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Capítulo 37


Con el corazón destrozado


De aquellos meses recuerdo una época, después de la muerte de Ryu, en que Sasuke permaneció algunos meses en Akron, aunque siempre se mantuvo en constante comunicación con su familia, en especial con su madre. Realmente la comunicación era mutua porque mi chico no podía pasar una semana sin saber de su mamá.

El lazo entre mi chico y su madre era fuerte, y sinceramente a mi nunca me molestó esa cercanía, al contrario, hubiese querido tener esa clase de relación con la mía.

Mi chico tenía sus momentos de nostalgia, el recuerdo de Ryu se hacía presente y no fue una ni dos las ocasiones en que lo miré llorar.

Fue a finales de abril que Sasuke regresó a Cleveland, Suzume hablo con él y le pidió volviera pues su madre parecía haber caído en depresión y la chica pensaba que tener a Sasuke cerca le ayudaría bastante.

Después de eso recuerdo que Sasuke iba y venia, mientras yo continuaba trabajando y en mis pruebas finales de la universidad.

Con nuestra próxima mudanza hacia Nueva York, mi chico y yo habíamos planeado ir por dos semanas a la ciudad de los rascacielos, la idea era conocer el área alrededor de la universidad y recabar información sobre los alquileres, los cuales yo sabía eran mucho más costosos que en Ohio.

Sin embargo, Sasuke tuvo que cancelar el viaje, pues su madre debía viajar a Texas para unos chequeos y el tenía que acompañarla. En aquella ocasión me moleste muchísimo con él, pero ni siquiera lo tenía cerca para decircelo a la cara, pues se encontraba en Cleveland.

De esa época tengo memorias felices del nacimiento de Tricia, mi primera sobrina, una hermosa niña muy parecida a su madre, Rosario. Había viajado a conocerla y en cuanto la tuve en mis brazos fue amor a primera vista, lástima que por muchos años tuve que mantenerme lejos de ella y de Ben.

El final de mi primer año de estudios en Akron finalizó y a pesar de las altas y bajas en mi vida, pude tener buenas calificaciones y mejor promedio. Ya en esos meses Sasuke permanecía más tiempo en Cleveland y sus llamadas eran esporádicas, aun así yo me negaba a dar por terminada la relación.

Cuando llegó el mes de julio, el viaje a Nueva York fue casi una necesidad porque mis clases comenzaban en septiembre y me urgía encontrar un lugar donde hospedarme, fue por esas fechas que comencé a pensar en vivir en uno de los edificios estudiantiles pues estaba casi convencido de que mi chico no se iría conmigo a Nueva York.

Fueron meses duros por la lejanía y el desapego que percibía entre Sasuke y yo, aun cuando él aseguraba amarme.

Contra todo lo esperado terminé viajando a Nueva York con Andy que pudo tomarse dos semanas de vacaciones gracias a que sus padres regresaron a Akron planeando quedarse por un corto período de tiempo.

Estuvimos dos semanas, un viaje poco planeado y casi a las prisas, pero que disfrutamos muchísimo. No nos quedamos en hoteles de cinco estrellas, tampoco comiamos en restaurantes de lujo, básicamente cargabamos con nuestras mochilas en todo momento y nos hospedamos en hostales.

El viaje lo hicimos en autobus pues yo no quería someter a mi viejo Honda a un viaje de más de seis horas por carretera cuando a principios de septiembre tendría que volver a viajar. Durante el viaje, Andy hizo sus intentos por llevar nuestra relación de amistad a otro nivel, pero yo volví a ser claro, yo amaba a Sasuke y aún esperaba por él.

—Soy muy paciente, Alejandro, puedo esperar —fue lo que me dijo.

Regresamos a Akron una tarde bastante nublosa, en el ambiente se sentía que pronto caería una tormenta eléctrica. Andy pago un taxi que me dejaría primero a mi, y luego continuaría hasta la casa de sus padres.

—Nunca olvidaré este viaje, Alejandro, gracias por permitir que te acompañará, de hecho estoy pensando seriamente en irme yo también a Nueva York, creo que es tiempo de que mis padres se hagan cargo de la cafetería nuevamente —Era la primera vez que lo oía comentar aquella posibilidad. En ese momento no supe que decir, pero sentí algo de temor, lo menos que deseaba era que Andy tomara decisiones tan radicales pensando en que teníamos un futuro en común.

Andy me parecía una excelente persona, y lo apreciaba muchísimo, pero estaba seguro de que una relación de pareja entre nosotros no funcionaria, yo no lo veía así, no me atraía físicamente.

