Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 25


Soy gay


Aquellos asiáticos atractivos eran primos hermanos de Sasuke. Kenzo y Azumi Tanaka, llegaron desde California a pasar unos días con la familia Takahashi antes de irse hacía Illinois, donde residirían permanentemente.

Eso fue lo que dijo Sasuke cuando se presento con ellos en mi casa, esa misma tarde. De pronto, la sala de mi hogar se encontraba llena de gente y yo a punto de escapar.

En el sofá más grande se sentaron los primos, en el love seat se encontraban Rosario y Ben. Mi hermana Brenda Lee, con cara de pocos amigos, estaba despatarrada sobre una de las butacas, mientras la abuela dormitaba en la segunda.

Mi madre y Maricarmen se encontraban en la cocina muy ocupadas en la preparación de un bizcocho, mientras papá sentado de frente a la mesa de la cocina  se concentraba en su pasatiempo favorito, un  rompecabeza con demasiadas piezas. Yo, que estaba muy cómodo en el sofá antes de ir a abrir la puerta, me encontré sin un lugar donde sentarme.

Recuerdo que la presencia de Kenzo y Azumi se convirtió en un problema para mi desde el minuto cero. Para empezar, el primo de Sasuke se mostro desde un principio como un imbécil machista, sus comentarios fuera de lugar, aunque no eran agresivos en apariencia, mostraban su manera de pensar, y enseguida me di cuenta de que no le gustaba que me acercara a su primo.

Kenzo acaparó a Sasuke en todo el sentido de la palabra, y en varias ocasiones lo sorprendí echándome rápidas miraditas de desprecio. Pienso que Kenzo se dio cuenta enseguida de mi homosexualidad, además de mis sentimientos por Sasuke y no le gusto.

Probablemente el primo conociera el pasado de Sasuke con el tal Justin y, o desconfiara de mi pensando en el posible daño que pudiera hacerle a su primo, o simplemente fuera de las personas que se creen con derecho a intervenir en las vidas de sus seres queridos buscando cambiar su manera de ser o pensar.

Ese chico me había mirado con desconfianza y desprecio desde que nos presentaron, mientras su hermana había hecho todo lo contrario. Desde que cruzamos miradas por primera vez la chica no dejó de sonreír y la noté pendiente a cada uno de mis movimientos.

Mientras, al parecer, todos disfrutaban la película de acción escogida precisamente por el tal Kenzo, yo fingía que miraba la película sin prestarle mucha atención desde mi posición sentado sobre una de las sillas del comedor, en una esquina alejada del grupo.

No me importaba lo que pensaran de mi, si acaso alguno de ellos reparaba en mi presencia. Desde atrás me fijé en lo bien que parecían llevarse Sasuke y su primo, el primero no tenía reparos en participar de las bromas estúpidas del segundo y viceversa. También noté la manera dulce en que Rosario acariciaba de vez en cuando la nuca de Ben y fui muy consciente de las miraditas de la chica recién llegada en mi dirección. Haste Brenda Lee pareció darse cuenta porque en una o dos ocasiones en que la miré, me devolvió una inquisitiva sonrisa.

Mis padres subieron a su cuarto y Maricarmen, luego de llevar a la abuela a su habitación se fue a dar un baño pues Richard no tardaría en llegar por ella.

Mi madre había declarado día de pizza y de un momento a otro papá saldría a buscarlas, yo lo menos que deseaba era ir con él así que subí rápidamente la escalera para buscar uno de los cigarrillos y el encendedor que Ben guardaba entre su ropa interior, minutos después salí al patio trasero y me senté al amparo de la oscuridad a encenderlo.

No voy a negar que fumar me relajaba, nunca analicé si era porque el tabaco realmente actuaba de esa manera en mi organismo o simplemtne era una sujeción más.

—¿Me regalas uno?—O yo era muy despistado o los asiáticos parecían ser tan sigilosos como gatos, a la hora de acercarse.

Levanté la vista azorado y me encontré con la tal Azumi. Debo admitir que la chica era hermosa de una manera exótica, no dulce como la belleza de Gwendy.

—Los menores de edad no pueden fumar tabaco —dije en tono seco, porque no supe que más decir. Quería estar solo, disfrutar de mi cigarrillo robado y tenía tan mala suerte que esa chiquilla había salido tras de mi.

—Tu no eres mayor de edad, Alejandro —La chica era muy delgada, nada alta, llevaba el cabello oscuro y lacio inusualmente corto para la moda femenina de la época. Vestía casi toda de negro, hasta las uñas de sus manos la llevaba pintadas de oscuro, además del delineador de ojos.

