Capítulo 22
Pensando en un futuro en común
Casi todas las noches subía al desván donde Sasuke dormía y allí pasaba algunas horas con él y su perro Dragón hasta bien entrado el amanecer, cuando cruzaba el patio y entraba a mi casa.
Mis salidas después de las once de la noche y llegadas sobre las cinco de la mañana no pasaron desapercibidas para mi hermano Ben, pero aparte de unas miraditas llenas de curiosidad, no preguntaba nada o hacía comentario.
Y era que Benjamín también solía salir a verse con Rosario y era obvio para mi que ni él o mi amiga querían que su incipiente romance se supiera.
Así que el secreto de nuestras salidas y llegadas por ahora, se encontraba a buen recaudo.
La nochebuena llegó y no solo tendríamos la visita de Rosario y su familia, sino que mamá, al saber que Sasuke estaba solo, pues su familia se encontraba en Florida, lo invito a compartir con nosotros. Ante aquella perspectiva yo me sentí más que feliz.
Esos días los recuerdo con mucha nostalgia y puedo decir con seguridad, que fueron días felices. Aquellas navidades fueron una de las mejores, y esto último me atrevo asegurarlo por los dos.
Éramos dos jóvenes enamorados, construyendo un vínculo de amor que yo creí podría enfrentar cualquier adversidad, y sanar el alma atormentada, por las presiones de su familia, del chico que amaba.
Tengo muy fresco en mi memoria la madrugada de navidad, nosotros acostados juntos, aún vistiendo nuestros pantalones de salir, y las camisas de mangas largas que vestimos durante la cena en casa de mis padres, hablando sobre tantas cosas y a la misma vez sobre nada en particular.
Esa noche más temprano habíamos intercambiado regalos entre nosotros, en la intimidad del ático. Por muchos años había guardado la pulsera de cuero con un dije en forma de guitarra que Sasuke me regaló, y me gusta pensar que él también atesoró el anillo de plata, con diseño en relieve de un dragón japonés que yo le di.
Fueron prendas que llevábamos a diario luego de ese día y que representaban nuestra relación secreta.
Esa noche terminó, como casi todas desde que la familia de Sasuke se fue de viaje, con nosotros durmiendo juntos, después de besarnos y acariciarnos. No había prisa por llevar la relación al siguiente nivel, no por que no existiera entre nosotros el deseo, creo que era debido a la inexperiencia, al temor de entregarnos a la intimidad con los ojos cerrados.
Ahora pienso que, si hubiésemos vivido en tiempos más modernos, con el amplio mundo que supone la internet y todo lo que su uso brinda al alcance de una sola búsqueda en Google, por lo menos a mi me hubiese servido para tener una idea más clara para explorar mi sexualidad a profundidad. En aquella época nos tocaba experimentar todo de primera mano, casi sin referncias.
Esas dos semanas pasaron muy rápido y pronto estuvimos a finales de diciembre con el regreso de la familia Takahashi a la vuelta de la esquina.
Esos últimos días Sasuke y yo hicimos muchos planes a futuro, pensando en lo que haríamos al finalizar la escuela superior. Yo ya le había hablado a Sasuke de la carrera de medicina que pensaba cursar y que solicité admisión a la universidad de Akron.
—Podríamos mudarnos juntos a Akron —sugirió él, mientras con los dedos de una de sus manos peinaba mis cabellos. Nos encontrábamos en nuestro lugar favorito, el ático.
Estábamos sentados sobre el colchón, uno al lado del otro, nuestras espaldas contra la pared y las manos tomadas. En mi muñeca, la pulsera con el dije de la guitarra. En uno de los dedos de la mano de Sasuke, el índice, la sortija con forma de dragón japones.
Era la primera vez que Sasuke me hablaba tan directo y con ideas concretas sobre nuestro futuro juntos. Aun antes de conocerlo yo tenía claro que Akron, una ciudad a casi cuatro horas del lugar donde vivíamos, se convertiría en mi nuevo hogar una vez me graduara de escuela superior. Allá se encontraba la universidad donde había pedido admisión y fui aceptado, luego, antes de finalizar el año en Akron, pensaba pedir admisión en una de las universidades de Nueva York.