Quizás debi decírselo, pero lo único que hice fue sonreír levemente, mientras Andy me sorprendia tocando una de mis manos y dándome un apretón. Yo levanté la vista  y por unos segundos nuestras miradas se encotraron, fue entonces que me di cuenta que la atención de Andy se desviaba de mí, hacia algo o alguien a mis espaldas.

—Creo que tienes visita, Alejandro —dijo en tono neutro, pero yo sabía de quién se trataba aun antes de girarme en el asiento.

Mi mirada y la de Sasuke colicionaron salvando la distancia que nos separaba, y estuve seguro que no pude ocultar la sorpresa que experimentaba.

Tampoco pude hacer a un lado la sensación de que me habían pescado haciendo algo mal, algo vergonzoso, aunque sabía que no era así.

—Nos vemos luego, Andy —Sentía el corazón en la garganta y las manos sudadas, mientras bajaba del auto y tomaba la mochila. Esperaba que Andy siguiera su camino, pero al parecer le dio instrucciones al chofer de no moverse por algunos minutos más.

—¿Por qué no se va? —No pude dejar de mirar ávidamente el atractivo rostro de Sasuke, noté que había ganado un poco de peso, y que se cortó un poco el cabello. Lucia tan guapo e imponente, y a su lado me sentí un andrajoso que ni siquiera se había bañado bien en dos semanas.

Sasuke continuaba mirando hacia el carro que me trajo.

—¿Qué haces aquí, Sasuke? —pregunté en tono molesto, un enojo que de la nada se había encendido.

La interogante me ganó su absoluta atención y lo tuve mirándome fijamente, en ese momento oí el motor del taxi arrancar y alejarse.

—¿Por que me preguntas eso, Alejandro?. Estoy aquí porque aquí vive mi...

—¿Aquí vive quién? —lo interrumpí con saña y con un gesto le pedí espacio para entrar al edificio.

—Llevó aquí una semana hospedado en un hotel esperando que te dignaras a aparecer, Alejandro —mencionó a mis espaldas, yo continué mi camino hacia la puerta de mi apartamento, mientras la idea de no dejarlo pasar se hacía más que atractiva en mi mente.

—Yo llevaba casi dos meses esperándote —dije luchando por introducir la llave en la cerradura y me percaté con horror que mis manos temblaban.

Con rabia logré mi propósito y de un empujón abrí la puerta, trastabillando hacia el interior del apartamento, Sasuke alargo uno de sus brazos hacia mi pero yo, después de soltar la mochila, me alejé de él como el diablo a la cruz.

—¡No me toques! —exclamé y lo miré directo a los ojos— .Puedes pasar la noche aquí si quieres, pero mañana hazme el favor de volver con tu familia —añadí y caminé hacia el armario para buscar una muda de ropa, necesitaba darme un baño para quitarme toda la suciedad del camino.

—¿Es por él? ¿por Andy? ¿Me cambiaste por él? ¿te hizo bien el amor? ¿Mejor que yo? —Estaba de espaldas a él que al parecer no se habia movido de su posición cerca del sofá.

Apreté los labios indignado, y herido por sus palabras, por lo que asumía, oírlo no hizo más que terminar de desilusionarme. Que poco me conocía Sasuke, aunque creo que era yo, el que lo desconocía a él totalmente.

—¿Estás con el?Dime la verdad Alejandro, ya no me amas, es eso, ya no me amas —Estrujé entre mis manos la camiseta que había sacado del armario, y por unos segundos cruzo por mi mente afirmarle todas las estupideces que decía.

Cansado caminé los pasos que me separaban de la cama y me senté al borde del colchón.

—Solo dices estupideces, Sasuke —dije hastiado, tiré la camiseta sobre la cama y lo miré. Sasuke tenía el ceño fruncido en un gesto contrariado y los labios fruncidos en una expresión de enfado.

—Y yo soy aun más estúpido porque no puedo, nunca he podido mantenerme alejado de ti...

Me puse de pie con rapidez y sin importarme su enfado fui directo a atrapar sus labios con los mios. Sasuke llevó sus manos sobre mi rostro y casi con brusquedad busco acércame más a él.

Ambos estábamos ávidos de los besos del otro y no paramos hasta que la falta de aliento nos hizo separarnos, jadeantes. Sin embargo, ninguno de los dos rompió el abrazo que nos mantuvo unidos.

—Te amo, Alejandro, nunca lo dudes. Creí que me volvería loco cuando regresé y no te encontré, luego fui por la cafetería y el padre de Andy me dijo que él y tú se habían ido de viaje a Nueva York...

Mantuve la cabeza gacha, aspirando el aroma de su camisa, su aroma.

—Estuve pensando miles de situaciones, ya no sabía que hacer...pensé que me volvería loco de celos...

Levanté la cabeza y busqué su mirada con la mía.

