Capítulo 43
La pasión aún existe
A mis ojos, los años a penas habían dejado huellas sobre Sasuke Takahashi. Sí se apreciaban cambios, de no ser así pensaría que el chico que una vez amé había encontrado la fuente de la juventud, algo completamente irreal.
Un poco de peso alrededor de la cintura, la postura altiva de antaño se apreciaba algo gastada, y sus hombros un tanto caídos. Las señales más rotundas de la edad las llevaba en las canas que pintaban su corto cabello, y acicalada barba. Y si lo mirabas con atención a los ojos podías apreciar las arruguitas en las comisuras de sus hermosos ojos rasgados, probablemente más pronunciadas si sonreía, aunque, como antaño, Sasuke parecía no sonreír a menudo.
—Que fue todo eso de, y cito, un viejo amor, en especial esos amores que nacen en la adolescencia...—Fue lo primero que recordé —. ¿Cuándo me reconociste? —
—Ya te lo dije, he esperado este momento durante años, y siempre confíe en que algún día volvería a verte —mencionó con confianza— .Supe que eras tú desde ayer cuando te vi con tus amigas, después de pensarlo mucho también reconocí a Gwendy —
—En cambio tu no sabias que el Midori es mio, ¿o si? Apuesto a que no, de ser así no estarías aquí —En su tono pude notar la amargura, aunque en ningún momento alzo la voz.
Lo dejé hablar, mientras me iba sintiendo más confundido y con la aleatoria idea de callarlo con un beso, pero ya no éramos unos adolescentes impulsivos.
Sasuke se acerco tanto a mí que pude apreciar el aroma amaderado que siempre fue su distintivo, y algo más, su aliento con un fuerte olor a licor.
De pronto y sin previo aviso me encontraba entre él y mi auto.
—Te busqué por largos años, pero evidentemente tú no querías ser encontrado —Esa vez el tono de su voz destilaba despecho y rencor, para cualquiera sería absurdo que después de tanto tiempo esos sentimientos estuvieran presentes en sus palabras, pero no para mi.
Quise decirle que no fue el único que sufrió y lloró, que llegué a arrepentirme de haberme ido, de terminar la relación.
Que nunca había dejado de preguntarme como hubiese sido nuestra vida juntos, que la decisión de irme la tomé en el peor momento, después de la muerte de Chari, sintiéndome muy solo y a la misma vez hostigado por los recientes acontecimientos en mi joven vida.
En aquel entonces me sentía desilucionado de todo, y de todos y lo único que deseaba era huir.
Sasuke dejó escapar un profundo suspiro que me ayudo a volver a la realidad del momento.
—En fin...somos adultos y va siendo hora de pasar página...—El japonés retrocedió unos pasos, y a mi me abarcó una estúpida sensación de abandono— .Me gustaría invitarte a tomar un trago...¿qué dices doctor Morell...?
Por un instante dude en aceptar su inocente invitación, pero no podía negar que después de todo era lo que esperaba, todavía no estaba listo para alejarme de él y volver a casa.
Con el corazón en la garganta, y sin confiar en mi voz, solo atiné a aceptar su ofrecimiento con un gesto antes de seguirlo.
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La oficina del Midori se encontraba, como supuse, al final del pasillo. A primera vista era un lugar bastante acogedor, ordenado y limpio. Lo primero que noté al entrar precedido por su dueño, fue el aroma de Sasuke en el ambiente, y como nota secundaria un toque a canela, leve, pero que no pasaba desapercibido. Probablemente de alguna vela de olor colocada estratégicamente.
Un masiso escritorio de madera era sin duda el mueble distintivo del lugar, con dos butacas frente a el. A la izquierda de la habitación había un mueble donde estaban instaladas seis pequeñas pantallas de vigilancia, y a la derecha, un sofá repleto de cojines, de suave tela color marrón oscuro y bastante grande para la oficina.
Sasuke me invitó a sentarme en el mueble, mientras él se dirigía detrás del escritorio, a un mini bar.
—¿Una cerveza? —preguntó él y yo asentí.
Me costó un poco acomodarme sobre el sofá, hice a un lado varios cojines y acomodé mi trasero lo mejor que pude. De pronto, me sentí demasiado grande para un lugar así de reducido y cerrado. Además de que no podía dejar los nervios a un lado.
Sasuke me daba la espalda, mientras servía lo que fuera que estaba sirviendo y yo dediqué unos segundos a otear a mi alrededor.
Pude imaginarme que en ese lugar Sasuke pasaba la mayor parte del tiempo y un intruso pensamiento comenzó a atormentarme, uno que tenía que ver con el joven mesero que no dejó de mirarme la noche pasada y que esa noche vi, en actitud posesiva enganchado al cuello del japonés.
Mi conclusión era que el tal Marcos de alguna manera supo o adivino que su jefe tenía especial interés en mi, por eso no me sacaba los ojos de encima.
Comencé a preguntarme que tipo de relación existía entre Sasuke y Marcos, porque aunque fue evidente que eran más que empleado y jefe, no podía estar seguro de que fuera una relación seria o solo algo pasajero.
No voy a mentir, recordar al joven mesero tan cerca de Sasuke e imaginármelos juntos me provocó una incómoda sensación a la que no supe darle nombre, o mejor dicho, no quise darle uno.
—Disfrútala...—El vaso de fino cristal, largo y de apariencia helada tomo el lugar de la mesa de centro en mi campo de visión, cuando Sasuke me lo ofreció.
—Gracias —Sasuke fue a sentarse al otro extremo del sofá, mientras sostenía un vaso también de cristal, pero bajo, con algunos cubos de hielo, bañados con un licor dorado.
Sostuve el alargado vaso justo sobre mis labios para beber un sorbo, y aunque quería evitarlo, mi mirada al parecer tenía voluntad propia, empeñada en viajar hasta mi atractivo anfitrión que bebía su licor lentamente con la mirada perdida en algún punto de la habitación.
—Me encantaría saber que ha sido de tu vida todos estos años —mencionó Sasuke todavía con su mirada perdida, a pesar de su petición tuve la extraña idea de que él sabía más de mi que yo de él— .En especial dónde te escondiste...disculpa si insisto, pero siempre me pregunté a dónde te fuiste después que Rosario murió —
—Fueron años en que no tuve un domicilio fijó, estuve en Asia...Vietnam, China, Tailandia y Japón. A veces me pregunto como sobreviví viviendo de esa manera...,pero volver a establecerme y tener una vida normal no estaba en mis planes —A ese punto obtuve toda la atención de Sasuke que no pudo disimular el asombro. Dejé el vaso sobre la mesa de centro.
—Jamás lo imaginé...siempre pensé que te habías ido al caribe, o quizás a Marte...—Una amarga carcajada salió de su pecho antes de terminar de un golpe su bebida.
—Sin embargo, me llegó el tiempo de volver, la abuela Toña se agravo y regresé a Ohio para estar con ella sus últimas semanas y despedirme...en esa época ya tus padres habían vendido la casa y según me dijo alguien, los Takahashi ahora vivían en Cincinnati —Rememoré la mezcla de sentimientos que experimenté cuando supe aquello.
Aunque cuando regresé a Ohio lo hice con reservas pues no me creía capaz de volver a ver a Sasuke, y mantenerme firme en mi desicion de vivir sin él. El saber que ya no vivía cerca me desilusionó, porque en el fondo si quería y necesitaba verlo. También me sentí enojado, ni yo mismo me soportaba. Imaginar a Sasuke, feliz junto a su pequeña familia, también me provocó el nefasto sentimiento de la envidia.
Enderecé la espalda y me llevé una mano sobre la nuca donde hice un poco de presión. Sasuke se puso de pie para volver al mini bar y servirse más licor, mientras la cerveza que me brindó se entibiaba, ya no me apetecía.
—Supe por Suzume que tu abuela murió, pero no de tu presencia por aquellos años en Ohio —Lo escuché decir.
—No estuve ni un mes, quizas tu hermana ni siquiera supo de mi visita —dije aunque lo cierto era que Suzume y yo llegamos a comunicarnos bastante por unos años, ella incluso fue a mi graduación de médico en Massachusetts.
—Suzume y tú nunca dejaron de hablar, ¿cierto? —Más que una pregunta fue una afirmación, Sasuke volvió a sentarse y buscó mi mirada con la suya, atrapándome pues no le pude rehuir la mirada.
—Suzume no supo de mi por muchos años, si eso quieres saber. Fue cuando me instalé en Boston que por medio de Ben volvimos a comunicarnos...
Otra risotada amarga por parte de él, mientras apartaba la mirada.
—Suzume nunca quizo decirme nada, fue muy fiel a lo que sea que te prometió, pero no me extraña, ella nunca estuvo de acuerdo con mi matrimonio, y después de que me casé casi ni me hablaba. Al igual que todos los demás, nunca entendió el porqué de mi proceder —Lo oí decir, tomar otro sorbo de licor y sacudir la cabeza con vigor— .Y a decir verdad hasta yo terminé realmente confundido y totalmente arrepentido de esa estupidez...
—Yo si entendí por que lo hiciste, Sasuke...,pero no pude bregar con la situación. No quise mantener un rol que no deseaba en tu vida, que según yo, no merecía. Porque yo estaba dispuesto a todo por defender nuestro amor, a gritarle al mundo que te amaba y enfrentar las consecuencias juntos...—Todo aquello no fue algo planeado, pero abandonó mis labios de la manera más natural. Esa vez fui yo el que buscó su mirada con la mía, con la postura en tensión, y mis manos sobre las piernas apretadas en sendos puños.
Sasuke me sostuvo la mirada.
—Lo siento mucho...me siento tan ridículo, pero...—añadí, mientras dejaba salir un largo suspiro y buscaba relajar mis manos y también mi espíritu.
—Sera mejor que me vaya...gracias por la cerveza —Me puse de pie, caminé y esquivé la mesa de centro y una butaca para cruzar hasta la puerta. Sin embargo, no pude avanzar hasta llegar a abrirla pues Sasuke fue rápido y se acerco a mi para detener mi avance colocando una de sus manos sobre mi antebrazo.
El Japonés hizo presión y yo me detuve, nuestra cercanía provocó un disparo de adrenalina a través de mis venas y una gama de rojos sobre mi rostro.
Sintiéndome de pronto acorralado y sin pensarlo mucho me deshice de su agarre y levanté los brazos para darle un rudo empujón buscando sacármelo de encima, mientras trastabillaba hacia la puerta. La expresión facial de Sasuke me confirmo que no se lo esperaba.
—¿Tienes miedo, doctor Morell? —Sasuke no dudo en volver a la carga, y volvió a cortar la distancia entre nosotros, esa vez, aún más.
—No, no te tengo miedo, Sasuke —Llamarle por su nombre después de tantos años se sintió casi placentero, para que negarlo. Fueron muchas las ocasiones, luego de nuestra ruptura, en que pronuncie su nombre, siempre en soledad, mientras lo anhelaba con intensidad, buscando auto satisfacerme.
Esa noche, sin embargo, tuve la sensación de que la conexión entre nosotros jamás se interrumpió.
—Lo sé...soy tan torpe...lo único que deseo es que vuelvas a mirarme como me mirabas antes, Alejandro...mírame como si todavía te importara, crea la ilusión de que aún podemos tener un futuro juntos —Las palabras de Sasuke, dichas con suavidad y muy cerca de una de mis orejas enviaron un escalofrío de deseo a través de mi columna vertebral.
Aspiré una bocanada de aire buscando calmar los azorados latidos de mi corazón y lo único que logré fue llenarme los pulmones de ese aroma amaderado tan suyo.
Giré la cabeza lo necesario en busca de esos labios que tenía tan cerca, ansiando volver a probarlos, dejarme llevar y disfrutar los besos que por décadas me negué.
Sasuke aprovechó mi movimiento para terminar de atraerme hacia él, colocando una de sus manos sobre la parte posterior de mi cabeza, sus dedos enredados en mis cabellos y atrapar mis labios con los suyos que sabían a Whisky.
Levanté los brazos y coloqué mis manos sobre sus hombros, no evité la rudeza, y no me abstuve de hacer presión hasta lograr llevarlo de regreso al sofa, a tropezones, casi por encima de la mesa de centro.
Sin despegar mis labios de los suyos terminamos sobre el mueble, Sasuke sentado de cualquier manera, sin dejar de buscar con su lengua la mía, yo casi sobre él, sosteniendo mi peso con los brazos y una rodilla entre sus piernas, muy cerca de aquella dureza que emulaba la mía, mientras me abandonaba al placer que sentía en todo el cuerpo, a la oleada de intenso deseo que amenazaba con quitarme el juicio.
—Esto es una locura...—Me costó un poco darme cuenta de que fui yo el que pronuncio aquellas palabras, así de ofuscada tenía la mente, pero eso no me impedía continuar disfrutando de acariciar el interior de su boca con mi lengua, o de anhelar más que unos cuantos apasionados besos.
—No, no lo es...es lo que siempre debió ser, Alejandro...mi Alejandro —respondió él en apenas un susurro.
Ambos nos encontrábamos muy exitados y mientras yo no podía, en mi posición, dejarme llevar por las ganas de comenzar a desabotonar el frente de su camisa, Sasuke por el contrario, llevó sus manos libres, aquellas que yo siempre encontré tan atractivas, sobre mi pecho para acariciarme a través de la delgada tela.
La pasión entre nosotros ascendía descontrolada, ninguno de los dos hubiese sido capaz de detenerse, solo la inesperada presencia de alguien más logró impulsarme lejos de Sasuke y casi hasta chocar mi espalda contra la pared.
Respirando entrecortadamente puse mi atención sobre la tercera persona en la oficina, Marcos. El joven me miró de reojo, pero casi de inmediato fijó su sorprendida y airada mirada en Sasuke.
No negaré que sentí vergüenza y algo de compasión por aquel joven enamorado, y hasta cierto punto me recordó al enamorado e iluso Alejandro, tan confiado y ciego.
Con un rápido vistazo en dirección a Sasuke me di cuenta de que se había puesto de pie, mientras trataba de acomodar sus pantalones en el área de la ingle, y bajar un poco la rapidez de sus respiraciones.
La misma incomodidad sentía yo, pero ni pensé mucho en eso, lo único que deseaba era salir de esa oficina. No vi la necesidad de despedirme, tampoco de esperar lo que tenía que decir la pareja del japonés.
—Disculpen la interrupción —dijo al fin Marcos, el muchacho solo miraba a Sasuke, mientras él alternaba su mirada entre Marcos y yo.
Un vistazo a la puerta abierta por donde se colaba la música y el bullicio de la actividad del negocio fue el precedente a mi algo estrepitosa y rápida salida, seguro de que está vez Sasuke no tendría la oportunidad de ir tras de mí.
Mientras me alejaba mi mente no tuvo descanso maquinando en lo que había pasado. En aquel inesperado encuentro, en los sentimientos y sensaciones que yo juraba extintas y que me demostraron estar más vivas que nunca.
Poco a poco la excitación comenzó a diluirse, dejándome una sensación de vacío, de anhelo que me acompañó el resto de la noche. Fueron tantas las ansias que terminé auto aliviando una nueva y potente erección
Gran parte de la madrugada la pasé mirando el techo y no fue hasta casi el amanecer que pude conciliar un sueño inquieto. Fueron pocas las horas que pude descansar, y ya a las ocho de la mañana estaba en pie y listo para hacer un poco de ejercicio, ya comenzaba a extrañar mi rutina de pesas en el gimnasio y la idea de volver a casa, a Nueva York, antes algo seguro, que no me cuestionaba, comenzó a ser algo a discutir y pensar.
Y era que aun cuando traté de convencerme de que aquel nuevo encuentro con Sasuke no tenía que definir nada en mi presente, lo cierto era que había sacudido todo, no solo mis sentimientos.
Y amenazaba con desbalancear mi planeada vida, como lo hacía con mis pensamientos, planteando nuevos escenarios o posibilidades que en otro momento me hubiesen parecido ridículas, como la idea de volver a vivir en Ohio permanentemente.
Mientras trotaba a buen paso, disfrutando de la fresca brisa mañanera en el rostro y escuchando música de mi adolescencia luché por dejar el recuerdo de Sasuke fuera de mis pensamientos pues sentía que me distraía demasiado.
La idea de volver por el Midori resultaba atractiva, mucho más que la última vez y me reclamé mi comportamiento de jovenzuelo calenturiento pues automáticamente vino a mi mente el recuerdo de nuestro intenso encuentro la noche anterior.
Esa mañana recorrí más distancia que ningún otro día y volví a la casa deseodo de bañarme y hambriento. Me detuve frente a la casa e hice unos estiramientos antes de entrar por el sendero y encontrarme sentado sobre los escalones que ascendían al balcón a Sasuke Takahashi vestido en ropa casual, y luciendo más joven con su atractiva sonrisa en los labios.
—Hola...
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