—¿Es una propuesta? —No me atreví a mirarlo, mantuve mi vista sobre la sólida superficie del mueble donde él guardaba su ropa.
—Si quieres podría convertirse en realidad. Podríamos vivir en Akron, mientras tú estudias, yo podría trabajar —Sasuke añadió que también aprovecharía el tiempo en prepararse para audicionar en una de las más prestigiosas escuelas de arte en Nueva York.
El chico que amaba se mostraba emocionado ante la perpestiva de un futuro lejos de nuestras familias. Yo lo escuchaba ilusionado, aunque siempre supe que en algún momento mi familia y los Takahashi se enterarían de nuestra relación, porque no era algo que se pudiera ocultar para siempre.
Y siempre fui conciente de que a Sasuke no le gustaba abundar en aquello último, él prefería evadirse un poco de la realidad, disfrutar de nuestros encuentros casi clandestinos y vivir el momento.
Ahora que lo pienso creo que no fui lo suficientemente claro cuando de transmitirle mi sentir al respecto se refirió.
**********************
La familia de Sasuke regresó y nuestros encuentros en del desván tuvieron que disminuir, aunque siempre podíamos arriesgarnos un poco y en mi caso, subir cuando sus padres estuviesen durmiendo.
El primer fin de semana de enero de mil novecientos ochenta y nueve, le pedí permiso a mis padres para salir con Ryu y su hermano, el plan era llegar al lago, aunque en estas fechas el cuerpo de agua estaba congelado, dar un paseo en el auto de la amiga de Ryu, realmente eran más que amigos, Kimberly, y comer algo en el camino.
Ese día al verla la reconocí como la chica afroamericana que vi con Sasuke en una ocasión, recordé lo molesto que me sentí al verlos juntos y suponer un romance entre ellos.
La historia del paseo con Ryu fue lo que les dije a mis padres, la realidad era que Kimberly y Ryu se quedarían en la casa de esta última, su madre se encontraba trabajando, y Sasuke y yo daríamos un paseo en auto y comeríamos algo en algún lugar bonito y económico. Ese día supe que Sasuke sabía manejar un auto y apunté en mi agenda mental pedirle que en algún momento me enseñara.
Fue un hermoso día. Sasuke y yo paseamos por las veredas casi desiertas del parque previo al lago de aguas congeladas, tomados de las manos. Ese día las temperaturas habían descendido muchísimo y el cielo lucia gris, oscuro. Le comenté a Sasuke que probablemente comenzaría a nevar de un momento a otro, él esperaba ver nieve por primera vez y mostro alegría ante mis dichos.
Recuerdo que no pude callar más y terminé diciéndole a Sasuke sobre lo que pensé de Kimberly y él cuando la vi por primera vez, de lo celoso que me sentía. Sasuke no paraba de reír, mientras trataba de hacerme cosquillas con una de sus manos en mi cintura, pero mi grueso abrigo le dificultaba la tarea.
—Deja de reír, que no es gracioso —protesté en tanto me alejaba del alcance de sus manos — .No sabes lo mal que se siente esa incertidumbre, esa envidia hacía la persona que ves al lado de...tu interés romántico —Sasuke y yo mediamos de estatura aproximadamente lo mismo, yo era un poco más pesado, pero eso no le impedía a Sasuke buscar levantarme del piso, y lograrlo, en un abrazo.
—Yo también lo sé, Alejandro, ...fueron muchos los días que evitaba mirarte porque temía que en cualquier momento iría con tu novia a decirle que te quitarar las manos de encima —Sasuke me tenía en sus brazos, muy pegado a él, nuestros rostros a pocos centímetros mirándome a los ojos.— .Fueron días muy tristes y difíciles para mi, Alejandro. Yo no planeaba enamorarme, pero en cuanto te vi mis planes comenzaron a rodar cuesta abajo. Dios sabe que traté de mantenerme lejos de ti, no pensarte, ni siquiera sabía si tú...si tendría alguna posibilidad contigo, después de todo eras un chico heterosexual comprometido —Liberé una de mis apretujadas manos para acariciar su helada mejilla.
