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Capítulo 26


Studio89


Mi primera salida a un lugar de entretenimiento de adultos, el primer vistazo a ese mundo nocturno tan popular de finales de los ochenta, lo hice en compañía de un variado grupo. No solo estaban allí Sasuke y Kenzo, sino que la hermana melliza de este último se animó a ir y tuvimos que sentarnos apretujados en la parte trasera del carro nosotros cuatro.

Azumi, aún cuando yo le había sido bastante claro en días pasados, no perdía la oportunidad de hablarme al oído mientras batía sus largas pestañas y de vez en cuando dejaba caer sobre uno de mis muslos, su pequeña mano.

Kenzo y Sasuke iban muy cómodos en la parte frontal del vehículo entre risas y bromas. Cuando llegamos agradecí al cielo y salté fuera del carro en cuanto pude. Azumi me miraba divertida desde su posición cerca de su primo.

En todo momento mantuve la mirada lejos de Sasuke, en ese punto estaba muy enojado con Rosario, pues seguramente ella había planeado todo el asunto de la salida en su afán de que Sasuke y yo nos reencontráramos, pero así no se hacían las cosas, al menos me hubiese avisado.

La salida que tantas perspectivas tenía para mi, se había convertido en un tormento. ¿Es qué acaso Rosario no sabía que ese reencuentro sería inútil?

Dónde iba Sasuke, iba Kenzo, además el primero no parecía tener ningunos deseos de acercarse a mi.

Mis pensamientos parecieron comprobarse cuando los vi caminar juntos detrás de Rosario y Ben hacía el lugar que a esas horas lucia muy animado, de hecho, la avenida donde se encontraba el negocio era una de las más transitadas y movidas durante los fines de semana.

Studio 89 era un negocio inaugurado hacía unos pocos meses y fue uno de los lugares más populares en Cleveland. Ese viernes solo los caballeros pagaban entrada pues las damas entraban gratis hasta la medianoche.

Azumi y yo nos rezagamos, cuando estuvimos frente al negocio los demás ya hacían fila, una bastante larga. En mi interior rogaba porque no me dejaran entrar y pudiera tomar eso como excusa para volver a casa aunque fuera caminando.

Me encontraba detrás de Kenzo y Sasuke, que a su vez se encontraban detrás de Benjamín y Rosario, pues mi hermano tenía que hablar con el portero para que no hubiese problemas al momento en que Rosario, Kenzo, Azumi y yo fuéramos a entrar.

Mientras Azumi no dejaba de hablar, comentando el ambiente y las ganas que tenía de beberse una cerveza, yo no podía despegar los ojos de la nuca de Sasuke, quien me daba la espalda mientras parecía escuchar muy atento las habladurías de su primo.

Cada vez que las puertas del negocio se abrían, se escuchaba la estruendosa música que un Dj tenía a cargo. El lugar se caracterizaba por su buen ambiente, la mezcla musical de géneros, una amplia pista de baile y un área exclusiva para quién pudiera pagarlo.

Más pronto de lo que esperaba estuvimos adentro y Benjamín logró hacerse de una mesa con un asiento en vinil con forma de media luna donde la mayoría del grupo pudo sentarse, aunque no muy cómodamente.

De inmediato, mi hermano fue por bebidas para Rosario y él, seguido por Sasuke, Kenzo y Azumi, yo aproveche a la ocasión para acercarme a mi amiga.

Rosario enseguida se dio cuenta de mis intenciones y levantó ambas manos frente a ella en un gesto que expresaba disculpas, mientras que yo, de pie a su lado, me inclinaba bastante sobre su oreja para poder hacerme oír por encima de Madonna y su «True blue».

—No debiste invitar a Sasuke, Rosario —

Rosario levantó el rostro y buscó mi mirada.

—Cuando me dijiste que ibas a terminar con él fue lo único que se me ocurrió para que se reencontraran, ustedes se quieren Alejandro —exclamó ella, sus lindos ojos expresaban lo consternada que se sentía por mi reclamo.

Yo hice un leve movimiento negativo con la cabeza antes de hablar.

—Buen intento, pero si me hubieses consultado ahora solo estaríamos aquí nosotros tres, y yo me disfrutaría la noche —comenté—. Como sea te entiendo, y sé que lo hiciste con la mejor intención—añadí y antes de dirigirme a la enorme barra al final del local, le di un pequeño apretón en su hombro.

Mientras iba, alcancé a ver de regreso a Ben, seguido de los japoneses. Rápidamente, desvié la mirada, ignorándolos.

La iluminación del lugar era bastante pobre, típico de un centro nocturno, con algunas luces de colores aquí y allá. Al fondo del local era donde se expedían las bebidas y mostraba mejor iluminación, detrás del mostrador habían tres personas encargadas de las bebidas.

Alcancé a ocupar uno de los banquillos pensando en pedir una cerveza aunque al recordar la primera y única vez que había bebido alcohol, me lo pensé dos veces.

—Una cerveza, por favor —Al final decidí que solo una no podría causarme daño.

—Me parece que eres muy joven para beber alcohol —Uno de los empleados detrás del mostrador al parecer tenía objeciones en despachar mi orden. Levanté la vista centrándola en un tipo alto y delgado, su rostro anguloso mostraba una barba bien cuidada debajo de unos ojos grandes de color gris.

—Me muestras tu identificación —pidió de pie frente a mi, al otro lado de la superficie amaderada y brillosa.

Ni siquiera intenté fingir que buscaba la dichosa identificación porque aunque si llevaba una, no serviría para adquirir la cerveza. Por unos segundos, el hombre y yo nos miramos fijamente y me sorprendí bastante cuando lo vi sacar una lata de cerveza de una de las neveras, abrirla y servirla en un vaso de cristal.

—Aquí tienes...y va por mi cuenta —Lo último provoco que bajara la cabeza y sonriera— .¿Cómo te llamas?

El hombre joven, en esos momentos tendría entre veinte a veinticinco años, se apoyaba con sus brazos en la superficie del mostrador mientras parecía evaluarme. Luego de eso estuve seguro que aquel chico le gustaba lo que veía y me pregunté si se atrevería a coquetearme, así, sin tapujos o disimulos.

—Alejandro.

—Disfruta la cerveza, Alejandro, pues será la única que tendrás—dijo y yo hice lo que decía, le di un buen sorbo al frío y burbujeante liquido dorado— .Mi nombre es Theo —

Theodore, así leía la pequeña identificación que llevaba prendida del pecho.

—Gracias, Theo —El hombre fue requerido por otros clientes y yo lo agradecí internamente, pues sus intensas miradas comenzaban a ponerme nervioso. Me giré un poco, vaso en mano y mientras bebía más cerveza alcancé a ver que en la mesa que ocupaba el grupo solo estaba Sasuke, y desde mi posición, él obviamente no podía verme, me fijé que no dejaba de mirar a su alrededor.

Nuevamente giré y me puse de frente al mostrador antes de apurar lo que quedaba de la cerveza, Theo me echo una mirada desde su posición al final del mostrador donde estaba muy ocupado atendiendo a tres bullosas chicas.

Volví a mirar hacía la mesa y en esta ocasión vi a Azumi y Kenzo acompañando a su primo, pude verlos reír, aparentemente contentos. No sé si la ingesta de alcohol ayudo, pero inesperadamente fue como si una pesada carga se instalara sobre mis hombros. Fue entonces cuando me levanté para ir al baño, la idea era largarme de allí después de visitar el aseo. Afortunadamente ni el abrigo me había quitado.

Creo que en esa ocasión fue la visita más corta que recuerdo haber hecho a un baño público, pues el fuerte olor a orine y vomito me saco de allí.

En el pasillo de los aseos, donde algunas chicas esperaban su turno para usarlos me detuve, indeciso entre cruzar el mar de personas de camino a la salida principal o pedirle al tal Theo que me dejara salir por la puerta de servicio, sin embargo, molesto conmigo mismo me pregunté de quién me escondía.

La respuesta no tardó en llegar cuando visualice a Sasuke acercarse mientras miraba a su alrededor, aunque la oscuridad del pasillo a mis espaldas me ayudaba a pasar desapercibido.

Una de mis canciones favoritas de Bon Jovi se escuchó a través de las potentes bocinas y la letra no podía describir mejor lo que sentía en esos momentos.

Permanecí a las sombras, con el corazón a mil, y la boca seca escuchando la privilegiada voz de Bon Jovi cantar «You give love a bad name» hasta que pasó a ser la predecesora de otro éxito del cantante.

Cuando me animé a asomar la cabeza no pude ver a Sasuke así que me desplace rápidamente entre las personas, recibiendo codazos, escuchando maldiciones, soportando empujones, en fin, fue toda una odisea salir del lugar porque en las últimas horas habían llegado el doble de personas que estaban allí cuando nosotros llegamos.

Con un suspiro de alivio logré alcanzar la salida y trastabille un poco frente a lugar, pues dejar la estruendosa música y el ambiente pesado de humo y sudor, me desoriento un poco. Aspire la fría brisa y llene mis pulmones agradecido. No pensé en avisarle a Ben, lo único que veía por delante era el camino de regreso a mi hogar.

—¡Alejandro! —No reconocí la voz y miré como atolondrado de un lado al otro.

