricia me había regalado.
Sasuke insistió en manejar y muy a gusto tomé asiento a su lado en la enorme y moderna SUV negra que poseía. Durante las primeras horas no hicimos otra cosas que pasear mientras Sasuke servía de guía turístico señalándome los cambios en el trayecto.
Disfruté muchísimo cuando pasamos por nuestra antigua escuela superior y dimos vueltas por los alrededores del barrio. Hicimos una parada en el parque que construyeron cerca del lago, donde caminamos un poco por las veredas conversando animadamente. Sasuke me hablo de su hermana Suzume que vivía en Florida con su esposo y dos hijos, y hasta comentó de pasada sobre su primos, Kenzo y Azumi. Los recuerdos que tenía de Kenzo no eran precisamente amables, pero lo escuché con gran interés. Los hermanos continuaban viviendo en Ilinois, ambos trabajaban en la industria del entretenimiento y ninguno se había casado.
—Son los eternos solteros —comentó con algo de burla.
Yo le hablé un poco sobre Rosario y sus últimos días, y de mi querida sobrina Tricia, hija de Chari y Ben. También mencioné al otro hijo de Ben, Jonathan, un jovencito que había dado algunos problemas de conducta, y de los hijos de Brenda Lee, unos mellizos encantadores.
—Maricarmen es madre de una chica muy juiciosa que estudia medicina —
—Igual que hizo su tío —dijo Sasuke e hizo que me detuviera cruzándose frente a mi y colocado una de sus manos sobre mi pecho. Nos encontrábamos en el área verde, fuera de los senderos asfaltados, y bajo un enorme árbol— .Siempre supe que lo lograrías, que te convertirías en ese médico que tanto deseabas —añadió sonriente y percibí un tono de orgullo en su voz.
La tarde caía, los rayos del sol ya no castigaban tanto como horas antes aunque el calor en el ambiente tardaría en menguar.
No supe de él, pero yo una vez más me perdí en las profundidades de sus ojos, igual que antes. Por un momento olvidé las fechas y los años que habían pasado sobre nosotros, olvidé mis temores y recelos, por unos instantes nuestra cercanía pareció cubrirnos, aislándonos del mundo a nuestro alrededor.
Sasuke levantó hacia mi rostro la mano que tenía sobre mi pecho y tentativamente acaricio mi mejilla con sus dedos, mientras yo cerraba los ojos y sin poder evitarlo me arrimaba más a él.
—Hace unos años...tres para ser precisos, fui a buscarte a Nueva York...pero llegué demasiado tarde porque tu te veías muy feliz con tu pareja, con el tal Mauricio Brambilla, así que solo di media vuelta y regresé de vuelta a Ohio...
Abrí los ojos desmesuradamente ante aquella inesperada confesión, Sasuke dejó caer la mano, mientras sostuvimos las miradas. Me costaba decir algo, porque no encontraba las palabras correctas para expresarme, de hecho no sabía que decir.
Pensar que Sasuke fue a buscarme por la época en que yo comenzaba mi romance con Mauricio lo primero que me hizo plantearme fue que hubiese pasado si él se hubiera acercado a mi.
Sin embargo, la respuesta estaba frente a mi, sin dudas ese hubiese sido el final de una relación que apenas acababa de comenzar, porque los intensos sentimientos y emociones que el hombre frente a mi significaban aplastarían cualquier novedad que Mauricio hubiese podido representar.
—No debiste alejarte...—murmuré.
Sasuke se encogió de hombros con expresión resignada.
—Te veias realmente bien y sobre todo enamorado, yo no me vi en condiciones de superar a un hombre joven y guapo como el tal Mauricio —Bajé la cabeza, la sacudí y dejé escapar una amarga risa.
—Poco me duro, Mauricio es un...inmaduro —Trataría de no decir más.
Sasuke se unió a mi risa y inesperadamente tomó mi mano derecha.
—Qué te parece si vamos a comprar lo necesario para hacer una deliciosa cena...esta vez seré yo el que cocine —Él no me dejó contestar antes de halar de mi con firmeza hacia el sendero y de vuelta al vehículo.
Mientras lo seguía casi al trote, no podía dejar de pensar y de sentir su mano apretada a la mia. Ya no importaban las curiosas miradas de los demás, o los cuchicheos, eran otros tiempos, tiempos diferentes donde podíamos demostrar nuestro amor y vivir en nuestros propios términos.
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Sasuke se encargo de escoger el corte de carne de res que quería cocinar y todo lo demás para la cena. Esa noche, según sus palabras, canceló con anticipación su presentación en el Midori porque tenía esperanzas de que yo no rechazara su invitación para pasar el día juntos.
Sus planes incluían la cena de esa noche, mientras él comentaba sobre eso tuve curiosidad por saber de Marcos, y lo que sucedió la noche anterior cuando yo me fui, pero no me animé a preguntar directamente.
Sasuke insistió en que compartiéramos un vino tinto, y mientras yo bebia de a poco la fría bebida, me fijé en que él daba cuenta del líquido en su copa con bastante rapidez.
Sin embargo, y pese a que lo anterior despertó mi interés, preferí no abundar pues tuve temor de que rompiera la armonía que reinaba en el ambiente.