—Shhh, no sigas, Sasuke. Lo único que he hecho todas estas semanas ha sido esperarte, creer que un día ibas a volver, ansiar tus besos y tus caricias, crees que puedo tener ojos para alguien más, cuando el dueño de mi corazón eres tú desde el momento en que te vi —

Sasuke me envolvió en sus brazos y volvimos a unir nuestros labios mientras él intentaba despojarme de la camiseta que llevaba en tanto yo hacía lo mismo con la prenda que llevaba él.

Yo logré mi propósito antes que él y suavemente lo empujé, tomándolo desprevenido, sobre el colchón, donde cayo soltando una risa.

—Necesito bañarme, esperame aquí —le dije, pero su picara mirada me aseguro que eso sería lo último que pensaba hacer.

*********************

Desperté primero la mañana siguiente y permanecí unos minutos admirado a mi chico que dormía boca abajo, con la sábana sobre las caderas, dejando al descubierto la suave piel de su espalda.

El ambiente olía a madera, a jabón cremoso y a sexo. La pasada noche nos amamos por largas horas, tratando de apagar el fuego de la pasión que nos consumía y que por tanto tiempo no pudimos disfrutar.

Aun así, para mí, era solo verlo y necesitar tocar su piel, besar sus labios, amarlo. De manera suave aparté algunos cabellos de su nuca y llevé mi nariz sobre la piel disfutando su olor, segundos luego acaricié con la punta de la nariz y después con labios, la piel de sus hombros desnudos. Sasuke gimió muy suavemente, pero apenas se movió.

Yo no pude resistirme, Sasuke se veía tan condenadamente sexy y mi masculinidad era muy conciente de él.

Volví a arrimarme a él, esta vez para besar su espalda baja de manera ascendente, encontrándome con una sonora respuesta a manera de jadeo que yo contesté soltando una risita traviesa.

Sasuke se volteo con rapidez y se incorporo en todo su esplendor, y así, ambos arrodillados sobre el colchón, completamente desnudos y abrazados, volvimos a dejarnos llevar por la pasión que ante un solo roce, o con una solo mirada se encendía entre nosotros. Fueron semanas en las que vivi engañado, donde esa frase de «que la felicidad es efímera» se podría aplicar, aunque yo lo ignoraba.

*********************

Cada vez que miro el dedo anular de mi mano izquierda recuerdo una tarde por esas fechas en que llevados por un loco impulso, Sasuke y yo nos metimos a una tienda de tatuajes para tatuarnos una sencilla bandita con forma de flecha que representaba el compromiso entre nosotros. Ese pequeño tatuaje, que en la actualidad luce casi desmerecido por el paso del tiempo, fue el único que he tenido el valor de hacerme.

Sasuke regresó a Cleveland jurándome que me amaba y que haría arreglos para que nos mudaramos juntos a Nueva York, y una vez más yo confie en su palabra y en ese amor que creía sentía por mí. Aunque la realidad resultó ser que estar enamorado a veces no es suficiente.

A finales de agosto recibí una llamada de Rosario que amenazó con volver a poner mi vida patas arriba. Chari había estado semanas sintiéndose débil y fatigada, al principio mi amiga lo achacó al post parto, pero algo inquieta decidió ir a un chequeo médico.

—Tengo leucemia, Alejo —la voz de Rosario se quebró y atraves de la línea telefónica la oí sollozar. Mi mente por un momento parecía no poder procesar aquella información.

—Alejandro...

Benjamín tomó la bocina porque mi amiga no pudo contiuar hablando, de fondo oía el llanto de Tricia.

—A Rosario le encantaría que vinieras a verla, ahora estamos viviendo con la abuela Esther —La voz de Ben casi no podía ocultar su preocupación.

Rosario y Benjamín se habían mudado de la casa de mis padres porque mi madre cada día estaba más problemática, además también lo hicieron para que yo pudiera ir a visitarlos y quedarme un tiempo con Tricia, ya que viviendo con mis padres mi presencia no sería aceptada.

Recuerdo que cuando llegué a visitar a mi amiga jamás imaginé que volvería a Akron con el corazón destrozado, supurando amargura y por primera vez realmente dispuesto a alejarme de Sasuke.

Después de recibir la noticia sobre la enfermedad de Rosario, los acontecimientos importantes en mi joven vida parecieron desencadenarse descontrolados.

Llegué a Cleveland y ni siquiera pasé por la casa de mi familia a saludar, con mi padre hablé por teléfono y nos vimos en un centro comercial recientemente inagurado, lejos de la mirada de mamá. Lo menos que deseaba era complicarle la vida a mi padre.