—Yo tuve un poco de miedo cuando me di cuenta de que te veía con ojos...románticos —confesé.
—Chū shite...bésame...
Sasuke atrapó mis labios con ímpetu, y unidos saboreamos nuestras bocas en un apasionado beso.
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Después de dejar el lago, Sasuke manejó el automóvil de Kimberly y dimos un largo paseo por el área metropolitana de Cleveland, más tarde, disfrutamos de un almuerzo tardío de sopa de tomate y sándwiches de queso derretido, ambos tomamos chocolate caliente.
Volvimos por la casa de Kimberly a la hora que Ryu nos dijo antes de irnos y después de tocar bocina discretamente para dejarle saber que estábamos allí, nos pasamos a la parte de atrás del carro a esperar por la pareja.
No era tarde, faltaban quince minutos para las cinco de la tarde, pero estaba oscuro, y al amparo de esa oscuridad, Sasuke y yo no dejamos de tocarnos y besarnos aprovechando cada minuto que teníamos juntos y solos.
Como siempre, ninguno de los dos podía mantener las manos lejos del otro y en aquel reducido espacio, mucho menos. Sasuke abandonó mis labios para llevar los suyos sobre la piel de mi cuello, despertando sensaciones excitantes en mí.
Él dejó un reguero de besos en su camino descendente mientras yo echaba la cabeza hacia atrás, dejando expuesta la garganta. Con los dedos de mis manos enredados en sus cabellos contuve la respiración cuando su lengua lamio mi piel antes de volver a dejar otro beso, está vez más prolongado que el anterior.
Por un momento solo fui consciente del peso de Sasuke sobre mí, sus besos, su excitacion que yo podia sentir en uno de mis muslos. Y mucho menos pude pasar por alto mi propia excitación.
—Creo que...voy a hacer combustión espontánea si...si sigues besándome así...—casi no podía articular las palabras que deseaba decir, oí a Sasuke reír sobre mi pecho antes de levantar la cabeza y mirarme a los ojos, mientras se las ingeniaba para apoyarse en una de sus rodillas sobre el suelo del auto y metía una de sus manos entre nuestros cuerpos para, de manera atrevida e inesperada, acariciar por encima de la ropa mi abultada masculinidad.
No pude evitar dar un respingo y encoger un poco el cuerpo, mis labios entreabrietos exhalaron un corto suspiro.
—Es lo mismo que siento yo, mi Alejandro...
Sasuke volvió a por mis labios, pero está vez percibí que trataba de bajar un poco la intensidad.
Segundos después Ryu abrió la puerta del pasajero y nosotros volvimos a nuestros lugares tratando de acomodarnos la ropa algo estrujada y peinarnos un poco los cabellos, en especial Sasuke que había perdido la goma que usaba para mantener su cabello recogido.
Ryu nos echo una maliciosa miradita antes de echarse unas divertidas carcajadas, que interrumpió la llegada de Kimberly.
Durante todo el trayecto hasta nuestros hogares, Sasuke y yo viajamos tomados de las manos y mirándonos de vez en cuando con sendas sonrisas en nuestros labios.
—Me gustaría que vinieras más tarde al ático, cuando mis padres y Suzume estén dormidos —mencionó Sasuke antes de que bajaramos del auto.
—No sabía si me lo pedirías...
Ambos sonreímos antes de despedirnos.
—Gracias por el paseo, Kimberly —le dije a la linda morena.
—Cuando quieras, Alejandro —Fue su contestación.
Mientras caminaba hacía el interior de mi casa pensaba en la relación que la chica tenía con Ryu, y el compromiso de él con la chica japonesa.
Para mi sorpresa, enseguida que entre por la puerta trasera de la casa vi a Gwendy sentada frente a la mesa del comedor, con Maricarmen a su lado.
Mi hermana mayor se puso de pie en cuanto me vio.