En tanto yo permanecía sentado frente a la mesa del comedor disfrutando de las vistas, ver a Sasuke atareado en la cocina moviéndose con agilidad de un lugar al otro, mientras se ocupaba de los steaks sobre la plancha, en tanto lavaba y picaba los vegetales para una surtida ensalada, comenzó a hipnotizarme, a convertirse en un placer casi adictivo.
Pronto mi imaginación comenzó a elucubrar con la posibilidad de hacer realidad, después de tantos años, lo que soñé cuando lo conocí. Convivir en armonía.
Sasuke confecciono unos rollitos de carne de res cortada muy fina, rellenos con queso parmesano y Rúcula en una espesa salsa de Soja, miel, mostaza, vino blanco y aji molido, que estaban deliciosos.
—Muy buenos...—mencioné luego de desgustarlos junto a la apetitosa ensalada.
Sasuke mencionó que ese plato lo aprendió de sus años al frente de la administración de varios restaurantes del padre de Akiko. Lo que comentó luego comprobó que yo habia fallado en ocultar mi desasociego ante sus memorias de aquellos años en que estuvimos separados.
—Te molesta que hable del pasado —señaló él.
—No, no es eso...
—Puedo entenderlo, Alejandro.—dijo antes de apurar un largo sorbo de vino— .A mi tampoco me agrada oírte hablar de Mauricio.
No le dije lo evidente, mi romance con Mauricio fue mucho después de que lo nuestro terminara. Su matrimonio con Akiko fue el principal motivo por el que nos separamos. Además, el tema de Mauricio era irrelevante, a él no me ataban hijos, ni siquiera una mascota tuvimos en común.
Con Akiko a él lo unían sus dos hijos.
—Prefiero concentrarme en el presente, creo que ya lo dejé claro —Lo miré sonreír mientras sus ojos brillaban alegres.
—Me gusta la idea porque eso me hace creer que existe un futuro en que podríamos continuar compartiendo ...—Sasuke apreso con su mano una de las mias que reposaba sobre la mesa, e hizo suaves movimientos circulares sobre el dorso con su dedo índice donde reposaba la sortija que una vez le regalé para navidades.
Apenas me había fijado en aquel detalle.
—Me sorprendió ver que aún conservas la pulsera con el dije que te regalé, al igual que yo conservo la sortija...la tuve que adaptar para llevarla en este dedo...
No le dije que por años esa pulsera estuvo metida en uno de los bolsillos de un viejo abrigo, olvidada.
Después de cenar nos sentamos cada uno en una butaca, en la sala, a compartir un poco de coñac.
Ya para ese momento, el nerviosismo ante la sensación de anticipación me inquietaba. Sasuke, para variar, se mostraba muy tranquilo y relajado, mientras disfrutaba del licor.
Yo por un lado estaba muy conciente de la intensa atracción física entre nosotros, y que nos llevaría en una sola dirección, la cama.
Aquella perspectiva de las cosas me provocaba excitación al mismo tiempo que miedo e inseguridad porque nuestras separación fue por tantos años que prácticamente era como si Sasuke y yo fuéramos dos desconocidos.
—¿En qué piensas, Alejandro? —La pregunta activó todas la alarmas en mi y me pregunté si Sasuke se había dado cuenta, mirando mi expresión, por donde iban mis pensamientos. — .Yo si puedo decirte en que pienso, y seguramente te sorprenderá —añadió antes de colocar el vaso que llevaba en una de sus manos, sobre la mesa de centro.
La sala se encontraba casi en penumbras porque la lámpara del techo estaba defectuosa y solo llegaba la luz de la cocina y el comedor para aplacar la oscuridad en esa área.
Sasuke se puso de pie, tomándose su tiempo, sin prisa, pero sin pausa, directo hacia mi, acortando la distancia entre los dos, y ese adolescente corazón mio no tardo en duplicar sus latidos, emocionado.
Sentí un derroche de adrenalina recorrer mi cuerpo cuando Sasuke se inclinó un poco sobre mi, casi violando mi espacio personal, pero que bien se sentía.
Cuando él enderezó su postura lo hizo halando de mi con una de sus manos sobre la mia, yo me dejé llevar atrapado en su aroma y el cálido aliento de sus respiraciones.
—Tengo miedo...—dijo frente a mi, sin dejar de acariciar la palma de mi mano con sus dedos— .Miedo de no estar a tu altura, Alejandro. Han pasado tantos años que temo defraudarte, temo no poder amarte como lo mereces, mi Alejandro —añadió con sus rasgados ojos en algún lugar lejos de mi. Con mi mano libre busqué su barbilla para con delicadeza guiar su cabeza al frente y atrapar su mirada con la mia.
—Te preguntaría por que supones que nos volveremos a amar, Sasuke —mencioné enternecido y realmente sorprendido por sus palabras, pero usando un tono jocoso para aligerar algo de la tensión— .Y te aseguraría que yo estoy igual, y que posiblemente somos dos cuarentones asustados ansiando recuperar hermosos momentos compartidos y a su vez, construir nuevos entre ambos —Una risa ligera abandonó mi garganta al tiempo que Sasuke me imitaba.
Con los vestigios de la risa aún sobre mis labios, y sin pensarlo demasiado, llevé mi mano desde su barbilla hasta colocarla sobre una de sus mejillas, acariciando con mis dedos los vellos que marcaban el contorno de su rostro antes de acercar mis labios a los suyos, tomándolos como mios, en un beso que había deseado todo el día.
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