Capítulo 4
Decidido a terminar lo nuestro
La familia Takahachi estaba compuesta por Tomoko Takahashi, su esposa Junko Takahashi, y sus cuatro vastagos, dos varones y dos hembras. La familia de ascendencia japonesa se mudaron desde la Florida a Ohio hacía poco más de un mes cuando al padre le ofrecieron un puesto de trabajo mejor renumerado en la empresa donde mi padre trabajaba.
—No supe que éramos vecinos hasta que lo vi llegar ayer en la tarde—Papá comentó que el señor Takahashi era demasiado serio y que ni siquiera lo miró cuando ambos coincidieron afuera.
Aquella información la soltó en la sobremesa del sábado en la noche y los recuerdos de mi extraño encuentro con el chico de la guitarra se habían apoderado de mi mente nuevamente, porque no era la primera vez que rememoraba aquella noche. A él no lo había vuelto a ver, pero si a su hermana en los pasillos de la escuela.
Papá añadió que la secretaria del japones le contaba a todo aquel que quisiera oír los rumores sobre la esposa de su nuevo jefe, una mujer muy enferma y del hecho que la mudanza también fue buscando favorecer su recuperación de salud. Y mientras él hablaba yo me preguntaba con cual de los hijos varones había coincidido, aunque llegue a la conclusión de que posiblemente se tratara del menor de ellos.
Esa noche después de cenar nos reunimos en la sala a jugar Monopolio y Briscas, era algo que casi siempre hacíamos, nuestro tiempo en familia como decía mamá, pero yo tenía la cabeza en otra cosa. Y no, no era en la ingrata de Gwendolyn y su celebración de cumpleaños al día siguiente.
Mis pensamientos eran para el dueño de la guitarra, ese chico había sido capaz de hacer crecer en mi interior la curiosidad y frustración a partes iguales, aquello último porque ya ni siquiera lo oía tocar la guitarra.
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Al día siguiente, domingo por lo general nos levantábamos tarde y entre todos los miembros de la casa nos encargamos del desayuno para que mamá tuviese el día libre aunque ella terminaba casi siempre batiendo huevos o sacando el pan de la tostadora.
Comúnmente mi amiga Rosario llegaba por la casa lista para compartir no solo el tardío desayuno sino el resto del día conmigo jugando Atari o cuando el clima lo permitía jugando baloncesto en la improvisada cancha que teníamos en el patio trasero.
Esa tarde ni ella o yo teníamos ánimo de sudar driblando la pelota así que nos quedamos dentro de la casa jugando Atari. Sin embargo, el entusiasmo que siempre mostraba no me acompañaba en esa ocasión y mi atención iba del televisor a la ventana más próxima, pero realmente sin saber que esperaba ver.
En un momento dado me enoje conmigo mismo por sentir esa sensación de incertidumbre, de que quería algo más, pero no sabía qué y terminaba pensando que realmente ni estaba seguro de que me faltara algo.
—¿No quieres jugar más? —Me giré hacia Chari preguntándome porque me hacía esa pregunta, estábamos jugando ¿no? — .Hoy estas raro —Su próximo comentario me saco de dudas.
—¡Claro que quiero! —aseguré con fingido entusiasmo acomodando mejor mi trasero sobre el cojín del sofá y mis manos sobre uno de los controles de la consola, percibí que mi amiga se encogió de hombros.
—¡Es conmigo con quien tienes que jugar pequeña Rapunzel! —Ninguno de los dos esperaba el grito o la abrupta entrada de Benjamín que cruzo por encima de los cojines del sofá sin nada de cuidado para dar a caer al lado izquierdo de Chari que después del susto inicial rompió a reír.
Yo no oculté mi mirada de molestia luego del sobresalto inicial y poco falto para que le gritara exaltado lo idiota que podía llegar a ser, pero Ben me ignoro por completo, toda su atención la tenía mi amiga que continuaba riendo encantada las caras que hacia mi hermano dirigidas a mi mientras me retaba asegurando que jugaba mejor que yo.
En otro momento yo hubiese participado de sus dichos para contradecirlo y dispuesto a demostrar que allí el mejor que dominaba los juegos electrónicos era yo, pero esa tarde opte por darle el control a Ben y echarme a un lado para verlos jugar.
La pequeña Rapunzel como le decía mi hermano en referencia a su largo cabello que casi le llegaba al trasero no pareció estarle malo que abandonara el juego en favor de Ben. Luego de unos minutos de inactividad abandoné la sala para ir a la cocina pues de pronto necesitaba comer algo.
Mis padres en compañía de Brenda Lee y la abuela habían salido a hacer unas compras, mientras Maricarmen dijo sentirse mal, cosas de mujeres, y estaba en su cuarto.
Esa noche cenaríamos comida mexicana, la carne ya estaba preparada sobre una de las hormillas y tenía muy buen aspecto y olor. Aburrido y algo distraído agarré una lata fría de soda de limón y un paquete de galletas saladas aunque hubiese preferido una bolsita de esos chips con queso tan populares, pero como decía la abuela, a falta de pan, galletas.
Sin una idea clara sobre lo próximo que haría el resto de la tarde libre subí hasta mi cuarto y lo primero que mi vista abarco al entrar fue la pequeña caja cuadrada envuelta en un lindo papel de regalo rosado sobre el mueble gavetero, el regalo de cumpleaños de Gwendy.
Con algo de tristeza recordé cuando le mencioné a mamá que Gwendy cumplía años pronto y ella insistió en comprarle un regalo. Para mi madre era inaceptable que me presentara en la escuela sin un regalo para mi novia. Nadie en mi familia sabia que Gwendy no me invito a su celebración, solo Chari conocía sobre aquello.
Cuando mamá me dio el regalo, un estuche de colonia y talco, lo aparte a un lado. Y allí estaba, justo al lado del pequeño librero del que saque una novela policiaca con intenciones de leer un poco.
Cuando bajaba la escalera, libro en mano, oí las risas y gritos de Ben y Chari. Decidí salir fuera de la casa y sentarme sobre uno de los escalones del balcón porque en la sala me sería imposible concentrarme. Me acomodé y hojee el pequeño libro consciente de que pronto caería la noche y tendría que quizás postergar la lectura hasta después de la cena, leer unos minutos antes de dormir siempre me ayudaban a relajarme pero era un habito que olvidaba a menudo.
Más que intrigado luego de leer la sinopsis del libro le puse atención al comienzo del primer capítulo, pero ruido que de primeras no reconocí perturbó mi concentración, segundos después identifique el sonido de puertas de vehículo cerrarse en la entrada de la casa vecina. Me propuse ignorar la llegada o salida de los vecinos pero no pude y dejando el libro a un lado me puse de pie con lentitud, en todo momento cuidando no ser visto por ellos, en especial por el chico del cabello largo.
Esperaba ver quizás al padre con sus hijos, la chica y los dos varones, uno de ellos sería el antipático que había causado mi curiosidad. No niego que me sentí un poco desilucionado cuando solo divise al padre pero segundos después pude ver a un chico alto de cabellos cortos que cargaba un enorme bulto oscuro a la espalda, seguirlo por la entrada hasta la puerta.
Este joven era igual de alto que el de la ventana pero se veía más fornido y de apariencia mayor. El hombre y su hijo entraron a la casa con rapidez y yo volví a mi improvisado asiento justo cuando el resto de mi familia regresaba de su día de compras.
En parte me alegre porque pronto cenaríamos y luego a descansar, sin haber sido un día ocupado me sentía un poco cansado y de repente tomar un baño tibio y relajante me parecía una idea muy agradable.
Era tiempo de ayudar a entrar la compra a la casa y a eso me disponía cuando escuche el inconfundible sonido de una ventana algo vieja al cerrarse con fuerza sobre un marco, el ruido me hizo levantar la vista y fijarla en la misma ventana donde había visto al chico del cabello largo la última vez.
Enorme fue mi sorpresa, poco falto para que hiciera un papelón y tropezara con los escalones hacia el suelo, cuando mi mirada se encontró con la de él que me miraba sin pestañar, fijamente. Lo primero que me pregunte fue cuanto tiempo llevaría allí, lo segundo porque sentí que se abrió un vacío en mi estómago ante su presencia.
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Ya los tiempos de acicalarse con cuidado y pendiente a los más mínimos detalles había pasado, luego del afán de las primeras semanas del comienzo de clases y en mi caso, de mi noviazgo, yo había comenzado a tomar las cosas con calma, y no fue una ni dos las ocasiones en que en mi prisa me fui despeinado o sin echarme desodorante a clases.
Ese lunes llegué a la escuela temprano, no esperé por Brenda Lee o Rosario pues necesitaba llegar con tiempo suficiente para luego de entregarle su regalo a Gwendy sentarme con ella y terminar nuestro corto romance.