—¿Ya te vas? —Y allí se encontraba Theo, aquel hombre de ojos grises regalándome una brillante sonrisa, nada que ver con su seriedad detrás del mostrador.

Yo no podía estar más pasmado y apenas sentía que podía articular palabra.

—¿Dónde te metiste, amor?, estaba buscándote —Aquella voz la reconocí de inmediato, antes de sentir uno de los brazos de Sasuke enredándose en uno de los míos y perderme en sus rasgados ojos negros que brillaban más que los grises de Theodore.

Sasuke pareció pararse de frente al enemigo cuando estuvo frente a Theo y, lo vi levantar la cabeza y afilar su mentón. Mientras tanto, yo me quedaba mudo con la mirada entre el japonés y el hombre que trabajaba en Studio 89.

—Que tengas buenas noches, Alejandro —Theodore se limito a ensanchar la sonrisa, está vez dirigida directamente a Sasuke y luego de un leve gesto con la mano se alejo de nosotros.

La actitud de Sasuke me dio risa, pero también encendio mi rabia así que nada de carcajearme, solo me lo sacudí de encima y caminé contrario a la dirección que tomó Theo.

—¿Quién era ese tipo? Acaso no ves que es mucho mayor que tu...

Continué mi camino metiendo las manos en los bolsillos del abrigo.

—No me ignores, Alejandro. No puedo creer que le coquetearas a ese tipo —Aquello último hizo que me detuviera de golpe, ya estábamos algo alejados del frente del negocio, de hecho, nos encontrábamos delante de un espacio vacío, una especie de callejón oscuro.

—¿Qué piensas Sasuke? Crees que por ser gay ando haciéndole caritas bonitas a cualquier hombre —Lo interpele, mientras lo miraba de arriba abajo.

—No quise decir eso, pero él te miraba de una manera que no me gusto —Sonreí con amargura porque aquello para nada era lo que había querido decir, pienso que Sasuke quería avergonzarme, ofenderme.

—Yo no tengo la culpa de gustarle a alguien...—Iba a decir «a alguien más» pero me lo reserve.

Mantuve la mirada sobre Sasuke y vi como luchaba por no decir nada más que pudiera ser ofensivo. El gesto que hacía con la boca me dijo lo enojado y frustrado que estaba, y yo, como el más grande de los morones, lo único que desee fue abrazarlo fuerte a mi pecho.

Sin embargo, con una sonrisita sobre mis labios bajé la mirada, huyéndole a la suya y mirando calle abajo.

—Regresa adentro, Sasuke —Sasuke no me dio tiempo a continuar mi camino pues coloco una de sus manos sobre mi antebrazo y sin mediar palabra me empujo con firmeza a un lado. No reaccioné a tiempo y de un segundo al otro lo tuve encima, mientras mi espalda encontraba la dura y fría pared del callejón.

Sasuke hizo presión en mi antebrazo con una de sus manos mientras arrimaba su torso al mío lo más que podía, teniendo en cuenta el grosor de nuestros abrigos.

—No me dejes hablando solo, Alejandro —dijo sobre mis labios, mientras yo lo miraba de frente a los ojos.

—Eso y más has hecho tu todas estas semanas, me ignoras y pasas de mi, no te importa como me siento, lo único que te preocupa es que tu homofóbico primo, que me mira con desprecio, no se de cuenta de que eres igual que yo...

Sasuke no dijo nada por varios segundos y se limito a tocar mi frente con la suya, abanicando mi rostro con su aliento, yo temía hasta respirar su aroma porque sabía que flaquearía en mis intenciones de rechazarlo.

—Piensas que no me importa, que no me acuesto pensando en ti todas las noches, que no pienso de que manera podemos vernos...

Sasuke hablo muy cerca de mi rostro, mientras la mano con la que me agarraba el antebrazo subía hasta llegar a un lado de mi cuello, donde la dejó.

—Me haces tanta falta, y lo único que deseo es que llegue el día en que Kenzo se vaya y nosotros podamos volver a estar como antes...

—No sé si esto funcione, Sasuke, aunque Kenzo se vaya —dije y llevé mi rostro a un lado, evadiendo su boca.

—Solo te pido un poco más de tiempo, Alejandro. Solo faltan cuatro meses para que finalicen las clases y nos mudemos a Akron —Volví a mirarlo y a caer bajo el hechizo de su mirada— .Solo te pido ese tiempo. Cuando estemos solos, lejos de aquí, podemos vivir más libremente —Aquella última frase debío levantar alarmas. Sasuke no dijo vivir libremente, sino más libremente, lo cuál podría interpretarse ampliamente.

—Dame la oportunidad de demostrarte que podemos tener una relación, que lo que existe entre nosotros vale la pena —Sasuke acaricio mi mejilla con suavidad, antes de atrapar mi labio inferior con sus dientes, para darle pequeñas mordidas.