No fue la primera vez que noté lo diferentes que eran los mellizos en sus gustos por la moda. Aunque ella y su hermano mellizo se parecían físicamente, no era así en cuanto a vestimenta, pues el tal Kenzo vestía como un privilegiado estudiante de Harvard, mientras su melliza era más parecida a una cantante de Rock pesado.

Además me estuvo claro, no supe porqué, que las diferencias entre hermanos eran más marcadas que vestir suéteres de Cashemira o llevar chaquetas de tela oscura forradas de tachuelas.

—Casi...

Azumi fue a sentarse sobre la mesa de madera y cruzo las piernas, la chica no llevaba más abrigo que la chaqueta con tachuelas y me pregunté si no tendría frío. Sus enormes y largas botas, también oscuras, llamaron mi atención por unos segundos.

—Te sorprendería saber lo que ya he hecho a mis diecisiete años —Levanté la mirada y nos miramos fijamente. No sé porqué decidí que está chica de apariencia dura era una persona de buenos sentimientos y seguramente de mente abierta y aliviada, no como su hermano mellizo, tan estirado.

Un rápido pensamiento que se desvaneció al instante fue que si no estuviese enamorado de Sasuke, su prima hubiese sido la candidata perfecta para mi.

—Me gustas, Alejandro. Tienes hermosos ojos café y tu mirada en muy sexy, también me encanta tu cabello de rizos suaves —dijo ella y extendió una de sus manos para tratar de tocar mi cabello. Me disponía a darle una calada al cigarrillo, y aquella inesperada declaración me hizo ahogarme con el humo inhalado y mi saliva. Me pasé los siguientes segundo tociendo como un loco.

—No quería trastornarte con mis palabras, pero siempre me ha gustado hablar de frente y claro —añadió Azumi y yo lo único que pude hacer fue echarme a reír, al tiempo que lanzaba los restos del cigarrillo lejos de nosotros.

Otro loco pensamiento se apodero de mi mente, uno que ya antes me había dado que pensar;

Lo natural que era para la sociedad que un varón amara a una chica, pues nadie pensaría que estas loco, o poseído por algún demonio. Amar a una chica era sencillo, era lo que se esperaba de un varón, era lo correcto.

Me puse de pie y le regalé una sonrisa.

—Te agradezco tu sinceridad y por lo mismo quiero decirte que...si yo no fuera gay creo que ahora mismo estuviese pidiéndote que salgas conmigo —La expresión de Azumi no cambio al oírme, su media sonrisa, si acaso, se ensancho un poco— .Vamos adentro, aquí hace muchísimo frio —Le hice un gesto con la cabeza y me adelanté, segundos después tenía a la pequeña chica a mi lado y juntos entramos al cálido ambiente interior.

Mientras Azumi volvía con los demás, yo, de frente a la ventana, mirando sin ver la oscuridad del exterior, por primera vez experimenté el sentimiento de liberación que me provocó asumir y exteriorizar parte de lo que era el verdadero yo.

Decirle a esa chica mi preferencia sexual se sintió bien.

Minutos después volví a salir de la casa, está vez por la puerta principal. Adentro ahora veían una película de fantasía y poco había cambiado.

Cuando regresé a la sala poco minutos después que Azumi, acaparé una fugaz miradita de parte de Sasuke y me pregunté que diría si supiera lo que le había dicho a su prima.

Sasuke volvió a pasar de mi ante el llamado de Kenzo y a ese punto ya yo estaba más que harto, así que me puse un buen abrigo, el gorro de lana que la abuela había tejido y un par de guantes, antes de iniciar una buena caminata que me ayudaría a cansarme, y el cansancio traería la relajación.

Caminé por al menos una hora y si no hubiese sido por el frío que apretó, hubiese caminado más. Mi plan era subir directo a mi cuarto, por eso decidí usar la puerta trasera para entrar, cuando estuve frente a ella pegué un brinco al notar una presencia a mi lado, casi encima de mi.

—Fumaste...

Sasuke trato de olfatear el cuello de mi abrigo en tanto yo retrocedía, molesto.

—Si, ¿y qué? ¿Cuál es tu problema? Ni siquiera me has prestado atención —Mi intención no era escucharme ardido, pero lo estaba y por más que quise no pude frenarme— .Mientras tú te comportas como un idiota descerebrado como tu primo, yo me fumo un cigarrillo —Aquello tampoco estuvo bien.