—Qué bueno que llegaste, Alejandro. Gwendolyn lleva rato esperándote —No estaba seguro si alguien de mi familia, aparte de Brenda Lee, sabía de mi ruptura con Gwendy.
—Hola...
Gwendy llevaba su cabello recogido en una cola alta y ni siquiera se había quitado su abrigo. Cuando la miré a los ojos enseguida supe que estaba nerviosa y que algo la alteraba.
—Hola, Gwendy
Sin embargo, nunca imaginé que traía a la chica por mi casa, luego de nuestro difícil último encuentro en la cafetería, semanas atrás.
Gwendolyn se puso de pie, mi hermana permaneció frente a la mesa hojeando una revista de moda.
—¿Podemos hablar? —Me alegré que quisiera ir al grano.
—Si, dime...
—Aquí no...
El único lugar dónde podríamos hablar a solas era en mi cuarto, si Benjamín no estaba allí. Asentí con un movimiento de cabeza y le hice señas para que me siguiera. En la sala se encontraba papá, Brenda Lee y la abuela, viendo un programa de variedades latino, que pasaban los sábados.
Estábamos a punto de iniciar el ascenso de la escalera cuando mamá nos salió al paso.
—¿A dónde crees que vas, jovencito? —Mi madre salió del pasillo, probablemente había estado en el cuarto de la abuela, arreglando su cama.
—Vamos a mi cuarto...
Mamá me miró fijamente por unos segundos, con sus labios apretados, luego la vi poner su atención en Gwendy y sonreír tenuemente.
—Pueden subir, pero quiero que dejen la puerta abierta —Iba a protestar, pero eso dilataria las cosas.
—Prometido —dije, tomé una de las manos de mi exnovia y tiré de ella con suavidad, pero firmeza para subir la escalera.
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—Estoy embarazada —Creo que permanecí con la boca abierta hasta casi babearme de la impresión.
Gwendy se encontraba sentada sobre mi cama, sus hombros caídos y cabeza gacha, luego de que me reveló en motivo de su visita.
—¿Qué dices? —Yo había escuchado muy bien lo que había dicho, pero me parecía totalmente inconcebible— .¿Por qué piensas eso?
La chica levantó la mirada e hizo una mueca con su boca, tuve la impresión de que Gwendy pensaba que yo era un tarado por preguntarle.
—Una de las primeras señales de embarazo es la ausencia del periodo mestrual, la regla —dijo puntualizando la palabra regla —Estoy atrasada por una semana, eso no es normal porque yo siempre soy regular, Alejandro. Además he estado mala del estómago —añadió antes de cubrirse el rostro con ambas manos.
Gwendy bajo nuevamente la cabeza y permaneció en esa posición. Yo me acerqué y tomé asiento a su lado.
—No puedes precipitarte, todo va a salir bien...
No encontré que más decir, mi mente parecía un tiovivo dándole vueltas a la posibilidad de ser padre a los diecisiete años. Si era cierto, si Gwendy estaba embarazada, mi vida se complicaría bastante, además, ¿qué diría Sasuke de todo esto? Él ni siquiera sabía que había tenido relaciones sexuales con Gwendy.
Me puse de pie de un salto, porque comencé a sentirme agobiado.
—Si estoy embarazada ¿me vas a apoyar, Alejandro? ¿No me vas a dejar sola?
—Tienes que esperar un poco más, Gwendy. Una semana más, luego, si no te baja la regla, yo mismo voy y te compro una prueba de embarazo en la farmacia —Esa fue la primera y última vez que lo tomé en consideración y me imaginé frente al mostrador de la farmacia, pidiendo esa clase de artículo.
—Está bien, pero si estoy embarazada ¿no me vas a dejar sola, cierto? —
La chica que fue mi amor platónico por tantos años se puso de pie y embozo una de las sonrisas que tanto me gustaban. Aquella pregunta era el primer paso para un compromiso que yo no deseaba.
—Claro, Gwendy. Si estás embarazada, no voy a dejarte sola —dije y literalmente sentí como si se me estrujara el alma.
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