¿Cómo resistirme al calor de sus besos? Esos besos que tanto anhelaba.

Sasuke llevó ambas manos hasta abarcar mi rostro mientras atacaba mi boca con la suya y con los dedos de sus manos acariciaba la parte posterior de mi cráneo.

Yo por mi parte, con las manos aferradas a las solapas de su abrigo lo mantenía muy pegado a mi, mientras llevaba las de ganar en la batalla que librábamos con nuestras lenguas. Recuerdo que se sentía tan bien explorar su tibia cavidad bucal y succionar sus finos labios, hacía demasiado tiempo que no nos dejábamos llevar, que no nos entregábamos a las emociones que ambos sentíamos.

En aquel callejón oscuro, donde la iluminación más cercana era el foco sobre la puerta de servicio de Studio 89 y con dos grandes contenedores de basura, muy romántico, como los únicos testigos de nuestra pasión, Sasuke y yo nos olvidamos del mundo a nuestro alrededor...

Perdimos la noción del tiempo hasta que un fuerte jalón aparto a Sasuke de mi lado.

—¡Tanto estuvo esté desgenerado tratando de envolverte en sus bajesas que al final caíste, primo! —A pesar de mi aturdimiento y de sentirme crudamente expuesto al interperie, sin el calor de Sasuke sobre mi, entendí muy bien las palabras y identifique a su emisor.

Mientras Sasuke, igual de sorprendido y desorientado que yo trastabillaba no lejos de mi, Kenzo me hizo frente, en su atractivo rostro había tal expresión de ira que yo hubiese retrocedido de haber podido.

Azumi observaba todo desde una distancia prudente con una sonrisita en los labios, no supe descifrar si la situación le causaba diversión o simplemente estaba a la expectativa de lo que haría su hermano.

Quizás pude echarme a un lado y salir corriendo antes de que Kenzo agarrara las solapas de mi abrigo para alejarme de la pared y zarandearme. Aunque era más alto que él y también más corpulento, su inesperado ataque logró desbalancearme y por unos segundos no supe que hacer, solo pensaba en mantenerme de pie.

Kenzo no me soltó, y buscaba mirarme fijamente en tanto yo logré posicionarme firmemente en el suelo y así evitar que volviera a zarandearme, pero lo que no vi venir fue uno de sus puños sobre mi nariz.

—¡Maldito pervertido! —grito Kenzo después del gople, mientras yo me inclinaba hacía el frente, adolorido y con la sensación de tener algo caliente resbalando fuera de mi nariz. Sentí el apoyo sobre mis hombros de parte de Sasuke.

—Alejandro... ¡te volviste loco, Kenzo! ¿por qué le pegas?—

—¡Porqué es un maldito enfermo y tiene que alejarse de ti! —grito el interpelado, muy cerca de mi.

Mientras me mantenía con la cabeza inclinada y las manos en mis rodillas, con la mirada fija en el sucio suelo de concreto donde las gotas de sangre que salían de mi nariz manchaban la superficie, oí pisadas apresuradas acercarse.

—¡No vuelvas a acercarte a Sasuke! —Kenzo continuaba gritando muy cerca de mi, mientras su primo no dejaba de darme su apoyo.

—Déjame ver tu nariz...—me pidió Sasuke preocupado.

—¡Vamonos Sasuke! —decía su primo.

—¿Qué carajos pasa aquí? ¡Alejandro!—Ese era Ben, levanté la cabeza un poco y cuando me vio la nariz sangrante, lo escuché jadear.

—¿Qué carajos le hiciste a mi hermano, chino de mierda? —exclamó Ben y oí bruscos movimientos de parte de él y el primo de Sasuke, no pude estar seguro pero me pareció que Ben había empujado a Kenzo.

Sasuke me ofreció un pañuelo que alguien más le entregó y pude ponérmelo bajo la nariz para detener el sangrado que ya había manchado mis manos y ropa.

—Benjamín por favor...

—¡Tu hermano es solo un pervertido que no deja en paz a mi primo!—exclamó Kenzo— .Podemos irnos ya, Sasuke —interpeló con impaciencia y agitado.

—Alejandro...

Sasuke apretó con suavidad mi hombro y buscó mi mirada, supe que su intención era disculparse por lo que haría a continuación. Sasuke tenía que dejarme una vez más, echarse a un lado, ir con su familia quizás buscando calmar los ánimos de su primo y evitar, si podía, que fuera con sus padres a contarles lo sucedido.

Una vez más Sasuke haría lo que tuviera que hacer para proteger su más preciado secreto, un secreto que no lo era ya tanto, aunque a él le gustara creer que si.




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