—Dices que te vas para Nueva York en septiembre...estas seguro de que no necesitas nada, hijo, ¿Todo bien con el Honda? Tienes que decirme si necesitas algo, Alejandro, tenme confianza, por favor —Papá lucia nervioso y preocupado. Estuvimos hablando de las chicas, mis hermanas, y sobre la situación de Rosario, papá siempre tuvo confianza en que mi amiga superaría aquel diagnóstico.

Le pregunté como estaba mamá, y sobre su estado de ánimo. Papá trataba de disimular su inconformidad sobre la entrega de mamá a la iglesia, pero mencionó que incluso había dejado de prestarle atención a él y a las chicas en favor de la institución religiosa.

—Tu madre ha cambiado muchísimo desde...

Un incómodo silencio se extendió entre nosotros y lo primero que pensé fue en mi culpabilidad ante el comportamiento de mamá.

—No te culpes, Alejandro. María es suficientemente mayor para responder por sus acciones, si su familia no es importante o no lo es más importante que la congregación...ella debe de hacer un balance entre su vida familiar y la iglesia, pero es algo que al parecer no sabe hacer o no le interesa. Sin embargo, todavía tengo esperanzas de que recapacite —Según mi padre, mamá cada día estaba más inmersa en las responsabilidades de su posición en la congregación, descuidando todo lo demás, hasta su aspecto físico.

En esa visita Rosario y yo volvimos a ser inseparables, la acompañé a su cita médica y estuve con ella y Benjamín cuando el médico le explico sobre su diagnóstico y los futuros pasos a seguir. El médico estaba optimista en que mi amiga saldría victoriosa de aquella batalla.

Yo siempre mantuve una sonrisa en el rostro y palabras de ánimo en mis labios. No busqué a Sasuke aun estando a poca distancia de su casa, mi chico llevaba semanas desaparecido, lo último que me había dicho era algo sobre su madre, como siempre.

En mi memoria también están los hermosos momentos que pasé con Tricia, su risas y esa inocente mirada, ajena a todo el drama a su alrededor.

Pienso que fue en esos días en que madure bastante, de golpe y porrazo, y en que comencé a plantearme realmente hacer un cambio drástico en mi vida.

Mi encuentro, el día antes de que volviera a Akron, con Suzume terminó por abrirme los ojos de la manera más dolorosa posible.

Suzume Takahashi se presentó a visitar a Rosario y se sorprendió mucho al verme allí. No solo vi sorpresa en su expresión sino intuí que la chica rehuía mi mirada, y sentí que apenas me dirigía el saludo. Yo ardía en deseos de preguntarle por Sasuke, pero sentí que era precisamente eso lo que temía su hermana.

Después de pasar tiempo juntos los cuatro en el comedor de la casa de Rosario, aproveché que mi amiga se fue a acostar a la bebé y que Benjamín debía ir a ducharse para salir a su turno de noche, para ir directo al grano con Suzume, pero minutos después desee haber permanecido con la boca cerrada.

Con un carraspeo aclaré mi voz y busqué llamar la atención de la asiática que parecía no saber donde meterse.

—¿Y como va todo con tu madre?, la última vez que hablé con Sasuke me dijo que estaba un poco indispuesta —Decidí que esa era la mejor aproximación.

Me di cuenta de que Suzume al parecer no sabía nada sobre la supuesta recaída de su propia madre. El alma pareció arrugárseme ante la posibilidad de que Sasuke me estuviese mintiendo.

—Mamá está muy bien, Alejadro —mencionó ella y soltó un suspiro que me parecio de resignación.— .Te quiero mucho, Alejandro, Ryu también lo hacía...pero no sé si es mi tarea...no sé si me corresponde decirte lo que está sucediendo con Sasuke —Ante la mención de Ryu solo pude embozar una leve sonrisa, cuando Suzume mencionó a Sasuke y dijo no saber si decirme que estaba sucediendo con él, mi corazón parecio caer hasta mis pies.

La linda chica sostuvo mi mirada y embozó una sonrisa que no llegó a brillar pues se convirtió en una mueca.

—Que me perdone Sasuke, pero tu no te mereces vivir en la ignorancia, Alejandro —Con aquella frase sentí que estaba a punto de conocer algo que no me gustaría, algo que quizás luego pensaría que hubiese sido mejor seguir ignorando— .Akiko, la prometida de Ryu está embarazada...—Lo primero que pensé fue que no había escuchado bien, ¿que tenía que ver ese embarazo conmigo?

—Sasuke y ella se comprometieron el sábado pasado, ellos piensan casarse...Sasuke pretende hacerse cargo del embarazo de Akiko, ser el padre del hijo de Ryu...

De pronto pensé que había algo mal en mi percepción sensorial, o que había cruzado sin querer un portal a un universo paralelo que era incapaz de comprender.





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