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Capítulo 31



Todo se precipito


Según recuerdo fue dos o tres días después del incidente con la fotografía que mis padres decidieron tener una conversación sobre lo sucedido, una plática que pudo haber terminado en mi asesinato si no hubiese sido por la intervención oportuna de papá.

Desde el incidente me di cuenta de que era mi madre la que peor estaba asimilando la noticia, incluso en varias ocasiones, antes de que fueran juntos a visitarme en el encierro que me impusieron, había oído a mamá llorando desconsoladamente mientras mi padre, al parecer trataba de bridarle palabras de aliento.

Del llanto indudablemente paso a la ira, que no dudo en desatar hacia mi cuando ella y papá se hicieron presentes en mi cuarto.

—Ve con tus hermanas, Benjamín —El tono de voz con que dio la orden mamá, no dejaba lugar a protestas. Mi hermano se incorporo tambaleante de su cama, se envolvió el cuerpo con una de sus sábanas y salió de prisa en dirección al pasillo.

Papá cerro la puerta y se reclino contra ella. Su rostro maduro y de expresión bondadosa estaba surcado por nuevas arrugas en su frente y ojos.

El sereno rostro y la mirada de mamá ya no mostraban señales de llanto, en su lugar yo solo vi frialdad y ocasionalmente un astibo de lástima.

Yo no quería y mucho menos necesitaba su lástima.

—Mi pobre Alejandro, siempre has sido un chico bondadoso y confiado, tan parecido a tu padre —Aquella frase se escucho tan mal en mis oídos. De un rápido vistazo alcance ver como papá bajaba la mirada.

—Y no digo que eso es malo...—Su intento de arreglar las cosas fue un fracaso— .Sin embargo, se presta para que las personas abusen de ti, se aprovechen y hasta jueguen con tu mente convenciéndote de cosas que en otro momento o circunstancia serían imposibles. Convencerte incluso de sentir emociones que no te corresponden —el tono frío comenzó a mutar convirtiéndose rápidamente en uno lleno de desprecio.

—Ese chico asiático...logró engañarme, nunca vi algo en él que activara mis instintos, que me hiciera desconfiar de él, admito que es muy hábil al representar el papel de buen chico, de alguien decente...—Que me dijera blandengue era una cosa, que comenzara a hablar mal y de forma despectiva de Sasuke, era otra.

Me encontraba sentado muy derecho sobre el borde del colchón, con la mirada al frente en tanto mamá no dejaba de caminar frente a mi en el poco espacio libre de la habitación.

Me propuse controlarme, no mostrar lo mucho que sus palabras me mortificaban.

—Sé que ese chico trabajó tu mente, Alejandro y puso ideas torcidas en ella. La prueba está que jamás vimos en ti esa clase de desviaciones, incluso, antes de que ese muchacho se mudara a la casa del lado, antes de que lo conocieras, estabas muy enamorado de esa linda chica, Gwendolyn. ¿Recuerdas que yo misma compré el regalo que le llevaste cuando cumplió años? También sé que llevabas años enamorado de esa chica y que nunca, jamás, diste señales de otra cosa...¿verdad amor? —Mi padre soltó un bufido como respuesta.

Por eso la lástima que veía en su mirada, mamá creía que Sasuke era el responsable de todo, alguien que de alguna retorcida forma lavo mi cerebro para implantar la semilla del homosexualismo en mi. Tuve que hacer un enorme esfuerzo por no reír.

Según ella yo no tenía la culpa de nada, solo fui una víctima del japonés, un chico bonachón de quién el otro se aprovecho, envolviéndolo en sus depravaciones.

—Gracias a Dios las cosas salieron a la luz antes de que el daño fuese mayor, de ahora en adelante te mantendrás muy lejos de esa familia, en especial del chico. Más tarde te iras a estudiar lejos y ya no estarás en peligro. Poco a poco todo volverá a la normalidad, hijo —

Mamá detuvo su paseo justo frente a mí, siempre creí que en ese momento ella esperaba una respuesta mía dándole la razón. Una disculpa, quizás, seguido de la promesa de que me mantendría lejos de Sasuke.

El sonido de una bocina en el exterior, de una puerta al cerrarse en el piso inferior y de voces apagadas, no pude distinguir si era Maricarmen o Brenda Lee quién voceo primero, tampoco la que emitió una respuesta.

De lo que si fui muy consciente era de la tensión en el ambiente del cuarto.

Poco a poco también pude percibir las respiraciones sosegadas de papá, de pie frente a la puerta, y del perfume a jazmín que siempre usaba mi madre, pero sobre todo del agobio que comenzaba a extenderse por cada célula de mi cuerpo.

—No espero mucho de tu parte ahora, hijo. Solo que entiendas lo confundido que estas, quizás hasta temeroso, pero el paso del tiempo es el mejor aliado para todo —Noté un tono de duda está vez, al parecer mi silencio comenzaba a ponerla nerviosa.

—No —Aquella sencilla, pero contundente palabra escapó de mis labios, escuché la exclamación de mamá e inmediatamente pensé que debí permanecer callado.

Sin embargo, segundos después decidí que no continuaría escondiendo mis verdaderos sentimientos ante nadie, ni siquiera para complacer a mi madre, o para no llevarle la contraria.

—No estoy confundido y tampoco soy un idiota a quien alguien más le lavo el cerebro para convencerlo de cambiar sus preferencias sexuales. Sasuke y yo nos amamos, no me avergüenzo de mis sentimientos por él, de amarlo y de querer pasar a su lado el resto de mi vida, lo único que siento es que lo supieran de la manera...

No lo vi venir hasta que sentí el golpe en el rostro, seguido de un ardor que recorrió mi mejilla y se extendió por mi cuello.

—¡Maria, por Dios! —El grito de papá logró detener unos segundos a mamá para echarle una rápida mirada. Yo me puse de pie, con una de mis manos sobre la lastimada mejilla y trastabille lejos de ella, lo más lejos que me lo permitió el espacio libre.

No tuve tiempo para más antes de que mi madre me arrinconara contra una de las ventanas del cuarto y sin mediar palabras o darme pausa, comenzó a darme golpes sobre la cabeza y el rostro. A jalarme el cabello tan fuerte que sentí como si se me desprendiera el cuero cabelludo.

Recuerdo que lo único que pude hacer fue tratar de cubrime con mis brazos mientras bajaba la cabeza y doblaba las rodillas. Jamás había visto a mi madre perder el control de esa manera.

Mientras me pegaba solo podía oír sus jadeos rabiosos, mamá perdió momentáneamente la cordura y no solo uso sus pequeños puños para golpearme, tampoco tuvo reparos en usar sus largas uñas contra mi.

—¡Ya basta María, ya para, mujer! —Papá logró detenerla a la fuerza, en ese momento apareció Benjamín.

—¡A golpes te voy a sacar el demonio del cuerpo! ¡Eres una verguenza para la familia, para el apellido Morell!—grito ella de manera desgarrarte e histérica mientras papá la sacaba del cuarto. Benjamín se hizo a un lado, en su rostro se reflejaba el horror que sentía al ver a nuestra madre fuera de control.

Mis hermanas también se encontraban en el pasillo aunque yo no las veía desde mi posición pero si las escuchaba hablar.

Con las manos sobre el ardiente rostro, permanecí sentado contra la pared debajo de la ventana. Incapaz de mantenerme por más tiempo en control dejé que los gritos que guardaba en mi pecho, gritos de agobio y desesperación salieran de mi garganta, casi desgarrándola en el proceso.

—Alejandro, hermano, por favor...—Benjamín estaba a mi lado tratando de abrazarme, cubriéndome con su cuerpo y recuerdo que me di cuenta que como yo, lloraba.

*************************

Por mucho tiempo ese día mi padre permaneció escuchando los gritos de mamá reclamándole su actitud pasiva y el haber intervenido a mi favor.

Durante varias horas cualquier movimiento inesperado me hacía saltar y no fueron pocas las veces que Benjamín trato de hablarme y que yo lo ignore. Mi mente no paraba de pensar en tantas cosas a la vez, pero mi mayor preocupación seguía siendo Sasuke.

Pensaba que si mi madre había reaccionado como lo hizo, no podía imaginar como le fue al chico que amaba en manos de su iracundo padre.

Al día siguiente, aprovechando que mi madre estaba ausente, Benjamín buscó a Rosario pensando en que su visita me ayudaría, y así fue, ver a mi buena amiga levanto mis ánimos. No sé que le dijo Ben sobre lo sucedido con mamá, pero Chari solo se dedico a abrazarme con ternura mientras acariciaba mis rizos.

—Que mala pasada todo esto, Alejo —mencionó sin ser especifica, Benjamín se mantenía sentado sobre su colchón observándonos en silencio.

Aunque mis intenciones no eran hablar sobre mamá, fue algo que no pude callar cuando Chari se fijo en los rasguños que tenía sobre la mejilla y el pequeño moretón de mi mentón. Mi amiga se mostró bastante soprendida y pude darme cuenta de que mi hermano no le dijo nada.

—No puedo creer lo que me dices sobre doña María, Alejo —comentó— .Seguro le ganó su mal carácter —Rosario siempre había dicho que mi mamá era bastante mal geniosa. Mi amiga le echo un rápido vistazo a Ben, que no dejaba de sacudir la cabeza con molestia.

—Perder el control como lo hizo no tiene justificación, soy su hijo, por Dios —

—Te entiendo Alejo, pero entiéndela tú a ella, no la justifico, aunque enterarse del modo en que lo hizo sobre la relación amorosa de uno de sus hijos con otro chico no debió ser fácil para ella o para don Benito —

—Creo que papá todavía no ha procesado las cosas —mencionó Benjamín y se encogió de hombros.

—¿Qué será de nosotros dos, Chari? ¿Qué será de Sasuke y yo? —

Recuerdo que Chari me miró directo a los ojos.

—No sé qué será de ustedes en un futuro, Alejo, pero sé qué puedo hacer yo, por ustedes, ahora —me contestó en un tono intrigante y misterioso que provoco en mi la primera sonrisa genuina en días, y en Benjamín un bufido exasperado.

**********************

Aunque se metiera en lios, a mi amiga Rosario le encantaba darle la mano al más necesitado, por eso y porque era una excelente amiga decidió ir a visitar a Sasuke aprovechando que su padre debía de estar trabajando.

Lo que no me dijo fue, que pensaba sacar a Sasuke de su casa para llevarlo a la suya y que fuera su habitación el lugar de reunión para nosotros.

Benjamín tampoco dijo mucho, solo que Chari había logrado hablar con Sasuke y que me esperaba en su casa para contarme como iba todo para el japonés.

Salir de mi casa estaba prohibido, pero después del mal rato con mamá mi rebeldía pareció intensificarse en vez de amilanarse.

Cuando me fui rumbo a la casa de Chari realmente no me importaban las consecuencias detrás de mis acciones. Mientras Ben se quedaba en casa, yo me escabullía por la puerta trasera y cruzaba entre los patios vecinos, evitando encontrarme con mi madre si regresaba de su salida en esos momentos.

No tarde nada en llegar a la casa de Rosario, ella misma abrió la puerta y de inmediato subimos a su cuarto pasando de largo la cocina y la sala.

—¿Lo viste? ¿Cómo está Sasuke, amiga? —Casi frente a la puerta cerrada del cuarto me detuve y le tomé por el antebrazo con suavidad.

—Puedes preguntarle tú mismo, Alejo —Fue su contestación antes de zafarse de mi agarré y abrir la puerta, yo no entendí plenamente sus palabras— .Voy a estar abajo ayudando a la abuela con la comida, aprovecha para que hablen —añadió ella y me dio un pequeño empujoncito en dirección a su cuarto.

No tuve necesidad de poner un pie dentro de la estancia para ver quién me esperaba en el interior, sentí como si mi corazón saltara al vacio. Sasuke se encontraba de pie casi en el centro de la pequeña y atestada habitación de mi amiga, en sus bellos ojos oscuros pude ver la tristeza que sentía, un reflejo de la mia.

Caminé los pocos pasos que me separaban de él y nos fundimos en un apretado abrazo, nada más, solo necesitábamos sentir mutuamente los brazos del otro alrededor, mientras Sasuke acariciaba mi nuca, yo metía mi nariz en el hueco de su cuello para aspirar su aroma.

Cuando pudimos separarnos, ninguno de los dos quería dejar al otro, ambos nos miramos directo a los ojos. Enseguida me di cuenta que Sasuke se percató de los rasguños y golpes en mi rostro porque yo también buscaba indicios de lo mismo en el suyo.

—¿Quién te hizo eso? —preguntó en tono sorprendido y con gesto intrigado. Levanté mi mano derecha, la pose sobre uno de sus brazos y apreté suavemente. Sasuke dio un respingo y arrugo la boca.

Entonces fui yo él que quiso respuestas.

—Fue mi madre en un ataque de histeria, pero parece que tú no saliste de todo esto con mejor suerte, ¿tú padre te golpeo? —Sasuke se encogió de hombros y bajó la mirada.

—No tiene importancia, Alejandro —mencionó — .Lo único importante es que estamos aquí, juntos —Sasuke se arrimó nuevamente a mí, levanto sus manos y abarco mi rostro, yo alargué los brazos rodeando su cintura.

Quedamos muy juntos, con nuestras narices casi rozándose, y nuestros alientos entremezclándose.

—Te amo, Alejandro. Me estaba volviendo loco sin saber de ti —

—Yo pensé que enfermaría de la angustia, Sasuke. Dime que todo va a estar bien, que nadie podrá separarnos —Sasuke no dijo nada antes de besar mis labios con ardor.

Nos besamos primero con ansias, que poco a poco se fueron suavizando hasta que nuestros besos se convirtieron en pura ternura.

—No sabes cuanto te amo, Sasuke —murmuré sobre sus cálidos y entreabiertos labios.

Sasuke me tomó de una mano para invitarme a sentarme sobre la cama de Rosario, volví a ver la mueca de dolor que hizo antes y posé una de mis manos en su antebrazo con delicadeza. El chico que amaba llevaba una sudadera de mangas largas a pesar del caluroso clima.

—¿Puedo? —Pedí su permiso para echarle un vistazo a lo que escondía.

Él dudo, pero acto seguido él mismo se quito la sudadera, quedando en camisilla. Los brazos de Sasuke se mostraban bastante hinchados y cruzados por largas marcas rojas, la piel debajo se notaba magullada y rota.

Me puse de pie con violencia y lo recorrí con una horrorizada mirada. No se trataba de un golpe, lo que vi aquella tarde fueron múltiples marcas causadas por un cable o algo similar. No solo eran los brazos, también estaba golpeado en la espalda y pecho.

—¡No puedes dejar que esto suceda! No puedes permitirlo, hay que llamar a la policía —Sasuke me miró entre sorprendido y asustado.

—No, Alejandro, no puedo hacer algo así, mi madre sufriría muchísimo —dijo— .A papá le sucedió lo mismo que le paso a tu mamá, perdió los estribos, pero no volverá a pasar —alego y se oyó como si no solo tratara de convencerme, sino convencerse a sí mismo. Ante la mención de mi madre dude, en todo caso, yo también tendría que llamar a la policía y denunciar su maltrato, pero claramente no lo haría.

—Es lo mismo...

Algo me decía que, si bien la situación era parecida, no era igual. Yo estaba seguro de que lo que paso con mamá había sido algo aleatorio, sin embargo, no pensaba que en cuanto al padre de Sasuke fuera así.

—Todo ira calmándose con el paso de los días, amor...pero hay algo de lo que tenemos que hablar —Su tono de voz me advirtió de que lo que me diría no sería de mi agrado.

—Ven aquí...—¿Cómo negarme a su hermosa mirada y suave sonrisa?

Sasuke tomó mi mano y halo de mi invitándome a acomodarme sobre su regazo, al principio hice algo de fuerza para evitar sentarme, ambos éramos chicos altos y de huesos grandes, pero yo me consideraba más robusto que él.

Sin embargo, Sasuke me desarmó con su risa y el beso que depositó sobre mi mejilla.

—Necesitaba tenerte así...—Yo le puse uno de mis brazos alrededor de los hombros y junté mis manos, aunque seguía sobre su regazo me las arreglé para bajar una de mis piernas y hacer soporte porque no quería dejarle todo mi peso sobre él.

—Prométeme que lo que te voy a decir lo tomarás con calma —Cerré los ojos unos segundos y dejé escapar un largo suspiro a la espera de sus palabras.

—Mi padre está hablando sobre enviarme a Japón estos meses de verano junto a mi madre y Suzume —Sasuke hablo atropelladamente, con prisa y luego el silencio se extendió entre nosotros, mientras yo me movía incómodo y tenso.

Recuerdo que uno de sus brazos reposaba alrededor de mi torso a la altura de la cintura, su mano por debajo de mi camisa, acariciando la piel de mi costado.

—Esto no puede estar sucediendo, no podemos separarnos —Residuos de la desesperación que sentía antes de reunirme con él, comenzaron a apoderarse de mi pecho.

—No sé si mi padre habla en serio, pero tenía que decírtelo, Alejandro —Japón, ese lugar estaba al otro lado del mundo literalmente— .Pueden ser solo amenazas, pero con mi padre no me atrevo a asegurar nada —Busqué mantener la esperanza de que solo fueran amenazas para tener a Sasuke controlado.

Él me estrechó contra su pecho y yo me aferré a él con toda el alma.

—Si te vas creo que enloqueceré —dije controlando mis deseos de llorar.

—Yo...yo no sé como podría soportar...la distancia, el no oír tu voz, sentirte cerca...jamás pensé que las cosas se precipitaran tanto —Lo oí decir.

Ese día Sasuke y yo le robamos esas hermosas horas a la vida para estar juntos, para besarnos y acariciarnos. Ninguno tenía constancia, pero pronto esas horas serían las memorias de un amor en pausa. Memorias y recuerdos que por lo menos a mi me mantuvieron cuerdo hasta que el chico que amaba regresó a mí.




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