—Kenzo puede ser bastante acaparador —Sasuke acorto la distancia entre nosotros, pero yo volví a retroceder.

—No te arriesgues, Sasuke. Tus primos, en especial Kenzo, puede vernos. ¿Te imaginas que pensara si nos ve tan cerca? —El enojo y el sentimiento de rechazo que por horas disimule y mantuve controlado se reflejaba en mi tono de voz.

Sasuke tomo una de mis manos.

—En unos días se iran y todo volverá a ser como antes —mencionó e hizo presión en mi mano buscando no liberarme — .Fue una sorpresa, la tía había hablado de pasar unos días acá, pero nunca le aseguró a mamá que vendrían. Ellos están pasando por un mal momento como familia, por eso su madre decidió venir a visitarnos, para que Kenzo y Azumi se distrajeran —añadió atropelladamente. Sasuke también mencionó que Kenzo estaría durmiendo con él en el ático y Azumi se quedaría a dormir en el cuarto de Suzume, él no lo dijo, pero eso quería decir que nuestros encuentros en el desván ya formaban parte del pasado.

Retiré de un tirón mi mano y me crucé de brazos mientras lo miraba a los ojos.

—Entiendo, no tienes por que darme tantas explicaciones, después de todo tú y yo no somos nada —La horrible sensación de abandono que sentí más temprano cuando sus parientes llegaron y él me ignoro, volvió a centrarse en mi pecho.

Me pareció que Sasuke lucía un poco desorientado.

—Que duermas bien Sasuke...

—Alejandro...

Y aunque moría por prenderme de sus labios, di media vuelta y me alejé rápidamente sin mirar atrás.

********************


—No lo soporto —Con esa simple oración expresé la frustración frente a Rosario—. Desde que ese tipo llegó, Sasuke y yo apenas hablamos —añadí.

Rosario y yo salíamos del plantel después de un día muy ocupado. No pude evitar el amargo comentario cuando vi a Kenzo frente a la escuela en el carro de su madre, obviamente esperando a Sasuke.

Los primos llevaban casi dos semanas en Ohio y yo no podía más con la frustración que sentía. Entre Sasuke y yo la distancia se hacía más marcada, distancia puesta por el propio Sasuke por miedo a que sus parientes se dieran cuenta de...

Realmente ya yo no podía darle un nombre a lo que había entre los dos, o si existía aún.

—Te puedo entender —Me adelanté a Rosario, lo menos que quería era ser visto por Kenzo o el mismo Sasuke, que seguramente ya estaría por salir con Suzume.

Rosario se apresuro a estar a mi lado.

—Es una situación bien incomoda para ustedes —

—Para Sasuke nada de esto es incómodo, lo incómodo sería que su primo se diera cuenta de lo que sea que nosotros tenemos, ¡o teníamos!, ¡que sé yo!, ...y fuera a contarle a sus padres— No me detuve y como un loco hacía gestos con los brazos incapaz de liberarme de todo aquel malestar que sentía. Recuerdo lo dolido que me sentía, despechado, rechazado y muchas emociones negativas más.

En mi estallido ni siquiera miraba a Rosario, se podría decir que hablaba casi para mi. Por aquellos años admito que era bastante dramático, por lo menos en cuanto a mi relación con Sasuke. Ahora resuelvo las cosas más calmadamente aunque me cueste trabajo.

Lo que no ha cambiado es mi mania de esconderme, estar lejos de todos cuando la situación me agobia.

—Yo creo que si le afecta, Alejandro. Lo que sucede con Sasuke es que el temor a ser descubierto por sus padres es más fuerte que los deseos de estar contigo —Ante aquella frase recuerdo que frené mi andar y giré para mirar a mi amiga. Rosario se dio cuenta enseguida de lo mal que se oyó lo que dijo.

—Yo...

—Tranquila, amiga. Creo que has llegado al punto, a la verdad, por muy dolorosa que sea para mi. ¿Y sabes qué? Hasta aquí llegué con él —dicho esto volví a darle la espalda y acelere el paso.

Sasuke y yo apenas nos veíamos en la escuela, y allí tampoco podíamos mostrarnos. Nos sentábamos juntos en el receso con Rosario, Suzume y William, hablábamos de tonterías en general, y mientras yo buscaba su atención con la mirada, él solía rehuirme. En días pasados solo dos veces nos encontramos a solas, luego de la clase de educación física y aunque disfrutamos de algunos besos y caricias para mi aquello fue tan incómodo. Me sentía como un delincuente a la sombra, haciendo fechorías.