La noche anterior la idea de romper la insípida relación no me dejo tranquilo y cada vez que veía el regalo sobre la cómoda se acentuaba más, hasta el punto en que deseaba que amaneciera para acelerar el proceso.
La magia de mi romance se había perdido, verme excluido hasta de una sencillez como lo fue su celebración de cumpleaños a solo semanas de comenzar nuestra relación terminó de llevarse la poca ilusión que se mantenía. Mirando el techo mientras oía roncar a Benjamín pensé en las ocasiones en que vi algunas cositas que no me gustaron en su forma de ser, su trato en ocasiones con ciertas personas no era el mejor, a veces la sentía prepotente y engreída. Aquello último Chari me lo comentó una vez pero yo nunca lo vi o quizás fue que no lo quise ver.
Ese velo de ignorancia auto impuesto porqué solo veía lo hermosa que era físicamente ya no tapaba mis ojos. Ese fue uno de mis últimos pensamientos consciente antes de caer dormido.
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Gwendy estaba con sus amigas, como casi siempre frente a su casillero. Las chicas se apartaron al verme llegar, todas con su mirada fija en el regalo que llevaba en una de mis manos. Mi novia soltó un gritito en cuanto lo vio y se tapó la boca, supuestamente emocionada.
Yo, un poco cohibido por el escándalo que mi presencia, o mejor dicho mi presencia con el regalo en la mano provoco en el grupo solo atiné a sonreír muy forzadamente. Gwendy no tardo en casi saltarme encima para abrazarme con todo y caja de regalo entre medio de nosotros mientras yo llevaba mis brazos sobre su espalda, ella se apretó a mi pecho en tanto yo correspondía a su abrazo.
Entre las personas que nos rodeaban y deambulaban por los pasillos en tanto esperaban por el inicio de las clases alcance a ver una pareja de asiáticos que se acercaban. Emocionado y con el corazón latiendo más rápido de lo normal reconocí a los hijos del señor Takahashi, la chica bajita de cabello negro cortado sobre las orejas, al estilo Bob y el chico alto de cabellos largos, el mismo al que conocí estando sentado en el techo y que en la tarde de ayer parecía estar espiándome, era una lastima que no hubiese tenido ocasión de reclamarle su supuesto acecho como él hizo conmigo.
Gwendy se alejo de mi un poco solo para tener la oportunidad de plantarme un sonoro beso en los labios, fue entonces cuando la pareja de hermanos paso a nuestro lado, yo solo los miré de reojo en tanto mi novia tomaba una de mis manos para invitarme a seguirla en dirección al salón donde tomaríamos nuestra primera clase.
Durante esa primera hora de clases estuve al pendiente esperando la entrada del nuevo estudiante pues mientras su hermana se veía menor que yo, el vecino debía de tener mi edad y yo supuse que iría en los mismos cursos que yo.
En tanto tenía mi atención sobre la puerta del salón, pendiente a cualquier movimiento, Gwendy no dejaba de agradecerme el regalo de cumpleaños, haciendo mención varias veces de la conversación con sus padres sobre mí y asegurándome que pronto planearía alguna salida para que pudiéramos conocernos. Mis intenciones de ser sincero y terminar la relación fueron postergadas ante tanto entusiasmo.
Ella no dejaba de acariciar uno de mis muslos por debajo de la mesa, en la clase de Biología compartíamos una misma mesa en vez de tener pupitres separados, su acción me tenía algo incómodo y sacado de onda, pensaba que en cualquier momento la maestra se daría cuenta de su atrevimiento.
La segunda clase fue un alivio para mi pues mi novia no estaba presente, me relaje y hasta disfrute de las lecturas. Cuando la clase terminó Gwendy me esperaba fuera del aula para volver a echarme los brazos al cuello con efusividad ante el coro de risas de algunas de sus amigas que siempre la seguían allá donde fuera.
La próxima clase era Algebra, mi preferida. Ya para ese entonces la escasa posibilidad de que el hijo del señor Takahashi no compartiera ninguna clase conmigo empezaba a tomar forma en mi mente y aquel pensamiento, por más ridículo que pareciera comenzó a, de alguna forma desanimarme.
Con Gwendy sentada muy cerca y Rosario al otro extremo sin dejar de hacer caras graciosas burlándose de mi cada vez que podía, supuse que por los avances de mi novia, yo no veía el momento en que pasara la hora y saliéramos al receso del almuerzo.
Algo hastiado me dedique a tratar de resolver las ecuaciones del libro de texto e ignorar mi bullicioso entorno estudiantil repleto de habladurías, risas y uno que otro gritito. Fue el abrupto lapso de silencio seguido de algunas expresiones de asombro y muchas risas lo que hizo que levantara la mirada del papel donde hacia algunas sumas y restas.
Con el sonido de la puerta del aula cerrarse en segundo plano fije la vista al frente donde la señora Clark estaba parada al lado del nuevo integrante del grupo.
—Hagan el favor de guardar silencio clase...—Miss Clark era una mujer joven y delicada con un trato suave y condescendiente—. ¿Podrían prestar atención? ¡Peter por favor! —La mujer solía dar dos palmadas al aire para llamar la atención, esa vez tuvo que dar más de cuatro porque de pronto el salón parecía un gallinero.
Peter Logan era un pelmazo, un engreído que creía merecer toda la atención de las personas y siempre buscaba burlarse de los demás. Ese día parecía más imbécil que nunca.
—Pongan atención por favor, quiero presentarles a su nuevo compañero —La maestra paso su atención del estudiantado reunido al muchacho asiático de cabellos largos con una sonrisa de bienvenida en sus labios. Yo solo tenía ojos para recorrer su rostro en busca de su sentir, y afán por conectar mi mirada con la suya pues tenia curiosidad de apreciar su gesto cuando me reconociera aunque la razón no la tenía clara.
En tanto la maestra continuaba tratando de aplacar los ánimos la inquietud comenzó a tomar terreno en mi ánimo, ¿por qué de buenas a primeras me importaba lo que ese recién llegado pensara de mí?
—Estos chinos nos están invadiendo poco a poco —Aquel comentario xenófobo se escuchó muy claro y bastante alto seguido de un coro de risas y silbidos. Sentí vergüenza y no fui el único, miré como el rostro de la maestra se descomponía, a su lado el recién llegado bajaba la mirada y de reojo me fijé que Rosario se llevaba las manos a la boca en señal de asombro, sin embargo, Gwendy solo se reía como si toda la situación fuese graciosa.
—Me hacen el favor de abstenerse de hacer esos comentarios tan fuera de lugar y racistas —Miss Clark lucia un intenso rubor en sus mejillas y por primera vez aprecie su enojo—. Hagan silencio y compórtense —Su voz subió varios tonos mientras daba dos pasos al frente fulminándonos a todos con la mirada.
Las risas se apagaron poco a poco junto al bullicio, quizás tocados por el cambio de actitud de la maestra, quizás cansados y sin deseos de llevar el relajo más allá pues podía constarnos a todo el grupo un castigo ejemplar. Después de todo faltaba poco para el receso y nadie quería perderse el almuerzo.
El chico nuevo le entrego a la maestra un pequeño papel cuadrado que yo reconocí como su inscripción escolar donde estaba la información del horario.
Segundos después todos vimos a Miss Clark fruncir el entrecejo mientras leía la información del papel amarillento.
—Sasuke Takahashi...—murmuró la educadora sin ocultar su incertidumbre ante la pronunciación del nombre extranjero. Me fijé que mi vecino hizo un movimiento afirmativo con la cabeza antes de acercarse en modo confesión a la maestra y murmurarle algo que nadie, solo Miss Clark logró entender.
La mujer asintió —Sa...suke sabe que le será difícil la pronunciación de su nombre así que pueden llamarlo Jack —comentó ella toda amabilidad con el chico nuevo antes de señalarle uno de los asientos de frente a su escritorio.
—Bienvenido a la clase de Algebra, Jack. Mi nombre es Miss Clark y será un placer tenerte como alumno —Entre tanto Jack se acomodaba de espaldas y dejaba su carpeta azul sobre la superficie del pupitre y el resto de los alunnos volvía a lo que sea que estuviesen haciendo antes de esta pausa en la rutina, yo me acomodaba mejor en el asiento y algo distraído le echaba un vistazo a las ecuaciones en el papel frente a mi. El papel de argolla no solo mostraba números, en la esquina inferior derecha un nombre en letra de molde resaltaba, un nombre que no recordaba haber escrito allí.
«Sasuke»
Algo avergonzado doble la hoja y la guarde en las páginas del libro de texto.
Corregida 01/12/2025
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