—¿Qué vas a hacer Alejandro? ¿Vas a terminar la relación?

—¿Cuál relación, Chari? —

Más tarde ese jueves, Rosario fue por mi casa y me hizo una invitación que al principio no me pareció atractiva, pero ante su insistencia terminé aceptando.

Rosario me había invitado a un lugar de entretenimiento nocturno.

—Benjamín es amigo del portero del lugar así que no tendremos problemas para entrar —Ninguno de nosotros teníamos dieciocho años todavía.

Rosario y Benjamin planeaban ir en la noche del viernes a bailar, era un lugar nuevo con música diversa no muy lejos de donde vivíamos.

—¡Ponte guapo y suéltate el rabo! —Ante aquella frasecita que evidentemente mi amiga se saco de la manga, no pude menos que estallar en carcajadas.

—Ya veras que bien la pasaremos...si quieres puedo invitar a mi prima Paula para que tengas compañía...

—Nada de Paula, Chari. Prefiero bailar solo toda la noche —dije aunque agradecí sus intenciones.

Aunque no fui el de la idea inicial, la salida con Benjamín y Rosario me comenzó a ilusionar, necesitaba distraerme, ponerme bonito y bailar toda la noche, aunque fuera salsa.

Ese día en la escuela evité verme con Sasuke a solas, para lograrlo, literalmente no me despegué del lado de mi amigo William, y sé que él lo notó. Cuando finalizo el día lectivo, corrí a casa por el sendero entre los árboles, esa vez no esperé por Rosario o Brenda Lee.

Creo que esa noche fui uno de los primeros en arreglarme para la salida, era la primera vez que visitaría un lugar así y le puse mucho empeño a mi arreglo. Benjamín me ayudo con el peinado, pues dijo que siempre parecía un cachorro mojado y necesitaba estilo. Tengo que decir que no lo hizo nada mal.

Rosario había llegado por la casa vistiendo un pantalón ajustado negro, una camisa ancha de mangas largas color azul, con su hilera de botones negros al frente, y el moderno cinturón oscuro y ancho a la cintura. Chari llevaba su largo cabello suelto y el flequillo abultado gracias a la laca. Fue la primera vez que vi a mi mejor amiga totalmente maquillada, resaltando sus hermosos ojos aceitunados con bastante rímel de pestañas y su boca de labios delgados y pequeños con un suave color rosado.

Rosario ya no era una chiquilla, mi amiga estaba en camino a convertirse en una hermosa mujer que no tenía ojos para nadie más que Benjamín.

A mi hermano le brillaron los ojos cuando la vio y por un momento dude si sería buena idea acompañarlos.

—Hay que pedir el taxi —dijo Benjamin cuando íbamos bajando la escalera e hizo un movimiento para volver a subir y hacer la llamada, pero Rosario lo detuvo colocando una de sus manos sobre el antebrazo de mi hermano.

—No hay necesidad...

Yo era el último detrás de Rosario y me costó un poco divisar con claridad, a las personas que se encontraban de pie en la sala de la casa. Cuando vi a Sasuke junto a su primo Kenzo, los dos muy guapos, cada cual en su estilo, los latidos de mi corazón enamorado se dispararon.

—Kenzo llevara el carro de su mamá —comentó Rosario mientras yo terminaba de bajar la escalera y comenzaba a planear como disculparme de la mejor manera y desaparecer escalera arriba. Una caliente sensación se esparcio por mi rostro y cuello.

—Va a ser muy divertido, gracias por invitarnos, Rosario —Hasta ahí todo bien— .Ese lugar debe de estar repleto de chicas con las que bailar y pasarla bien, primo —añadió Kenzo y ni me tome la molestia de mirar a Sasuke, permanecí con la mirada en algún punto del comedor.

Lo que si escuché fue la risita de mi vecino ante las ocurrencias de su estúpido primo.

—¡Vamos a divertirnos! —Benjamín colocó uno de sus enormes brazos sobre mi cuello y tomándome desprevenido me obligo a iniciar el camino hacía la puerta. Rosario, que había preferido no mirarme, se quedo atrás con los dos invitados especiales.

Benjamín me alcanzo el abrigo mientras se cubría con el suyo, también me paso un par de guantes.

—Benjamín no creo que quiera ir...—Le dije casi en un murmullo, mientras él me arreglaba el cuello torcido del abrigo y sacudía las solapas.

—Prohibido negarse, hermanito —Benjamín me dio un no tan leve empujoncito al frente, hacía la puerta principal abierta y el frío de la noche.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro